Universidad Nacional Autónoma de México. Escuela Nacional Preparatoria N°8 “Miguel E. Schulz” Titulo: “¿Todas las noches son tristes?” Nombre de los participantes y número de cuenta: Segura Lira Laura Xochitl 309320656 Grupo: 609 Nombre del asesor: Guadalupe González Vélez miércoles 13 de octubre de 2010. Resumen: Las ideas reformistas y el aire liberal y apasionado del romanticismo, hicieron a José Joaquín Eugenio Fernández de Lizardi un soñador social, que siempre buscaba el bien y la cultura de las clases más olvidadas de ese entonces, La Nueva España; “Noches tristes, día alegre” es una más de sus obras póstumas que reflejan este afán de transformar la ideología, la política, la moral y la ética del ser humano. “Noches tristes, día alegre”, podría resumirse como la vida y sufrimientos que nuestro autor llegó a pasar, como la vez que lo encarcelaron, la pobreza extrema que sufrió cuando joven, y el retrato de su tierna familia; frustración, elocuencia, goce, llantos y como confidente de toda esta gama de sabores y sin sabores netamente humanos, la noche, momento del día en el cual la luz se apaga y las tinieblas se enfrían, en la cual el mundo se observa desde una perspectiva diferente. Lo anterior, puede contenerse en un refrán popular, “Cuando más obscura está la noche, es cuando ya va a amanecer”. Enseñándonos que somos seres de autosuperación, capaces de vencer cualquier noche o cualquier obstáculo, pintándonos un mundo real, con sus bienaventuranzas y declives, en donde hay gente hermosa, buena y noble, pero también hay gente fría, proselitista y tirana. En la vida nada es igual, nada vuelve a ser lo mismo y detrás de una experiencia dolorosa, suele siempre haber una salida esplendorosa. Introducción Planteamiento del problema (Objetivo): Conocer el pensamiento Lizardino Entender el lenguaje retórico y coloquial de la obra. Aprender la importancia de un literato poco reconocido en nuestro mundo tan vacío. Entablar una analogía sociocultural con el México del siglo XXI Antecedentes: Sé que José Joaquín Eugenio Fernández de Lizardi y Gutiérrez, es el primer novelista latinoamericano que toca el sentido de nacionalismo, a su vez ha creado obras de reflexión socio-económico-político-cultural, es decir, busca reformar su entorno social, dicho autor se desarrolló en la corriente literaria del romanticismo, caracterizada por hiperbolizar los sentimientos y las palabras. Propósitos y Fundamentación. Hipótesis: 1.¿Quién fue Lizardi? 2.¿A qué llamamos romanticismo? 3.¿Por qué “Noches tristes y día alegre” es una crítica social? 4.¿Fue importante dicho autor en el trazo del sendero de la novela literaria en América? 5.¿En una copia de “Noches Lúgubres? 6.¿Podríamos compararlo con el México actual? 7.¿Por qué es importante leer esta clase de novelas? 8.¿Buscar el bien común es asunto de una institución, un departamento, de la gente rica, o de uno mismo? 9.¿Los abusos del poder enmarcados siguen vigentes hoy en día? Justificación: A mi parecer “Noches tristes, día alegre”, no es más que un extracto de la naturaleza humana en el medio, como éste puede afectarle su capacidad razonante; como el ser humano es el propio enemigo del “ser”. Los sistemas jurídicos y legales, hasta hoy sólo le conciernen a la gent5e apoderada, no a la mayoría que es la gente paupérrima, que a duras penas sabe hablar español. Metodología aplicada: La profesora Guadalupe, nos pidió que hiciéramos un trabajo nosotros solos de un autor que concuerde con el programa de la materia y a su vez leyéramos una de sus obras póstumas. Al principio pensé leer “Rayuela” de Julio Cortázar, pero después, ante la ignorancia de las personas, decidí leer a José Joaquín Eugenio Fernández de Lizardi, por cierto, ídolo de mi madre. A 20 niños con adolescentes, les pregunté si conocían a Lizardi y esto fue lo que respondieron: Personas Sí No No me importa Desarrollo: En el México por denominarlo de algún modo “antigüo”, se forjó un ser, que más tarde se convertiría en un máximo pilar de la literatura latinoamericana, de aquél continente recién reconquistado, dicha conquista le dio una nueva vuelta moral, espiritual y sobre todo intelectual a la Nación creciente. Nuestro magnánimo escritor se desarrolló en la disciplina del Romanticismo, dicha corriente es: Un