Resumen_pais_dividido

Anuncio
Hace 30 años del golpe se ha vuelto a hablar del tema, donde se hacen programas de
televisión, reportajes y columnas en el diario. El golpe de Estado de 1973 dividió a los chilenos
y las divisiones han permanecido hasta ahora, hay visiones antagónicas con respecto a las
causas, acerca de la naturaleza del orden político establecido a partir de ese día, sobre la
persona del general Pinochet, etc. Una infinidad de temas. Estas distintas miradas al pasado
inciden en las opiniones y actitudes de los chilenos sobre diversos temas de la política actual
como los apoyos a las democracias, valoración del orden económico, y se reflejan en el
comportamiento electoral.
Las encuestas de opinión publica entregan una información extraordinariamente útil para
mostrar cuan profunda es la fragmentación entre los chilenos. Los numerosos reportajes en la
televisión y en otros medios de prensa han centrado la atención en las condiciones que
explican el golpe, sin haber puesto énfasis en el orden político establecido a partir de este.
Los temas de los derechos humanos han mantenido una enorme vigencia que se ha puesto de
manifiesto el año 2003. ¿Por qué en Chile se produjo un nivel tan alto de violencia coercitiva?
¿Por qué se creó la DINA?... Ha habido un enorme interés por tener mayor información sobre
la historia reciente de Chile para comprender el dramático desarrollo histórico del país, que
tuvo una democracia admirada en el mundo y que colapso en 1973, siendo reemplazada por
un largo y duro régimen autoritario, que produjo enormes costos humanes e impulsó una
profunda transformación económica, con hondas consecuencias en el sistema político y social.
Una visión de la historia en torno a los documentos escritos da cuenta parcial de lo que ha
acontecido, pues importantes decisiones no quedan registradas, ni son corregidas por los
medios de prensa. Así mismo es necesario conocer las opiniones y actitudes de los ciudadanos,
influidos por los principales actores. Las decisiones no solo vienen desde arriba sino que
también son condicionadas por las necesidades de los individuos. Esta es la contribución de las
encuestas, como lo planteo el sociólogo Paul Lazarfeld. Si bien no se dispone de encuestas al
momento del golpe ni en los primeros 12 años del régimen militar, se cuenta con una amplia
información de opiniones de los chilenos a través de preguntas retrospectivas del 11 de sep.
Esta fue una de las tareas que se propuso el CERC cuando se inició un programa de encuestas
de opinión pública en 1984.
El estudio de la cultura cívica
Este es un libro sobre la cultura política de los chilenos, es decir, sobre sus opiniones y
actitudes sobre los objetos y actos políticos, a la luz del impacto del golpe en 1973. Se apoyan
en encuestas realizadas por el CERC desde 1985(comienza a hablar de las encuestas no creo
que sea relevante…)
Desde un comienzo las encuestas se guiaron por una estrategia de investigación que buscaba
construir una serie de tiempo para estudiar el cambio y la continuidad de la opinión pública en
Chile y han abarcado una amplia gama de temas políticos, económicos, sociales y culturales
durante un prologado e interesante periodo de la historia de Chile. La información reunida en
18 años nos permite determinar que el régimen autoritario tuvo una gran influencia en las
opiniones y actitudes de los chilenos. Los cuestionarios han sido estructurados de una manera
constante, con preguntas organizadas en tres categorías y preparadas con el apoyo
metodológico y sustantivo de la ciencia política y la sociología, buscando siempre que posean
estabilidad y coherencia en el tiempo. (2)Hay preguntas constantes, que emplean o formulan
en cada una de las mediaciones o rotativas, aplicadas con mayor diferencia en el tiempo,
debido que se refieren a temas que cambian con mayor lentitud y un tercer tipo(3) referido a
asuntos de la coyuntura, destinadas a analizar el impacto de la opinión publica de
acontecimientos de gran relevancia. Entre las preguntas constantes se incluye una amplia
batería a ser usada como variable explicativa o dependientes, como las creencias religiosas,
situación económica, cuestiones de carácter política( escala de izquierda a derecha, intención
del voto, apoyo al gobierno) Entre las preguntas rotativas están referidas los apoyos a la
democracia, a la imagen de la política, a la confianza de las instituciones y otras, ayuda a situar
a los chilenos en un contexto más amplio de las nuevas democracias surgidas en los años 70 y
80 en Europa del sur y América Latina. Esta variedad de temas políticos y socioeconómicos
hace que el banco de datos de las encuestas del CERC sea único en Chile por haber analizado
en forma sistemática la evolución de la opinión pública. La encuesta como instrumento es una
técnica de investigación social para estudiar la opinión pública, es decir, los puntos de vista
tiene alcances limitados por la complejidad del objeto de estudio.
