Alianza Mundial de las Iglesias Reformadas

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Alianza Mundial de las Iglesias Reformadas
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Por: reformiert-online.net | Fuente: reformiert-online.net
La Alianza Reformada Mundial es una asociación de iglesias reformadas, congregacionalistas, presbiterianas y unidas de todo el mundo.
Ella reúne más de 75 millones de cristianos pertenecientes a 215 iglesias en 107 países, todos cercanos a la tradición reformada.
Los orígenes de esta tradición se encuentran en el siglo XVI. Los reformadores Ulrico Zuinglio, Juan Calvino, Martín Bucero y muchos
otros reformadores europeos menos conocidos pusieron la piedra fundamental para las iglesias reformadas contemporáneas: Zuinglio
con su teología de la Santa Cena que marca con su énfasis en la importancia de la Santa Cena, como cena recordatoria, las
congregaciones reformadas hasta nuestros días; Bucero con su estructura eclesiástica, la cual establece que la congregación debe ser
guiada por los pastores y por miembros elegidos de la comunidad; y, por supuesto, Calvino con su sistematización de la teología
reformada en su obra Institutio Christianae Religionis.
Las iglesias reformadas están marcadas por su estrecha relación con las congregaciones y su énfasis en el poder de Dios sobre toda la
tierra. Este poder se revela en la historia de Dios con los hombres relatada en el Antiguo y el Nuevo Testamento de la Biblia, y
continuada en la historia de la iglesia y del pueblo de Israel. Dios hizo una alianza con los hombres; al inicio de la creación y con Noé, la
confirmó en Abrahán, y la renovó en Jesucristo. La Santa Escritura cuenta justamente de esta alianza, de la historia de Dios con el
hombre, de su consuelo y de su exigencia. Los cristianos reformados confían en la palabra de Dios de que su bendición incluye toda la
creación: “De Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo, y los que en él habitan” (Salmo 24,1).
Al mismo tiempo, la alianza con Dios exige de los hombres comprometerse para que el poder de Dios reine en el mundo entero. Es este
aspecto que ha ganado mucho terreno en el trabajo y la autoimagen de la Alianza Reformada Mundial en los últimos años.
“Así dijo Jehová: Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse” (Isaías
56,1). Dios viene y trae justicia y salvación para la tierra, y los cristianos viven su fe en esta promesa divina de tal manera, que se
comprometen con la justicia y la salvación, con “una vida en plenitud” para todos.
Desde esta convicción, los cristianos asociados en la Alianza Reformada Mundial, se comprometen con distintos programas organizados
en departamentos para la justicia, la paz y la conservación de la creación. Así es que se fundó, por ejemplo, una “Liga para la Justicia”,
que investiga y evalúa los impactos económicos, sociales y ecológicos de la globalización, y que enseña a los hombres las
oportunidades y riesgos de ésa. Gente de todas partes del mundo, hombres y mujeres, adultos y adolescentes, trabajan en conjunto en
este proyecto cuyo resultado final pretende ser una declaración oficial de las iglesias reformadas frente a la globalización.
Este compromiso con la justicia, la paz y la conservación de la creación marca el trabajo de la Alianza Reformada Mundial, tanto como
sus asambleas generales cada cinco años. El tema de la próxima asamblea general de la ARM, que tendrá lugar en Accra, Ghana, en
2004, es: “Qué todos tengan una vida en plenitud”.
Pero la fe reformada no sólo se expresa en el tema ético. Otro elemento característico muy importante de las iglesias y congregaciones
reformadas es su estructura: Ellas se forman desde la base. Los miembros de la comunidad eligen ancianos (presbíteros) de sus filas,
los cuales orientan la congregación en conjunto con los pastores y, en algunos lugares, también diáconos. Las congregaciones envían
representantes a las iglesias reformadas o las asociaciones de iglesias, y aseguran así su participación en todas las decisiones
superregionales. Esto lleva, por un lado, a una división bastante fuerte dentro de la comunidad reformada; sin embargo, sirve, por otro
lado, para tomar en cuenta a la persona particular o las congregaciones particulares de una manera muy especial.
Breve historial de las iglesias reformadas
La Reforma reformada tiene sus orígenes en Suiza. El año 1522, en plena cuaresma, se organizó una gran cena con longanizas en una
casa particular, defendida por el párroco de Zurich, Ulrico Zuinglio: La ley de ayuno, así argumenta, es una ley humana, y por ende no
tiene validez absoluta. El hombre sólo tiene que obedecer estrictamente a las leyes divinas que Zuinglio encuentra en la Biblia. Aquí ya
se manifiesta una característica de la teología reformada que se mantiene hasta nuestros días: el énfasis en la importancia del
testimonio bíblico para la fe y la vida. Sola scriptura, solamente la Biblia – esto es el fundamento de la corriente reformada.