movimiento filosófico y artístico con profundas repercusiones sociales que se desarrolló, principalmente, en las literaturas europeas y americanas según sus variables lingüísticas, culturales e históricas; fue el argentino Esteban Echeverría quien, influido por su estadía en Francia, introduce el Romanticismo en nuestra América a través de la lírica con su poema Elvira o la novia del Plata de 1832. Sin embargo, para algunos estudiosos este mérito le corresponde al poeta cubano José María Heredia y Heredia, pues en su libro Poesías de 1825 ya está presente la subjetivación romántica de la naturaleza y del paisaje como proyección de estados de alma y de sentimientos nacionales y americanistas; así también como la nostalgia del país natal por el padecimiento del exilio. Ahora bien, sea cual fuere su filiación genética, se tiene que decir que irrumpió ostensiblemente en la filosofía y en la literatura del siglo XIX al afirmar el patriotismo y el comunitarismo, en un ir hacia la alteridad, sin excluir la razón crítica; en especial en lo que hoy es América Latina y el Caribe, donde si bien es difícil definirlo filosóficamente, sustenta el pensamiento americanista en la utopía social, la educación y en la literatura al servicio de la construcción de las nuevas naciones y del proyecto emancipatorio (descolonizador) en lo mental y en lo cultural. Muchos escritores románticos fueron también luchadores sociales, políticos, ensayistas y periodistas. Los precursores del Romanticismo los podemos encontrar en Inglaterra y Francia (Rousseau), pero filosóficamente nace en Alemania con el antecedente del movimiento Sturm und Drang(tempestad e ímpetu) cuyo propósito, entre otros, era superar los límites kantianos impuestos a la razón humana por medio del sentimiento, la fe o la experiencia mística. Dicho movimiento se desenvolvió como una filosofía irracionalista en torno a Herder y Jacobi con la participación de poetas jóvenes como Goethe y Schiller. Fichte (1762-1814) impulsa el Romanticismo identificando el Yo no intelectivo con la razón infinita, entidad donde podría alcanzarse el conocimiento superior o de la divinidad. Pero el filósofo por excelencia del Romanticismo es Federico Schelling (1775-1854), para quien el mundo era un poema creado por un principio denominado Absoluto y el artista, no el filósofo, era el más capaz de revelarlo. Cuando se pasa de la razón finita a la infinita, afirmando el valor de lo subjetivo en función de la fe, la moral, el sentimiento, la pasión, la imaginación y la libertad individuales, aparece también la definición romántica del arte como creación y originalidad absolutas, en contraste con la imitación o recreación de la realidad natural, lo racional, objetivo y utilitario de la estética clásica y neoclásica. El fundador del Romanticismo literario fue el filósofo alemán Federico Schlegel (1772-1829), quien propone la infinitud del sentimiento personal, intransferible y casi siempre incomunicable, como el espacio donde se fragua la poesía: fenómeno evolutivo, siempre inconcluso, en oposición al modelo neoclásico. Así lo plantea en el texto inaugural del Romanticismo en 1798, publicado en la revista Athenaeum. Algunas de las tendencias principales del Romanticismo, además de las mencionadas, son el primado de la intuición y la síntesis sobre la razón analítica; la preferencia por lo grandioso e incluso caótico en oposición a la medida y al orden; por lo imprevisible, oculto, contrastante y contradictorio, patético o pintoresco: con el Romanticismo surge el Costumbrismo, el interés por el folklore y por lo popular, y, asimismo, por lo exótico, lo nocturno, lo fantástico, lo sobrenatural y por el pasado, especialmente por el de la Edad Media. El Romanticismo es irrelevante a las formas, dinámico e historicista, aunque también providencialista y tradicionalista. Por todo lo dicho, sin perder de vista lo universal, defiende las diferencias locales y nacionales, destacando el genio en lo individual o en las disposiciones específicas de los pueblos. Las formas literarias cultivadas por el Romanticismo fueron la lírica, el drama –sin respetar las unidades clásicas–, la novela histórica, el diario, las memorias, las confesiones y los relatos de viajes. El Romanticismo surge en Europa occidental