0 FICHA TÉCNICA Gertrudis Bocanegra Película (1992)

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FICHA TÉCNICA
Gertrudis Bocanegra
Película (1992)
Dirección: Ernesto Medina
Guión: Ofelia Medina / Eduardo Casar
Argumento: Ofelia Medina / Eduardo Casar
Duración : 98 min.
Fotografía: Tomomi Kamata
Edición: Nelson Rodríguez / John Lilly
Música: Leonardo Velázquez
Sonido: Miguel Sandoval
Ambientación: Eduardo Garduño
Maquillaje: Everardo Mora
Vestuario: Xochitl Vivó / Mara González
Locaciones: Michoacán
Estudios y Laboratorios: Churubusco y América
Compañía(s) productora(s): Instituto Mexicano de Cinematografía / Fondo de Fomento a la
Calidad Cinematográfica / Cinemedina
Producción: Ofelia Medina / Catalina Zepeda
Elenco:
Ofelia Medina
Fernando Balzaretti
Angélica Aragón
Eduardo Palomo
Mónica Miguel
César Évora
Isabel Benet
Sergio Acosta
Jorge Russek
Sinopsis:
Gertrudis Bocanegra es una joven criolla michoacana, que vive durante la turbulenta época de la
guerra de independencia mexicana. Hija de un próspero comerciante español, Gertrudis tiene
contacto con la alta burguesía y con los militares; pero, también gracias a su nana purépecha,
aprende la lengua y cobra conciencia de las injusticias a las que son sometidos los indios. Su
esposo e hijo se unen a los insurrectos en la lucha por la independencia contra los españoles
colonizadores y ellos mueren. A través de un amigo conoce al cura Miguel Hidalgo, este
encuentro marca su destino, Gertrudis se une a la causa libertaria y dedica el resto de su vida a
ésta, hasta que es encarcelada y fusilada el 10 de octubre de 1817.
Gertrudis Bocanegra es una película dirigida por Ernesto Medina, realizada en 1992, en diversos
escenarios de Michoacán, como Pátzcuaro y Morelia, fue nominada en festivales nacionales e
internacionales para diversos premios. En la XXXV edición de los premios Ariel en la categoría de
ópera prima y en la selección nacional para representar a México en el Óscar. Ganó el Ariel al
mejor vestuario. Gertrudis Bocanegra fue invitada a los festivales de Viña del Mar, Moscú,
Shangai, Berlín y Japón.
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Federación Internacional de Mujeres Universitarias
Federación Mexicana de Universitarias
Universidad Nacional Autónoma de México
Museo de la Mujer
Bolivia 17 Centro Histórico, Ciudad de México.
Cine-Club de Género, 3 de mayo de 2011.
Mtra. Delia Selene de Dios Vallejo
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Gertrudis Bocanegra
Como nos lo mencionan las investigadoras Carmen Lugo y Gracia Molina en su texto Mujeres en la
historia. Historia de las mujeres, la lucha por la emancipación política y la igualdad social, en la
década de 1810-1821, segó la vida de decenas de miles de personas. Las mujeres pagaron también
una alta cuota de sangre. Su participación en la Guerra de Independencia no ha sido estudiada
suficientemente.
Por los documentos que se encuentran en los principales archivos, los partes militares y la
correspondencia pública y privada, sabemos que mujeres de todas las clases y castas lucharon
con valor en ambos bandos, lo mismo indígenas que criollas, mulatas y españolas.
Cronistas y estudiosos de ese movimiento social han perpetuado los nombres de labriegas al
lado de condesas, mesoneras al lado de hacendadas, monjas indígenas luchando hombro con
hombro con esposas de peones, de esclavos, junto con herederas de vastas propiedades rurales.
Esposas, amas de casa, hijas, institutrices, tejedoras, hacendadas, cocineras, tipógrafas,
prostitutas, rancheras, ancianas, parteras, nanas. Todas tomaron partido, empuñaron fusiles y se
improvisaron guerrilleras.
Las hubo que pelearon disfrazadas de hombre, otras sirvieron como correo, algunas fueron
enfermeras de súbito, otras parteras; también formaron cuadro en la artillería, en la caballería y
en las actividades de inteligencia, estrategas, acompañantes, artilleras, jinetes, incluso llegaron a
portar galones de coronela. Y no es cierto que las soldaderas fueron exclusivas de la Revolución
de 1910; un siglo atrás, en la Independencia, las mujeres caminaron, cocinaron, parieron,
cabalgaron y pelearon al lado de sus hombres: maridos, hijos, hermanos y padres.
