DISCURSO PRONUNCIADO POR DON ARTURO ALDUNATE

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DISCURSO
PRONUNCIADO POR DON
ARTURO ALDUNATE PHILLIPS,
PRESIDENTE DE LA
COMPAÑIA CHILENA DE ELECTRICIDAD
CON MOTIVO DE LA INAUGURACION
DE PLANTA RENCA.
14 de Diciembre de 1962.
E l 22 de Diciembre de 1959
me cupo la suerte de colocar la primera piedra de esta
Central; hoy tengo la íntima satisfacción de entregarla
en funcionamiento como parte del sistema de nuestra
Compañía. En esta oportunidad, creo indispensable señalar la trascendencia de este acto, que va mucho más
lejos que el simple hecho de inaugurar una central eléctrica más.
La energía eléctrica constituye en el mundo actual un
elemento indispensable para su progreso; a pesar de
inferir en el presupuesto familiar o en los costos industriales medios en un monto relativamente muy pequeño,
constituye, sin embargo, una especie de "fluido vital" indispensable para el desarrollo de la sociedad moderna.
Es como los glóbulos rojos en el organismo humano, que
apenas alcanzan a un insignificante porcentaje en el
peso de un hombre, pero sin cuya presencia o ante cuya
disminución el individuo muere o enferma.
Pero, además, el uso de la energía eléctrica tiene otra
característica particular: se acrecienta incesantemente
y en una proporción muy acelerada. Se estima que el
consumo de una zona en desarrollo, como la nuestra, debe
duplicarse cada diez años, lo cual significa que las instalaciones productoras y distribuidoras deben crecer en
consecuencia y que las inversiones necesarias deben seguir el mismo ritmo.
De esta característica deriva uno de los grandes problemas de las empresas de utilidad pública dedicadas a
producir y distribuir energía eléctrica: su necesidad de
contar con un permanente flujo de nuevos capitales
siempre en aumento.
Por otro lado, como el servicio eléctrico es de utilidad
pública, se hace perentoria la tuición del Estado. Y
aparece entonces el factor político para la fijación del
precio de la energía eléctrica, favorecido por el hecho de
que todos los habitantes de la zona abastecida son usuarios obligados del servicio. Así ha sucedido entre nosotros:
hace más de veinte años, siendo Gerente Comercial de
la Compañía, vi nacer los precios políticos de la energía
eléctrica en Chile y me cupo intervenir en las primeras
negociaciones para conseguir una legislación justa que
autorizara tarifas adecuadas para la obtención de los
capitales siempre crecientes que el desarrollo de la industria reclama.
Desgraciadamente, transcurrieron más de cuatro lustros durante los cuales las tarifas fueron siempre a la
zaga de las alzas de los costos; lo cual significó que durante todo este período la Compañía raras veces pudo
obtener menguas utilidades y ni siquiera estuvo en condiciones de pagar oportunamente el servicio de sus obligaciones crediticias.
Naturalmente que una tal situación impidió dar al
sistema productor y distribuidor de energía eléctrica el
necesario desarrollo y la zona servida debió sufrir como
consecuencia una crónica escasez de energía con las consiguientes restricciones de consumo, racionamientos, sobrecargas y fallas del sistema semejantes a los que, por
las mismas causas, h a n debido sufrir diversos otros países de América, tales como Argentina, México y Brasil.
Ante una condición de tan gravísimas consecuencias
para el desarrollo nacional, se interesaron por resolver
el problema, además de la propia Compañía, el Instituto
de Ingenieros de Chile, la Sociedad de Fomento Fabril
y otras entidades. Se estructuraron entonces diversos
proyectos de ley que fueron discutidos y, dada su complejidad técnica, muchas veces modificados.
Sólo a la llegada a la Presidencia de la República del
Excmo. señor Jorge Alessandri, conocedor del asunto, se
hizo un estudio definitivo de los proyectos referidos y
el Ejecutivo, en uso de las facultades que el Congreso
le confirió, dictó el Decreto Ley N? 4, de 24 de Julio de
1959, modificatorio de la antigua Ley de Servicios Eléctricos.
Conjuntamente con el despacho de esta nueva Ley,
que autoriza a las empresas eléctricas del país para obtener una utilidad del 10% de su capital inmovilizado y
que fija normas y procedimientos para alcanzar ese objetivo, nuestra Compañía firmó con el Gobierno de Chile un convenio en el cual, basándose en las garantías
que la nueva Ley le otorgaba, se comprometía a llevar
a cabo un plan de aumento, refuerzo y modernización de sus instalaciones, por un total de 100 millones
de dólares.
