Muerte en Venecia (Death in Venice) Op.88.

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Muerte en Venecia (Death in Venice) Op.88.
Ópera en dos actos de Benjamin Britten con libreto de Myfanwy Piper.
Estreno mundial: The Maltings, Snape, 16 de junio de 1973.
Programa realizado por Fernando Funes.
Edición: Joaquín Rath.
Introducción
Esta noche concluiremos el homenaje al compositor inglés Benjamín
Britten al cumplirse 100 años de su nacimiento con la transmisión de
su última ópera; “Muerte en Venecia”.
Britten, luego del gran suceso que obtuviera con su ópera PETER
GRIMES en 1945, decide cambiar su orientación compositiva en lo que
respecta al género, abandonando momentáneamente la composición de
óperas de grandes proporciones, cediendo el despliegue orquestal y las
grandes exigencias para con los cantantes, en favor de una forma más
íntima y reducida de ópera de cámara.
La nueva tendencia fue adoptada frente a los recursos con que contaba
la entidad operística The English Opera Group, para la cual compusiera
en 1946 su primer obra dentro de estos cánones, LA VIOLACIÓN DE
LUCRECIA, seguida de ALBERT HERRING al año siguiente.
Ya más familiarizado con este nuevo estilo, Britten compuso en 1954 la
que sería su contribución maestra en este género; la ópera de cámara
LA VUELTA DE TUERCA, que le valiera muy favorable crítica y
acrecentara en mucho su fama como compositor. La ópera de cámara
volvió a ocupar un lugar primordial en su carrera en los años ‘60, con
tres obras experimentales. En ellas, haciendo uso de un grupo
instrumental de no más de 13 músicos, pequeño coro y solistas y sin
necesidad de un director orquestal. Estas óperas fueron escritas en
forma de parábolas eclesiásticas para ser interpretadas idealmente por
una congregación de monjes.
Estas fueron: CURLEW RIVER (1964), EL HORNO ARDIENTE (1966) y
EL HIJO PRÓDIGO en 1968. La creación de estas obras, únicas en su
género, fueron también inspiradas por el viaje que por Asia
emprendiera Britten junto a Pears en 1957. Durante este viaje el
compositor quedó fuertemente impresionado, tanto por el teatro de
sombras balinés y sus gamelanes como por las obras teatrales Noh
japonesas influyendo su trabajo compositivo desde entonces.
En 1970 Britten produjo su primera ópera televisiva titulada OWEN
WINGRAVE. Esta ópera, basada como otras en una novela del escritor
Henry James, es junto a su monumental REQUIEM DE GUERRA de
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1962, su segundo gran manifiesto pacifista. Tanto Britten como Pears
siempre mantuvieron una postura anti bélica y anti militarista sin
concesiones.
Esta prolífica carrera como operista va a culminar con un broche de
oro final en 1973; nos referimos a la Ópera que escucharemos esta
noche, MUERTE EN VENECIA, inspirada en la novela con rasgos
autobiográficos homónima, del escritor alemán Thomas Mann de 1912.
Es especialmente desde la perspectiva de ésta última ópera que
podemos aquilatar a Britten retrospectivamente como la de un
compositor adelantado a su época; genial orquestador, creador de
tragedias emocionalmente profundas pero que también saben conmover
el intelecto. Su contribución a la creación musical, lo convierten en
definitiva en el compositor inglés más importante del pasado siglo del
S XX.
Hombre reservado e hipersensible a las críticas, nuestro compositor de
esta noche decidió no mirar el film homónimo de Luchino Visconti de
1971, hasta luego de haber compuesta su ópera, por temor a que
pudiera provocar prejuicios en los críticos musicales, y también por
convicción propia.
Componer una ópera sobre la novela de Mann no fue tarea fácil y
ningún otro compositor hasta el momento ha osado acercársele con
fines de componer otra ópera.
Aún para el propio Britten, según nos cuenta el tenor Peter Pears, su
compañero y pareja de toda la vida y para quien el rol protagónico fuera
concebido, la ópera drenó literalmente la fuerza vital del compositor,
quien la compuso en una apremiante carrera contra el tiempo que le
restaba de vida.
El primer acto quedó finalizado en 1971, pero la composición del
segundo se interrumpió debido a la gran ansiedad que la composición
generara en un Britten con la salud ya muy comprometida y ante el
temor de no poder llegar a culminar la partitura.
Britten retomó tu tarea en 1972, a la sombra de una importante
operación cardíaca a la que se sometiera en mayo de 1973 y de la ya
que nunca se habría de recuperar completamente.
