Miedo al abandono

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Miedo al Abandono
Diálogos entre una periodista y José Bidart (Director de Las Dalias)
Boletín de Salud Psicofísica Nº 77 | spa las dalias
J.B.: Vamos a investigar juntos esta pregunta, sabiendo que la descripción que hagamos no es la cosa
en sí misma, un mapa de una ciudad no es la ciudad,
un menú no es el plato de comida. Es decir que las
cosas tenemos que vivirlas para comprenderlas,
vivirlas más allá del pensamiento, que son palabras.
Si esto no ocurre, nos quedamos en los símbolos y
representaciones, que son las palabras que conforman a los pensamientos, y éstos a las explicaciones
y justificaciones. En ese plano solo hay comprensiones intelectuales, no hay una comprensión transformadora.
¿El miedo al abandono tiene sus causas en situaciones vividas por una persona en particular o tiene sus
causas en raíces mucho más profundas?
Si el estado de miedo al abandono tiene su causa
en alguna situación vivida en algún momento de la
vida, este miedo seria el efecto de una causa en el
pasado, y esa causa seria a su vez el efecto de otra
causa. Así, esto se puede remontar hasta el infinito.
Tal vez un estado psicológico, en este caso, el miedo
al abandono, puede responder a todo un conjunto de
situaciones que lo conforman. Es una visión holística, integradora, sistémica, donde no hay causas ni
efectos, sino situaciones producto de una trama de
formas de funcionar, de pensar, de sentir, de actuar,
que dan lugar a ciertos sentimientos.
más, en ese caso, de igual manera que en el ejemplo
anterior, si me abandonan, me siento menos que los
demás, por ello el miedo. El miedo al abandono
sería entonces, el miedo a dejar de “ser”, el miedo a
sentirme menos que los otros o miedo, a sentirme
menos del modelo que me rige.
Otro factor puede ser, propio de la cultura que vivimos, la búsqueda de placer y seguridad.
Si mi vida se basa en gran medida, en buscar placer,
significa que ocupo todos los espacios de tiempo
libre que tengo a ello, y no a quedarme solo, tal vez
en una actitud contemplativa, observándome, y
dejando que mis estados psicológicos fluyan, se
desplieguen, y no resistiendo, escapándome, llenándome de ruido y de cosas.
Si uno se queda observando lo que siente o lo que
piensa o lo que hace, puede ser que se descubra, y
descubra cuánto miedo hay a estar solo, a sentir el
dolor, el vacío.
Si vivimos alejados de nosotros mismos, es lógico
tener miedo al abandono. El otro, es una compañía,
algo que hace que no nos encontremos con nuestra
soledad y dolor.
Por ejemplo, es parte de nuestra educación, buscar
ser alguien en la vida, y si busco “ser”, la posibilidad de ser abandonado, es vivida como un peligro,
porque de suceder, pareciera que no valemos nada,
o sea que no somos nada, nuestra valoración de
nosotros mismos se va por el piso.
También el miedo al abandono, nos puede estar
hablando, de la dependencia a los otros.
Si hay dependencia, económica o
afectiva, esto puede significar, que
esa persona que depende, no ha
madurado, no se conoce a sí
misma, no tiene un proyecto
de vida propio.
En estos casos es probable que
exista el miedo al abandono,
porque de suceder, su vida sería
muy incierta.
Esto, está hablando de otra característica humana,
que es la competencia. Compito también, para ser
Es decir, que no sabemos vivir
en paz con nosotros mismos, en
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P.: ¿De dónde surge ese miedo tremendo a que
nos abandonen? Parece algo muy usual, ya que
se escucha a la mayoría de la gente mencionarlo.
soledad. No estamos diciendo que el individuo tenga
que vivir solo, estamos diciendo, que una persona
que accede a un cierto estado de libertad interior, va
a establecer vínculos desde esa libertad, es decir,
sin dependencias.
El miedo al abandono, es miedo a lo que pueda suceder, es pensar en términos de tiempo, de futuro,
es vivir cinco pasos adelantado, cuando en realidad
la vida es lo que está sucediendo en el paso presente. Vivir pensando en que en el futuro puedan pasar
cosas conflictivas, es lo mismo que pensar que en el
futuro pasarán cosas favorables.
Pensar en términos de tiempo, es peligroso, es una
invitación al sufrimiento.
Cuando vivimos en el presente podemos aprender y
comprender los procesos de la vida, no si estamos
alejados, ocupados en lo que sucederá o sucedió.
Si pensamos en términos de tiempo, desde ya que
hay miedo, porque no sabemos si las cosas serán
favorables o desfavorables.
