“Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”

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Publicación mensual del Movimiento de los Focolares
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Estas palabras están dirigidas también a nosotros. El Señor viene y tenemos que estar preparados para recibirlo.
Cada día deberíamos rezar: “Ven, Señor Jesús”. Él responde: “¡Sí, volveré pronto!” (cf Apocalipsis 22, 17-20).
Está junto a la puerta y llama (cf Apocalipsis 3, 20). No
Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos.
a invitación a recibir al Señor que llega la proclama
Juan Bautista. Eran palabras dirigidas a los judíos
de su tiempo. A ellos les pedía que confesaran sus
propios pecados y se convirtieran, cambiaran de vida. Él
estaba convencido de que el acontecimiento del Mesías
habría de ser inminente. Pero el pueblo, que también lo
esperaba desde hacía siglos, ¿lo reconocería, escucharía
sus palabras, lo seguiría? Juan sabía que para recibirlo era
necesario prepararse; y por eso la urgente invitación:
L
(Marcos 1, 3).
desamor que pueda existir entre nosotros, y vivir la misericordia a la que el año santo nos invita. Así podemos ser
juntos la casa y la familia que recibe a Dios.
Palabra de Vida
Será Navidad: Jesús encontrará el camino abierto y podrá
permanecer entre nosotros.
Fabio Ciardi
“Preparen el camino del Señor,
allanen sus senderos”
Diciembre 2015
Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos.
podemos dejarlo fuera de nuestra vida.
A través de estas palabras Jesús viene cada día. Cada día
llama a nuestra puerta y también para nosotros, como para
los judíos en el tiempo del Bautista, no nos es fácil reconocerlo. Contrariamente a las expectativas comunes, se
presentó como un humilde carpintero del oscuro pueblo
de Nazaret. Hoy se presenta bajo las apariencias de un
desocupado, de un inmigrante, de la compañera de escuela, de ciertos familiares, incluso en personas en las que el
rostro del Señor no se advierte con luminosidad y parece
escondido. Su voz sutil, que invita al perdón, a dar confianza y amistad, a no detenerse en las opciones contrarias
al Evangelio, a menudo es acallada por otras voces que
instigan al odio, al interés personal, a la corrupción.
De allí la metáfora de las calles tortuosas e impracticables,
referida a los obstáculos que se interponen a la llegada de
Dios a nuestra vida:
Se trata de corregir el juicio que nos lleva a condenar a
los demás, a no dirigirles la palabra, para llegar en cambio a comprenderlos, a amarlos y ponernos a su servicio.
Corregir la conducta equivocada que nos lleva a traicionar la amistad, a ser violentos, a no respetar la legislación
civil, para convertirnos en personas dispuestas a soportar
incluso la injusticia, con tal de salvar las relaciones, a estar dispuestos a perder para que crezca la fraternidad en
nuestros ambientes.
Es una palabra fuerte la que se nos propone este mes,
pero también liberadora, capaz de cambiarnos la vida y
llevarnos al encuentro con Jesús para que viva y ame en
nosotros.
Esta palabra vivida puede dar nacimiento a Jesús entre
nosotros, en la comunidad cristiana, en la familia y en los
grupos en los que estamos. El apóstol Juan la dirigió a
todo el pueblo: y Dios “habitó entre nosotros” (Juan 1,
14), en medio de su pueblo.
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Por eso queremos ayudarnos los unos a los otros a enderezar los caminos de nuestras relaciones, a eliminar todo
mezquindades, egoísmos y pecados que nos vuelven ciegos a su presencia y sordos a su voz. Cada uno de nosotros, si es sincero, conoce las barreras que le impiden el
encuentro con la palabra de Jesús y con las personas con
las que se identifica. Por eso la invitación nos está dirigida:
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