a fines del siglo XVIII en discrepancia con la hegemonía de la razón instrumental de la Ilustración y se agota hacia 1850 impugnado por la nueva estética del Realismo. En nuestra América dura todo el siglo XIX, pero se fecha normalmente entre 1830 y 1880. Política y económicamente es tributario de la Revolución Francesa y de la Revolución Industrial, asociándose con el liberalismo burgués. No obstante, sus manifestaciones fluctúan entre el tradicionalismo y el progresismo, como en los casos ejemplares del restaurador Chateaubriand y el revolucionario Víctor Hugo. Es una revolución cultural, la expresión de la sensibilidad de una sociedad nueva en la que crecen los conflictos entre la burguesía en ascenso y la emergencia de nuevos sujetos y clases sociales, como el proletariado. El socialismo utópico es de filiación romántica. En ocasiones, es también una reacción de alarma en contra del cientificismo y el industrialismo modernos, como se aprecia en la novela Frankenstein (1818) de la escritora inglesa Mary Shelley. Alcanzó un gran desarrollo de influencia mundial en Francia, donde mostró su vitalidad el 25 de febrero de 1830 con el estreno de la pieza teatral Hernani o el honor castellano de Víctor Hugo, cuyo prólogo constituyó el manifiesto del Romanticismo. Equivalente a este acontecimiento, el triunfo del Romanticismo en España se fecha en 1835 con el estreno del drama Don Álvaro o la Fuerza del sino, del político liberal Ángel de Saavedra (Duque de Rivas). La literatura latinoamericana nace propiamente con el Romanticismo junto con objetivos misioneros, tales como definir las identidades nacionales diferenciándolas de España, reconocer las características geográficas e históricas, revalorar el pasado prehispánico y combatir la esclavitud, revelar los usos, costumbres y tipos populares, plasmar los hechos heroicos de la insurgencia y las luchas posteriores en defensa de las soberanías, para crear conciencia nacional y tradición cultural. De ahí el énfasis en la búsqueda de originalidad y autonomía literarias. Esto se manifestó espontáneamente en la aparición de géneros y temas autóctonos con base en la asimilación ecléctica (mestizaje, transculturación, heterogeneidad o hibridez) de los presupuestos románticos europeos. Son ejemplares en este sentido Tradiciones Peruanas (1872 a 1918) de Ricardo Palma y lo que podría llamarse Novela Ensayo, tales como Facundo (1845) de D. F. Sarmiento; Una excursión a los indios ranqueles (1870) de Lucio V. Mansilla; o Los capítulos que se le olvidaron a Cervantes (1895) de Juan Montalvo. Obras, entre otras, que incorporan la tradición oral o en las que se mezclan relatos, poemas, historia, polémicas políticas, autobiografías, temas sociológicos e incluso documentos y notas a pie de página. Otros autores y textos imprescindibles del Romanticismo latinoamericano son los extensos poemas narrativos y líricos Martín Fierro (1872 y 1879) de José Hernández y Tabaré (1888) de Juan Zorrilla de San Martín; y las novelas Sab (1814) de Gertrudis Gómez de Avellaneda; María (1867) de Jorge Isaacs; Cecilia Valdés (1882) de Cirilo Villaverde; Enriquillo (1882) de Manuel de Jesús Galván, y Los bandidos de Río Frío (1889-1891) de Manuel Payno. Asimismo, en el Romanticismo latinoamericano fueron particularmente destacables el Ensayo, el Periodismo, la Crónica y la Novela costumbristas, el Folletín, el Teatro criollista, los Epistolarios de hombre públicos y también la Oratoria. En cuanto temas y tendencias propios aparecen el indianismo como idealización del pasado indígena; el negrismo o la mulatez con propósitos sociales antiesclavistas; y en Argentina la poesía gauchesca de carácter popular y social. Identificado con las causas independentistas, con la desestructuración de la sociedad colonial y con la estructuración de las nacionales, el Romanticismo latinoamericano enalteció la libertad y la dignidad humanas y favoreció los temas históricos, sociales y populares más que los fanáticos o sentimentales. Los escritores románticos tuvieron una gran conciencia de la realidad circundante y, en su momento, de la función social de la Literatura, por lo que en el Subcontinente las notas subjetivas e imaginativas y el autonomismo estético se equilibraron, en lo general, con los propósitos