El carácter en la teoría psicoanalítica

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EL CARÁCTER EN LA TEORÍA PSICOANALÍTICA
El carácter en la teoría psicoanalítica
Mireya Zapata Tarragona
RESUMEN: El carácter es un concepto básico para todos aquellos estudiosos e investigadores de
los procesos mentales. El carácter o más bien los rasgos de carácter son la conducta observada y
predictiva que impone su singularidad a una persona. En el presente trabajo se hace un recorrido
por la génesis del concepto de carácter dentro de la teoría psicoanalítica, con el objetivo de
facilitar a los estudiantes de psicología de la UAM–Xochimilco su entendimiento y ubicación en
el cuerpo teórico del Psicoanálisis. Este recorrido se inicia con la obra de Freud y continúa con
pensadores posfreudianos como W. Reich, Fenichel y Braudy. Se destaca la necesidad del estudio
del carácter para la práctica profesional del egresado de la carrera de Psicología de la UAMXochimilco.
EL CARÁCTER REPRESENTA la conducta regular observada en una persona, esto es lo
que se puede entender como su singularidad y predicción desde la visión del
observador, lo cual hace que su estudio sea de una importancia capital para todo
estudioso del comportamiento humano y más de aquellos que estudian los procesos
mentales, entre los que destacan los estudiantes de psicología.
¿Cuál es la importancia de estudiar este concepto para los estudiantes de Psicología
de la UAM-Xochimilco? ¿Cuál teoría da cuenta de estas regularidades en la actividad
mental de las personas y de qué manera lo hace?
Estas son las preguntas básicas que dan origen al presente trabajo.
En relación con la primera pregunta, es fundamental que nuestros estudiantes
conozcan el desarrollo de este concepto, pues estas regularidades en la conducta son
una de las materias primas para la intervención psicológica; sobre todo desde la perspectiva de la psicopatología, pero hay que destacar que este concepto no hace, a diferencia
del síntoma, una referencia directa a los patológico, sino más bien, a la constitución
normal del psiquismo. De ahí que el conocimiento de la teoría que mejor da cuenta de
este proceso sea de vital importancia en la formación de los psicólogos de la UAMXochimilco.
Hasta ahora no existe una construcción teórica más acabada y sistemática que
explique la formación de síntomas como el Psicoanálisis, pero, ¿qué tiene que decir
esta teoría en relación con carácter y su génesis? En este trabajo pretendo colaborar en
ANUARIO 2001 • UAM-X • MÉXICO • 2002 • PP. 133-141
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la aclaración de este concepto desde la teoría psicoanalítica, con la finalidad de motivar
a nuestros estudiantes en el estudio de los procesos mentales que dan origen al carácter
más allá de sus manifestaciones patológicas.
En tres textos de Freud podemos encontrar los fundamentos del concepto de
carácter: el temprano escrito “Proyecto para una psicología científica para neurólogos”
de 1895 y en el “Manuscrito K”, donde postula la alteración del Yo cuyo extremo
implica su avasallamiento, y en “Las neuropsicosis de defensa” de 1894.
Sin embargo, en estos primeros años el Psicoanálisis se centraba más en los
síntomas que en el carácter, pues el concepto de resistencia y de carácter no se
habían establecido aún.
Los fundamentos para el estudio del carácter se encuentran a lo largo de toda la
obra freudiana, tanto en escritos específicamente referidos a esta construcción psíquica
como en otros que no hacen referencia explícita a ella.
Como lo muestra el texto “Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad”
de 1908, Freud tenía casi completamente elaborada su concepción acerca de los
síntomas; sin embargo el texto “Carácter y erotismo anal” del mismo año, iniciador
del estudio del carácter, no presenta el mismo grado de precisión y profundidad para
explicar este fenómeno; pero, como sucede con la obra de Freud, los fundamentos
que se establecen en él sobre las características de los pacientes con carácter anal
siguen vigentes hasta ahora.
