La Colonia Caesar Augusta

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La Colonia Caesar Augusta
CARMEN AGUAROD OTAL
ANTONIO MOSTALAC CARRILLO
Sobre la fecha de la fundación de la colonia se han realizado diversas propuestas
más o menos fundamentadas en fuentes escritas, acontecimientos históricos,
epigrafía, numismática o la arqueología. Atribuciones a César, Germánico,
Augusto, Agripa o fechas como el 25, 24, 22, 15/14 y 12 a.C. las hemos visto
con cierta asiduidad en artículos de revistas científicas, obras especializadas e
incluso de divulgación.
A partir de 1983, cuando se publica un estado de la cuestión de lo que hasta
esos momentos había aportado la arqueología en nuestra ciudad, se comienzan
a desechar algunas de las dataciones propuestas y los años 19 y 15/14 a.C.
empiezan a adquirir carta de naturaleza como posibles fechas de la fundación
de Caesar Augusta. Sin embargo, en 1990 se sugieren los años 15-14 a.C. como
los más idóneos para la fundación de la colonia, especialmente el año 14.
Recientemente ya se afirma con cierta seguridad que la Colonia Caesar Augusta
es fundada por Augusto en el año 14 a.C., quizá el 23 de diciembre, fecha
que coincide con el quincuagésimo cumpleaños del emperador. Los estudios
arqueológicos y numismáticos parecen corroborar esa fecha.
Las legiones fundadoras de la colonia eran conocidas por las referencias
aparecidas en la numismática, pues algunas emisiones monetales conservan los
estandartes de dichas legiones en los reversos, aludiendo a la IV (Macedonica),
VI (Victrix) y X (Gemina).
Entre los sillares utilizados para la construcción de un gran edificio monumental
que cierra el foro en su lado nordeste, con pórtico corrido y gran escalinata de
comunicación, aparecieron tres marcas de cantería que han sido relacionadas con
los veteranos de las legiones fundadoras de Caesar Augusta. Dos hacen referencia
a la X Gemina y la tercera a la VI Victrix. Recientemente una revisión y análisis de
Anverso y reverso de una moneda de Caesar Augusta
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dichas marcas aparecidas en el foro han llevado a desechar una cuarta marca que
se había atribuido inicialmente a la legio IV; pues los rasgos incisos conservados
más bien parecen fortuitos y no intencionados.
La red de cloacas de la colonia es uno de los apartados que más avances ha
experimentado en los últimos años. En 1991 se descubrió que las distancias a
las que se encontraban cardo y cardines oscilaban en torno a los 40 m y se
podían asimilar a la medida romana del actus de 120 pies, siendo la unidad de
modulación elegida.
En los tramos conocidos, que se elevan a más de una treintena, ya se comprobó
que el vertido de aguas residuales de la mayor parte de cardo y cardines minores
se orientó hacia el río Ebro; los del decumano y decumani del sector oriental
se orientarían hacia la Huerva. Ahora sabemos con más precisión, como ya se
sospechaba, que las conexiones entre cardo y decumano y las perpendiculares
entre cardines y decumani fueron diseñadas de acuerdo a la topografía del
terreno, para obtener los máximos aprovechamientos y rendimientos como
conductos principales de evacuación.
Ahora parece impensable que estando ubicada Caesar Augusta en la orilla
derecha del río Ebro, próxima a la desembocadura de los ríos Huerva y Gállego,
no excesivamente distante del río Jalón (acequias de la Almozara y Centén),
cercana a presas de regulación (Muel –con marcas de la Legio IIII– y Almonacid
de la Cuba), fuentes y manantiales (La Joyosa, Marlofa y la denominada Fuente
de Calasanz) y antiguas canalizaciones, no hubiera utilizado dichos recursos
para su abastecimiento, al igual que lo debió de hacer con las aguas pluviales.
Este planteamiento se aleja de la suposición de que el río Gállego fue la única
fuente hídrica que alimentó la ciudad a través del puente acueducto (Puente de
Piedra) sobre el río Ebro.
De la muralla de Caesar Augusta, a tenor de las últimas investigaciones, hay
más dudas que certezas. Los restos que podemos observar corresponden a la
muralla que se construyó en la segunda mitad del siglo III d.C., configurando
un rectángulo irregular de 910 m por 540 m y con una superficie de unas 44
hectáreas. Se le han asignado 120 torreones peraltados y de planta semicircular,
en cuyo desarrollo debió de haber cuatro puertas: la del norte, llamada del
Ángel; la del sur, Cinegia; la del este, de Valencia, y la del oeste o de Toledo.
Por lo tanto, dos de ellas correspondían a las entradas o salidas orientales y
occidentales de decumano y las otras dos, las salidas o entradas meridionales o
septentrionales del cardo.
Algunos arqueólogos mantienen la hipótesis de que existía un diseño de ciudad
augústeo, cuyo trazado y extensión pudo ser más amplio que el que sugiere la
muralla de la segunda mitad del III d.C., ya que el lado oriental de ésta parece
ser obra clara del siglo III d.C. y su fábrica es únicamente de sillería. Avalando
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esta hipótesis, las numerosas excavaciones, realizadas en diversos lugares de
los barrios de Tenerías y San Agustín, nos muestran un sector intensamente
ocupado desde época temprana con numerosas construcciones augústeas y
surcado por una planificada retícula de calles y cloacas, que amplía el espacio
construido de la colonia fuera del perímetro de la muralla de la segunda mitad
del siglo III. En ese terreno hubo casas dotadas de agua corriente, que en
ocasiones alimentaban termas domésticas, jardines y fuentes ornamentales.