objetivos y éticos. En lo que concierne a México, el romanticismo mexicano se distinguía por amalgamar el periodismo, la política, el positivismo y el liberalismo, pues surgió en los años previos a la Independencia de México. El poeta Manuel Acuña es posiblemente el máximo representante del romanticismo en México. En lo que concierne a la biografía de nuestro autor: José Joaquín Eugenio Fernández de Lizardi y Gutiérrez Nació en la Cd. de México (por la Alameda central), Distrito Federal, (antes Capital de la Nueva España), el 15 de noviembre de 1776 hijo de un médico y nieto de un librero (por parte de madre), sus primeros estudios los realiza en Tepotzotlán. Sus estudios de secundaria y Universidad, los realiza en el Colegio de San Idelfonso de 1793, dejando sus estudios en 1798, se casó en 1805 con Dolores Orendaín, en 1808 aparece su primera obra “Un poema”. En 1811 escribe otros versos de género satírico..., sus estrategias compositivas, su declaración de principios y los temas que abordó, llevando en mente el aforismo de Goethe,…Gramsci; con títulos llamativos, publicándolos en folletos, iniciándose como gran folletista. Al final de ese año ocupa el puesto de teniente de justicia de Taxco, asaltado por los insurgentes, acusado de entregar armas y municiones a éstos, fue aprehendido y llevado a la capital. Ya en libertad sigue publicando sus folletos hasta promulgada la Constitución de Cádiz; funda su primer periódico “El pensador mexicano” (18121814). Proclamándose abogado ferviente de la libertad de imprenta; indignado el virrey Venegas, revoca la libertad de imprenta, claramento expresado en su noveno número, encarcelando a Lizardi, por la excesiva sinceridad con la cual enmarca los hechos del régimen virreinal, durando siete meses en prisión donde continuó, aunque con un tono moderado y bajo escrutinio, con la redacción de un periódico que durará hasta 1814. Durante su encarcelamiento le nace su primera y única hija. Entre 1815 y 1816 publica dos nuevos periódicos, Alacena de Frioleras y Cajoncitos de Alacena, donde se ensaya en la sátira de tipos y grupos sociales. Encontrándose demasiado limitado por la censura, abandona el periodismo por cuatro años para dedicarse a la novela. En ese breve lapso Noches tristes y día alegra, La Quijotilla y su prima y Don Catrín de la Fachenda. De 1815 y 1816 publicó con dificultad y censura dos periódicos que aparecían simultáneamente, “Alacena de frioleras” y el “Caxoncito de la alacena”, hasta 1820 restablecida en México la Constitución y libertad de imprenta, poseía un pasión por las reformas políticas, sociales, religiosas y de diferentes rubros, las cuales plasmó en su literatura, basando ésta en el género novelesco, escribió varias novelas como “El periquillo sarniento” bajo el seudónimo de “El pensador mexicano”, novela publicada por entregas, que salieron en 1816 tres tomos. El cuarto y último fue prohibido y censurado, publicándose 5 años después de su muerte. Cabe resaltar que Lizardi fue el primer novelista en América, también fue que le dedicó su obra al pueblo y no a oligarcas. Su cuarto periódico “El conductor eléctrico” y el quinto “Correo semanario de México”, publicó folletos de independencia muere el 27 de junio de 1827 en la más mísera pobreza, hasta la actualidad se desconoce el paradero de huesos. En su novela dialogada, Noches tristes y día alegre, Fernández de Lizardi imita el ambiente sepulcral y prerromántico que ofrece José Cadalso en sus Noches Lúgubres. En cuatro noches sucesivas la fe del personaje lizardiano, Teófilo, es puesta a prueba, permitiéndole largas discusiones sobre la vanidad del mundo y la virtud, y la relación del hombre con Dios por medio de la recompensa y el castigo divino. Esta obra es la más alejada de un intento mimético, (la retomaremos más tarde). Tratando tanto de divertir como de ilustrar, las obras lizardianas son más didácticas que satíricas. La excepción es Don Catrín, la más breve y mejor lograda de las cuatro. Fernández de Lizardi cierra su ciclo con una vuelta al modelo picaresco, pero esta vez no hay arrepentimiento ni moralizaciones; el personaje central muere convencido de que la vida del dandy es la mejor. Como escritor costumbrista, El Pensador muestra aquí su talento para construir y dar vida a un