Pensar en el futuro del tirano

Anuncio
Pensar en el futuro del tirano
Dirigentes occidentales se enfrentan al problema de qué hacer para lograr que el hombre fuerte de Libia deje de serlo
Viernes 15 de abril de 2011 TEXTO ANA ANABITARTE • CORRESPONSAL | El Universal
http://www.eluniversal.com.mx/internacional/72266.html
MADRID.— Durante más de 40 años, el líder libio Muammar Gaddafi ha gobernado su pueblo con mano de hierro. Ha creado
instituciones a su medida, se ha enriquecido robando dinero de las arcas públicas, ha colaborado con grupos terroristas y ha organizado
atentados. Y ahora, con su negativa a abandonar el poder está provocando un baño de sangre entre su propia población que ha
obligado a la comunidad internacional a intervenir.
Se le podría acusar de crímenes contra la humanidad y podría ser juzgado por el Tribunal Penal Internacional (TPI), con sede en La
Haya (Holanda). Esa sería, para muchos, la salida más justa desde el punto de vista moral y la que quieren algunos países que
conforman la coalición internacional, como Reino Unido. Sin embargo, hay otros como España, Italia, Francia y Estados Unidos que se
decantan por una solución diplomática. Creen que el exilio del coronel sería una vía rápida para acabar con la guerra civil que se vive
Libia y evitaría que siguiera muriendo gente.
“La comunidad internacional no tiene una posición determinada, ni pensada, ni calibrada y ha improvisado todo lo que ha hecho hasta
ahora”, asegura a EL UNIVERSAL Cristina Barrios, investigadora de FRIDE (Fundación para las Relaciones Internacionales y el
Diálogo) experta en África. “Y no sólo los países no se ponen de acuerdo sobre lo que hay que hacer, sino que ninguno quiere
responsabilizarse ni va a tomar el mando de la situación”, añade. “Ni siquiera Estados Unidos. Lo que demuestra que estamos en otra
era de las relaciones internacionales”.
Un interlocutor no válido
En lo único que coinciden es en que Gaddafi ya no es un interlocutor válido y en que se debe seguir manteniendo la zona de exclusión
aérea y el embargo de armas, como estableció el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, mientras él no se rinda o acepte un exilio
en alguno de los 22 países de África que podrían acogerle y donde estaría a salvo, ya que no son firmantes del Estatuto de Roma por el
que se instituyó el TPI.
“Gaddafi es un sanguinario y un tirano, un enfermo mental con aires de grandeza. Está traumatizado y tiene una concepción paranoica
del poder. Por eso no creo que vaya a aceptar un exilio”, asegura Barrios. “En África sólo podría irse a Sudáfrica porque los demás
países los considera menores”, explica. “Pero no creo que lo acepte porque es un país con el que siempre ha tenido una confrontación
por el liderazgo en el continente”, explica. “Con respecto a Gran Bretaña, no pienso que se lo ofrezca porque sería una pérdida de
prestigio para el primer ministro (David) Camerony tendría un impacto negativo ante la opinión pública”, añade.
Otra opción sería que muriera traicionado por su propia guardia, como ocurrió en el Congo en el año 2001 cuando Laurent-Desire
Kabila, padre del presidente actual Joseph Kabila, fue asesinado por los miembros de su propio equipo de seguridad. “Es una opción
poco probable porque Gaddafi se ha cuidado bien las espaldas desde hace años y ha creado una guardia que depende de él
directamente y que no tiene ningún vínculo al resto de Libia”, dice Barrios. “Son mercenarios que trabajan para él y que tienen como
único objetivo defenderlo, por eso creo que sería difícil lo traicionaran”, añade.
La otra posibilidad sería detenerlo. Pero para ello habría que armar a los rebeldes tal y como su vocero, Mahmud Sharmmam, ha pedido
alegando que no disponen de armas suficientes para hacer frente al dictador. Pero tampoco sobre este asunto hay unanimidad. La
Unión Africana se opone y alega que según la resolución de la ONU la coalición internacional sólo puede llevar a cabo un bloqueo
marítimo de armas y crear una zona de exclusión aérea, como está haciendo, sin actuar en territorio libio ni entregar armas a los
rebeldes. España dice que se necesita una nueva resolución de la ONU o convocar al comité de sanciones, mientras que Estados
Unidos cree que podría haber un rescoldo legal para llevarlo a cabo. Con respecto a una posible orden de búsqueda y captura
internacional, hasta el momento el fiscal del TPI, Luis Moreno Ocampo, está investigando a Gaddafi, pero no ha dictado ninguna
acusación contra él.
Arresto, posibilidad lejana
“La investigaciones de la CPI suelen ser complejas y largas”, relata a este diario Manuel Manrique, experto de FRIDE en las relaciones
entre África y la Unión Europea (UE). “Para que se dicte una orden de captura deben darse una serie de pasos que lleven a la creación
de un caso contra Gaddafi, y luego a su acusación. Si esta posibilidad se materializase, se trataría de algo lejano en el tiempo,
posiblemente después de que el conflicto se haya solucionado”, apunta.
Además, si el TPI abre un proceso contra Gaddafi “va a suponer un arma de doble filo porque podría ser un aviso para otros dictadores
de África y del mundo, pero si no se logra detenerle y enjuiciarle supondrá una erosión del poder”, añade. Sobre el futuro de Libia, la
coalición internacional está consciente de que deben ser los propios libios, junto con el Consejo Nacional de Transición (CNT), los que la
decidan. Pero tampoco hay una opinión única sobre el papel que debe jugar el CNT al que se apresuraron a dar legitimidad, y del que
ahora los servicios de inteligencia de la OTAN han detectado indicios de la presencia de la organización terrorista islámica Al-Qaeda y
del grupo chiita libanés Hezbolá en sus filas.
“Aunque parece que el CNT incluye representantes de distintos grupos y zonas del país, no se debe olvidar que es un órgano salido de
la necesidad, que no ha sido legitimado ante la población de forma incontestada y cuyas actuaciones deben ser examinadas con
cautela”, asegura Manrique, quien añade que si las informaciones de la OTAN son ciertas “aunque no es algo que lo descalifique
inmediatamente, si debe hacer pensar dos veces a la comunidad a la hora de apoyar con armas a los rebeldes”.
Sobre el futuro de Libia, Manrique advierte que “el hecho de que durante más de cuatro décadas Gaddafi haya rehecho el país a su
antojo, creando instituciones como los comités revolucionarios, hace que a la hora de pensar en el futuro nos encontremos con un
escenario en el que cabe cualquier posibilidad: desde una situación de inestabilidad generalizada que pudiese dar lugar a una nueva
Somalia o un nuevo Irak, hasta la unidad de la población que busque un nuevo y mejor futuro, inspirado por los vecinos egipcios y
tunecinos”, dice. “En cualquier caso, la comunidad internacional debe permanecer involucrada en ayudar a los libios, dejando que sean
ellos los que dicten los términos, y esperando que se haya aprendido de otras situaciones en las se ha visto que requerir unas
elecciones no es suficiente”.
Descargar