Parte I Sagrada Comunión: El Cuerpo y la Sangre del Señor Jesús

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NORMAS PARA LA DISTRIBUCIÓN Y RECEPCIÓN DE
LA SAGRADA COMUNIÓN BAJO DOS ESPECIES EN
LAS DIÓCESIS DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
Parte I
Sagrada Comunión: El Cuerpo y la Sangre del Señor Jesús
El misterio de la Sagrada Eucarist ía
1. La noche antes de morir, Cristo reunió a sus Apóstoles en la sala superior para celebrar la
Última Cena y darnos el inestimable don de su Cuerpo y Sangre para: "perpetuar por los
siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz, y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el
memorial de su muerte y resurrección."" (1) Así en la liturgia de la comunión, nos unimos
a Cristo en el altar de la cruz y alrededor de la mesa de la sala superior en "el memorial
sacrificial en que se perpetúa el sacrificio de la cruz, y el banquete sagrado de la
comunión en el Cuerpo y la Sangre del Señor." (2)
2. Al igual que todos los actos de la sagrada liturgia, la Eucaristía usa signos para comunicar
realidades sagradas. La Constitución sobre la Sagrada Liturgia: Sacrosanctum Concilium
nos recuerda que en la liturgia "los signos sensibles significan y cada uno a su manera
realiza la santificación del hombre". (3) De manera preeminente la liturgia de la comunión
usa los signos del pan y el vino en obediencia al mandato del Señor y después de su
transformación nos los da como Cuerpo y Sangre de Cristo en el acto de la comunión.
Cuando recibimos y compartimos el pan y el cáliz eucarístico ""signos sensibles"" es que
obedecemos el mandato del Señor y aumentamos nuestra semejanza al Señor cuyo
Cuerpo y Sangre significamos y ambos significan y contienen.
3. La Eucaristía constituye "todo el bien espiritual de la Iglesia, a saber, Cristo mismo,
nuestra Pascua y Pan vivo". (4) Es el "sacramento de sacramentos". (5) Por su mediación
"logramos nuestra redención." (6) Él, que es el "pan vivo bajado del cielo" (Jn 6:51) nos
asegura: "El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitaré
en el último día. Mi carne es comida verdadera y mi sangre es bebida verdadera." (Jn
6:54-55)
4. Los ojos de la fe permiten al creyente reconocer las profundidades inefables del misterio
que es la Sagrada Eucaristía. El Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece un número
de imágenes tomadas de nuestra tradición para referirse a esta realidad sagrada: asamblea
eucarística (synaxis), acción de gracias, fracción del pan, memorial, Santo Sacrificio,
Cena del Señor, santa y divina liturgia, Sagrada Comunión y Santa Misa. (7) Las especies
eucarísticas de pan y vino provienen del trabajo de manos humanas. En la acción de la
Eucaristía este pan y vino se transforman y se convierten en nuestra comida y bebida
espiritual. Es Cristo, la verdadera viña, quien da vida a las ramas (Cf. Jn 15:1-6). Como
pan del cielo (Cf. Jn 6:41), pan de ángeles, cáliz de salvación y medicina de inmortalidad,
(8)
la Eucaristía es la promesa de vida eterna para todos los que la comen y la beben (cha
Jn 6:50-51). La Eucaristía es una comida sagrada, "sacramento de piedad, signo de
unidad, vínculo de caridad", (9) en el que Cristo nos llama como amigos para compartir en
el banquete del reino de los cielos (cha Jn 15:15). Este pan y cáliz se entregaron a los
1
discípulos en la Última Cena. Esta comida espiritual ha sido el pan de cada día y el
sustento para sus discípulos en el curso de los siglos. El pan y el vino de la Cena del
Señor "su Cuerpo y Sangre" al ser partido y derramado constituyen la comida
irremplazable para la jornada de la Iglesia peregrina en la tierra." (10) La Eucaristía
perpetúa el sacrificio de Cristo, que fue ofrecido una vez por todas y por nuestra
salvación, haciendo presente la victoria y el triunfo de la muerte de Cristo. (11) Es la
fuerza para los que caminan con esperanza por la vida y desean vivir con Dios en la vida
futura. Nuestra última recepción de la Eucaristía es el viaticum, la comida del viaje
último del creyente en camino al cielo. Mediante todas esta imágenes la Iglesia nos ayuda
a ver la Eucaristía como la unión con Cristo de quien la Iglesia procede, por quien vive y
hacia quien dirige su vida. (12)
Sagrada Comunión
5. Aunque el corazón de la celebración de la Eucaristía es la oración eucarística, la
consumación de la Misa es la Sagrada Comunión, en la que aquellos que fueron
rescatados por el Padre por su amado Hijo comen y beben el Cuerpo y la Sangre de
Cristo. Allí se unen como miembros del Cuerpo místico de Cristo, comparten la vida del
Espíritu. En el gran sacramento del altar, se unen a Cristo Jesús y mutuamente a los
demás.
También fue la voluntad de Cristo que este sacramento se recibiese como la comida
espiritual del alma para alimentar a los que viven por su vida, como él dijo: "Quien me
come a mí tendrá de mí la vida" (Jn 6:57). Este sacramento es también un remedio para
librarnos de nuestros defectos de cada día y alejarnos del pecado mortal. Fue la voluntad
de Cristo, además, que este sacramento fuese una promesa de nuestra futura gloria y
nuestra felicidad eterna y, también, un símbolo de ese cuerpo del que Él es la cabeza (Cf.