tipo literario a partir de su contraparte social. Esta novela fue publicada póstumamente en 1831. Aunque la escritura del Periquillo antecede por cinco años el establecimiento del México Independiente en 1821, no suele ser estudiada como producto de la Nueva España. Al otorgársele la posición privilegiada de primera novela mexicana, se enfatiza lo que ahí anuncia de los temas y estilos literarios que posteriormente se desarrollarán. Dicha posición da una idea clara de las presuposiciones conceptuales que han enmarcado los estudios literarios. En efecto, por un lado se tiende a asumir que México y la Nueva España son culturalmente uno y lo mismo, al tiempo que se neglijé la existencia de la novela novohispana, de la cual hay varios antecedentes canónicamente aceptados. Pero aún sin ser, estrictamente hablando, la primera novela mexicana, por ser novohispana, ni la primera manifestación de ese género en la Nueva España, por haberlas ya pastoriles, de aventuras y religiosas, no deja El Periquillo de ser obra clave. Ésta, y las otras novelas de Fernández de Lizardi, son las primeras obras de ficción que, con intención mimética, narran la vida cotidiana en forma abundante y detallada. Puesto que todas fueron ilustradas desde las ediciones Príncipe, son también las primeras en ofrecer al lector una representación, tanto textual como gráfica, de la sociedad novohispana de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Hay en Fernández de Lizardi una noción clara del grupo social al que pertenece y para el cual escribe. Aunque presenta la Pluralidad étnica, social y económica que había en la Nueva España, son los criollos los que le interesan principalmente. De esa multitud de costumbres y tipos con vestimenta y habla propios, moviéndose en reconocibles ambientes de la Ciudad de México o de sus cercanías, es posible observar lo que por el tamiz de la Independencia se salvó y se hizo mexicano, y lo que ha quedado como propio del virreinato. Las más de las veces, sin embargo, las novelas lizardianas han sido objeto de una mirada retrospectiva que entiende la historia como un proceso lineal dominado por la formación de la nación moderna. El virreinato es, entonces, un paréntesis en la marcha hacia la nación cuyo sentido de identidad de alguna forma logra permear producciones o eventos que la anteceden. Peo si en las novelas del pensador hay un gusto por su región de origen, ese patriotismo no conlleva un rechazo por el imperio. Y si hay crítica a los males del reino, como lo fue su clamor contra la esclavitud que le costó la prohibición del cuarto tomo del Periquillo, no por ello buscaba la independencia. El libro que retomaremos de José Joaquín Eugenio Fernández de Lizardi y Gutiérrez es “Noches tristes, día alegre”, libro que a continuación brevemente analizaré y resumiré para generar un ambiente de reflexión; dicha obra es una novela dialogada, es decir es un escrito cuyos diálogos son más predominantes a la narración, y por consiguiente podría semejarse a un guión teatral. “Noches tristes y día alegre”, tiene como composición estructural cuatro noches y un día, he aquí el siguiente análisis: Noche primera “La prisión” En este fragmento, después de un difícil día, Teófilo (nuestro personaje principal), se encontraba orando y clamando a la noche, por su desventura, la desilusión y decepción que la humanidad le había provocado, esperando que la noche lo separara del comercio de los hombres; a su vez ansiaba llegar a su hogar, en anhelo de abrazar a su esposa y dos hijos; cuando es sorprendido por el Ministro de justicia quien injustamente, le imputa un robo y tres homicidios y cómplice de otros delincuentes; humillado por el oligarca de justicia, se ve forzado a ir prisión, suplicando respeto hacia su persona. El carcelero lo considera inocente huésped de aquella noche; pero obligado por el oligarca, es encerrado incomunicado y engrillado, por lo que el carcelero lo considera un vil. Teófilo al verse en mundo de tinieblas y rejas que no permiten su escapatoria, comienza a lamentarse de las humillaciones propiciadas a un verdadero inocente; cuando es sorprendido por el carcelero, quien quitándole los grilletes le dice que es libre; echándolo a la calle antes que amanezca y sepan los jueces la tropelía y mal