Para hacer generalizaciones sobre la cultura cívica es indispensable comparar con el pasado,
pues la encuesta es una fotografía de un momento y solo la reiteración de preguntas en el
tiempo permite separar las opiniones permanentes, de aquellas otras transitorias. Su calidad s
medida respecto a la predicción electoral y si esta no es acertada, conduce a feroces
descalificaciones, especialmente de los perdedores.
Una de las críticas que se les formula en Chile es la de no ser un mecanismo útil porque los
ciudadanos no estarían bien informados respecto a la política, según el estudio de la facultad
de derecho de la universidad del desarrollo los resultados son obvios: la mayoría no está en
condiciones de responder. Este reproche del bajo conocimiento de los chilenos de la política
carece de fundamentos porque el conocimiento limitado de la política se da en todas partes,
incluso en países desarrollados, como en Gran Bretaña.
Proceso de las encuestas
El proceso de realización es largo y complejo, en primer lugar se debe elaborar un cuestionario
con buenas preguntas y bien estructurado, que estimule las respuestas del entrevistado. Es
importantísima su redacción pues una serie de preguntas de mala calidad producirá
necesariamente malos resultados.
En segundo lugar se requiere poseer una muestra representativa del universo, que se desea
estudiar, es muy importante el tamaño muestral, porque ello permite que se pueda efectuar o
no posteriormente un análisis más profundo de los grupos sociales o políticos.
En tercer lugar se necesita hacer un muy buen trabajo de campo, con entrevistadores
entrenados, con supervisores que controlen su labor, porque pueden cometerse errores o
fraudes, los cuales producen perjuicios irreparables en los resultados. Estos son llamados
errores no muéstrales. Un ejemplo que ilustra lo anterior es que a fines de los años 80, una
encuesta en concepción arrojo una fuerte disminución en los católicos y un brusco aumento a
los evangélicos, la respuesta a esto es que la empresa encuestadora contrato a numerosos
encuestadores mormones.
En cuarto lugar los datos recopilados se deben digitar minuciosamente y luego, ser procesados
cuidadosamente. Aquí también se pueden cometer errores graves que invaliden la encuesta.
Una de ellas realizada por el Instituto de Estudios Políticos de la universidad Andrés bello
cometió errores en la digitación, donde se mostró una fuerte disminución en el apoyo a la
Concertación.
En quinto lugar se requiere un buen análisis de los resultados, lo cual implica examinar a la luz
los conceptos de la ciencia política y la sociología. Los datos mismos no dicen nada, porque se
expresan en números.
Las encuestas de opinión publica en Chile.
Las encuestas de cultura cívica existentes en Chile son escasas y han sido realizadas fuera de
las universidades, que sería el lugar adecuado para ellas. Es la consecuencia del conflictivo
desarrollo político que tuvo Chile desde los años 60, cuando la influencia del pensamiento
marxista en las ciencias sociales afecto al desarrollo de la investigación empírica y privilegio el
ideológico. Con la toma de poder de los militares, las universidades fueron sometidas a estos.
En las encuestas de los años previos, las encuestas fueron de carácter electoral. Las medidas
de liberalización impulsadas a partir de 1983 crearon las condiciones para que se manifestara
públicamente la opinión de la gente. Surgieron diversos seminarios independientes del
régimen, radios, y masivas protestas en contra de las autoridades. A partir de 1984/85
comenzaron a realizar encuestas centros privados de investigación y no las universidades,
como FLACSO, CERC, CEP, etc. Con el restablecimiento de la democracia los centros privados
de investigación perdieron protagonismo, pues sus principales investigadores ocuparon altos
cargos en el gobierno y disminuyo en forma drástica el apoyo económico que recibían.