Lc 22:19 y 1 Cor 11:3). Fue su deseo que nosotros, como miembros de su cuerpo, nos
uniésemos a ese sacramento con firmes vínculos de fe, esperanza y amor, para que todos
dijésemos lo mismo, y no hubiese disensión entre nosotros (Cf. 1 Cor 1:10). (13)
Como católicos participamos plenamente en la celebración de la Eucaristía cuando
recibimos la Sagrada Comunión. Se nos anima a recibir la Comunión devota y
frecuentemente. Para estar bien dispuestos a recibir la Comunión, los participantes
deberán estar conscientes de no tener pecado grave y normalmente deberán ayunar por
una hora. Una persona que está consciente de pecado grave no deberá recibir el Cuerpo y
la Sangre del Señor sin hacer primero una confesión sacramental excepto por una grave
causa donde no haya oportunidad para confesarse. En este caso la persona deberá estar
consciente de su obligación de hacer un acto de perfecta contrición, incluyendo la
intención de confesarse lo más pronto posible (canon 916). Todos deberán ser animados a
recibir con frecuencia el Sacramento de la Penitencia. (14)
Uni ón con Cristo
6. El Señor mismo nos dio la Eucaristía en la Última Cena. El sacrificio eucarístico "está
totalmente orientado hacia la unión intima de los fieles con Cristo por medio de la
2
comunión." (15) Es el mismo Cristo que se recibe en la Sagrada Comunión, que dijo a sus
discípulos: "Tomad y comed, este es mi cuerpo." Dando gracias tomó el cáliz y dijo:
"Tomad y bebed, éste es el cáliz de mi sangre. Haced esto en conmemoración mía". (Mt
26:26-27; 1 Cor 11:25)
7. El pan y el vino son presentados por los fieles y colocados en el altar por el sacerdote.
Estos son dones simples, pero son anunciados en el Antiguo Testamento y escogidos por
el mismo Cristo para el sacrificio eucarístico. Cuando estos dones de pan y vino son
ofrecidos al Padre por el sacerdote, en nombre de la Iglesia durante la gran Plegaria
Eucarística de acción de gracias, se transforman por el Espíritu Santo en el Cuerpo y la
Sangre del Hijo único del Padre. Finalmente, cuando un pan se parte, "se expresa la
unidad de los fieles" [y mediante la Comunión ellos] reciben de un sólo pan el Cuerpo y
la Sangre del Señor de la misma manera que los apóstoles los recibieron de las manos del
mismo Cristo." (16) Por tanto la importancia de las palabras del himno adoptado del
Dídache:
Como el grano esparcido en las laderas
se hizo uno en este pan partido,
que así, de todos los pueblos se reúna tu Iglesia
para formar el reino de tu Hijo. (17)
El mismo Cristo est á presente en las especies eucarísticas
8. Cristo está "verdaderamente, realmente y substancialmente contenido (18) en la Sagrada
Comunión. "Su presencia no se significa momentaria ni simplemente, sino total y
permanentemente real bajo cada uno de las especies consagradas del pan y del vino." (19)
9. El Concilio de Trento enseña que "el verdadero Cuerpo y Sangre de nuestro Señor, junto
con su alma y divinidad, existen bajo las especies de pan y vino. Su cuerpo existe bajo las
especies de pan y su sangre bajo las especies de vino, según el propio peso de sus
palabras." (20)
10. La Iglesia también enseña y cree que "inmediatamente después de la consagración, el
verdadero cuerpo de nuestro Señor y su verdadera sangre existen junto con su alma y
divinidad bajo la forma de pan y vino. El cuerpo está presente bajo la forma de pan y la
sangre bajo la forma de vino, por virtud de las palabras [de Cristo]. El mismo cuerpo, sin
embargo, está bajo la forma de vino y la sangre bajo la forma de pan, y el alma bajo
cualquiera de ambas formas, en virtud del vínculo y concomitancia natural que une
mutuamente las partes de Cristo el Señor, quien ha resucitado de entre los muertos y no
morirá más." (21)
11. Desde entonces, sin embargo, por razón de su valor como señal, compartir ambas
especies eucarísticas es un reflejo más pleno de las realidades sagradas de lo que la
liturgia significa, la Iglesia en su sabiduría ha hecho provisiones en los años recientes
para que la más frecuente participación eucarística tanto de la sagrada hostia como del
cáliz de salvación pudiera ser posible para los laicos de la Iglesia latina.
3
La Sagrada Comunión como acto de fe
12. La presencia de Cristo en la Eucaristía es un reto para el entendimiento humano, para la
lógica y en última instancia para la razón. Su presencia no puede conocerse por los
sentidos, sino por la fe (22) "una fe que continuamente se profundiza mediante la
comunión que tiene lugar entre el Señor y sus fieles en el acto mismo de la celebración de
la Eucaristía. Así es que los Padres con frecuencia advertían a los fieles que si sólo
confiaban en los sentidos, verían pan y vino únicamente. Ellos, al contrario, exhortaban a
los miembros de la Iglesia a recordar las palabras de Cristo mediante cuyo poder el pan y
el vino se habían transformado en su propio Cuerpo y Sangre. (23)
13. La enseñanza de San Cirilo de Jerusalén ayuda a la Iglesia aún en nuestros días a
comprender este gran misterio:
Hemos sido instruidos en estos asuntos y llenos de una fe inconmovible que lo
que parece ser pan no es pan, aunque sepa a pan, sino el Cuerpo de Cristo; y lo
que parece ser vino no es vino, aunque sepa a vino, sino la Sangre de Cristo. (24)
14. El acto de Comunión, por tanto, es también un acto de fe. Porque cuando el ministro dice,
"El Cuerpo de Cristo" o "La Sangre de Cristo," y el comulgante dice "Amén", es una
profesión en la presencia del Cristo salvador, Cuerpo y Sangre, alma y divinidad, quien
ahora da vida al creyente.