El segundo acto, con su clima opresivo y claustrofóbico, adquiere visos
autobiográficos dejando una innegable impronta en el clima de la
ópera.
MUERTE EN VENECIA se constituye también en el último legado del
compositor británico a la soberbia voz del tenor Peter Pears, su fuente
de inspiración de toda su vida.
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El rol titular del escritor en decadencia Gustav von Aschenbach, es
prácticamente un gran monólogo que abarca casi la totalidad de la
ópera, presentando grandes desafíos al intérprete.
Conociendo a fondo la voz de Pears, Britten invistió al personaje con los
toques heroicos del Capitán Vere de BILLY BUDD, así como con los
sonidos espectrales de Peter Quint en LA VUELTA DE TUERCA, más el
histrionismo vocal de La Mujer Demente de CURLEW RIVER, todos ellos
escritos para el célebre tenor con anterioridad y desde luego,
interpretados por él. La astringente partitura presenta encantadores
paisajes musicales que describen a la ambigua Venecia, incluyendo
sonidos callejeros, cantos de gondoleros desde fuera de escena y
campanas. Otro aspecto que llama la atención es la presencia de la
danza en la ópera. Para caracterizar al joven Tadzio, el objeto del amor
artístico y luego sensual del protagonista, Britten opta por representarlo
a través de la danza y de ahí los papeles de su entorno, los miembros de
la familia de Tadzio así como la de los demás niños, sean también
interpretados por bailarines.
Todos estos elementos confluyen en una estructura arquitectónicomusical que hace necesario que MUERTE EN VENECIA sea
comprendida en tres planos musicales en los que el compositor se
desplaza:
-Primeramente el mundo de Aschenbach, representado por la tonalidad
de MI mayor y con ecos de la antigua Grecia, que es en la que el
personaje se mueve espiritualmente, y al que Britten asigna recitativos
declamatorios acompañados por el piano.
-Un segundo plano esta en la figura particular de Tadzio que se asocia
con la tonalidad de LA mayor, que aflora en varias oportunidades
expuesta musicalmente a través del vibráfono y por el aparato de
percusión gamelan ya mencionado, que Britten llegara a dominar ya
desde su ballet EL PRÍNCIPE DE LAS PAGODAS de 1957, marcando la
presencia del mundo de Tadzio y de sus compañeros.
-Finalmente un tercer plano sonoro-musical se halla el entorno local de
la propia Venecia, con sus claustrofóbicas callejuelas y canales,
mostrándonos personajes autóctonos como la Vendedora de Frutillas,
los Mozos de los Restaurantes, la banalidad de los vendedores
callejeros, y finalmente al líder de los cantantes ambulantes, quizás la
figura más siniestra de todas de las que se presenta el antagonista de
Aschenbach. Como verdadero Alter Ego del escritor, Britten creó
basado en la idea original de Mann, un múltiple personaje encarnado
en siete partes a modo de auténtico deuteragonista y némesis de la
figura principal.
Este personaje, encarnado por el barítono, se presenta al principio
como el Viajero Desconocido, y que se va transformando a través de
diversas encarnaciones, las cuales conducen finalmente al protagonista
a su inexorable destino sin posibilidad de salida o escape.
La belleza que Aschenbach admira en principio en el niño polaco,
resaltada por la voz del Dios Apollo desde fuera de escena en el primer
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acto, culmina por corromperse completamente en el segundo acto a
través del elemento dionisíaco.
Para delinear dramáticamente esto, el genial compositor emplea una de
las encarnaciones del barítono como la voz del propio Dionisios, así
como el motivo de la peste o la plaga, que se expone en la tuba durante
el monólogo del Empleado Inglés de la Oficina de Turismo.
Mientras que la plaga, corroe la salud del escritor, el impulso sexual
hacia Tadzio destruye su espíritu y su ser interior, acabando finalmente
con su vida. Una vez más Britten resalta y explora el tema que lo
preocupara durante toda su carrera operística: La corrupción,
degeneración, y finalmente la destrucción de la belleza y la inocencia a
manos de las fuerzas del mal, como ya lo vemos en la solitaria figura del
pescador Peter Grimes, en el protagonismo entre Billy Budd y John
Claggart, o en la seducción y última muerte del niño Miles en LA
VUELTA DE TUERCA.
Reparto
GUSTAV VON ASCHENBACH …………… tenor, Peter Pears.
