El fuego entre las manos - Ayuntamiento de Leganés

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El fuego entre las manos
El fuego entre las manos
Leganés a Julia Uceda
Edita:
AYUNTAMIENTO DE LEGANÉS
LEGACOM COMUNICACION S.A.U
Dirección Editorial:
Manuel Hidalgo González
Imagen de portada:
Francisco Uceda
Diseño y maquetación:
LEGACOM COMUNICACION S.A.U.
José María Rivero Pilar
Coordinación Técnica:
Concejalía de Educación
Equipo técnico de Apoyo a la Escuela
Este libro ha sido posible gracias la colaboración de:
• Los Institutos de Educación Secundaria de Leganés: Butarque, E. Tierno
Galván, Isaac Albéniz, José de Churriguera, Juan de Mairena, Julio Verne,
Luis Vives, María Zambrano, Octavio Paz, Pablo Neruda, Siglo XXI.
• Barry D. Amis
• Julia Barella
• Noni Benegas
• Juana Castro
• Jacobo Cortines
• Miguel García-Posada
• Javier Lostalé
• Juan Rey
• Francisco Uceda
• Noël Valis
Imprime:
Gráficas
Depósito legal:
Queda prohibida, salvo excepción prevista por la ley, la reproducción (electrónica,
química, mecánica, óptica de grabación o de fotocopia), distribución, comunicación
pública y transformación de cualquier parte de esta publicación –incluido el diseño de
cubierta, sin la previa autorización escrita de los titulares de la propiedad intelectual
y de la editorial.
El fuego entre las manos
ÍNDICE
Presentación de Rafael Gómez Montoya
7
Noni Benegas
9
IES Octavio Paz
14
Julia Barella
17
IES Butarque
19
Barry D. Amis
21
IES Luis Vives
22
Juan Rey
25
IES Juan de Mairena
26
Julia Uceda
28
Francisco Uceda
29
Noël Valis
31
IES Siglo XXI
33
IES Pablo Neruda
35
Jacobo Cortines
37
IES José de Churriguera
38
Miguel García-Posada
41
IES María Zambrano
42
Juana Castro
45
IES Julio Verne
46
IES E. Tierno Galván
48
IES Isaac Albéniz
49
Javier Lostalé
50
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El fuego entre las manos
Estimada ciudadanía
Tenéis ante vosotros una nueva publicación dedicada, en esta ocasión, a la labor
poética de Julia Uceda. El Ayuntamiento de Leganés, con la colaboración de varios
institutos de secundaria de la ciudad, ha hecho posible que este libro, El fuego entre
las manos, se sume a los homenajes ya realizados a Blas de Otero, Ángel González
y José Hierro.
En este caso, la poetisa sevillana, que fue Premio Nacional de Poesía en el año 2003,
se ha convertido en fuente de inspiración para los estudiantes que, una vez más,
nos demuestran en esta obra su sensibilidad literaria y su creatividad artística.
A través de fotografías, dibujos y textos, las alumnas y alumnos de los institutos
públicos recrean el universo literario de Uceda y nos descubren puntos de vista
singulares y novedosos.
Me enorgullece especialmente que los estudiantes y los ilustres colaboradores
que han participado generosamente en el libro, reconozcan la labor de esta
extraordinaria y valiente mujer que se ha servido de la poesía para ofrecer su visión
de una España que tuvo que abandonar durante los años de la dictadura.
Espero que disfrutéis de su lectura. Recibid un cordial saludo.
Rafael Gómez Montoya
Alcalde de Leganés
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El fuego entre las manos
Julia Uceda
Julia Uceda fue esa estudiante ante quien se avergonzaba su profesor de Filología
“por explicarle lo que sabe… pues lo que aprendía era como un reconocimiento”.
Frente a esta declaración, una se pregunta ¿ cómo sobrellevó una joven tan intuitiva
y lúcida la Sevilla de los cincuenta, la de posguerra? “Siempre fui una extraña”
–responde un verso de su primer libro Mariposa en cenizas, de 1959, y no por azar
titula el siguiente Extraña Juventud…– Así, pues, con extrañeza; pero nunca, como
algunos poetas de su generación, con victimismo. Y es que si hubo tiranía, fue la
de su propia exigencia: “¡Si existiera sin mirarme existir!” –continúa aquel poema
del ‘59. Y aunque denunció, y mucho, la otra dictadura bajo la cual le cupo en suerte
vivir, no hizo jamás de ella una excusa para dejar de indagar en sí misma, y buscar las
respuestas en su interior. A tal punto fue coherente y fiel a esa tarea esencial, que
cuando la losa del régimen amenazó con asfixiarla y estrangular su voz, marchó al
exilio. Coherencia que, al repasar sus libros, salta a la vista ante la ausencia de notas
falsas. Y es que Uceda siempre anduvo sobrada de ese instinto de auto-salvación
mediante lo escrito, propio del poeta auténtico, que torna innegociable el canto.
Esa fidelidad le traería, a la larga, su recompensa. Tras exiliarse en Estados Unidos
e Irlanda, sitios donde da un impulso definitivo a su honda y maravillosa obra,
emprende el retorno. Ya lo peor parece haber pasado; se instala en Galicia, y allí
funda la colección y editorial Esquío de poesía en 1981, de justo renombre, que ha
cumplido con creces su cuarto de siglo y aún dirige.
