Monseñor Oscar Arnulfo Romero, Mártir defensor de la vida y la

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Monseñor Oscar Arnulfo Romero, Mártir
defensor de la vida y la dignidad humana
Leonidas Ortiz L. Pbro
Director Observatorio Pastoral
En varias ocasiones he tenido la oportunidad de visitar tanto la Capilla del Hospital de La
Divina Providencia donde Monseñor Romero acostumbraba celebrar la Eucaristía, como su
austera residencia y, desde luego, la cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador,
donde yacen sus restos mortales.
En las actividades que realiza el
Consejo
Episcopal
Latinoamericano-CELAM en El
Salvador, en cumplimiento del
Plan
Global,
siempre
se
programa una peregrinación a la
tumba de Monseñor Oscar
Arnulfo Romero, considerado
como un mártir desde aquel
fatídico 24 de marzo de 1980,
cuando fue asesinado por un
francotirador integrante de un
escuadrón de la muerte al que
pertenecían agentes estatales, mientras celebraba la Eucaristía en la Capilla del Hospital de
La Divina Providencia.
El día anterior, Monseñor Romero, en su homilía dominical, había dicho:
“Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial,
a los hombres del ejército. Y en concreto a las bases de
la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles...
Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus
mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de
matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios
que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a
obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley
inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que
recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su
conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia,
defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de
la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse
callada ante tanta abominación. Queremos que el
gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta
sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos
suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en
nombre de Dios: Cese la represión”.
La Comisión de la Verdad, organismo creado por los Acuerdos de Paz de Chapultepec para
investigar los crímenes cometidos en la guerra civil salvadoreña, inició la investigación
sobre el asesinato de Monseñor Óscar Romero, concluyendo que había sido ejecutado por
un escuadrón de la muerte, integrado por militares y civiles, dirigidos por el mayor Roberto
d'Aubuisson, (fundador del Partido ARENA) y por el capitán Álvaro Saravia. Años después
se supo que el asesino, Marino Samayor Acosta, sargento de la Guardia Nacional, había
recibido 114 dólares por el crimen.
Un mártir de la fe, en la defensa de los derechos humanos
Un movimiento juvenil misionero en Roma, denominado Missio Italia, inició en 1993 la
celebración del 24 de marzo, aniversario del martirio de Monseñor Romero, para recordar
también a todos los misioneros que han muerto en distintas partes del mundo al servicio del
evangelio y del anuncio de Cristo. Esta celebración se ha extendido a otros países, tanto de
Europa como de América.
Desde el año 1998 la Iglesia anglicana ha colocado una estatua de Monseñor Romero en la
fachada de la catedral de Westminster, junto a la de Martin Luther King y Dietrich
Bonhoeffer. Esta catedral está asociada a la marcha de los católicos ingleses que buscaban
un mayor espacio de tolerancia religiosa; y fue visitada por el Papa Juan Pablo II en 1982.
En el año 2013 se inauguró allí mismo una capilla dedicada a Monseñor Romero y se
colocó la “Cruz Romero”, elaborada por el muralista salvadoreño Fernando Llort; y que
contiene dos reliquias de Monseñor Romero: un trozo de su sotana ensangrentada y un
solideo.
El 21 de diciembre de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 24
de marzo como Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones
Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas, como un
reconocimiento a “la importante y valiosa labor y los valores de Monseñor Óscar Arnulfo
Romero, de El Salvador, quien se consagró activamente a la promoción y protección de los
derechos humanos en su país”.
Con la proclamación de este Día, la Asamblea General pretende además “promover la
memoria de las víctimas de violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos y la
importancia del derecho a la verdad y la justicia; y “rendir tributo a quienes han dedicado
su vida a la lucha por promover y proteger los derechos humanos de todos y a quienes la
han perdido en ese empeño”.
Camino a los altares
El Papa Juan Pablo II, en las visitas que hizo a Centroamérica en 1983 y 1996, rezó ante su
tumba; y en el año 2000 le incluyó como «testigo de la fe», en la ceremonia ecuménica de
homenaje a los mártires del siglo XX en el Coliseo.
Por su parte, el Papa Benedicto XVI, en las declaraciones que dio a los periodistas en su
viaje a Aparecida en 2007, afirmó que lo consideraba “un gran testimonio de la fe, un
hombre de grandes virtudes cristianas que se comprometió por la paz y en contra de las
dictaduras”; y terminó diciendo: “no dudo que su persona merezca la beatificación”.
Apenas un mes después de su elección, el Papa Francisco ordenó activar el proceso de
beatificación de Monseñor Romero; y en septiembre del 2013, el prefecto la Congregación
para la Doctrina de la Fe,
Cardenal Gerhard Ludwig
Müller, manifestó: “he leído
los seis tomos sobre Oscar
Romero, y la Congregación
ha dado su visto bueno”.
El 3 de febrero de 2015, el
Santo Padre recibió en
audiencia
al
cardenal
Angelo Amato, Prefecto de
la Congregación para las
Causas de los Santos, y le
autorizó la promulgación del
decreto relativo al martirio
del “Siervo de Dios Oscar
Arnulfo Romero y Galdámez, (El Salvador, 1917-1980) arzobispo de San Salvador (El
Salvador) asesinado por odio a la fe el 24 de marzo de 1980)”.
Tanto la Iglesia salvadoreña como la Iglesia que peregrina en América Latina y El Caribe
celebran con gozo este acontecimiento eclesial, que trasciende las fronteras y toca a los
creyentes de otras denominaciones religiosas y a personas alejadas y no creyentes que
valoran la decisión de un hombre que sacrifica su vida por la promoción y defensa de la
dignidad humana.
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