En un nivel descriptivo incluye en esta categoría como rasgos de carácter a las
personas ordenadas, parsimoniosas y obstinadas. Estos pacientes presentan una dificultad
inusual para controlar la expresión instintiva infantil, punto en el que se puede establecer
la existencia de una predisposición constitucional. Durante el periodo de latencia,
fuertes formaciones reactivas se opusieron a la expresión directa de las pulsiones. Los
rasgos mencionados son expresión directa de las sublimaciones de las pulsiones (definidas
éstas como unas modificaciones de las metas sexuales por otras no sexuales), además de
que otros componentes pulsionales pueden ser asociados a la satisfacción uretral.
En este texto se analizan los diferentes rasgos de carácter de las personas ordenadas,
ahorrativas y pertinaces; son formas que hacen referencia al cumplimiento de formalidades, obligaciones y aseo. El carácter ahorrativo puede fluctuar desde una conducta
ahorrativa hasta la avaricia; la persistencia puede ir desde una actitud contundente
hasta el desafío que comúnmente acompañan a la ira y la venganza.
Freud desarrolló la teoría del carácter con base en las etapas de desarrollo libidinal
del niño. Postuló que los contenidos pulsionales se transforman mediante mecanismos
como la sublimación y la formación reactiva; gracias a esta transformación los rasgos de
carácter no son tan fácilmente identificables con los mecanismos que les dieron origen.
Por eso Freud planteaba que el resultado de la transformación del erotismo anal constituía
el trío de rasgos de carácter: ser ordenado, parsimonioso y obstinado.
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EL CARÁCTER EN LA TEORÍA PSICOANALÍTICA
Estos rasgos que definen a una persona, se originan en la temprana infancia. Son
individuos que controlan tardíamente la incontinencia fecal, lo cual permite pensar
en una ganancia colateral en la zona erógena anal, un plus de placer. Este erotismo
anal es sublimado en la adultez en las cualidades de orden, ahorratividad y persistencia;
el interés por el dinero, inexistente en la infancia, emerge del erotismo anal, así como
de la enuresis y la desmedida ardiente.
“Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci” y “Sobre un tipo especial de elección
amorosa en el hombre”, ambos de 1910, son magníficos ejemplos de cómo se va
troquelando el concepto de carácter sin que se le mencione explícitamente. En el
segundo texto aparece el término tipo de carácter refiriéndose a algunos aspectos
específicos de las relaciones objetales.
En “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico” de 1911, y
“Pulsiones y destinos de pulsión” de 1915, se identifica claramente el principio de
realidad y la actividad adaptativa de ciertas funciones básicas del Yo como son la
memoria, el juicio, la atención y el pensamiento. En “Pulsiones y destinos de pulsión”
también se plantean los cambios de meta de la pulsión; en “Recordar, repetir y
reelaborar”(1914) se plantea la idea de que en la repetición se consolida el carácter.
En “Disposición a la neurosis obsesiva” (1913), se establece la diferencia entre
síntoma y carácter sobre todo en los orígenes de ambos: “en el desarrollo del carácter
nos hemos encontrado con las mismas fuerzas pulsionales que han trabajado para crear
la neurosis”. Freud describe en “La Represión”(1915) la evolución del carácter a partir
del impulso hostil reprimido. En un pasaje sobre la neurosis obsesiva de este texto, se
refiere a la formación de los rasgos de carácter como una alteración permanente del Yo.
El mismo contenido pulsional que da origen a los síntomas en las formulaciones clásicas,
puede también dar origen a una formación sustitutiva que se traduce en una alteración
del Yo. Un componente fundamental en esta alteración del Yo es la agresión cuya
importancia en la formación del carácter se hace cada vez más clara.
Lo que en este periodo se establece es la pregunta sobre cómo puede el Psicoanálisis
enfrentar el carácter. En la búsqueda de una respuesta a esta cuestión basándose en la
capacidad sintética del Yo, se destaca la formación reactiva en la constitución del carácter.
