TEMA 24 EL SISTEMA INMUNITARIO. 24.1 LAS DEFENSAS DEL ORGANISMO. Primera línea de defensa. Epitelios de revestimiento, límites entre nuestro organismo y el mundo exterior. Primera línea de defensa inespecífica. o Mecanismos químicos: secreciones distribuidas por distintas partes del organismo. Ácidos grasos de la piel, contra las infecciones producidas por hongos. Enzimas que rompen la pared de algunas bacterias, entre las que se encuentra la lisozima, presente en la saliva. Las lágrimas y la mucosidad nasal. Sustancias ácidas o enzimas digestivas del estómago e intestino. Péptidos antibacterianos, como las defensinas del intestino. El cerumen del oído y la espermina del esperma. o Mecanismos físicos. Efecto de barrera de los epitelios, gracias a las uniones intercelulares. Efecto de barrido de los cilios de la traquea. o Mecanismos microbiológicos. La flora bacteriana normal. Segunda línea de defensa. Se ponen en marcha inmediatamente cuando los microorganismos patógenos superan la primera línea de defensa. Microorganismos patógenos extracelulares, entran en acción los fagotitos y el sistema del complemento. Si la infección se debe a bacterias intracelulares, la respuesta inicial corre a cargo de los macrófagos. La respuesta temprana frente a células infectadas por virus la realizan las células NK y los interferones. Tercera línea de defensa. Mecanismo especifico y adaptivo, y que deja memoria inmunológica. Implica la actividad de los linfocitos. 24.2 ELEMENTOS DEL SISTEMA INMUNITARIO. Gran variedad de células, que en conjunto se denominan leucocitos o glóbulos blancos, y por moléculas solubles que estas secretan. Células y moléculas inespecíficas. No reconocen específicamente a ninguno de los agentes patógenos, sino que ponen en marcha mecanismos de defensa inespecíficos. Leucocitos especializados en la inmunidad inespecífica. Fagocitos: son células muy eficaces en fagocitar y destruir microorganismos, células alteradas y restos celulares. A este grupo pertenecen los monocitos y los macrófagos (que son monocitos que emigran y se sitúa en los tejidos), los polimorfonucleares neutrófilos y los polimorfonucleares eosinófilos. Células citotóxicas: especializadas en destruir células del organismo que se han vuelto peligrosas. Un tipo de leucocitos denominados células asesinas naturales o células NK. Células cebadas: intervienen en la inflamación y son capaces de liberar aminas vasoactivas, como la histamina. Cuando circulan por la sangre se denominan polimorfonucleares basófilos, y si están en tejidos, mastocitos. Moléculas solubles inespecíficas Lisozima, enzima presente en las secreciones (lágrimas, saliva, etc.) e implicada en la lisis bacteriana. Proteínas del sistema del complemento, controlan la inflamación sintetizadas principalmente en el hígado, en los tejidos inflamados pueden producirlas los macrófagos. Citosinas, intervienen en señales que se producen entre las células durante las respuestas inmunitarias. Interferones, producidos por células infectadas por virus, linfocinas, y monocinas producidas por leucocitos y factores de necrosis tumoral. Célula y moléculas específicas. Leucocitos que implicados en la respuesta inmunitaria especifica o adaptiva. Leucocitos especializados en la inmunidad especifica. Linfocitos. Células responsables del reconocimiento especifico de los agentes patógenos, iniciando las respuestas inmunitarias adaptivas. Los macrófagos actúan como células presentadoras de antígeno (APC), para que los linfocitos T lo puedan reconocer. Las APC presentan el antígeno gracias a unas proteínas denominadas proteínas del complejo principal de histocompatibilidad (MHC), que actúan como receptores antígenos específicos. Dos grandes familias de linfocitos. Linfocitos B o células B. poseen receptores de membrana específicos, que son inmunoglobulinas, denominados