“MINGUELA” Autor: Oroncio Javier García Campo

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XII Concurso literario de La Voz del Aula (Leyendas)
MINGUELA
(Galardonado con el Primer premio Provincia de Valladolid)
Son los primeros días del verano. Después de la siesta, mi nieto Javier y yo, salimos con
dirección a Minguela. La llanura se extiende hasta el fin del horizonte. Al Sur, a lo lejos, las montañas
de Guadarrama. A los lados del camino las tierras sembradas de cereal. Las espigas doradas por el sol,
ondulantes al viento, simulan un mar de mansas olas. Otras parcelas son verdes, sembradas de
remolacha o patatas salpicadas de flores blancas, regadas por aspersores cuyos chorros atravesados por
los rayos del sol forman multitud de arcos iris.
Tras una hora de tranquilo paseo comenzamos a descender hasta el valle. Bajamos por el
antiguo camino estrecho, retorcido, abandonado; por él no pueden bajar tractores ni coches; las piedras
rodadas, las zarzas y los cardos lo tienen casi obstruido. Yo voy delante abriendo paso, apartando con
el bastón los cardos y las zarzas, advirtiéndole a mi nieto que tenga cuidado de no mover las piedras,
pues debajo puede haber alguna víbora, que cuando se las molesta son peligrosas. Al finalizar el
sendero llegamos a la fuente, que está al pie de una pared de piedra caliza horadada por numerosas
cuevas. Después de beber y descansar unos momentos, comienzo a hablarle de aquel extraordinario
lugar:
-Mira, hijo, esta es una fuente medieval. Antiguamente estaba techada con una bóveda de piedra,
que hace tiempo se vino abajo. Aquí nace el río Valcorba. Antes llevaba mucho caudal. Aguas
abajo había hasta seis molinos que funcionaban gracias al agua de esta fuente. Aquí hubo un
pueblo que fue el más grande e importante de todo el valle. Desapareció en circunstancias
misteriosas.
- Abuelo, ¿y todas esas cuevas que se ven detrás de la fuente?
- Esas cuevas forman parte de la historia de Minguela. Vamos hasta aquella arboleda que hay
junto al puente y allí, a la sombra de los chopos, te lo cuento todo.
Seguimos el sedero junto al cauce del río hasta llegar al puente. Nos sentamos en el suelo cubierto de
una fina y fresca hierba, apoyamos la espalda en un chopo escuchando los cánticos de las oropéndolas
y los ruiseñores, que a esa hora compiten por defender cada uno su árbol. Es la lucha más prodigiosa
que pueda haber. Se pelean cantando. Con esta maravillosa música de fondo comienzo a contarle a mi
nieto la historia y las leyendas de aquel bonito, salvaje y misterioso valle.
-Minguela, a finales de la edad media, era el pueblo más importante de los quince que había en
este valle del Valcorba. Todas esas paredes y ruinas que ves desperdigadas por la ladera eran
las casas. Tenía dos iglesias, una era aquel torreón que está en lo alto de la ladera, la otra estaba
a este otro lado del río. Algunos historiadores dicen que en Minguela nació el rey Don Pedro I
el cruel. Otros dicen que nació en Burgos. Lo que si es cierto es que tuvo un palacio en Cuellar
y probablemente otro aquí, en Minguela, donde solía venir a cazar.
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En aquel tiempo este pueblo era el más próspero y rico de todo el valle. Aquí había muchas
ovejas. Fue un punto importante en la trashumancia de la Mesta. Este lugar era el único
abrevadero natural en todo este amplio páramo y, por ello, paso obligado para los ganados.
Hasta seis cañadas confluyen aquí. Este lugar donde estamos sentados ahora es una de ellas, se
la conoce como “Cañada Real Merinera”. Dos veces al año pasaban por aquí inmensos rebaños
de miles de ovejas, que en primavera iban desde Extremadura hacia Soria, y en el otoño hacían
el camino a la inversa. Por este mismo puente, hasta hace muy pocos años, pasaban los toros
bravos que trían desde Salamanca para correrlos en las fiestas de Peñafiel. Yo les vi pasar por
aquí delante de donde estamos ahora. Pero vamos con la historia:
El Duque de Alburquerque, señor de Cuéllar y los descendientes del Infante Don Juan
Manuel, Señores de Peñafiel, tuvieron muchas disputas por las tierras de los Altos de la Mula,
que así se llama el páramo que hay entre los dos señoríos, que como has visto cuando veníamos
por el camino son muy fértiles. Siempre andaban a la greña por ellas. El Rey tuvo que mandar
varias veces al juez Don Pedro Aguijón, de Medina del Campo, para hacer justicia y poner paz
entre los querellantes, y siempre reunía a los representantes de los dos señoríos aquí, en
Minguela. Después, el juez mandaba poner unos cotos para delimitar las tierras. Varios de estos
cotos aún se conservan en su sitio después de más de seis siglos. A uno de ellos se le conoce
como el “Cotalijón” o Coto de Aguijón, nombre del juez que mandó ponerlo.