Freud se ve teóricamente obligado a trabajar con la neurosis obsesiva, por lo que el
carácter anal se convertirá en paradigmático dentro del Psicoanálisis (Braudy, 1991).
En 1916 se publica “Algunos tipos de carácter dilucidados en el trabajo analítico”,
texto en el que se estudian los tres tipos de carácter relacionados con la culpa bajo
ciertos lineamientos que tienen que ver con la teoría y con la teoría de la técnica.
Los analistas están obligados a poner atención en el carácter porque buena parte
de las resistencias al trabajo analítico son manifestaciones caracterológicas; el rasgo de
carácter que se muestra en la situación analítica aparece como una resistencia. Freud
previene al psicoanalista sobre la evaluación del carácter desde las resistencias.
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Si bien en el tratamiento no hay un interés primigenio por el rasgo de carácter, ya
que lo que se impone al análisis es el síntoma y las pulsiones que lo originaron, en
determinado momento el rasgo de carácter llega a interferir en el trabajo analítico y
se convierte en resistencia, lo que hace imperativo su análisis.
Freud analiza varios rasgos de carácter que aparecen en el trabajo del análisis. El
primero de ellos es el de sentirse una excepción. Basándose en el estudio del personaje
shakesperiano Ricardo III, quien por haber sufrido un daño injusto en la infancia,
reclama ser resarcido y obtener un trato especial. Esto no es un descubrimiento de
Freud ya que es aclarado por el propio personaje. La aportación verdaderamente
novedosa es que todos los seres humanos hemos sufrido un daño similar y, por lo
tanto, todos queremos ser tratados como una excepción. De lo que está hablando es
de la herida narcisista que nos constituye y que de alguna manera obliga al Yo a
formar el carácter.
Analizando otros dos personajes literarios, Lady Macbeth de la obra de Shakespeare
y Rebeca de la pieza de Ibsen, plantea que la conciencia moral hace fracasar a aquellos
que se han esforzado por obtener un logro. La búsqueda de una explicación a este
fenómeno tan común que incluso es llevado a la literatura, tiene su origen en el complejo
de Edipo y en la culpa que el incesto produce en la mente, origen de toda la culpa
humana.
Otro tipo de carácter analizado es el de aquellos que delinquen por conciencia de
culpa; se trata de personas que buscan cometer una falta para obtener el castigo,
porque en realidad la culpa antecede a la acción que provoca el castigo, la falta es
nuevamente la falta edípica.
Las dificultades que se plantean para entender la formación del carácter son teóricas
y prácticas. El proceso silencioso, ego sintónico, que para algunos pensadores no
necesariamente involucra al conflicto resulta fundamental. El hecho de que, en su
construcción teórica, Freud haya utilizado el mismo modelo para explicar el rasgo de
carácter y el síntoma, puede llevar a confusión pues existen diferencias obvias entre
ellos: el síntoma neurótico siempre es un proceso patológico, mientras que la formación
del carácter es un proceso del desarrollo normal que envuelve al conflicto pero que no
es necesariamente patológico. Hay otra razón que complica la comparación entre
síntoma y carácter, la dicotomía planteada en los primeros escritos analíticos: la
formación de síntomas es entendida en términos de la regresión a conflictos edípicos,
mientras que el carácter es entendido en términos de la fijación preedípica, sin embargo hay que agregar que esta simplificación fue corregida en 1930 en su estudio sobre
la sexualidad femenina.
Uno de los avances más fecundos de los estudios sobre el desarrollo fue demostrar
que el rasgo de carácter no está tan separado del síntoma. Hay que destacar que la
descripción de los tres rasgos de carácter hecha en 1908 se ha vuelto compleja. El
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carácter anal es el primero realmente comprendido analíticamente; el carácter anal
se relaciona con el modelo tripartita y con la autonomía del carácter en relación con
la fantasía y las relaciones objetales.
