Pasión por Dios, pasión por el hombre Francesc Casanovas

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repor
CATALUNYA CRISTIANA
Francesc Casanovas, fundador del Seminario del Pueblo de Dios, fallecido hace seis
meses, vivirá por siempre en el recuerdo de mucha gente
Pasión por
Dios, pasión
por el hombre
Francesc Casanovas i Martí ha dejado profundas
huellas en sus discípulos.
L
a misa funeral se celebró en la iglesia
de Santa Teresa, en Vic, el día 16 de
julio, festividad de la Virgen del Carmen. Fue presidida por Mons. Josep M. Guix,
obispo de Vic, y concelebrada por el arzobispo de Urgell, Mons. Joan Martí, y un grupo de presbíteros de varias diócesis, junto
con sus familiares, amigos y conocidos, y
los miembros y simpatizantes de la comunidad que él mismo fundó hace treinta y
tres años. En Camprodon (Ripollès), pueblo
donde él residía habitualmente y donde la comunidad tiene la casa de formación y convivencias, se celebró la misa y se realizó el
entierro.
Francesc Casanovas dedicó toda su vida
al servicio de la Iglesia. En los últimos treinta y tres años vislumbró y consolidó una comunidad de talante laical, a modo de hogar
donde redescubrir la consagración bautismal
en todas las vocaciones del Pueblo de Dios.
Inspirada, pues, en la eclesiología del Concilio Vaticano II, nació una escuela de formación al servicio de la Iglesia local: lugar
Francesc Casanovas i Martí, fundador y
presidente del Seminario del Pueblo de Dios,
volvió a la Casa del Padre el pasado 15 de julio en la Clínica de Vic, a los 63 años de edad.
Fue un repentino desenlace. Apenas hacía
quince días que habían aparecido los primeros síntomas claros de la enfermedad. Sin
embargo, en sus últimos días, dio un excelente testimonio de que los cristianos hemos resucitado en Cristo, y participamos «aquí y ahora» de la vida eterna. Así lo escribió con
clarividencia el año 1990 en el libro El paso, y
así también dio fe de ello en el momento de su
tránsito.
propicio para hacer crecer a Cristo en el corazón de cada persona.
UNA
VIDA ESCONDIDA EN
CRISTO
Desde el pueblo de Camprodon (Girona),
ejercía su tarea pastoral en el Seminario del
Pueblo de Dios. Realizaba su papel con el
estilo de un padre de familia, fundamentado
en la oración y en la atención a los pequeños
detalles cotidianos. Una tarea callada, pero
fructífera.
No es extraña su inclinación a la vida
escondida si se tiene en cuenta que siempre
había deseado ser monje y disfrutar de la
clausura de un monasterio. A los diecinueve
años, después de manifestar durante la adolescencia la vocación a la vida religiosa, ingresa en los Dominicos, en Barcelona. Allí
disfruta durante cinco años de una intensa
vida de oración y de reflexión. De santo
Domingo le cautiva el amor a la verdad. Está
ya a punto de profesar los votos perpetuos
cuando deja este camino. Debe buscar lo que
En su último encuentro comunitario en La Tartera (Prats de Cerdanya).
Dirigiéndose al Seminario del Pueblo de Dios reunido en asamblea en Sant Pau de
Segúries, en 1995.
Dios le tiene preparado.
A pesar de estar un poco desconcertado,
confía en Dios. Poco después, lo orientan
hacia la vida matrimonial y, obediente, busca a una chica creyente con la que sale unos
meses. Años más tarde, ella será la primera
chica que se incorporará al Seminario del
Pueblo de Dios. No obstante, su anhelo por
consagrarse a Dios en la vida religiosa rebrota por doquier. Entra en un convento de
Capuchinos, donde llega a profesar los votos simples. También allí el carisma de san
Francisco le deja una profunda impronta en
el corazón. Con la expresión de «pobreza
elegante» han definido amigos suyos esta
huella franciscana.
En una ocasión lo invitan a una reunión
que el Movimiento de los Focolares, fundado
por Chiara Lubich, realiza en Barcelona. Allá
empieza a captar la espiritualidad de la unidad, en la que encontró una fuente de inspiración que lo guió por siempre más. El descubrimiento interior es tan intenso que, dejando
la vida conventual, se va a Italia para formarse
durante un tiempo en este movimiento.
Las paradojas y sorpresas no terminarían.
Al cabo de dos años nuevamente debe cambiar de destino, y retorna a Barcelona, con
una luz dentro de su corazón que le concedía
la gran seguridad de las personas de fe.
Este periplo suyo por diversos carismas lo
consideró siempre como una iniciativa de Dios
que quería formarlo y preparar de este modo
las circunstancias donde expresar lo que pedía la «mentalidad nueva» del Evangelio. Por
eso también lo interpretaba con un sano sentido del humor. Y es que, sin buen humor, no se
puede entender la personalidad de Francesc,
experto en engendrar un ambiente festivo y
humano. Había escrito al respecto: «El buen
humor es un espectáculo reservado a los que,
en lugar de tomarse en serio las cualidades
propias, viven pendientes de la relación de
amor que los invita a ser una sola cosa.»
