EL BARROCO INTRODUCCIÓN: barroco

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EL BARROCO
INTRODUCCIÓN:
La palabra barroco se aplica en general a lo recargado, a lo excesivamente ornamental, a la ruptura del
equilibrio, a la búsqueda de sensaciones y también al predominio del sentimiento sobre la razón.
A lo largo de la historia, cada periodo ha tenido su época barroca: en Grecia, el Helenismo; en el Gótico, el
Flamígero y el Renacimiento desembocaría en lo que comúnmente llamamos Barroco.
Nace en Italia en el s. XVI y se extiende por Europa durante el s. XVII y parte del XVIII.
CONTEXTO HISTÓRICO:
Es una época de grandes contrastes: monarquías absolutas cuya máxima representación sería Luis XIV frente
al triunfo parlamentario en Inglaterra o en Holanda.
• En el terreno social, nobleza por un lado en algunos países como España frente a burguesía en
Holanda.
• En el terreno económico, perviven las tradiciones de terratenientes frente a los primeros capitalistas.
• EN el campo religioso, la ruptura católico−protestantes ya es un hecho. Las guerras entre ellos son
continuas y por parte de la iglesia católica existe una gran necesidad de propaganda, de esplendor, de
expresión de superioridad.
• En el terreno cultural, se mantienen las doctrinas tradicionales pero se desarrolla todo el empirismo.
• En el terreno artístico, hay un núcleo que lo aglutina, siempre se mueve en torno a una ciudad que se
convierte en el símbolo de este nuevo mundo y cuyos elementos más visibles son la presencia de
templos, de plazas. De amplias calles, de fuentes,... resultando una labor urbanística a la que se
añaden palacios y que refleja el orgullo de Papas, de reyes, de nobles o de la burguesía. En ellos, el
artista adquiere un gran prestigio aunque se le sigue considerando artesano participará en academias
que difunden su estilo y en la mayoría de los casos, encontrará su libertad limitada por los caprichos
de los mecenas.
ARQUITECTURA
Quizá sea la arquitectura en la Europa católica la manifestación artística dominante y a la que se supedita
escultura y pintura. En Italia destaca la figura de Bernini.
BERNINI
Bernini, cuya actividad fue la de arquitecto, escultor y también practicó la pintura, nacido en Nápoles en 1598,
hijo de un escultor, su actividad la desarrolla fundamentalmente en Roma. Allí su obra va a estar ligada tanto
a los papas como a los cardenales.
En arquitectura, dos obras son lo más conocido de Bernini: en el Quirinal recibe el encargo de realizar una
pequeña iglesia dedicada a San Andrés en la que ya nos muestra la plenitud de un nuevo estilo.
SAN ANDRÉS DEL QUIRINAL
En planta, frente a la tradicional forma de cruz o circular, adopta una forma oval y además sitúa en el altar
principal, no en el eje mayor, sino en el menor. En torno a este óvalo abre capillas en las que combina formas
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ovales y formas rectangulares. Esas capillas están enmarcadas entre pilastras y con alternancia de adintelado y
arcos. Corona la planta una cúpula de forma oval segmentada por nervios y en cuyo arranque sitúa ventanas
ovaladas que junto con la linterna componen los principales focos luminosos y crean ese juego de luces y
sombras con las capillas.
En el exterior sitúa la fachada en el eje menor. Frente al óvalo de la planta alarga los muros en sentido
cóncavo y realiza un pórtico con elementos clásicos, una pequeña escalinata convexa sobre la que se elevan
columnas toscanas que soportan un entablamento igualmente curvo convexo sobre el que sitúa en diagonal el
emblema o escudo papal enmarcado por dos aletones. Tras este pórtico, una fachada enmarcada por pilastras
rematadas en capitel corintio con entablamento en la que se inserta un gran arco de medio punto y se remata
en un frontón triangular partido.
Todo este pórtico y fachada, realizado en mármol del Travertino, contrasta con el color terroso de sus paredes
y bóveda.
