UN PRÓCER OLVIDADO: JUAN JOSÉ DE AYCINENA Y PIÑOL, MARQUÉS DE AYCINENA (1792-1865) Por Roberto Mayorga [email protected] El próximo 17 de febrero se cumplen los 150 años de la muerte del tercer Marqués de Aycinena. Pocos recuerdan que fue el arquitecto de la independencia del Reino de Guatemala y que firmó el acta del 15 de septiembre de 1821. Orígenes y estudios Desde mediados del siglo XVIII se estableció en Guatemala Don Juan Fermín de Aycinena e Irigoyen, comerciante navarro. Logró reunir una considerable fortuna gracias a su éxito en los negocios y fue siempre caritativo con los menesterosos y gran colaborador de la Iglesia. El rey Carlos III le concedió, en 1786, el título de Marqués de Aycinena, que fue el único título de nobleza que tuvo arraigo en Guatemala. A su muerte, en 1796, su hijo Don Vicente de Aycinena y Carrillo heredó el marquesado, el cual pasó en 1816 al hijo de éste, Don Juan José de Aycinena y Piñol, quien se convirtió así en el tercer (y último) Marqués de Aycinena. Don Juan José había nacido en la Nueva Guatemala de la Asunción el 30 de agosto de 1792. Después de estudiar el latín con profesores particulares se inscribió en la Universidad de San Carlos, en la cual obtuvo el bachillerato en Filosofía en 1808. Emprendió después el estudio del Derecho en la misma Alma Mater. Bachiller en ambos Derechos (civil y canónico) en 1812, hizo los años de práctica forense, se licenció en Derecho civil y se incorporó al Ilustre Colegio de Abogados de Guatemala en 1817, año en el que obtuvo el Doctorado en Derecho Civil, al que añadiría la borla doctoral en Derecho Canónico en 1821. Perteneciente a una época de fe y a una familia eminentemente católica, nada tiene de extraño la decisión que tomó de abrazar el estado eclesiástico. Recibidas las órdenes menores, el subdiaconado y el diaconado, fue ordenado sacerdote en 1818 por el entonces Arzobispo de Guatemala, el dominico aragonés Don Fray Ramón Casaus y Torres, Doctor y Maestro en Teología. Pasó entonces a desempeñarse como Promotor Fiscal de la Venerable Curia Eclesiástica Metropolitana. La independencia Los movimientos de independencia surgidos en la Nueva España y en la América del Sur hacían presagiar que no sería posible para el Reino de Guatemala permanecer solo él como territorio español. Según descubrió hace cincuenta años el historiador Enrique del Cid Fernández, el acta de independencia se preparó detenidamente en la casa del Marqués de Aycinena. Si nuestra independencia fue pacífica, ello se debió en gran parte al plan trazado por Don Juan José y a la consecución de la permanencia de la estabilidad política una vez consumada la secesión de España. Inmediatamente después de la independencia (15 de septiembre de 1821) el Marqués pasó a formar parte de la Junta Provisional Consultiva que aconsejaba al Capitán General Gabino de Gaínza. Inmediatamente pasó a apoyar la anexión a México, la cual tuvo, como se sabe, una vida efímera. No obstante, al disolverse el Imperio mexicano, en 1823, hubo aún algunos años de estabilidad en Centroamérica, la cual se organizó como república federal. No obstante, las rivalidades entre liberales y conservadores pronto hicieron estallar la guerra civil (1826). En 1827, el Marqués de Aycinena fue electo Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Guatemala (no había Presidente en dicho Colegio, sino Decano) y, al año siguiente, pasó a ocupar el cargo de Rector de la Universidad de San Carlos. El exilio En 1829, al tomar el poder Francisco Morazán, llevó a cabo una política liberal extrema, con medidas tales como la expulsión del Arzobispo, la exclaustración de los religiosos y la expropiación de sus bienes, etc. Muchos conservadores optaron por partir al exilio. Entre ellos se encontraba el Marqués de Aycinena, quien se afincó en Estados Unidos de 1829 a 1837, período durante el cual escribió sus Reflexiones sobre