El Nuevo Código Agrario - Aleph Ciencias Sociales

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El Nuevo
Código Agrario
ANTONIO MARTÍNEZ BAEZ
En el Diario Oficial de la Federación, correspondiente al día 12 de abril último, se publicó una
importante ley intitulada "Código Agrario de los Estados Unidos Mexicanos", promulgada en la ciudad de
Durango con fecha 22 de marzo anterior, ley que,
de conformidad con algunas de sus disposiciones transitorias, empezó a regir en la fecha de su publicación.
El nuevo Ordenamiento que expidió el Presidente
de la República en uso de las facultades extraordina
rias que le fueron concedidas por el Congreso de la
Unión, fusiona en un solo cuerpo legal las Leyes sobre
Dotaciones y Restituciones de Tierras y Aguas. Repartición de Tierras Ejidales y Constitución del Patrimonio Parcelario Ejidal, Creación de Nuevos Centros de Población Agrícola, e implanta de nuevo algunos preceptos de la Ley sobre Responsabilidades de
Funcionarios en materia agraria.
La nueva ley continúa con el vicio de generalización de las leyes anteriores, al considerar los procedimientos de la dotación y la restitución de tierras y
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aguas como los únicos para realizar la reforma agraria
mexicana, no obstante que, constitucional y legalmente, dicha reforma tiene diferentes medios de realizarse,
además de los procedimientos ejidales, tales, por ejemplo, el fraccionamiento de los latifundios, el arrendamiento de las tierras ociosas, la colonización, la cesión
gratuita de terrenos nacionales a agricultores pobres,
etc., etc. En tal virtud, sólo se han codificado en la
nueva ley las disposiciones antes dispersas, dictadas en
distintas fechas y con criterios diversos, en materia eji
dal, abandonándose las demás disposiciones legales que
rigen el estatuto jurídico-político del campo y de los
agricultores.
Conscientemente el Código Agrario identifica el
concepto "ejidal" con el concepto "agrario" y, así, en
las declaraciones del Presidente de la República hechas
a la prensa en 24 de marzo (aparecen incluidas en la
edición oficial), se expresa que la Ley de 1932 sobre
Creación de Nuevos Centros de Población Agrícola,
estableció un régimen extraño al agrario, y que esa
Ley y la de Colonización se apartan de las tendencias
agrarias; por lo que aquel procedimiento se ha vuelto
a utilizar como un medio complementario o subsidiario de la aplicación de las leyes ejidales o de los procedimientos agrarios.
En tal virtud, el Código Agrario viene a constituir
una nueva etapa en el movimiento legislativo sobre
ejidos, que se inicia con el Decreto de 6 de enero de
1915, y al que, por medio del párrafo 9* del artículo
27 de la Constitución Política de 1917, se da el valor
formal de una ley constitucional. Este movimiento
legislativo tuvo un largo período (años de 19151927) de ensayos en diferentes formas, con los criterios más diversos, basta la promulgación de la Ley
Bassols, de 23 de enero de 1927 (D.O. de 27 de abril
siguiente), en la que en forma completa y sistemática
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se reglamentó la parte relativa del artículo 27 Constitucional y la Ley de 6 de enero de 1915. Reformada
prematuramente la Ley Bassols en 11 de agosto de
1927, se siguió el mismo plan sistemático, al igual que
en las posteriores reformas de 17 de enero de 1929.
refundidas en un solo texto promulgado en 17 de mayo siguiente (D. O. de 1" de junio de 1929). Esta
Ley sobre Dotaciones y Restituciones de Tierras y
Aguas sufrió después reformas en 26 de diciembre de
1930 ■ D. O. de 23. de enero de 1931} y en 27 de diciembre de 1932 (D. O. de 31 de los mismos mes y
año !.
Con fecha 23 de diciembre de 1931 ( D. O. de 1 5
de enero de 1932) se expidió el decreto de reforma
constitucional que alteró los términos del artículo 10
de la Ley de 6 de enero de 1915, suprimiendo toda
intervención judicial en los procedimientos ejidales.
Recientemente, en 30 de diciembre del año próximo
pasado, se promulgó el decreto que reformó y adicionó
el artículo 27 Constitucional en un nuevo texto, que
en su artículo transitorio abrogó la ley fundamental en
esta importante materia agraria.
