Senderos fronterizos – citas

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Senderos fronterizos: Citas
Escribe un párrafo sobre el contexto de cada cita, qué personajes están involucrados o desde la
perspectiva de quién se dice, y la importancia (literal o metafórica) de la cita. Piensa en este tipo de
pregunta: ¿Qué nos dice del personaje en cuestión? ¿Qué muestra de la situación del personaje o de la
familia? ¿Es un ejemplo de un tema que se ve repetido a través del libro? ¿Muestra un contraste o una
semejanza con tu propia vida?
1. El abrelatas se convirtió en nuestro mejor amigo a la hora de comer. (26)
2. Yo había estado antes en una casa. (44)
3. Encendía y apagaba mi lámpara de mano, con la esperanza de que me vieran y me rescataran.
(61)
4. “¿Está seguro Ud. De que quiere dármela?” “Claro,” respondió él. “Es tu regalo por aprobar el
octavo grado.” Se levantó lentamente y me abrazó. (69)
5. Yo casi no podía contener mi alegría. Era domingo tres de septiembre, el último día de trabajo
antes de empezar las clases. (81)
6. “No crean que sólo porque me dan sus cheques de pago ustedes pueden hacer lo que
quieran…Todavía soy el hombre que manda en esta casa.” (100-101)
7. “Debe ser bonito trabajar en una oficina,” pensé. (102)
8. “Tú eres una máquina de escribir, mijo,” dijo riéndose. “Tú tienes los dedos rápidos de tanto
pizcar fresas y algodón.” (107)
9. “Si logras superar las dificultades como la que describes en tu composición y continúas
trabajando duro, vas a tener éxito.” (114)
10. Finalmente entendí lo que la señorita Bell me quiso dar a entender cuando me dijo que leyera
por placer. (117)
11. Entonces, como un relámpago, se me aclaró el por qué Peggy había dejado de verme. Me sentí
enojado e insultado pero, por encima de todo, confuso. (123)
12. Él habló acerca de especializaciones, semestres, unidades y muchas otras cosas que yo no
comprendí. “Quizás a esto es a lo que se refería mi maestra cuando decía que la universidad era
difícil,” pensé. (133)
13. Yo había oído hablar de la ciudad de México, pero no de Oaxaca, y me preguntaba si esos
lugares eran como El Rancho Blanco o Guadalajara. (136)
14. “Ésta es una Navidad muy especial, mijo…Esta tarde el Ejército de Salvación nos trajo una caja
enorme llena de comestibles. Dios está realmente velando por nosotros.” (140)
15. “Tienes ahí suficiente papel para tapar todos los agujeros en todas las barracas del Rancho
Bonetti,” dijo Mamá, riéndose. (144)
16. “…alguna gente está cegada por el diablo. Él ha plantado en sus corazones la semilla de la
maldad.” (145)
17. Su mente era tan sagaz como la de Papá. (157)
18. “No seas tan pesimista,” dijo él. “¿Un qué? No soy un pesticida,” le dije. (159)
19. Nosotros vivíamos cerca de Santa María pero estábamos muy alejados de ella. (161)
20. “Yo no entiendo lo que es eso,” dijo papá con una mirada inexpresiva, “pero me alegro por ti.”
(167)
21. Me sentía como un pájaro atrapado en una tormenta. (167)
22. “Tú eres igual que tu Papá, siempre estás preocupado.” (171)
23. Mi reflejo me recordó a Papá. Por primera vez comprendí lo que el debió haber sentido en sus
peores ratos de mal humor. Me dejé caer sobre las rodillas, me cubrí la cara con las manos y
lloré. (172)
24. “Esta pinche vida nos está matando a todos.” (174)
25. A todo el mundo le parecía que aquello era divertido, pero yo no pude entenderlo. Yo pensaba
que la gente importante era más cortés y respetuosa. (183)
26. Salí flotando de aquella oficina, pensando que mi consejero era como el Santo Niño de Atocha,
el de las mil maravillas. (198)
27. Papá decía que tomar dinero prestado era como estar esclavizado…Sin embargo, yo confiaba en
el señor Penney y asentí a solicitar el préstamo. (202)
28. “Tendría que limpiar pisos durante mil horas para ganarme mil dólares,” pensé. Levanté la
mirada hacia el señor Penney y le dije: “Es un dineral, pero vale la pena.” (202)
29. “Vale la pena trabajar duro, mijo,” dijo Papá… “Déjame ver el dinero,” dijo Rorra… “Me lo
mandarán cuando esté en la universidad,” le dije, riéndome. “Sí, cuando él se vaya de aquí para
entrar a la universidad,” profirió Papá cansadamente. Sus ojos se humedecieron. (205)
30. El año escolar estaba a punto de terminar y, por primera vez en mi vida, eso no me ponía triste.
(206)
31. “Me hace parecer importante,” dijo él. “Usted es importante, viejo,” respondió Mamá. Papá la
miró y sonrió. (208)
32. “¡Ay, Panchito, cómo eres preguntón! Siempre has sido curioso, aun desde que eras chiquito.
Eres peor que tu papá.” (214)
33. A poca distancia, a mi izquierda, vi a varios hombres y mujeres pizcando fresas de rodillas, y a
niños jugando…Miré a Papá…Me sentí triste y luego enojado. (217-218)
34. “Me pregunto cómo sería vivir en una casa, cualquier casa. Quizás algún día, si Dios quiere.”
(219)
35. Después de haber pasado tantos años, aún seguía mudándome. (220)
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