Cuando hablamos de carácter anal se establece una construcción descriptiva de un
cierto grupo de rasgos que requieren una explicación. El carácter anal no es una agencia
en el sentido del Yo que puede disponer de su propia energía, por eso es tautológico
decir que una persona es obstinada por tener un carácter anal. El carácter no explica
por sí mismo la conducta. Es necesario incorporar el modelo tripartita para lograr un
nivel superior de abstracción.
A medida que hubo una mayor claridad sobre el trabajo clínico y una mejor
comprensión del análisis de las resistencias y sus manifestaciones, el interés de Freud
por el carácter se incrementó.
La evolución de la teoría estructural, el entendimiento del masoquismo, el papel
cada vez más importante de la agresión y de la pulsión de muerte, el establecimiento
del Superyó y del Ideal del Yo, son los andamiajes teóricos que permiten entender
más claramente el carácter. A lo anterior se suma el aumento en la experiencia clínica
y la certeza cada vez mayor de que ciertos síndromes eran influidos por fantasías
centrales de la castración y de ser golpeados, y que estos contenidos fantásticos tienen
una gran influencia en el carácter y la conducta, lo que explica la relación teórica
entre carácter y neurosis. La neurosis obsesiva seguirá siendo el crisol del que Freud
obtendrá muchos de sus ejemplos clínicos en los que establece las características del
carácter de estos pacientes.
“El Yo y el Ello” de 1923 ilumina de manera sustancial el entendimiento del
carácter. Si el Yo es el precipitado de investiduras objetales reemplazadas por identificaciones, implica el reemplazo de la investidura objetal por identificaciones como
mecanismo central en la formación del Yo, y por tanto, una contribución a la construcción
del carácter. Este precipitado de objetos abandonados contiene la historia de la elección
de objeto del paciente y en consecuencia hay diferentes grados para resistir esta influencia. Aspectos positivos y negativos se concentran en las identificaciones tanto del
Yo como del Superyó, que participan en la formación del carácter, en el que se incluye
la resolución del complejo de Edipo, después de que las identificaciones están
suficientemente estabilizadas. Está aceptado que, en el caso del varón, la disolución del
complejo de Edipo consolida la masculinidad en el carácter.
La neurosis obsesiva es la base para el entendimiento del carácter, pero en los últimos
años Freud (Braudy, 1991) está preocupado por dos temas: el papel del trauma en la
formación del carácter en el sentido de que el trauma da forma al carácter y que la fijación al trauma puede “contribuir en el Yo normal como un permanente rumbo y
puede dejar rasgos inalterables, y precisamente por esto constituir la verdadera base
y el origen histórico olvidado” (Moisés, 1937; citado por Braudy, 1983). La compulsión
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a la repetición es entonces el motor que troquela el carácter y lo constituye como un
remanente de eventos olvidados. Bajo la conceptualización anterior es lógico relacionar
el impasse terapéutico con la dinámica de ciertos estados inalterados del Yo que
pueden tomar la forma de resistencias de carácter.
Freud se mueve entre las consideraciones del trauma versus los factores constitucionales como factores limitantes del efecto terapéutico del análisis; él consideraba
la fijación de los mecanismos defensivos como los modos de reacción del carácter que
se repiten a lo largo de la vida, cada vez que una situación ocurre y puede ser asociada
a la situación original traumática (Braudy, 1983).
Volviendo a las ideas de 1931, en el artículo de “Tres tipos de carácter dilucidados
por el análisis” Freud hace una separación entre lo normal y lo patológico en el
desarrollo de la libido, que constituye el sustrato que hace diferente a cada persona,
y describe tres tipos de estructura libidinal: erótica, compulsiva y narcisista.