Por lo que respecta a otra de las leyes incorporadas
en el Código Agrario o sea la Reglamentaria sobre
Repartición de Tietras Ejidales y Constitución del Patrimonio Parcelario Ejidal, la que fué expedida con
fecha 19 de diciembre de 1925 (D. O. de 31 de los
mismos mes y año). fué complementada por el Reglamento de 4 de marzo de 1926 (D. O. de 5 de abril
de 1926), y sufrió reformas en 25 de agosto de 1927,
en 26 de diciembre de 1930 y en 29 de diciembre de
1932.
Por último, se incluyen en el nuevo Código disposiciones antes contenidas en la Ley sobre Creación
de Nuevos Centros de Población Agrícola, de 30 de
agosto de 1932 (D. O. de 9 de septiembre siguiente).
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EL TRIMESTRE ECONÓMICO
así como de la Ley sobre Responsabilidades de Funcionarios en materia Agraria (D. O. de 3 de septiembre de 1932), la que fué derogada pocos meses después de su expedición.
El Código Agrario es una ley reglamentaria de la
Constitución Federa!, pues desarrolla los preceptos de
las fracciones de la VIII a la XVI, inclusives, del artículo 27 Constitucional, reformado según Decreto
publicado en el Diario Oficial de 10 de enero último. En virtud de que dicha reforma constitucional
introdujo algunas importantes innovaciones que han
trascendido a los preceptos contenidos en el mencionado Código, algunas de las observaciones que se hacen
en este estudio sobre la ley reglamentaria se refieren
también a las bases de la legislación superior que les
sirve de fundamento.
En el breve estudio que se hace del Código Agrario se consideran principalmente las nuevas disposiciones en materia ejidal, a efecto de ver si se satisfacen
las finalidades deseadas por el legislador y, al efecto,
se seguirá en lo posible el orden de materias que adopta dicho Código.
En la materia relativa a las autoridades que intervienen en la tramitación, resolución y ejecución de los
expedientes agrarios, debe mencionarse, en primer término, la sustitución del órgano consultor del Ejecutivo
Federal establecido anteriormente, o sea la Comisión
Nacional Agraria, por dos organismos administrativos llamados Departamento Agrario y Cuerpo Consultivo Agrario. La creación del primero fué objeto
de un Decreto de 1 5 de enero del año en curso I D O.
de 17 de los mismos) ; de él se ocupa el artículo ! 1 de
la Ley de Secretarías de Estado, Departamentos Administrativos y demás Dependencias del Poder Ejecutivo Federal, de 22 de marzo último I D. O. de 6 de
abril siguiente).
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La importancia que las actividades ejidales han tenido en los últimos tiempos, motivó la división de
las funciones que anteriormente tenía a su cuidado la
Comisión Nacional Agraria, y su atribución a diversos órganos. Toda la labor administrativa se ha concentrado en un Departamento autónomo, sujeto directamente al Presidente de la República, sin la intervención de ninguna Secretaría de Estado, en tanto que
la función consultiva, principalmente la propuesta de
las resoluciones definitivas que hayan de dictarse en
los expedientes ejidales, se ha encomendado a un órgano distinto: el Cuerpo Consultivo Agrario. Este lo
integran cinco miembros, cuyo estatuto se encuentra
brevemente expuesto en los artículos 7, 75 y 162.
No obstante que la experiencia ha demostrado lo
inútil y lo perjudicial de la intervención de las autoridades locales en la resolución del problema ejidal, por
la incoherencia que resulta de la diversidad de criterios
adoptados por las autoridades de cada una de las distintas Entidades Federativas, el nuevo artículo 27
Constitucional y el Código Agrario que lo reglamenta desatienden poner remedio a dichas dificultades y
continúan, seguramente por razones de pequeña política, con el método de dar la misma ingerencia a los
gobernadores de los Estados en la resolución de los
expedientes agrarios. En efecto, tienen facultad para
pronunciar fallos provisionales que reciben inmediata
ejecución; ante ellos se presentan las solicitudes respectivas y pueden nombrar y remover a los Comités
Ejecutivos Agrarios. El simple cambio que en el nuevo Ordenamiento reciben los fallos de los gobernadores, "mandamientos", en vez de "resoluciones provisionales", no ha modificado en nada su naturaleza, ni
puede remediar los vicios de toda clase que presenta
la intervención de las autoridades locales en la tramitación y resolución de los expedientes agrarios, funciones para las que bastaría la autoridad federal.
