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LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL (1870-­‐1918) CAUSAS Las raíces económicas: el desarrollo capitalista Como ya se vio anteriormente, el sistema capitalista tiene una naturaleza expansiva que en el último tercio del siglo XIX se manifestó en la formación de imperios coloniales, donde las grandes potencias obtenían las materias primas necesarias para el funcionamiento de sus industrias y que constituían a la vez mercados y zonas de inversión para los productos y capitales europeos. En los mismos años se produjo la crisis de superproducción conocida como la "gran depresión, que llevó a los países más desarrollados a adoptar políticas proteccionistas, cerrando sus puertas a los productos extranjeros a la vez que se esforzaban por sacar sus propios productos al exterior. Este modelo de desarrollo económico tendía inevitablemente a provocar el enfrentamiento entre las grandes potencias, lo que en la segunda mitad del XIX se plasmó en la formación de alianzas políticas y militares para afrontar un previsible conflicto armado. Los sistemas bismarckianos y la paz armada En el último tercio del XIX la potencias europeas se organizan en sistemas de alianzas que tratan de salvaguardar sus intereses ante una eventual guerra, como veremos, serán precisamente estos sistemas de alianzas los que provoquen que un conflicto localizado derive finalmente en una guerra mundial. Los primeros sistemas de alianzas son puestos en marcha por el canciller del recién formado II Reich alemán, Otto von Bismarck y reciben por ello el nombre de "sistemas bismarckianos". El primer objetivo de Bismarck es poner a salvo la seguridad del recién creado estado alemán y consciente de que su principal enemigo es Francia, las líneas directoras de su política de alianzas pasarán por conseguir el aislamiento de la misma y de mantener unas buenas relaciones con Rusia: el mayor peligro que podía afrontar el reich era una eventual alianza entre Francia y Rusia que cogiera a Alemania entre dos fuegos. Con esas miras, Bismarck tejió un complejo sistema de alianzas entre 1873 y 1890 que pueden resumirse en el siguiente esquema: Primer sistema bismarckiano (1873-­‐1878): Se le conoce como la "Entente de los Tres Emperadores" y supone la alianza entre los de Alemania (Guillermo I), Rusia (Alejandro II) y Austria (Francisco José I). Segundo sistema bismarckiano (1879-­‐1885): Se mantiene la Entente de los Tres Emperadores. Se establece, además la "Dúplice alianza" (entre Austria y Alemania). Se firma la Triple Alianza, al unirse Italia a la Dúplice. Tercer sistema bismarckiano (1887-­‐1890): Se renueva la Triple Alianza (Alemania, Austria e Italia). Se firma un "Tratado de reaseguro" entre Alemania y Rusia. El carácter secreto de los sistemas bismarckianos contribuyó notablemente a incrementar el clima de inseguridad y desconfianza mutua entre las grandes potencias europeas y favoreció el rearme y la exaltación de los nacionalismos abonando el terreno para una futura guerra. En 1888 accede al trono alemán Guillermo II cuyas ideas favorables a la expansión colonial de Alemania chocan con las del viejo canciller y determinan su caída. A partir de ese momento los sistemas bismarckianos pierden vigencia y son reemplazados por nuevos sistemas de alianzas que surgen al hilo de las disputas coloniales y que serán conocidos como la "Paz armada". El hundimiento de los sistemas bismarckianos a partir de 1890 tiene como primer efecto el de romper el aislamiento de Francia y abrir el camino a la alianza, que se firma en 1907 entre Gran Bretaña, Rusia y la propia Francia, esto es, la Triple Entente, la pinza en torno a Alemania tan temida por el canciller Bismarck. Frente a ella, se mantiene y refuerza la Triple Alianza, nacida en el segundo sistema bismarckiano, entre Alemania, Italia y Austria-­‐Hungría, que tienen en el punto de mira los Balcanes y como principal enemigo en ellos, a Rusia. Los conflictos coloniales Una serie de crisis de naturaleza imperialista (aunque algunas se desarrollen en territorio europeo), jalonan el camino que conducirá a Europa hacia la Gran Guerra: La crisis marroquí de 1905 En ese año, Alemania interviene en el norte de África contra los intereses franceses y en defensa de la independencia de Marruecos. La crisis se resuelve tras convocar una conferencia en Algeciras al año siguiente, en la que se acuerda poner las bases de un futuro protectorado en Marruecos, dividido entre una amplia zona francesa y una minúscula bajo control español cubriendo la orilla sur del Estrecho de Gibraltar. De esta forma, los intereses franceses salieron