¡Cuántas de ellas murieron en el campo de batalla y quedaron sepultadas a flor de tierra, de
manera anónima!
Causas de la Independencia
Las causas sociales que desencadenaron la Guerra de Independencia fueron el descontento de
los criollos frente a los privilegios que gozaban los españoles peninsulares, es decir, aquellos que
por el solo hecho de haber nacido en España, detentaban los mejores empleos en la
Catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM
*Secretaria General de la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas Asociación Civil.
Se agradece el apoyo de las licenciadas: Eva Calderón, Eurídice Román de Dios, Adriana Romo Sotres, Pamela Jiménez Romo y
Rosalinda Cuéllar Celis.
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administración colonial. A esos españoles el pueblo les llamaba “gachupines”, del náhuatl
cactzopin “el que punza o pica con el zapato”, con referencia a las espuelas.1
Dos hechos internacionales avivaron el descontento: la invasión napoleónica a España y la
imposición de José Bonaparte como rey de España en lugar de Fernando VII, monarca a quien
reconocían los criollos novohispanos como legítimo soberano. Ese fue el reclamo original de los
caudillos independistas.
Entre las causas políticas encontramos a la centralización, el oscurantismo y la avaricia de la
corte de Madrid hacia sus colonias, su mezquina actitud, sus rapaces políticas siempre contrarias
al bienestar de los mexicanos. España no invertía en obras públicas ni sociales de beneficio
colectivo. Su principal interés en sus colonias mexicanas fueron, en primer lugar, la extracción del
oro y la plata; la mano de obra esclava que hizo posible el desarrollo de las encomiendas; los
impuestos, derechos aduanales y los ingresos que percibía España por los servicios
administrativos prestados en estas tierras eran repatriados a la metrópoli.
Indígenas y negros eran esclavos, reducidos a la ignorancia, una mayoría monolingüe y
analfabeta, sin posibilidades de expresar su descontento como sí lo hicieron los criollos. Estos
publicaron periódicos de oposición, organizaron conspiraciones y fundaron sociedades secretas.
El criollo era el hijo o el nieto del español. Sus raíces, familia, intereses, formación y las
relaciones sociales se encontraban más bien en el primer círculo de poder que entre los mestizos
o los indígenas.
Los criollos simpatizaban con la Ilustración, un movimiento intelectual que nos llego de Europa
con el triunfo de la Revolución Francesa, el cual pugnaba por el progreso, la secularización de la
sociedad y cuestionaba el origen y la legitimidad de la autoridad.
Hidalgo conoció el pensamiento de los enciclopeditas franceses así como el de los pensadores
españoles que simpatizaban con la Ilustración, tradujo obras de los autores de la época
prohibidos por la Inquisición.
Las causas económicas de la Independencia tuvieron relación con la imposición arbitraria de
contribuciones de la Corona española para solventar las guerras napoleónicas. En 1808, México
era un país al borde de la bancarrota por la crisis que atravesaba la minería debido a la escasez
de mercurio, la fuga de capitales y el estancamiento de la agricultura.
Comerciantes, intelectuales y algunos funcionarios virreinales apostaban por la independencia,
entre quienes aspiraban a vivir en un país libre de ataduras con el viejo mundo destacaron el
general Nicolás de la Portilla, autor de La conspiración de los machetes, Melchor de Talamates,
el comerciante Gabriel de Yermo, los abogados Juan Francisco Azcárate y Primo de Verdad,
quienes el 15 de septiembre de 1808 propusieron al cabildo de la Ciudad de México un proyecto
de independencia aprovechando la invasión napoleónica en España y el descrédito público del
monarca Carlos IV. El cabildo de la ciudad propuso un gobierno independiente pero encontró la
oposición de la Real Audiencia (poder judicial) y de la Inquisición (policía política, corpus de
seguridad del Estado, poder real atrás del trono virreinal).
Las leyes españolas prohibieron expresamente el ingreso a las colonias americanas de la
población europea, especialmente de países sajones protestantes. España se había aislado del
resto de Europa y su situación de exclusión se reflejaba en la sociedad virreinal mexicana en la
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Cactzopin: zapato en náhuatl. Las botas y las espuelas que calzaban los españoles causaron la admiración de los aztecas, quienes identificaron
a los conquistadores como hombres que calzaban curiosos zapatos, de ahí derivo gachupín, término peyorativo que ha perdurado ya cinco siglos.
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que se vivía en una atmosfera asfixiante. La Inquisición controlaba vidas, mentes, prensa y su
policía tenía ojos y oídos en todos los rincones del reino, desde el confesionario a las aulas, de
las ciudades a las aldeas, reportaban las conversaciones cotidianas que ocurrían en los
mesones, tertulias y cafés.