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EL TRIMESTRE ECONÓMICO
Se frustra, así, el logro de una de las finalidades
que se propone la nueva legislación, cual es la celeridad
en los procedimientos de dotación y restitución. Puede considerarse que el mantenimiento del sistema anterior es uno de los errores en que incurre el Código
Agrario, aun cuando hayan existido razones de política de escasa altura en la solución criticada. No es
exacto, pues, lo asentado en las declaraciones presidenciales citadas, de que se evita la dualidad de autoridades agrarias, pues, esencialmente, dicha dualidad persiste.
Igual crítica debe hacerse a la subsistencia de las
Comisiones Locales Agrarias, las que, por su composición compleja, ahora se denominan Comisiones Agrarias Mixtas. Estarán integradas por dos representantes de la Federación, dos de los gobiernos locales y
uno de los campesinos, con función de órgano local
encargado de aplicar el nuevo Código. Sin embargo,
en la integración de estos cuerpos consultivos con funciones administrativas, se nota la realización de una
política centralizadora de los procedimientos ejidales
en todos sus estadios, y sólo es de sentirse que dicha
política no haya ido hasta sus últimas consecuencias
lógicas, esto es, al completo apartamiento de la autoridad local en los procedimientos agrarios, en beneficio de la prontitud en la resolución del problema ejidal. Sólo un valor político puede atribuirse a la parte
de las declaraciones presidenciales relativa a las Comisiones Mixtas, al expresar que en ellas "no sólo se
conserva la indispensable participación y responsabilidad de los gobiernos locales en la cuestión agraria,
sino que se refuerza y consolida, tanto porque en dichas comisiones tienen una representación igual a la
de la Federación, cuanto porque, dada la organización
y sistema de trabajo que deberán adoptar, las resoluciones, ahora mandamientos de los gobernadores, ten-
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drán bases más firmes,
" De conformidad con la
Ley Agraria anterior i art. 6), la totalidad de los
miembros de las Comisiones Locales era designada por
el Gobernador del Estado, y ahora el Ejecutivo Local
nombra solamente a dos de los cinco integrantes de
las Comisiones Mixtas. las que, además, son presididas por el Delegado del Departamento Agrario. La
misma incongruencia real, disimulada con una declaración enfática, se percibe en la expresión de que "el
carácter de mixtas de las Comisiones Agrarias, realizará también la finalidad largamente perseguida, de
unificar el criterio de las autoridades federales y locales para la resolución de este problema básico", en contradicción con la frase de las mismas declaraciones:
"se evita la dualidad de las autoridades agrarias".
Por último, por lo que respecta a la integración
de las Comisiones Agrarias Mixtas, la nueva ley señala un procedimiento imperfecto para designar al representante de los ejidatarios. Para ello no sólo se
requiere la reunión de asambleas generales en todos
los poblados con ejidos de cada Estado, sino la presencia en ellas, por lo menos, del 60a, de los individuos con parcela. Lo más importante es, sin embargo,
que se deja al Presidente de la República declarar
quienes, al fin, fueron electos, sin que se exprese si
hay un número de votos necesario para la elección.
Ahora bien, como lo más probable es que cada poblado designe a uno de sus vecinos, ocurrirá que teniendo
cada uno un voto, el Presidente deba escoger entre ellos,
lo cual, ciertamente, parece poco democrático. Si se
consideran los votos individuales de cada poblado, no
se sabe si para el cómputo contará el número total
de ejidatarios, o sólo el de los votos emitidos a favor
del designado.
Por ¡o que respecta a las disposiciones comunes a
los procedimientos de restituciones y de dotaciones de
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tierras y de aguas, debe mencionarse la parte final del
articulo 21, que establece como elemento de la acción
dotatoria la existencia del poblado con anterioridad a
la fecha de la solicitud correspondiente, para evitar la
repetición de algunos casos anteriores en los que con
posterioridad a la solicitud de ejidos se organizaba el
poblado; no obstante que conforme a la Ley Agraria,
siguiendo en esto entre otros muchos puntos las reglas del derecho procesal civil, se consideraban, para
dictar la resolución, las condiciones existentes en la fecha de la solicitud relativa.
