El retiro de los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos

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Julio 2014
14/mayo/2014
El retiro de los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos
Colaboración especial de Manuel Carvallo Jarpa 1
En una encuesta realizada en 2013 por Hispanic Wealth entre inmigrantes Mexicanos en Estados
Unidos, el 55% de los encuestados manifestó su deseo de regresar a México a retirarse en su
vejez.2 ¿Es ésta una intención real o una expresión de nostalgia? ¿Cuentan con recursos para
regresar y vivir en México? ¿Cuál es el futuro para quienes decidan quedarse y retirarse en
Estados Unidos?
Se estima que la población de origen Mexicano en Estados Unidos llega a 33.5 millones de
personas (2011), lo que representa el 10.8% del total de la población de ese país.3 De ellos se
estima que 11.6 millones son mexicanos de primera generación (nacidos en México) y 21.9
millones son de segunda o tercera generación (estadounidenses de origen mexicano).
Si el 55% que dice tener intención de volver a México convierte el dicho en realidad, esto
significaría que por lo menos seis millones de mexicanos regresarán a sus lugares de origen en las
próximas tres décadas. El equivalente a toda la población del estado de Puebla. Buena parte de
ellos lo harán sin recursos, con su capacidad de trabajo disminuida y con crecientes
requerimientos de atención médica. ¿Estará México preparado para recibirlos?
Se estima que de los 11.6 millones de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos, siete millones
presentan una situación migratoria irregular. Por su condición migratoria, estos siete millones al
final del camino no contarán con seguridad social, con fondo de retiro y difícilmente con ahorros.
¿Quién se hará cargo de ellos cuando lleguen a la vejez? ¿Qué medidas se deben tomar para
apoyarles?
Los estadounidenses demandan la presencia de los trabajadores extranjeros. Los mexicanos se
han vuelto indispensables en la agricultura, en hoteles, restaurantes, jardines, limpieza de oficinas,
recolección de basura, construcción de vivienda, etc. El migrante mexicano busca las
oportunidades en la base de la pirámide económica de Estados Unidos; en los espacios que no
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Manuel Carvallo Jarpa cuenta con mas de 27 años de experiencia en consultoría a planes de pensiones y reside hace más de
una década en Estados Unidos. Actuario de profesión, es fundador y presidente de Hispanic Wealth, empresa dedicada al
estudio y asesoría de las pensiones de inmigrantes hispanos en Estados Unidos. [email protected]
2
Encuesta realizada entre 4,169 Mexicanos en los consulados de México en Estados Unidos durante el mes de Abril de 2013.
Puede encontrar los resultados completos de la encuesta en http://www.hispanicwealth.com/index.php/surveys-home
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PEW Research Center, Hispanics of Mexican Origin in the United States, 2011
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ocupan los estadounidenses. El inmigrante mexicano da solidez estructural a sectores básicos de
la economía estadounidense.
Los ingresos de estos trabajadores mexicanos, a pesar de ser los más bajos de la pirámide, se
distribuyen entre su subsistencia y el envío de remesas a México. Sus remesas representan cerca
del 2% del PIB mexicano, equivalentes a más de 22 mil millones de dólares al año4. Este monto
representa la segunda fuente de divisas para México, solo después del petróleo.
Los inmigrantes nacidos en México, en su mayoría en situación irregular, ocupan la mayor parte
de los trabajos en la economía informal estadounidense, donde se trabaja a destajo o por periodos
cortos, en ocasiones sólo durante algunas horas. Lo anterior implica alta rotación, ingresos bajos
y, por lo tanto, capacidad de ahorro muy limitada. Con los años, conseguir trabajo se vuelve cada
vez más difícil, en particular para las mujeres.
Conseguir un trabajo en la economía formal implica contar con un número de Seguridad Social
(Social Security). Un gran número de inmigrantes utilizan un número del Social Security que no les
autoriza a trabajar, es falso o es de otra persona. El patrón envía las aportaciones de los
trabajadores a la Social Security Administration (SSA) utilizando estos números, a sabiendas de la
irregularidad de sus trabajadores. La SSA recibe las contribuciones del trabajador, consciente de
que millones de estos trabajadores nunca podrán obtener un beneficio por su calidad de
indocumentados. El impacto financiero neto de los migrantes irregulares que participan en el
sector formal de la economía en las finanzas del Social Security es cercano a los doce mil millones
de dólares anuales5 y el acumulado histórico alcanza cifras descomunales.6
En el caso de los inmigrantes regulares con autorización para trabajar, los beneficios de jubilación
se calculan sólo en base a los años en Estados Unidos, ya que no se cuenta con un mecanismo de
reconocimiento de derechos entre ambos países. Este tipo de acuerdos es común entre Estados
Unidos y otros países desarrollados. En América Latina, Chile es el único país con un acuerdo de
este tipo.
En la encuesta que realizamos en Hispanic Wealth, se registró que cinco de cada diez inmigrantes
mexicanos espera cobrar una pensión al SSA, pero en realidad sólo uno de cada diez reúne
actualmente las condiciones para recibirla. La discrepancia entre expectativas y realidad se debe
en parte a que en el pasado la SSA reconocía la historia de contribuciones de aquellos que podían
comprobarlas y lograban además regularizar su situación migratoria. Cambios en la ley en años
recientes evitarán que esto suceda en el futuro. El peor de los escenarios.