PLAZA DE SAN PEDRO DEL VATICANO
La segunda gran actuación de Bernini la lleva a cabo bajo el pontificado de Alejandro VII y consiste en
realizar el espacio delante de la Basílica de San Pedro.
La Basílica había sido completada por Carlo Maderna, quién había alargado las naves en forma de cruz latina
y había realizado su fachada muy amplia utilizando elementos clásicos: pilastras, columnas y grandes vanos,
rematando en un pequeño frontón y con un ático que servía para resalzar la cúpula de Miguel Ángel. Esta
fachada, los Palacios Vaticanos y el Obelisco eran elementos que tenía que integrar en su obra.
La idea de Bernini es dignificar la cúpula de Miguel Ángel como elemento fundamental y para ello plantea
una doble plaza:
La primera presenta forma semejante a la oval, aunque en realidad se trata de dos círculos, en parte,
superpuestos. Consta de dos brazos, aunque en el proyecto tenía un tercero que cerraba. Cada uno de ellos está
formado por una columnata de cuatro en fondo agrupadas más próximas de dos en dos y dejando un pasillo
más amplio en el centro. Las columnas son toscanas, capiteles dóricos, entablamentos y una balaustrada en la
que sobre plintos, coincidiendo con las columnas, sitúa figuras de santos y mártires de su propio taller. Sobre
esta columnata, un simple tejado a dos aguas. Ya aparece aquí el sentido barroco en Bernini, ya que los dos
brazos parecen cerrar y por el otro deja los espacios diáfanos (abiertos). También diferentes visualidades a
medida que el peregrino camina hacia la basílica y juego de luces y sombras. A parte del Obelisco situado en
el centro, dos fuentes en su eje mayor, una de Carlo Maderna y la otra de Bernini.
Para unir esta primera plaza con la fachada, una segunda plaza, dominada por líneas rectas y forma
trapezoidal de modo que ópticamente no estreche el espacio y aleje la cúpula. El terreno en esta segunda plaza
es descendente hacia el Obelisco. Para integrar las fachadas con la primera plaza, los muros siguen la misma
pendiente y las pilastras igualmente sirven para producir ese efecto óptico. Coloca, por último, unas rampas
suaves y amplias que sirven de comunicación con la fachada. En conjunto, logra así un espacio que permita,
desde cualquiera de sus puntos, la visión del lugar desde la que el pontífice da la bendición urbi et orbe. Sobre
el significado de estas plazas se ha especulado la significación de los brazos que acogen a los peregrinos y
también del recuerdo de los dos puertos por los que se accede por mar, como símbolo de universalidad, a
Roma.
BORROMINI
Coetáneo de Bernini, procede de la zona de Lugano y se caracteriza como persona por su intimismo, por su
depresión y por su inestabilidad emocional. Profesionalmente, es más práctico que teórico. Colaboró con
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Bernini de quién acabaría distanciándose y como realizaciones, en Roma, tenemos el Oratorio de los
Filipenses, San Ivo y, sobre todo, San Carlino o San Carlos de las Cuatro Fuentes.
SAN CARLOS DE LAS CUATRO FUENTES
Le fue encargado por los monjes trinitarios descalzos españoles. Su realización se hizo en tres fases: primero
el claustro, más tarde el interior de la iglesia y, finalmente, la fachada.
La iglesia, de reducidas dimensiones, presenta una planta cargada de simbolismo y absolutamente ilusionista.