BCR, capaces de reconocer a los antígenos. Cuando los linfocitos B se activan se convierten en células plasmáticas, responsables de la producción de inmunoglobulinas solubles, que son los anticuerpos específicos que reconocen antígenos en su forma nativa en la denominada inmunidad humoral. Linfocitos T o células T, responsables de la llamada inmunidad celular específica. Presentan en su membrana receptores denominados TCR. Los TCR reconoces, en la membrana de células presentadoras de antígeno, péptidos antigénicos sobre proteínas del complejo principal de histocompatibilidad. Se dividen en tres tipos: Linfocitos T auxiliares o colabores Linfocitos T citotóxicos. Linfocitos T supresores. 2.4.3 MECANISMOS DE RESPUESTA INMUNITARIA. A) La respuesta inespecífica. Traspasada la primera barrera defensiva, los microbios se encuentran con una barrera local, constituida por las células fagocitarías, macrófagos (leucocitos polimorfonucleares neutrófilos) y macrófagos (monocitos), capaces de digerir los cuerpos extraños. La reacción inflamatoria es la primera respuesta. El diámetro de los vasos sanguíneos próximos a la zona infectada se hace mayor, aumentando el flujo sanguíneo, enrojeciendo la piel y aumentando la temperatura de la zona. Incrementa el numero de células fagocitarías encargadas de destruir los gérmenes, acúmulos de restos celulares, bacterias y, cobre todo, leucocitos polimorfonucleares que constituyen el pus. La fiebre se debe a un aumento de la producción de calor por el organismo. Las células en contacto con los microbios, liberan sustancias piretógenas que estimulan el centro regulador de la temperatura corporal, localizado en el hipotálamo. Este eleva la temperatura del organismo, lo que favorece la movilidad de los leucocitos. B) La respuesta inmunizante humoral. Si las defensas locales son desbordadas, los microbios pueden extenderse por el organismo a través de vasos sanguíneos y linfáticos. Tercera barrera defensiva: las células inmunitarias. Tipos especiales de linfocitos, capaces de reconocer a los agresores y de elaborar una defensa contra ellas: los anticuerpos. B1) Los antígenos. Antígeno, cualquier sustancia extraña que, introducida en el interior del organismo, provoque una respuesta inmunitaria, estimulando la producción de anticuerpos. Las células y los microbios se denominan antígenos particulares, mientras que sustancias químicas se denominan antígenos solubles. Los antígenos particulares deben su carácter antígeno a la presencia en su superficie de antígenos solubles, la cualidad antigénica de estos últimos reside tan solo en ciertas partes de la molécula, denominadas determinantes antigénicos. Los haptenos son antígenos incompletos. Pequeñas moléculas que por si solas no tienen carácter antigénico, pero que, unidas a una proteína transportadora, adquieren dicho carácter. B2) Los anticuerpos. Son sustancias producidas por el organismo cuando detecta la presencia de un antígeno, son específicos. Químicamente son proteínas globulares, denominadas de forma genérica inmunoglobulinas. La molécula de las inmunoglobulinas, en forma de Y, esta constituida por cadenas polipeptídicas de dos tipos: ligeras (L) y pesadas (H). Los extremos de las cadenas H y L de las inmunoglobulinas constituyen la zona anticuerpo, por donde se unen a los antígenos. Tanto las cadenas H como las cadenas L poseen un sector invariable en la molécula, característico de cada inmunoglobulina, y un sector variable, especifico de cada anticuerpo. Los cinco tipos de inmunoglobulinas humanas: Ig G, Ig antibacterianas y antivirales, pueden atravesar la placenta. Ig A, Ig presentes en las secreciones: mucus respiratorio, saliva, lagrimas… Ig M, son las primeras que aparecen ante la presencia de antígenos. Ig E, fenómenos alérgicos. Ig D, papel poco conocido en personas afectadas de mieloma múltiple. La unión