En 2002 reúne sus siete libros publicados más otros inéditos, bajo el título general
En el viento, hacia el mar que, para sorpresa del mundo literario, se hace acreedor al
Premio Nacional de Poesía en 2003.
Y es que la entrega del galardón a Uceda significó –¡por fin!– la apertura del canon
a las autoras, dado que Julia fue la primera mujer en obtener esa recompensa
desde la instauración de la democracia en 1977. Pero más importante fue que el
reconocimiento público de su voz, supuso el rescate de mayor calado de la lírica
española en las décadas finales del siglo XX, y con ello, la entrada con buen pie en
el XXI.
Tras esa distinción vendrán otras. En 2005 es nombrada Hija Predilecta de
Andalucía, y en 2006 recibe el Premio Góngora de las Letras Andaluzas. Se rinde de
este modo homenaje a una trayectoria literaria original y visionaria como pocas, en
permanente proceso creativo, como lo atestigua la aparición de un nuevo poemario:
Zona desconocida, que obtendrá el Premio Nacional de la Crítica en 2007; año en
el que también publica sus cuentos reunidos bajo el sugerente título: Luz sobre un
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10/
El fuego entre las manos
friso. A esta labor poética y de ficción hay que sumar una importante obra crítica
diseminada en libros, revistas, y periódicos nacionales y extranjeros.
Quisiera comentar brevemente con nuestra autora la impresión primera, de absoluta
modernidad, que recibí al leer estos versos: No me conozco en mi, ni me conozco
cuando me llaman Julia. Julia… ¿Quién eres? ¿Dónde estás, por qué túnel has huido,
cuando abrí un libro suyo en busca de eslabones para restaurar una genealogía
válida de las poetas españolas, mientras confeccionaba mi antología Ellas tienen
la palabra.
¿Cómo es posible –me dije– que en España, en los años sesenta haya habido una
mujer, una poeta, haciéndose esta clase de preguntas y no nos hayamos enterado?
Preguntas cuyo tono, nada enfático, apenas musitado, recordaba, más que a los
poemas de sus contemporáneos, al lúcido monólogo interior de ciertas protagonistas
de los filmes de Antonioni o Bergman. Películas cuya novedad consiste: “en que han
sido filmadas desde la óptica de una mujer, porque la sensibilidad femenina es un
filtro más preciso que cualquier otro, ya que el hombre es casi siempre incapaz de
sentir la realidad, dada su tendencia a dominarla” –en opinión del director italiano.
Tanto esas heroínas como la hablante de los poemas de Uceda tienen la lucidez y el
coraje de cuestionar la crisis del mundo que las rodea a partir de los síntomas que
detectan en si mismas, y de tomar decisiones radicales:
Hay que ir demoliendo
poco a poco la sombra
que vemos. Que nos dieron.
Que nos dijeron “eres”.
J.U: Poco a poco una va dándose cuenta de que lo que nos imponen como real no es
sino una apariencia, una cáscara. Por eso el poema no es otra cosa que el intento
de expresar la verdadera realidad manifestada en el lenguaje de los símbolos: lo
esencial del ser. Cuando se comienza un poema, lo que comienza no es otra cosa
que un camino interior para extraer lo real de lo aparente, limitado, esquemático.
Las acciones humanas no son simples aunque lo parezcan: tienen siempre un
sentido último. Y es que no somos ni lo que otros creen ni lo que cree una misma
sino una leve sombra de todo lo que somos, fuimos y pudimos ser: por eso hay que
demoler la sombra que vemos. Y, sobre todo, la que los demás quieren que seamos.
Especialmente si eres una mujer y puedes llegar a sentirte extraña, no sólo en la
sociedad en que vives –en que yo vivía–, sino incluso dentro de ti misma. Quisiera
saber por qué y a quién beneficia encajar a los seres humanos en estructuras
carcelarias.
NB: En la sección final titulada De la Blancura de su último poemario, Zona
Desconocida,que obtuvo el Premio Nacional de la Crítica,hay poemas sobrecogedores
El fuego entre las manos
sobre guerras que ocurren en países lejanos como Lugar con cremalleras o Palabras
para cantar alrededor de un templo vacío…
JU: Creo que no debe abandonarse el compromiso constante, primero con una
misma y, por tanto con los valores éticos respecto a nuestro propio tiempo y
a los problemas de ese tiempo, sin fronteras ni dogmas, porque ahora no hay
escapatorias ni coartadas y es preciso estar muy atentas, ahora más que nunca, a
las tentaciones del doble pensamiento: el mundo está en la televisión del salón de
tu casa. Y es inmoral tomar el aperitivo o hacer zapping mientras presenciamos
torturas, lapidaciones, destrucción de lugares en los que nació nuestra cultura,
ablaciones, muertes y desesperación, y nos damos cuenta de que la mancha negra
del poder, mezclado con el engaño, invade la pantalla. Todo lo que pasa en el mundo
nos está pasando a todos. Nos modifica sin lugar a dudas. Y por esto quienes se
expresan a través de la palabra tienen que prestar mucha atención a lo que podría
ser el doble lenguaje de nuestro tiempo. Se estudió lo que el nazismo hizo con el
idioma alemán y los norteamericanos ya están trabajando sobre ello en el sistema
actual de su propio país.