15. El comulgante hace su acto de fe en la presencia total del Señor Jesucristo ya sea en la
Comunión bajo una especie o bajo las dos especies. Nunca deberá llegarse a la
conclusión de que la Comunión bajo la forma de pan solamente o la Comunión bajo la
forma de vino solamente es de alguna manera un acto incompleto o que Cristo no está
completamente presente al comulgante. La enseñanza inalterable la Iglesia desde el
tiempo de los Padres y en el curso de los siglos "notablemente en los concilios
ecuménicos de Letrán IV, Constancia, Florencia, Trento y el Vaticano II" han dado
testimonio de la constante unidad de la fe en la presencia de Cristo en ambos elementos.
(25)
Claramente hay algunas circunstancias pastorales que requieren el compartir
eucarístico en una sola especie, tal como cuando la Comunión se lleva a los enfermos o
cuando uno no puede recibir ya sea el Cuerpo del Señor o su Preciosa Sangre a causa de
enfermedad. Hasta en los días iniciales de la vida de la Iglesia, cuando la Comunión bajo
ambas especies era la norma, siempre había instancias cuando la Eucaristía se recibía sólo
bajo la forma de pan o vino. Los que recibían la Sagrada Comunión en la casa o estaban
enfermos, generalmente recibían bajo una sola especie, como también lo hacía toda la
Iglesia durante la liturgia del Viernes Santo. (26) Por tanto, la Iglesia siempre ha enseñado
la doctrina de la concomitancia, por la cual sabemos que bajo cada especie sola, Cristo
está totalmente presente y nosotros "recibimos todos los frutos de la gracia eucarística."
(27)
16. Al mismo tiempo, un aprecio por la recepción de "todo el Cristo" mediante una especie,
no deberá disminuir de ninguna manera el valor más pleno de la recepción de la Sagrada
Comunión bajo las dos especies. Porque así como Cristo se ofreció completamente,
Cuerpo y Sangre, en sacrificio por nuestros pecados, así también es nuestra recepción de
su Cuerpo y Sangre bajo ambas especies una participación especialmente apta en el
memorial de la vida eterna.
4
La Sagrada Comunión bajo ambas especies
17. Desde los primeros días de la celebración de la Eucaristía en la Iglesia, la Sagrada
Comunión consistía de la recepción de ambas especies en cumplimiento del
mandamiento del Señor: "tomen y coman... tomen y beban." La distribución de la
Sagrada Comunión a los fieles bajo ambas especies fue la norma por más de un milenio
de práctica litúrgica católica.
18. La práctica de la Sagrada Comunión bajo ambas especies en la Misa continuó hasta fines
del siglo XI, cuando la costumbre de distribuir la Eucaristía a los fieles bajo la forma del
pan solamente empezó a propagarse. Para el siglo XII ya teólogos como Pedro Cantor
hablaban de la Comunión bajo una especie como un tipo de "costumbre" de la Iglesia. (28)
Esta práctica se propagó hasta que el Concilio de Constancia en 1415 decretó que la
Sagrada Comunión sólo sería distribuida a los fieles bajo la forma de pan únicamente.
19. En 1963, los Padres del Concilio Vaticano II autorizaron la extensión de la facultad para
Sagrada Comunión bajo ambas especies en Sacrosanctum Concilium:
Manteniendo firmes los principios dogmáticos declarados por el Concilio de
Trento, la comunión bajo ambas especies puede concederse, en los casos que la
Sede Apostólica determine, tanto a los clérigos y religiosos como a los laicos" (29)
20. La decisión del Concilio de restaurar la Sagrada Comunión bajo ambas especies según la
discreción del obispo se expresó en la primera edición del Missale Romanum y disfruta
de una aplicación hasta más generosa en la tercera edición típica del Missale Romanum:
La Sagrada Comunión tiene una forma más completa como signo cuando se
recibe bajo ambas especies. Porque de esta manera de recibir se revela una señal
más completa del banquete eucarístico. Además hay una expresión más clara de
esa voluntad por la cual la nueva y eterna alianza se ratifica con la sangre del
Señor, y de la relación del banquete eucarístico al banquete escatológico en el
reino del Padre. (30)
La Instrucción General explica además que "al mismo tiempo los fieles deberán ser
guiados hacia el deseo de participar más intensamente en un rito sagrado en el que la
señal de la comida eucarística se destaca más explícitamente." (31)
21. La extensión de la facultad para la distribución de la Sagrada Comunión bajo dos
especies no representa un cambio en la creencia inmemorial de la Iglesia sobre la Sagrada
Eucaristía. Más bien, hoy, la Iglesia encuentra que es saludable restaurar una práctica,
cuando es apropiado, que por varias razones no era oportuna cuando el Concilio de
Trento se reunió en 1545. (32) Pero con el paso del tiempo, y bajo la guía del Espíritu
Santo, la reforma del Concilio Vaticano II tuvo como resultado la restauración de una
práctica que permite a los fieles tener la experiencia de "una señal más completa del
banquete eucarístico." (33)
5
Parte II
Normas para la distribución de la Sagrada Comunión bajo dos especies
El propósito de estas normas
22. En respuesta a la provisión de la Instrucción General del Misal Romano, la United States
Conference of Catholic Bishops describe aquí "los métodos de distribuir la Sagrada
Comunión a los fieles bajo ambas especies" y aprueba las siguientes "normas, con la
debida recognitio de la Sede Apostólica." (34) El propósito de estas normas es asegurar la
distribución reverente y cuidadosa de la Sagrada Comunión bajo ambas especies.