proceder del comisariado, quien iba a fusilar a un pobre hombre. La sintaxis anterior refleja la sociedad carente de escrúpulos del México colonialista, no es más que un reproche a la opulencia premiada con viandas y libertinaje de los altos comandantes del núcleo social, es decir, si un pobre, por así decirlo peyorativamente, solicita trabajo, prestaciones o reconocimiento de sus libertades individuales, es suprimido condenándolo al exilio, mientras la gran aristocracia se regocija de ver a un paupérrimo ante sus pies. La negligencia legislativa, ha sido y es un grave problema para el cumplimiento de las leyes, así como para la condena de los infractores de éstas, como se dice popularmente: “Las cárceles están llenas de inocentes”. Los altos mandos no dan más que un simple “disculpe, no es usted”, mientras tanto el supuesto delincuente ya tiene manchado su historial e inclusive su vida misma se ha vuelto un caos, todo por la incompetencia y subordinación de dichos mandatarios. “Noche segunda, la pérdida en el bosque” Teófilo expresa lo lúgubre de la noche y el terreno hostil en el cual estaba situado, un aguacero huracanado, los gritos de los árboles ante aquella tempestad. La posada a la que se dirigía Teófilo con su compañero de viaje Rodrigo, parecía lejana a su vista, debido a la ignorancia de los caminos, Rodrigo culpa a Teófilo de su ansiedad por caminar de noche, preguntándole que buscaba, a lo que Teófilo respondió: A la mitad de mi alma, mi esposa. Rodrigo cree que huyó de él, pero Teófilo exclama que salió a buscarlo, puesto que sus bienes fueron embargados por una deuda a la sociedad que jamás cometió, siendo su esposa engañada por el Ministro al decir que Teófilo huyó a Acapulco, sin el más remedio de dejar a sus hijos en un lugar desconocido. En el texto, se hace presencia de una religiosidad inminente, por las quejas de Rodrigo de su suerte, asegurando Teófilo que nada se opone a la Providencia y ni a la bondad del ser supremo. Puesto que Rodrigo negaba a Dios, por enamorarse y casarse con una mujer con virtudes pero pobre, en contra del consentimiento de su padre que era tirano, necio y consentidor, al traspasó el corazón con un puñal porque su mujer había muerto a causa de la miseria. Rodrigo muere despeñado a causa del dolor y del temor. Amaneciendo, Teófilo escucha a Martín atado lamentarse, del robo sufrido a él y a su esposa en su rancho, siendo auxiliado por Teófilo, observando a la joven esposa de Martin creyéndola muerta, ambos la abrigan y le dan a oler humo de la lana quemada, la joven vuelve en sí, Teófilo se hace cargo de que Martín vea a sus hijos. Claramente en la noche segunda, se hace un referencia incesante de lo grande y misericordioso que es Dios, esa es una de característica de Lizardi, rechazaba completamente al clero, pero adoptaba a Dios como motor de su fuerza y salvador de sus problemas. Además es una crítica al pensamiento europeo que poseían, o querían poseer los mexicanos respecto a la pobreza y a la riqueza, puesto que no dejaban que las clases pobres se juntaran con las ricas, aunque por dentro una persona careciente de dinero, sea más millonaria, que una que es agraciada con todos los bienes. “Noche tercera, El duelo triste”. Anochece, la enferma se agrava, adolece de auxilios; Martín regresa solo al rancho sin confesor ni doctor, Teófilo lo cuestiona de su soledad y Martín responde: porque los hombres son muy crueles con los pobres, pidiéndome dinero de cual carezco, aunque al Dr. le ofrecí una vaca, y aún así no quiso venir y el vicario y el cura se negaron a asistir a la convaleciente, entretenidos en naipes. La mujer sin salida espiritual y médica, ante la negligencia de los altos mandatarios, muere entre un derroche sentimental y la incertidumbre de no saber qué hacer con la criatura que llevaba dentro, Teófilo hace la cesárea sacando al niñito del vientre materno, dicho inocente, debía de tener un bautizo, realizado por Teófilo; pero muere la criatura. Teófilo al ver el dolor de Martín, le ofrece su reloj de oro para que lo venda en el pueblo, y así con ese dinero poder enterrar a Teodora (mujer de Martín), sintiendo la gran satisfacción de hacer la caridad, pidiéndole Teófilo a Dios fortaleza para encontrar a su familia ante ese desgarrador escenario. Aquí