la organización política en Centro América (1832), obra que fue conocida como El Toro Amarillo. En 1836 publicó su trabajo sobre El Canal de Nicaragua. El regreso En 1837 el Marqués volvió a Guatemala, dedicándose a actividades empresariales, pero sin descuidar la vida política. Después de fungir como ministro secretario en la última fase del gobierno del Doctor Mariano Gálvez y tras la caída de éste, fue llamado nuevamente a ejercer responsabilidades académicas. El 4 de noviembre de 1840, festividad de San Carlos Borromeo, presidió en la iglesia de Capuchinas, en su calidad de Rector, la ceremonia de restauración de la Universidad de San Carlos, la cual había sido sustituída por la Academia de Estudios durante el gobierno de Gálvez. Responsabilidades eclesiásticas Durante el gobierno conservador, el Marqués de Aycinena fue una de las principales figuras del entramado social guatemalteco, tanto en lo civil como en lo eclesiástico. Fue durante varios años Rector de la Pontificia Universidad de San Carlos y, en 1854, fue electo Arcediano del Venerable Señor Deán y Cabildo Eclesiástico Metropolitano. En 1859 el Papa Pío IX lo eligió Obispo Titular de Trajanópolis, sede in partibus infidelium, lo cual quería decir que se trataba de un obispado que estaba en poder de los no cristianos (genralmente de los turcos). Su primo hermano el Doctor Don Bernardo Piñol y Aycinena, desde hacía poco tiempo Obispo de Nicaragua (después fue Arzobispo de Guatemala y lo expulsó García Granados en 1871) consagró obispo al Marqués en la Catedral de Guatemala. Su fallecimiento El 17 de febrero de 1865 el Marqués de Aycinena dejó este mundo en su palacio de la Nueva Guatemala de la Asunción, que se encontraba donde hoy está el edificio “El Centro” y cuyo único vestigio es el Pasaje Aycinena. Sus honras fúnebres tuvieron lugar en la iglesia de monjas capuchinas del monasterio de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, en la cual fue sepultado. Existía desde antiguo un vínculo muy estrecho en tre el Marquesado de Aycinena y ese monasterio, pues los marqueses habían sido sus síndicos, es decir que se habían ocupado de las temporalidades de las monjas. Hasta el día de hoy su lápida, escrita en latín, señala el lugar de su sepultura. En lo más alto de la misma figura su escudo de armas, con la corona de marqués y el timbrado de obispo. Epílogo La Providencia quiso que el Marqués de Aycinena falleciera dos meses antes que el General Rafael Carrera, Fundador y Presidente de la República de Guatemala. Estaba vigente el Acta Constitutiva de 1851, en la cual figuraba la Declaración de Derechos redactada por el Marqués. A la muerte del General Carrera, fue el Licenciado Don Pedro de Aycinena y Piñol, hermano del Marqués, quien ocupó interinamente la Presidencia y convocó elecciones, de las cuales salió electo el Mariscal Vicente Cerna. Las condiciones internacionales habían cambiado. La Guerra de Secesión norteamericana había concluido con la victoria del gobierno federal y la desaparición de la Confederación. Con ésta se extinguió también su apoyo al Imperio mexicano de Maximiliano, amigo de los conservadores guatemaltecos, el cual fue aprehendido y fusilado en 1867. El Presidente Juárez apoyó abiertamente a los liberales encabezados por Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios, los cuales, dotados por esa vía de armamento moderno, pudieron invadir Guatemala y derrotar al ejército guatemalteco encabezado por el Mariscal Cerna, Presidente de la República, quien no era un cobarde, como se lo ha querido hacer ver después, sino un militar que había participado valientemente en las campañas de los tiempos de Carrera. El sino del poder había cambiado: Los liberales tomaron el poder y lo conservaron de 1871 a 1944. Las figuras notables del partido conservador, como el Marqués de Aycinena, fueron poco a poco e injustamente olvidadas.