La medicina y el humanismo en las culturas judía, cristiana y del

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LA MEDICINA
Y EL HUMANISMO
EN LAS CULTURAS
JUDÍA,
CRISTIANA y
del ISLAM
Antonio L. Turnes
Setiembre 2015
1
LA MEDICINA Y EL HUMANISMO EN LAS
CULTURAS JUDÍA, CRISTIANA Y DEL ISLAM
Antonio L. Turnes
LA ANTIGÜEDAD GRIEGA Y LA MEDICINA
Los aportes a la Medicina y el Humanismo tienen raíces muy hondas.
Las diversas culturas se preocuparon por la salud y enfermedad del
hombre y aportaron su conocimiento y actitudes que se fueron
acumulando a lo largo de los siglos.
TEMPLO DE ATENEA EN DELFOS
Así, de los comienzos de la medicina basada en lo mágico-religioso,
que floreció en la mayor Antigüedad, y que tuvo su apogeo en el
Oráculo de Delfos y las peregrinaciones para obtener la curación,
podemos repasar lo que hicieron en el Egipto faraónico, donde el
sacerdote era a la vez el médico.
2
HIPÓCRATES DE COS, ASISTIENDO Y ENSEÑANDO MEDICINA
Con HIPÓCRATES DE COS y su escuela, en el siglo V aC, se inicia la
tekné iatriké, o medicina técnica, consistente en la acumulación de
saberes en base a la experiencia sistematizada, en la observación de
los enfermos y en el análisis de sus historias, particularmente de sus
evoluciones para extraer conclusiones. También se incorporan desde
allí los principios éticos que regularán en adelante la profesión.
PEDANIO DIOSCÓRIDES ANAZARBEO (40-90 dC) fue otro griego que
practicó la medicina, la farmacología y la botánica, siendo quien mejor
sistematizó los elementos simples que podían emplearse para aliviar o
curar las enfermedades. Sus libros también fueron trasmitidos hasta
quince siglos después.
Escribió una obra en cinco volúmenes, titulada De Materia Medica,
precursora de la moderna farmacopea. El texto describe unas 600
plantas medicinales, incluyendo la mandrágora, unos 90 minerales y
alrededor de 35 sustancias de origen animal. Es el autor que da la más
amplia guía farmacéutica de la Antigüedad. Acrecentó en gran manera
el conocimiento de remedios. Habla de la necesidad de estudiar cada
planta en relación a su hábitat, de observar rigurosamente las plantas
en todas las estaciones, de hacer notar todas las partes desde los
primeros brotes hasta las semillas, de preparar cada medicina con
precisión y de juzgar cada medicina por sus méritos. Dioscórides
avanzó un paso gigantesco respecto a sus predecesores, tanto en su
3
amplitud como en su método sistemático y teórico. 1 A diferencia de
otras obras clásicas, este libro tuvo una enorme difusión en la Edad
Media tanto en su original griego como en otras lenguas, tales como
el latín y el árabe.
El códice más antiguo que se conserva de la obra data de comienzos
del siglo VI, y fue copiado para uso de la patricia romana Anicia
Juliana, hija del emperador Anicio Olibrio. Este manuscrito tiene un
total de 491 folios, y casi 400 ilustraciones a página completa.
En 1569 fue adquirido por el emperador Maximiliano I, y se conserva
en
la
Biblioteca
Nacional
de
Austria
(Österreichische
Nationalbibliothek). Es conocido como Codex Vindobonensis Med. Gr.
1. (Vindobona es el nombre latino de Viena) o, simplemente, como
el Dioscórides de Viena.
La obra fue traducida por primera vez al árabe en el siglo IX, en
el Bagdad de los abásidas. En el siglo siguiente, el emperador
bizantino Constantino Porfirogéneta envió el libro como presente
al califa cordobés Abderramán III un ejemplar en griego, que fue
traducido al árabe por un monje llamado Nicolás, con la ayuda del
médico judío Hasday ibn Shaprut.
Se imprimió por primera vez, en latín, en 1478, en Colle (Toscana) por
Pedro Paduano. Fue traducido al español por Andrés Laguna.
Esta es la fuente principal de todas las publicaciones sobre plantas
medicinales que se siguió utilizando durante siglos por los médicos
árabes, judíos y cristianos. Aparecerá como referencia permanente de
todas las obras posteriores y aún hoy puede consultarse su obra con
provecho. 2
1
DIOSCÓRIDES: Plantas y Remedios Medicinales (De Materia Medica). Libros I-II, Biblioteca Básica
Gredos Vol. 122. Madrid, 2002, p. XVI.
2
Dioscórides / Pseudo Dioscórides (1998). Plantas y remedios medicinales. Obra completa. Madrid:
Editorial Gredos. Volumen I: Libros I-III. Volumen II: Libros IV-V. 1958 y 1959.
4
PEDANIO DIOSCORIDES ANARZABEO
5
6
En el siglo II dC GALENO DE PÉRGAMO (129-210/126) 3 médicofilósofo, puede considerarse el heredero de Hipócrates, ejerciendo su
profesión en su ciudad natal y en Roma. Adquiere justa fama por sus
estudios sistemáticos, particularmente basados en estudios de la
anatomía de diversos animales, especialmente monos y cerdos, y la
observación de cientos de enfermos. Fue el médico de los gladiadores
en Roma y también el que asistió al Emperador Marco Aurelio. Sus
aportes y escritos se fueron trasmitiendo de generación en generación
hasta la Edad Media. Como ha escrito Laín Entralgo 4 Acaso no haya
en la historia universal de la ciencia otro hombre tan afortunado como
Galeno. Ni siquiera Aristóteles. Su ingente obra personal, su vasto
saber médico y filosófico y su doble condición de legatario y testador
de toda la medicina griega hicieron de él la figura suprema del arte de
curar a lo largo de casi milenio y medio y a través de las más diversas
culturas: la bizantina, la arábiga, la medieval europea y la
renacentista. No obstante las valiosas novedades que desde el siglo
XV han creado los médicos “modernos”, Galeno sigue siendo
explicado y estudiado en las Universidades europeas del siglo XVII, y
todavía en 1726 un catedrático y publicista, el valenciano Lloret y
Martí, se creerá en la obligación de componer una “Defensa de la
doctrina de Hipócrates y Galeno contra los errores vulgares”. Y si todo
esto puede ser dicho de Europa entera, ¿qué no podrá decirse de
España, donde todavía el lenguaje familiar llama por antonomasia
“galeno” al médico en ejercicio?
3
GALENO: Sobre la localización de las Enfermedades (De locis affectis). Biblioteca Clásica Gredos,
Vol. 248, Madrid, 1997, pág. 19.
4
LAÍN ENTRALGO, Pedro: Prólogo a Galeno, de Luis García Ballester. Editorial Guadarrama, Madrid,
1972, p. 13.
7
GALENO DE PÉRGAMO
8
EL PUEBLO JUDÍO Y LA MEDICINA
Con la aparición de las religiones abrahámicas monoteístas, se abre
un nuevo panorama que se extenderá de oriente a occidente. Surge
primero el Judaísmo, tal vez más de 1.000 años antes de nuestra Era,
luego el Cristianismo que se extiende a partir del siglo III dC, cuando
se hace religión oficial del Imperio Romano con Constantino, y por
último, en el siglo VII, el Islam.
Pero antes de los mencionados griegos, el pueblo judío ya había
reunido un valioso conjunto de conocimientos y prácticas higiénicodietéticas que plasmados en sus textos sagrados, tendrían honda
repercusión en favorecer el desarrollo de los médicos en los siglos
siguientes. Siguiendo la Torá (el Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico,
Números y Deuteronomio) y el Talmud, los médicos judíos ganarían
pronta fama y serían quienes atendieran a los personajes principales,
incluyendo a los reyes y sus cortes. La higiene ritual del lavado de
9
manos les permitió desarrollar con eficacia su labor y acrecentar su
prestigio, además de su acumulación de saber que con los siglos se
fue reuniendo del estudio de los griegos y sus obras [antes de Ignaz
Fulop Semmelweis (1818-1865)].
El rollo de LA TORÁ o PENTATEUCO
(Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio)
EL TALMUD
El Talmud es una obra que recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre
leyes judías, tradiciones, costumbres, narraciones y dichos, parábolas, historias y
leyendas.
10
EL CRISTIANISMO Y LA MEDICINA
Según la tradición, el Cristianismo inicia con el nacimiento de Jesús en
Nazaret, mientras la Era Cristiana comienza en plena dominación
romana. El propio Jesús que es un Cristo, Sanador de la humanidad,
realiza curaciones a través de milagros. Entre los apóstoles seguidores
de Jesucristo, san Lucas era médico y los santos actuaban por la
fuerza espiritual. Hubo entonces santos especialistas en patologías
especiales, mientras otros eran protectores.
Desarrollaron el amor al prójimo y la práctica de atender a los
enfermos con generosidad, hasta que en el 326 el Emperador
Constantino declara al Cristianismo como religión oficial de Roma, se
fundan Iglesias y monasterios. Éstos pasan a cumplir la misión
sanadora por la fe y la caridad, practican la asistencia por amor al
enfermo. Se funda el primer monasterio en Oriente por san Pacomio
(292-348) donde se trataban enfermos y también se funda el hospital
de Cesarea Capadocia por el obispo Basilio, que hace conocer esta
ciudad como Ciudad Hospitalaria.
SAN BENITO DE NURSIA
En Occidente, san Benito de Nursia (480-547) funda el monasterio de
Monte Cassino o Montecassino (529) donde se inicia la medicina
llamada monástica, que se regía por La Regula Benedicti: Ora y
trabaja en la asistencia de enfermos antes de todo y sobre todo. El
mismo san Benito fundó el monasterio de Subiaco, dedicado a san
Cosme y san Damián, quienes en los años 300 sufrieron la persecución
del Emperador Diocleciano (244-311), y que según la tradición le
atribuyen el primer trasplante de la historia de la medicina,
materializado en el remplazo de la pierna amputada de un hombre
negro recién muerto a un hombre blanco con su pierna gangrenada.
11
Fueron así san Cosme y san Damián adoptados como los patronos
protectores de médicos y boticarios.
A partir de la actividad en este Monasterio atender a un enfermo no
será sólo darle comida o bebida, sino también aliviar sus dolores,
medicarlos, curar sus enfermedades internas, las más difíciles de
comprender por falta de conocimientos médicos, y la enseñanza
médica se instituye en los monasterios, para los novicios que querían
seguir las obras de Cristo. Al inicio la asistencia médica se limitaba
dentro del monasterio y posteriormente el monje-enfermero-médico
sale a curar enfermos entre la población y en el campo.