Para el cumplimiento de esta grave obligación, debió
recurrirse a la obtención de un préstamo del Exim Bank
por 42 millones de dólares. Además, los accionistas mayoritarios decidieron reinvertir en Chile las utilidades e
intereses correspondientes a sus inversiones hasta completar el monto del compromiso contraído. Esto pudo
obtenerse porque los precios de la energía no quedaban
ya sujetos a resoluciones circunstanciales, sino que debían ajustarse a una Ley de la República perfectamente
clara, que creó una Comisión técnica encargada de
regular las tarifas con prescindencia de consideraciones
de orden político. De inmediato nuestra Compañía puso
en realización su plan de obras, y me resulta muy honroso poder señalar la celeridad y eficiencia con que ellas
h a n sido ejecutadas.
La Planta de Renca no es ya un proyecto; está aquí
funcionando como fruto de la acción combinada de los
capitales y la técnica extranjeros y del esfuerzo y la capacidad de nuestros Ingenieros y hombres de trabajo.
Y la Planta de Ventanas está ya en construcción; mañana espero colocar la simbólica primera piedra de ella;
hace ya justamente un año colocamos la orden del
turbogenerador con la General Electric de los Estados
Unidos y en Marzo de este año la de la caldera con
Babcock & Wilcox y esperamos conectar la nueva central a nuestro sistema en Noviembre de 1964.
Tan importante como la erección de estas nuevas plantas para aumentar la disponibilidad de energía del sistema,
es la ejecución de las obras destinadas a ampliarlo,
robusteciéndolo y conectándolo tanto con los nuevos
centros de generación como con las subestaciones de alta
tensión que reciben energía del sistema interconectado.
En líneas generales, estas obras, que se estiman en un
total aproximado de 50 millones de dólares, comprenden
82 kilómetros de líneas de 110.000 volts, doble circuito,
en estructura metálica y 5 subestaciones para la interconexión de estas nuevas líneas con el sistema existente.
Se ha consultado también la instalación de 11 nuevas
subestaciones transformadoras de 110.000 a 12.000 volts
y la ampliación de las existentes en Apoquindo y Santa
Elena, todas con una capacidad transformadora total
superior a 300.000 KVA. El plan de ampliación comprende también la construcción dentro del sistema de distribución de 48 nuevos alimentadores radiales, el refuerzo
de los cables primarios de alimentación del sistema de
baja tensión que sirve el sector central de la ciudad de
Santiago, aumentando su capacidad al doble, y la instalación de más de 200.000 KVA en transformadores de
distribución de diferentes capacidades, con las correspondientes extensiones primarias y secundarias.
Para terminar, deseo mencionar así mismo el alumbrado de gas de mercurio que está cambiando la apariencia de nuestras ciudades, dándoles un aspecto moderno y atractivo. El plan de mejoramiento de alumbrado público consulta la instalación de 11.000 luminarias de gas de mercurio, con una inversión de 3 millones de dólares.
Ahora bien, creo de especial interés señalar a Uds.
que en cumplimiento de todo este ambicioso programa,
la Compañía ha terminado ya obras por un costo de 48
millones de dólares.
Por otro lado, es interesante señalar que esta Planta
térmica que hoy inauguramos, la de Laguna Verde que
tenemos funcionando al sur de Valparaíso, las varias
centrales hidráulicas que poseemos en la cordillera y
aquella cuya construcción hemos iniciado en Ventanas,
forman parte de un sistema interconectado con las instalaciones y centrales de la Empresa Nacional de Electricidad, Endesa.
La diferencia de los regímenes de agua de los ríos de
la zona sur con los del valle central y la configuración
geográfica y demográfica de nuestro territorio, h a n hecho aconsejable y posible esta integración. Efectivamente, el régimen de aguas en la parte cordillerana de los
ríos de la zona central de Chile varía sustancialmente
de invierno a verano. En el invierno los caudales se ven
disminuidos y se acumula en la alta cordillera la nieve
que produce el aumento de agua durante el verano. Es
decir, los ríos de esta zona entregan su mayor caudal
durante las épocas en que el consumo eléctrico disminuye. Afortunadamente, las plantas del sur construidas
por Endesa tienen un régimen inverso y pueden acumular reservas para ser utilizadas en el momento necesario,
cosa que no es posible en la zona central debido á la extraordinaria pendiente entre la cordillera y el mar.
Se comprende entonces que para solucionar en su conjunto el problema de suministro de energía eléctrica en
esta parte del país y hacer frente al notable aumento de
consumo particular, fiscal e industrial que se produce en
la estación de los fríos y el mayor oscurecimiento de los
días, h a sido necesario, por una parte, interconectar el
servicio de estas provincias con las plantas de la Empresa Nacional de Electricidad, y por otra, reforzar el
sistema con plantas térmicas independientes del régimen de aguas.