Las universidades se han esforzado de recuperar el tiempo perdido e impulsar estudios de
encuestas, pero los avances han sido limitados y sin continuidad en el tiempo, ninguna
universidad tiene programas de opinión pública, como ocurre en países desarrollados. A
diferencia de Argentina, Brasil o México, los medios de comunicación no las hacen. El débil
desarrollo de los estudios de opinión pública en Chile explica la escasez de publicaciones
sustantivas sobre resultados y la ausencia de un debate serio sobre sus alcances y limitaciones.
La doble naturaleza del 11 de septiembre de 1973
El golpe mantiene su presencia entre los chilenos incluso entre aquellos que no habían nacido.
Ello se explica porque fue una puesta en escena que quedó grabada en la memoria de millones
de chilenos, transmitida a través de la familia y amigos: el bombardeo del paladio de la
Moneda por los certeros cohetes lanzados por la fuerza Aérea. En diciembre del año 2001, dos
tercios de los chilenos se definieron respecto al golpe de Estado, 30% declaró estar a favor, el
45% en contra y el 25% no respondió. Hubo una mayor aceptación de este entre las personas
de más alto nivel socioeconómico y que apoyan a los candidatos de partidos de derecha. Solo
los jóvenes muestran un bajo interés en responder la pregunta. Cuando se los analiza por
medio de las variables independientes, se aprecia un mayor apoyo al golpe militar entre los
chilenos de 40 años y más, en los individuos de más altos ingresos, a los que les “alcanza bien”
y entre los votantes de la UDI y RN, que llegan al 61% y 54%.
En 1993, los sentimientos que provocaba en los chilenos el golpe militar eran de dolor, 30% e
impotencia, 18%, con pequeños segmentos de rechazo pleno 12% expreso indignación y
apenas
4%
declaro
satisfacción.
La importancia del golpe de Estado de 1973 en el desarrollo político de Chile se explica porque
tuvo un doble significado: puso fin a la democracia y marco el comienzo de la instauración de
un régimen autoritario que se prolongó hasta el 11 de marzo de 1990, que altero las bases
políticas y el carácter del sistema económico. También el régimen autoritario constituyo un
estado dual, pues junto con cancelar las libertades públicas e impulsar una dura coerción,
impulso políticas económicas que modernizaron la economía y echaron las bases del
crecimiento. El golpe militar provoco una dramática ruptura del desarrollo democrático. Esto
hizo que la democracia chilena fuese una excepción en américa Latina. El golpe militar cerro la
vida de la vieja democracia cuyos orígenes se confunden con la historia republicana y que
había transcurrido en forma ininterrumpida desde octubre de 1932, cuando se efectuaron las
primeras elecciones presidenciales luego de la caída de la dictadura de Ibáñez.
No era inevitable el desplome de la democracia
Los colapsos democráticos no fueron el resultado fatal de factores que empujan a los actores y
a las instituciones hacia el precipicio, sin poder hacer nada para impedirlo. No estaba
condenada al fracaso la segunda república en España, tampoco la de Weimar en Alemania. Era
posible evitar su desplome, pero para ello se requería la voluntad decidida de sus principales
protagonistas y ello no se dio. A medida que una crisis se prolonga, existen menos opciones, se
restringe la libertas, aunque subsiste un espacio de acción para evitar el desastre. Hasta el
último momento hubo un espacio para rectificar y enfrentar la crisis. No haber conseguido
salvar la democracia en 1973 condujo a Patricio Aylwin a firmar que pertenece a una
generación fracasada. El fracaso de nuestra democracia tiene múltiples explicaciones: estos
factores se encuentran en sus importantes debilidades institucionales como las restricciones a
la participación política, hasta las equivocas políticas del gobierno de la UP, es difícil
perfeccionar la democracia como se buscó en los 60, cuando se cuenta con limitados recursos
económicos y una sociedad con profundas desigualdades.