En el artículo 22 aparece por primera vez manifestado el principio de la rapidez en el procedimiento,
que, como antes se expresa, es muy difícil lograr con
la intervención de las autoridades locales. Se previene
que una copia de la solicitud deberá presentarse^ ante
la Comisión Agraria Mixta, con la cual deberá iniciarse el procedimiento respectivo en caso de que el
Gobernador no le mande el original, lo que comprueba
plenamente la inutilidad del trámite relativo a la presentación de la solicitud ante el Ejecutivo Local.
En cuanto a las restituciones, se encuentra una disposición que con otras varias revela una tendencia razonable perseguida por el Código Agrario, cual es la
atribución de la tierra para su cultivo y sólo para su
cultivo. La parte final del artículo 31 dispone que
en los casos en que la superficie restituida sea mayor
de la necesaria para adjudicar la parcela normal a cada uno de los vecinos con derecho a tierras, podrá
aumentarse la extensión de la parcela hasta el doble
y admitirse como capacitados para recibir parcela a
ciertos individuos que en los términos legales estrictos
no tendrían derecho al beneficio agrario. Esta disposición tiende a evitar la inconveniente situación de las
restituciones de una extensión excesiva en relación al
número de vecinos con derecho a parcela; pero se ad-
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mite una solución intermedia, pues no se llega hasta
la atribución en todo caso de la parcela con la extensión legal, lo que permitiría obtener un sobrante de
tierras para colocar a los individuos que en otros ejidos no hayan podido recibirlas.
El artículo 38 presta un apoyo legal a la elección
de las mejores tierras para integrar los ejidos, y el artículo 40 declara terminantemente, inspirado en la
tendencia de satisfacer de verdad las necesidades de tierra, que no podrá considerarse que una dotación excesiva de tierras incultivables compensa la falta de tierra
de cultivo.
Esta finalidad consistente en considerar que la tierra se atribuye para su cultivo y no para tener una
extensión de suelo destinada para fines diversos a su
explotación agrícola, se trata de alcanzar también mediante los procedimientos de fijar límites fijos a la
parcela individual (art. 47), la que exclusivamente se
integrará por tierras de riego o de temporal, que serán
siempre de cultivo o cultivables, a diferencia de la legislación anterior (art. 17), en la que se señalaba a
las parcelas individuales un máximo y mínimo, con
lo que las tierras podían ser áridas o cerriles: así como
por las disposiciones de los artículos 133, III. y 134,
que previenen la división del ejido en parcelas culti
vables en la extensión necesaria, eliminándose del reparto al número de ejidatarios excedentes.
Como manifestación más clara y patente de la finalidad perseguida por el nuevo Código sobre la llamada generalización del derecho agrario, se presenta
la admisión en las dotaciones ejídales de los "peones
acasillados". quienes si bien no pueden constituir por
sí mismos núcleos de población con capacidad dotatoria. sí pueden recibir en forma aislada parcelas en los
poblados vecinos, ya en los casos de sobrantes de tie-
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EL TRIMESTRE ECONÓMICO
rras en los repartos y de expedientes en tramitación, o
constituyendo nuevos centros de población agrícola.
Esta orientación de la nueva ley ejídal. mis que
una simple generalización del derecho agrario, o sea
la extensión de las capacidades colectiva e individual
para recibir tierras, significa la adopción de un criterio
más realista en la solución del problema, que se percibe en diversas disposiciones del Código. Se considera ya la existencia de necesidades individuales, independientes de las que colectivamente pueden tener los
núcleos de población. Los principales defectos que han
tenido nuestras leyes agrarias provienen de utilizar
conceptos y procedimientos tomados de leyes coloniales y de la época de la Reforma, que ligaban la atribución de la tierra a la existencia de poblados, continuándose en la época actual con una vinculación de la
tierra a un concepto colectivo de pueblo; pero ya en
el movimiento legislativo sistemático que se inicia
con la Ley Bassols, se desecha el concepto inconveniente de la "categoría política", y el Código Agrario
atiende más a la verdad de las cosas y procura llevar
el beneficio agrario a los peones acasillados. trabajadores rurales que sujetos a la dependencia económica
de los hacendados, son los más idóneos y los más indicados para beneficiarse de la reforma agraria. Sin
embargo, el Código sólo significa un paso inicial, que
creemos no será definitivo, en la realización integral
de la reforma, independientemente de conceptos colectivos que por sí mismos no suponen la existencia de
necesidades agrarias. Como lo expresara el Jefe del
Departamento Agrario en conferencia reciente, el Código Agrario presenta a este respecto un avance evolutivo, que va del pueblo hacia el individuo, realizando
el programa de "tierra para el campesino".
