Cervantes, mi contemporáneo, Discurso de aceptación del Premio

Anuncio
Cervantes, mi contemporáneo
Guillermo Cabrera Infante
Discurso de aceptación del Premio Cervantes
In memóriam Octavio Paz
Hay un juego literario que es, como la literatura, un salto mortal sin red. Consiste en
preguntarle al otro: ¿con quién famoso te gustaría cenar esta noche? Me propusieron ese
árbitro de elegancias que dormía de día y celebraba la noche. Pero yo no sé latín y no creo
que pueda aprenderlo para esta noche. Me nombraron a Shakespeare, pero entre su inglés y
el mío hay distancia de olvido. Por último me susurraron el nombre de Cervantes. [...]
Ahora estamos sentados a la mesa en medio del comedor. La misma mesa y todos los
muebles son lo que se vendría a conocer como Renacimiento español: muebles macizos,
muebles sólidos.
—Para mí —le dije—, todos sus libros son un libro: único, real y maravilloso y el mejor
que se ha escrito en nuestro idioma.
—Si no fuera por mis años y el sol de estas Castillas que me han curtido, me sonrojaría.
—Ya sé que usted no ha padecido nunca de vanidad ni de envidia literaria.
—Nunca —dijo Cervantes. [...]
En algún lugar de la casa alguien tañía una vihuela y una voz de mujer cantaba. Reconocí la
melodía. Era Guárdame las vacas, la tonada que originó las variaciones de Cabezón.
—Me parece que le gusta la música.
—Mucho.
—A mí también. Cultivo varias melodías en mis escritos. Su nombre me es familiar. Uno
de mis personajes del Quijote se llamaba así.
—Fue uno que murió de amor al ver morir a su mujer.
—Así es. ¿De dónde viene su nombre?
—Alemán de origen.
—¿Es usted alemán?
—Oh, no. Vengo de América.
—Allá quise ir varias veces.
—Si hubiera ido nunca habría escrito el Quijote.
—Pero habría escrito otras aventuras. Realistas unas, mágicas las otras. Como hicieron
Bernal Díaz y Cabeza de Vaca.
—Pero son memorias, no invenciones.
No puedo evitar pensar que si los reaccionarios que ocuparon el lugar de los adelantados le
hubieran dado permiso para emigrar a lo que ya se llamaba América, su gran libro hubiera
sido escrito no en España, sino en la Nueva España ¿Qué les parece Don Quijote de las
Indias? ¿Qué tal Sancho Pampa? No habría habido molinos, pero habría vientos. ¿Es una
fantasía americana? Cervantes, en la segunda parte del Quijote, hace elogio y alabanza de
Hernán Cortés y lo muestra como un caballero ejemplar. Ni más ni menos su par impar. [...]
—¿Es el Quijote una alegoría de su vida?
No lo pensó mucho para decir:
—Es la parodia de una alegoría.
—En todo caso es un libro maravilloso.
—Es muy amable con mi libro. [...]
Cervantes tendría mi edad exactamente ahora, pero era obvio que estaba en el invierno de
nuestro contento: Cervantes por su Don Quijote, yo por mi Cervantes.
—Eso es inevitabilidad —dije.
—Es una palabra larga —dijo Cervantes.
—Es una palabra demasiado larga —dije—, pero inevitable.
El mobiliario del comedor se hizo contemporáneo, las bujías se hicieron bombillas, el
banquete se vuelve una última cena. Pronto se disolverá el autor, pero antes de que
desaparezca el maestro desaparecerá el aprendiz de Cervantes.
¿Qué es morir sino una forma de organizarse? ¿Lo dijo Cervantes? ¿O fue mi otro maestro,
Martí mártir? [...]
Cervantes dejaba de ser un mero mortal para pasar a la inmortalidad. Aquí debe acabar mi
discurso. Pero permítanme una palabra o dos antes de irme. Por mi casa de Londres han
pasado varias generaciones de escritores españoles, algunos bisoños, otros veteranos.
Muchos de los jóvenes escritores han devenido una generación que escribe los libros
mejores que se escriben en español. Grande ha sido mi contento de que así sea.
Quiero destacar a mi agente, la formidable Carmen Balcells, porque fue ella quien me dio
la noticia de haber ganado el premio por teléfono. Su alborozo fue más grande que el mío
porque a pesar de las voces de Carmen siempre he sido un tanto escéptico. Todavía lo soy
ahora. A todos, empezando por Miguel de Cervantes Saavedra, ¡muchas gracias!
Una lengua humanista y creadora
Juan Carlos, Rey de España
Respuesta del Rey Juan Carlos
[...] Festejamos hoy los despejados caminos de nuestra lengua, cada vez más extendida y
mejor cultivada por sus hablantes y escritores, fundida en la fraternal unión de los pueblos
hispanohablantes y embellecida por el encanto de los acentos americanos.
Esta mañana destaca de manera especial uno de ellos, el de la querida Cuba, al hacer
entrega del Premio Cervantes a uno de los más conspicuos escritores que ha dado la isla: el
feliz autor de Tres tristes tigres, monumento a la versatilidad de nuestro idioma, a su aguda
comprensión del mundo, a sus infinitas capacidades de manifestación estética.
Este año de 1998 completa simbólicamente el ciclo de una década que ha visto nacer a la
Comunidad Iberoamericana de Naciones y en la que hemos conmemorado el V Centenario
del Descubrimiento y, con él, el cimiento de la casa común que con tanto amor hemos ido
construyendo.
Un hogar en el que hacemos realidad nuestros proyectos, y en particular el de una cultura
orgullosa de sus raíces, nutrida de solidaridad, enamorada de la libertad, y que despliega su
imaginación creadora al amparo y por el camino de nuestra lengua común.
Este espíritu late en la persona y la obra de Cabrera Infante, empezando por su relación con
el formidable personaje histórico, cultural y literario de Cuba que fue José Martí. [...] Si
Cabrera afirma que Martí es toda una literatura y siempre habrá una historia literaria,
también es cierto que el autor de La Habana para un Infante difunto tendrá siempre lugar
de honor en esa historia.
Y lo ha de tener, sobre todo, por los acendrados valores literarios, tan cubanos, tan
hispánicos, tan universales que resplandecen en su obra, canónica y ejemplar, muy próxima
y concordante con la cervantina por su capacidad de aunar, desde abiertos postulados
personales, lo particular con lo universal.
A la sombra de Cervantes, a su modo y medida, también Guillermo Cabrera elige su ciudad
y su país para transformarlos literariamente y, sin perder un adarme de su esencia particular
intransferible, en ciudad y país universales y acogedores. Desde sus primeros textos, Cuba
está presente. La Habana es el principio y fin de su andadura. Y pues tiene su residencia,
desde hace años, en Londres, quizá convenga recordar la palabras de Dickens:
"Comprendió que deseaba ser ciudadano del mundo". Pretensión que Cabrera Infante
realiza a través de una propuesta literaria convencida y convincente y una vocación
insobornable y contrastada. Su vida es una permanente transferencia literaria de la realidad
que a todos afecta, con la que ha creado un mundo complejo y atractivo en otra dimensión
de la misma realidad que vive y transfigura. Su labor ha ido ahormando una lengua
humanista y creadora, con la que vida, lengua y literatura constituyen un todo armonioso.
La suya es una literatura que potencia el gozo sensible junto al placer de la razón, [...] y en
ella el humor tiene un papel preponderante.
Descargar