antígeno-anticuerpo es específica: cada anticuerpo reconoce y se une con determinado antígeno, formándose el complejo antígeno-anticuerpo. Las reacciones antígeno-anticuerpo tienen diversas consecuencias. La precipitación se produce cuando el antígenos se encuentra disuelto. El complejo antígeno-anticuerpo resulta insoluble y precipita. La aglutinación en ciertos antígenos, células (glóbulos rojos) o bacterias. Un anticuerpo puede unirse a dos antígenos, un antígeno puede unirse a otras tantas moléculas de anticuerpo. El resultado es un entramado de complejos antígeno-anticuerpo. La neutralización de las toxinas o de los virus, cuando el anticuerpo se une a los determinantes antigénicos de éstos, impidiéndoles que se fijen sobre las membranas celulares. La precipitación como la aglutinación y la neutralización facilitan la fagocitosis. B3) Origen de los anticuerpos. Los anticuerpos son formados por plasmocitos, procedentes de linfocitos B, tras un proceso de multiplicación y de diferenciación y tras haber entrado en contacto con los antígenos. Se origina una línea de linfocitos, capaces de elaborar el anticuerpo específico correspondiente. Estos linfocitos se multiplican y diferencian. Existen en torno a un Doillon de determinantes antigénicos y, por tanto un millón de posibles anticuerpos. C) La respuesta inmunizante celular. Linfocitos: algunos de ellos adquieren sus propiedades en la misma medula ósea: son los linfocitos B. Otros van a especializarse al timo, son los linfocitos T. Los linfocitos B y T pasan a los ganglios, al bazo y a los demás órganos linfoides periféricos. Cuando se detecta la presencia de un antígenos, el macrófago lo fagocita y lo transporta a los ganglios linfáticos. Allí presenta fragmentos del antígenos a los linfocitos T, formándose linfocitos T citotóxicos, que pueden destruir directamente a las células infectadas, y linfocitos auxiliares, que facilitan el desarrollo de los linfocitos B. Los linfocitos T citotóxicos presentan en su superficie unas moléculas receptoras semejantes a los anticuerpos, mediante las cuales se unen específicamente a los antígenos de la membrana de las células, provocando su degradación. Los linfocitos B se activan ante la presencia del antígeno y se encargan de elaborar un anticuerpo específico. No empiezan a producir este anticuerpo mientras no reciban la señal de los linfocitos T auxiliares. Superada la infección, un tercer tipo de linfocitos T se encarga de detener las reacciones inmunitarias: los linfocitos supresores. LA MEMORIA DEL SISTEMA DEFENSIVO: LA INMUNIDAD. Un organismo es inmune a determinado antígeno cuando es capaz de anularlo o desactivarlo sin presentar reacción patológica. A) Inmunidad natural y adquirida. muchos organismos son inmunes a enfermedades que padecen los organismos de otras especies inmunidad natural congénita. Existe otro tipo de inmunidad natural, que se adquiere tras superar un proceso infeccioso, inmunidad natural adquirida. A1. Aspectos cuantitativos de la respuesta inmune. El primer contacto con el antígeno provoca la respuesta primaria. Se observa: un periodo de latencia, en el cual no hay producción, una fase de crecimiento rápido hasta alcanzar un máximo y un periodo de decrecimiento. Un nuevo contacto con el mismo antígeno da lugar a la respuesta secundaria. El tiempo de latencia es mínimo, el crecimiento es mayor y el decrecimiento es más sostenido. En una segunda exposición ante el mismo antígeno no es necesario repetir todo el proceso, pues ya existen linfocitos competentes, capaces de reproducirse rápidamente. A2. Linfocitos “con memoria”. La memoria inmunológica que se pone de manifiesto en la respuesta secundaria se debe a la persistencia de ciertos linfocitos B Y T, los linfocitos con memoria, formados después del primer contacto con el antígenos y que perduran durante un tiempo.