El abandono, de naturaleza embrionaria, de la tesis antigua sobre la necesaria relación del ejido con los
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núcleos de población, aparece también en forma indudable con la posibilidad que, por vía de excepción y
con el carácter de ensayo ( art. 53), se permite para
establecer los Distritos Ejidales, mediante los cuales
puede satisfacerse la necesidad agraria de distintos poblados de una comarca, y que se atribuirán sin referirse a ningún núcleo en particular; procedimiento que
tiene amplísimas posibilidades en el futuro y que ya
se trata de aplicar en el caso de la comarca de La Laguna y que en época reciente, sin existir aún base legal,
se adoptó para la solución del problema agrario del
Río Mayo.
Otra importante reforma es la que adopta el Código Agrario en materia de la pequeña propiedad agrícola en explotación, pues se previene que ésta habrá
de respetarse indefectiblemente, incurriéndose en res
ponsabilidad en los casos de que se afecten las pequeñas propiedades. La localízación de la pequeña propiedad inafectable se permite que la haga el propietario, aun en el caso de las superficies que deben respetarse en las restituciones ejidales. y el Presidente de la
República pronuncia con carácter definitivo e inmodificable la resolución de inafectabilidad de la pequeña
propiedad con su localízación.
En materia de dotaciones de aguas se establece la
inafectabilidad de diversos aprovechamientos impoi
tantes. cuya subsistencia se ha considerado necesario
garantizar plenamente, con positivo adelanto respecto
a las incompletas y escasas disposiciones de la legislación anterior.
En la parte relativa a la tramitación de los expedientes agrarios, más importante que las disposiciones derogatorias de algunos plazos y trámites ante las
antiguas Comisiones Locales Agrarias, ya que se reconoce por las mismas declaraciones presidenciales que
la anterior dilatación de los procedimientos se ha de-
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bido a un problema de índole burocrática o presupuestad y no de naturaleza procesal, es la disposición
(art. 66) que previene que las Comisiones Agrarias
Mixtas ordenarán, por regla general, que los trabajos
de estudio abarquen simultáneamente las solicitudes
existentes en toda una región agrícola, pues en ella se
percibe de nuevo la idea de considerar orgánicamente
las necesidades económicas agrícolas de toda una zona,
sin atender sólo a las circunstancias de un poblado,
aisladamente y desarticulándolo de toda otra circunstancia.
No se considera fundamental, en cambio, la reforma que establece la nueva legislación al prevenir que
los propietarios presuntos afectados podrán exponer
por escrito ante las Comisiones Agrarias Mixtas lo que
a su derecho convenga, durante la tramitación del expediente y basta antes de que emitan su dictamen, o
ante el Departamento Agrario, desde que el expedien
te sea entregado a éste, basta que el Cuerpo Consultivo lo dictamine, pero sólo para el efecto de hacer observaciones a los mandamientos de posesión. Esto en
lugar de los derechos que anteriormente tenían dichos
propietarios para hacer objeciones, rendir pruebas y
formular alegatos, aun cuando se les reserva cierta importante intervención, ya que, por ejemplo, la Junta
Censal se integra con un representante de dichos propietarios. Esta intervención se ha hecho imprecisa en
cuanto a su objeto y a su oportunidad; pero no es
bastante para considerar, como se expresa en las citadas declaraciones oficíales, que "se priva a los procedimientos de restitución y dotación de tierras y aguas a
los pueblos, de todo carácter de contienda entre partes.
que produjo antagonismos injustificados entre la clase campesina y los propietarios afectados, y que, fuera
de los trastornos económicos y políticos que acarreó,
entorpeció indudablemente la resolución del proble-
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ma". Como la reforma ejidal recaerá en su mayor
parte sobre propiedades privadas, el fin que antes tenían los procedimientos agrarios subsistirá con la aplicación del nuevo Ordenamiento, ya que subsisten fundamentalmente la intervención de los solicitantes de
tierras y la de los propietarios afectados.