Los estudios más recientes sobre las arquitecturas del recinto forense de la
colonia han permitido determinar una serie de restos arquitectónicos datables
entre los años 40-30 a.C. Sobre ellos se asentaron las estructuras del primer
recinto forense con porticado en “U”, templo axial y un pequeño macellum
adosado en uno de los ejes de simetría; todo ello construido antes del año 15
a.C. Y por último, la ampliación del primitivo recinto forense en el momento
de fundación de la colonia (15-14 a.C.), con templo, doble porticado, locales
comerciales, basílica y curia.
El teatro forma parte de la planificación y reordenación monumental que se
hace en la colonia en época de Augusto, aunque su construcción se inicie en
época de Tiberio, momento en que la adecuación del conjunto forense está
muy avanzada. La conclusión de su arquitectura debió de ser en época de
Claudio, cronología coincidente con los primeros elementos de estatuaria del
foro conocidos hasta el momento. Sin embargo, hasta su abandono, detectado a
mediados del siglo III d.C. por el arranque de sus sillares, debió de experimentar
transformaciones y reformas como la constatada en época flavia en el pavimento
de la orchestra.
Caesar Augusta a mediados del siglo II d.C.: vista de los pórticos que rodeaban la plaza del foro
en su sector oeste. (Recreación virtual, según C. Aguarod y Vórtice. Ayuntamiento de Zaragoza)
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Caesar Augusta a mediados del siglo II d.C.: sector oeste de la plaza del foro. (Recreación
virtual, según C. Aguarod y Vórtice. Ayuntamiento de Zaragoza)
Sobre los modelos de casa habitados en la colonia, y a juzgar por los
restos excavados y los ejemplos de la vecina Celsa, las casas debieron de
ser mayoritariamente unifamiliares, siguiendo la fórmula de casa de atrio
abierto, en torno al cual se distribuirían las estancias residenciales públicas
o privadas, tejado a cuatro vertientes hacia el interior para recoger el agua
de lluvia mediante enormes vigas o a través de cuatro columnas.
Existen cuatro áreas funerarias en la ciudad. La zona de enterramientos
septentrional, situada en el paseo de Echegaray y Caballero y datada a finales
del siglo III o comienzos del IV d.C.; la meridional, situada en la antigua huerta
de santa Engracia, se crea ex novo a partir del siglo IV d.C. La delimitación de la
misma, así como su nacimiento y ubicación precisa, han estado tradicionalmente
unidas a los sarcófagos romano-cristianos, que se conservan en la iglesia basílica
menor de Santa Engracia, y a la primitiva basílica cementerial aludida por
Prudencio que en dicho recinto debió de existir y que parte de ella ha sido
excavada recientemente, descubriéndose un baptisterio unido a la misma.
La necrópolis oriental, en uso desde la primera mitad del siglo I d.C. hasta el
siglo VI, ocupaba una extensión de alrededor de tres hectáreas, dimensiones que
deducimos de los enterramientos y noticias antiguas de hallazgos diseminados
por los solares y fincas cercanas a la zona excavada en la calle de Nuestra
Señora del Pueyo, en el barrio de Las Fuentes.
Por último, la ubicada en el sector occidental de la ciudad estaba situada en la
vía que partiría de la denominada Puerta de Toledo. Las excavaciones practicadas
en las calles Predicadores, Arpa, Abén Aire y Mosén Pedro Dosset han permitido
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Teatro romano de Caesar Augusta en la actualidad
determinar y conocer en profundidad un grupo de enterramientos romanos
pertenecientes a una necrópolis de época altoimperial, en donde conviven los
ritos de inhumación e incineración; las inhumaciones de los siglos IV/V d.C. y
numerosos enterramientos islámicos denotan la perduración en el tiempo y en el
espacio de este lugar como área cementerial. De los restos descritos destacan dos
laudas musivas con restos de vegetales y aves de finales del siglo IV o comienzo del
siglo V d.C. y un fragmento de sarcófago paleocristiano de época constantiniana.
A partir del siglo IV, y al igual que otras ciudades hispanas, Caesar Augusta denota
en el tejido urbano una serie de cambios importantes que no son sinónimo de
una decadencia tan drástica como se había supuesto. Estas transformaciones
que, de forma aislada y con evidentes lagunas en la investigación, observamos
en la colonia romana, no son sino las bases y los principios que conformarán lo
que después ha de ser la ciudad altomedieval y explicarían el cambio paulatino
que la ciudad experimentó a partir del siglo IV.
Es evidente que estos cambios fueron profundos y afectaron al propio urbanismo
de la ciudad. Pero esas transformaciones, con crisis e inseguridades fomentadas
por las invasiones, distan mucho de la concepción que durante muchos años se
ha tenido de nuestra ciudad en este período histórico, considerándola como una
ciudad semiabandonada y en ruinas según las estratigrafías arqueológicas obtenidas.
La presencia del cristianismo en Caesar Augusta será otro de los elementos a
tener en cuenta, pues van a incidir en el propio urbanismo de la ciudad y en
nuevas formas de pensamiento. Se potenciarán los sectores suburbanos en los
que los cementerios van a formar parte decisiva del paisaje urbano, siendo el de
Santa Engracia el más sobresaliente, no sólo por contener los restos de Engracia
y sus compañeros mártires, sino por el importante centro de peregrinación en
que se convirtió a finales del siglo IV d.C. y siglos posteriores.
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