La británica Rachel Seiffert explora las vidas cruzadas de los

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La británica Rachel Seiffert explora
las vidas cruzadas de los europeos
n “Tal vez sea una boba, pero me emocioné con la llegada
del euro”, afirma esta autora –una de las promesas de la
narrativa inglesa–, que se ocupa de las conexiones
cotidianas entre las personas que viven en Europa
XAVI AYÉN
BARCELONA. – En el universo literario en lengua inglesa, ser un chico Granta
es como tener una plaza fija en el dream
team del futuro. Cada diez años, esta revista británica escoge a los jóvenes autores más prometedores de su tiempo. En
1983, ahí estaban unos semidesconocidos Martin Amis, Kazuo Ishiguro o Salman Rushdie. En la lista del 2003, junto
a Zadie Smith, Sarah Waters o Toby
Litt, figura Rachel Seiffert (Oxford,
1971), conocida ya en España por su
novela El cuarto oscuro (RBA) –la historia de cómo tres alemanes corrientes afrontan el nazismo–, y que ahora
publica Trabajo de campo (Alpha Decay), once cuentos de temática paneuropea, cortados por el cuchillo de la
salvaje historia del Continente. En
ellos, vemos a ciudadanos ex comunistas adaptándose al capitalismo, a
una niña que ve la muerte por primera vez en los ojos de una foca varada
en la playa, o compartimos los remordimientos de un desertor de la Segunda Guerra Mundial. La escritora ha
respondido por correo electrónico a
este diario.
se”. Confiesa: “Encuentro obstáculos,
fronteras, historias personales difíciles
que esconden la poderosa identidad colectiva europea. Me emocioné con la llegada del euro. Tal vez sea una boba, pero
cuando veo todas esas banderas nacionales ondeando juntas no puedo evitar pensar que son países que hace poco estaban
en guerra unos contra otros, me acuerdo
de los millones de desplazados o asesinados, de las ciudades bombardeadas.
necesidad de conexión humana. Vivo en
un barrio de Londres muy castigado por
los crímenes, la pobreza, las drogas o las
tensiones raciales, pero, cuando estaba
embarazada, las mujeres africanas me
animaban en la parada de autobús o las
tiendas, y compartían conmigo sus experiencias, haciéndome sentir muy bien”.
A Seiffert se la compara con el pintor
Hopper porque, como él, retrata “figuras
humanas sumidas en una experiencia urbana”. “Si veo sus cuadros me pregunto:
¿y este personaje adónde irá ahora? Me
gustaría que eso sucediera en mis libros”.
MINIMALISMO. “Estudié cinematogra-
fía y trabajé un tiempo como montadora
de películas, así que estoy muy influenciada por la idea de economía narrativa. No uso muchos adjetivos, ni describo a los personajes con grandes detalles psicológicos. Corrijo y vuelvo a
corregir, cortando todo aquello que
no sea necesario. Lo mío no es ser especulativa y locuaz”.
HIJOS O CARRERA. Uno de los relatos, sobre un arquitecto que sufre
una crisis nerviosa y se plantea que
su sueño profesional puede haberse
convertido en un infierno, ha sido visto como autobiográfico, dado que
Seiffert abandonó su carrera en el
mundo del cine. “La mayoría de los
montadores que conocí –admite–
eran hombres que casi nunca veían a
su familia, y las montadoras de éxito
habían renunciado a tener hijos. Yo,
en cambio, quería niños y pasar tiempo con ellos. No llegué a sufrir una crisis nerviosa, pero fue muy doloroso
renunciar a mi carrera. Experimenté
intensamente la duda y la incertidumbre, y eso a veces puede salvarte
de la locura o la psicosis”.
EUROPA EN CONTACTO. Se ha dicho que la temática de esta británica
de origen alemán es la sutil relación
entre la identidad individual y la memoria histórica. “Cuando vivía en
Berlín –comenta–, muchas calles y estaciones tenían nombres polacos, de
ciudades que bailaban de un país a
NUESTRAS CALLES. “Me siento en caotro según se moviera la frontera.
MICHAEL CRABTEE / REUTERS
sa paseando por cualquier ciudad euHay muchos polacos en Alemania,
ropea –concluye–, desarrollada a lo
trabajando en la construcción o cui- Rachel Seiffert, en Londres en el 2001
largo de siglos, con arquitectura y cadando a las personas mayores. Me intrigan esos mundos aparte pero, a la vez, ¿Quién habría podido soñar que hoy esta- lles de diferentes épocas. Me di cuenta al
permanentemente en contacto. He inten- ríamos tan entrelazados? Estamos com- irme a vivir a Sydney, con esas enormes
calles siempre en ángulo recto. Nueva
tado articular esta doble sensación de cer- partiendo, y eso es muy nuevo”.