Su forma, es la de dos triángulos equiláteros unidos por una base, símbolo del Espíritu Santo. Sobre este
esquema, sus muros, huyendo de la línea recta, es una continua sucesión de concavidades y convexidades
ampliadas por columnas en una gran proporción con respecto al espacio. En sus muros se abren hornacinas,
algunas decoradas con esculturas, también se abren capillas de estructura poligonal. Su altar principal se
remata con un casquete casetonado y su cúpula de forma ovoidal también está a modo de artesonado con
decoración de cruces y formas poligonales. Esta decoración va disminuyendo en tamaño hacia la linterna por
lo que ópticamente produce una sensación de mayor altura. La linterna es también ovoidal, con el símbolo del
Espíritu Santo. Enmascara tanto la linterna como las ventanas del arranque de la cúpula para acentuar ese
carácter ilusionista y decora las pechinas con medallones. Los materiales que utiliza son sencillos, ladrillo y
recubrimiento de estuco, pero el trabajo del mismo y la calidad de la ornamentación crean la ilusión de
materiales más nobles.
La realización de la fachada estaba condicionada por la angostura de la calle y para permitir una mejor visión,
achaflana la esquina en la que se sitúa una de las cuatro fuentes que dan nombre al templo. Estructura la
fachada en un doble cuerpo con elementos clásicos: columnas, entablamento, cornisa, balaustrada,... pero en
una disposición movida y llena de contrastes. Es un continuo juego de concavidades y convexidades
estructuradas en calles. En el cuerpo inferior, el único acceso con motivos ornamentales (medallones) y
hornacinas con San Carlos Borromeo y los fundadores de la orden.
En el cuerpo superior, destaca el enorme medallón oval, sostenido por ángeles y que está en posición
ópticamente inestable. Lo acompañan en las calles laterales otros medallones decorativos.
FACHADA DE LA CATEDRAL DE MURCIA
La Catedral se había iniciado en el siglo XIV y dentro de una estructura gótica, tenía una primitiva fachada
que presentaba un estado ruinoso ya desde el siglo XVI debido a continuas inundaciones y terremotos. En el
siglo XVIII se somete por parte del cabildo la discusión de una restauración o de la sustitución por un nuevo
proyecto. Triunfa esta última decisión y se va a nombrar como arquitecto a Jaime Bort que en esos momentos
estaba trabajando en Cuenca. El proyecto va a ser realizado en piedra que se extrae de Abanilla, Bonanza y
Carrascoy.
El programa será realización de un gran retablo en el que la arquitectura sirve de soporte al gran programa
escultórico que en la misma se desarrolla. Está estructurado en un doble cuerpo, el segundo unido al inferior
mediante aletones y remata en una forma de casquete sobre el que aparece a modo de coronación la estructura
sobre la que se situaba una escultura de Santiago.
Los cuerpos se estructuran en calles separadas por columnas, todas arrancan de podios, son acanaladas con
capiteles corintios y con entablamento en cuyo friso corrido aparecen relieves alusivos a la iglesia. Esos
relieves del friso también se sitúan en los podios con idénticos motivos. En la calle central, la puerta de
Perdón o principal enmarcada entre un baquetón de mármol. Sobre la misma, un grupo de la virgen
acompañada de arcángeles. En los intercolumnios, los cuatro santos de la diócesis de Cartagena: San Leandro,
San Fulgencio, San Isidoro y Santa Florentina.
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La calle central en el cuerpo superior aloja a San Patricio y a Lorenzo Justiniano. Una ventana con reja sobre
la que aparece la Cruz de Caravaca. En los intercolumnios, San Fernando y San Hermenegildo.
En el casquete, la Asunción, y en el remate un jarrón con lirios portado por dos ángeles.
En las calles laterales, otras portadas: la del Cabildo y la de la Ciudad con motivos heráldicos. Sobre ellas en
hornacinas, San Juan y San José. En el cuerpo superior, cuatro santos de Cartagena: san Ginés, san Poncio,
san Palucio y san Liciniano.
Enmarcando la fachada, en hornacinas santo Tomás y santa Teresa. Sobre los mismos, san Pedro y san Pablo.
ESCULTURA
BERNINI
La labor escultórica de Bernini es amplísima tanto por el número de obras, como por la diversidad de temas:
mitológicos, religiosos, funerarios y fuentes, como por los materiales variados que utiliza.