Después, en el siglo XVII, entre los años 1630 y 1638*, sin que nadie sepa el porqué,
Mingela se despobló y lleva ya casi cuatro siglos más o menos como lo vemos ahora. Desde
entonces, y hasta el año 1960, todos los días venían desde Campaspero veinte o treinta mujeres,
a las que llamábamos Mingueleras, montadas en sus burras, con unas grandes alforjas llenas de
ropa para lavarla en el río. A los vecinos de Bahabón, que es el otro pueblo que esta cerca de
aquí, no les gustaba que las mujeres de Campaspero vinieran a lavar y les cantaban esta copla:
Torreón de Mingela
si te cayeras,
y pillaras debajo
a las Mingueleras.
A lo que ellas contestaban con esta:
Torreón de Minguela
que triste quedas,
cuando vuelven a casa
las Mingueleras.
O esta otra:
Arroyito Valcorba
la sal que llevas,
por que en ti la derraman
las Mingueleras.
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Aquí pasaban el día lavando. Al anochecer volvían por el camino con la burra del ramal hasta
terminar de subir la cuesta, allí subían en la piedra “Miraculos”, y de un salto montaban en la
burra y volvían a su pueblo cantando alegremente éstas y otras canciones.
- Abuelo, ¿qué es eso de la piedra miraculos? Y ¿Por qué la llaman así?
- Es un peñasco de un metro de altura que hay al final de la cuesta. Y el porqué le llaman
Miraculos, ya te lo puedes imaginar. Ten en cuenta que, antiguamente, las mujeres debajo del
manteo y las enaguas no llevaban puesta ninguna otra prenda, así que al subirse en la piedra
esta veía todo lo que había debajo de las faldas. Cuando volvamos te la enseño. Dicen que la
piedra algunas veces habla. Si le preguntas y acercas el oído, a lo mejor te cuenta algo de cómo
eran las Mingueleras.
-¿Y cómo siendo Minguela tan importante como tu dices, ahora nadie vive aquí?
- Eso es muy difícil saberlo, aunque hay una leyenda que lo explica muy bien.
- Pues cuéntamela, abuelo.
- Como te dije cuando bajábamos por el camino, aquí en Minguela siempre ha habido muchas
víboras que son muy peligrosas. Ahora, si te pica una hay un suero antídoto contra el veneno,
pero antes una picadura de víbora significaba una muerte segura. Dice la leyenda que los
Mingeleros las habían declarado la guerra y en cuanto veían una no paraban hasta acabar con
ella. En vista de lo cual las víboras, reunidas en una asamblea, prometieron vengarse de todos
ellos. Un día se casó la hija del alcalde, que era muy rico. Se prepararon grandes fiestas y el
alcalde invitó a todos los vecinos del pueblo a la boda. Para celebrarlo mandó matar un montón
de corderos, que puso a guisar en una olla muy grande en el centro de la plaza. Llegada la hora
de la boda, todo el pueblo subió hasta la iglesia acompañando a los novios con música y
canciones. Mientras todos estaban asistiendo a la ceremonia, una de las víboras que habían
prometido venganza subió hasta el borde de la olla y arrojó dentro su veneno. A la salida de la
boda todos fueron a la plaza y comieron el guisado hasta hartarse. Poco después empezaron a
morir uno a uno. No se salvó nadie. Así es como Minguela, el pueblo más próspero del valle
del Valcorba, se despobló en un solo día.
Cuentan, también, que el espíritu de todos los Mingueleros que murieron aquel día se
refugió en lo más profundo de las cuevas que hay junto a la fuente. Una vez al año, a principios
del otoño, al cumplirse la fecha del aniversario de la boda, salen todos por la noche con una
vela en la mano para continuar la fiesta que quedó interrumpida. Forman un círculo con las
velas y cantan y bailan a su alrededor, ofreciendo a los novios, que se sitúan en el centro del
círculo, presentes y flores. Al amanecer regresan otra vez a las cuevas y no vuelven a salir
hasta el año siguiente.
-Pero abuelo, ¿Cómo crees eso? Y además ¿cómo iban a morir todos con el veneno de una sola
víbora?
