NIETZSCHE, CORRESPONDENCIA, DESTINO Y AZAR. POR

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NIETZSCHE, CORRESPONDENCIA, DESTINO Y AZAR.
POR ÁNGELES ESCUDERO.
En la idea que aparece en el título de estos breves apuntes sobre este filósofo,
reside quizás la máxima originalidad y al mismo tiempo la tesis más revolucionaria de
Friedrich Nietzsche. El azar como parte indisoluble de la vida, la casualidad frente a la
causalidad, demasiado atrevimiento para las mentes acostumbradas a la seguridad de
un orden y a la certeza de una finalidad preestablecida.
Al asumir el eterno retorno tocaba los cimientos mismos de una cultura, la
occidental, que necesita tener un horizonte al que tender, un fin que dé sentido a la
existencia de un ser, el humano que, a fuerza de complicarlo todo, ha olvidado que
quizás la explicación de la vida sea más sencilla de lo que nos empeñamos en
suponer, aunque no por ello más fácil de asimilar. Nietzsche no sólo niega que la
historia sea lineal, considerándola cíclica, sino que lo más valiente es cómo nos
despoja de subterfugios de redención, cómo deshace ante nuestra perpleja mirada los
espejismos que nos parecen reales, y nos deja a solas con lo que somos, seres
humanos, sea eso mucho o poco. El futuro de esta tierra no está situado sino en esta
tierra, y este tiempo presente en que vivimos es el terreno, “la cancha”, en la que cada
ser humano interviene en los juegos y azares que son para él la vida. Somos los
protagonistas y no podemos delegar en nadie esa responsabilidad. Por eso no tienen
cabida los débiles pero en un sentido muy específico, ya que el juego de la vida
implica el riesgo del fracaso y el terror que produce a la humanidad la auténtica
libertad. Como diría Sartre, No somos libres de dejar de ser libres. No todo el mundo
puede tomar conciencia, comprender y aceptar esta certeza existencial, que tiene un
carácter filosófico radical.
Si hacemos una analogía con Darwin, caeremos en la cuenta de que lo que
más irritó a la comunidad científica de la época que le tocó vivir a este naturalista
inglés, no fue que determinase que tenemos un origen común con otros seres vivos,
sino que eliminase de la creación la idea de un finalismo teleológico al postular su
Teoría de la selección natural. Fue insoportable para muchos asumir la idea de que
en la naturaleza, en la evolución de las especies, de lo que hemos llegado a ser o
seremos, actúa el azar, y que además no tiende a ningún fin preestablecido. O sea, no
sólo evolucionamos, sino que esos cambios ocurren de forma aleatoria siendo
después la lucha por la supervivencia la que acaba por decidir qué cambios
(variaciones favorecedoras diría él, mutaciones dirá después la ciencia al avanzar)
hacen que algunos individuos de una misma especie se adapten al ambiente mejor
que otros.
Con su teoría evolucionista respondía a la pregunta del cómo pero no a la más
propia de nuestra tradición filosófica occidental, ¿para qué? O ¿por qué? Esta
tendencia forma de tal manera parte de nuestra idiosincrasia que incluso Newton hizo
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una declaración de intenciones con su hipótesis non fingo, aunque finalmente fue infiel
a su propio presupuesto, o lo que viene a ser lo mismo, esta afirmación es falsa dentro
del propio sistema newtoniano, ya que utiliza hipótesis tanto mecánicas (la
construcción de modelos), metafísicas (presuponer la existencia del espacio y el
tiempo absolutos), e incluso metodológicas. En definitiva en su trabajo subyace la idea
occidental a la que hacemos referencia: la presuposición de que es imposible que la
naturaleza actúe en vano. Por todo esto su teoría de la gravitación universal, su genial
explicación en una sola teoría de los fenómenos y leyes tanto de mecánica terrestre
como de mecánica celeste, buscaba determinar cómo suceden las cosas en el
universo del que formamos parte. Dice Alexander Pope en el epitafio de Newton:
“Envueltos estaban en tinieblas la
Naturaleza y sus leyes.