A través de este camino, Francesc se va
formando eclesialmente, mientras sigue de
cerca la eclosión del Concilio Vaticano II.
EL
ORIGEN DE UNA FAMILIA ECLESIAL
Este ambiente de familia comenzó en
1969 en la rectoría de una parroquia de Badalona, mientras convivía con el presbítero
Vicenç M. Farré. No pasó mucho tiempo que
el ambiente fraternal que se respiraba en
aquella rectoría atrajo a algunos jóvenes a
rtaje
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entusiasmada, siempre
pronta a la sorpresa, incansable a la hora de
construir la obra de
Dios. Un talante fundamentado en el versículo del Evangelio: «Yo
os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como
los niños no entraréis
en el Reino de los Cielos» (Mt 18,3).
SU AMADA
IGLESIA
Francesc Casanovas desbordaba amor
Con el cardenal Narcís Jubany, en los inicios de la fundación. por la Iglesia y lo contagiaba, sobre todo a
vivir el Evangelio con la radicalidad que ellos los jóvenes que estábamos alejados de ella,
dos proponían.
y que hemos acabado por convertirla en la
Pronto se deciden a alquilar un piso para pasión de nuestra vida. Él quería poner su
vivir en comunidad. ¡La de anécdotas que grano de arena para hacerla progresar, sobre
podrían contar! Acondicionar el piso con todo para profundizar la identidad de la Igleescasos recursos fue un acto de fe que Dios sia local, al servicio de la cual orientó la Esbendijo. Y tantos otros que siguieron. A me- cuela de Formación que es el Seminario del
nudo Francesc recordaba graciosamente las Pueblo de Dios. Las luces del Concilio Vatidificultades de aquellos primeros tiempos, cano II eran para él un faro sobre el que se
extrañándose, por ejemplo, que las tiendas asentaban sus meditaciones y catequesis.
fiaran muebles a un grupo de jóvenes que,
Que la Iglesia local fuera una expresión
entusiasmados por Jesucristo, no tenían otro de la alianza entre Dios y su pueblo, una gran
avalador que la Providencia.
familia unida en torno al obispo —presenSin embargo, el obispo de Barcelona, cia del Buen Pastor— que celebra la gran
Mons. Marcelo González, que recibió noti- fiesta de la Eucaristía, era el eje de su micias de Francesc a través de Mn. Vicenç M. sión del futuro eclesial. Con tal fin, era neFarré, lo llamó para conocerlo y le dijo: cesario refrescar la memoria de la humani«Adelante, aquí está la mano de Dios. Sois dad de Jesús, hacer visibles sus gestos
como un Seminario para el Pueblo de Dios.» cotidianos y salvíficos que convocaron a una
Y de ahí el nombre de la comunidad.
pequeña comunidad de discípulos a su alreOtro momento importante fue Pentecostés del año 1977, cuando, en la propia diócesis, el arzobispo de Barcelona, el cardenal
Narcís Jubany, aprobó sus estatutos. Desde
entonces, la comunidad, pequeño plantel de
todas las vocaciones del Pueblo de Dios, se ha
ido haciendo presente en diversas diócesis de
Cataluña, Euskadi, Castilla, Comunidad Valenciana, Andorra, Colombia y Alemania.
No exageramos si constatamos el «anhelo
por Dios» que sentía Francesc Casanovas. He
aquí el testimonio de sus palabras: «Rendir el
alma a Dios, morir por amor es el servicio más
eficiente a la humanidad, ya que dejamos vía
Francesc,
en 1995,
libre al Espíritu Santo para que realice su obra.»
con LourSu carácter tenía una característica, por
des Campi,
un lado, tímida, pero ha sido valiente y fuerque le ha
te, ¡puesto que con los «derechos» del Padre
sucedido
de los Cielos no se podía jugar! Su expresicomo
vidad a menudo recordaba la de los niños,
presidenta.
Obras publicadas
TRILOGÍA «LA PASCUA CRISTIANA»:
I: El paso, Claret (Barcelona 1990), 192 pág.
Trad. catalana El pas, Claret (Barcelona 1990), 190 pág.
II: La alegría, Claret (Barcelona 1998), 192 pág.
Trad. catalana La joia, Claret (Barcelona 1997), 188 pág.
III: La pau (próxima publicación).
Mentalidad nueva (Montserrat 1980), 70 pág.
Trad. catalana Mentalitat nova (Montserrat 1980), 70 pág.
Trad. euskera Bihotz Berria (PAX argialetxea, 2000), 76 pág.
Mirada eterna (poema), musicado por Grup Gènesi: CD Mirada eterna, poema
d’amor, Assisi Producciones (Valencia 2000).
dedor. Había que humanizar la espiritualidad para divinizar al hombre. Por eso contemplaba con interés cómo el Resucitado se explayaba en episodios muy cotidianos con sus
discípulos. Decía: «La única pedagogía para
enseñar el camino de la vida eterna es crear el
ambiente humano-sobrenatural, como hace
Jesús resucitado: cocinar pescado a la brasa
para sus discípulos que tienen que cenar.»