Cuando se puede dar la Comunión bajo dos especies
23. El Missale Romanum revisado, tercera edición típica, expande ampliamente esas
oportunidades cuando la Sagrada Comunión puede ofrecerse bajo ambas especies.
Además de esas circunstancias especificadas en los ritos individuales, la Instrucción
General declara que la Comunión bajo dos especies se puede permitir en estos casos:
a. para sacerdotes que no puedan celebrar ni concelebrar
b. para el diácono y otros que desempeñan algún papel en la Misa
c. para los miembros de la comunidad en su Misa conventual o en la que en algunos
casos se conoce como la Misa "comunitaria", para seminaristas, [y] para todos
aquellos que están de retiro o participan en un encuentro espiritual o pastoral (35)
24. La Instrucción General luego indica que
el obispo diocesano puede establecer normas para la distribución de la Comunión bajo
dos especies para su propia diócesis, que deberán ser observadas." El obispo diocesano
también tiene la facultad de permitir la Comunión bajo ambas especies, siempre que el
sacerdote encargado como párroco de una comunidad lo considere apropiado, con la
provisión de que los fieles hayan sido bien instruidos y no haya peligro de la profanación
del Sacramento o que el rito sea difícil de llevarse a cabo debido al número de
participantes o por alguna otra razón. (36)
En la práctica, la necesidad de evitar el obscurecer el papel del sacerdote y del diácono
como ministros ordinarios de la Sagrada Comunión por un uso exceso de ministros
extraordinarios podría, en algunas circunstancias, constituir una razón para limitar o sea
la distribución de la Sagrada Comunión bajo dos especies o para utilizar intinción en
lugar de distribuir la Preciosa Sangre del cáliz.
Las normas establecidas por el obispo diocesano deberán ser observadas donde quiera
que la Eucaristía se celebre en la diócesis, "aun en las iglesias de órdenes religiosas y en
celebraciones con grupos pequeños." (37)
6
Catequesis para recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor
25. Cuando el obispo diocesano introduce la Comunión bajo dos especies por primera vez y
también cada vez que se presente una oportunidad para la instrucción, los fieles deberán
ser catequizados apropiadamente, a la luz de la enseñanza y directivas de la Instrucción
General, sobre los asuntos a continuación :
a. la naturaleza eclesial de la Eucaristía como propiedad común de toda la Iglesia;
b. la Eucaristía como el memorial del sacrificio de Cristo, su muerte y resurrección,
y como banquete sagrado;
c. la presencia real de Cristo en los elementos eucarísticos, completo e íntegro "en
cada elemento del pan y el vino consagrado (doctrina de la concomitancia);
d. los tipos de reverencia hacia el sacramento, ya sean dentro de la liturgia de la
comunión o fuera de la celebración; (38) y
e. el papel que los ministros ordinarios de la Eucaristía, y si es necesario, el que los
ministros extraordinarios desempeñan en la asamblea eucarística
El ministro de la Sagrada Comunión
26. En virtud de su ordenación sagrada, el obispo o presbítero ofrece el sacrificio en la
persona de Cristo, Cabeza de la Iglesia. Él recibe los dones de pan y vino de los fieles,
ofrece el sacrifico a Dios y les devuelve el Cuerpo y la Sangre de Cristo, como si fueran
de las manos del mismo Cristo. (39) Por tanto los obispos y presbíteros se consideran los
ministros ordinarios de la Sagrada Comunión. Además el diácono que ayuda al obispo o
al presbítero en la distribución de la Comunión es un ministro ordinario de la Sagrada
Comunión. Cuando la Eucaristía se distribuye bajo ambas especies: "el diácono presenta
el cáliz". (40)
27. En cada celebración de la Eucaristía deberá haber un número suficiente de ministros de la
Sagrada Comunión para que pueda ser distribuida de manera ordenada y reverente.