En su época juvenil, recibe el mecenazgo del cardenal Escipión Borguese para quien va a realizar una serie de
esculturas de tema mitológico y del Antiguo Testamento.
De los cuatro grupos de tema mitológico, es Apolo y Dafne en la que recrea el tema de Ovidio, en el que narra
el momento en que Dafne, con el apoyo de su padre, se convierte en un árbol de laurel, impidiendo así ser
atrapada por Apolo.
APOLO Y DAFNE
Toma el momento de instantánea de la metamorfosis en la que el cuerpo de Dafne está dejando de serlo y
empiezan a aparecer raíces, cortezas y hojas. Si ahora es instantánea, la composición también abandona la
tradición piramidal. Lo que domina son dos fuertes diagonales que se remarcan por las extremidades (brazos y
piernas) en una clara composición centrífuga. A este sentido de movimiento se le añade el tratamiento de los
cabellos, en Dafne contrapuesto ante la sorpresa y también el paño de Apolo realizado a base de profundos
pliegues. Las calidades del pulido nos llevan a un Bernini virtuoso: el mármol es piel pero también es tejido,
corteza y a todo ello se le dota de unos juegos de luces que serán la búsqueda constante de Bernini.
DAVID
Situado en el mismo lugar que Apolo y Dafne, recoge la tradición del David. A diferencia de Donatello o
Miguel Ángel y en esa búsqueda de la instantánea, elige el momento en que está arrojando la piedra de la
onda contra el gigante. La composición es de combinación de diagonales que se oponen en forma de aspa
motivando la ruptura del tradicional equilibrio por una posición de instantánea desequilibrada. Del
contraposto hemos pasado al escorzo. A esta composición le añade la expresión de un sentimiento
manifestado sobre todo en su rostro cuyo labio inferior es mordido, el extremo fruncido de sus ojos y la
agitación de su cabello potenciada por la utilización del trépano que contribuye a ampliar los efectos
lumínicos.
Las calidades en el mármol consiguen ese virtuosismo visual y táctil, la suavidad de la piel frente a la lana del
zurrón, o los paños para los que utiliza profundos y amplios pliegues que colaboran en la sensación de
dinamismo.
A estas dos obras se les suma El Rapto de Proserpina y Eneas, de tema mitológico.
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ÉXTASIS DE SANTA TERESA
Conjunto realizado para la capilla Cornaro en la iglesia de Santa Victoria en la época de Inocencio X. Es una
de las esculturas más famosas en el arte Barroco y expresa, por un lado el gusto teatral de Bernini en la que
combina arquitectura, pintura y escultura.
El tema está sacado de los propios escritos de la santa que ha vivido en el s. XVI, quien ha escrito que cuando
entraba en éxtasis se le aparecía un ángel pequeño, bellísimo, que una y otra vez le clavaba una flecha que le
producía un gran dolor pero un placer infinito en esa comunión con Dios.
Tomando este tema, Bernini lo escenifica. En las paredes laterales de la capilla, en aperturas a modo de palco
sitúa a la familia Cornaro arrodillados presenciando el milagro. El techo lo pinta con ángeles y de él
descienden unos rayos dorados por los que se difumina la luz que penetra del exterior de manera desconocida.
El tema en sí, lo realiza en mármol blanco y está formado por una nube que parece estar suspendida en
diagonal sobre la que sitúa también una fuente diagonal, el cuerpo de la santa, mientras que en vertical la
figura del ángel que ha descendido. Para la nube, formada casi de forma rocosa las calidades del mármol
parecen dotarla de esa sensación algodonosa. Para la santa, tres elementos remarcan su éxtasis: rostro, mano y
pie, mientras su hábito está en continua agitación, con unos profundísimos pliegues, que rompiendo una caída
natural, tratan de representar la intensidad del momento. Frente a ella, en actitud de coger el hábito y volver a
clavar el dardo, el ángel es más clásico y por ello su sonrisa es más estereotipada y sus alas abiertas o los
pliegues de sus vestiduras más ajustadas o más amplias se ajustan al movimiento de descenso a través de los
rayos de luz del estuco dorado del fondo pintado.