encontramos la presencia de un animismo, y sigue esta secuencia de necesidades espirituales, al tener temor de que la esposa de Martín muriese sin recibir los santos oleos; la rígida, fría y comerciante figura del párroco es más que nada, una crítica y sátira de lo que es, y fue el clero en México, sin dinero desgraciadamente las cosas no se pueden hacer. Imagínate entonces, para los curas el cielo se compra, comprándolos a ellos, o se vende, vendiendo ellos sus servicios, los cuales deben estar destinados a la población en general, ya sean ricos, pobres, ignorantes o intelectuales “Noche cuarta, El cementerio”. Teófilo haya el camino gracias a Martín, pero la obscura noche cae en la tierra y la tempestad comienzan a hacer presencia de nuevo; después de un extenso y difícil camino, escucha ladrar a los perros, creyendo que era un pueblo, pero era el cementerio, se abren las puertas, buscando, en un lugar pavoroso, encontrando al sepulturero, quien lo invita a profanar una tumba de una desconocida, muerta por asaltantes, cuyas características coincidían con la esposa de Teófilo, Teófilo antes de escucharlas, se opone a tal acto, por ser un delito y sacrilegio, pero el sepulturero le explicó su miseria y la necesidad de despojar a la difunta de sus ropajes para dárselos a su familia, pero de oír semejantes similitudes, sospechó que se trataba de su esposa, exhumando el cadáver, confunde la semejanza entre ellas, cayendo desplomado al suelo. El humilde enterrador, lo lleva a su casa, en donde su esposa e hijas, preparaban desayunos a los viajeros; desatendiendo dicha acción, su mujer, para atender Teófilo, sin poder realizar acto alguno que lo beneficiarán, entonces, una viajante se sumó a los esfuerzos, y al reconocerlo cayó sobre de él, era su amada esposa Dorotea. Al despertar, Dorotea explica su travesía a su marido, gratificando con dinero al Alfonso el sepulturero, emanado dicha y felicidad. Otra vez aparece un rasgo común a la vida nacional de hoy, la pobreza, los oligarcas despóticos del gobierno, se alzan el cuello insinuando que han erradicado la desigualdad monetaria, pero la realidad es que mientras existan más ricos, cada vez hay más pobres. Es increíble figurarse un México de hace doscientos años, a un México contemporáneo, puesto que las similitudes espantan hasta al hombre con más coherencia, la ignorancia sigue expandiéndose como un mal, la pobreza como una plaga, los abusos de poder como una lluvia torrencial. No hemos cambiado en nada, sólo hemos ido transformando el panorama, utilizando la retórica para que se vea “más bonito”. “Día alegre, y dignamente aprovechado”. El cura tío de Dorotea, haciendo gala de retórica, denota el premio de Dios a la gente de buena voluntad, a lo que Teófilo responde de igual manera al cura, camino a la casa de San Agustín de las Cuevas propia del cura, donde estaban los hijos de Teófilo, ahí convivieron y comieron, a su vez Dorotea fue heredera del cura. Dorotea exclama que la comida aceda e inservible, los ricos se la dan a los pobres, creyendo que han hecho una obra de buena voluntad, pensando que sólo en México se hacía tal acto de barbarie disfrazada en una obra caritativa; también ayudó a sus amigas desvalidas, entre ellas a una paupérrima familia de la tía Mariana y Teresa, a ésta última la considera su hermana, quien le cuenta todas sus tristezas, y la desgracia de carecer de un salario digno por ser pobre y mujer, Dorotea la encomienda al cura, él cual acepta que trabajen con él. Teófilo, desbordando alegría, regresa con el cura y su familia a la Capital, satisfechos por haber tenido un día alegre, y dignamente aprovechado. La migración de una manera no muy enmarcada aparece, pero se le menciona en un tono suave, cuando Teófilo decide regresarse a la capital con su familia, desde ese entonces contemplamos la busca de oportunidades en una entidad fuera del lugar materno, recordemos que en los estados de la república la gente tenía menos servicios, más abusos y más hambre, cosa que desafortunadamente no ha cambiado. Se observa como la opulencia se viste de gala con las obras que ella cree que son benéficas, cuando en verdad se trata de intereses disfrazados de ayuda humanitaria, tenemos un buen ejemplo llamado “Teletón”, fingiendo ayudar a niños con