De la actividad de los monasterios surge la necesidad de que novicios
y monjes hicieran su preparación y adquirieran conocimientos
médicos, ya que desde Montecassino los monjes médicos eran
expertos en plantas medicinales, muchas de las cuales se cultivaron
en sus propios monasterios.
.
MONASTERIO DE MONTECASSINO
12
SAN COSME y SAN DAMIÁN PRACTICANDO EL MILAGRO
Aquellos primeros monjes médicos cristianos tienen el mérito de
haber guardado, conservado, copiado y traducido antiguos códigos,
textos y escritos de Medicina, en sus celdas y en las bibliotecas,
copiando sobre pergamino los textos de Galeno, Celso, Oribasio de
Pérgamo5, Aureliano, Rufo de Éfeso, Plinio, en todos los monasterios.
Los religiosos tradujeron al latín todos los conocimientos grecolatinos, destacando Cassiodoro, que fundó su monasterio en Calabria,
donde se desarrolló una escuela médica-monástica, en Vivarium. Se
tradujeron y copiaron las obras de Hipócrates, Dioscórides, Galeno y
muchos otros. Cassiodoro escribió una enciclopedia de Historia
Natural.
5
Oribasio de Pérgamo (320-400) griego, formado en Alejandría, que fue médico personal de Juliano el
Apóstata.
13
Isidoro de Sevilla (560-636), obispo, médico, escribió “Etymologierum
Libri XX”, donde recopila todo el saber de su época, sobre las artes y
ciencias relativas al cuerpo humano y la dietética, en el que da lugar
destacado a la medicina que debía ser enseñada en las escuelas.
Llegaron a fundarse por esta época numerosas instituciones para el
cuidado de diversas categorías de enfermos: Infirmarium para monjes
enfermos; Ptochia para cuidar a los pobres; Gerontochia, para cuidar a
los ancianos; Xenodochia, para los extranjeros; Brephotrophia, para
los expósitos, Orphanotrophia para los huérfanos; Nosocomia para los
enfermos y Exinodochium Leprosorum, para los leprosos.
El nombre Hospital aparece recién en el siglo VIII enunciado por el
Papa Esteban II. Santa Elena, madre de Constantino, en el año 330,
fundó un hospital en Constantinopla, pero también a lo largo del
14
Imperio de Occidente y del Imperio de Oriente se fundan numerosos
hospitales.
El Cristianismo pasa a ser el nexo cultural –religioso y médico- entre
Oriente y Occidente, pero las divisiones religiosas y disputas
teológicas irreversibles habrían de poseer gran influencia en la
historia posterior.
NESTORIO, PATRIARCA DE CONSTANTINOPLA
Nestorio, patriarca de Constantinopla, a partir del Concilio de Éfeso,
en 431, es destituido como Patriarca y expulsado a Antioquía, en la
Mesopotamia. Nestorio era hombre inteligente, formado también
como médico. En su exilio funda la escuela Médica de Edessa en Asiria
y Mesopotamia. Luego los monjes nestorianos se marcharon a Persia,
llevándose todos los textos escritos, donde fundan la Escuela Médica
de Gondishapur, que floreció durante varios siglos con sus hospitales
y donde se tradujeron también los escritos griegos y antiguos al latín
y al árabe. Los nestorianos fueron quienes más influyeron en la
medicina árabe.
15
RESTOS DE LA ESCUELA DE GONDISHAPUR
UN GRABADO QUE REPRESENTA LA ESCUELA DE GONDISHAPUR
16
EL ISLAM Y LA MEDICINA
El surgimiento del Islam con la aparición de Mahoma y su predicación
en La Meca, en el 622 dC, aparecen figuras descollantes de la
Medicina, en varios lugares de sus amplios dominios.
RHAZES
Abu Bakr Muhammad ar-Razi (844-926) conocido en occidente como
RAZES O RHAZES, oriundo de Teherán estudió química, alquimia y
17
medicina en Bagdad y escribió más de 200 libros, la mitad de
medicina, de los cuales sólo 37 han sido recuperados. Se lo considera
fundador de la Obstetricia y quien primero describió la viruela y el
sarampión. Introdujo nuevos productos como el ungüento mercurial y
el empleo del hilo de tripa (catgut) para suturas. Se le atribuye la
KITAL FI AL-JADARI WA-AL-HASBAH
sobre la VIRUELA y el SARAMPIÓN
18
invención del alcohol y el ácido sulfúrico que transformarían la
química. En su libro Kitab al-Hawi trató todas las ramas de la
medicina y los conocimientos de la medicina griega, siria y árabe
antigua. Fue traducido al latín y empleado en la formación de los
médicos durante varios siglos hasta el siglo XIV.
AVICENA
Abu Alí al-Husain Ibn Sina (980-1037) conocido como AVICENA, nació
en Bujara, actual Uzbekistán. Desde muy joven descubrió los síntomas
de la tuberculosis y la diabetes, estudió a fondo la psicología humana
19
y estableció las bases para la correcta comprensión del
funcionamiento del organismo humano. Identificó la tuberculosis,
(que ya había descrito Hipócrates como tisis) la meningitis y describió
otras afecciones, particularmente neurológicas. Su obra Canon de la
Medicina constituye la obra maestra de la medicina islámica. Fue
considera indispensable en las universidades europeas hasta el siglo
XVIII y allí trata de medicina general, medicamentos, enfermedades
que afectan las distintas partes del cuerpo, de la cabeza a los pies,
como la sistematizaban los árabes, patología especial y farmacopea.
Distingue la ansiedad de la depresión y proporciona instrucciones
básicas para el tratamiento de la epilepsia, que había sido
denominada por Hipócrates, en el Corpus Hippocraticum, como la
“Enfermedad Sagrada”.6
Avicena se desmarca en los ámbitos de la oftalmología, de la ginecoobstetricia y de la psicología. Se detiene mucho en la descripción de
los síntomas, describiendo todas las enfermedades catalogadas de la
época, incluso aquellas que atañen a la psiquiatría. Es el primero en
distinguir la pleuresía, la mediastinitis y el absceso subfrénico.
Describe las dos formas de parálisis facial (central y periférica). Da la
sintomatología del diabético. Sabe hacer el diagnóstico diferencial
entre la estenosis del píloro y la úlcera gastro-duodenal. Describe
diferentes variantes de ictericias. Da una descripción de la catarata,
de la meningitis, etc. Sospecha el papel de las ratas en la propagación
de la peste. Indica que ciertas infecciones se transmiten por
vía placentaria. Es el primero en preconizar tratamientos por enemas
rectales. Descubre que la sangre parte del corazón para ir a los
pulmones, y volver, y expone con precisión el sistema de ventrículos y
de válvula del corazón. Es el primero en describir correctamente
la anatomía del ojo humano. Emite también la hipótesis según la cual
el agua y la atmósfera contendrían minúsculos organismos vectores
de algunas enfermedades infecciosas. Esto se introduciría en la
consideración de la medicina occidental a partir de Louis Pasteur
(1822-1895).
Una de las principales aportaciones del Islam a la medicina es la
institución del hospital, llamado “bimaristán” o “maristán”, y los
hospitales diferenciales para enfermos mentales. El primer hospital se
Crea en el año 707 en Damasco. Cien años después contaba con 24
médicos. En 931 había 860 médicos titulados en Bagdad. El hospital
al-Mansuri, fundado en El Cairo en 1284, podía albergar a ocho mil
pacientes de ambos sexos. Se trataba de edificios muy bien
organizados, con condiciones higiénicas óptimas, donde circulaba el
6
TRATADOS HIPOCRÁTICOS. Tomo I, Sobre la Enfermedad Sagrada (Perì hierês nósou), pp. 389421. Editorial Clásica Gredos, Volumen 63. Madrid, 1990.
20
aire y agua corriente y muchos de sus médicos no cobraban por
prestar sus servicios. Separaban los pacientes por sexos organizado
en varias divisiones: medicina interna, cirugía, oftalmología y
ortopedia. Tuvieron especial dedicación a la actividad denominada
“álgebra”, siendo los “algebristas” los que reparaban fracturas y
luxaciones.7 Llegaron a redactar tratados sobre la buena
administración de los hospitales, y entre otras cosas introdujeron el
huerto para el cultivo de plantas medicinales, una mezquita y una
biblioteca especializada.8 Allí se hacía la enseñanza de la medicina en
forma teórica y práctica, fundada en la observación clínica. El primer
sanatorio mental se fundó en Alepo alrededor de 1157. Otro
importante fue el creado en 1228 en Divrigi, Turquía, y el de Edime,
terminado en 1498, conde se comenzó a emplear la musicoterapia
para aliviar o curar a los perturbados mentales, incluyendo el
murmullo del agua de las fuentes o suaves melodías ejecutadas en el
laúd, el qanún o la flauta de caña.
Cuando el Califato de Bagdad se divide, se produce una migración
hacia occidente a través del norte de África y se invade la Península
Ibérica en el 707 dC. Este hecho cambiaría radicalmente el destino de
las tres religiones monoteístas. Que a pesar de las guerras pudieron
convivir durante los siglos VIII al XV, desarrollando en la Península
Ibérica el conocimiento, particularmente en Medicina. Fue lo que se
denominó Al Ándalus, que luego de avanzar en su conquista hasta
Poitiers, en Francia, los árabes retrocedieron hasta el norte de la
Península Ibérica, donde los astures iniciaron la Reconquista guiados
por Don Pelayo, de ascendencia visigoda, que en el 722 en Covadonga
inauguró la derrota de los invasores y con ello la progresiva pérdida
del territorio conquistado por la fuerza.
7
Avicena dedica un sector del Poema de la Medicina a esta actividad, dando concretas instrucciones, en
verso, sobre la reparación de fracturas y luxaciones. (Ver referencia al final del texto).
8
TURNES, Antonio L.: Origen, evolución y futuro del hospital. 14.09.2009. En:
http://www.smu.org.uy/dpmc/hmed/historia/articulos/origen-y-evolucion.pdf (Consultada el 27.09.2015).
21
DISTINTAS ETAPAS DE LA CONQUISTA ÁRABE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
Y DE SU RETROCESO HASTA QUEDAR GRANADA COMO ÚLTIMO REDUCTO HASTA
1492, DONDE CULMINÓ LA RECONQUISTA POR LOS REYES CATÓLICOS
Pero en Córdoba, capital del Califato instalado en Al Ándalus, la actual
Andalucía, floreció una cultura que fue tolerante con los cristianos y
los judíos. Permitió el establecimiento de importantes bibliotecas y
centros culturales, y tuvo la mezquita más grande del mundo, luego
de La Meca, hoy conocida como la Mezquita-Catedral de Córdoba.