La sociedad colonial estaba organizada en rígidos estancos. En la base de la pirámide estaban
los negros, quienes desempeñaban los trabajos, más pesados y eran esclavos en haciendas o
minas, apenas recibían alimento para sobrevivir; los indígenas trabajaban como peones, en las
minas o como sirvientes, recibían un miserable jornal; los mestizos se ocupaban de los oficios
artesanales, pequeños comerciantes, soldados, curas y arrieros. Los criollos, en cambio, eran
abogados, médicos, periodistas, notarios, obispos, rancheros y comerciantes; desempeñaban
trabajos de segundo o tercer rango en la escala social y económica, eran los intelectuales, la
clase media, pertenecían a una burguesía descontenta similar a la que impulsó la Revolución
Francesa en 1789. En la cúspide de la pirámide encontramos a los españoles peninsulares,
detentaban los puestos políticos más relevantes en la escala social y económica, ejercían los
más altos cargos del gobierno civil y religioso, eran dueños de las minas, de las haciendas y de
los comercios, administraban las aduanas y su número era reducido. A pesar de no ser
consideradas por la mayoría de los historiadores, ahí estaban las mujeres.
El clero era propietario de las mayoría de los bienes raíces del país – según Humboldt, 1806-,
ese caudal valía unos 44 millones y medio de pesos. Operaban 4 mil iglesias, 165 misiones, 208
conventos masculinos y 56 de monjas. Estas últimas, la ingresar a la vida religiosas aportaban
una dote en efectivo y algunos bienes que engrosaban el activo de las diversas ordenes.
La Nueva España era, sin embargo, una codiciada colonia a principios del siglo XIX. El oro y la
plata de México ornamentaron los altares y capillas del Vaticano y los palacios de algunos
soberanos europeos. Pero esa cuantiosa riqueza generalmente no beneficio a quienes
explotaban las ricas entrañas del subsuelo mexicano.
La distribución desigual de la riqueza, el maltrato a los trabajadores, la crueldad de los amos, la
sinrazón de la Inquisición y la impopularidad del gobierno colonial gestaron la guerra de
Independencia que estalló la madrugada del 15 de septiembre, cuando Miguel Hidalgo, cura del
pueblo de Dolores en Guanajuato, llampo a sus fieles a “ir a coger gachupines”.
Las conspiraciones que desencadenaron la Guerra de Independencia: sus incondicionales
seguidoras fueron Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Gertrudis Bocanegra y Mariana del
Toro de Lazarín entre muchas otras mujeres.
Miguel Hidalgo sólo tuvo desencuentros con la joven Manuela Taboada, una mujer de su círculo
cercano con la que tuvo serias diferencias.
En una sociedad fuertemente misógina y cerrada, él rompió con todos los moldes: creyó en las
mujeres, se rodeo de las más capaces, fue un intelectual de su tiempo, crítico del sistema bajo el
cual le tocó vivir. Lector de Rabelais, Gracian, Voltaire, Diderot y Montesquieu.
Popular profesor universitario, visionario promotor de nuevas industrias, ranchero del Bajío,
amante de los jaripeos y las labores del campo. Y más allá de cualquier etiqueta, un hombre
intenso que amaba la vida.
En esa rígida sociedad, un hombre como Hidalgo, que cantaba y tocaba el clavecín, que amó a
varias mujeres libremente, que reía y lo mismo jugaba a los gallos que amansaba potros o
capaba novillos, que gustaban torear vaquillas, despertaba el recelo de los virreyes y de los
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obispos. Un Hombre de la Ilustración que los mismo actuaba y enseñaba, que trabajaba con las
manos la tierra, la cerámica, la artesanía y se identificaba con todos los grupos sociales
proscritos por España: indígenas, negros, mulatos…y las mujeres, un hombre así tenía que ser
una amenaza. Un trasgresor. Por esas razones lo degradan.
Su carisma atraía por igual a los estudiantes que a sus vecinos y feligreses; de manera especial,
Hidalgo atraía a las mujeres. Ellas fueron sus más fieles seguidoras, por eso a algunas de sus
colaboradoras la historia las considera heroínas de la Independencia.
Las mujeres en la Independencia
Los nombres de la mayoría de las mujeres que abandonaron la seguridad del hogar para
participar en la primera gesta social del pueblo mexicano, permanecen en el anonimato.