NB: En Regresa el pálido caballo, o Apuntes de historia, de la citada sección de su
ultimo poemario, se tiene la impresión de que usted ha sorteado el problema del
doble lenguaje, pues a pesar de escribir palabras muy duras sobre España que no se
oían desde Cernuda y que muchos no quieren oír, como subraya García-Posada en el
epílogo, ha conseguido una obra que parece, justamente, destinada a perdurar…
JU: Hay una poesía que pretende durar y otra destinada a morir y a matar lo que
no sea ella. La primera representa lo real y la verdad, lo que nos pasa (Cirlot). La
segunda no es más que un simulacro de poesía y de cultura que trata de imponerse
sin admitir su fracaso.
La poesía que pretende durar -o que dura sin pretenderlo- suele referirse a verdades
esenciales que hay que buscar en el pasado, en los mitos y en los sueños. El poeta
no inventa esas verdades: las descubre. Tal vez las descubre poniendo nombre a lo
innominado todavía y puede que todavía terrorífico (Blumenberg). Estos temores,
culpas o remordimientos quedan exorcizados cuando de ellos puede contarse una
historia de la que verdad y realidad formen parte. Es la palabra la que ordena lo
que aún puede llamarse caos en su significado inquietante de abertura por la que
pueden entrar o caer elementos que aún dominan los bosques inexplorados.
Noni Benegas
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Barry D.Amis
Noni Benegas
Julia Barella,
Juana Castro,
Jacobo Cortines,
Miguel García-Posada,
Javier Lostalé,
Juan Rey,
Francisco Uceda,
Noël Valis,
Noemi Martín,
Lucía Aguado,
Jaime de la Casa,
Jaime. Machasilla,
Sergio López-Nieto,
Cristina. Rudenco,
Irene Díaz,
Vadim Melencvic,
Sergio Santiago,
Jorge Gutierrez,
Tania Carolina,
Andrea Henández,
Samuel Ojeda,
Marta Demyanchuk,
Laura Yunta,
Laura de la Cruz,
Irene Fernández,
Circe García,
Míriam Romero,
Lorenzo Sánchez,
Estefanía Arjona,
Abraham Bonilla,
Ana María Borreguero,
Cristina Edita Botey,
Priscila Capilla,
Alberto Díaz-Guerra,
Guillermo Escobar,
Esther García,
Esther Martínez,
Miriam Aguado,
Ángela de Jesús Albes,
Yeray Cáceres,
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ajar mar
María Díaz-Galiano,
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Ainhoa Domínguez,
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Laura Teresa Gijón,
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Lorena Martínez,
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Fernando Polo,
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Nerea Puig,
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Pablo Solorzano,
Tamara Villar,
14/
El fuego entre las manos
El Cristal
En algún lado del cristal ha muerto alguien ¿yo?, ¿vosotros?, ¿el tiempo?
Desde una lejanía marítima y sonora, a un lado de los niños que nacen con su grito terrible, del pájaro que muere, de los barcos perdidos, en vuestra danza de relojería se frustra el tiempo y el amor se estanca.
Julia Uceda
Andrea Hernández
4º A IES Octavio Paz
El fuego entre las manos
El Encuentro
Ahora que sé que todo ha sido un juego,
juego a que todo sea cierto.
Tomo la pena en serio:
quiero desarraigarme, alzar el vuelo,
quiero prenderle a todo fuego.
Quiero un solo minuto verdadero.
Julia Uceda
Samuel Ojeda
4º A IES Octavio Paz
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El fuego entre las manos
La Casa de Julia Uceda
La infancia no tiene casa,
apenas un jardín
con claveles y alhelíes
y una niña extraña
que en silencio abre puertas,
sin miedo.
Las palabras no dicen nada de ella,
sólo las interrogaciones
hacen que se aleje,
cruzando mares,
buscando bosques,
buscando en ninguna parte,
la parte de las respuestas.
Nadie pregunta quién fue
y vuelve sin estar,
cargada de inmensa riqueza,
de bellas montañas,
de lluvia y niebla,
de hermosos paisajes
latentes en su escritura,
irreconocibles si la lees sólo una vez.
“La tinta es hilo
con que coso al papel sombras que pasan” – dice1,
y vuelve hecha tormenta y pájaro,
gato y cesta de limones,
instalada en la curiosidad,
en las mismas preguntas
y en el asombro.
Julia mira el presente
donde “no es la vida el lugar de la vida”2
y donde “nada estará completo si se olvida”3.
Fuera de escena,
iluminadas por una enrojecida pradera
de azaleas,
en este cálido verano de 2008,
con los ojos abiertos y siempre jóvenes,
hilvanamos palabras,
más allá de la escritura.
Julia Barella
Del poema “Quisiera comer lotos”
Del poema “Lugar con cremalleras”
3
Del poema “Driving”
1
2
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18/
El fuego entre las manos
Laura de la Cruz Villar
Irene Fernández de Agustín
Circe García Gutiérrez
Mirian Romero Sorribas
1º A Bto. IES Butarque
El fuego entre las manos
Cuántos jueves y viernes
recuerdo las palabras de mi abuelo.
Busco la sonrisa
y la esperanza de
verle otra vez.
A veces me gustaría,
despertarme, que
él estuviese frente a mí,
y que me dijese:
¡Todo era un sueño
no tienes que
preocuparte por nada!
Noemí Martín
1º C IES Butarque
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El fuego entre las manos
Escape del Tiempo
A Julia Uceda
cuanto sé no sé.
de la equidad,
del mundo
quizá nada.
de la suerte entiendo un poco:
descubrir zonas desconocidas.
qué extraña alegría,
qué extraña vida.
llegué a la casa de la poesía
en la calle de los sueños
a la luz del mar.
entre la cacofonía oí una voz
de sabiduría,
de maestría.
andaba sola
sin mucha esperanza.
vivía en las colinas
en los brazos del bosque y,
lejos del tiempo,
cantaba en su idioma antiguo.
allá en esa tierra
hay poemas.