Obispos, presbíteros y diáconos distribuyen la Sagrada Comunión en virtud de su oficio
como ministros ordinarios del Cuerpo y de la Sangre del Señor. (41) æ
Ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión
28. Cuando el tamaño de la congregación o la incapacidad del obispo, presbítero o diácono lo
requiere, el celebrante puede ser asistido por otros obispos, presbíteros o diáconos. (42) Si
no están presentes esos ministros ordinarios de la Sagrada Comunión: "el presbítero
podría pedir ayuda a los ministros extraordinarios, i.e., acólitos formalmente instituidos o
a algunos de los fieles que hayan sido comisionados según el rito prescrito. En caso de
necesidad, el presbítero también puede comisionar miembros aptos de entre los fieles
para esas ocasiones." (43) Los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión deberán
recibir suficiente ayuda espiritual, teológica y preparación práctica para desempeñar su
papel con conocimiento y reverencia. En todas esas cosas deberán seguir la guía del
obispo diocesano. Cuando sea necesario recurrir a ministros extraordinarios de la Sagrada
Comunión, sobre todo en la distribución de la Sagrada Comunión bajo dos especies, su
número no debería ser aumentado más que lo exigido para la distribución ordenada y
reverente del Cuerpo y la Sangre del Señor. En todos los asuntos tales ministros
7
extraordinarios de la Sagrada Comunión deberían seguir los mandatos del obispo
diocesano.
Reverencia
29. Todos los ministros de la Sagrada Comunión deberán mostrar la mayor reverencia por la
Santísima Eucaristía con su comportamiento, su atuendo y la manera en que manejan el
pan y el vino consagrados. En caso de algún accidente "como por ejemplo, en caso de
que se derramase vino del cáliz" el "área afectada "" deberá ser lavada y el agua vaciada
en el sagrario." (44)
Planificación
30. Cuando la Sagrada Comunión será distribuida bajo dos especies, la planificación deberá
hacerse cuidadosamente de modo que:
(45)
o se tenga suficiente pan y vino para la comunión de los fieles en cada Misa.
Como regla general, la Sagrada Comunión se da de las hostias consagradas en la
misma Misa y no de las que han sido puestas en reserva en el tabernáculo. La
Preciosa Sangre no se puede reservar de una Misa para ser usada en otra (46); y
o se disponga de un número adecuado de ministros de la Sagrada Comunión en
cada Misa. Para la Comunión del cáliz, es provechoso que se tengan dos ministros
de la Preciosa Sangre por cada ministro del Cuerpo de Cristo, para impedir que la
celebración litúrgica se prolongue indebidamente.
31. Aunque la Comunión sea ofrecida a la congregación en forma de pan sólo, se deberán
proporcionar suficientes cantidades de los elementos consagrados para que Preciosa
Sangre pueda ser distribuida a todos los presbíteros que concelebran.
Preparaciones
32. Antes de que la Misa empiece, el vino y las hostias deberán estar en vasos de tamaño y
número apropiados. La presencia sobre el altar de un solo cáliz y una patena grande
puede significar el pan único y el solo cáliz por el que nos reunimos para que "seamos en
Cristo, víctima viva para alabanza." (47) Cuando esto no es posible, se deberá procurar que
el número de vasos no exceda la necesidad.
33. La unidad de todos en el único pan será expresada mejor cuando el pan que se fraccione
es suficientemente grande para que al menos algunos de los fieles puedan recibir un
pedazo que provenga de él. Cuando el número de fieles es grande, sin embargo, un
simple pan grande se podrá usar para partir el pan, con pequeños pedazos de pan para el
resto de los fieles. (48)
34. Sacred vessels, which "hold a place of honor," should be of noble materials, appropriate
to their use, and in conformity to the requirements of liturgical law, as specified in the
General Instruction of the Roman Missal, nos. 327-332.Los vasos sagrados, que
"ocupan un lugar de honor", deberán ser de materiales nobles, apropiados para su uso y
en conformidad con los requisitos de las leyes litúrgicas según las especificaciones de la
Instrucción General del Misal Romano, nn. 327-332. (49)
8
35. Antes de ser usados, los vasos para la celebración deberán ser bendecidos por el obispo o
presbítero según el Rito de bendición para el cáliz y la patena. (50)
Para la preparación de los dones
36. El altar se prepara con corporal, purificador, Misal Romano y cáliz (a menos que el cáliz
se prepare en la mesa del lado) por el diácono y los acólitos. Los dones del pan y el vino
lo presentan los fieles y son recibidos por el presbítero o diácono en un lugar
conveniente. (51)
En la fracción del pan
37. Cuando comience el canto del Cordero de Dios, sólo el obispo o el sacerdote, o con la
ayuda del diácono, y, si es necesario la ayuda de uno de los sacerdotes concelebrantes,
rompe el pan eucarístico.
Otros cálices vacíos y copones o patenas se llevan entonces hasta el altar si es necesario.
El diácono o el sacerdote reparte el pan consagrado en varios copones o patenas y, si es
necesario, vierte la Preciosa Sangre en los cálices adicionales según la necesidad para la
distribución de la Sagrada Comunión. Si no es posible realizarse esta distribución en un
tiempo razonable, el celebrante puede pedir la ayuda de otros diáconos o sacerdotes
concelebrantes. Esta acción regularmente se lleva a cabo sobre el altar, para que se pueda
significar el compartir de un solo cáliz; en el caso de asambleas muy numerosas, se
podría hacer en la mesa aparte dentro del presbiterio.
38. Si los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión son exigidos por la necesidad
pastoral, se acercan al altar mientras el sacerdote recibe la Sagrada Comunión. Después
de que el sacerdote celebrante se haya comulgado, él distribuye la Sagrada Comunión a
los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión, ayudado por el diácono, y
entonces el sacerdote entrega los vasos sagrados a los ministros extraordinarios de la
Sagrada Comunión para la distribución de la Sagrada Comunión al pueblo.