EL BALDAQUINO DE SAN PEDRO
Dentro de la Basílica del Vaticano, la actuación de Bernini es muy amplia. Quizá la más conocida a mitad de
camino entre arquitectura y escultura es el Baldaquino de San Pedro.
Se trataba, bajo la cúpula de Miguel ángel, entre los cuatro machones que la soportan, de dignificar la tumba
del primer Papa. Recibe el encargo del Papa Urbano VIII. Para realizar esta empresa va a utilizar dos
materiales: el basamento de las columnas en mármol y el resto en bronce. Este bronce, va a ser extraído del
Panteón de Roma.
Según la tradición existía una columna torsa del templo de Salomón y este es el modelo que Bernini va a
tomar para las cuatro enormes columnas. Éstas, por tanto, arrancando de un plinto con basa presentan un fuste
torneado segmentado en tres partes:
• la primera lleva unas espirales negras y doradas.
• las dos superiores, sobre fondo negro recubiertas de una vegetación en la que dominan los elementos
del olivo y la vid.
Rematan en un capitel compuesto y sobre el mismo, sitúa un fragmento de entablamento, uniendo en
horizontal las cuatro columnas a imitación de las colgaduras de un patio. En él y en el entablamento la
decoración la componen los motivos heráldicos del Papa Urbano: abejas y soles. Sobre cada uno de los
fragmentos de entablamento, cuatro figuras angélicas y tras los mismos, cuatro volutas que rematan en un
ático coronado por la bola del mundo. Sobre las colgaduras, dos figuras de ángeles niños portan los símbolos
del papado: la tiara y las llaves
Por tanto, frente al estatismo y fortaleza de los pilares de Miguel Ángel, el movimiento de las columnas frente
a la cúpula que tiene encima, la concreción del lugar más sagrado de la tumba de San Pedro y asociado a la
gloria de éste, a través de la heráldica, la gloria del propio papa Urbano.
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LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO
Integrado ópticamente en la visión que tiene un peregrino desde la nave central, en el fondo del ábside, sobre
los muros de Miguel Ángel, realiza Bernini el conjunto de la Cátedra de San Pedro.
Existía en el Vaticano una silla que, según la tradición, había sido la de San Pedro. Revestida de bronce, va a
ser el elemento sobre el que Bernini realiza un conjunto que la glorifique. Para el mismo, utilizará mármoles
de distintos colores, bronce policromado, estuco y vidrio. Como glorificación, la silla aparece terrenalmente
elevada; en cada una de sus cuatro patas, los padres de la Iglesia tanto oriental como occidental.
Sobre la misma, un gran óvalo presidido por la paloma del Espíritu Santo, lanza sus rayos en un continuo
torbellino de figuras evangélicas como justificación del poder que emana desde esa cátedra.
Representa, por tanto, Bernini, el dogma de la infalibilidad del papa cuando predica en la cátedra ya que está
iluminado por el Espíritu Santo. Desde el punto de vista formal, la obra responde al concepto escenográfico de
Bernini, el movimiento el juego de volúmenes, el juego de luces que realiza a través del transparente que es
muy acusado ante una obra de estucos dorados de bronces polícromos y de mármoles variados, tratando de
buscar en el espectador una impresión de grandeza de espectáculo ante uno de los principales pilares de la
iglesia de Roma.
LA FUENTE DE LOS CUATRO RIOS (PLAZA NAVONA)
Una de las obras más importantes que llevaron a cabo los papas en Roma, fue la urbanización de esta ciudad
abriendo amplias calles, creando plazas y ornamentando fuentes. El llevar a cabo las fuentes tenía varios
significados:
• el embellecimiento de la ciudad.
• la utilización del agua de los antiguos acueductos romanos.
• representar el concepto religioso de lo efímero de la vida.