Para ampliar conocimientos se trasladó a Córdoba, en donde recibió
las enseñanzas de Abu l-Qasim, médico de al-Hakam II. Tras este
viaje se instaló definitivamente en Toledo, en donde plantó por orden
de al-Ma'mun un jardín botánico, conocido como la Huerta del Rey,
ubicado en la vega entre el palacio de Galiana y el Tajo, en el que
había diversas especies vegetales y en el que experimentó sobre
aclimatación y fecundación artificial.
En su labor de médico procuró siempre emplear el método más fácil y
más directo en el tratamiento de las enfermedades, con preferencia
por los remedios simples. Sus éxitos en la curación de enfermedades
graves fueron numerosos.
22
LA MEZQUITA-CATEDRAL DE CÓRDOBA
23
AL WAFID EN UN GRABADO DE ÉPOCA QUE LO MUESTRA SUPERVISANDO LA
PLANTACIÓN DE SU HUERTO DE PLANTAS MEDICINALES
Como ya decía Menéndez Pidal 9 “En su época islámica, España quedó
dividida en dos partes, con gran desequilibrio de fuerzas entre la una
y la otra. La parte norte quedó sumida en la decadencia general del
mundo romano de Occidente, desde que se aisló, incomunicado con el
mundo griego. En cambio, los territorios del sur florecieron,
participando del auge a que llegó la cultura árabe, elaborada sobre los
préstamos tomados a los pueblos que se asimiló, pertenecientes
antes al imperio griego, y a los países más allá del río Indo. Y
entonces, bien sabido es que, así como las más grandes y famosas
9
MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: España, eslabón entre la Cristiandad y el Islam. Colección Austral.
Espasa Calpe S.A., Madrid, 1956, 168 páginas.
24
creaciones de la actividad espiritual realizadas en la antigüedad se
deben a los griegos, después, durante los siglos VIII al XII, los
grandes adelantos ocurridos en la esfera intelectual se deben a los
musulmanes; el árabe es entonces la lengua del progreso, mientras
que, en esos siglos, el latín, reducido a lengua cultural del Occidente
europeo, no tiene valor ninguno en comparación con el árabe, según
juzgaba aún en el siglo XIII Roger Bacon.”
25
También en Toledo existió una importante comunidad de las tres
culturas, con destacada actuación de médicos árabes y judíos.
En Toledo vivió Abu-l Mutarrif Abd al Rahman ben Muhammad ben
Abd-al-Kabir ben Yahyá ibn Wafid, más conodico por IBN AL-WAFID y
entre los latinos como Abenguefit, Abencenif y Aben Nufit. Como dice
Rafael Sancho de San Román10, repitiendo lo escrito por Millás
Vallicrosa, Vernet, y Camilo Álvarez de Morales, que reproducían algo
dicho por un contemporáneo de Al-Wafid, cadí de Toledo y mecenas
de sus sabios (Ibn Sa´id): Entre los médicos españoles
contemporáneos hay que citar al visir Abul-l-Mutarrif… ibn-Wafid…,
uno de los nobles de Al Ándalus, de prosapia más pura y antigua. Se
dedicó con toda asiduidad al estudio y penetración de las obras de
Galeno, Aristóteles y otros filósofos; alcanzó en la ciencia de los
medicamentos simples un grado de saber no alcanzado por nadie en
la época, y compuso sobre ellos una notable obra, sin rival, en la que
reunió lo enseñado en las obras de Dioscórides y Galeno, sobre dicha
materia, presentando la obra, que alcanza cerca de quinientos folios,
con la mejor ordenación. El mismo autor me ha contado que durante
veinte años se aplicó en reunir los materiales de su obra cuidando su
adecuada ordenación, de rectificar y comprobar los nombres y
propiedades de los medicamentos registrados en ella, con la
especificación de sus virtudes curativas y la determinación del grado
de su eficacia, hasta que, por fin, pudo completar su obra tal como se
había propuesto. En el ejercicio de la medicina nuestro autor seguía
un criterio y una práctica muy acertados consistentes en que no
recurría a los medicamentos si le parecía suficiente el empleo
terapéutico de los alimentos o de sus similares, y si era indispensable
recurrir a los medicamentos empleaba primeramente los
medicamentos simples; y, si era preciso echar mano de los
compuestos, empleaba en ellos los más simples o de menor
complejidad. Se cuentan algunos casos famosos y curas maravillosas
en el tratamiento de enfermedades graves y difíciles por medio de los
medicamentos más simples y asequibles. Ibn-Wafid vive aún en el
momento de escribir esta obra y reside en la ciudad de Toledo.
Ibn Wafid había estudiado en Córdoba con Albucasis, por lo que debe
haber vivido entre 1000 y 1074, ya que luego de culminar sus estudios
regresó a Toledo, su ciudad natal, donde permaneció en sus estudios
de medicina y agricultura hasta su muerte. Profundo conocedor de la
10
SANCHO DE SAN ROMÁN, Rafael: Médicos de Toledo. Médico Psiquiatra y numerario de la real
Academia
de
Bellas
Artes
y
Ciencias
Históricas
de
Toledo.
En:
http://www.realacademiatoledo.es/index.php/inicio/132-numero-44-de-toletum-2o-epoca/1035-medicosde-toledo-por-rafael-sancho-de-san-roman.html (Consultada el 20.12.2014).
26
obra de Dioscórides y de Galeno, cuyas enseñanzas aprovechó para
sus propios tratados médicos, así como de la obra de Aristóteles y
otros filósofos.
Su obra Libro de la Almohada o Kitab-al-wisad, recetario médico, con
cerca de un millar de remedios ordenados según el modelo habitual en
aquella época, es decir, “Capiten ad calcem” (De la cabeza a los pies).
La originalidad de la palabra “almohada” en el título ha sido también
motivo de debate, ya que hoy le llamaríamos “libro de cabecera” o de
“bolsillo”. Reproducimos la portada del libro que disponemos.11
AVENZOAR (1073-1162) en árabe Ibn Zuhr o por su nombre completo
Abū Marwān ‘Abd al-Malik ibn Abū-l-‘Alā’ ibn Abū Marwān ibn Zuhr alIsbīlī al Iyādī nació en Peñaflor, perteneciente a la dinastía de los
médicos andalusíes Banú Zuhr. Fue médico de la Corte de diversos
reyes de Taifas (los reinos en que se dividió el Califato de Córdoba),
además de filósofo y poeta. Entre sus contribuciones a la Medicina se
encuentran haber sido el introductor de los métodos de disección para
la práctica de necropsias, que practicó en ovejas antes de trasladarlos
a autopsias humanas; las primeras preparaciones de nutrición
parenteral, utilizando agujas de plata; desarrolló la práctica y uso de
la traqueostomía; descubrió la causa de la sarna o escabiosis;
11
IBN WAFID: Kitab al-Wisad Fi L-Tibb, Libro de la almohada, sobre medicina. Versión árabe,
traducción y estudio: Camilo Álvarez de Morales y Ruiz Matas. Diputación Provincial de Toledo, 2006.
Edición bilingüe español-árabe, 368 páginas (español) y 329 páginas (árabe).
27
descubrió la causa de la pericarditis. Entre sus publicaciones se
encuentran libros fundamentales como Kitāb al-Ağḏiya (Libro de los
Alimentos). el Kitāb al-Taysir fi ad-madawat wa-al-tadbir , (Libro que
facilita el estudio de la terapéutica y la dieta), más conocido como El
Taysir. Éste habría sido escrito, según algunos autores, a pedido de
Averrores como complemento de su Kitāb al- kulliyyat al-Tibb (Libro
de las generalidades de la medicina ). Escribió el tratado Kitāb alIqtiṣād fi Islāh al-Anfus wal-Ashsad (Libro del curso medio sobre la
reforma de las almas y los cuerpos ). Concebido como un tratado
general de divulgación en siete libros, en los que diferencia
entre enfermedades y terapias por
un
lado
y
medidas
de higiene, profilaxis y cosmética. También trata las diferencias entre
cuerpo y alma desde el punto de vista filosófico. Posteriormente
introduce el estudio de los órganos y sus afecciones. Finalmente, trata
el campo de cosmética, en el que incluye operaciones estéticas,
higiene, anticonceptivos, perfumes y adorno corporal.
En sus investigaciones médicas, Ibn Zuhr fue el primero en aplicar
métodos de disección, primero en animales – practicó en ovejas – y
después en humanos. Asimismo, descubrió que la causa de
la sarna era un ácaro, el Sarcoptes scabiei, lo que desechaba la Teoría
Galénica de los Cuatro Humores. Además demostró la presencia de
sangre en el organismo. Ibn Zuhr fue el primero en establecer los
fundamentos científicos de la otitis y en aclarar las causas
del estridor en las Laringotraqueobronquitis o “Síndrome de Crup”.
Ibn Zuhr proporcionó una serie de descripciones adecuadas de
la meningitis, la tromboflebitis intracraneal y de algunos tumores.
Ibn Zuhr escribió un Tratado de Farmacopea, en el que también
desarrollaba la tradición de tratamientos medicamentosos aplicados a
síntomas específicos. La medicina andalusí fue la primera desarrolla
la anestesia por inhalación, utilizando poríferos (espongiarios) como
medio de aplicación.
En su obra Incluye un Tratado sobre las
enfermedades de los riñones y los cálculos de vejiga, que si bien sigue
a Galeno, lo critica basándose en su experiencia.
AVEMPACE (1070/1090-1139), su nombre árabe era Ibn Bayyah, o de
nombre completo Abu Bakr Muhammad ibn Yahya ibn al-Sa'ig ibn
Bayyah. Nacido en Zaragoza, Taifa de Saraqusta, hacia 1080 y muerto
en Fez en 1139, que como otros notables médicos cultivó además la
poesía, física, botánica, música y astronomía. Tuvo su pensamiento
gran influencia en Averroes y Alberto Magno, y su obra casi en
totalidad se perdió por su pronta muerte, posiblemente envenenado.
Tenía vastos conocimientos de medicina, matemáticas y astronomía.
Su obra capital, titulada El régimen del solitario, expresa una protesta
moral contra el materialismo y la vida mundana de las clases
dominantes de la época. Afirma que, dada la corrupción de la
28
sociedad, el hombre que ha comprendido su verdadera condición debe
mantenerse al margen de ella, al menos con el pensamiento.