Durante la década de los años 1520, varias otras ciudades en Suiza y Alemania del Sur se vuelven evangélicas. Sin embargo, los
evangélicos no son invitados a la Dieta Imperial de Augsburgo en 1530. Recién en 1648, los reformados son reconocidos oficialmente
como confesión.
Pero Zuinglio influyó la Reforma reformada también en otro ámbito: la teología de la Santa Cena. A través de una controversia con
Martín Lutero durante varios años, Zuinglio elaboró su típica comprensión simbólica de la Santa Cena. Su opinión era que las palabras
“éste es mi cuerpo” en el fondo significaban “éste es un símbolo para mi cuerpo”, y que la Santa Cena se celebraba principalmente como
cena recordatoria. Esta comprensión distinta de la Santa Cena siempre era el núcleo del conflicto entre luteranos y reformados, y llevó
finalmente a la separación de las dos confesiones que perdura hasta hoy. Sólo en 1973, las iglesias luteranas y reformadas de Europa
reconocieron en la llamada Concordia de Leuenberg mutuamente su comprensión de la Santa Cena.
Quizás la figura más significante para el protestantismo reformado del siglo XVI fue el reformador de Ginebra, Juan Calvino. Con su
presentación de la teología reformada en el documento Institutio Christianae Religionis marcó a las iglesias reformadas durante siglos.
Calvino se remonta estrictamente a la Biblia, tanto al Antiguo como al Nuevo Testamento. Comprende la Biblia como el testimonio
personal del Espíritu Santo, lo que la convierte en sus ojos en el fundamento de la fe reformada. Ya que el Espíritu Santo se revela en
toda la Escritura, el Antiguo Testamento tiene la misma importancia como el Nuevo.
Puntos de partida para la reflexión teológica sobre Dios son su honor, su poder y su soberanía. Éstos se reflejan en su comportamiento
frente al hombre elegido y salvado, y son aplicados por el hombre mundano a través de buenas obras. Calvino concibe su teología con
una fuerte orientación ética.
La doctrina de la doble predestinación, considerada como típica del calvinismo, efectivamente aparece en Calvino; sin embargo, fue
valorada sólo por la ortodoxia reformada como un elemento característico de la confesión. El llamado syllogismus practicus, o sea, la
idea de que la elección del hombre puede ser vista a través de su bienestar y prosperidad económica, sólo se origina en el siglo XVII.
La doctrina calvinista de la Santa Cena también se convirtió en una guía para la teología reformada: Según Calvino, Jesucristo está
realmente presente en la Santa Cena por la obra del Espíritu Santo. No está directamente en pan y vino, pero está presente
independientemente de ritos humanos o de la fe humana.
Siguiendo a Martín Bucero, Calvino introdujo la doctrina de los cuatro cargos oficiales eclesiásticos (pastores, presbíteros, profesores y
diáconos). Así se originó – aunque no muy tempranamente en Ginebra – la estructura típica de las congregaciones reformadas:
Presbíteros y pastores guían conjuntamente a la comunidad, la que mantiene una autonomía fuerte en su propio quehacer.
Otra corriente reformada aparte del calvinismo se desarrolló en Zurich bajo el sucesor de Zuinglio, Enrique Bullinger. Éste tenía gran
poder como político eclesiástico; tenía contacto epistolar con doctos y hombres de Estado de toda Europa.
Fue Bullinger quien dio la estructura estatal a la iglesia de Zurich. En 1549, elaboró junto a Calvino el Consensus Tigurinus, fundamento
de una doctrina común de la Santa Cena. Así impidió una división de los reformados en esta pregunta. En 1562, redactó la Confessio
Helvetica Posterior, que hasta hoy día es la confesión más importante para muchas iglesias reformadas.
Pero no sólo en los ámbitos de la política y de la organización interna de la iglesia Bullinger fue un pionero. También buscó nuevos
caminos teológicos. Su teología de los pactos se convirtió en el elemento más marcado para la ortodoxia que la comprendió como
alternativa para la doble predestinación. También sirvió como teología política del aliancismo. La teología de los pactos define la historia
de Dios con los hombres como una historia de salvación: Con su alianza, Dios inició un pacto con el hombre, y a través de la obra de
salvación de Jesucristo se realizó este pacto de gracia.