reforzados y, por otra parte, Italia se aleja de la Triple Alianza al apoyar las reivindicaciones francesas, como contrapartida a que esta le deje vía libre en Libia. La crisis de Bosnia-­‐Herzegovina de 1908 -­‐ 1909 Austria se anexiona Bosnia Herzegovina con el apoyo de Alemania y de Bulgaria (que se convierte a cambio en reino independiente). La maniobra amenaza a Serbia, aliada de Rusia y perjudica los propios intereses rusos en la zona, pero el zar no puede intervenir, agobiado por los problemas internos que ha generado su reciente derrota frente a Japón. La crisis de Agadir de 1911 Una intervención francesa en Fez (Marruecos) que viola los acuerdos de Algeciras, provocan la reacción alemana, que envía un cañonero al puerto de Agadir. El respaldo británico a Francia obligó a Alemania a retirarse, aunque logró a cambio territorios en Camerún. Las guerras balcánicas de 1912 a 1913 Una Liga Balcánica, formada por Serbia, Grecia, Bulgaria y Montenegro, derrota a Turquía, que pierde prácticamente todos sus territorios europeos, pero pronto, una nueva guerra enfrenta a los miembros de la propia liga por el reparto de Macedonia. En la nueva guerra se enfrentan Serbia y Grecia (apoyadas por Rusia) contra Bulgaria (apoyada por Alemania), que es derrotada. Tras la guerra, el sultán turco firma una alianza con el kaiser alemán. Los detonantes de la guerra A la altura de 1914, todos los ingredientes del conflicto están servidos: una competencia económica que se manifiesta en conflictos coloniales y en la formación de bloques de alianzas: por un lado, Alemania, Austria, Bulgaria y el Imperio Turco; frente a ellos, Rusia, Francia y Gran Bretaña fundamentalmente. y una zona donde confluyen las mayores tensiones: Los Balcanes. Sólo faltaba un detonante y este lo proporciona el asesinato del heredero a la corona austriaca en 1914. El 28 de junio de 1914, el estudiante nacionalista serbo-­‐bosnio Gavrilo Princip, asesina al archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austrohúngaro. Austria acusa a Serbia de estar detrás del atentado y de animar y proteger a las organizaciones nacionalistas serbo-­‐bósnias, por lo que exige que investigadores austriacos rastreen las conexiones del atentado en la propia Serbia. Ante la negativa de las autoridades, Austria plantea a Serbia un ultimátum el cual inmediatamente pone en funcionamiento los sistemas de alianzas tejidos en los años anteriores. La amenaza austriaca sobre Serbia provoca la intervención de su aliada Rusia, lo que de inmediato da lugar a que Alemania amenace a Rusia con intervenir a su vez si ataca a Austria. El inicio de la guerra lleva a que Alemania ponga en marcha el plan Schlieffen, un antiguo plan de guerra que contemplaba la posibilidad un enfrentamiento simultaneo de Alemania con Rusia y Francia y que, previendo la lentitud de los movimientos militares rusos, se basaba en lanzar un ataque relámpago sobre Francia a través de Bélgica para inmediatamente después hacer frente a Rusia en las fronteras orientales. Puesto en marcha el plan e invadida la neutral Bélgica, Gran Bretaña declara la guerra a Alemania. Fases del conflicto En agosto de 1914 comienza la que será conocida como Gran Guerra. Esta se desarrollará entre 1914 y 1918 y podemos estudiarla en cuatro fases. 1914: la guerra relámpago La guerra relámpago o guerra de movimientos se refiere a la gran ofensiva alemana que se inicia con la puesta en marcha del Plan Schlieffen. Éste como hemos dicho, contemplaba la posibilidad de que el reich tuviera que afrontar una guerra en dos frentes contra Francia y Rusia al mismo tiempo. Considerando el atraso económico de Rusia y, consecuencia de ello, la deficiencia de su red ferroviaria, así como las inmensas distancias del país, los generales alemanes consideraban que las tropas rusas se moverían con lentitud y tardarían en formar el frente sobre Alemania. En consecuencia, se dirigiría un ataque relámpago con todas las fuerzas alemanas para fulminar a Francia antes de que los rusos pudieran estar listos para la guerra. Para tener éxito en ese ataque rápido contra Francia, los alemanes no podían avanzar sobre la frontera común a ambos países, bien guarnecida, sino que atacarían por un flanco inesperado: invadiendo Bélgica y rebasando las líneas francesas para atacar directamente París. El plan Schlieffen funcionó inicialmente y en un mes amenazaban directamente parís; ante esta situación, el mando francés decidió llevar a cabo una contraofensiva sobre el rio Marne, que logró frenar el avance alemán y dar al traste con el Plan Schlieffen. Al mismo tiempo, el ejército ruso, en contra de las previsiones alemanas, había reaccionado con rapidez y aprovechando la debilidad de los alemanes en el frente oriental, invadió Prusia. La victoria de los generales Luddendorf y Hindemburg sobre los rusos en Tannenberg y en los Lagos Masurianos, lograron frenar el ataque y estabilizar el frente. 