EL VIAJERO DESCONOCIDO,
EL ESCRACHO VIEJO,
EL VIEJO GONDOLERO,
EL DIRECTOR DEL HOTEL,
EL BARBERO DEL HOTEL,
EL LÍDER DE LOS MÚSICOS AMBULANTES y
LA VOZ DE DIONISIOS……………………..barítono, John Shirley-Quirk
LA VOZ DE APOLLO ……………………… contra tenor, James Bowman.
EL EMPLEADO INGLÉS …………………. bajo barítono Peter Lemming
EL PORTERO DEL HOTEL ………………..tenor, Thomas Edmonds
EL MOZO DEL HOTEL …………………….barítono, Stuart Harling
LA VENDEDORA DE FRUTILLAS………..soprano, Iris Saunders
LA VENDEDORA DE DIARIOS……………soprano, Anne Wilkens.
Orquesta de Cámara Inglesa, dirigida por STUART BEDFORD.
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Argumento
Pasemos entonces a detallar el argumento del primer acto de MUERTE
EN VENECIA, de Benjamin Britten. La acción tiene lugar en Munich y
en Venecia, en el año 1911.
Acto Primero
En su estudio de la ciudad de Munich, el novelista Gustav von
Aschenbach comienza a presentir el ocaso de su inspiración. “Mi mente
late, pero las palabras no vienen”, exclama preocupado. La gran
búsqueda de la belleza a través de la disciplina que siempre lo ha
acompañado parece ahora abandonarlo. Los pasajes rítmicos de la
trompeta simbolizan la temible figura popular, que lo amenaza. Sus
caminatas por los suburbios de Munich lo llevan a un viejo cementerio.
Los pasajes corales desde fuera de escena evocan desolación en su
mente. Es en ese momento que aparece una exótica figura en la puerta
de la capilla, un viajero extranjero de más allá de los Alpes, como
Aschenbach dice. El viajero evoca en su aria “Marvels unfold” paisajes
subtropicales de belleza intoxicante, exponiendo ya el tema de la plaga
que consumirá posteriormente al protagonista. De pronto el viajero
desaparece y despierta en el alma del novelista el deseo de viajar,
decidiendo pasar algunos días en Italia. Luego de abandonar Munich,
seguimos a Aschenbach a bordo de un ferry que lo llevará a la ciudad
de Venecia. Los motores del barco realizan un interesante contrapunto
a la despedida de un ruidoso grupo de jóvenes enmarcando luego su
presencia rítmica los sucesos de abordo.
Aschenbach se halla incómodo, y su intranquilidad se hace aún mayor
cuando es objeto de burla de un desagradable personaje llamado El
Escracho Viejo, un hombre de madura edad pero que pretende ser
joven. Las voces del coro invocando el noble apodo cargado de historia
con el que es conocido Venecia, La Serenissima, añadiendo a la escena
una nota de nostalgia. El Escracho Viejo se despide de Aschenbach,
quien al llegar a la ciudad aborda una góndola. La orquesta ejecuta lo
que sería la obertura de la ópera, exponiendo un ritmo de barcarola
contra los sonidos litúrgicos de las campanas de las iglesias, plasmando
un vívido retrato del paisaje veneciano. En la segunda escena vemos al
protagonista en su góndola, con rumbo al Lido, contrariando sus
órdenes. El Viejo Gondolero, una figura caróntica haciendo caso omiso
de los reclamos de Aschenbach afirma que lo llevará a donde a él le
place.
Pero al llegar a la playa, el Gondolero desaparece misteriosamente como
el Viajero anterior. Aschenbach asigna a la góndola un presagio fúnebre
en su notable aria con arpa: “Mysterious góndola”. El amable Director
del Hotel lo recibe con cordialidad y lo conduce a su lujoso dormitorio
con vista al Lido. La notable vista de la playa es pintada por la paleta
orquestal. Aschenbach reflexiona brevemente sobre los motivos de su
viaje.
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A medida que se acerca la hora de la cena, invitados de diferentes
países se reúnen en una escena de carácter políglota. El protagonista ve
que no se halla solo, y descubre a una familia de polacos, con dos niñas
y un varón.
Aschebach observa la belleza del muchacho, en la que cree reencontrar
el alma de la antigua Grecia. El vibráfono junto al conjunto de
instrumentos de percusión se encargan de describir al niño polaco, de
nombre Tadzio, y a sus compañeros de juego. La madre se une a sus
hijos, mientras que Aschenbach cavila sobre la incidencia de la belleza
en el arte.
Un interludio orquestal nos lleva a la playa, donde el protagonista
languidece bajo una opresiva atmósfera. Compra frutillas a una
vendedora y decide quedarse. Los juegos deportivos de los niños son
presentados por la percusión. Sus amigos llaman a Tadzio al agua, y
esta llamada adquiere para Aschenbach un carácter casi místico y
sobrenatural.