La política se enfatizó en la confrontación ideológica, dividió al país en amigos y enemigos y
manejo de manera irresponsable la economía. El drama de Chile no consiste en solamente el
hecho que haya fracasado la democracia; esta centrado en el régimen que la sustituyo y en los
factores que hicieron posible la alta coerción aplicada desde el día del golpe. Una de las
preguntas que conviene hacerse es porque se tomaron decisiones que apuntaban a un
régimen altamente represivo. Entre las distintas respuestas se puede considerar la influencia
de los factores históricos que influyeron en las elites: la prolongada y fuerte tradición
anticomunista de la derecha, especialmente del partido conservador, que emergió con Gabriel
Gonzales Videla ( se refiere a la ley maldita en 1948) Esta política preparo el terreno para que
el ex dictador Ibáñez fuera elegido presidente en 1952, movilizando a la población que siguió
con su discurso y odio que se aprecia en la frase “barrer con los políticos”
En segundo lugar el golpe militar inicio el establecimiento de un régimen autoritario, que se
convirtió en un estado dual donde existía la irracionalidad coercitiva y la racionalidad
económica. El cierre del congreso nacional, la destrucción de los registros electorales, fueron
evidencias de que los militares no buscaban el restablecimiento de la democracia, sino
establecer un nuevo orden político para permanecer en el tiempo. Este perfil de autoritarismo
fueron apoyados por la derecha, tuvieron un activo protagonismo en “la guerra contra el
comunismo” proporcionando a los militares argumentos ideológicos como la doctrina de la
seguridad nacional. Los civiles prepararon documentos que fundamentaban que los derechos
humanos estaban subordinados a las prioridades de la autoridad militar.
La “guerra civil” de 1973
Los partidos del régimen militar han explicado la coerción por las condiciones de confrontación
política existentes en 1973, que habrían puesto al país en un estado de “guerra civil”. Vial
afirma que la intervención de los militares fue motivada por la posibilidad cierta e inminente
de que la extrema polarización y división político social que había alcanzado Chile, las
polarizara y dividiera también a ellas, las fuerzas armadas, provocando la guerra civil. Este es
un juicio retrospectivo que justifica lo injustificable, construido sobre fundamentos
inexistentes. El presidente Allende cometió el error de proclamar a la “no guerra civil”, lo cual
levanto el mito que Vial retoma. Constituye no solo un error histórico seguir sosteniendo que
Chile estuvo en guerra civil sino que es un factor de fortalecimiento de la imagen de la división
del país, dando apoyo a quienes si creen de este modo y así justificar los horrores. En agosto
de 1990 un 41% de los chilenos creían que se estaba en una situación de guerra, este
porcentaje bajo a un 33% el año 2003. Cuando se analizan los resultados según la edad se
aprecia que entre los jóvenes se ha producido un aumento de las opiniones contrarias a la
afirmación de que hubo guerra civil en Chile, subiendo de 46% a 54%La tesis inminente de “la guerra civil” en Chile de septiembre del 73 debe ser rebatida por
varias razones pues justifica la coerción aplicada por los militares por las condiciones políticas
existentes al momento del golpe, que la habían hecho inevitable. Esta justificación carece de
fundamento lógico, porque nadie está condenado a actuar de determinada manera. A demás
no existían las condiciones objetivas y subjetivas que definen el estado de “guerra civil”, una
guerra civil implica conflictos armados entre grupos que posean adiestramiento militar y
armamento y supone una división del ejército. La intervención de los militares fue asumida
por las tres fuerzas armadas, lo que fue una tremenda fuerza iniciativa para el control del país.
Para que se de una guerra civil se requiere un movimiento guerrillero que amenace el
monopolio de las armas, lo que correspondía a los militares como ocurrió en -argentina en
1976. Si en Chile hubo guerra civil ella existió en la mente de quienes controlaban el poder
desde el golpe militar, sí que hubiese un enemigo contra quien luchar, pues el MIR era un
reducido grupo de universitarios que realizo algunos asaltos a bancos y no logró expandir su
influencia en el movimiento estudiantil por la firme oposición de los comunistas que los
descalificaban de ultra izquierdistas. Los argumentos académicos entregados para apoyar esta
tesis de la derecha han sido desarrollados recientemente, vinculados a la universidad Finis
Terrae y el instituto Libertad y desarrollo vinculado a la UDI.