Es deprimente buscar información acerca de nuestras heroínas y comprobar que es muy pobre la
que sobre ellas se conserva. Los anteriores regímenes que nos gobernaron se apropiaron de los
archivos, de los acervos de los principales movimientos sociales y por ende, de sus
protagonistas. Los nombres de las principales heroínas: Josefa Ortiz de Domínguez, Leona
Vicario y Gertrudis Bocanegra eran repetidos en las celebraciones cívicas como jaculatoria en los
discursos políticos, pero ¿Cuándo un concurso para difundir sus biografías? Hoy por fin contamos
con el Museo de la Mujer. Gracias al empeño durante 15 años, la visión histórica de la Dra.
Patricia Galeana Herrera y al Dr. José Narro Robles, rector de la Universidad Nacional Autónoma
de México, donde se da respuesta a las preguntas formuladas por Carmen Lugo y Gracia,
autoras del libro mencionado.
Las historias de vida de nuestras heroínas nacionales permanecieron empolvadas en archivos
muertos. La enseñanza oficial de la historia promovida por el régimen del PRI, se reducía a la
memorización de nombres y fechas. No se mencionaban casi nunca las causas que llevaron a las
mujeres a tomar las armas contra los malos gobiernos. Tal vez con la secreta intención de que no
cundiera el ejemplo… Los alumnos de primaria y secundaria conocen los nombres –si acaso- de
aquellas mujeres, pero ignoran –la gran mayoría de los mexicanos- las razones por las que
algunas calles perpetúan sus nombres.
Es paradójico que para estudiar la vida de las mujeres emblemáticas de nuestro país tengamos
necesariamente que recurrir a bibliografías publicadas en el extranjero, a las tesis de grado de
estudiantes de las universidades norteamericanas. Esa es y ha sido nuestra realidad. La historia
ha registrado únicamente los nombres de algunas de aquellas mujeres, las que fueron esposas,
madres o hijas de los actores del movimiento que finiquitó la dominación española en nuestras
tierras, pero permanecen en el anonimato, los nombres de las ciudadanas del pueblo llano que
también ofrendaron su vida, libertad y posesiones en la lucha para erradicar la esclavitud y el
viejo sistema de fueros, castas y privilegios.
Análisis prolijo merece la cuestión mujer/dominación y género en los diversos periodos de la
historia de México, ya que el estatus civil y político de las mexicanas fue similar antes y después
de la Independencia: no gozaron de derechos ciudadanos, no tuvieron libertad de elegir estado
civil, profesión u oficio, no tuvieron derecho a ingresar a las universidades o colegios de
educación superior, salvo contadas excepciones, no tuvieron defensa ni familiar ni del Estado
contra la violencia conyugal, no podían administrar libremente su patrimonio –salvo contadas
excepciones- y este tema debe ser investigado principalmente en el Archivo General de Notarías,
en el Registro Público de la Propiedad y en los archivos judiciales: ¿cuántas mujeres fueron
propietarias de pleno derecho en siglo XIX?, ¿cuántas tuvieron libertad de administrar sus
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bienes?, ¿cuántas herederas fueron recluidas en las casas de recogimiento, hospitales y
conventos únicamente para despojarlas de sus bienes?
¡Cuántas lagunas de información acerca de los múltiples delitos que las propias familias cometían
para despojar a las mujeres de su patrimonio y propiedades! Señaladas como locas por esposos,
hijos, yernos, sobrinos, hermanos; recluidas de por vida en conventos y asilos para arrebatarles
sus casas, sus ranchos y haciendas. Esos delitos fueron perpetrados contra las mujeres
propietarias, aquellas que eran herederas. Los delitos cometidos contra el otro 90 por ciento de la
población, no quedaron registrados en ningún archivo público: se trataba de mujeres sin capital,
sin capacidad de ahorro ni propiedades. Mujeres indígenas, mestizas y criollas cuyo paso por
este mundo se pierde en la bruma del vacío jurídico: no fueron propietarias, ergo, para el Estado,
no existieron.
Esa fue la versión que durante varias décadas conoció la opinión pública. Como es bien sabido,
una vez consumada la Independencia ninguna mujer participó en las discusiones y debates del
constituyente del 24 y el 57. A ninguna se le otorgó rango militar permanente. Algunas portaron
en el periodo de la lucha armada, galones de capitana y de coronela, que luego pasaron al
desván. Muchas demostraron en el campo de batalla sagacidad y valor extremo. Otras fueron –
en algunos casos- superiores en entereza, talento y espíritu de sacrificio que muchos de sus
pares varones. Arrojo, temeridad y desprendimiento de los bienes materiales fueron los rasgos de
carácter demostrados por las heroínas a alas que rendimos homenaje de respeto en este Museo
de la Mujer FEMU-UNAM.