En la erótica el deseo de ser amado es más importante que el deseo de amar al
objeto, en consecuencia el temor a perder el amor del objeto es lo que produce más
angustia. En el tipo compulsivo, hay un predominio del Superyó sobre el Yo, lo cual
produce angustia frente al juicio de la conciencia moral y, a diferencia del tipo erótico,
muestra más dependencia interna que externa. El tipo narcisista se define por la negación,
no hay tensión entre el Yo, el Superyó y la realidad externa, lo que se traduce en una
independencia de lo social y un escaso sentimiento de culpa y del vínculo con otro,
debido a un elevado monto de agresión en el Yo.
La clasificación anterior es teórica. En la realidad es más factible encontrar tipos
mixtos: erótico-compulsivo en el que el poder de las pulsiones es limitado por el Superyó;
erótico-narcisista donde el predominio narcisista modera la agresión; narcisistacompulsivo, de mayor valía cultural, pues hay un Yo fuerte frente al Superyó, al mismo
tiempo que una alta conciencia moral.
Si bien Freud no hace un referente patológico de estos tipos de carácter, es posible
relacionar el erótico con la histeria, el compulsivo con la obsesión y el narcisista con
el psicótico.
El desarrollo del carácter se debe a las funciones sintéticas e integrativas del Yo.
Entre la teoría estructural y la formación de compromiso se coloca el concepto de
carácter, como un concepto puente entre lo observable y lo estructural. Por lo tanto,
podemos pensar en dos niveles que se deben establecer en el estudio del carácter: un
nivel clínico que hace referencia directa al rasgo de carácter y un nivel más teórico
que tiene que ver con su organización general.
El carácter, ya sea entendido como rasgo o como estructura, ha hecho importantes
aportaciones a la teoría psicoanalítica. Además de ser un concepto puente, ofrece la
posibilidad de abordar aspectos no patológicos de la personalidad, aunque a este respecto
algunos teóricos postulan que permite conceptuar aspectos no conflictivos de la vida
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EL CARÁCTER EN LA TEORÍA PSICOANALÍTICA
mental, lo cual, por supuesto, parte del principio de que una porción del aparato
psíquico no tiene que ver con el conflicto; personalmente no comparto esta opinión.
El concepto de carácter permite pensar el vínculo entre las relaciones objetales y
las fantasías en la estructura psíquica, además de que para autores como Braudy
(1991) permite relacionar el self, el estilo, la identidad y las relaciones familiares.
El término “rasgo de carácter” se encuentra cerca de lo observable y como requiere
un mínimo de inferencia es útil para observar el desarrollo de las identificaciones y
las relaciones objetales en el contexto de la adaptación; al mismo tiempo el concepto
sirve como un signo de resistencia a la situación analítica y su alteración es un indicador
valioso del progreso terapéutico.
W. Reich (1989), pensador clásico sobre el carácter, lo definió como una alteración
crónica del Yo que se puede calificar de rígida y cuyo resultado es proteger al Yo de
peligros internos y externos.
El síntoma crea una sensación de extrañamiento en el Yo, mientras que el rasgo
de carácter está incorporado orgánicamente a la personalidad, hay un intento de
comprensión racional por parte del Yo en relación con el rasgo, mientras que no sucede
lo mismo respecto del síntoma, pero sabemos que hay rasgos patológicos y síntomas
que son parte de la personalidad.
La construcción del síntoma es menos compleja que el rasgo, ya que el primero
tiene una base caracterológica de reacción y corresponde a un solo esfuerzo, mientras
que el carácter es la expresión de la totalidad del pasado de la persona.
En el tratamiento, el carácter se hace sentir como un conjunto de mecanismos de
defensa impenetrables a la acción terapéutica, el síntoma es de más fácil acceso. Sin
embargo, a pesar de ser una estructura que se caracteriza por su rigidez, presenta
brechas que lo hacen móvil y susceptible de la intervención analítica.
Este conjunto de reacciones o de coraza caracterológica es un intento sistemático
y prolongado de ligar la angustia, gracias al cual se establece un cierto equilibrio en
la persona; en el tratamiento, dice Reich, el carácter debe ser abordado de manera
específica, interpretando el contenido del discurso del analizando tanto como la
forma en que dicho material se expresa.