Y Dios dijo: ¡Que sea Newton!
Y todo fue luz.”
Es en este sentido, de no seguir esta línea en la que todo tiene sentido
preestablecido, en el que señalo que más que su crítica furibunda a la sociedad
cristiano burguesa de su época, más que la crítica a una moral que él bautizó como
moral de siervos, más que sus ataques a la metafísica inmovilista, más que su
transmutación de los valores; lo que realmente provocó la repulsa de su pensamiento,
fue esta consideración del destino, de lo inesperado e impredecible como parte de la
vida. En definitiva, una negación de la necesidad, o más exactamente como una falta
de orden, de estructura, de forma, e incluso de razón. En palabras de Zaratrusta,
profeta del eterno retorno,
…Un poco de sabiduría es posible; pero yo he encontrado en las cosas esta
certeza feliz: prefieren bailar sobre los pies del azar.
El volumen de correspondencia que aparece en la bibliografía, traducido por
Andrés Rubio, que es autor también de las notas y de la introducción del libro, nos
acercará a las ideas y a la figura de Nietszche de una forma muy particular. Estas
cartas captan en forma de daguerrotipo, el interior de nuestro filósofo, sus sentimientos
y aflicciones, sus deseos más íntimos, su alegría efímera y su pesar constante, fruto
de sus circunstancias particulares de falta de salud.
Las cartas que componen este tercer volumen de la correspondencia del
filósofo alemán, pertenecen al período que va desde enero de 1875, a diciembre de
1879. Para él es una época marcada por cambios de todo tipo: estado de salud,
amistades, costumbres, estatus y lugar de residencia, ya que se convierte en una
especie de nómada, porque si bien el período de tiempo en el que se enmarca este
volumen se concentra en Basilea, lugar donde residió la mayor parte del tiempo
ejerciendo como profesor de filología clásica en su universidad. Con motivo de las
vacaciones o de las frecuentes bajas por enfermedad o a causa de los tratamientos
que recibió en diferentes lugares, aparecen en las cartas referencias a localidades de
Suiza, Alemania e Italia. Como por ejemplo: Baden-Baden, Basilea, Berna, Génova,
Ginebra, Leipzig, Lucerna, Lugano, Sorrento, Zúrich, etc. Estas circunstancias
terminarán por influir en su pensamiento que evolucionará hacia otros territorios
inexplorados hasta ese momento.
Lo más significativo va a ser la constatación de la muerte del filólogo
(acudiendo a al misma terminología que él utiliza al anunciar “la muerte de dios”) y el
nacimiento del Nietzsche filósofo. Pasará, entonces, del concepto a la metáfora y al
aforismo, dejando un tanto al margen el estudio del origen de las palabras, la
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genealogía de los términos, y asumiendo problemas de tipo más universal. Aún así, su
amplia formación lingüística y filológica influye, en general, en su forma de abordar las
cuestiones, y es poco probable que se abstrajese de sus orígenes de forma absoluta.
Entre la nutrida correspondencia podemos encontrar las cartas a Paul Ree, al
que se puede considerar, en palabras del prologista, como su primera amistad
filosófica. Los Wagner, Richard y su mujer Cosima, con los que también establece
correspondencia epistolar, no ocultaron su aversión, teñida de racismo, por la amistad
nacida entre Nietzsche y este filósofo de origen judío. Las cartas manifiestan una
admiración recíproca que se romperá de forma abrupta por una cuestión personal que
no fue otra que la pugna entre ambos por el amor de Lou Andreas Salomé.
Este volumen de correspondencia, parece venir a echar por tierra uno de los
prejuicios más extendidos sobre el filósofo. Me refiero a las acusaciones de misoginia
de que es objeto. Aunque, en este sentido, he de decir que, para algunos esto viene
determinado por la influencia perniciosa de la figura de su hermana Elisabeth (según
muchos culpable del mayor embuste político del que fue objeto el filósofo), así como el
desengaño, antes referido, por Lou Von Salomé, mujer inteligente y autosuficiente, de
la que permaneció enamorado a pesar de su separación (este episodio vital es
posterior a la época que de la que se ocupa este volumen de correspondencia que
citamos, ya que la conocerá en Roma). Pero, en muchas de las cartas encontramos
atisbos de cariño y consideración hacia el género femenino en general y hacia su
hermana, madre y amigas, en particular.