1915: la guerra de posiciones La estabilización de los frentes en el este y el oeste dio paso a una nueva fase de la guerra, la llamada "guerra de posiciones" o de trincheras. En esta fase se traba sobre todo de consolidar las áreas conquistadas y evitar a toda costa cualquier retroceso. Para ello se cavaron líneas interminables de trincheras a lo largo de los frentes. En esta fase comenzaron a usarse nuevas armas que hicieron la guerra aún más terrible: ametralladores, de gran eficacia en la defensa de las posiciones, baterías de cañones y, por primera vez, la aparición de la guerra química, con el empleo de gases asfixiantes. Más tarde harían también su aparición nuevas armas, como el submarino, el tanque y la aviación militar. 1916: la guerra de desgaste Estrechamente ligada a la guerra de posiciones, se desarrolla la guerra de desgaste. Descartada la posibilidad de una guerra corta, había que prepararse para un conflicto de larga duración con lo que ello significaba para las economías de los países contendientes, que tuvieron que poner en juego todos sus recursos para sostener el esfuerzo bélico. Entre febrero y julio de 1916 los alemanes lanzan una gran ofensiva sobre Verdún que dejó más de medio millón de muertos entre los dos bandos contendientes sin que los atacantes fueran capaces de romper el frente francés. Como respuesta, la Entente desencadena una ofensiva sobre el Somme igualmente sangrienta y que tampoco logra rebasar las defensas alemanas. En la guerra de desgaste, los ejércitos de la Entente gozaban de una clara superioridad. Los inagotables recursos que proporcionaban las colonias de los imperios francés y británico, tanto en hombres como en alimentos, materias primas y combustible, no tenían paralelo entre las potencias centrales, que además veían cómo el bloqueo naval al que les sometía la Entente les impedía recibir abastecimiento de países neutrales. Dadas estas circunstancias, Alemania no tuvo otra opción que atacar esas líneas de abastecimiento y el bloqueo con otra de las armas nuevas que hicieron su aparición en esta guerra: los submarinos. 1917-­‐1918: la resolución de la guerra El año 1917 tuvo especial trascendencia en la resolución de la guerra: en abril, los Estados Unidos declaran la guerra a Alemania como consecuencia de los reiterados ataques de sus submarinos a buques neutrales. Ese mismo mes, Alemania permite cruzar su territorio camino de Rusia al revolucionario marxista Vladimir Ilich Ulianov (Lenin), exiliado hasta entonces en Suiza, que rechaza la guerra como conflicto imperialista donde se resuelven los negocios de la burguesía a costa de la sangre de los trabajadores. En octubre del mismo año, Lenin, al frente del Partido Bolchevique (comunista) culmina el proceso revolucionario desatado en este país, funda el primer estado socialista (la URSS) e inmediatamente saca al país de la guerra. Aunque la salida de Rusia aliviara la situación de Alemania al poner término al frente oriental, el ingreso de los Estados Unidos inclinó definitivamente la balanza en favor de la Entente. A comienzos de 1918 el frente de las potencias centrales empezó a desmoronarse. De manera simultánea, los sufrimientos causados a la población civil y el ejemplo que llegaba de la Rusia bolchevique, espoleó movimientos revolucionarios en Austria y Alemania que terminaron por minar el poder de los emperadores. En enero de 1918 el Imperio otomano solicitó el armisticio, Bulgaria se rindió a finales de septiembre, a comienzos de noviembre se hundía el imperio austriaco y Carlos II huía al exilio, dos días antes, el kaiser alemán había abdicado y Alemania se había convertido en una república, que firmó el armisticio el 11 de noviembre. Los tratados de paz Los Tratados de París, de 1919 y 1920, dan nombre genérico a los que se firmaron con cada una de las potencias centrales como colofón de la guerra y de ellos no sólo salieron las condiciones de paz impuestas a cada uno de los países derrotados, sino un nuevo orden mundial. Diversos palacios fueron escenario de los distintos tratados, que recibieron de ellos sus nombres, el de Saint Germain con Austria, el de Neuilly con Bulgaria, el de Trianon con Hungría, el de Sevres con Turquía y el de Versalles con Alemania. Tratado de Versalles (28 de junio de 1919) La república alemana entregaba a Francia las regiones de Alsacia y Lorena (que le había arrebatado en 