El penitente celebra sus triunfos sobre el Señor, el corazón

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Miércoles 27 de julio: ¿POR QUÉ LA CONFESIÓN?
Marcha Azul
¿Por qué confesarse es importante? ¿No bastaría, en el fondo,
pedir perdón frente a sí mismo, apañarse solo con Dios? He
aquí la respuesta del Papa Francisco: “Jesús dice a sus discípulos: ‘A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados;
a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.’ (Jn 20, 23)
Los apóstoles y sus sucesores – los obispos y los sacerdotes –
son unos instrumentos de la misericordia divina. Actúan in persona Christi, es muy hermoso. Eso toma un significativo profundo, porque somos unos seres sociales. Si no eres capaz de
hablar de tus errores con tu hermano, estás seguro que serás
incapaz de hablarlo, incluso con Dios; terminas por confesarte
ante tu espejo, ante ti mismo. Somos seres sociales, y el
perdón tiene también un aspecto social, porque también la
humanidad, mis herman@s, la sociedad, son heridos por mi
pecado. Confesarse ante un sacerdote es una manera de entregar mi vida entre las manos y el corazón de otro, quien, en
este instante, actúa en nombre y por la cuenta de Jesús. Es
una manera de ser concreto y auténtico: ponerse frente a la
realidad mirando a otra persona, y no a uno mismo reflejado
en un espejo. (…) Es verdad, puedo hablar con el Señor, pedirle inmediatamente perdón. Implorarle. Y el Señor perdona, enseguida. Pero es importante que vaya
al confesionario, que me ponga frente a un sacerdote, quien representa a Jesús, que me arrodille
ante la Madre Iglesia, llamada a dispensar la misericordia de Dios. (…) Acordémonos que nos estamos aquí para ser juzgados. Es verdad que existe un juicio. Es el hecho de encontrarse frente a otro
que actúa in persona Christi, para acoger y perdonar. Es el encuentro con la misericordia (Papa
Francisco, El nombre de Dios es misericordia, 43-45).
¿Qué me ha tocado de la enseñanza del Papa Francisco sobre la confesión?
El penitente celebra sus triunfos sobre el Señor, el corazón penitente canta a
Dios gloria y honor. Dios Padre tan bondadoso, siempre acoge al penitente, como
a su Hijo lo abraza y le da su amor creciente. (Montfort, Cántico 13, 39.40).
Confieso a Dios todo poderoso, y a vosotros mis herman@s, que he pecado..
Al final de la tarde de este miércoles del 27 de julio, tercer día de marcha
Estoy invitad@ a resumir, con algunas frases, mi experiencia, mi reflexión, mi oración….
Hoy he caminad@ con ……………………………………………
Marcha Verde
VIVIR EL SACRAMENTO DE RECONCILIACIÓN
UNAS PREGUNTAS PARA MIRAR AL FONDO DE UNO MISMO.
¿Mantienes viva y abierta tu relación con Cristo, buscas conocerle mejor, como lo hace el amigo con un
amigo? ¿Conozco la Palabra de Dios, la escuchas por el testimonio vivo y actual de la Iglesia?
Tu oración es un componente indispensable de tu relación con Dios, que te permite explicarte libremente
con él, reconocer y acoger su iniciativa de amor. ¿Has comprendido el valor y la belleza de la oración cotidiana, de la escucha y de la alabanza, de la adoración de su presencia y de la imploración?
¿Saber poner tus energías al servicio de un proyecto de amor, sin seguir la emoción del momento? ¿Has
conocido la belleza de la preservación de tu cuerpo, que no lo reniega, sino que lo orienta hacia el don total como respuesta a la llamada de Dios?
¿Eres acogedor? ¿Te entrenas a ser generoso? ¿Sabes alegrarte con aquel que está en la alegría y sufrir
con aquel que estas en los dolores? ¿Cómo has hablado de los demás?
Te has mostrado lleno de ti mismo, orgulloso, desesperado?
¿Cuál es tu compromiso en la Iglesia? ¿Con qué espíritu has llenado tu servicio en el medio eclesial?
¿Cuál has sido el testimonio de tu compromiso civil, en tu deber (en el colegio, en el trabajo…) y en tu vida en medio de los demás? ¿Intentas ser competente, puntual, fiable, honesto, y formarte, para llevar
todo lo que eres y lo que haces del Evangelio en la sociedad civil? ¿Intentas estar en comunión con tus
allegados, tus amigos, tus colegas y tus colaboradores en todo lo que haces? ¿Defiendes la dignidad y el
valor de cada ser humano, desde el momento de su concepción hasta el de su muerte natural?
Llegado a este punto, se me ofrecen dos posibilidades: O rendirme a tu amor, Señor y dejarte
abrazarme (cf. Lc 15, 20) o irme triste y más solo que nunca (cf. Mc 10, 22). Dame, Señor, la
alegría de dejarme reconciliar contigo (cf. Jn 15, 11). Quiero confiar a María mis pasos en la
humildad y la sencillez del corazón. Por eso su vida ha sido tan agradable a tus ojos, por eso
me has dado a tu madre como mi madre.
El encuentro con la misericordia de Dios tiene un gran valor también a los que son cercanos, porque
la novedad de vida que se me da no es motivo de alegría solo para Dios. El Padre invita a todos sus
amigos del cielo a celebrar cada vez que uno de sus hijos vuelve hacia él. La Iglesia también está en
la alegría por mí y conmigo. Da gracias a Dios y también me devuelve las gracias por esta fiesta.
¡Alrededor de un hijo de Dios, de un discípulo de Cristo, en el colegio, en casa y en el ocio
tendríamos poder respirar otro aire!
¿Qué compromiso concreto, comprobable y mensurable quieres tomar para vivir en la fidelidad, este nuevo encuentro con Dios?
Después del sacramento de la reconciliación, intenta escribir cuál es tu resolución, es un
rastro que quedará para siempre.
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