Se le considera el primer filósofo andalusí, porque nadie antes se
había dedicado a la especulación filosófica con el rigor de Ibn Bayyah.
Es la figura de mayor esplendor en la vida cultural de la Taifa de
Zaragoza (Saraqusta), en los años de esplendor de este territorio.
Entre las figuras que destacaron en la corte de los reyes Hudíes,
quienes construyen el magnífico palacio de la Aljafería, se encuentran
ilustres personalidades, como los judíos Ibn Gabirol (Avicebrón), Ibn
Ezra, Yehuda Haleví, o Ibn Paquda (por citar algunos nombres), o
musulmanes, como Ibn Fathun al-Himar y Al-Kirmani, quien introdujo
la Enciclopedia de los Hermanos de la Pureza en Zaragoza en 1060. En
este ámbito Avempace destaca como músico, poeta, médico, botánico,
astrónomo, astrólogo, matemático, físico, lógico, y político. Fue
alabado como el más grande de los filósofos andalusíes por sus
contemporáneos, entre ellos Maimónides, Ibn Tufail y Averroes. Es
citado asimismo por los filósofos de la tradición cristiana, influyendo
directamente en santo Tomás de Aquino o san Alberto Magno.
Si bien Avempace fue pionero como filósofo, su actividad intelectual
se desplegó en muchos otros campos del conocimiento.
Profesionalmente era médico, y por ello era farmacólogo y botánico,
ya que estas tres disciplinas estaban estrechamente conectadas en el
islam, pues se usaba el conocimiento de las plantas como base de la
curación.
Como músico fue
asimismo
célebre
entre
sus
contemporáneos. En cuanto a la formación intelectual, era obligado
en el mundo árabe dominar las disciplinas científicas más valoradas
que eran la física y la astronomía, que en su tiempo no se distinguía
claramente de la astrología; y asimismo la retórica y la poesía, tanto o
más consideradas que las ciencias, pues la música, las matemáticas y
la poesía mantenían una indisoluble relación.
En ese ambiente florecieron las Artes y las Ciencias, y tuvieron allí
lugar figuras que trascendieron en la historia de la Medicina, como
Muhammad Ibn Qassum Ibn Aslam Al-Gafiqui (AL GAFEQUI), que en
el siglo XII practicó su profesión en Córdoba y fue un célebre oculista,
disciplina en la que los árabes hacía siglos eran descollantes,
operando cataratas. Fue el autor de una “Guía del oculista”, tratado
compuesto por seis libros, y a quien se debe el invento de las gafas
(derivado de Gafequi). Es recordado en Córdoba con un monumento.
29
MOHAMED AL-GAFEQUI, SU MONUMENTO EN CÓRDOBA (+ 1165)
Abū l-Walīd Muhammad ibn Ahmad ibn Muhammad ibn Rushd,
conocido en español como AVERROES (1126-1198) médico y filósofo
nacido en Córdoba, fue una de las máximas figuras de la sabiduría
andalusí. Su obra médica es muy valiosa aunque olvidada tras su fama
como filósofo. Fue el primero en explicar la función de la retina, en
reconocer que un ataque de viruela, si sobrevive el paciente, le
confiere la inmunidad subsiguiente. Escribió el Kitab al- kulliyyat al30
Tibb, o Libro de las Generalidades de la Medicina, 12que ha llegado
hasta nosotros, siendo extensamente utilizado como texto en las
universidades de Oxford, París, Lovaina, Montpellier y Roma. Fue
médico del sultán de Marruecos, e hizo una obra inmensa como
traductor de la obra de Aristóteles.
Reafirmando el predominio de la cultura islámica de Córdoba sobre
una Europa ignorante, diría José Ortega y Gasset 13: La Edad Media,
por una de sus caras, es el proceso de una gigantesca recepción, la de
la cultura antigua por pueblos de cultura primitiva. Y la génesis
cristiana del islamismo no es sino un caso particular de esa recepción,
producida por el mismo mecanismo histórico que llevó a los árabes
del siglo IX a recibir a Aristóteles y a Hipócrates y a Galeno y a
Euclides y a Diofanto y a Tolomeo. Se olvida demasiado que los
árabes, antes de Mahoma, llevaban siete siglos rodeados por todas
partes de pueblos que estaban más o menos helenizados y que habían
vivido bajo la administración romana. No es sólo de Siria de donde
sopla sobre los árabes el gran viento de la Antigüedad, sino de Persia,
de la Bactriana y de la India. En cambio, Europa, por su lado norte, se
mantuvo libre de influjos grecorromanos y pudo conservar más
tiempo intactas las raíces de su primitivismo.
12
AVERROES: El Libro de las Generalidades de la Medicina. Primera traducción a una lengua moderna,
realizada por Editorial Trotta, Madrid, 2003, 509 páginas.
13
ORTEGA Y GASSET, José: Prólogo a “El Collar de la Paloma”, Alianza Editorial, Madrid, 1987,
páginas 13 y 14.
31
AVERROES, SU MONUMENTO EN CÓRDOBA
32
EL LIBRO DE LAS GENERALIDADES DE LA MEDICINA, DE
AVERROES
33
El mismo Averroes tiene entre sus muchos libros uno titulado Sobre el
Intelecto 14 que reúne tres Compendios: del libro Sobre el alma de
Aristóteles; Comentario Medio al libro Sobre el alma de Aristóteles, y
Gran Comentario al libro Sobre el alma de Aristóteles. Según resumen
los editores: La psicología constituyó un tema de interés permanente
y principal para el filósofo cordobés Averroes. A lo largo de más de
treinta años, y de manera inusual en él, llegó a comentar hasta tres
veces (en forma de compendio, de paráfrasis y de comentario literal)
el breve tratado aristotélico Sobre el alma, que constituye una
introducción general a las obras biológicas del Estagirita. Aristóteles
14
AVERROES: Sobre el Intelecto. Edición e introducción de Andrés Martínez Lorca. Editorial Trotta,
Madrid, 2004, 176 páginas.
34
teoriza sobre el alma con mirada de naturalista. Averroes, por su
parte, continúa y profundiza el naturalismo aristotélico. La cuestión
principal a la que intenta responder Averroes en su triple lectura del
innovador texto aristotélico es ésta: ¿cómo funciona la mente
humana? De ahí que el eje de su psicología sea la noética y que el
término “intelecto” represente el objeto central de su reflexión. Una
de las múltiples dificultades que surgen en este proceso explicativo
puede resumirse así: ¿cómo es posible que el ser humano, individual y
perecedero, pueda alcanzar una verdad científica universal y eterna?
Las teorías de Averroes aquí expuestas significaron una verdadera
revolución en el pensamiento medieval, provocaron las más vivas
polémicas en el ámbito filosófico-teológico y abrieron el camino a la
autonomía científica de la psicología.
UNA CALLE DE CÓRDOBA RECUERDA SU MEMORIA
Abu l-Qasim Jalaf ibn al-Abbas al-Zahrawi, conocido como ALBUCASIS
(936-1013) fue el más famoso cirujano de la Alta Edad Media. Médico
de la corte de Al Hakam II, publicó su obra magna el Tasrif, en 30
volúmenes que fue un importante texto de Cirugía en las
universidades de la Alta Edad Media. Describió instrumentos
35
quirúrgicos, y el tratamiento de heridas y fracturas. Modernamente
se ha traducido este famoso tratado en los Estados Unidos, que aquí
reproducimos.
36
INSTRUMENTAL QUIRÚRGICO CREADO POR ALBUCASIS
LOS MÉDICOS JUDÍOS EN LA HISTORIA DE ESPAÑA
LOS MÉDICOS JUDÍOS DE AL ÁNDALUS
El pueblo judío se instaló en lo que luego sería la Península Ibérica, ya
en tiempos de Nabucodonosor y el Rey Salomón, alrededor de 300 aC.
Según recoge José Amador de los Ríos 15, los judíos poblaron la
Península al sur de los Pirineos, en tiempos de Tarsis, Tarteso y
Bética. Se han encontrado placas sepulcrales escritas en hebreo, junto
al castillo de Murviedro, asiento de la inmortal Sagunto, una de las
cuales dice: “Aquí yace Adoniram (Adon-Hiram), recaudador de los
tributos del rey Salomón”. Otra expresaba: “Este es el sepulcro de
Oram Nebach, presidente, que se rebeló contra su príncipe, y Dios se
lo llevó en grande dolor, y vivió con ilustrísimo nombre hasta tiempo
15
DE LOS RÍOS, José Amador: Historia social, política y religiosa de los judíos de España y Portugal.
Cultura e Historia, Aguilar, Madrid, 1960, 1110 páginas.
37
del rey Amasías de Judea”.
datarse en el año 1100 aC.
16
La fundación de Gades (Cádiz) suele
La comunidad judía en España fue una de las más prósperas, tanto
bajo el dominio musulmán como en los reinos cristianos, hasta su
expulsión en 1492. Los judíos sefardíes, originarios de España y
Portugal constituyen aproximadamente un quinto de la población
judía mundial.
LA CIUDAD DE TOLEDO, RODEADA POR EL RÍO TAJO. (AL FRENTE LA MURALLA, AL
CENTRO LA AGUJA DE LA CATEDRAL Y AL FONDO EL ALCÁZAR).
El propio nombre de Toledo, antigua capital visigoda y cristiana,
rodeada por el río Tajo, procede de la voz hebrea tholedoth, ‫תול דדות‬
que significa generaciones. Por algo (y particularmente por su
geografía) llamaron a Toledo la Jerusalem de Occidente.
Esto
significa que muchos siglos antes de la venida de los Visigodos, de los
Cristianos y de la invasión islámica de la Península, esta estaba
poblada por judíos en toda su geografía, constituyendo destacadas
comunidades, por su cultura y la sabiduría de sus médicos. El ladino o
español antiguo que se empleó en la Península Ibérica hasta la
expulsión de los judíos en 1492, es la lengua que emplea la
comunidad Sefardí. Que es el nombre que recibe la que pobló en la
antigüedad la Península.
16
DE LOS RÍOS, op. cit., pp. 32-48.
38
Lápida en caracteres hebreos, conservada en el Museo Sefardí, de Toledo
(foto del autor).