Barry D. Amis
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22/
El fuego entre las manos
Algo en ti
A la infatigable Voz de Julia Uceda
Hay algo en ti, primavera,
que enreda la luz con sus dedos
y riza los hilos del alba
en una mañana insaciable
de bocas y de verbos nuevos.
Hay algo en ti de gárgola que hiberna,
de mañana y de presente,
de ambiguo sol, de níveo cielo;
algo en ti de río que baja,
de ramo de palomas, de collar de estrellas.
Hay algo de versos que avientan contra el viento.
Hay algo, algo,
algo en ti de sabia y de poeta
que busca y florece en palabras
nuevas en nuevos círculos
concéntricos:
algo en ti de nomeolvides entre peñas.
Algo en tu Voz, primavera, recuerda
el sabor de la esperanza en el alma,
un corazón que tirita en el oído
cual ojos que tiemblan y sonríen
eternamente en el océano.
Sergio Santiago
2º Bto. IES Luis Vives
El fuego entre las manos
Vadim Melencvic
1º Bto. IES Luis Vives
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El fuego entre las manos
Iniciación
Mientras la juventud nos envejece, la vida es un río que inmenso fluye hacia
horizontes infinitos y en sus avenidas anega las horas de los otros. Mas llega un
momento –nel mezzo del cammin di nostra vita– en que no es ya un río, ni grande
ni pequeño, sino un mar que todo lo devora, un mar en cuya superficie flotan a
veces los recuerdos como islotes de una Atlántida perdida para siempre. Hacia
ellos bogamos cuando al atardecer tememos que el viento del olvido nos arrastre,
cuando, rotas las amarras, vagamos sin áncora ni faro, sin rumbo ni piloto que en
las noches oscuras nos oriente.
Cartografía
¡Qué expertos marineros de la vida fueron los antiguos griegos! Ningún pueblo
supo como ellos proveer las escarpadas costas de los hombres de puertos en
donde guarecerse en horas de tormento. En cada recuerdo, en cada anhelo, olvido o
pesadumbre fueron colocando efebos y laureles, faunos y doncellas para hacer la
travesía menos dolorosa. Aún hoy nosotros usamos sus mapas para no naufragar
en este océano adonde sin saber cómo ni por qué nos arrojaron y de donde nos
iremos de idéntica manera.
Cuaderno De Bitácora
En el cuaderno vamos anotando los detalles de nuestra travesía. Anteayer divisamos
los restos de un naufragio y un recuerdo. Ayer tuvimos miedo de que una marejada
nos hiciera olvidar el derrotero. Hoy las olas inundan las bodegas cargadas de
memoria. Mañana una sirena intentará embaucarnos con sus cánticos. Y pasado
mañana… Todo lo vamos anotando, todo, por si algún día otro navegante necesitase
nuestras advertencias.
Finisterre
Después de haber surcado los recuerdos en días de tormenta y haber visto en días
de bonanza las costas escarpadas del olvido, después de haber sentido el miedo,
la pasión, la vida en fin temblando entre mis manos, me encuentro remando
–solitario– frente al acantilado de la Muerte. Mas no temo a las olas que impasibles
me aguardan junto al faro, ya que de antiguo supe que éste era mi destino. Por ello,
en esta hora me contemplo en las aguas y entono este verso de un viejo navegante:
il naufragar m’è dolce in questo mare.
Juan Rey
De Navegaciones & Naufragios
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El fuego entre las manos
Ya mis hojas son pájaros huyendo
Jaime Machasilla
4º A IES Juan de Mairena
El fuego entre las manos
La tristeza, de nuevo,
ha clavado sus dedos
en mi pecho desnudo.
Ha abierto con sus uñas
una profunda brecha,
en mi pecho desnudo.
La tristeza, ahora,
arranca mi corazón con sus garras
de mi pecho desnudo.
La tristeza, al final,
ha podido con mi vida.
Sobre el poema “Paisaje” del libro Mariposa en cenizas.
Sergio López-Nieto Márquez
1º Y Bto. IES Juan de Mairena
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28/
El fuego entre las manos
Mariposa En Cenizas
Hoy te escribo, Señor, y te pregunto
por la escondida luna de mi muerte;
por sus manos de hielos afilados
como agujas que cosen telarañas;
por esa muerte mía, sólo mía,
que aún no está madura por tus campos.
Tú, Dios, para matarme,
para volverme a Ti y a la sombría
cuna de donde vine, has de abrasar mis alas
y desatarme en nube pálida de ceniza
y aplastarme en la luz última de una tarde.
Y yo he de bailar,
con mi vestido gris de polvo y niebla,
frente al cielo amarillo y el sol frío,
sobre tus rosas y arrayanes muertos,
arrastrando mis alas desgarradas
igual que un breve cisne de las flores.
Y te pondré en la mano
dos lágrimas de luz y sal, como un pequeño
quejido por mis alas ardidas ya y cenizas
desde que me las diste un octubre lejano.
Cuando tuvo mi nombre un lugar en el aire
y me llamaron «Julia» para hacerme más sitio.