Las iglesias reformadas de Escocia (y, en su continuidad, también las iglesias norteamericanas fundadas por inmigrantes escoceses) se
remontan a Juan Knox. Éste era en el siglo XVI la figura simbólica y la fuerza pionera del presbiterianismo. Las iglesias que le seguían
fueron las primeras que adoptaron ampliamente el sistema presbiteriano (sólo algunas comunidades fugitivas lo habían realizado antes),
y fundaron así una corriente reformada propia.
Un elemento muy especial de la iglesia influenciada por Knox es su fuerte veta política. En su lucha contra la reina católica María
Estuardo, Knox desarrolló su teoría de la legítima resistencia contra una autoridad, que niega la libre expresión de la fe. Hasta nuestros
días, muchas iglesias reformadas se caracterizan por su compromiso político.
Al pasar de los siglos, la historia de las iglesias reformadas particulares tomó rumbos muy distintos. Por un lado, fue influenciada por el
enfoque teológico (Calvino, Bullinger o Knox), por otro lado, dependía de la situación política de los diversos países (libertad de fe en los
Estados Unidos, estatismo eclesiástico en Alemania). Lo que tienen en común es la separación en las grandes corrientes de la
ortodoxia, el pietismo y el movimiento de avivamiento.
La ortodoxia profundizó los sistemas de la doctrina reformada, y los afirmó dogmáticamente. Un buen ejemplo para este procedimiento
es el Sínodo de Dordrecht de 1618/19, en el cual se conformó oficialmente la doctrina de la predestinación. Como una reacción contraria
a la ortodoxia nació el pietismo, un movimiento de piedad que salió principalmente de los Países Bajos y logró arraigarse en muchos
países europeos. Los pietistas formaron (dentro y fuera de la iglesia) los llamados “conventículos”, pequeños grupos de piadosos, que
vivieron su fe como un sentimiento personal interior apartados del mundo. En la época de la Ilustración, los dogmas eclesiásticos fueron
cuestionados por la razón. Aunque la Ilustración en sí no era un movimiento antirreligioso sino incluso era marcada por teólogos y
filósofos creyentes, llevó a una nueva valorización y un cierto desprecio de las verdades de la fe cristiana.
Paralelamente, y como reacción contraria surgió el movimiento de avivamiento que apuntó a la convicción de fe interior y la piedad. En
muchos lugares, miembros particulares de las congregaciones avivadas asumieron la orientación de ésas, lo que llevó a la separación
de la congregación local, pero también tenía impactos en ella.
Como consecuencia de este proceso, se redescubrieron y profundizaron dos ámbitos de actividades antiguas de la iglesia: la diaconía y
la misión. En la primera mitad del siglo XIX se fundaron sociedades de misiones en toda Europa que difundieron la fe reformada en
forma organizada en los países africanos y asiáticos. En la segunda mitad del siglo nacieron las primeras grandes alianzas cristianas
entre las distintas confesiones. Las iglesias reformadas participaron desde el inicio en este proceso porque consideraron el trabajo
ecuménico como un asunto reformado importante. Al mismo tiempo, sin embargo, se desarrolló un fundamentalismo cristiano; así es que
las distintas iglesias reformadas tomaron rumbos diversos a los que siguen hasta hoy.
La Alianza Reformada Mundial, fundada en 1875, tiene una marcada tendencia ecuménico-política, mientras que el Reformed
Ecumenical Council, fundado en 1946, enfatiza la fe y la piedad.
Después de 1945 fue sobre todo la teología de Kart Barth que marcó a muchas iglesias, también fuera de Europa. La Declaración
Teológica de Barmen fue redactada en grandes partes por él. Es el fundamento de la Iglesia Confesante de Alemania, y hasta hoy
confesión válida para la mayoría de las iglesias reformadas alemanas y algunas iglesias reformadas no europeas. Pero Barth no sólo es
en el ámbito político-ético el teólogo dominante del siglo XX, sino también y sobre todo en su dogmática que se basa en la Biblia.
Jesucristo, la única palabra de Dios, es para Kart Barth el centro y punto referencial de toda la doctrina de fe cristiana. Convirtiéndose en
Jesucristo en hombre, Dios se humilla a si mismo – se inclina hacia el hombre, lo eleva a su compañero de pacto y lo sube a su altura.
Jesús es el testigo de Dios; la comunidad que le sigue es enviada al mundo.
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