En las neurosis compulsivas, sobre todo en aquellas donde no hay un predominio
de algún síntoma, sino una dificultad general de funcionamiento, los rasgos de carácter
se analizan de inmediato; igual sucede con los caracteres fálico-narcisistas, impulsivos y
pacientes esquizoides o esquizofrénicos precoces. En la histeria no es recomendable,
según Reich, analizar de inmediato pues se puede amenazar al tratamiento.
El carácter se origina por tres procesos: la identificación con la realidad frustrante,
concretamente con la persona frustrante, lo que dará el contenido a la coraza caracterológica. La agresión contra la persona frustrante produce angustia que se vuelca
sobre el Yo, lo que lo moviliza para lograr el bloqueo de la expresión motriz de la
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agresión, creando así el aspecto inhibitorio del carácter. Ante lo anterior el Yo creará
actitudes reactivas. La coraza del Yo es el resultado del temor al castigo, para su
constitución utiliza la energía del Ello.
En la coraza caracterológica se contienen las prohibiciones de la primera infancia.
La formación del carácter no depende del conflicto entre pulsión y frustración sino más
bien del tipo de conflicto, del momento de la vida en que se da este conflicto y el tipo
de pulsión comprometida. Es decir, por el momento en que se frustró la pulsión,
la intensidad de la frustración, el tipo de pulsión, la relación entre la tolerancia a la
frustración y el sexo de la persona que ejerce la frustración.
Los tipos de carácter que Reich, siguiendo a Freud, estudió fueron: el carácter
impulsivo, el inhibido, el histérico, el compulsivo y el fálico-narcisista.
Por definición el concepto de estructura implica cierta estabilidad. La relación
del carácter con la estructura mental tiene que ver con las funciones sintéticas e
integrativas del Yo; así lo planteaban Reich en 1933 y Fenichel en 1945.
Por su propia dinámica y organización económica el Yo hace ciertas operaciones
que dan como resultado el carácter. Sin embargo en muchas ocasiones el rasgo es
confundido con la organización caracterológica o con la formación del carácter. Si el
rasgo de carácter es el resultado final de las operaciones yoicas de síntesis, defensivas
y adaptativas es, al igual que el síntoma, una formación de compromiso. Presenta
una autonomía secundaria que implica una relativa estabilidad e independencia del
conflicto psíquico. Esta organización tiene la finalidad de evitar ser sexualizado o sea
de sufrir regresiones, en virtud de que en él se concretan fantasías inconscientes.
Desde el punto de vista de las relaciones objetales, el carácter es el resultado de las
fantasías que reproducen las relaciones fundamentales del pasado. Esta perspectiva
ha sido trabajada por Kernberg (1976), quien sostiene que el carácter consiste en las
relaciones objetales devenidas estructura, aunque este autor no explica cómo es que
un concepto representacional, como es el de las relaciones objetales, se convierte en
estructura.
Desde los orígenes del Psicoanálisis se entiende al síntoma como una formación
de compromiso entre la pulsión y su defensa, en él se juega una regresión al conflicto
edípico. El rasgo de carácter es sintónico al Yo y es también una formación de
compromiso pero de pulsiones preedípicas. Tanto el síntoma como el carácter tienen
el objetivo de dar una respuesta al conflicto psíquico, aunque queda claro que el nivel
de eficacia de cada uno de ellos es bastante variable.
El concepto de carácter ha llevado un curso interesante pues a pesar de ser un
tema polémico, no cabe duda que es un fenómeno con el que se tiene continuo
contacto en el consultorio. Autores como Lampl de Grott, Fenichel, Braudy, y en
México Agustín Palacios han abordado el estudio de esta construcción mental de
manera más sistemática.
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EL CARÁCTER EN LA TEORÍA PSICOANALÍTICA
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