04/10/2016 URL: www.elpais.com UUM: 6492000 PAÍS: España UUD: 1272000 TARIFA: 18199 € TVD: 1819900 TMV: 2.69 min 2 Octubre, 2016 Pulse aquí para acceder a la versión online Bailaora de fondo Y cuando faltaban diez minutos para cumplir cuatro horas en el escenario, Rocío Molina bailó una soleá de las que se quedan en la retina para siempre. Exhausta, al límite de sus fuerzas, la bailaora sacó la pasión de donde ya parecía que no había, y reactivó a los espectadores, que con sus aplausos demostraron que cuatro horas de esta bailaora no son suficientes. Rocío Molina (Málaga, 1984) quería demostrar este sábado los límites del baile, sus propios límites, con una improvisación de cuatro horas en el Teatro Central de Sevilla, en el marco de la Bienal de Flamenco. Había preparado numerosos elementos para llenar el tiempo (y en cierta manera, el espacio) y muchos de ellos se tornaron casi innecesarios cuando el flamenco comenzó a fluir por su cuerpo. Los espectadores recibieron instrucciones al entrar: podían entrar y salir a su antojo, comer y beber, podían enviar mensajes a la bailaora con palabras inspiradoras, y podían disponer sus músicas o algunos objetos para ser utilizados por la bailaora. “Quiero saber qué pasa cuando ya no puedo más físicamente y se me acaban los recursos”, decía unas semanas antes de la improvisación. Tendrá que pensar otra fórmula. Recursos de baile, precisamente, no le faltaron en cuatro horas. 'Una improvisación de…' Baile: Rocío Molina. Guitarra: Eduardo Trassierra, Rafael Rodríguez, José Acedo. Cante: José Ángel Carmona, Antonio Campos. Percusión y electrónica: Pablo Martín Jones. Compás: José Manuel Ramos Oruco. Piano: Pablo Suárez. Contrabajo: Pablo Martín Caminero. Idea Original: Rocío Molina. Dirección Artística: Carlos Marquerie. Dirección técnica / luz: Antonio Serrano. Sonido: Javier Álvarez. Regiduría: Reyes Pipio. Producción: Loïc Bastos y Magdalena Escoriza. Teatro Central. Sábado 1 de octubre. Hubo algunas bajas entre el público, por supuesto, pero el cautivador baile presentado lo llevó en volandas hasta la conclusión, en la que la bailaora les invitó a bajar a las tablas y fundirse en un abrazo de baile de despedida. Molina estuvo concentrada desde que salió. Su baile libre por tangos, por soleá o los numerosos zapateados que P.31 URL: www.elpais.com UUM: 6492000 PAÍS: España UUD: 1272000 TARIFA: 18199 € TVD: 1819900 TMV: 2.69 min 2 Octubre, 2016 Pulse aquí para acceder a la versión online acometió, estuvieron sobrados de precisión, técnica y estilo, su estilo, lecciones de arte sin las estrecheces de una coreografía que nadie sabía en qué iban a desembocar y dejaron momentos inolvidables. Algunos de esos momentos los pusieron los invitados especiales de la bailaora. Fundamental fue el baile, sentada en una silla, de La Chana (Antonia Santiago Amador, Barcelona, 1946). Impresionante su demostración de fuerza, la destreza de pies en unas escobillas precisas y veloces, la calidad de su braceo, arropada por unos cantaores inspiradísimos que transformaron a una dulce anciana en un torrente de flamenco que levantó al público de sus asientos. Cuando parecía que se iba a derrumbar, la Chana continuó en un mano a mano por tangos con la protagonista de la noche, las dos sentadas pero llenando el escenario con su baile. Unos tangos que además Rocío Molina bailó con una bota del también bailaor Israel Galván, que le propuso improvisar con una de sus botas y otra de escayola con la que Rocío bailó y, como no podía ser de otra manera, quién sabe si como recuerdo de su Vinática, hizo pedazos después. También fue mágico poder escuchar a Lole, acompañada de Joselito Acedo que para la ocasión tocó la guitarra de Manuel Molina, interpretar algunas de las mejores canciones de Lole y Manuel. Un cuento para mi niño, Dime, Alba Molina, El silbo del dale y Al Alba con alegría son los temas a los que Molina asistió casi como espectadora, chiquita en algunos momentos en los márgenes del escenario, de baile libre, elegante y estilizado como la mariposilla blanca de la canción en otros. Lástima que el vestuario que eligió para el momento no acompañara, la falda le constreñía y a punto estuvo de dar algún traspiés. En cuatro horas