¿A cuántas de ellas el gobierno de México reconoció sus servicios a la Patria otorgándoles una
pensión vitalicia?, como lo hizo con algunos personajes masculinos que más hubiera valido
enviar a las islas Revillagigedo de por vida para impedir tanto mal como el que luego hicieron a
México.
Uno de los pendientes para ajustar cuentas con nuestro doloroso pasado es reconstruirlo,
recuperarlo. Aprender de él. Un primer paso es difundir los aspectos generales de la participación
de las mujeres consideradas Beneméritas de la Patria.
Fragmento del mural de
Juan O’Gorman en la
Biblioteca Pública ubicada
en la Plaza Gertrudis
Bocanegra de Morelia,
Michoacán.
Gertrudis Bocanegra Lazo de la Vega, nació el 11 de abril de 1765 en Pátzcuaro, hija de los
españoles Pedro Javier Bocanegra y Felicia Mendoza, de clase media. Se casó con Pedro
Advíncula de la Vega, un soldado de la tropa provincial de Michoacán. En su matrimonio procreó
cuatro hijos. “Luchó con sublime abnegación por la patria. Sacrificó en aras de ella a su esposo y
a sus intereses. Mina y otros caudillos le debieron que les salvara la vida en más de una ocasión.
Ningún historiador consagra otro dato sobre su vida. Sólo sabemos que murió fusilada en la plaza
de Pátzcuaro el 10 de Octubre de 1817, según se asienta en la Gaceta del Gobierno del Estado
de México, número correspondiente al 16 de Septiembre de 1894”.
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Nació y vivió siempre en la hermosa ciudad de Pátzcuaro, Michoacán, un sitio privilegiado por la
naturaleza, el clima y la cercanía con el lago que le da nombre, y que desde la remota época en
que perteneció al reino purépecha se ha caracterizado por ser una de las poblaciones más
original y atractiva del país. Ahí nació la heroína insurgente, fue hija de un comerciante criollo,
como se mencionó, casó con Pedro Lasso de la Vega, también dedicado al comercio. Del
matrimonio nacieron el primogénito, Nicolás, y varias niñas. En esa zona de Michoacán eran muy
apreciados el cura Miguel Hidalgo, quien había residido largo tiempo en la cercana población de
Valladolid, hoy Morelia, y el cura José María Morelos, También vecino de la zona, donde tuvo
arraigo ya que solía pasar temporadas en Pátzcuaro, ahí vivían sus familiares, apreciados por los
vecinos.
Ella es una heroína insurgente; simpatizante de las ideas de Independencia que se gestaron a
principios del siglo XIX en la Nueva España, Gertrudis Bocanegra se mantuvo informada de todos
los acontecimientos que tanto en Europa como en la colonia vendrían a desencadenar la lucha
libertaria. Gertrudis convence a su esposo y a su hijo de unirse a los insurrectos, meses después
los pierde en la lucha. Se incorporó a los insurgentes y se le envió a Pátzcuaro, donde colaboró
con la causa aportando noticias, dinero, víveres y pertrechos de guerra, además de facilitar su
casa para que se realizaran las reuniones de los partidarios del movimiento.
Al proclamarse la Independencia de México, los amigos y conocidos de la región sintieron suya la
causa de la libertad y se acercaron a su caudillo para ofrecer ayuda.
Un mes más tarde del Grito de Dolores, Hidalgo llegó a Pátzcuaro con más fuerzas, ahí los
rancheros y vecinos le ofrecieron armas, animales, alimentos y medicinas y se le unieron familias
enteras en su paso rumbo a Guadalajara. Era tal la muchedumbre que seguía a los jefes
insurgentes, que la opinión general consideraba cercano el triunfo absoluto de la causa
insurgente.
Entre los que se unieron a los insurgentes en aquellos días de octubre de 1810, estuvieron Pedro
y Nicolás, el esposo y el hijo de Gertrudis Bocanegra, se incorporaron al ejército insurgente en las
filas de Manuel Muñiz, que a su vez, se incorporó con su tropa al ejército comandado por Miguel
Hidalgo a su paso para Guadalajara, tomando parte en la batalla de Puente de Calderón. Su
esposo e hijo, sucumbieron en batalla. No tuvieron suerte. No les tocó ver el triunfo de la causa ni
la felicidad de retornar al hogar. Ambos murieron en los primeros combates librados contra los
realistas.