4
The World Bank, Migration & Remittances Data, April 2014
5
Actuarial Note, number 151, April 2013
6
Las contribuciones que recibe el SSA por parte de los migrantes irregulares forman una parte importante del concepto
“archivo de ingresos en suspensión” (ESF por sus siglas en inglés) que aparece en las notas a los estados financieros del SSA.
Al cierre de 2011 el saldo acumulado del ESF superaba ya los $1,100 miles de millones de dólares ($1.1 Trillion dollars).
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Expectativas poco apegadas a la realidad no son exclusivas de quienes esperan un beneficio del
SSA. Entre aquellos migrantes que esperan regresar a México a su jubilación, cuatro de cada diez
esperan obtener una pensión por parte del IMSS o de su AFORE.
En lo que hace a pensiones privadas, en general los hispanos no cuentan con empleos donde se
ofrecen beneficios de jubilación. Sólo tres de cada diez inmigrantes mexicanos mencionaron en
nuestra encuesta haber trabajado para una empresa que ofrece este tipo de beneficios. Sin
embargo, sólo dos de cada diez, mencionaron haber participado en el plan.
Se acostumbra agrupar los recursos para la vejez de acuerdo a su origen: la seguridad social, los
que provienen de un plan privado de jubilación y los ahorros personales. La mayoría de los
mexicanos en Estados Unidos no cuenta con estas tres fuentes de ingreso. El inmigrante irregular
no tiene derecho al beneficio de jubilación por parte de la seguridad social, y en muy pocos casos
por parte del patrón. Respecto a los ahorros personales, las respuestas a la encuesta muestran que
el 50% de los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos está ahorrando para su retiro. Esto no
nos indica la suficiencia de este ahorro, ni los vehículos para lograrlo.
El migrante ahorra por otros medios; en algunos casos a través de sus remesas mediante la
compra de un terreno, la construcción de una habitación adicional o la inversión en un negocio en
su lugar de origen y, en otros casos debajo del colchón. Pocos utilizan el sistema financiero.
Cuando envían el dinero a México, en general, la asignación de la remesa es poco eficiente y los
objetivos de ahorro para la vejez del migrante no siempre se logran. Su capacidad de ahorro es
innegable, lo que demuestran cotidianamente al lograr vivir con solo una fracción de sus ingresos;
el resto lo envían en remesas a México.
¿Puede el migrante prepararse adecuadamente en Estados Unidos para su retiro? Difícilmente.
Con ahorro personal insuficiente, sin derecho a la seguridad social, y en muy pocos casos con
acceso a un plan de jubilación patronal, ¿entonces, cómo se prepara el migrante para el retiro? La
familia constituye su red de seguridad.
Nueve de cada diez encuestados respondió estar dispuesto a apoyar a sus padres durante la vejez
en caso de requerirlo. La encuesta revela que seis de cada diez mexicanos apoyan actualmente a
sus padres o a sus suegros, sea mediante apoyo económico directo o al tenerlos viviendo en casa.
Existe un contrato implícito de solidaridad social entre las generaciones de origen hispano.
A pesar de la dificultad que enfrentan para apoyar a sus padres, la encuesta mostró que seis de
cada diez migrantes esperan recibir apoyo al retiro por parte de sus hijos. Sin embargo, los
mexicanos que llegan a Estados Unidos antes de los diez años de edad asimilan la cultura
estadounidense en forma similar a los mexicanos de segunda y tercera generación, que nacen en
ese país. De acuerdo con los valores de su nueva cultura, ahorrar y prepararse para la vejez es una
responsabilidad individual.
Esta visión entra en conflicto con la tradición mexicana de que la principal red de seguridad del
migrante es la familia. Ahora las familias de mexicanos nacidos en Estados Unidos son más
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pequeñas y buscan un mejor nivel de vida. Las contribuciones a sus mayores tienden a disminuir.
La cultura estadounidense le dice al hijo del migrante que no es su responsabilidad mantener a
sus padres.
Conforme avanza la edad llega el momento en el que el inmigrante no quiere o no puede seguir
trabajando. Pero sin recursos acumulados y, en la mayoría de los casos, sin derecho a la seguridad
social, millones de migrantes mexicanos en los EUA regresarán a México buscando apoyo del
gobierno y de sus familias para no vivir su vejez en la indigencia.
¿Pero, qué pasa si el migrante no regresa? La perspectiva de los que se quedan en Estados Unidos
no es mejor. La falsa expectativa de obtener beneficios procedentes de la seguridad social dejará a
la mayoría con ahorros insuficientes y dependerán de la familia para sobrevivir. No tener derecho
a la seguridad social implica que tampoco obtendrán cobertura médica. Asignar a los hijos el costo
de una enfermedad compleja podría descarriar el proyecto económico familiar para la siguiente
generación.
La familia es una gran red de solidaridad social, pero insuficiente a todas luces para el gran desafío
que se anticipa. Al final los gobiernos deberán dar la cara o enfrentar crisis humanitarias en sus
respectivos países. A la fecha los mecanismos de apoyo en esta dirección son inexistentes, en
ambos países.
Corresponde a los Estados revisar las políticas de seguridad social que afectan al migrante,
planear para su retiro y establecer mecanismos de ahorro que les permitan ver por si mismos en
su vejez. El retiro de los migrantes es un problema de tal magnitud que su solución no debe
dejarse al azar, es una responsabilidad que debe atenderse hoy para no convertirse en el gran
tema de mañana.
Decía David Batstone que “Sacar a personas que se ahogan en un río es compasión. Justicia es
caminar río arriba para resolver las razones por las que están cayendo ahí”
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