Julia Uceda
Imagen: Francisco Uceda
El fuego entre las manos
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El fuego entre las manos
“Driving” con Julia Uceda
“Pero alguien,
alguna vez, supongo con excesivo optimismo
sobre el valor posible de unos cuantos poemas,
tendrá curiosidad por saber cómo fui”.
Julia Uceda: “Driving”
Entre los poemas incluidos en Zona desconocida se encuentra uno, “Driving”, poema
maravilloso, que como traductora de una antología de Julia Uceda decidí traducir
al inglés en un momento determinado. El título de mi pequeño texto—“’Driving’ con
Julia Uceda”—lo escogí primero, para indicar hasta qué punto leer a Julia Uceda es
un ejercicio de participación activo. No se lee su poesía de manera pasiva sino al
lado de la poeta mientras ella está manejando, por así decirlo, el motor que impele
su obra poética. Al mismo tiempo, como se ve en “Driving”, lo que hace ella es
manejar sola: driving alone. Nos invita a compartir su soledad cuando se refiere a
ese “alguien” quien “tendrá curiosidad por saber cómo fui” y “pintará un atractivo
cuadro si contempla / los hermosos paisajes que me acogieron”, pero al mismo
tiempo le advierte que ese “curioso futuro” no entenderá nada si “se olvida […] de
este verso extranjero”—“driving and driving and driving alone”.
Hay algo intraducible en el término driving que indica no sólo el acto sino la acción
misma de conducir. Además, creo que al decirlo en inglés (y no en español o en otra
lengua), la poeta se muestra muy consciente de las asociaciones que existen entre
el acto de conducir y el mundo moderno estadounidense que ha desempeñado un
papel tan decisivo en la industria automovilística. Driving es también una actividad
intrínsecamente solitaria y, se podría decir, “extranjera” (si no “extraña”) ya que nos
aísla del sentido de communitas humana. Este poema fascinante y algo enigmático—
notablemente, en los tres últimos versos—nos comunica no sólo esa soledad radical
por la metáfora driving sino también la íntima relación entre soledad y poesía, y en
especial la poesía de Julia Uceda.
“Nada estará completo si se olvida
—driving and driving and driving alone—
De este verso extranjero”.
Julia Uceda: “Driving”
Noël Valis
De: “’Driving’ con Julia Uceda”, en Ferrol–Análisis 19 (2004).
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32/
El fuego entre las manos
Casa Bajo La Lluvia
Ciudad, tiene mil caras
en cada gota de agua.
De infinitas cuidades
cercanas o lejanas,
de pueblos infinitos,
de infinitas Españas.
Se rompe esta espaciosa
y triste piel exausta.
Una por cada gota
de lluvia. Una por cada
lágrima.
Una ciudad distinta
por cada vez que clama.
Distintas cosas. Una
por cada
pupila sorprendida
desnuda frente al alba.
Todas, bajo la lluvia
en marcha.
Por silenciosos túneles,
de estrellas apagadas
mudas y divididas
bajo la misma agua.
Todas vueltas - posturas
distintas de esperanzahacia la voz ¿Sonido
de ayer o de mañana?
Casi sueño, luz casi
sin llama.
Cuidad bajo la lluvia.
Pueblos bajo las lágrimas
silenciosas de España.
Julia Uceda
El fuego entre las manos
Дім під дощем!
Місто має тисячі лиць
в кожній краплині води.
Безконечних міст
ближніх чи далеких,
селів безконечних,
безконечної Іспанії
міняється це прекрасне
і дуже сумне тіло.
Одна по одну
дощину.Одна по одну
сльозину.
Одне місто через кожне сервіз
яка сповненна кровю.
Одне місто різне
коженголос що кличе
пізні речі.Одна
за одну
зіниця здувована
роздягнена перед душею.
Всі, під дощем,
ті що ідуть
через тихі тунелі
із зірок погазших
Мовчазні і поділенні
під тою самаю водою.
Всі криги-позиції
пізні за чеканнямдо поклику.¿Звук
вчорашній чи завтрішній?
Майже мрію, світло
майже без іскрини.
Місто під дощем.
Села під сльозами
тихі Іспанії.
Traducción al ucraniano del poema Casa bajo la lluvia, de Julia Uceda
Marta Demyanchuk
1º Bto. CCSS IES Siglo XXI
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34/
El fuego entre las manos
Laura Yunta
1º C IES Siglo XXI
El fuego entre las manos
Homenaje a Julia Uceda
La Soledad
“Recordar no es siempre regresar a lo que ha sido.”
Cuando subí al desván
recordé muchas cosas
que viví con él.
“Como una llama en Dios mojada”
“oigo puertas batidas por el viento
y trato de ajustarle sus pestillos.”
Es el silencio que tu corazón
no se atreve a desvelar.
La tristeza
“Miro sin miedo ni rencor el ancho cielo
donde me perderé
con un rumor agradecido.”
“Figuras de soledad ya no me asustan”
Mis manos, mis labios, y su voz…
Estoy solo, solo y perdido
sin ganas de vivir prefiero morir
porque no quiero vivir
sufriendo.
“Os llevo de la mano diciendo vuestros nombres.”
“Puedo alargar la mano hacia una rosa”
pero “dejándonos este hueco en la frente perpleja”
“con las sienes manchadas “
“de bosque virginales.”