Gertrudis regresó a Pátzcuaro con una pequeña hija, consideró que lo único que le quedaba era
la justa lucha por la que habían muerto sus seres queridos. Con decisión se consagró en cuerpo
y alma a las labores pro insurgencia. Organizó una red de apoyo al ejército que comandaban los
generales Rayón y Morelos. Ella conseguía armas, alimentos y en su casa criaba animales que
meses más tarde entregaba a los insurgentes. Gertrudis fue delatada y llevada juicio, condenada
a muerte y fusilada en la plaza principal de Pátzcuaro el 17 de octubre de 1818. Los principales
jefes insurgentes habían muerto, sólo Guerrero continuaba la guerra luchando en las montañas
del sur.
Fue apresada y sufrió interrogatorios para que delatara a sus compañeros. Sujeta a proceso fue
sentenciada y fusilada al pie de un fresno de la plaza mayor, hoy Vasco de Quiroga, el 11 de
octubre de 1817.
Su muerte fue terrible, como se estilaba en la época, con sadismo y excesos de todo tipo, uno de
ellos, desnudar a la gente y exhibirla públicamente a una sociedad que en el siglo XIX, el pudor lo
tenía como su máxima virtud. Como ella llevaba información oculta en el papel donde se liaban
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los cigarros, fue esa la manera en que decidieron torturarla, quemándole con las brazas de los
cigarros encendidos. Todo esto sucedió en la plaza principal, aquella que fuera trazada por don
Vasco de Quiroga.
Antes de morir, Gertrudis Bocanegra pronunció un discurso en el que arengó a los soldados que
la ejecutaron, ella habló acerca de la justicia de la causa insurgente.
Ejemplos de desinterés y patriotismo como el de esta ejemplar mujer hubo cientos, pero la
historia no ha conservado en la memoria colectiva el registro de cada una de ellas.
El nombre de Gertrudis Bocanegra debe ser perpetuado en nuestra historia. Recordar y revalorar
el papel fundamental que ha jugado la mujer en diversas etapas históricas de México, sobre todo
en la lucha por la libertad y la igualdad, fue el mensaje que queda en los asistentes a la
proyección de la película Gertrudis Bocanegra.
Ello, sin olvidar que su valentía, liderazgo y arrojó fueron ejemplo de la tenacidad con que se
tenía que asumir la lucha por una nación independiente.
Ficha fílmica de Ofelia Medina
María Ofelia Medina Torres nació el 4 de marzo de 1950 en Mérida, Yucatán, México.
Hermana de Arturo (productor de teatro), Leo (maestra de danza), Ernesto (director de
cine y radio) y Beatriz (ama de casa). Vivió en Mérida hasta terminar sus estudios de
secundaria, luego se mudó a la Ciudad de México para ingresar en la Academia de
danza mexicana del Instituto Nacional de Bellas Artes, en donde se graduó como
bailarina y maestra de danza. Posteriormente viaja a Nueva York a estudiar en el
Actor's Studio de Lee Strasberg. Al terminar sus cursos viajó a Europa para continuar
estudiando en el Teatro Odin de Dinamarca. Se inicia en la actuación en el teatro en el año 1967.
Debuta en el cine en la película "Pax?" en el 1968. Su primer protagónico lo realiza en la película
"Patsy, mi amor" en el 1969. Ese mismo año debuta en la televisión en la serie "Landrú" de Ernesto
Alonso. Su primera telenovela y primer protagónico lo hace en "Lucía Sombra" (1971). Desde ahí
siguió trabajando en la televisión, convirtiéndose en una favorita del público. Una de sus telenovelas
más exitosa ha sido "Rina" (1977). En el cine se recuerda mucho su interpretación de Frida Kahlo en
la película "Frida, naturaleza viva" (1984). Se casó por primera vez con el director de cine, Alex
Philips Jr. con quien procreó un hijo, David. El matrimonio se divorció. Se casó por segunda vez con
el actor Pedro Armendáriz, hijo, con quien procreó un hijo, Nicolás. El matrimonio también terminó en
divorcio. Tuvo una relación sentimental con Juan Ibáñez. Paralelamente a su carrera artística se ha
preocupado por trabajar en favor de los grupos sociales más empobrecidos del sur de México y su
labor humanista para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones indígenas. También se ha
convertido en una de las partidarias y defensoras del Movimiento Zapatista. El nombre de esta
extraordinaria primera actriz está escrito con letras de oro en la historia de la televisión, el cine y el
teatro mexicano.