• glorificación del propio Papa.
Dentro de esta labor, padre e hijo Bernini colaboraron ampliamente en la de la Barca, la del Tritón, la del
Moro y la de los Cuatro Ríos.
Para la fuente de los Cuatro Ríos, Bernini va a tomar la representación de los cuatro Continentes. Para ello va
a utilizar sus cuatro ríos más representativos: por África, el Nilo; por Europa, el Danubio; por Asia, el Ganges;
y por América, el río de la Plata.
Para representarlos, encarga en su taller cuatro figuras de gigantes masculinos que alegóricamente los
representen. Para su identificación los hace acompañar de una serie de elementos vegetales y de la fauna de
los respectivos continentes y aparecen brotando sobre una estructura de imitación rocosa que sirve de sustento
al obelisco egipcio que lo corona con la heráldica papal.
Combina la adecuación que ya es tradicional en el tratamiento del mármol: pieles, elementos rocosos,
vegetales y animales tratados en el sentido de aproximación a las diferentes texturas y el agua que brota por
cada uno de los cuatro ríos es un elemento dinámico que integra dentro del conjunto siendo, por tanto, uno de
los factores que componen la obra, a la vez que sirve para producir ese juego de efectos lumínicos que
siempre busca Bernini.
PINTURA
PINTURA BARROCA ITALIANA
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En la época del Barroco la pintura va a ser una de las manifestaciones que mayor difusión va a tener. Además
de la pintura religiosa, que estará como elemento fundamental de propaganda de la Contrarreforma, de la
mitología y también de la de retratos, en muchos casos dependiente de lo político, se amplía con el tema de los
bodegones. Toda esta temática amplia se realiza o al óleo o al fresco y podemos diferenciar tres tendencias:
• clasicista, continuación del Renacimiento.
• decorativa.
• naturalista.
Al clasicismo corresponde la pintura de los Carracci, a la decorativa, Tiépolo y a la naturalista, Caravaggio.
CARAVAGGIO
Se trata de un pintor de vida corta (1573−1610) que gozó de gran fama de una vida turbulenta, lo que
obligaría a huir de Roma y en el intento de retorno, muere.
De su época de juventud, recibe el encargo de realizar un cuadro sobre tema mitológico de un Baco joven.
BACO JOVEN
Es el cardenal del Monte quien quiere hacer un regalo al gran duque de Toscana. Esta transmisión de amistad
está manifiesta en la obra en ese gesto de la mano del joven Dios hacia el ombligo que lleva en su dedo índice
un lazo anudado. La figura del Dios aparece en una composición todavía muy influenciada del clasicismo.
El mismo Dios resulta un modelo frío aunque en su rostro aparece una expresión enigmática. Aparece tratado
al modo clásico, de ahí su manto o su coronación de pámpanos y manteniendo una copa de vino. Lo novedoso
es complementarlo con el bodegón de frutas frente al mismo, la jarra de vino en las cuales consigue unas
calidades excepcionales, y por otro lado, le confieren un gran sentido simbólico como diferentes etapas de la
vida, auque también alguien las ha querido ver como el símbolo del pecado frente al cáliz, símbolo de Cristo
al igual que el amplio manto recordaría al sudario de Cristo.
Como fondo, utiliza un tono neutro que anuncia la próxima o futura investigación sobre los efectos lumínicos
y las realidades espacio−temporales.
LA VOCACIÓN DE SAN MATEO
A finales del s. XVI, Caravaggio recibe el encargo de realizar unos óleos sobre San Mateo para una capilla en
la iglesia de San Luis de los Franceses.
Toma en el caso de la vocación el momento en que Jesús le dice a Mateo ven y sígueme. Según la historia
sagrada, Mateo era un publicano y Caravaggio contextualiza la escena en un ambiente de una posible taberna.