En el viento hacia el mar
Miriam Aguado, Ángela de Jesús Albes, Estefanía Arjona, Abraham
Bonilla, Ana María Borreguero ,Cristina Edita Botey , Yeray Cáceres,
Priscila Capilla, María Díaz-Galiano, Alberto Díaz-Guerra, Ainhoa
Domínguez, Guillermo Escobar, Esther García, Laura Gijón, Esther
Martínez, Lorena Martínez, Fernando Polo, Nerea Puig, Pablo
Solórzano, Tamara Villar
G.S. Y P.C.P.I. (ACNEES) IES Pablo Neruda
\35
El fuego entre las manos
Antes de dar a la imprenta mi último libro de poesía: Consolaciones, Sevilla, 2004,
le envié los poemas a Julia Uceda para conocer su opinión. Al poco tiempo recibí
una larga carta suya, Septiembre de 2003, de la que extraigo unas líneas que hacen
referencia a uno de los poemas allí incluidos, escrito a raíz de un extraño sueño. El
poema decía así:
Ignorancia
¿ Y qué hacía -pregunto al despertarmecruzando a nado con chaqueta puesta
ese río plagado en sus orillas
de grises y verdosos cocodrilos?
Tanto lo ignoro como estar oyendo
la lluvia ahora, el trino del canario.
Sigue la vida y sigo la costumbre,
sin entender aquello en lo que vivo.
Sólo manejo imágenes concretas,
pero extrañas: los seres de ese sueño,
los trinos y la lluvia de este instante,
el monstruo de mí mismo en su ignorancia.
Y el comentario de Julia era el siguiente:
En estos poemas eres fiel a esas dos líneas que ya señalé: la reflexiva en relación
con el paisaje y la naturaleza que a veces tiene calidades plásticas, y la otra, la
de “Ignorancia” en relación con poemas anteriores, más dramática y existencial.
Es muy buen poema: el poeta se ha despertado y los ruidos familiares le parecen
extraños. Ha soñado que con chaqueta puesta, símbolo social de compostura hacia
él mismo y los demás, símbolo tal vez, también, de distancia, no social sino de vida
privada, cruza a nado un río, que ya sabemos que es nuestra vida, y no puede salir
de él porque las orillas están plagadas de cocodrilos, símbolos de duplicidad e
hipocresía. En la Biblia es Leviatán, un monstruo al que no conviene despertar. Este
poema, para ser analizado, necesitaría varias páginas. Y vuelvo a preguntarme:
¿cómo se puede expresar esto en endecasílabos?
Vaya, pues, hoy su comentario como homenaje a un magisterio, del que he tenido la
dicha de disfrutar desde los lejanos tiempos de estudiante en la Facultad de Letras,
donde Julia Uceda era ya la admirada comentarista que sigue siendo.
Jacobo Cortines
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38/
El fuego entre las manos
Para ella*
Más sufrimiento por ti que por mí,
Incomprensiblemente, me
Dueles en la razón. Tu
Olor me embriaga en un mundo
Lóbrego e insensato, cual
Ornamental jardín descuidado,
Relegado al olvido.
Tu mente, mi mente, ya es todo
Uno, sin motivo de
Diferencia…Tu
Odio es el mío, tu insensatez, mi
Locura, tu descuido, mi más triste
Olvido… No te vayas,
Regresa…
Leer el acróstico
*
Lucía Aguado
1º Bto. IES José de Churriguera
El fuego entre las manos
“Acariciar de noche las estrellas mojadas”
Julia Uceda , Extraña juventud
Lucía Aguado
1º Bto. IES José de Churriguera
\39
El fuego entre las manos
A María Enriqueta tocando el piano
Homenaje a fray Luis de León
Tus diminutas manos transparentes
conjuran el terror del universo,
el mundo del amor acribillado.
Tus diminutas manos, que brotan de algún cielo sumergido,
ahuyentan las sombras de la noche del mundo,
y oímos así el fluir de los ríos
que discurren suaves,
la honda respiración de las montañas,
el dormido susurro de los bosques,
el concertado canto del ruiseñor perenne,
el conmovido sueño
de los veloces caballitos árabes,
la brisa que transita entre las ramas
con voluntad de novia sensitiva,
el silencio, tan grávido, de las espadas dóciles,
en sus viejos estuches de orín.
¿Es así el mundo?
Amaestrado, se adhiere transitorio
por virtud de la música que surten
tus poderosas manos diminutas de canela y hierro
cuando tú lo visitas, cuando tú lo redimes
con tus manos prestidigitadoras
que concuerdan la tierra con el cielo,
oh reina de la magia blanca.
enviada central de la armonía,
suprema musa niña
digna de ser ajena a los decretos
del tiempo. Tú, mi dama del piano de oro,
que a asentir nos obligas
a la ardua belleza del orbe
y sus ambiguos ángeles.
Miguel García-Posada
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El fuego entre las manos
Silencio y soledad
El silencio
es calma, tranquilidad
y a la vez serenidad.
La soledad para mí
no es felicidad
pues es todo tranquilidad.
Vivir en soledad
¿qué es?
No lo sé, es algo
que no me puedo preguntar.
Mi vida de verdad
no es la soledad
es una continua alegría,
que está siempre cada día
con mis personas queridas.
El silencio para mí
no es vivir,
pues lo único que
puedo decir, es que
lo dejaré para el morir.
Tania Carolina
3º A IES María Zambrano
El fuego entre las manos
Jorge Gutiérrez Fernández
1º A Bto. IES María Zambrano
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El fuego entre las manos
Tan graves y tan tiernos
“Caballeros heridos y palomas
van por la niebla”
Julia Uceda
Algunas veces, Julia,
el aire es como un hierro
atenazando. Y no hay sol ni piedad.