Comentarios:
Luis Terán ("Somos"-"El mundo de las telenovelas"):
-Siempre, desde su primer papel protagónico en "Lucía Sombra", la invidente heroína que vence
cualquier obstáculo con su inteligencia y dulzura, la Medina fue heroína romántica. Siguió por la
misma línea en "La señora joven". Ernesto Alonso le destacó su lado de bailarina en "Paloma", una
joven del medio popular cuya ambición es llegar a triunfar como rumbera en el teatro Blanquita.
Valentín Pimstein le dio el personaje de la jorobada "Rina"; no sólo estuvo el continente pegado a la
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pantalla de televisión por la guerra contra su suegra, también por la operación para corregirle la
espalda; la dirección de Dimitrio Sarrás osciló entre el gran "Guignol" y el "Cartoon", es decir entre el
melodrama, desorbitado hasta la caricaturización y la autoparodia. A partir de entonces empezó a
copiarse ese estilo de hacer telenovelas. Fue una estrella de teatro de revista en "Toda una vida" al
estilo de María Conesa. En "La gloria y el infierno" le declara una batalla sin cuartel a su contraparte
romántico y ambos no descansarán hasta verse destruidos por su mortal pasión.
Antulio Jiménez Pons ("Somos"-"El mundo de las telenovelas"):
-Mi telenovela favorita fue una que yo dirigí y produje, de esta resultó una actriz maravillosa, una
amiga sensacional, una gran humanista; la telenovela se llamaba "Lucía Sombra", y estoy hablando
de la señora Ofelia Medina. Trabajar con ella fue una gran experiencia.
Filmografía de Ofelia Medina
1. Contra Corriente… de Rafael Gutiérrez, Elisa Salinas (2010)
2. Caleuche: El llamado del mar… de Jorge Olguín (2009)
3. Las buenas hierbas… de María Novaro (2009)
4. Dios o Demonio, I Love Miami… de Alejandro González
5. Cuando te hablen de amor… de Dennis Horwath (2002)
6. Antes que anochezca (Before Night Falls)… de Julian Schnabel (2000)
7. Couleur Havane… de Patrick Grandperret (1999)
8. Para toda la vida… de Juan Carlos Muñoz, Gastón Tuset(1996)
9. Muro de silencio… de Lita Stantic (1993)
10. Gertrudis Bocanegra… de Ernesto Medina (1992)
11. Diplomatic Immunity de… Sturla Gunnarsson (1991)
12. Nocturno a Rosario… de Matilde Landeta (1991)
13. Camino largo a Tijuana… de Luis Estrada (1991)
14. La Gloria y el infierno… Gonzalo Martínez Ortega (1986)
15. Frida, naturaleza viva… de Paul Leduc (1984)
16. Toda una vida… de Miguel Aleman Velasco, Carlos S. Zuñiga (1981)
17. The Big Fix… de Jeremy Kagan (1978)
18. La Palomilla al rescate… de Héctor Ortega (1977)
19. Rina… de Dimitrio Sarrás (1977)
20. El Hombre de los hongos… de Roberto Gavaldón (1976)
21. Vacaciones misteriosas… de Héctor Ortega (1976)
22. Paloma… de Alfredo Saldaña (1975)
23. La Hiena… de Alfredo Saldaña (1973)
24. Apolinar… de Julio Castillo (1972)
25. De qué color es el viento… de Servando González (1972)
26. Lucia Sombra… de Antulio Jiménez Pons (1971)
27. Las Máscaras… de Raúl Araiza (1971)
28. Muñeca reina… de Sergio Olhovich (1971)
29. Uno y medio contra el mundo… de José Estrada (1971)
30. Las Puertas del paraíso The Gates of Paradise… Prod. J. Fernando Pérez Gavilán, Dir.
Salomón Laiter (1971)
31. Las Figuras de arena… de Roberto Gavaldón (1970)
32. Paraíso… de Luis Alcoriza (1969)
33. Las Pirañas aman en cuaresma… de Francisco del Villar (1969)
34. La Rebelión de las hijas… de José Díaz Morales (1969)
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35. Las Impuras… de Alfredo B. Crevenna (1969)
36. Patsy, mi amor Patsy, My Love… de Manuel Michel (1969)
37. Pax?... de Wolf Rilla (1968)
José Ernesto Medina Torres.
Fotógrafo, productor de televisión, director y guionista. Ernesto Medina Torres nació en Mérida,
Yucatán, el 22 de diciembre de 1952. Estudió la primaria, secundaria y preparatoria en el Colegio
del Tepeyac. En 1971 y 1972 estudió en la Facultad de Ciencias de la Imagen de la Universidad
Complutense de Madrid. De 1973 a 1977 estudió en la York University de Toronto, Canadá, en
donde obtuvo el grado de BFA (Bachelor of Fine Arts, Major in Film).