P.: ¿Por qué es, justamente, tan tremendo? ¿Tiene que ver con el fracaso, con que los otros piensen que no valemos, con que da fiaca empezar de
nuevo? ¿Esto es el mentado “apego”?
J.B.: Si en mi hay carencias y no las encaro, es
lógico que esté deseando la valoración y aprobación
de los demás, en ese caso ¿no voy a tener miedo al
abandono? Desde ya que si, parece que no pudiera
ser de otra manera.
¿Es qué somos alguien porque lo intentemos y nos
esforcemos, o somos alguien justamente, cuando no
lo buscamos? Esto significa que vivimos con pasión
y amor el momento a momento, sin proyectarnos,
deseando lograr nada en particular (desde ya que
estamos hablando del campo psicológico).
Y de esta manera somos lo que somos, vivimos sin
el esfuerzo por conseguir ser algo diferente a lo
que somos, y vivimos entonces, en forma natural,
espontánea, sin presión.
Y sobre todo libre del esperar la valoración de otros,
lo que nos libera de las dependencias, y por ende del
sufrimiento por las situaciones inesperadas propias
de la vida misma.
Si hay apego a la pareja, será inevitable el miedo
al abandono. ¿Somos conscientes en nuestra vida
diaria, de lo apegado que estamos a otras personas,
a cosas, a costumbres, a hábitos, a ciertas ideas?
Creo que si observamos un poco nuestro vivir, nos
daremos cuenta la forma tan mecánica en que vivimos. Carecemos de espontaneidad y naturalidad.
Esta manera de vivir es generadora de miedos, por
estar aferrados a lo conocido, tememos lo nuevo, lo
desconocido
P.: En su experiencia de trabajo, ¿cómo lo plantea
la gente?
J.B.: La gente que viene a nuestro lugar busca
respuestas a sus problemáticas, la mayoría de los
casos tienen que ver, con la angustia que les genera
vivir solas o solos, producto de separaciones o
viudez o por no haber podido establecer un vínculo
serio, estable.
Hay en el mundo, hoy en día, enorme cantidad de
gente con angustia.
El fracaso, como dijimos antes, tiene que ver con la
competencia y las ansias de “ser”.
No sabemos vivir siendo luz para nosotros mismos,
buscamos la luz en otros, de ahí el miedo al abandono. Es buscar la luz afuera, cuando ésta, está adentro. Es como el que pierde la llave de la casa en el
bosque y la busca debajo de un farol, si le preguntan
dice que la busca allí porque hay más luz, a pesar de
que las llaves están en otro lado.
Aquí, tal vez, sería interesante que nos hagamos
esta pregunta:
La sociedad, que es la suma de todos los individuos,
es cada día más individualista. Cada persona piensa
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“Cuando vivimos en el
presente podemos aprender
y comprender los procesos
de la vida, no si estamos
alejados, ocupados en lo que
sucederá o sucedió.”.
Para que exista un vínculo de pareja, cada uno tiene
que actuar desde cierta libertad interior, lo que hará
que no responda a sus caprichos, queriendo imponer siempre sus puntos de vista, o por el contrario
se someta a la voluntad del otro. Ni lo uno, ni lo
otro. De esa manera puede que exista un vínculo de
pareja armónico, en este caso, tal vez, no reine el
miedo al abandono.
P.: ¿Por qué se piensa que es algo “típico” de la
mujer?
J.B.: ¿Es que es típico solo de la mujer?
Tal vez, la mujer se expresa con más facilidad que
el hombre, pero si uno investiga y observa un poco a
todos los seres humanos, el miedo al abandono, es
un sentimiento común a todos, va más allá del sexo,
la raza, la cultura, la condición económica.
P.: ¿El hombre también tiene este miedo? ¿Cómo
lo manifiesta? ¿Qué diferencias respecto de la
mujer?
J.B.: El sentimiento es el mismo, tal vez, en el
hombre, por un condicionamiento ancestral de
verse como un ente con coraje, libre del miedo,
auto-suficiente, el famoso machismo, éste, actúa
como queriendo ocultarlo, o disimularlo, pero ante
el hecho en concreto lo afecta igual que a la mujer.
Una diferencia puede ser que algunos hombres,
ante el peligro del abandono, pueden reaccionar con
más violencia que ellas. La violencia es producto
del miedo. Si no hay miedo, es poco probable que
haya violencia.
Otra diferencia es que el hombre se expresa menos
que la mujer, la mujer dice todo lo que siente y por
eso puede parecer que el hombre estuviera libre de
ciertas cosas.