Es tras el cumplimiento de este objetivo que la Cía.
Chilena de Electricidad estudió la construcción de centrales a carbón ubicadas en diversas zonas de las provincias que sirve y la coordinación de su plan de expansión con el desarrollo de la Empresa Nacional de Elec-
tricidad, Endesa, de la cual nuestra Compañía es el consumidor más fuerte.
A este respecto creo que, ya que estoy en plan de analizar los problemas que plantea al país la producción
y distribución de energía eléctrica, es del caso referirme
a otro importante aspecto de la cuestión.
La energía que compramos a la Endesa, representa
algo menos de la mitad de la que entregamos a nuestra
clientela. Ahora bien, el precio a que compramos esta
energía, por ser entregada en alta tensión y lejos de los
centros de consumo, debe ser, forzosamente, inferior al
precio de ella puesta en casa de nuestros clientes, ya que
el costo de producción es sólo una parte del costo puesto a domicilio. Piénsese que, después de ser recibida por
nosotros, la energía debe ser transportada a largas distancias por medio de extensas y costosas líneas de transmisión de alta tensión; piénsese en los equipos de distribución, transformación y seguridad, en la red de distribución de baja tensión con sus empalmes y medidores;
en el numeroso grupo de técnicos y empleados dedicados a mantener el servicio, a equilibrar este complejísimo sistema eminentemente dinámico, a medir la energía consumida, a facturarla y cobrarla; piénsese en las
instalaciones de alumbrado público, de peculiares condiciones, en los equipos de suministro para las líneas de
trolley-buses, y en mil instalaciones más; y no debemos
olvidar, además, las pérdidas de energía que se producen en este multiforme enjambre de cables y conductores.
Comparar, pues, como se hace a menudo, el precio a que
compramos parte de nuestra energía a 110.000 volts, con
el que cobramos a la Municipalidad de Santiago por la
energía para alumbrado público o a cualquiera de Uds.
por lo que consumen en sus casas, es como comparar el
precio del cuero que entra en un par de zapatos con el
de ese par de zapatos colocado en las vitrinas de una
zapatería.
Señores, permítaseme terminar formulando un ardiente deseo: durante los cuatro años que me ha correspondido
el honor de presidir esta Compañía, he tenido la ventura
de ver resuelto en parte importante el problema del adecuado suministro de energía en estas provincias; y espero tener la suerte de verlo pronto resuelto en su integridad. Y en lo que a la atención misma de nuestros
clientes se refiere, es evidente que, cuando teníamos los
racionamientos que provocaban la incomodidad y el reclamo simultáneo de miles de clientes, no había posibilidad humana, ni servicio telefónico, ni organización de
emergencia, ni oficina de atención, capaz de hacer frente a una avalancha ante cuya simultaneidad se producía,
muchas veces, la impresión de que no deseábamos atender a nuestros clientes.
Con la inauguración de esta Planta, con la realización
integral de nuestros programas de trabajos y ampliaciones, y con el adecuado funcionamiento del sistema interconectado, esta grave situación debe quedar como algo
del pasado.
Señores, esta Compañía, cuyo nombre de Chilena ha
sido comentado a veces con mal intencionada sorna, está
formada, casi en su totalidad, por ingenieros, técnicos,
profesionales, empleados y obreros nacidos en nuestra
tierra; sus instalaciones están incorporadas para siempre
a nuestras montañas, a nuestras ciudades, a nuestras
calles y caminos; su acción y desarrollo están regidos y
controlados por leyes chilenas y el espíritu de los que
tuvieron fe para traer sus capitales, su experiencia y su
saber a estos lejanos territorios, es de respeto por nuestro
país y de fe en su porvenir. Por otra parte, el contrato
vigente ya ha puesto en manos del Estado de Chile un
15.7% del capital de la Compañía, aparte de una apreciadle cantidad de bonos en dólares y de una efectiva
participación en su administración a través de cuatro
Directores que representan los intereses fiscales. Por último, una política de comprensión h a permitido en este
año que 1.644 empleados y obreros nuestros hayan adquirido en ventajosas condiciones más de 260.000 acciones
de la Empresa, que si ibien no representan una parte
fundamental de su capital, les dan, sin embargo, un
nuevo nexo para con ella y una nueva razón para interesarse en su desarrollo.
Todo lo anterior me hace creer que justificadamente
podemos hablar de la Compañía Chilena de Electricidad,
Chilectra, cuyos Directores, administradores y colaboradores confiamos en ser capaces de ajustar su organización
para, a muy corto plazo, con el problema del racionamiento ya resuelto, poder entregar un servicio tan bueno
como los mejores del mundo. En ello estamos decidida
y entusiastamente empeñados.
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