–Qué cruel esta muerte.
Y era mi voz diciendo
la impotencia, la sangre
acollarada y el violeta
cianótico en los labios.
No, no era así.
Era una cama limpia, soportable
el dolor, hijos y nietos rodeando
lo último: suspiros o palabras.
Y nevaba. Caía
blandamente el adiós como la nieve
y estaban en silencio los oxígenos.
Un camino
que alzaba las preguntas
al fuego del deseo: Reconocí sus
marcas
y en el fuego de enero,
carne ya de mi carne,
desanduve los pasos
y avivé las cenizas.
Cinco años: el sueño
y su flor de hojalata.
Con cintas he cifrado
esa niebla y su gloria.
Parece que fue hoy…
Abrirás el espejo.
En el baúl de tinta
arden, vivas, las ascuas.
Y abrí, no sé por qué, las cartas.
Vida entera y temblor el pan nuestro
de cada día de entonces.
La pared
de silencio de la historia.
Juana Castro
enero de 2009
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El fuego entre las manos
En el viento hacia el mar”
Muchos pájaros veo volar.
Vuelan desde la mañana hasta el atardecer,
nadie en la orilla se lo quiere perder.
Todos contemplan lo que va a pasar,
observan aturdidos la caravana real.
¡Qué preciosas aves que vuelan sin cesar,
ascienden con el viento cuando empieza a soplar!
De colores, con plumas y suaves ellas son,
nos traen a la tierra mucha paz y amor.
Tras un día trabajando, las aves regresan ya.
Agotadas del esfuerzo descansan ahora más.
Y yo desde mi ventana contemplo sin cesar
que las aves con el viento regresan desde el mar.
Cristina Rudenco
1º D IES Julio Verne
El fuego entre las manos
Irene Diaz
3º B IES Julio Verne
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El fuego entre las manos
La libertad de Luz
Alguna vez he de volverme
y mirar hacia atrás. No sé.
Julia Uceda
Lorenzo Sánchez
4º C IES Tierno Galván
El fuego entre las manos
Hablo de la infancia
Escalera crujiente,
trozo de bosque organizado
por el que ir hasta la cumbre
de aquel desván lleno de sueños,
pájaros silenciosos
que viajan sin ruido.
Sobre ti estaba el premio
cubierto por el polvo
y lo muerto vivía
para mí, en mis ensueños…
Julia Uceda
De Sin mucha esperanza, 1966
Jaime de la Casa
1º D IES Isaac Albéniz
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50/
El fuego entre las manos
Julia uceda: una vida entregada a desvelar
el misterio del ser
Si seguimos los pasos de Julia Uceda nos damos cuenta de que, desde su juventud,
estuvieron guiados por la necesidad de borrar fronteras, tanto físicas como
intelectuales. Y su biografía hay que leerla atendiendo más a la actitud de su espíritu
liberador e integrador que a su participación en hechos destacados o brillantes. La vida,
y en íntima relación con ella la obra, de la poeta, narradora y ensayista sevillana, es un
ejemplo de acción interior, fruto de notables esfuerzos por ser en plenitud a través de
la sedimentación de distintos saberes y de una mirada al mundo crítica y agradecida al
mismo tiempo. Su formación en la capital hispalense estuvo marcada por una pesada
atmósfera de falta de libertad, agravada por el papel secundario atribuido a la mujer.
Limitaciones contra las que luchó desde principios de independencia y reafirmación de
la propia identidad, nutridos por un apetito insaciable de lecturas, entre las que nunca
faltaron las de Bécquer, Alberti, Cernuda, Lorca, Valle-Inclán, Unamuno, Camus, Ramón
J.Sender, gran amigo suyo, Baudelaire, Rimbaud, o Juan Eduardo Cirlot; un interés
constante por otras culturas y religiones; una visión antropológica y humanística de
la enseñanza, primero como profesora en la Universidad de Sevilla y después como
docente en ámbitos universitarios de Estados Unidos, e Irlanda, doble exilio voluntario
que le sirvió también para interiorizar paisajes, modos de vida y acontecimientos
históricos como el asesinato de Kennedy, el movimiento en pro de la igualdad de todos
los seres humanos cualesquiera que sea su raza o color, encabezado por Martin Luther
King, o las heridas abiertas en el pueblo americano por la guerra de Vietnam; y por
último un apartamiento de vanidades y fuegos fatuos, y un silencio engendrador que
ha sido el fundamento de su ya larga existencia. Retiro físico y espiritual (en los últimos
treinta años en comunicación con la húmeda transparencia de la naturaleza en Galicia
y el horizonte abierto por el mar) que ha hecho poco visible, hasta la obtención en 2003
del Premio Nacional de Poesía, una obra básica dentro de la literatura española de la
segunda mitad del siglo XX y de ahora mismo. Dos libros refrendan lo que decimos: su
poesía reunida de más de cuarenta años publicada por la Fundación José Manuel Lara
bajo el título En el viento, hacia el mar, galardonada con el Nacional ya citado, y Zona
desconocida, editada asimismo por la Fundación Lara, y merecedora del Premio de la
Crítica. Textos a los que se suman sus relatos (bellísimos y estremecedores los de Luz
sobre un friso aparecidos el año pasado), ensayos y críticas.