39. Todos reciben la Sagrada Comunión en la manera descrita por la Instrucción General del
Misal Romano, ya sean presbíteros concelebrantes (Cf. IGMR, nn. 159, 242, 243, 246),
diáconos (Cf. IGMR, nn. 182, 244, 246), o ministros extraordinarios de la Sagrada
Comunión (Cf. IGMR, n. 284). Ni los diáconos ni los ministros laicos pueden recibir la
Sagrada Comunión como si fueran presbíteros concelebrantes. La práctica de los
ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión de esperar para recibir la Sagrada
Comunión hasta después de la distribución de la Sagrada Comunión no está en
conformidad con las normas litúrgicas.
40. Después de que todos los ministros eucarísticos hayan recibido la Comunión, el obispo o
el presbítero celebrante le entregan reverentemente los vasos que contienen el Cuerpo y
la Sangre del Señor a los diáconos o a los ministros extraordinarios que ayudarán con la
distribución de la Sagrada Comunión. En asambleas grandes, él podría ser asistido en esta
acción por otros ministros. El diácono puede ayudar al presbítero en el manejo de los
vasos que contienen el Cuerpo y la Sangre del Señor a los ministros extraordinarios de la
Sagrada Comunión.
9
Distribución del Cuerpo y la Sangre del Señor
41. La Sagrada Comunión bajo la forma de pan se ofrece a los comulgantes con las palabras
"El Cuerpo de Cristo." El comulgante puede recibir el Cuerpo de Cristo en la mano o en
la lengua. Cuando la recibe en la mano, el comulgante deberá ser guiado por las palabras
de San Cirilo de Jerusalén: "Cuando se acerque, tenga el cuidado de no hacerlo con la
mano extendida y los dedos abiertos o separados, más bien coloque la mano izquierda
como un trono debajo de la derecha, como es propio de uno que está a punto de recibir al
Rey. Luego recíbalo, procurando que nada se pierda." (52)
42. Entre las maneras de distribuir la Preciosa Sangre según las especificaciones de la
Instrucción General del Misal Romano, la Comunión del cáliz es la forma generalmente
preferida para suministrar la Preciosa Sangre en la Iglesia Latina, con tal de que pueda ser
suministrada apropiadamente según las normas y sin riesgo de aún una aparente
irreverencia hacia la Preciosa Sangre. (53)
43. El cáliz se ofrece al comulgante con las palabras: "La Sangre de Cristo", y el comulgante
responde :"Amén."
44. El cáliz no podrá nunca dejarse sobre el altar o sobre otro lugar para que el comulgante lo
tome por sí mismo para comulgar él o ella mismo (excepto en el caso de obispos o
presbíteros concelebrantes), ni se puede pasar el cáliz de un comulgante al otro. Deberá
haber un ministro del cáliz.
45. Después de que cada comulgante haya recibido la Sangre de Cristo, el ministro muy
cuidadosamente limpia ambos lados del borde del cáliz con un purificador. Esta acción es
una manera tanto de reverencia como de higiene. Por la misma razón, el ministro gira el
cáliz ligeramente después de que cada comulgante haya recibido la Preciosa Sangre.
46. Es la decisión del comulgante, no del ministro, si quiere comulgar del cáliz.
47. A los niños se les anima a recibir la Comunión bajo las dos especies siempre que hayan
sido instruidos adecuadamente y que sean de suficiente edad para comulgar del cáliz.
Otras formas de distribución de la Preciosa Sangre
48. Distribución de la Preciosa Sangre mediante una cuchara o una pajilla no se acostumbra
en las diócesis del rito latino de los Estados Unidos de América.
49. Con el permiso del obispo diocesano, la Sagrada Comunión se puede distribuir por
intinción de la manera siguiente: "el comulgante, con la patena bajo la barbilla, se acerca
al presbítero que sostiene el cáliz y quien tiene a su lado al ministro con el copón de las
hostias. El presbítero toma la hostia, la introduce en el cáliz y mostrándola dice: "El
Cuerpo y la Sangre de Cristo." El comulgante responde: "Amén", y recibe el Sacramento
en la lengua de manos del presbítero. Luego el comulgante regresa a su asiento." (54)
50. El comulgante, incluyendo el ministro extraordinario, nunca tiene permiso para auto
comunicarse, ni aún por intinción. La Comunión bajo cualquiera de las dos formas, pan o
vino, deberá siempre darse por un ministro ordinario o extraordinario de la Sagrada
Comunión.
Purificación de los vasos sagrados
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51. Después de la Comunión el pan consagrado que queda se reserva en el tabernáculo.
Deberá tenerse cuidado de que no quede ningún fragmento en el corporal ni en los vasos
sagrados. El diácono regresa al altar con el presbítero y recoge y consume cualquier
fragmento que quede.
52. Cuando quede más Preciosa Sangre que la necesaria para la Comunión, y no fuese
consumida por el obispo o presbítero celebrante, "el diácono inmediatamente y con
reverencia consume frente al altar toda la Sangre de Cristo que quede; podría ser asistido,
si la necesidad así lo dicta, por otros diáconos y presbíteros." (55) Cuando haya ministros
extraordinarios de la Sagrada Comunión, ellos podrán consumir lo que quede de la
distribución de la Preciosa Sangre del cáliz, con permiso del obispo diocesano.