En 1972 trabajó como fotógrafo industrial y publicitario. En 1973 fue camarógrafo de noticias y
reportajes en Toronto. De 1975 a 1983 produjo y dirigió diversos documentales y comerciales
para varias compañías, entre ellas: Génova Films, Películas Candiani, Protele-Televisa y
Petróleos Mexicanos.
De 1981 a 1984 fue profesor de cinematografía en el Centro de Estudios en Ciencias de la
Comunicación, plantel Pedregal. En 1982 trabajó para Televisa como editor y post-productor de la
tele-crónica Toda una vida. En el mismo año, editó la película Talpa (Dir. Gastón Melo, 1982),
que fue premiada en el primer festival de tele-educación de Lima, Perú. En 1983 participó en el XI
Festival Internacional Cervantino como coordinador de producción y diseñador de iluminación de
la obra teatral Don Giovanni (Dir. Jesusa Rodríguez, 1983). De 1983 a 1984 fue el director del
programa Punto de vista, transmitido por el Canal 13 (Instituto Mexicano de la Televisión,
IMEVISIÓN).
En 1984 fue coordinador y director de los espectáculos de televisión (80 programas) del XII
Festival Internacional Cervantino. En el mismo año dirigió comerciales para la Secretaría de
Educación Pública, la Compañía Mexicana de Aviación y el Festival Internacional Cervantino.
En 1987 produjo el video-film Pueblo Maldito (Dir. Juan Antonio de la Riva, 1987). En 1989 fue el
director de producción de Centro de Producción de Cortometraje del Instituto Mexicano de
Cinematografía (IMCINE). En 1991 dirigió la fotografía de los mediometrajes: Guanajuato, una
leyenda (Dir. Juan Luis Buñuel, 1991), Un round de sombra (Dir. Gerardo Lara, 1991) y La noche
del nahual (Dir. Manuel Bonilla, 1991).
Dirigió la película Gertrudis Bocanegra (1991), la cual fue nominada en festivales nacionales e
internacionales: En la XXXV edición de los premios Ariel en la categoría de Ópera prima y en la
selección nacional para representar a México en el Oscar. Ganó el Ariel al mejor vestuario.
Gertrudis Bocanegra fue invitada a los festivales de Viña del Mar, Moscú, Shangai, Berlín y
Japón.
Entre 1995 y 1996, Ernesto Medina y Carmen Limón escribieron el guión Ánima solitaria, cuyo
rodaje comenzará en el mes de octubre de 2002. Este guión obtuvo las siguientes becas y
premios: Beca FONCA (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, 1995), Estímulo a la escritura
de guiones de largometraje IMCINE (1997) y el premio del Primer Taller Internacional de Guiones
para Largometraje 2001 auspiciado por SOGEM (Sociedad General de Escritores de México),
MPA (Motion Picture Association), IMCINE, CANACINE (Cámara Nacional de la Industria
Cinematográfica y del Videograma), STPC (Sindicato de Trabajadores de la Producción
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Cinematográfica), SEGOB (Secretaría de Gobernación) y SRE (Secretaría de Relaciones
Exteriores).
Ernesto Medina dirigió el documental Alex Phillips. La magia entre la luz y la sombra (Dir. Ernesto
Medina Torres, 1998). Actualmente imparte los cursos de realización y montaje cinematográfico
en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC / UNAM).
Para Ernesto Medina “[...] escribir para el cine no es una forma normal y cotidiana de escribir. La
escritura de los guiones es totalmente visual, es una manera de hacer la literatura visual”.
Además, el autor piensa que el texto cinematográfico y la literatura son indisociables: “El guión es
literatura, definitivamente. La literatura es la mejor película que hay, porque en la literatura cada
quien hace su historia. Paradójicamente, una película nace de un documento escrito. Es la única
forma de poder comunicar a los demás lo que uno quiere... antes que las imágenes están las
letras” (Entrevista para Escritores del Cine Mexicano Sonoro, 18 de febrero de 2002).
FUENTES DOCUMENTALES:
Molina-Enríquez Gracia, Carmen Lugo Hubp. Mujeres en la historia. Historia de las mujeres.
México, Salsipuedes, 2009, pp. 84-101.
http://vamonosalbable.blogspot.com/2010/04/gertrudis-bocanegra-heroina-de-la.html
http://escritores.cinemexicano.unam.mx/biografias/M/MEDINA_torres_ernesto_jose/biografia.html
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