Distintas visiones del Golpe Militar de 1973
Hay visiones antagónicas sobre el golpe de Estado: los dos adversarios del régimen militar lo
identifican como un acto que cancelo la democracia, mientras que sus partidarios lo
consideraban como un acto de liberación del marxismo, que habría estado representado por el
gobierno de salvador allende. Este perfil de opiniones se ha mantenido a lo largo de los años,
con algunas variaciones como en septiembre de 1996, y difícilmente cambiara a mediano
plazo. El porcentaje de chilenos que no responde esta pregunta no ha aumentado con el paso
del tiempo, por el contrario fue bajo, de un 29% en 1995 cuando estaba muy visible la acción
de la DINA y el general Manuel Contreras porque la corte suprema lo había condenado a 8
años por su irresponsabilidad, ocho años después es el 17%.
Las respuestas están influidas por las posiciones políticas. Los votantes de los partidos de
oposición, lo consideran como un acto de liberación, mientras que los adherentes de los
partidos de la Concertación lo creen como el momento en que se produjo la destrucción de la
democracia. También hay diferencias por edad, porque los jóvenes tienen menos posiciones al
respecto y menos apoyo en ellos a la interpretación del golpe como acto de liberación, 24%
mientras que los mayores de 60 años, es decir, entre quienes vivieron la democracia y
estuvieron afectados por el clima de conflictividad que hubo antes del golpe, esta opción es
mayoritaria.
En julio del 2003 se produjo un cambio de opiniones pues 60% de los jóvenes señalo que el 11
de sep. Se destruyó la democracia, explicable por la amplia información que ha habido a través
de reportajes en los medios de comunicación. Los mayores de 60 años siguen divididos, en
grupos `similares 43% opina que se liberó del marxismo y 41% que se destruyó la democracia.
También hay diferencias en relación al nivel socioeconómico del entrevistado. Respecto a la
intervención del voto, las diferentes mediciones muestran que la alternativa “se destruyó la
democracia” ha sido apoyada con más fuerza ha sido apoyada por partidos de la Concertación
y es compartida por los votantes de UDI y RN. Un golpe de Estado por parte de fuerzas
armadas profesionales y jerarquizadas pudo haber conducido al establecimiento de una “dicta
blanda”. Este orden político habría implicado la restricción de las libertades públicas por un
tiempo indefinido, pero los militares hubiesen gobernado con la decisión de buscar el
restablecimiento de la democracia. La alternativa entre dicta blanda y dictadura estuvo
presente en las primeras semanas del nuevo régimen y ante ella también se definieron los
clivajes que apoyaron a los militares desde el primer día. Unos optaron de inmediato por
colaborar en forma decidida con los nuevos gobernantes convirtiéndose en sus más directos
asesores, logrando su confianza. Otros eligieron el apoyo pasivo, sin buscar influir en los
órganos de poder. Los militares y sus asesores civiles no actuaron siguiendo una ética de
responsabilidad.
La imagen del Régimen militar
Las divisiones de los chilenos también se releja en la evaluación general que hacen del régimen
militar, aunque las opiniones son mas bien matizadas, predominan quienes lo ven con cosas
buenas y malas, mientras una minoría estima que solo tiene cosas malas, y otra que sostiene
que fue solo bueno. Esta evaluación esta cruzada por las posiciones políticas de los chilenos:
en los votantes de la derecha hay opiniones más positivas del régimen mientras que los del
PPD y PS predominan quienes lo ven como malo.
Las opiniones más bien favorables hacia el autoritarismo se deben explicar en el contexto de
un régimen que no fracaso en una gestión económica, sino que saco al país de una crisis que lo
había conducido el gobierno de Allende e impulso una transformación económica. Además el
régimen termino en forma pacífica a través de una transición de la democracia de acuerdo a
las normas institucionales establecidas por los militares en la Constitución de 1980 y hubo
importantes elementos de continuidad. Las opiniones están muy influidas por las posiciones
políticas. Los chilenos de la derecha opinan que fueron positivos, aumentando incluso al correr
de los años pues fue un 47% de este segmento en 1991 a un 73% en 2000. Muy pocos chilenos
de izquierda tiene una opinión positiva y en el caso de centro la positivas fluctúan entre el 18%
en 1991 y 29% el año2002. Cuando se analizan los resultados por variables independientes,
ellos están muy influidos por las posiciones políticas, UDI y RN tienen opiniones positivas.
El orden político establecido a partir del 11 de sep. Trajo aparejadas amplias y profundas
consecuencias en las opiniones y actitudes de los chilenos, siendo aún más visible cuando se
examina la opinión sobre el general Pinochet.
Descargar