39
Los médicos judíos descollaron por su sabiduría y prestigio durante
varios siglos, tanto en el territorio ocupado por los árabes, como por
los cristianos. HASDAY IBN SHAPRUT, que aparece en ocasiones con
el gentilicio Al-Yayaní - de Yayyan, nombre árabe de Jaén (Jaén, c. 915— Córdoba, c. 975) cuyo nombre completo era Hasday
Abu Yusuf ben Yitzhak ben Ezra ibn Shaprut, fue el médico del califa
Abderramán III (912-961), además de afamado diplomático. Continuó
siendo uno de los principales consejeros, luego de la muerte de
Abderramán III, de su hijo el califa Alhakén II, ejerciendo cargo
similar a canciller. Produjo la reducción de peso de Sancho I El Craso,
rey de León, que perdió su trono por su obesidad patológica. Así fue
que gracias a su abuela Toda Aznar, reina de Navarra, quien lo
trasladó a Córdoba para ser tratado por Hasday ben Shaprut, el
tratamiento pudo realizarse y Sancho recobrar su figura, luego de lo
cual pudo recuperar el trono que había perdido.
40
Yehudah Halevi, estatua en Cesarea (Israel)
YEHUDÁ BEN SAMUEL HALEVÍ (nacido en Tudela, Navarra c. 1070/75
y muerto en Jerusalén c. 1141), fue médico judío español y filósofo,
además de poeta.
41
Accidentada y trágica historia es la de los judíos en España. Según
menciona Yitzhak Baer,17
Poco tiempo después de que R. Yehudá Haleví peregrinara a Palestina, en el decenio
de 1140, los almohades invadieron España y pusieron fin a las comunidades judías
en Al-Ándalus. Los judíos que sobrevivieron a la espada fueron forzados a
convertirse públicamente. Pasado cierto tiempo se les permitió volver a su fe, pero
el sur de España ya no volvió a desempeñar un papel destacado en la historia judía
hasta que pasó a manos cristianas. Muchas familias judías, entre ellas la de
Maimónides, huyeron a Oriente, pero muchas más se refugiaron en el norte de
España, en territorio cristiano.
MONUMENTO A MAIMÓNIDES EN CÓRDOBA, FRENTE A LA CASA DONDE NACIÓ
17
BAER, Yitzhak: Historia de los Judíos en la España Cristiana. Riopiedras, Barcelona, 1959, 948
páginas; p. 73.
42
Moshé
ben
Maimón o Musa
ibn
Maymun,
conocido
18
como MAIMÓNIDES, o RAMBAM (Córdoba 1135 – Fostat, El Cairo
1204) fue un famoso, médico, filósofo y teólogo, con una importante
producción de literatura médica, que culminó su vida como médico del
Sultán Saladino y su Corte, en Egipto. Su obra médica comprende un
Tratado sobre el Asma, Comentarios sobre los Aforismos de
Hipócrates, Los Aforismos de Moisés (Maimónides), Extractos de
Galeno, Resumen y traducción de las obras de Avicena, Tratado sobre
las hemorroides, Tratado sobre la Cohabitación o sobre las relaciones
sexuales, Tratado de los venenos y sus antídotos, Régimen de la
salud, Discurso sobre la explicación de las convulsiones, Glosario de
los nombres de las drogas. Fue un traductor de la obra de Aristóteles,
que se siguió hasta los escolásticos de la Edad Media, y escribió obras
filosóficas como La Guía de los Perplejos, e importante producción
teológica como la Mishné Torá, donde codificó el mar de las
disposiciones que surgen del Talmud, y se lo conoce como La Mano
Fuerte. Allí desarrolla abundantes principios éticos aplicables tanto a
la vida del médico como del hombre común.
18
Acróstico de Rabí Moshé ben Maimón (Maimónides).
43
Permítasenos, apenas, unas pocas citas de la obra médica de
Maimónides, que dan idea de su conocimiento y filosofía para encarar
la relación con el paciente y frente al error médico:
La regla de primum non nocere fue ya enunciada siglos antes por Hipócrates quien
dijo que el médico debía ayudar al paciente y no dañarlo. Si uno no puede ayudarlo,
al menos no lo dañará. Maimónides entonces critica “famosos médicos que cometen
graves errores sobre pacientes que más tarde sucumben…” Maimónides dice que a
menudo ha observado a un médico prescribir el uso de un fuerte purgante para un
paciente que no tenía ninguna necesidad sino de uno suave. Algunos médicos
cometen errores garrafales, de acuerdo a Maimónides, aunque el paciente
sobreviva; otros cometen aparentemente pequeños errores y el paciente fallece.
Alguien con sentido común debería tener esto en mente. El médico auténtico está
siempre acosado por las dudas mientras que el charlatán piensa que todo está claro.
Maimónides cita el aforismo de Rhazes que considera que la medicina es un arte, y
la afirmación de Galeno que “el arte médico parece fácil y simple al hombre de
visión limitada pero cuánto más profundo y rico es este arte en los ojos de un
44
hombre como Hipócrates”. Maimónides hace referencia a sus Comentarios sobre los
Aforismos de Hipócrates. Él también cita a Aristóteles que dijo que la mayoría de la
gente muere de remedios que le han dado, en clara referencia a la enfermedad
iatrogénica. Esta observación, sin embargo, no debería conducir a un abandono de
los remedios apropiados. La Medicina es una ciencia esencial para el hombre en
todo tiempo y lugar, no solamente para el enfermo, sino también para el sano. Sin
embargo, uno debería buscar algo fuera y consultar con médicos expertos que han
completado su maestría de conocimientos teóricos y prácticos. Un médico inexperto
debería ser evitado; si un médico experto no está disponible uno debería confiar
sólo en la naturaleza, confirmando la afirmación de Hipócrates que “la naturaleza
cura la enfermedad… ella no recibe órdenes del hombre… la naturaleza hace todo lo
que es necesario…” Donde un diagnóstico está en duda, es mejor confiar en que la
naturaleza cure la enfermedad.
En el Tratado sobre el Asma, más adelante afirma:
48.
49.
Rhazes dijo: el que es tratado por muchos [médicos] arriesga sufrir de
la combinación de sus errores.
Dice el autor [Maimónides]: esto es cierto si él es tratado por cada
uno de ellos separadamente. Pero si todos [los médicos] se reúnen
juntos [en consulta] como es hecho para los reyes y para la gente
rica, y si ellos debaten y deliberan y luego presentan su opinión
acerca de lo que debería hacerse [para el paciente, el resultado] es
útil y bueno. El paciente beneficia de la opinión colectiva de los
médicos porque es imposible para un solo médico recordar todo lo
que él aprendió, y este arte [de la medicina] es difícil para muchos
eruditos en términos del conocimiento que implica, lo que requiere
una excepcional y grande memoria. Puede bien suceder que a un
médico no le resulte en el momento posible recordar lo que él
necesita [para tratar] a una enfermedad determinada. Pero si hay
muchos [médicos juntos, en consulta] uno recordará al otro y le
asistirá en completar su línea de razonamiento hasta que ellos
alcancen el perfecto plan de tratamiento para el que todos ellos
obtengan acuerdo. Y si uno observa que ellos discrepan, para
sobresalir y alardear y hacer saber su [percibida] perfección al
paciente y las deficiencias de sus buenos y sencillos colegas, uno
debería tener cuidado y despedir a todos ellos en caso que el paciente
muera si él solamente siguió el consejo del victorioso. Si ellos
sufrieron
de
esa
enfermedad
[si
los
médicos
critican
equivocadamente a alguno de los otros colegas delante del paciente a
causa de su rivalidad profesional], estarán todos mal porque la
rectitud es apartada del conjunto, aún cuando el más perfecto de los
médicos esté entre ellos. Yo [Maimónides] sin embargo les advierto
abandonarlos a todos y confiar en las acciones de la naturaleza.
Nuestros sabios dicen: amar y odiar el juicio perverso aunque
proceda del camino virtuoso.
45
En tiempos que Maimónides servía en la Corte del sultán Saladino, se
afirmaba “La medicina de Galeno es sólo para el cuerpo, pero la de
Maimónides es para el cuerpo y el alma”. 19 Era una síntesis ajustada
del cambio que había producido esta luminaria de la Medicina de la
Edad Media, surgido a la vida en la Córdoba hispana bajo dominio
musulmán.
19
JOHNSON, Paul: La Historia de los Judíos. Ediciones B, S.A., Javier Vergara Editor, Argentina, 2003,
771 páginas, pág. 225-226.
46
Además de médico, filósofo y teólogo a Maimónides se lo tiene por un
gran Codificador. En tal sentido, la Academia en Uruguay le rindió
homenaje en el 800º aniversario de su muerte, en 2004, según
comunicación personal que me hizo el Dr. Héctor Gros Espiell (19262009).
Muchísimos médicos hebreos fueron servidores de reyes, cardenales y
Papas. Pero queremos recordar aquí a Maestre SAMAYA LUBEL, que
fue médico de la Corte de Enrique IV de Castilla, apodado “el
impotente” (que reinó entre 1454 y 1474), al que Gregorio Marañón
dedicó un ensayo20. A Samaya Lubel se atribuye haber realizado una
inseminación artificial a la segunda esposa de Enrique IV, Juana de
Portugal, de la que resultó nacida Juana “la Beltraneja” [que se
atribuía ser hija de Beltrán de la Cueva, favorito del rey, por lo que la
nobleza castellana le negó el derecho sucesorio], que disputó el trono
de Castilla con Isabel “la Católica”. 21 Samaya Lubel fue quien trajo al
mundo a Isabel, y su hijo también médico ABRAHAM LUBEL fue
médico de la Corte de dicha Reina.
Otros médicos judíos famosos fueron el rabí Abraham ben Meir IBN
EZRA (Zaragoza 1092-1167), ABRAHAM BAR HIYYA (Barcelona 10651136).
A mayor abundamiento, el filólogo, cervantista e historiador cultural
español Américo Castro Quesada (1885-1972) 22 nos dice de los
Médicos judíos:
Es muy sabido que la medicina fue uno de los menesteres más practicados
por los judíos cultos, y más descuidados por los españoles cristianos. Rara vez
encontramos médicos de la casa real que no sean judíos y entonces son franceses.
En los índices de los documentos reunidos por Fritz Baer aparecen 55 menciones de
médicos en Castilla y 58 en Aragón; aparte de eso, reyes, señores y prelados solían
tener a judíos como médicos de cámara. Haym Haleví lo era en 1389 de don Pedro,
arzobispo de Toledo. En el momento de la expulsión el duque de Alburquerque se
20
MARAÑÓN, Gregorio: Ensayo biológico sobre Enrique IV de
http://www.cervantesvirtual.com/obra/ensayo-biologico-sobre-enrique-iv-de-castilla/
27.09.2015).
Castilla. Véase:
(Consultada el
21
MAGANTO PAVÓN, Emilio: Enrique IV de Castilla (1454-1474). Un singular enfermo urológico.