Es una forma de no mostrarse débil, su condicionamiento de “macho” lo limita a dejarse sentir sentimientos, que lo muestren débil, vulnerable.
movimiento que pueda poner en peligro la continuidad del vínculo.
Como dijimos antes, donde hay miedo, hay violencia
manifiesta o encubierta.
Las burlas, las ironías, los supuestos chistes de uno
de los miembros de la pareja a la otra, son actos de
violencia encubierta.
También dijimos antes, el miedo al abandono, se
relaciona con el apego, las dependencias, aquí nos
podemos preguntar ¿hay amor cuando hay celos,
dependencias, miedo al abandono o el otro es un
parche, una muleta a una insuficiencia interior?
¿Qué tipo de vínculo se puede establecer si uno de
los miembros de la pareja, vive con ese sentimiento?
¿Cómo recibe o como lo vive el otro, a ese sentimiento?
Pareja, viene de parejo, significa que hay pareja
cuando hay un encuentro de dos seres libres, en ese
caso puede haber amor, sino serán afectos, cariños,
todos sentimientos desde la necesidad de “tener” al
otro. En esos casos, esos cariños y afectos terminan y se pueden convertir en odios, cuando no se
encuentra la reciprocidad del sentimiento. En los
boleros o las telenovelas es común ver y escuchar
esto de te amo y te odio. ¿puede pasar uno del amor
al odio y viceversa? ¿O en verdad cuando uno dice
sentir amor es un sentimiento de afecto, producto
de la propia necesidad?
El amor es una cosa por entero diferente, no depende de nada, es una cualidad que se da en un ser
libre, en el caso de una pareja, es un sentimiento
recíproco, no es que uno ama al otro, y el otro no.
Cuando hay amor entre dos personas hay respeto,
confianza, compañerismo.
P.: ¿Funciona como una especie
de autoboicot, de autoprofecía? ¿De qué forma?
P.: ¿Qué consecuencias trae en la pareja si uno
de los dos vive con ese miedo?
J.B.: Tal cual, se puede convertir en una profecía autocumplida, uno es lo que piensa
y siente, y eso que pensamos y
sentimos es lo que va generando
los hechos del día a día.
J.B.: Desde ya que no puede resultar sano vivir con
ese sentimiento, es una inseguridad constante, es
vivir tenso, a la defensiva, con celos por cualquier
Si tengo miedo al abandono, el
pensar en ello, y sentirlo, es lo
que lo termina generando.
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primero en sí misma y luego en sí misma. De ahí que
es cada día más difícil establecer vínculos.
“Si el miedo no puede dejar de operar en un ser humano,
tendríamos que creer que el estado de libertad interior, es
una quimera, un imposible.”.
Es un boicot, porque quien vive con miedo, no puede
desplegar todo el potencial que le es
propio, está limitado por el miedo y esa limitación
lo empobrece, lo empaña, es decir no le permite el
brillo propio de un ser humano libre, seguro, gozoso
por lo que la vida le está dando.
P.: ¿Se puede sacar este miedo? ¿De qué forma?
J.B.: Si el miedo no puede dejar de operar en un ser
humano, tendríamos que creer que el estado de
libertad interior, es una quimera, un imposible. Es
pensar que la vida solo se la puede vivir en estado
de esclavitud interior, es decir en el conflicto.
Por suerte hay mucha gente que ha dado testimonios de que esto puede suceder.
También uno puede ver, la cualidad que se establece
en uno, a partir del conocimiento propio.
El tema a lo mejor no es pensar en “sacar” nada,
porque el que quiere “sacar” es lo “sacado”. ¿Acaso
la persona que quiere terminar con el miedo no es
el miedo? ¿O es que hay un sujeto (la persona) y un
objeto (el miedo)?
Esta es una visión dual, que probablemente sea la
que conforma nuestros conflictos y contradicciones entre lo que pensamos, lo que sentimos, lo que
decimos, lo que hacemos.
El miedo termina, cuando ni lo aceptamos, ni lo
rechazamos.
Cuando no deseamos ser diferentes de lo que somos, porque si no, nos dividimos entre lo que somos
y lo que anhelamos ser.
Para que algo deje de operar en uno, en este caso el
miedo, es necesario el conocimiento propio, y para
ello, la meditación entendida como en sus orígenes
se mostró, es una posibilidad de auto-transformación, al desarrollar un estado de alerta percepción a
todo lo que se expresa en nuestro ser, sentimientos,
pensamientos, sensaciones, emociones, acciones.
