Don Trini y los niños pescadores

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Don Trini y los niños pescadores
Don Trinidad vivía en la zona pesquera de Vieques. Su único trabajo era la pesca, por lo
cual era tan diestro pescando truchas como marlines.
Él construyó su propio bote y tenía un alcatraz amaestrado que era la admiración de los
chicos de la aldea.
Don Trini, como Ie llamaba la gente, era un gran maestro en la playa. Le mostraba a los
niños cómo extraer el agua del bote, cómo limpiarlo y aceitarlo.
También los instruía en el conocimiento de nuestros peces tropicales y cómo atraparlos
en el mar. Su hijo René, tenía el rostro tostado del sol y era un experto en los mares del
trópico. Sabía muchos trucos de los buenos pescadores.
Un día René estaba entretenido aceitando el bote de su papá, cuando llegó su amigo
Javier Frías y Ie dijo:
—Oye René, vamos a pescar.
—iQué raro que no vienes en el potrito!— exclamó René.
—Es cierto. El potro estaba tan cansado y triste que lo dejé paciendo. Ya no podía ni
trotar.
Javier, ya son las tres de la tarde y no he terminado este trabajo. Iremos a pescar otro
día.
Vamos, chico. Luego te ayudaré a aceitar el bote. Dame un trapo para limpiar el salitre
del borde.
Los muchachos salieron mar afuera y tiraron la red al agua. En poco tiempo entró un
pargo y empezó a dar aletazos.
Los niños halaron la red, que cayó dentro del bote con el pargo. En eso comenzó a tronar
y volvieron a la orilla. Javier saltó del bote y grito:
—Trae el pescado, René. Es tarde y mi mamá lo espera para hacer la cena.
20 de Noviembre No. 68. San Salvador Tizatlali
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—El pescado es de los dos. Yo puse el bote y la red— aclaró René tranquilamente.
—¿Quieres dividirlo en dos trozos?— preguntó Javier —Yo prefiero la cabeza.
—¿Y para qué sirve la cola? No me digas que necesitamos un árbitro— exclamó su
amigo.
—René, ¿qué te parece si mi mamá hace la cena para ambas familias? Ella es muy
buena cocinera.
—Es una gran idea, Javier. Has encontrado la mejor solución. Vamos a hablar con doña
Patricia.
Afuera estaba don Trini tocando el cuatro. Los niños hablaron con doña Patricia y
volvieron para escucharlo. Luego Ie pidieron que les contara algunas de sus extrañas
leyendas. El viejo pescador les habló de las tribus costeras, los piratas, las serpientes
marinas y las tormentas eléctricas que a menudo lo amenazaban en alta mar. Su triunfo
mayor fue ver el acuatizaje de los astronautas, cuya cápsula cayó cerca de su bote.
Ya entrada la noche, doña Patricia los llamó para que subieran a comer de la rica cena.
Javier subió ligerito como un tren.
Comenzaron a salir las estrellas, cuando don Trini, viejo lobo de mar, se sentó entre todos
y dijo:
—Dios bendiga todo el pan que en las redes echa el mar.
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