Una endocrinopatía causa de los problemas uro-andrológicos del monarca. Impotencia y malformación de
pene.
(III) y (IV) Arch Esp Urol 56, 3 (233-241),
(245-254), 2003. En:
http://historia.aeu.es/ArchEspUrol/LVI(3)207-245.pdf
(Consultada el 21.09.2015).
22
CASTRO, Américo: España en su historia. Ensayos sobre historia y literatura. (Obra reunida volumen
tres). Editorial Trotta, Madrid, 2004, 776 págs: pp.: 539 -543.
47
servía de rabí Simuel, llamado maestre Fabricio al convertirse; rabí Salomón Bytón
era médico de la reina Isabel, en 1476; lo era de Enrique IV, entre 1456 y 1465,
maestre Samaya Lubel, y en 1472, rabí Jacó Abén Núñez; don Çag Abocar lo era del
marqués de Santillana en 1465; de doña Juana Pimental, prima de Juan II, rabí
Salomón en 1453, etcétera.
Los registros del Archivo de la Corona de Aragón mencionan 77 médicos
hebreos durante el siglo XIV. Es célebre la feliz operación de los ojos sufrida por el
viejo rey de Aragón Juan II en 1468, quien recobró la vista gracias a un cirujano y
astrólogo judío. De los numerosos datos accesibles tomaré sólo algunos por ser
curiosos y significativos. El concejo de Talavera de la Reina pagaba 3.000 maravedís
al año a Judá, cirujano, en 1453; 5.000, en 1458. El físico Mamón percibió 2.000 en
1455; “Rabí Abraham, físico judío”, recibe 8.000 maravedís en 1477, y a Mosén
Isoque lo libran de hospedaje (como si fuese un hidalgo), y mandan que “no le sea
tomada la mula, por quanto la ha mucho necesaria para visitar”. Si se conservara o
hubiese sido explorada la documentación de todos los pueblos castellanos de alguna
importancia, el resultado sería semejante. En un pueblecito como Hita
(Guadalajara) aparecen en 1492, el mismo año del destierro, “don Yuçaf, cirujano;
Rabí Mosé Anacaba, físico; Rabí Yocé Baquex, físico; don Daví Baquex, cirujano”, al
hacerse el inventario de los bienes de los judíos expulsados; uno de estos médicos
poseía “unas casas, 20 tenajas, 15 viñas”; otro, “una casa, una bodega, 3 viñas,
cubas, tenajas”; Yocé Baquex era el más rico de ellos. Como hemos visto en el caso
de Talavera, estos médicos no lo eran sólo de la comunidad hebrea; y poco trabajo
quedaría a los médicos cristianos en Hita, habiendo cuatro judíos.
Los hebreos conversos continuaron cultivando la medicina. Cuando se
menciona a Álvaro de Castro y sus descendientes – una célebre familia de médicos
que entre los siglos XV y XVI prestaban sus servicios a los condes de Orgaz -, no se
advierte que eran judíos conversos, pues Álvaro de Castro maneja con perfecta
soltura el árabe y el hebreo, en el léxico de sustancia médica que figura al final de
su Ianua Vitae. Cultivar la medicina y dominar las lenguas hebrea y árabe era rasgo
inconfundible de tradición judaica. Con lo cual resulta que Álvar Gómez de Castro, el
famoso humanista y conocido biógrafo del cardenal Cisneros, descendía de
conversos.
La antigua costumbre de que los médicos de los reyes y de los aristócratas
fuesen judíos era de origen musulmán; los califas de Córdoba tenían médicos
hebreos, y Maimónides lo fue de Saladino. La autoridad y prestigio de que gozaban
se refleja en las palabras de don Juan Manuel en su testamento, o en que se
mencione el hecho de que don Todros quedara acompañando a la reina Violante,
cuando Alfonso X fue a entrevistarse con el papa. Lo curioso es que las leyes
prohibieran una y otra vez a los cristianos servirse de los judíos como médicos;
tenemos ahí un aspecto de la fatal incongruencia entre ley y vida, Estado y sociedad,
endémica en España como resultado de siglos de desbarajuste. Las leyes que el rey
dictaba y era incapaz de cumplir acabaron por ser aplicadas brutal y ciegamente por
las masas anónimas. No se debe tal anormalidad a que los españoles fueran buenos
o malos, socializables o anarquistas – calificativos con que solemos encubrir nuestra
huida de los problemas históricos - . La razón o sentido de tan secular desarreglo
yace en la esencia misma de la clase directora – puro ímpetu y señorío -, y en su
imposibilidad de interesarse por “las cosas”. La utópica imagen del buen rey que
fomenta las “artes de la paz”, el trabajo, la industria y el comercio, necesita un
48
trasfondo de pradera holandesa hollada por vacas apacibles, un campo de tulipanes
y un rollizo burgomaestre como esos de los cuadros flamencos. Castilla corría hacia
una frontera barrida por un aire tan crudo y tajante como la furia de las algaras y los
rebatos que asolaban la tierra. El gobierno y fomento de “las cosas”, necesarias y no
lujosas, fue confiándose a la retaguardia de judíos y moros sometidos, o de
extranjeros voraces. La casta dirigente hubo de mantener a toda costa su ímpetu y
su señorío, y no se cuidó del resto. Para calmar las protestas de un pueblo que,
cuando no conquistaba y señoreaba, se sentía extranjero en su propia tierra, se
dieron aquellas leyes prohibitivas de las actividades judaicas, que eran ya
demasiado indispensables para ser efectivamente suprimidas. El conflicto yacía en
la misma contradicción entre querer o deber ser de una manera y la necesidad de
ceder a la presión, primero judaica y más tarde extranjera. Se era de un modo y
había que subsistir de otro. Esta idea, en la que estamos martillando, aparecerá
otras veces en nuestro libro. Ahora sirve para entender el absurdo de que se prohíba
a los judíos ser médicos de los cristianos, a la vez que el legislador y el mismo
pueblo que trataba de exterminar a los judíos no pudieran prescindir de sus
servicios cuando les dolía el estómago.
No cabe limitarse a registrar anecdóticamente el hecho de que, hasta fines
del siglo XV, los médicos de la España cristiana fueran casi siempre judíos, tanto en
la casa del rey como en las villas castellanas. En balde trataron las leyes de
oponerse a una situación secular, fundada en la necesidad de la medicina, y en la
escasez o menor competencia del físico cristiano. No nos importa ahora si la
terapéutica judía era buena o mala, científica o astrológica. Lo cierto es que los
cristianos, del rey abajo, consultaban con ellos sus más íntimas dificultades, y que el
consultado era directo heredero de la forma islámica de sentir y pensar. Estos
médicos fueron, sin la menor duda, el gran canal por donde siguió discurriendo el
didactismo, el estilo sentencioso, la expresión integral de la persona, la
preocupación de la limpieza de sangre, del qué dirán, y muchos otros fenómenos de
vida (incluso el furor inquisitorial), que los conversos habrían de remachar en la
conciencia española. Ya vimos que la primera preeminencia que Arrangel asignaba a
los judíos de Castilla era la del “linaje”, y más adelante surgirán otros rasgos
comunes a judíos y a cristianos. Siglos y siglos de asistencia médica no pueden ser
ignorados ni escamoteados por la historia.
En esta larga cita hemos omitido todas las referencias que,
tanto en propio texto como a pie de página, brinda Américo Castro,
que son igualmente ricas, pero alargarían inútilmente este relato.
En todo caso puede consultarse nuestra publicación sobre
Maimónides: El sabio sefaradí. El médico judío-español de la Edad de
Oro.23
23
TURNES, Antonio L.: Maimónides: El sabio sefaradí. El médico judío-Español de la Edad de Oro. 3ª.
Edición, 2007, 374 páginas. Acceso a la publicación en texto completo en:
http://www.smu.org.uy/publicaciones/libros/textocompleto/maimonides.pdf (Consultada el 25.09.2015).
49
Alfonso X El Sabio (1221-1284) creador de la Escuela de Traductores
de Toledo, hizo un gran servicio a la Cristiandad, permitiendo que el
conocimiento acumulado en la Antigüedad y en el mundo Islámico,
pasara a Occidente, tanto en latín como en las lenguas romances.
50
IBN AL-KHATIB (1313-1374) nacido en Loja, cerca de Granada, fue
político, historiador, filósofo, místico, poeta y médico muy afamado,
que dejó su “Libro de la Higiene según las estaciones del año”
brindando información sobre cómo combatir la peste bubónica que
hizo estragos en Europa en esa época, y un famoso tratado de
Ginecología.
Durante
una epidemia de peste que
azotó
a España en 1348, enunció por primera vez la noción de contagio y
recomendó aislar a los enfermos y destruir sus sábanas. Describió con
rigor el desarrollo y la propagación de una epidemia. Esto 500 años
antes que lo hiciera el médico John Snow (1813-1858), en Londres,
considerado el Padre de la Epidemiología moderna.
Con la caída de Granada el 1º de enero de 1492, termina la
Reconquista y se extingue el dominio del Islam en el último reducto
de territorio peninsular. Pero dejaría buena parte de su cultura en
todo el territorio que había dominado, cuyas manifestaciones llegan
hasta hoy en la música, la poesía, la agricultura, el empleo del agua,
una amplia utilización de vocablos de ese origen, y la tradición de su
ciencia médica, sus científicos y filósofos.
Suessman Muntner, en dos capítulos incluidos en la Historia Universal
de la Medicina de Laín Entralgo 24 deja este testimonio: En la católica
España de los siglos XIII y XIV los médicos judíos gozaron de la
24
LAÍN ENTRALGO, Pedro: Historia Universal de la Medicina, en 7 tomos. Publicada en papel en 1972
por Editorial Salvat de Barcelona. Consultada en versión Multimedia, editada por Masson Multimedia,
Masson S.A., y XL Sistemas, S.A., Barcelona, 1998.
51
protección y el apoyo de los soberanos. Uno de los médicos más
eminentes fue Alfajar (muerto en 1235), que obtuvo el título de Nasí,
es decir “príncipe”, en la corte castellana de Fernando III. Seset
Benvenisti fue médico y diplomático en la Corte de Aragón. Hechos
semejantes tuvieron lugar también en Navarra (Firedenwald).