La música de Tadzio llega a su clímax cuando los compañeros lo
aclaman como su líder, mientras que Aschenbach observa extasiado la
escena, pensando que podría llegar a escribir una obra maestra basado
en la divina belleza de Tadzio.
En la siguiente escena, acompañado por el ritmo de la barcarola,
observamos a Aschenbach en las calles de Venecia, mientras que
ráfagas orquestales subrayan la presencia de vendedores callejeros, que
lo molestan con sus ofrecimientos.
De pronto el novelista termina por repudiar el opresivo calor, el
perturbador viento sirocco y las fétidas emanaciones de los canales de
Venecia. Presa del pánico, decide abandonar la ciudad en forma
intempestiva y vuelve al hotel.
El Director le despide amablemente, momentos en que aparece Tadzio
con su familia y Aschenbach reconsidera su decisión. A esto se agrega
que un torpe portero del hotel ha enviado su equipaje a la ciudad de
Como.
Bajo estos pretextos, el novelista decide quedarse en Venecia.
Fastidiado, pasa revista a sus motivos en uno de sus introspectivos
monólogos acompañados por el piano, de los que habláramos
anteriormente. Con firmeza, decide entonces dedicar sus días al Sol y a
Apolo mismo, como bien lo expresa.
La escena final del acto primero transcurre en la playa del Lido, donde
se celebran los Juegos de Apolo por parte de los niños y los muchachos.
La mente del escritor se halla transportada a la Grecia mitológica.
Britten crea una atmósfera elísea para todo este gran cuadro.
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Dan comienzo entonces las danzas corales y las competencias
deportivas en juegos atléticos. Pero el coro nos revela la visión que
Aschenbach tiene en su mente de todo lo que ocurre: Para él, estos son
ritos en honor a Apolo cuya voz escucha alabando la belleza y describe
a Phoebus conduciendo sus caballos a través del cielo azul.
Una nota de digresión en la belleza natural es introducida con la
historia de Sócrates y su discípulo Phaedrus. Mientras tanto se
desarrolla el pentathlon: La carrera, Salto Largo, Lanzamientos de disco
y de jabalina y finalmente la lucha libre. Tadzio emerge como vencedor
en todos los juegos.
Aschenabch celebra la victoria en su délfico Himno a Apolo, cuya
melodía griega tradicional Britten escuchara cantar a la mezzosoprano
Arda Mandikian, exaltando a Eros y alabando la belleza como “El
espejo del espíritu”.
Pero súbitamente el escritor comienza a sentir los efectos de la infección
del cólera de la que es blanco. No pudiendo vencer su timidez, no logra
establecer contacto oral con Tadzio, quien pasa y le sonríe. Subyugado
totalmente por la sonrisa del niño, Aschenbach culmina el acto con la
simple frase: “I love you”, que es pronunciada luego de una gran
erupción orquestal, mientras que el motivo de la plaga, que expone el
daño hecho a su salud física, también ha penetrando su mundo
emocional.
La confrontación entre Apolo y Dionisios, han dado comienzo dentro de
su ser.
Acto Segundo
El preludio resume la frase musical: “I love you”, del final del primer
acto. Descubrimos entonces a Aschenbach con un libro, racionalizando
su reciente experiencia, a la que califica de ridícula y sagrada, pero
nunca como poco honorable.
Ante la crisis que lo aqueja, nuestro escritor busca refugio en la belleza
física, y visita a la barbería del hotel. Britten impone a las frases del
barbero un cierto carácter italiano, no lejano de las partituras de
Rossini., si bien muy brevemente.
Accidentalmente el barbero deja escapar la noticia de la enfermedad que
se esparce por toda Venecia, pero inmediatamente se retracta ante un
Aschenbach inquisitivo.
Preocupado por lo que acaba de escuchar, Aschenbach cruza la ciudad,
observando si se han emitido advertencias. Pregunta a los ciudadanos
que le responden negativamente y tan sólo cuando compra el periódico
alemán, Das Tageblatt, obtiene la evidencia de una epidemia de cólera.
La presencia de la familia polaca lo inquieta: No deben enterarse de la
epidemia ni abandonar Venecia. Aschenbach persigue entonces a los
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polacos hasta un café en la plaza que es amenizado por un grupo
instrumental.
En la concurrida Mercería se enfrenta con ellos, pero nuevamente no
logra emitir palabra, y los sigue en su góndola hasta el hotel, donde en
el punto más álgido de su demencia se acerca a la puerta del dormitorio
de Tadzio.