Dice en una carta a su progenitora,
… Nuestra decisión de la que ya te ha dado noticias mi servicial Lisbeth.
O en las despedidas… Tu hermano que te quiere…
En este mismo sentido, comenta a su amigo Erwin Rohde que su hermana le
lee libros cuando él, por sus frecuentes problemas de salud no puede aplicar la vista.
En las horas de descanso para los ojos, mi hermana me lee casi siempre a
Walter Scott, al que gustosamente llamamos, junto con Shopenhaer, “el inmortal”…
También, en una carta a su amigo Gustav Krug, se expresa de la siguiente
manera:
…saluda a tu encantadora y adorable consorte…
lo cual, aunque deja traslucir una fórmula protocolaria de cortesía, parece también no
estar exenta de cierta sinceridad.
Otros ejemplos son:
Venerada amiga… o Querida y muy estimada amiga
dirigiéndose a Malwida von Meysenbug.
La explicación a esa aparente contradicción puede residir, quizás, en que
algunos de los conflictos a los que se aluden frecuentemente viesen la luz con
posterioridad, porque parece evidente que hay bastantes sombras en esta relación
familiar. De hecho, Simon Critcheley señala en El libro de los filósofos muertos, que
gran culpa de las tergiversaciones sobre la figura de Nietzsche, haciéndolo parecer
como paradigma y baluarte de un pensamiento totalitarista, así como las
especulaciones sobre la locura el filósofo, serían alimentados por su hermana
Elisabeth. Critcheley señala como relevante su papel en la manipulación y distorsión
de la obra de Nietzsche y en la ocultación de su historial médico.
Sobre su estado de salud, así como de las causas que lo provocaron, habría
mucho que decir. En este orden de cosas, cabe mencionar que su situación anímica
queda patente en las cartas que componen este volumen. De hecho, el propio
Nietzsche hace muchas alusiones a su enfermedad:
En cartas a su madre:
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… yo todavía me encuentro mal…
Enfermé tras el viaje de regreso, comenta en una posdata.
Nuevamente estuve en cama un día con fuertes dolores de cabeza y violentos
vómitos. Dice a su hermana.
A sus amigos les hace confesiones en este sentido:
Ayer me quedé postrado en cama con fuertes dolores de cabeza y tarde y noche
atormentado por fuertes vómitos. (A Rohde en Bayreuth). También a este amigo,
confiesa sus más íntimas ideas al decirle: … vivo completamente retirado, como un
solitario que no tiene más deseo que cuando todo se acabe, sea todo muy bello.
Estoy mal, lo noto siempre en la forma en que me comporto en relación con mis
grandes planes y con el contexto de mi vida. (A Carl Fuchs).
La causa de todos estos males parece que fueron debidos a una enfermedad
degenerativa en el cerebro. Aunque los médicos a los que frecuentemente acudía,
determinaron en ocasiones otro origen. Él mismo en una carta a su madre y hermana
les habla de cómo el doctor Wiel le diagnostica un catarro estomacal crónico con
dilatación de estómago. Pero hay muchas más versiones. Su hermana Elisabeth
insistió en que la locura en la que terminará por caer Nietzsche, era debido al
agotamiento mental derivado de un exceso de trabajo intelectual. Nunca aceptó que el
hundimiento de su hermano fuese consecuencia de la infección sifilítica que había
contraído, cuando era estudiante, en un burdel de Colonia en 1865 y por la que recibió
tratamiento en Leipzing en 1867.
Con posterioridad a los médicos que se refieren en el volumen de
correspondencia traducido por Rubio, el filósofo es entregado a los cuidados de Otto
Biswansger. Extraordinariamente diligente, este médico estudiará la
obra de
Nietzsche para poder entender mejor a su paciente. Con una dosis de diplomacia
importante, le diagnosticará una parálisis progresiva. Según, Critcheley ocultando
aspectos bastante más escabrosos del historial médico del filósofo.