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-Ya te he dicho que es una leyenda, y en las leyendas pasan estas cosas. Pero aunque la
mayoría de lo que se cuenta en ellas es fruto de la imaginación, en el fondo siempre hay algo
basado en la realidad que puede confirmar su certeza. El otoño pasado, yo encontré cerca de la
fuente, al pie de las cuevas, uno de esos círculos formado por muchas velas, que estaban a
medio consumir, se veía claramente que habían estado luciendo toda la noche. En el centro
había dos velas más grandes y a su lado dos ramos de flores; uno de rosas y otro de claveles
aún frescos, que habían sido depositados allí la noche anterior. Yo no sé quien lo pondría, pero
lo cierto es que todo esto concuerda perfectamente con lo que a mí me contó mi abuelo cuando
yo era un niño como tu ahora.
- Abuelo, todo eso es “guay”. ¿No sabes más cosas sobre Minguela? Cuéntamelas.
-Hay otras muchas leyendas sobre este extraordinario lugar, pero ya va siendo tarde y tenemos
que regresar a casa, otro día que volvamos por aquí te las contaré.
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Esta leyenda sobre Minguela me la contaba a mí mi abuelo cuando yo era niño. A él se la
contaron sus abuelos y a estos los suyos respectivos.
El círculo con las velas y las flores lo encontré el otoño pasado, una mañana en que yo
paseaba por Minguela. Quién, por qué, y para qué lo pusieron allí, lo ignoro. Lo cierto es que
coincide exactamente con la leyenda que me contaba mi abuelo. Esto, para mí, es un misterio más de
los muchos que encierra este fascinante valle.
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Mingela, es un despoblado situado en la provincia de Valladolid, limitando con la de
Segovia. A cinco kilómetros de Campaspero, dos de Bahabón y diez de Cuéllar. Es un valle
misterioso, lleno de cuevas, que en la actualidad se encuentra en estado semisalvaje. Muy propicio a
las leyendas, de las que se cuentan infinidad; unas antiguas y otras actuales.
Minguela siempre tuvo, y sigue teniendo, un misterio, un encanto, un atractivo especial; no sólo
para los habitantes de los pueblo cercanos, sino para cualquier visitante que se acerque hasta allí.
Oroncio Javier García Campo
Julio del año 2010
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------*Los datos históricos sobre el año de la desaparición de Minguela, han sido tomados del libro “MINGUELA, un Pueblo Muerto en su
Juventud” de D. José Maria Viloria. Editado por la Diputación de Valladolid.
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V Certamen Literario de relatos cortos y poesía. A. Grupo Literario Cultural Alfambra
PLICA
Lema: ----------------------“Recuerdos”
Título: ----------------------------“El vino del Amor”
Autor: -----------------------------Oroncio Javier García Campo.
Fecha de nacimiento: ----------- 22-6- 1933
D.N.I.------------------------------ 12067105
Dirección-------------------------- C/ 18 de Julio nº 11 Campaspero- 47310 (Valladolid)
Teléfonos-------------------------- 983698114 – 679180356
Dirección electrónica ------------ [email protected]
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
TRAYECTORIA LITERARIA
Nací en Campaspero (Valladolid) y aquí he vivido siempre. A los ocho años dejé de asistir a la
escuela. Tuve que ponerme a trabajar para poder subsistir. A pesar de no ir al colegio, todas las noches
me pasaba varias horas leyendo. Leía toda clase de libros que caían en mis manos. Después de muchos
años, ya casi apunto de jubilarme, hice el Graduado Escolar por libre, por lo que me considero
autodidacta.
Desde entonces he escrito artículos sobre etnografía para varias revistas; y narraciones cortas y
cuentos que mando a concursos como este. Algunas veces tengo suerte y me dan algún premio, que
para mí supone un gran estímulo. Entre las muchas cosas que he escrito y he mandado a concursos (en
Valladolid, Salamanca, Segovia, Madrid… y otras provincias), he conseguido diecisiete premios:
ocho primeros, cinco segundos, cuatro terceros y varias menciones especiales.
Tengo publicado un libro, “El Trabajo en un Pueblo de Castilla”, que editó la Diputación de
Valladolid. Narraciones y cuentos en publicaciones colectivas. Y varios artículos en las revistas:
“Trigal”, “El Usaño”, “Resina” y “Folklore”.
El año 2000 la Diputación de Valladolid me concedió el “Premio de Etnografía” por el trabajo
“Los Cuentos del Abuelo”
También he realizado numerosas versiones de obras de teatro, clásicas, para los grupos de
teatro “Pedregal” y “Arlequín” con las que se han conseguido varios premios en certámenes
provinciales regionales y nacionales.
Todo esto supone para mí un aliciente, y pienso que, por ello y otras cosas como estas, a pesar
de los muchos años que llevo encima, merece la pena seguir viviendo.
Campaspero a 30 de Enero de 2011
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XII CONCURSO LITERARIO
“LA VOZ DEL AULA”
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TÍTULO:
Autor:
Oroncio Javier García Campo
Galardonado con el primer premio Provincia de Valladolid
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