Después de la expulsión de los judíos de España, nos encontramos
con afamados médicos judíos emigrados en el norte de África,
Turquía, Gracia (los Balcanes), Francia, Italia y Holanda. La familia de
los Saporta, oriunda de Lérida, se asentó en Arlès y más tarde en
Avignon y en Montpellier, distinguiéndose Luis Saporta, que fue
médico de cabecera de Carlos VIII. (…) Hubo muchos destacados
médicos judíos que escribieron tratados, y fueron asistentes de
soberanos (reyes, príncipes y hasta papas). Zacuto Lusitano, nacido
en Lisboa en 1577, escribió una Historia de la Medicina, en dos tomos,
publicada en Lyon en 1642-44, dedicada a Luis XIII. Rabí Abraham de
Balmes, muerto en 1523, fue médico de cámara del Cardenal Grimani,
en Padua. García da Orta, nacido en Portugal en 1496, estudió en
Salamanca y trabajó en Goa desde 1534. Rodrigo de Castro (15501627), de una estirpe de los Castro, todos ellos médicos destacados,
fue autor de un libro de Ginecología (publicado en Colonia, 1603), que
tuvo varias ediciones exitosas. A mediados del siglo XV en Marsella
parece que existió una Escuela Judía de Medicina, dirigida por
Salomón de Gerona. En Sicilia hubo por la misma época un plan
similar. También en la Escuela de Medicina de Salerno hubo
destacados médicos judíos. Francisco López de Villalobos, médico y
poeta, fue uno de los primeros en describir las lesiones sifilíticas. En
1498 publicó una memoria sobre la peste bubónica. (…)
ABRAHAM ZACUTO LUSITANO (Lisboa 1575 – Amsterdam 1642) fue
afamado médico, que hizo sus estudios en las universidades de
Salamanca, Coimbra y Sigüenza, recibiendo en esta última el grado de
doctor. Ejerció durante treinta años en Lisboa y desde el año 1625 en
Ámsterdam, en cuya ciudad se refugió por temor a la Inquisición.
Cuando tenía 50 años se hizo circuncidar, profesando desde entonces
abiertamente la religión judía. Su reputación fue grande, como lo
atestiguan las cartas que le escribieron los médicos más eminentes de
Portugal, España, Alemania y Holanda, que encabezan la edición de
sus obras: De medicorum principal historia; Praxis médica admiranda;
Introitus and praxis et pharmacopam; Epístola de cálculo qui gignitur
in cavitatibus renum, non in substantia, y un tratado sobre las
enfermedades de los ojos.25 Este personaje fue estudiado por el Dr.
Samuel S. Kottek (1931), Profesor Emérito de Historia de la Medicina
de la Universidad Hebrea de Jerusalem, a quien conocimos en 2005.
Kottek nació en Estrasburgo y fue médico pediatra francés del siglo
25
www.sefardies.es/ficha_biografias.php?id=9434 (Consultada el 22.09.2015).
52
XX, graduado en 1959. Es titular de la Cátedra Harry Friedenwald en
Historia de la Medicina.26
«Expulsión de los judíos» de Emili Sala i Francés - Galería online, Museo del Prado. 27
26
Comunicación
personal
del
Prof.
Samuel
S.
Kottek.
Véase:
http://www.huji.ac.il/dataj/controller/ihoker/MOP-STAFF_LINK?sno=9727693&Save_t= (Consultada el
22.09.2015).
27
Disponible
bajo
la
licencia
Dominio
público
vía
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Expulsi%C3%B3n_de_los_jud
%C3%ADos.jpg#/media/File:Expulsi%C3%B3n_de_los_jud%C3%ADos.jpg
25.08.2015).
53
Wikimedia
Commons
(Consultada
el
EL FIN DE LA MEDICINA MONÁSTICA
28
La medicina monástica, que tuvo el mérito de reunir los
documentos clásicos y de preservar las tradiciones antiguas a
través de tiempos terribles, declinó hasta casi extinguirse durante
el siglo X. Las causas de su obliteración fueron varias, pero una de
ellas fue su éxito. Los monjes se alejaban cada vez más de sus
monasterios para atender la creciente demanda médica, lo que
interfería con sus deberes religiosos, por lo que en los Concilios de
Reims (1131), de Tours (1163) y de París (1212), las actividades
médicas de los monjes primero se restringieron y finalmente se
prohibieron. La aparición de las órdenes dominicas y franciscanas
en el siglo XIII, ambas hostiles a cualquier actividad científica,
reforzó el rechazo de la práctica de la medicina por los frailes.
Cuando los primeros cruzados capturaron Jerusalén en 1099,
encontraron un hospital cristiano que había sido fundado 30 años
antes por el hermano Gerardo para auxiliar a los peregrinos que
iban a Tierra Santa; estaba atendido por un grupo pequeño de
monjes que se llamaban a sí mismos "Los Hermanos Pobres del
Hospital de San Juan". Los cruzados les entregaron algunos
edificios y el hermano Gerardo reorganizó a su grupo de monjes
corno una orden religiosa regular con el nombre de Caballeros de
San Juan. Cuando Jerusalén cayó en manos de Saladino, los
Caballeros se retiraron a Tiro y después llegaron a Accra, de donde
volvieron a salir expulsados por los ejércitos musulmanes y se
establecieron primero en Chipre y después en Rodas. Para
entonces la secta ya había crecido y sólo en Italia tenían siete
hospitales; en Rodas la Orden de San Juan se transformó en un
Estado soberano con sus propias leyes, un ejército y un cuerpo
diplomático, y construyó un inmenso hospital cuyas ruinas todavía
sorprenden por su tamaño. En 1522 Solimán El Magnífico capturó
la isla y expulsó a los Caballeros de San Juan, quienes después de
siete años de peregrinar por el Mediterráneo llegaron a Malta, que
el emperador Carlos V les había obsequiado. Ahí construyeron otro
gran hospital y a partir de entonces se les conoce como Caballeros
de Malta, aunque en 1798 Napoleón conquistó la isla, los expulsó y
desde entonces tienen su cuartel principal en Roma.
LA ESCUELA MÉDICA DE SALERNO
Desde mediados del siglo IX se tenía noticia de la existencia de una
escuela de medicina en Salerno, un puerto en la bahía de Pestum,
cerca de Nápoles. Debido a su clima favorable, desde mucho antes
había sido un sitio favorecido por enfermos y convalecientes lo que
atrajo a los médicos; con el tiempo Salerno se transformó en un
centro de excelencia médica. La leyenda dice que la escuela de
28
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen3/ciencia3/154/html/sec_11.html (Consultada
el 24.08.2015).
54
medicina fue fundada por Elinus, un judío, Pontos, un griego,
Adala, un árabe, y Salernus, un latino, pero aunque tales
personajes no existieron, lo que sí existió fue la convivencia
pacífica de las cuatro culturas y su integración positiva. La Escuela
de Salerno era fundamentalmente práctica y estaba dedicada al
tratamiento de los enfermos, con poco interés en las teorías y en
los libros clásicos. Aunque en el año 820 los benedictinos habían
fundado un hospital en Salerno y los monjes practicaban ahí la
medicina, los médicos laicos poco a poco se fueron librando del
control clerical y en el año 1000 la enseñanza de la medicina era
completamente secular; en el siglo XII la escuela desarrolló un
currículum regular, adquirió privilegios reales y donativos, y su
fama se extendió por toda Europa. En 1224 Federico II ordenó que
para ejercer la medicina en las Dos Sicilias era necesario pasar un
examen dado ante los profesores de Salerno.
Se han conservado algunos de los textos que leían los estudiantes
de medicina de Salerno y que tuvieron gran influencia en otras
escuelas médicas de Europa. Uno de los más antiguos es el
conocido como Antidotarium, una colección de recetas de uso
común revisada por los profesores y publicada para estudiantes y
médicos en general, que tuvo muchas ediciones. Con la conquista
normanda en 1046 llegó a Salerno Constantino el Africano (10201087), quien iniciaría el flujo de la medicina islámica en Europa por
medio de sus traducciones de los textos árabes al latín.
Constantino no permaneció mucho tiempo en Salerno sino que se
hizo monje benedictino y se retiró al convento de Montecassino, en
donde pasó el resto de su vida. Su libro llamado Pantegni (El arte
total) es realmente una traducción del volumen de Haly Abbas Al
Maleki (El libro real), aunque Constantino no lo señala. Singer
menciona que no es el único caso en que Constantino olvida
mencionar el nombre del autor y en cambio firma la obra como si
fuera suya, pero otros historiadores más caritativos recuerdan que
en esos tiempos, en que se libraba una lucha a muerte entre
cristianos y árabes, no hubiera sido político que un sacerdote
benedictino apareciera como el traductor de un libro
musulmán. Pantegni alcanzó gran popularidad y un siglo después
todavía se usaba como texto de medicina general en Salerno y en
muchas otras escuelas de medicina. Otros textos traducidos por
Constantino fueron los Aforismos, los Pronósticos y las Fiebres,
atribuidos a Hipócrates, y varios libros de Galeno. Un famoso
profesor de cirugía de Salerno, Rogerius Salernitanus, escribió
laCirurgia Rogerii en 1170, que fue el primer libro de texto
medieval de cirugía que dominó la enseñanza de la materia por
más de un siglo en toda Europa; se usó en las nuevas universidades
de Bolonia y Montpellier, y su utilidad se prolongó con su reedición
en 1250 por Rolando de Parma, discípulo de Rogerius y profesor de
la materia en Bolonia. La Cyrurgia Rogerii es un libro típicamente
55
salernitano: claro, breve y práctico, sin largas y tediosas citas de
otros autores. Cada afección quirúrgica se describe en forma
sumaria y el tratamiento se discute con parsimonia. Pero el libro
más famoso de todos los producidos en Salerno fue el Regimen
sanitatis Salernitanus, también conocido como Flos medicinae
Salerni. Se trata de un texto versificado, en latín, que constaba de
382 versos, pero que con el tiempo creció hasta alcanzar 3 431;
varios autores calculan que muy pronto se tradujo a por lo menos
ocho idiomas y que para 1846 ya se había editado 240 veces.
Este Regimen consta de 10 secciones: higiene, drogas, anatomía,
fisiología,
etiología,
semiología,
patología,
terapéutica,
clasificación de las enfermedades, práctica de la medicina y
epílogo. Se trata de una serie de observaciones simples y consejos
racionales derivados de ellas, sin apelación alguna a autoridades, a
magias o a los astros. Está escrito en un latín sencillo y claro, pero
gran parte de su popularidad se debe a la excelente traducción al
inglés de Sir John Harington (1560-1612) realizada en 1607, y que
hasta hoy se considera la mejor. Sir John Harington o Harrington
fue también el inventor del water-closet, un moderno artefacto
para la higiene del hogar.29
ESCUELA MÉDICA SALERNITANA
Salerno tuvo una gran influencia en la enseñanza y la práctica de la
medicina de Occidente durante los siglos X al XIII pero después su
29
http://www.historic-uk.com/CultureUK/The-Throne-of-Sir-John-Harrington/
56
importancia
empezó
a
declinar.