Quizás por todo esto, su hermana Elisabeth encargase robar la documentación
relativa al historial médico de su hermano. El contenido del mismo sólo llegó a
conocerse tras la muerte de ésta en 1935. El propio Hitler acudió a su funeral, sirva
esta circunstancia como dato biográfico para comprender sus ideas y obsesiones
antisemitas. En este sentido recordar que ella y su marido intentaron fundar una
colonia de arios en Paraguay llamada Nueva Germania. El marido de Elisabeth se
suicidó y la colonia se hundió económicamente.
Un aspecto peculiar que llama la atención en su correspondencia personal, es
la narración de algunos episodios muy cotidianos. Por ejemplo:
A Maríe Baumgartner: La semana pasada transcurrió mal para mí, estuve
enfermo desde el primer día y el jueves y el viernes tuve que pasarlos en la cama.
¡Ahora debilidad!
¿Cómo van las cosas del amor? Le pregunta a su amigo Carl von Gersdorff.
Y era habitual que al escribir a su familia narrase su rutina diaria, a veces
incluso con un sutil sentido del humor. Como el que utiliza al comentar a Rohde
¿Recibiste el otro día una vasija de Bozen? La envié yo como broma. ¡Santo cielo, si
supiera darte algo mejor que mostaza!
Otro aspecto muy importante de su trayectoria filosófica y vital que queda
reflejado en su correspondencia, serían las decepciones sufridas con Wagner y
Shopenhauer, y esto tanto en el plano intelectual como en el personal.
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Con el primero compartirá la admiración por el segundo (aunque Nietzsche
sufriese una fuerte desilusión con él que le llevaría a repudiarlo, pese a las
coincidencias en su pensamiento como el hecho de que ambos reconociesen el
carácter trágico y cruel en la vida) y, por supuesto el amor por la música. Es para
muchas personas desconocida esta afición con todo lo relacionado con la música, y
sus grandes conocimientos en este ámbito. En este volumen de correspondencias
hay numerosas eferencias en este sentido. De Wagner, compositor y escritor sobre
temas musicales, admiraba la revolución musical y cultural que supuso su obra, según
Andrés Rubio como el soporte erudito-filológico que le faltaba. No sólo fueron amigos,
sino que la influencia que ejercieron el uno sobre el otro fue muy importante. Después
se producirá el alejamiento por el nuevo desengaño que sufre Nietzsche tras el
estreno de Parsifal. Pero algún rescoldo debió quedar en lo emocional al menos, ya
que al anuncio de la muerte del compositor, reaccionó con una fuerte recaída de su
enfermedad. Andrés Rubio señala que escribió una carta de condolencia para Cosima
Wagner, a la que nunca dejó de adorar, que no se conserva.
Igual que la fotografía es capaz de captar un instante inmortalizando el tiempo,
de otra forma imposible de aprehender, sus cartas nos ayudarán a entender un poco
esta personalidad imposible, como algunos le definieron, y nos acercarán a este
filósofo incomprendido y adelantado a su época que él mismo, con una intuición
prodigiosa, supo ver.
BIBLIOGRAFÍA.
Correspondencia. Friedrich Nietzsche. Vol III
(Enero 1875- diciembre 1879).
Traducción, introducción, notas y apéndices de Andrés Rubio.
Editorial: Trotta.
Simon Critcheley, Simon,: El libro de los filósofos muertos.
Editorial Taurus. Madrid 2008.
Fink, E.: La filosofía de Nietzsche.
Alianza, Madrid, 1979.
Ferrater Mora.: Diccionario de filosofía. Tomo III.
Alianza, Madrid. 1979.
Copleston.: Historia de la filosofía. Tomo VII. Ed. Ariel, S.A. Barcelona 1984.
Jiménez Montero, L.: Nietzsche (1844.1900).
Ediciones del Orto, 1985.
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