10 LATERCERA Sábado 10 de octubre de 2015 FRENTE A FRENTE ¿Debe Chile enviar tropas a las misiones de paz en África? Mariano Fernández Eduardo Aldunate Ex encargado de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití General (r) y ex Segundo Comandante de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití Chile tiene un rol importante en la paz Una decisión que debe ser muy bien meditada E N LOS últimos 25 años, el despliegue internacional de Chile ha sido exitoso y coherente con el desarrollo general del país, que pasó de un claro aislamiento a un protagonismo acorde con su proceso político, estratégico, económico, social y cultural. Es así que la participación en operaciones de paz ha aparecido como consecuencia evidente de nuestra política exterior y de seguridad, también por el papel en la cooperación internacional y en el desarrollo profesional y tecnológico de nuestras fuerzas armadas. Somos un país con trabajos de paz de antigua data. Hemos mantenido una participación activa en la resolución de conflictos en nuestro propio continente; últimamente, con especial dedicación a Haití mediante el envío de tropas y maquinaria e incluso con chilenos como jefes de la operación de paz de la ONU en dos períodos. Podemos agregar que, con diversas modalidades, desde hace 70 años hemos estado en operaciones de paz en Cachemira, Medio Oriente, Balcanes, Timor-Leste, Chipre, Bosnia-Herzegovina, Congo y Haití. Para nuestra política exterior la paz y la seguridad internacionales tienen una alta prioridad. A eso debemos sumar nuestro sólido compromiso con el multilateralismo y las Naciones Unidas, así como con el valor universal de los derechos humanos, cuya protección y promoción es y debe ser tarea de todos. Hoy la mayoría de las operaciones de paz tiene lugar en territorios africanos y la demanda de las Naciones Unidas y la comunidad internacional es colaborar a la distensión y pacificación en diversos puntos de ese continente. Chile, miembro no permanente del Consejo de Seguridad en dos oportunidades en períodos recientes, con un desarrollo significativo y con un prestigio profesional indiscutido en el sector de la defensa, debe jugar un cierto papel en esas operaciones. Estas crisis humanitarias africanas constituyen una preocupación internacional de primer orden. Si no me equivoco, a esta fecha unos once países latinoamericanos ya están in- volucrados en alguna de las operaciones de paz que se realizan en el continente. Mirado como conjunto, África es una contraparte del futuro, lo que nos estimula a tomar decisiones positivas para cooperar en operaciones de paz por esos lados. En estas operaciones, según las informaciones de que dispongo, el proceso de toma de decisiones en el gobierno, tanto a nivel político como a nivel estratégico y militar, se está llevando a cabo con serenidad y prudencia, estableciéndose objetivos de corto y mediano plazo, acordes a nuestras posibilidades reales y a las circunstancias predominantes en terreno. Por último, no debemos subestimar el importante papel que las operaciones de paz juegan para nuestras fuerzas armadas. Estamos en un continente y en un vecindario donde las hipótesis de conflicto se han reducido sustancialmente. Disponemos de fuerzas armadas con prestigio profesional y tecnológicamente muy modernas. En nuestras circunstancias actuales, el proceso de formación y La mayoría de las operaciones de paz tiene lugar en territorios africanos. Chile, como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en dos períodos, debe jugar un cierto papel ahí. desarrollo de la profesión no tiene un campo de ejecución inminente. Por ello, la participación en las operaciones de paz tiene un valor adicional que no se vislumbra a simple vista y es que permite a nuestros uniformados el desarrollo intenso y cotidiano de su profesión, como lo pude observar personalmente durante dos años en Haití. Las operaciones de paz proporcionan una veteranía y un avance profesional indiscutido para quienes han participado en ellas, constituyendo estas experiencias argumentos valiosos para nuestra participación en las futuras que tendrán lugar en África. N O TENGO dudas: Chile debe ayudar a la consecución de la paz mundial, y eso incluye la participación de las Fuerzas Armadas en Operaciones de Paz (Opaz), aspecto que hemos venido haciendo hace más de 50 años. Mi inquietud es que antes de involucrarnos en una empresa de esta naturaleza, nuestra sociedad debiera tener claridad y haber consenso sobre los objetivos y medios a emplear mediante un proceso participativo, ya que es evidente que para nuestra opinión pública no están suficientemente claros los objetivos que justifiquen priorizar África respecto de otras regiones del mundo ni el porqué de los medios ofrecidos. Una mirada sobre nuestra participación en Haití nos permite recoger importantes lecciones aprendidas que es conveniente atender antes de decidir una nueva empresa. Participamos en Haití porque nuestros intereses nacionales coinciden con aquellos del sistema internacional. Nos involucramos con nuestra fuerza militar con la misión de brindar seguridad para cooperar a la estabilidad democrática, sin tener claro hasta cuándo participaríamos y cómo se articularía y evaluaría el rol de los distintos actores para el logro de ese objetivo. En Haití ha sido escasa la participación de nuestro país con otros actores y medios aparte de los militares. Ciertamente en dicho país se han mejorado las condiciones desde 2004 y los cascos azules chilenos han prestigiado a nuestro país, pero el escenario tras 11 años muestra un estado complejo con insuficiencias en la construcción de una sociedad e instituciones democráticas, tema en el cual a la propia sociedad haitiana le caben responsabilidades. Lo que es más serio, es que este escenario desnuda las debilidades de la eficiencia de la comunidad internacional. En Haití, por citar algunos ejemplos, no hay cartografía, tienen problemas con la deforestación. En Chile tenemos buenas instituciones y actores para ayudarlos. Participar en una Opaz para superar los temas de fondo es más que enviar militares. En Haití ayudamos a bajar la fiebre, pero no estoy seguro si se curó la enfermedad. Ojalá en una próxima Opaz estas lecciones se tengan presentes. Me cabe la inquietud sobre el impacto que tendría para nuestro país involucrarnos en África, donde coexisten complejas luchas religiosas sumadas al efecto del narcotráfico, la anarquía y temas sanitarios, logísticos y de diversa naturaleza que se deben tener presentes. En Haití nos enfrentamos a bandas armadas de delincuentes; en África, posiblemente el adversario será más letal y brutal y supongo que esta dimensión está considerada. Una decisión como ésta, más allá de los discursos, incidirá en las capacidades operativas de nuestras FF. AA. , donde su aporte es requerido constantemente ante desastres naturales y múltiples desafíos, y más todavía cuando aún no terminamos nuestro quehacer en Haití. Una Opaz es una política de estado, no de gobierno, a la que tres presidentes de la República han debido atender desde 2004. Cuando regresé a Chile percibí a una sociedad civil y militar muy alejada del quehacer de sus militares y a un mundo Cabe la inquietud sobre el impacto que tendrá para Chile involucrarse en África. Allí hay complejas luchas religiosas y anarquía. En dicha región, a diferencia de Haití, el enemigo será más letal. político poco involucrado en estos temas. Mis soldados, pese a sentirse orgullosos, tenían la sensación de que podríamos haber hecho más. Como comandante me correspondió adoptar decisiones duras en un ambiente complejo; despedí en ataúdes a cinco cascos azules que entregaron su vida por la paz mundial y su recuerdo me inspira sugerir que tomar la decisión de participar en África u otra Opaz requiere especial atención de la sociedad, los políticos y el gobierno, porque nuestros soldados se lo merecen, como así también cientos de civiles que en forma entusiasta sirvieron a nuestro país.