La creación de nuevos centros de población agrícola es un procedimiento que viene a complementar los
de la dotación y la restitución de ejidos. Mediante él.
a pesar de lo expuesto en las declaraciones presidenciales, se trata de satisfacer, no necesidades de núcleos de
población, pues no se requiere en toda su pureza la
preexistencia del poblado, sino de crear una zona distinta a aquella en la que habitan los individuos necesitados de tierras, a la cual éstos se movilizan para su
definitivo establecimiento. Habrá que recordar que
mediante este procedimiento agrario se puede otorgar
el beneficio de la tierra a los peones acasillados. los
que por sí solos no constituyen un núcleo de población
con capacidad ejidal.
La creación de nuevos centros de población agrícola puede hacerse oficiosamente, sin solicitud alguna
de los futuros pobladores y su tramitación es más sencilla que la necesaria para un expediente de dotación o
de restitución de ejidos. Se requiere especialmente la
conformidad de los fundadores de dichos centros para
trasladarse al lugar donde vaya a establecerse el nuevo
centro agrícola: pero su régimen de organización y explotación viene a ser idéntico al de los ejidos.
Este nuevo procedimiento que adopta la reforma
agraria viene a comprobar la insuficiencia de la solu
ción ejidal. derivada de sus limitaciones, que proceden
de relacionarse la redistribución del campo con factores urbanos, y a iniciar vigorosamente el camino hacia
la solución integral de nuestro problema agrario. Sin
embargo, es de observarse que la ley reglamentaria que
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EL TRIMESTRE ECONÓMICO
se estudia, identifica los nuevos centros de población
agrícola a los ejidos, en cuanto a los órganos que intervienen en los procedimientos respectivos y al régimen de organización y explotación de ambas necesidades agrarias, previniendo que las resoluciones presidenciales producirán los mismos efectos en ambos casos, sin que exista una base constitucional para esa
identificación, ya que el artículo 27 constitucional señala un régimen privilegiado para los ejidos, de naturaleza excepcional, y así deroga toda intervención
del Poder Judicial, y en particular la utilización del
juicio de amparo. En el párrafo tercero de dicho artículo se incluye el procedimiento de la creación de
nuevos centros de población agrícola, entre otros medios que realizan la facultad del Estado para imponer
a la propiedad privada las modalidades que dicte el
interés público, sin expresarse que al citado procedimiento le sea aplicable el régimen jurídico particular
de que gozan los ejidos, contenido en las fracciones de
la VIII a la XVI del mismo artículo 27. En esta materia el Código Agrario desconoce los precedentes de
los casos de creación de nuevos centros de población
agrícola anteriores a la Ley de 30 de agosto de 1932
y de las disposiciones de esa misma Ley. en el sentido
de que la indemnización se hará en efectivo y no en
valores públicos, pudiendo los afectados recurrir al juicio de amparo.
En cuanto al régimen jurídico de los bienes ejidaIes, la disposición nueva más importante consiste en
atribuir la organización social y económica de los ejidatarios al Banco Nacional de Crédito Agrícola, en las
zonas donde opere dicha institución, y en su defecto,
tales funciones se ejercitarán por el Departamento
Agrario, organismo que debe estudiar el plan de explotación y fomento del ejido. Estas importantísimas
atribuciones del Banco Nacional de Crédito Agrícola y
EL NUEVO CÓDIGO AGRARIO
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del Departamento Agrario no pueden juzgarse anticipadamente con seriedad, pues habrá que esperar los
resultados que la práctica presente de la atribución a
dichos organismos de la obra colosal que significa el
control de los varios millares de ejidos dispersos en
todo el territorio de la República.
En el Título Noveno se establecen las responsabilidades de las autoridades agrarias, así como las infracciones que originan tales responsabilidades, estableciéndose algunas disposiciones de la Ley sobre Responsabilidades de Funcionarios en materia Agraria, la
que se declara fué derogada por irrealizable, aun cuando sin expresarse sus vicios de inaplicabilidad. Únicamente habrá que hacer la observación de que, en nuestro concepto, la suprema autoridad en materia agraria,
el Presidente de la República, no queda sujeta a ninguna responsabilidad, tanto porque el artículo 157 no
fija sanción alguna, cuanto porque carece dicha res
ponsabilidad de un fundamento constitucional. En
efecto. la fracción XV del artículo 27 no menciona al
Presidente de la República, ni éste es una autoridad
que intervenga en la tramitación agraria, sino que se
limita a dictar el fallo definitivo en los expedientes.