53. El cáliz y otros vasos pueden llevarse a una mesa aparte, donde se limpian y se arreglan
en la manera usual. Otros vasos sagrados que contenían la Preciosa Sangre se purifican
de la misma manera que los copones. Con tal que el pan consagrado sea consumido o
reservado y la Preciosa Sangre que quede sea consumida, "está permitido dejar los vasos"
aptamente cubiertos y en la mesa aparte sobre un corporal, para ser limpiados
inmediatamente después de la Misa y después de que los fieles hayan sido despedidos."
(56)
Cuando no haya un número suficiente de presbíteros o diáconos, los ministros
extraordinarios de la Sagrada Comunión pueden purificar los vasos, con previa
aprobación del obispo diocesano.
54. La Preciosa Sangre no puede reservarse, excepto para dar la Sagrada Comunión a alguien
que esté enfermo. Sólo los enfermos que no pueden recibir la Comunión bajo la forma de
pan pueden recibirla bajo la forma de vino y solamente a la discreción del presbítero. Si
no se consagra en la Misa en la presencia del enfermo, la Sangre del Señor se guarda
propiamente cubierta y se coloca en el tabernáculo después de la Comunión. La Preciosa
Sangre deberá llevarse a los enfermos en un vaso cerrado de tal manera que se elimine
toda posibilidad de derramarla. Si algo de la Preciosa Sangre permanece después de que
el enfermo haya recibido la Comunión, deberá ser consumida por el ministro, quien
también deberá purificar el vaso apropiadamente.
55. La reverencia que se debe a la Preciosa Sangre del Señor exige que sea consumida
debidamente después de que concluya la Comunión y nunca deberá vaciarse en la tierra
ni en el sagrario.
Conclusión
56. Las normas y directivas establecidas por la Iglesia para la celebración de cualquier rito
litúrgico siempre tienen como su meta inmediata una cuidadosa celebración de esos ritos.
Sin embargo, tales normas también tienen como propósito fomentar las celebraciones que
glorifican a Dios y profundizan la fe, la esperanza y la caridad de los participantes en el
culto litúrgico. La preparación y celebración ordenada de la Misa, y de la Sagrada
Comunión en particular, deberán siempre afectar profundamente a los comulgantes en
todos sus aspectos y dimensiones. En el caso de la distribución de la Sagrada Comunión
bajo ambas especies, que ahora ha sido restaurada en la Iglesia latina, la fe cristiana en la
presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía será renovada y profundizada en la vida
de los fieles mediante esta práctica estimada.
57. En todos los demás asuntos con respecto al Rito de la Comunión bajo ambas especies, se
deberán consultar las normas de la Instrucción General, nn. 281-287.
11
REFERENCIAS
1. Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium: Constitución sobre la sagrada
liturgia[SC] (4 de diciembre, 1963), n. 47. (Todas las citas del Vaticano II que se usan
provienen de la edición de Biblioteca de Autores Cristianos, de La Editorial Católica, S.A.,
Madrid, 1967.)
2. United States Catholic Conference"Libreria Editrice Vaticana, Catecismo de la Iglesia
Católica [CIC] (2000), n. 1382.
3. SC, n. 7.
4. Concilio Vaticano II, Presbyterorum Ordinis: Decreto sobre el ministerio y la vida de los
presbíteros [PO] (7 de diciembre, 1965), n. 5.
5. Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Instrucción General
del Misal Romano [IGMR] (2000), n. 368.
6. Sacramentario, Prayer Over the Gifts, Evening Mass of the Lord"s Supper, p. 138.
7. CIC, nn. 1328-1332.
8. Cf. St. Ignatius of Antioch, Ad. Eph., 20, 2.
9. SC, n. 47.
10. Sacramentario, Oración Eucarística III, p. 554.
11. SC, n. 6.
12. Cf. Concilio Vaticano II, Lumen gentium: Constitución dogmática sobre la Iglesia(21 de
noviembre, 1964), n. 3.
13. Concilio de Trento, Sesión xiii (Octubre 11, 1551), De ratione institutionis ss. huius
sacramenti. (El texto en latín aparece en Henricus Denzinger and Adolfus Schönmetzer, eds.,
Enchiridion Symbolorum: Definitionum et Declarationum de Rebus Fidei et Morum [DS]
[Barcinone: Herder, 1976], 1638. El texto en inglés está en John F. Clarkson et al., The
Church Teaches [TCT] [St. Louis, MO: B. Herder, 1955], 720.). Traducción al español es
directa.
14. National Conference of Catholic Bishops, Guidelines for the Reception of Communion
(Washington, D.C., 1996).
15. CIC, n. 1382.
16. IGMR, n. 72(3).
17. F. Bland Tucker, trans., "Father, We Thank Thee, Who Hast Planted," himno adaptado
del Dídache, c. 110 (The Church Pension Fund, 1940).
18. Concilio de Trento, Sesión xiii (11 de octubre, 1551), Cánones de ss. Eucharistiae
sacramento, can. 1 (DS 1651; TCT 728).
19. Cf. Concilio de Trento, Sesión xiii (11 de octubre, 1551), Decretum de ss. Eucharistiae
sacramento, cap. IV, De transubstantione (DS 1642; TCT 722): "Porque Cristo nuestro
Redentor dijo que era verdaderamente su cuerpo que él ofrecía bajo las especies de pan (ver
Mateo 26:26ff.; Marcos 14:22ff.; Lucas 22:19ff.; 1 Corintios 11:24ff.), siempre ha sido la
convicción dela Iglesia, y este santo concilio ahora lo declara nuevamente que, por la
consagración del pan y el vino ocurre un cambio mediante el cual toda la sustancia del pan se
transforma en la sustancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y toda la sustancia del vino en
la sustancia de su Sangre. La Santa Iglesia Católica, apta y apropiadamente, llama este
cambio transubstanciación."