problemas corporales, de bajos recursos, cuando en realidad es la tapadera del gran capital que entra, gracias a ello, a una de las empresas monopólicas televisivas, es decir, Televisa, otro ejemplo es la “minita de oro” de Salinas Pliego, con su juguetón, o la recaudación monetaria para ayudar a niños con miles de enfermedades, jugando con los sentimientos del pueblo. Doscientos años, cien, cincuenta y hasta diez años se dicen fácil, pero en realidad, ¿algo ha pasado en ese lapso de tiempo, para que la sociedad mexicana se incline hacia su bienestar? Realmente Lizardi no estaba equivocado, reflejó y seguirá reflejando el contexto social, moral, económico, ideológico, etc. de ese entonces y por consiguiente de nuestro entonces. Es como la historia, cíclica, las acciones del ser humano son cíclicas, es el único animal que comete el mismo error más de dos veces. Así que, está en nosotros cambiar dicho entorno, sino queremos formar parte de una nación extranjera, siendo sus esclavos, consumiendo sus productos, cierto, ya lo estamos siendo, ¿qué esperamos para cambiar? Análisis e interpretación de los resultados. Me di cuenta que por medio de la escritura podemos reflejar un sin número de acciones, ideas, pensamientos, emociones y con ello crear una crítica autoreflexiba que se usará como guía de entendimiento de las viejas y nuevas generaciones. Tristemente México no ha cambiado nada, ahí es donde debemos preguntarnos, ¿de qué sirvió tanto derrame de sangre? Me gustaría decir que de algo, pero mentiría si lo hiciese. Lizardi era un reformador que soñaba en convertir a una sociedad vejada, en una despampanante estrella del cosmos de la sabiduría y de la libertad de pensamiento, un hombre ejemplar y nacionalista, a quien no le bastó expresar sus ideas, las llevó a cabo, tan clásico y contemporáneo a la vez, cuyas ideas todavía pueden servir como base a la desboronada sociedad. Conclusiones. 1.¿Quién fue Lizardi? Un literato, novelista y reformador, un soñador social que quería cambiar a la sociedad de su entorno. 2.¿A qué llamamos romanticismo? A un movimiento filosófico y artístico con profundas repercusiones sociales que se desarrolló, principalmente, en las literaturas europeas y americanas según sus variables lingüísticas, culturales e históricas 3.¿Por qué “Noches tristes y día alegre” es una crítica social? 4.¿Fue importante dicho autor en el trazo del sendero de la novela literaria en América? Sí, porque de él se desprende el ahínco a anhelar la libertad de imprenta y por ende de pensamiento. 5.¿En una copia de “Noches Lúgubres? No, sólo se inspiró en la forma de redactar, creando una denuncia de lo que nuestro autor experimentó en carne propia. 6.¿Podríamos compararlo con el México actual? Claro, los abusos de poder, la negligencia de nuestros servidores, la pobreza y el desamparo social, existen por desgracia en nuestro país, y desafortunadamente están tan bien “enraizados” que no tienen para cuando terminar. 7.¿Por qué es importante leer esta clase de novelas? Porque sólo así tendremos un amplio panorama de la vida social, económica, pública, moral y espiritual de nuestro México, podríamos tomarlo como punto de partida para analizar el contexto en el cual nos seguimos desarrollando, y con base en ello, como poder frenar la situación propiciada por cientos de años de inminente esclavitud. 8.¿Buscar el bien común es asunto de una institución, un departamento, de la gente rica, o de uno mismo? Cien por ciento es de uno mismo, el ser humano es su único depredador natural, y por ende el causante de su propio mal. 9.¿Los abusos del poder enmarcados siguen vigentes hoy en día? Sí, al parecer sólo la oligarquía y los extranjeros, tienen acceso a un sistema legal benefactor de los intereses del acusado, así como servicios públicos eficientes y riquezas interminables; más sin embargo un pobre dichas veneraciones no existen para ellos ni en sueños. Bibliografía http://www.cialc.unam.mx/pensamientoycultura/biblioteca%20virtual/diccionario/ro manticismo.htm http://es.wikipedia.org/wiki/Romanticismo#Romanticismo_mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi, “Noches tristes, día alegre”, Edit. Porrúa, México 1989. “Amigos, enemigos y comentaristas”, María Rosa Palazón, Edit. UNAM, México 2006, pág. XXVIII