Además, el precepto constitucional citado establece como responsabilidad en que pueden incurrir las autori
dades agrarias, la derivada de violaciones a la Constitución, y de conformidad con el párrafo tercero del
artículo 108 constitucional, el Presidente de la República se halla excluido de dicha responsabilidad.
El artículo 10 de la Ley Agraria de 6 de enero de 1915.
en sus reformas de 23 de diciembre de 1931, sí dis
puso que el Presidente de la República sería responsable por violaciones a la Constitución, en el caso de que
autorizara alguna dotación de ejidos que afectase la
pequeña propiedad o las exceptuadas por la Ley Agraria; pero la ley constitucional citada fué abrogada por
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EL TRIMESTRE ECONÓMICO
el artículo transitorio del Decreto que reformó el artículo 27 de la Constitución Política.
Finalmente, una importante innovación se hj
adoptado en el Código Agrario, por lo que respecta a
la situación de los propietarios afectados frente a los
derechos de sus acreedores hipotecarios, pues el artículo 175, después de prevenir que se extinguirán los gravámenes sobre los bienes que sufran afectaciones agrarias, dispone que esa extinción será proporcional a la
parte afectada y que la garantía de los acreedores se
limitará a la parte proporcional de la indemnización
qug se otorgue a los afectados, así como que las acciones de los acreedores, en lo relativo a la porción extinta
de los gravámenes, no podrá alcanzar más bienes de
los deudores que la parte proporcional de la indemnización.
Esta importante y trascendental disposición se funda, según las declaraciones presidenciales ya citadas,
que deben considerarse como la única exposición de
motivos del Código Agrario, en consideraciones de
justicia y equidad, a fin de impedir un privilegio a los
acreedores frente a la situación de la clase propietaria,
que ha resentido directamente las consecuencias de la
resolución de un problema nacional, como lo es el
agrario.
Independientemente de que las consecuencias prácticas no se resentirán en lo futuro por toda la colectividad, sino por otra pequeña clase, la de los acreedores
con garantía hipotecaria rural, en vez de que se hiciera
una efectiva indemnización por el Estado a los expropiados, fundada en la solidaridad de todas las clases
sociales, existe en contra de la nueva disposición la
circunstancia técnica de que desconoce el carácter accesorio de la garantía hipotecaria, el principio de la indivisibilidad de la hipoteca, la existencia de hipotecas
necesarias o legales, además de las que garantizan inversiones lucrativas, y fundamentalmente, en nuestra
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opinión no tiene ningún apoyo constitucional. Es perfectamente admisible la extinción del gravamen hipotecario respecto a los ejidatarios, como en toda expropiación por causa de utilidad pública; pero las relaciones entre acreedor y deudor y la existencia de una
garantía real para el efectivo cumplimiento de obligaciones privadas, son irrelevantes por lo que toca a la
reforma agraria. Tanto el régimen jurídico en materia
de contratos, como el de la propiedad inmueble, de
acuerdo con los principios y con las disposiciones del
artículo 121 constitucional, pertenecen a la legislación civil de cada Entidad Federativa, por lo que existe
una invasión indudable de la competencia local por
parte de la autoridad federal en esta disposición que
se comenta y la relativa del artículo 4" transitorio, remediable en casos concretos por medio del procedimiento constitucional del juicio de amparo.
Como observación final y comprensiva de las expuestas anteriormente, podemos afirmar que el nuevo
Código Agrario presenta un sensible progreso en la
realización de la reforma de la distribución de la tierra
en México, aun cuando el avance obtenido sea obra de
fuerzas percibidas confusamente y no el resultado
de un pensamiento consciente, que se lleve hasta sus
conclusiones más remotas; por lo que seguramente la
aplicación del nuevo Ordenamiento legal traerá consigo la necesidad de nuevas reformas legislativas que permitan alcanzar en tiempo lejano o próximo el estatuto legal definitivo del campo mexicano.
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