Percibir observando lo que sucede en uno, sabiendo
que el que percibe es lo percibido, descartando el
deseo de algo diferente, a los juicios, a las justificaciones, y las palabras que no son más que símbolos
y no la cosa en sí misma. En ese estado de observación, se develan contenidos profundos, enquistados,
y ese develar es el final del estado, es como dejar
que una flor florezca, si florece luego muere. Es decir, es dejar que el miedo se despliegue, y muestre
sus contenidos subyacentes, ahí es cuando termina
de operar en uno.
Lo que le da continuidad es la resistencia que le
ofrecemos, y como dicen, todo lo que se resiste:
persiste. Estamos habituados a luchar y resistir
aquello que nos afecta. Esto lo único que genera es,
además de continuidad, fortalecer el estado y dejarlo en capas inconscientes, que en algún momento
de nuestra vida, buscará aflorar, sea en el cuerpo o
en nuestra psiquis.
Una forma inteligente de ver las cosas es dejar fluir,
dejar que el sentimiento se exprese, y cuando su estructura queda al descubierto, termina, por el solo
hecho de ser conscientes de toda su trama.
P.: ¿Qué sucede si cuando siento miedo a que me
abandonen, pienso en positivo, que no
me van a dejar?
J.B.: El pensar en positivo es una respuesta muy
habitual y sobre todo, es algo que se está imponiendo en el mundo.
¿Habría que ver qué sucede en nuestra psiquis,
cuando queremos imponer una visión positiva,
contraria a lo que está realmente sucediendo en
nosotros, que es el sentimiento de miedo?
Ese pensamiento positivo, contrario a lo que sucede,
es violentar lo que estamos siendo en el momento
del miedo, es rechazarlo, ¿podemos cambiar algo
que rechazamos, o para cambiar algo es necesario
comprenderlo? y ¿para comprender algo que sentimos, no es necesario dejar que ese sentimiento se
despliegue por entero en nuestro interior?
Es aceptar lo que sucede con un espíritu de investi-
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El abandono surgiría, como producto del cansancio
del otro, que se siente acosado por el miedo del
otro.
P.: ¿Sirve hablarlo directamente con la pareja y
decirle: tengo pánico de que me dejes, o eso es
peor aún?
J.B.: ¿Si lo hablo, no le estaré dando más importancia aún, no le doy cuerpo, volumen, continuidad?
¿Es que hablándolo dejamos expresar al sentimiento, o lo que expresamos es nuestra congoja?
¿No será que se precisa dejarlo expresar interiormente, no en palabras, sino vivencialmente, en uno,
para que esa expresión devele sus causas profundas?
¿No será que lo decimos a nuestra pareja con la
esperanza de que nos de la seguridad de que el
abandono no va a acontecer?
¿Por qué buscamos la seguridad en los vínculos, es
que existe tal estado?
¿Será que no sabemos vivir con las situaciones
cambiantes propias de la vida, donde todo está
mutando continuamente?
Queremos que los vínculos sean una garantía, para
siempre, como nos dice la jueza en el momento del
casamiento. Tampoco se trata de pensar que no va
a durar, que todo es momentáneo.
Ni lo uno, ni lo otro.
Se trata de vivir el aquí y ahora, sin proyectarnos
a nada en el campo psicológico, en ello hay intensidad, pasión, amor. Y si se dan esos estados, ¿hay
peligro a la ruptura del vínculo o en ese caso se da
un vínculo sólido, estable?
“Queremos que los vínculos
sean una garantía, para
siempre, como nos dice la
jueza en el momento del
casamiento. Tampoco se trata
de pensar que no va a durar,
que todo es momentáneo.
Ni lo uno, ni lo otro”.
P.: ¿Por qué cuesta la convivencia armónica en
una pareja?
J.B.:Las personas piensan en sí mismas, en lo que
necesitan y se sienten muy debilitadas psicológica
y físicamente como para tener que ceder algo de sí
mismas. Para poder dar algo de uno, es necesario
un cierto grado de fortaleza, que se dá, cuando se
está libre de miedos, inseguridades, apegos, dependencias.
Cuando se está auto-centrado, el otro no existe,
entonces me molestan muchas cosas:
cuando deja el baño mojado o prende la luz a la
noche y además me molesta que el otro lo haga, no
sé comunicarme sin discutir y expresar lo que sería
bueno que cada uno pueda hacer por el otro, quiero
vivir solo, como a mi me gusta, tal como los adolescentes que no quieren hacer mucho y les molesta
que los cuestionen.
La convivencia significa aprender a vivir con el otro
y renunciar a algo que si viviera solo haría.