La palabra de Julia Uceda ha sido siempre vertebradora de un universo íntimo, en el que
también está presente el otro en su condición de criatura única y en lo que tiene de
permanente, adquiriendo así su dimensión más honda lo social. Sus poemas dialogan
con todo lo viviente en un intento de saber quién es ella, y cuál el sentido último de la
existencia; diálogo nacido, por tanto, de la conciencia de extrañeza, que permite desde
ese territorio de uno mismo nunca conquistado una mayor libertad y un mayor empeño
El fuego entre las manos
en la búsqueda de la propia identidad: Y una mujer andaba, andaba, andaba./Y era yo y
no era yo, porque ya todo/ era igual a sí mismo y sólo había/asido sombras y abrazado
sombras. Camino hacia el conocimiento que transcurre por esa “zona desconocida”
donde respiran los sueños, tan reales como lo más visible y tocable, pero que poseen la
fuerza de la revelación a la hora de desvelarnos lo esencial. Su poder es tan grande que
llegamos a ser concebidos de algún modo por quien nos sueña(…) Todos somos/lo que
somos; también lo que nos sueñan./el verdadero ser nos lo imaginan(…)El sueño no es
dormir: quien sueña vive/y muere quien tropieza/con bultos al no ver lo transparente/
del árbol, del silencio. Ver lo que se esconde detrás de la apariencia de lo real, conectar
con lo invisible y nombrarlo es el pulso de la poesía de Julia Uceda, siempre en búsqueda
de lo profundo del ser, destino que no se compadece con la sombra, sino más bien con
la luz, elemento clave en su obra(…) La luz sólo/puede liberar a las sombras,/derretir sus
cadenas,/dar a las aguas transparencia y vida,/aire al espacio clausurado. La luz quema
el significado de tantas palabras repetidas sin sentido, altera la noción del tiempo y
es fuente de resurrección y de salvación para la poeta: Yo, a mí misma,/regresaré por
esa luz-semilla de una luz ahora-/restaurando los rostros mordidos por el tiempo (…)
Porque ser o no ser destruida,/sólo depende de mí: de que mi mano/tape la luz o la deje
pasar/ por el pequeño espacio que entre mis ojos vive,/hasta el fondo infinito,/y me
incluya en su círculo. Y junto a la luz, en ese camino hacia el misterio del ser, hacia su
verdad, que es toda la obra de la escritora sevillana, la memoria tiene también un poder
fecundador y promueve la movilidad de aquello que alumbra(…) y desde el nido/de la
memoria van hacia ti sonidos,/roces, voces, ir y venir que alcanzas/desde esta orilla. Tus
dedos/ rozan tus dedos. Y la casa durmiente, cuya luz/ sólo tú reconoces en tu olvido,/
parece más secreta en la ruidosa calle. Extrañeza, sueño, luz, memoria…amor.¿Cómo
conocer el latido de lo primigenio sin amar? Julia Uceda lo sabe, y por eso en ella el
amor cobra una energía cósmica, y su respuesta, si entre dos seres arde, es la fusión:
Sangre que te responde acorde y llena./Pulso y labios unísonos. Espumas/rompiéndose
en los párpados heridos./Las mismas lunas y las mismas albas. Amor que traspasa
las estancias íntimas y se hace universal, fiel a la natural articulación entre lo íntimo y
colectivo que está en el origen del universo poético de la autora a la que dedicamos este
libro-homenaje auspiciado por el Ayuntamiento de Leganés.
Quien se acerque a la obra de Julia Uceda en ese estado de inocencia que exige
la lectura de la gran poesía, emprenderá su propio itinerario hacia el fondo del
ser, ayudado por unos poemas donde la reflexión y la emoción, la realidad y lo
onírico, tienen la misma temperatura; poemas habitados por el misterio, en los
que confluye la ética y la estética, lo metafísico y lo social, y que son creadores
de conciencia. Todo ello sustentado en un lenguaje muy simbólico, como exige lo
esencial. Al final del camino su vida resonará verdadera.
Javier Lostalé
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El fuego entre las manos
Índice de autores (alfabético)
Aguado, Lucía 38, 39
García, Esther
35
Aguado, Miriam
35
García-Posada, Miguel
41
Albes, Ángela 35
Gijón, Laura
35
Amis Barry D.
21
Gutiérrez Jorge
43
Arjona, Estefanía
35
Hernández, Andrea
14
Barella, Julia
17
López-Nieto, Sergio 27
Benegas, Noni
9
Lostalé, Javier
50
Bonilla, Abraham 35
Machasilla, Jaime 26,
Borreguero, Ana María
35
Martín, Noemí
19
Botey, Cristina
35
Martínez, Esther
35
Cáceres, Yeray
35
Martínez, Lorena
35
Capilla, Priscilla
35
Melencvic, Vadim 23
Carolina, Tania 42
Ojeda, Samuel 15
Casa, Jaime de la
49
Polo, Fernando 35
Castro, Juana
45
Puig, Nerea
35
Cortines, Jacobo
37
Rey, Juan
25
Cruz, Laura de la
18
Romero, Miriam
18
Demyanchuk, Marta
33
Rudenco, Cristina
46
Díaz, Irene 47
Sánchez, Lorenzo
48
Díaz-Galiano, María
35
Santiago, Sergio 22
Díaz-Guerra, Alberto
35
Solórzano, Pablo 35
Domínguez, Ainhoa
35
Uceda, Francisco
29
Escobar, Guillermo
35
Valis, Noël
31
Fernández, Irene
18
Villar, Tamara
35
García, Circe
18
Yunta, Laura 34
\53
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