inolvidables hubo momentos para bailar con mantón, para hacer un paso a dos exquisito y delicado junto a Nani Paños, comicidad junto a Rafael Estévez y experimentación y expresión junto a unos músicos que la arroparon en todo momento, la siguieron y le dieron impulso cuando comenzaron a flaquear las fuerzas. P.32 016 PAÍS: España FRECUENCIA: Diario PÁGINAS: 85 O.J.D.: 21084 TARIFA: 5956 € E.G.M.: 106000 ÁREA: 546 CM² - 60% SECCIÓN: CULTURA CULTURA 85 3 Octubre, 2016 RAÚL DOBLADO a. Gracias a a época que, erezano en pero de cauede ser de Rocío Molina y... su Olimpo MARTA CARRASCO SEVILLA No voy a intentar revelarles cómo fueron cuatro horas de una obra donde la performance y el espectáculo estaban a la par; donde la bailaora Rocío Molina conquistó el Olimpo del baile, no sólo por su increíble actuación, casi al límite de las fuerzas, sino por todas las sorpresas que se revelaron durante esas horas en las que cuatrocientas personas tuvimos la inmensa suerte de gozar de una propuesta inolvidable. En el idóneo escenario del teatro Central se ofrecía una hoja de «instrucciones» donde se indicaba que había un grupo de Whatsaap, para contactar con la la bailaora. Se repartieron linternas láser que el público usaría cuando la artista lo pidiera, y había una mesa con un mini jack para conectar el móvil y que el espectador propusiera músicas. Rocío Molina es una inmensa bailaora, y hubo muchos momentos. El de su baile por soléa con el cante de Antonio Campos y José Angel Carmona y las palmas del Oruco. Salen dos hombres y se sientan en una mesa con la enorme guitarra de Rafael Rodríguez. Son Itoly de los Palacios y Nene Escalera. Sabor a peña, a flamenco de cuarto de cabales..., baila Rocío con el cante añejo por seguiriyas y cartageneras. Emoción. Luego, vestida de amarillo, Lole Montoya con la guitarra de José Acedo. Canta «La mariposa blanca» y «Dime». Baila Molina, escalofríos en el público. Momento sublime. Lole emociona y juntas el aire se parte. Otro momento: La Chana. Antonia Santiago Amador, la gitana catalana de baile racial, entra de la mano de Rocío, y se sienta en una silla. Frente a ella se sienta Molina. Y empieza el delirio. La Chana, fiel a su genio y a su edad, baila sentada, zapatea y remata y el público se pone en pie como un resorte. El zapateado de la Chana nos alucina y Rocío responde con respeto. La pantalla anuncia: «dos elementos entregados por Israel Galván», para que Rocío improvise. Un zapato es de barro, el otro se lo pone la bailaora. Con uno baila y el otro Rocío Molina, broche de oro del baile en esta Bienal UNA IMPROVISACION DE... !!!!! Baile: Rocío Molina. Guitarra: Eduardo Trassierra, Rafael Rodríguez, José Acedo. Cante: José Angel Carmona y Antonio Campos. Teatro Central. Día: 01/09/2016 acaba partiéndolo. Y de repente un hombre en escena improvisadamente. Valeriano Paños y Rocío Molina hacen un impresionante paso a dos, de portés y movimientos hermosos, sin zapateados. A Paños le sigue Rafael Estévez, otra estética. Zapatea Rafael, zapatea Rocío. Son momentos hermosísimos de fraternidad entre artistas. Más momentos: el baile de Rocío Molina con el piano de Pablo Suárez; con el contrabajo de Pablo Martín Caminero o las guitarras de Rafael Rodríguez y Eduardo Trassie- ÓSCAR ROMERO rra. O cuando el cantaor José Angel Carmona coge el bajo eléctrico; o cuando dice Rocío: «necesito que alguien venga y me abrace», y Rafael Rodríguez va el el primero, a quien siguen Rosario la Tremendita y muchos espectadores que rodean a la bailaora como si la protegieran. Rocío baila y nos pone un mensaje por Whatsaap: «voy a hacer esta maravillosa rondeña de mi Eduardo»...,«os quiero enseñar mi nueva soleá por bulerías». Rocío Molina se ha roto el alma bailando. Ha bailado durante cuatro horas, haciendo zapateados imposibles, cambrés de tocar el suelo o movimientos tan contemporáneos como flamencos. Un baile que no tiene parangón. En el reloj faltan cuatro minutos. Rocío Molina saca gente del público al escenario. Les indica que bailen, y ella, abrazada a una mujer mayor, extranjera, que parece Pina Baush, baila...Tres, dos uno, cero... Han terminado cuatro horas que han pasado como un suspiro. Estamos en el Olimpo de Rocío Molina. P.43