De ahí que diera mucha importancia a la
relación hombre-mujer en la Iglesia, icono
de Dios trinidad, célula primera de la humanidad, núcleo del auténtico humanismo. Era
necesario ser máximamente sencillo: en el
mundo hay hombres y mujeres, y la intención de Dios en el Génesis es su unidad, expresada en los diferentes estados de vida que
la Iglesia nos propone.
En esta línea, había que ir a la esencia, al
origen, y penetrar el misterio de Nazaret donde José y María, un hombre y una mujer seducidos por la iniciativa de Dios, hacían crecer el Amor: Jesús. Había que abrir la puerta
de la inocencia bautismal a la masculinidad
y a la feminidad. Intuiciones todas en la línea de la «teología del cuerpo» impulsada
por Juan Pablo II y plasmada, de un modo u
otro, en diferentes documentos pontificios.
BUSCADOR
DE LIBERTAD
Se definía a sí mismo como buscador incansable de la verdadera libertad humana.
Para tal fin, se sabía esclavo de la misión que
Dios, en la Iglesia, le había encomendado.
Cristianismo, para él, era sinónimo de liberación hecha acción de gracias en la entrega
a los hermanos.
No era tarea fácil llevar adelante una comunidad de hombres y mujeres, con la com-
plejidad de todas las vocaciones: presbíteros, matrimonios, célibes, en comunión fraterna y evolución constante. Su creatividad
espiritual le llevó a fundar como una «maqueta» del pueblo de Dios, una pequeña semilla
regada día tras día. Dios era el propietario, él
tan solo colaboraba en su cultivo.
Para ser libre, ejercía la obediencia, no
tan solo como virtud, sino como «pasión»
de amante porque la Iglesia y su comunidad
tenía, para él, rostro de esposa amada. La
consagración a Dios que siempre había anhelado dentro de los muros de un convento
se había transformado en la pasión por «nutrir», «vestir», acompañar... a una pequeña
comunidad.
Disfrutaba citando a los autores clásicos
del cristianismo; elogiaba el talante simbólico
de los padres de la Iglesia; nos animaba a leer
textos, desde los modernos hasta los escolásticos, elogiando su rigor; siempre tenía a mano
El pensamiento
de Francesc
Casanovas
«Una visión más normal del hombre y la mujer creyentes, de sus aspiraciones reales, se abre paso ante
una sociedad demasiado acostumbrada a confundir fe y creencias, virtud y moralismos, amor y sentimentalismos. (...)
Hay que recuperar, en el ámbito
de la fe el sentido de la existencia hombre-mujer, hay que iluminar y humanizar la condición sexuada humana
en medio de un mundo que fácilmente la manipula y cosifica. El ser humano completo, revestido de luz pascual,
es quien da testimonio de Cristo.
Ser conscientes de ello lleva a la
comunidad creyente a centrarse en
su misión, que no es la difusión de
una doctrina, sino de una persona,
Jesucristo, Dios y hombre. Él afirmó
de sus discípulos que eran el “fermento”, la “luz”, la “sal de la tierra”.
No lo circunscribió a ningún ámbito
ni circunstancia, lo serán por el simple hecho de haberse identificado
con él y de haberse reunido en comunión con la Iglesia. (...)
Justamente, la Pascua contiene el
hombre y la mujer “nuevos”, auténticos, en su verdadera religión que
tiene lugar en “espíritu y en verdad”.
Proporcionalmente a la autenticidad,
es también el testigo verídico de los
cristianos ante nuestro mundo, harto, por un lado, de falsificaciones, y
hambriento, como siempre, de poderse reflejar en aquellos que recibieron el encargo de llevar la liberación definitiva: “Para ser libres nos
libertó Cristo” (Ga 5,1)».
diccionarios y manuales bíblicos para entender con exactitud las palabras de Jesús.
«El Mediterráneo —nos decía— ya está
descubierto, ahora hay que aprender a navegar por él.» Lo que significa: corporalizar la Palabra, desacostumbrándonos a esperar la vida eterna en un probable más allá,
para disfrutar de la herencia del Padre aquí
y ahora. Eso sí, injertados en la cruz del Señor. «El amor cristiano es siempre un amor
crucificado. Éste es el amor de donde mana
la vida, la felicidad plena. El dolor y la felicidad son dos realidades que llevan a lo mismo; es por eso que no es posible hablar de
combinación entre ellas. El contenido de
ambas es la bienaventuranza de disfrutar
eternamente de la visión del amor de Dios.»
De este modo nos animaba a ambicionar los
dones más altos, en la máxima concreción
de la vida de cada día. Y concreción significaba para él: previsión, concentración en el
momento presente, asumir hasta el final la
personalidad de cada hermano, estar dispuesto siempre al servicio gratuito.
Para Francesc Casanovas, una espiritualidad moderna era una espiritualidad contemplativa, humanística, unitaria, presente
en todas las dimensiones de la vida, capaz
de llevar a la persona a la plenitud integral,
a pesar de los avatares del mundo presente.
Araceli Martínez
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