1871), aceptaba dividir en dos su territorio para conceder a Polonia una salida al mar a través del corredor de Danzing, que aislaba la Prusia oriental del resto de Alemania, dejaba sus colonias bajo mandato de la Sociedad de Naciones, que encargaría su administración a Gran Bretaña y Francia, entre otros países. Además, se le imponía la desmilitarización de la frontera con Francia en el Ruhr, la reducción de su ejército a 100.000 hombres, la abolición del servicio militar y la supresión de la aviación, la marina de guerra y la artillería pesada. Como colofón, se atribuía a Alemania la responsabilidad exclusiva en el inicio de la guerra y se la condenaba a pagar fuertes cantidades en concepto de reparación a los vencedores. Tratado de Saint Germain (10 de septiembre de 1919) El Imperio austro-­‐húngaro quedaba disuelto y dividido en dos países: Austria y Hungría. Austria perdía gran parte de su territorio, que quedaba reducido a los límites actuales y se le prohibía la posibilidad de una futura unificación con Alemania (Anschluss) Tratado de Neuilly (27 de noviembre de 1919) Bulgaria cedía a Grecia la región de Tracia y perdía su salida al Mediterráneo. Tratado de Trianon (4 de junio de 1920) Hungría además de perder dos tercios de su antiguo territorio, perdía igualmente su salida al mar. Tratado de Sevres (10 de agosto de 1920) Turquía queda reducida a sus límites actuales en la península de Anatolia. Entrega sus islas del Egeo a Grecia, el Dodecaneso y Rodas a Italia y sus dominios en Oriente Medio quedan bajo mandato de la Sociedad de Naciones, que los pone bajo la administración de Gran Bretaña y Francia De las ruinas de los viejos imperios derrotados en la guerra surgen dos países nuevos: la República de Checoslovaquia (formada por Bohemia, Moravia y Eslovaquia) y el Reino de Yugoslavia (integrado por Serbia, Croacia, Montenegro, Eslovenia, parte de Macedonia y Bosnia-­‐
Herzegovina) Para completar los cambios territoriales que supuso el final de la Primera Guerra Mundial, hay que añadir los resultados de la paz de Brest Litovsk, que había firmado la recién creada URSS con Alemania. Por estos tratados, la antigua Rusia perdía los países bálticos (Letonia, Lituania y Estonia), además de Finlandia, Ucrania, Georgia y Polonia entre otros territorios; todos ellos se convertían en estados independientes. Consecuencias de la guerra El balance final de la guerra puso en evidencia la capacidad destructiva de las nuevas armas empleadas: entre 9 y 11 millones de muertos y más de 21 millones de heridos, la inmensa mayoría de ellos hombres jóvenes, en edad de procrear y de trabajar con lo que ello supuso para la demografía y la economía de Europa. En este terreno hay que señalar además el incremento espectacular de las víctimas civiles, no combatientes, consecuencia del empleo de nuevos medios de destrucción masiva e indiscriminada, como los bombardeos aéreos sobre la retaguardia. Por lo que respecta a las pérdidas materiales, Europa perdió el 40% de su riqueza industrial y el 30% de la agrícola. En este sentido, fue Alemania uno de los países más castigados, si a ello le añadimos las imposiciones del Tratado de Versalles comprenderemos la intensidad de la crisis que sufrió este país en los años siguientes. Políticamente los cambios fueron profundos: se hundieron los grandes (y viejos) imperios europeos: Alemania, Austria y Turquía (además del Imperio Ruso, que había caído con la revolución socialista de 1917), surgieron nuevos países, ya citados y, sobre todo, la vieja Europa, agotada y destruida por la guerra, perdió su hegemonía a nivel mundial. Por el contrario, se asistió al nacimiento de dos nuevas potencias: los Estados Unidos, cuyas pérdidas humanas fueron insignificantes y cuya economía se beneficio enormemente del conflicto, además de no ser castigado en su territorio, pasaron a desempeñar un papel de primera magnitud en el nuevo orden mundial. Por otra parte, la antigua Rusia, integrada ahora en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, comenzó un proceso de desarrollo económico y social acelerado que en pocos años la convertiría en una nueva potencia, referencia además para los movimientos revolucionarios de todo el mundo. En lo social quizá el cambio más importante fue que se dio un paso decisivo en la emancipación femenina. La necesidad de hombres en el frente dio lugar a que en la retaguardia las mujeres ocuparan su lugar en las fábricas. Esta incorporación al mundo laboral, se prolongó más allá de la guerra y dio paso a la reivindicación de sus derechos civiles, entre ellos y sobre todo, el del sufragio. 
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