York es otra ciudad cuadrícula, que crece
canía y extrañamiento a través de los personajes de Martin y Ewa, y de sus inten- VIDAS CRUZADAS. Países en contacto, verticalmente, muy estimulante..., pero
tos y fracasos a la hora de comunicar- pero sobre todo personas. “Hablo de la extranjera”.c
El poeta salvadoreño George
Alexander obtiene el Adonáis
MADRID. (Efe.) – El poeta y narrador
salvadoreño George Alexander, de 33
años, obtuvo ayer el premio Adonáis de
poesía, en su 60.ª edición, con su libro
Breve historia del Alba, un poema creado
en “un periodo terrible y duro” para el autor, cuando estaba pasando por una profunda depresión. Así lo comentó el propio Alexander en conversación telefónica desde El Salvador, tras conocer que ha-
LA VANGUARDIA 39
C U L T U R A
MARTES, 19 DICIEMBRE 2006
bía recibido el galardón, que le fue concedido por unanimidad del jurado en un acto celebrado en el Ateneo de Madrid.
El jurado destacó de la obra premiada
“la riqueza de sus recursos expresivos,
que se suman a una voz intensa y reflexiva”. “Nadie puede imaginar lo que significa para mí haber recibido este premio
estando tan lejos de todo, y que han ganado poetas tan importantes para la histo-
ria”, dijo el autor, que ha obtenido otros
galardones y cuya conexión con el mundo es a través de internet: “De las bases
del premio me enteré por la red”, añadió.
“Este libro tiene cierta oscuridad porque lo escribí cuando estaba pasando por
un periodo de depresión, y el poemario
cuenta lo que yo veía en ese momento y
el camino de salida, por eso está dividido
en partes: el meridiano de la tarde y el meridiano de la profundidad de la noche”,
subrayó. Un poemario que le sirvió de catarsis, y un camino hacia la luz de la esperanza, momento en el que dice estar.
Se otorgó un accésit a Francisco Nieva
por Perímetro de la tarde y otro a Antonio
Praena por Poemas para mi hermana.c
ORIOL IZQUIERDO
Sólo ‘lingüismo’
n decreto del Ministerio de Educación ha avivado todavía el debate
sobre la cuestión lingüística. Aparecen casi a diario comentarios acerca de la salud del catalán, la bondad del bilingüismo, el modelo escolar de inmersión lingüística o la promesa electoral
de lograr para pronto una escuela trilingüe. La distorsión es tanta, que incluso personas de reconocida inteligencia, como nadie duda que lo es la editora Esther Tusquets, interpretan de modo harto discutible
algún incidente ocasional. Lo demostró sobradamente en su afortunada aportación este domingo Joan de
Sagarra, y no quisiera yo ahora volver sobre ello. Pretendo sólo poner sobre la mesa lo que, tras casi diez
años de docencia universitaria, me han enseñado
mis alumnos sobre su formación lingüística.
Según el Gobierno español se deberían dar tres horas semanales de lengua castellana. Dice la ministra
que así se garantizará el bilingüismo, como si peligrase. Otros replican entonces que los alumnos terminan la escolaridad con un buen dominio de ambas
lenguas. ¿Es así? Durante estos diez años he visto pasar por las aulas unos miles de estudiantes. La gran
mayoría accedía al sistema universitario con un aceptable dominio oral del catalán y el castellano, aunque
sólo de unos pocos se podía decir que eran capaces
de escribir con corrección. Ante esta afirmación algunos correrán a insinuar que esto pone en evidencia el
fracaso de la política de inmersión. Tal vez, si no fuera porque los estudiantes provenientes de comunidades autónomas monolingües no suelen presentar un
nivel mejor de español. Son capaces de hablarlo con
cierta formalidad, pero raro es el sujeto que lo escribe con la competencia que se presupone adquirida al
término de la enseñanza obligatoria.
Se nos dice que el remedio será aumentar las horas
de clase de castellano, pero intuyo que con eso sólo se
logrará perder un poco más el tiempo. Además, ¿por
qué no dar una hora más de catalán? ¿Y de inglés?
Puede que el problema no sea cuántas horas dar de
lengua, sino qué hacer durante esas hoLA LENGUA SE
ras. Sin duda, la lengua se enseña mal.
enseña mal; se
Se invita a aborrecerla. Aunque quiinvita a aborrecerla, zá no más que lo demás. Luego, cuanaunque quizá no
do admitamos que
los bachilleres tammás que lo demás
bién andan escasos
de conocimientos
matemáticos, ¿se ordenará incrementar el horario de esa materia? ¿Y
qué decir de las disciplinas científicas, de las humanísticas, de las habilidades artísticas?
El decreto sólo disimula que, a pesar de tantas buenas voluntades, el sistema educativo está colapsado.
Que apenas sirve a las necesidades formativas de los
estudiantes, de sus familias, de la sociedad. Que no
saben qué hacer con él. Más allá de lo espectaculares
que resulten otros aspectos del problema –la relajación de la disciplina y el mediático incremento de la
violencia en las aulas–, el fracaso general en la transmisión de unos conocimientos mínimos acerca de la
lengua o las lenguas de uso del estudiante –¡esa condenada ortografía!– es, para mí, la triste prueba de lo
dicho.
Sí, sería de ensueño que los estudiantes accedieran
a la universidad siendo efectivamente trilingües o,
por lo menos, competentemente bilingües. Aunque
la verdad es que me conformaría con que llegaran
simplemente lingües. Con algo de conciencia y un poco de curiosidad ante esa herramienta de la que depende, o debería depender, su proyección intelectual, su futuro profesional. Algo que, por desgracia,
ahora mismo es más bien extraño, por no decir exótico.c
U
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