Algunos
factores
que
contribuyeron a ello fueron la emergencia de otras grandes
escuelas de medicina en Bolonia y Montpellier, así como la
fundación en 1224 de la Universidad de Nápoles; Salerno todavía
conservó cierta actividad literaria, pero como escuela de medicina
en los siguientes siglos se transformó en una "fábrica de títulos",
de modo que cuando Napoleón la cerró en 1811 ya era un cadáver.
En la Universidad de Bolonia existían profesores de medicina desde
1156, y es ahí donde se reiniciaron las disecciones anatómicas
humanas a principios del siglo XIV, que se habían suspendido
desde los tiempos de Alejandría30; sin embargo, en la Universidad
de Bolonia no existía ningún interés en la ciencia o en el arte
naturalista y toda la enseñanza, incluyendo a la medicina, era
escolástica. Las disecciones se hacían por razones médico legales,
no para aprender anatomía sino para buscar datos que pudieran
resolver juicios; cuando finalmente las disecciones se hicieron en
relación con la anatomía, fue para que confirmaran a Galeno y a
Avicena. En Bolonia fue profesor de cirugía Guillermo de Saliceto
(1210-1280), quien escribió un texto de cirugía en el que rechaza
el uso del cauterio (que era favorecido por los árabes) y prefiere el
bisturí; en este libro también se combate la idea antigua y muy
generalizada de que la supuración es benéfica para la cicatrización
de heridas. Tadeo de Florencia (1223-1303) también fue profesor
de medicina en Bolonia y a él se deben algunas de las versiones en
latín de los libros clásicos en griego, sin pasar por sus versiones en
árabe, que los habían corrompido; en cambio, también patrocinó la
medicina escolástica y argumentativa, que tanto contribuyó a
retrasar el avance científico en los siglos XIII a XVI. A esta misma
época pertenece un discípulo de Tadeo, el anatomista Mondino de
Luzzi (1275-1326), quien realizó disecciones de cadáveres
humanos en público y cuyo libro de anatomía, publicado en 1316,
es la primera obra moderna de la materia; en diferencia con los
demás profesores de anatomía de su tiempo, que presidían las
disecciones desde su alta cátedra leyendo a Galeno (práctica que
criticó Vesalio), Mondino era su propio prosector. Quizá el cirujano
medieval más famoso fue GUY DE CHAULIAC (1298-1368), quien
estudió en Bolonia, París y Montpellier y ejerció en esta ciudad
hasta que pasó a Aviñón, en donde fue médico de la corte papal.
Fue autor de la Chirurgia magna, que se convirtió en el texto
definitivo de su tiempo; estuvo a punto de morir de la peste pero
se recuperó y describió su propio caso. Guy cita a más de 100
autoridades médicas, revelando su amplia cultura, pero es un
galenista consumado; su autor quirúrgico favorito es Albucasis,
pero también incluye numerosas observaciones personales. De
todos modos, también es astrólogo y atribuye las enfermedades a
la conjunción de Saturno, Júpiter y Marte.
30
Por Herófilo de Calcedonia (335-280 aC) y Erasístrato de Ceos (304-250 aC).
57
Los errores de Galeno, trasmitidos a través de los siglos, fueron
refutados por Maimónides primero, y luego, cuando las religiones
cedieron terreno en la prohibición de la disección de cadáveres, con el
progreso de la Anatomía. Desde Andreas Vesalius Bruxellensis, que
sentó
los
nuevos
cimientos
de
esta
ciencia.
ANDRÉS
VESALIO o ANDREAS
VESALIUS es
la
forma latinizada del
nombre Andries van Wesel (Bruselas, actual Bélgica, 31 de diciembre
de 1514 - Zante, actual Grecia, 15 de octubre de 1564). En ocasiones
se le aplica erróneamente el gentilicio de flamenco sin ser natural de
Flandes. Fue el autor de uno de los libros más influyentes
sobre anatomía humana, De humani corporis fabrica (Sobre la
estructura del cuerpo humano). Obra que fuera objeto de un largo
estudio durante 38 años y la publicación en gran formato, realizada
por Velarde Pérez Fontana (1897-1975) 31
Según el libro Die Grossen (Los grandes genios), Vesalio llegó a ser
“una de las figuras universales más relevantes de la investigación
médica de todos los tiempos”. De origen germánico, pero nacido en
Bruselas, donde su padre era boticario del emperador, estudió en su
ciudad natal y en Lovaina, completando luego sus estudios en París y
Padua. Enseñó en Padua entre 1537 y 1543. Acompañó a Carlos V y
Felipe II en sus campañas, como médico particular, con lo que pudo
adquirir conocimientos excepcionales de cirugía. Vivió muchos años
en España, de ahí su nombre en castellano.
En diciembre de 1537, un día después de su graduación, celebró
en Padua su primera disección pública de un cadáver, explicando
tanto la composición de los órganos como la técnica utilizada. El
Senado veneciano impresionado le otorgó inmediatamente la Cátedra
de anatomía y cirugía de la Universidad de Padua.
Basó sus estudios anatómicos en la observación directa, con lo que
pudo rechazar docenas de errores anatómicos presentes en la obra
de Galeno (que diseccionó básicamente monos y cerdos, nunca en
humanos). En ese sentido VESALIO fue el fundador de la anatomía
moderna. Y concretamente se le considera el gran introductor de una
antropología positiva en medicina.
***
EN RESUMEN:
La Medicina occidental tiene sus raíces en la de Hipócrates, Galeno y
Dioscórides. Los judíos fueron quienes aún antes recogían de su
31
RODRÍGUEZ PEREYRA, Ricardo: Velarde Pérez Fontana (1897-1975), en:
http://www.smu.org.uy/publicaciones/libros/ejemplares_ii/art_52_perezfontana.pdf (Consultada el
27.09.2015).
58
tradición religiosa costumbres higiénicas y dietéticas que sus médicos
recogieron por muchos siglos. Muchos de ellos fueron traductores de
las obras de los nombrados, pero también de Aristóteles. Con lo cual
trasmitieron su legado primero a los árabes, que también hicieron lo
propio, revisando a los médicos y filósofos de la Antigüedad, y luego a
los cristianos.
Tanto en Europa occidental, como en América Latina, se destacaron
los médicos judíos y los conversos (también llamados “marranos”),
luego de la expulsión de España en 1492 y de Portugal 1540.
El fundamento del diagnóstico y tratamiento de las enfermedades
humanas tuvo gran apoyo en el régimen de vida incluyendo el medio
ambiente que las favorecía o evitaba y la alimentación. La dieta fue un
elemento principal, además de la utilización de los productos
derivados de las plantas medicinales.
La psicología y la consideración de los factores emocionales fueron
parte de la obra de las figuras más importantes de la medicina del
islam, que luego fue trasmitida a los médicos de la Península Ibérica
bajo el dominio musulmán. También lo fueron en la cultura del islam
los pacientes con alteraciones de la salud mental, a quienes dedicaron
hospitales específicos.
Progresivamente la Medicina de calidad fue casi exclusividad de los
soberanos y sus cortes. Con el correr de los siglos se fue derramando
a los demás habitantes de los dominios.
La formación de los médicos en filosofía, literatura, religión y otros
temas, en los que también fueron muchos figuras destacadísimas, fue
enriqueciendo la práctica de la Medicina. De ahí que se conserve la
memoria de algunos de quienes hicieron esta rica combinación, como
una actitud modélica que permite comprender mejor y en
consecuencia tratar más adecuadamente, el padecimiento humano.
***
REFERENCIAS
HIPÓCRATES: Corpus Hippocraticum. Editorial Gredos, Madrid, 8 tomos (desde
1983 a 2005).
DIOSCÓRIDES. Plantas y remedios medicinales . (De Materia Medica). Obra
completa. Madrid: Biblioteca Básica Gredos. Madrid, 2002. Volumen I: Libros III. 256 páginas. Volumen II: Libros III-V. 352 páginas. Traducción y notas de
Manuela García Valdés.
AVICENNA: The Cannon of Medicine (al-Qanun fi´l-tibb). Adapted by Laleh
Bakhtiar. Great Books of the Islamic World, Inc., Chicago, 1999, 710 páginas.
59
AVICENA: Poema de la Medicina (Avicennae Cantica) Texto árabe, versión
latina y traducción española. CD con el contenido de la obra, traducciones y
comentarios. Por Jaime Coullaut Cordero, Emiliano Fernández Vallina y
Concepción Vázquez de Benito. Ediciones Universidad de Salamanca, 2010.
AVERROES: Comentario al Poema de la Medicina (de Avicena). CD con el
contenido de la obra, traducciones y comentarios. Ediciones Universidad de
Salamanca, España, 2010.
AVERROES: El libro de las generalidades de la medicina. Trotta, Madrid, 2003,
509 páginas.
AVERROES: Sobre el intelecto. Trotta, Madrid, 2004, 176 páginas.
IBN WAFID: Kitab al-Wisad Fi L-Tibb, Libro de la almohada, sobre medicina.
Versión árabe, traducción y estudio: Camilo Álvarez de Morales y Ruiz Matas.
Diputación Provincial de Toledo, 2006. Edición bilingüe español-árabe, 368
páginas (español) y 329 páginas (árabe).
LAÍN ENTRALGO, Pedro: Historia Universal de la Medicina, Salvat, 1970, 7
tomos. Existe también una versión en CD editada por Masson en 1998, en
Barcelona. Este CD contiene la información íntegra y ampliada de la obra del
mismo nombre de Pedro Laín Entralgo editada por SALVAT MEDICINA en 7
tomos.
GARRISON, Fielding H.: Historia de la Medicina. Editorial Interamericana,
México, 1966, 664 páginas.
GARCÍA BALLESTER, Luis: Galeno. Editorial Guadarrama, Madrid, 1972, 296
páginas.
TURNES, Antonio L.: Maimónides, el sabio sefaradí. 3ª. Edición, 2007, Ediciones
Granada, Montevideo.
LA MEDICINA EN AL ÁNDALUS – Coordinación: Camilo Álvarez de Morales y
Emilio Molina. Fundación El legado andalusí. Granada, 1999.
AFNAN, Soheil F.: El pensamiento de Avicena. Breviarios del Fondo de Cultura
Económica. México, 1965, 390 páginas.
60
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