La incapacidad en la convivencia se expresa de
diferentes formas. Está el incapaz de ceder y está
aquél que actúa cediendo todo y desdibujándose
como persona por el miedo a que el otro lo abandone.
El nivel de insatisfacción en todos es tan grande,
que las personas viven pensando y sintiendo que
todo es un esfuerzo y hacer uno más, como por
ejemplo tener que esperar a las 9 para cenar porque uno quiere que sea a las 8 y media, es demasiado pedir.
También está el caso del que todo dá y a nada dice
que no, porque es más fácil ceder que tener energía
para pedir lo que le corresponde. Para algunos es
más fácil decir que si que decir que no y viceversa.
La convivencia armónica es como aquello que nos
enseñaron en el jardín de infantes, aprender a compartir la galletita.
Hoy el mundo es un alarde constante de satisfacción personal, las publicidades invitan al placer y al
disfrute. Convivir es compartir con el otro más allá
de la necesidad personal, un gesto puro de interés
hacia afuera y no tanto en el sí mismo, pero tampoco olvidándose de que uno existe. De ahí que hoy,
muchas personas vivan cada uno en casas diferentes.
No saben encontrar un punto intermedio entre el
dar y el recibir.
La verdadera salud consiste justamente en la capacidad de saber dar y saber recibir.
La convivencia va a ser posible en la medida que
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gación y humildad.
Tal vez el cambio surge en forma espontánea,
cuando vemos lo que sucede, lo que “es”, y no nos
ocupamos de lo que “debería ser”.
Otra razón que dificulta los vínculos es el ansia de
“ser alguien”, es decir el autocentramiento.
En general, vemos al mundo a través de lo que
somos y lo que llegaremos a ser, en estas circunstancias, el otro puede llegar a ser un impedimento a
los deseos de realización personal.
Con esto no estamos hablando que una persona no
pueda realizar una actividad que le es natural, propia, solo decimos que si nuestra vida está basada en
la realización personal profesional, el vínculo con el
otro, no es más que algo secundario, anexo.
Tal vez todo se reduzca a encarar la vida equilibrando todos los aspectos, el profesional, con el afectivo
y el social. En ese caso es posible una vida profesional plena y un vínculo armónico.
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ambas personas, si bien busquen su propia armonía
y vivan cómodas, no dejen de ver al otro. Vivir en
pareja es eso: una actitud solidaria, respetuosa y
amorosa por el bienestar del que está al lado, sin
detrimento del propio bienestar.
En los vínculos, muchas veces, se busca “tener” al
otro, que es un sentimiento posesivo, y mientras
éste exista, es imposible vincularse.
En este sentido sería imposible vincularse si busco
en el otro:
-la seguridad que no encuentro en mí
-el placer que me genera la compañía del otro,
porque no me atrevo a vivir el displacer que siento
interiormente
-solo el placer sexual o una compañía para “ciertos”
momentos
-la búsqueda de cuidado y protección
RECETA
Spa Las Dalias
Budin Tai de Verduras con Sémola
PREPARACIÓN
Saltear primero el jengibre en el aceite de oliva,
luego agregar las cebollas, las zanahorias, el zapallo y por último el zuchini. Rehogar en olla de acero
inoxidable, revolviendo continuamente y tratar que
las verduras queden crujientes, no demasiado
blandas.
Agregar salsa de soja, coco rallado, cúrcuma y la
sémola, revolver bien.
Colocar la preparación en un molde de budín con
papel manteca en la base y costados.
Cocinar a horno medio hasta que los bordes estén
dorados y cuando al pinchar la preparación sale
casi seca.
Se sirven 2 porciones de budín con la siguiente
salsita:
Se pasa por la mini pimer un poco de perejil o remolacha con aceite de oliva en poca cantidad y yogur.
Los invitamos a visitar Nuestro Blog
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la distancia con cada uno de ustedes.
También encontrarán allí nuestros boletines.
¡Regístrense y comencemos el diálogo!
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Un saludo muy afectuoso para todos.
Liliana Racauchi - José Bidart.
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Tel/Fax (54) 03544-494559 / 03544-15562837
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Email: [email protected]
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INGREDIENTES
1 taza de zanahoria cortada en rodajas medianas
1 taza de zapallo cortado en cuadrados medianos
1 taza de zuchini cortado en rodajas medianas
1 taza de cebolla cortada en rodajas grandes
1 cucharadita de jengibre picado
2 cucharadas de coco rallado
1 cucharada de cúrcuma
Aceite de oliva
Salsa de soja
2 tazas de Sémola de trigo
Perejil picado o remolacha troceada
Yogur natural
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