En la composición, a la derecha aparece Cristo, que con su mano apunta a Mateo, quien en su gesto interroga
si él es el elegido. Otros personajes asisten a esta escena: el apóstol que acompaña a Cristo y dos jóvenes
ataviados como pajes, mientras otros personajes permanecen ajenos ocupados en el recuerdo del dinero.
El grupo ocupa las dos terceras partes del cuadro mientras que en la parte superior, un mundo de incógnita que
se funde en la oscuridad y que solo es roto por un rayo de luz que en diagonal pasa por la mano de Cristo,
llega a la de Mateo y culmina en el personaje que está contando el dinero. Ello se debe al relato del paso del
publicano al futuro evangelista. Un foco de luz, cuyo origen es desconocido al que se añaden otros dos focos
igualmente externos y desconocidos, uno a la altura del cuerpo y cabeza de Cristo, mientras el otro, también
en diagonal, dirigido hacia el paje que está de espaladas. Se crea así un ambiente atemporal en el que las
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figuras emergen o desaparecen en las sombras.
También es novedoso el desbordamiento del marco dejando que algunos de los personajes no estén totalmente
incluidos. Con ello persigue que el cuadro no se limite a una escena ajena al espectador sino a hacerle
partícipe de la misma. También, como modelos para sus personajes y siguiendo la tendencia naturalista
elegirá a personajes de pueblo con preferencia de los bajos fondos como un intento de conectar las verdades
cristianas con las clases más desfavorecidas.
LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO
Tras el éxito de San Luis de los Franceses, recibe el encargo de pintar otro programa sobre San Pedro y San
Pablo para la Capilla César en la Iglesia de Santa María del Popolo. En el tema de la conversión de San Pablo
siempre había existido una tradición basada en los escritos de la Iglesia.
La interpretación de Caravaggio es diferente: en su composición sólo aparece San Pablo, un caballo y un
palafrenero. San Pablo aparece tendido en el suelo en una profunda diagonal que desborda el marco, una
segunda diagonal la forma el propio caballo que también desborda el marco y que cierra el espacio obligando
al espectador a quedarse en ese primer término. Tras el caballo, el palafrenero de rasgos muy vulgares no es
consciente del milagro.
Un fuerte foco de luz superior, en fuerte diagonal también desciende sobre el cuerpo del caballo y remata en el
cuerpo de San Pablo de quien, a modo de espejo, vuelve a salir mientras que con el gesto de sus manos
abiertas acepta esta conversión. El mismo sentido de indefinición espacio−temporal y la misma utilización de
emerger o perderse en las sombras.
LA MUERTE DE LA VIRGEN
Lienzo que le fue encargado para ser situado en una iglesia y que nunca estuvo en su lugar de destino y hoy se
encuentra en el museo del Louvre. El escándalo que produjo esta obra fue por varias razones:
• como modelo para la Virgen elige a una prostituta que se había ahogado en el Tíber.
• los apóstoles no tienen ninguna señal de tal y sus modelos son de los bajos fondos.
• las representaciones de la Virgen se habían entendido en el momento de su muerte como un paso al
mundo celestial y aquí, Dios, los ángeles, no sólo no aparecen sino que el gran paño rojo paree
desligarla de ese mundo celestial y situarla en un puro mundo terrenal. Incluso, en ese ámbito terrenal
parte del apostado permanece ajeno, charlando entre ellos, al acontecimiento.
La composición es un continuo uso de diagonales: el cuerpo de la Virgen, que nuevamente tiene tendencia a
desbordar el barco. En sentido opuesto, aparece desde el exterior el gran foco lumínico que desde el ángulo
superior izquierdo, pasando por el cuerpo de la Virgen, termina en María Magdalena. Es aquí donde
Carvaggio muestra, aunque así no se le interpretó, el tema de la ascensión. A ambos lados de este fuerte rayo
lumínico, las figuras se abren en una composición también diagonal y la gama cromática de ocres y azules son
los que sirven para hacer resaltar el rojo de la Virgen, que se asocia con el del cortinaje, con lo que es un
modo más de representar esa ascensión.
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