De nuevo en su habitación, trata de reconciliar su persona pública y su
auto negación a favor de su arte, con el voluptuoso frenesí que lo invade
mientras que los huéspedes del hotel se van reuniendo para presenciar
un espectáculo brindado por un grupo de músicos ambulantes.
Aschenbach llega observando la presencia de Tadzio, y aparta a un lado
al Líder de los músicos, haciéndole preguntas sobre la plaga que afecta
a Venecia.
El portero del hotel lo observa, y a solas con el Líder le ordena no hacer
un solo comentario. De nuevo con su troupe, el Líder canta la rítmica y
pesadillesca Canción Cómica, con un siniestro acompañamiento que
parece imitar el sonido de un pequeño acordeón y termina burlándose
de todos los presentes. Con placer Aschenbach observa como Tadzio, al
igual que él, no comparte la algarabía popular.
En la oficina de viajes, un Empleado Inglés, rodeado de turistas, se ve
obligado a cerrar el negocio. Pero Aschenbach lo confronta y le pide que
le diga la verdad acerca de la peste.
El joven empleado confirma la presencia de una epidemia de cólera
asiático, sobre el motivo musical de la plaga expuesto en la tuba, y
recreando la música del Viajero Incógnito del primer acto. Resumiendo
su agitada marcha, Aschenbach planea dar la noticia de la plaga a la
madre de Tadzio, la dama de las perlas. Pero cuando llega el momento
crucial, nuevamente no consigue emitir ni una palabra. Abatido,
reflexiona sobre su fracaso.
Un nuevo interludio nos lleva a la escena del sueño, que tiene lugar en
la habitación del protagonista. La visión apolínea de fines del acto
primero se vuelve aquí una orgía dionisíaca. Mientras Aschenbach
duerme, se escucha la voz de Dionisios, El Dios Extranjero, venciendo
finalmente a Apolo. Los gritos bestiales deforman la música de Tadzio,
exponiendo el sacrificio de animales y puntualizando el motivo de la
plaga.
El novelista despierta de esta pesadilla y descubre su propia traición a
los ideales que mantuvo toda su vida, entregándose a los caprichos de
los dioses. Su voluntad se confirma en la breve escena en la playa casi
desierta, en la que observa a Tadzio ejecutar una danza.
Dejando de lado toda precaución, vuelve a la barbería del hotel, donde
el barbero lo afeita y acicala, transformándolo en la repulsiva figura del
Escracho Viejo del primer acto, que él mismo tanto detestara.
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En su primer encuentro con Tadzio, frente a frente, la mirada del niño
lo deja sin energía. Compra nuevamente frutillas, pero esta vez están
descompuestas. Exhausto, se sienta en un banco, recordando el
tentador deseo del primer acto, mientras que las figuras en la trompeta
anuncian su virtual ruina pública como escritor. En una última
reflexión, intenta trazar su carrera al abismo en su Aria de Phaedrus,
en la que expone los conceptos socráticos de la belleza, y de cómo
finalmente la pasión conduce al abismo. Este bellísimo soliloquio es uno
de los más grandes logros de Britten, con su dulce acompañamiento de
piano y arpa.
Un interludio final sugiere la persecución de la belleza, y expone el tema
de la vista del hotel del primer acto. El Director del Hotel y el Portero
intercambian ideas sobre la partida de los visitantes al final de la
temporada. Con siniestras exclamaciones que recuerdan al Viajero de
Munich, el personaje anuncia el final de la vida del protagonista. Su
tarea de mensajero del destino se halla casi completa. En la playa
Tadzio juega con algunos amigos. Un crescendo orquestal anuncia que
su liderazgo ha sido superado, y es derribado por su primo Jaschiu,
quien le hunde el rostro en la arena, como símbolo de la contaminación
de la belleza con el mundo físico.
Aschenbach hace un débil intento de ayudar a Tadzio ante la
humillación que esta recibiendo, pero no logra moverse de su silla. Sus
amigos llaman a Tadzio, y Aschenbach hace eco de los llamados.
Cuando parece que el niño lo llama desde el mar, Aschenbach colapsa
muerto en su silla de playa. La ópera culmina con un postludio
orquestal, imposible de describir con palabras.
En el mismo, el tema de Tadzio en el vibráfono se impone sobre el
motivo de la plaga, que retrocede, lavando toda la corrupción de la que
fuera objeto todo este segundo acto.
Finalmente la orquesta confronta el Himno a Apolo con la deliciosa
música de Tadzio, llevando a la ópera a su final con una sostenida nota
en el piccolo.
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