12
20. Concilio de Trento, Sesión xiii (octubre 11, 1551), Decretum de ss. Eucaristía
sacramento, cap. III, De excellentia ss. Eucharistiae super reliqua sacramenta (DS 1640;
TCT 721).
21. Ibid. (DS 1640; Norman P. Tanner, ed., Decrees of the Ecumenical Councils, Vol. 2:
Trent to Vatican II [London: Sheed & Ward, 1990], 695.)
22. Cf. CIC, n. 1381.
23. Cf. Pablo VI, Mysterium Fidei: Sobre el culto a la Sagrada Eucaristía (3 de septiembre,
1965), n. 47 (in International Committee on English in the Liturgy, Documents on the
Liturgy, 1963-1979: Conciliar, Papal, and Curial Texts [DOL] [1982] 176, n. 1192).
24. Ibid., n. 48 (DOL 176, n. 1193).
25. Cf. IGMR, n. 281.
26. Cf. San Cipriano, De Lapsis, 25, sobre la Comunión de infantes y niños; sobre la
Comunión de enfermos y moribundos, Cf. Statuta ecclesiae antiqua, can. 76.
27. CIC, n. 1390.
28. Cf. Petrus Cantor, Summa de Sacramentis et Animae Consiliis, ed. J.-A. Dugauquier,
Analecta Medievalis Namurcensia, vol. 4 (Louvain/Lille, 1954), I, 144.
29. SC, n. 55.
30. IGMR, n. 281. El IGMR continúa diciendo: "Para los fieles que toman parte en el rito o
están presentes en él, los párrocos deberán procurar recordarles, de manera apropiada, la
enseñanza católica según el Concilio de Trento sobre la manera de recibir la Comunión.
Sobre todo, deberán instruir a los fieles cristianos que, según la fe católica, Cristo, completo
y entero, y también verdadero Sacramento, se recibe bajo una especie solamente, y que por
tanto, en cuanto a los efectos se refiere, aquellos que reciben de esta manera, no están
privados de ninguna de las gracias necesarias para la salvación.
"Los párrocos también deberán enseñar que la Iglesia tiene poder en su administración de los
sacramentos, siempre que la sustancia permanezca intacta, para establecer reglas y cambios
que, en vista de las diferentes condiciones, del tiempo y el lugar, ella decida son para
beneficio de la reverencia a los sacramentos o el bienestar de los recipientes" (n. 282).
31. Ibid., n. 282.
32. Cf. Concilio de Trento, Sesión xxi (16 de julio, 1562), De doctrina de communione sub
utraque specie et parvulorum (DS 1725-1734; TCT 739-745).
33. Ibid.
34. IGMR, n. 283.
35. Ibid.
36. Ibid.
37. Ibid.
38. Cf. Congregación de Ritos, Eucharisticum Mysterium: El culto de la Eucaristía [EM] (25
de mayo, 1967), parte I, "Principios generales que deben ser prominentes en la catequesis del
pueblo sobre el Misterio Eucarístico" (DOL 179, nn. 1234-1244).
39. Cf. IGMR, n. 93.
40. IGMR, n. 182.
41. Cf. IGMR, n. 108.
42. Cf. IGMR, n. 162.
43. IGMR, n. 162. Cf. also Sacred Congregation for the Discipline of the Sacraments,
Immensae Caritatis: Instruction on Facilitating Reception of Communion in Certain
Circumstances, section 1.I.c (DOL 264, n. 2075).
13
44. IGMR, n. 280.
45. Cf. EM, n. 31 (DOL 179, n. 1260): "Los fieles comparten más plenamente en la
celebración de la Eucaristía mediante la comunión sacramental. Es muy recomendable que
como regla general ellos deberán recibirla en la Misa misma y en el momento de la
celebración prescrito por el rito, es decir, inmediatamente después de la comunión del
presbítero celebrante.
"Para que la comunión se destaque más claramente hasta por los signos como una
participación en el sacrificio que se celebra, se deben implementar medidas que permitan a
los fieles recibir hostias consagradas en esa Misa."
46. Cf. IGMR, n. 284b: "En cada caso el resto de la Sangre [después de la distribución de la
Sagrada Comunión] deberá ser consumida en el altar por el presbítero o el diácono o un
acólito constituido que administre el cáliz. . . ."
47. Sacramentario, Oración Eucarística IV.
48. Cf. IGMR, n. 321.
49. Cf. IGMR, nn. 327-332. Cf. también National Conference of Catholic Bishops, Built of
Living Stones: Art, Architecture, and Worship (Washington, D.C.: United States Catholic
Conference, 2000), nn. 164-165.
50. Cf. IGMR, n. 333.
51. Cf. ibid., n. 73.
52. Cat. Myst. V, 21-22.
53. Cf. Congregación para el culto divino, Sacramentali Communione: Instruction Extending
the Practice of Communion Under Both Kinds (June 29, 1970), n. 6 (DOL 270, n. 2115).
54. IGMR, n. 287.
55. IGMR, n. 182.
56. IGMR, n. 183.
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