el cuerpo de kalachakra: espejo cosmico

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EL CUERPO DE KALACHAKRA: ESPEJO COSMICO
Por Sofía Stril Rever
El Sabor de Kalachakra
En las reuniones anteriores examinamos la transmisión del Tantra de Kalachakra y las condiciones para tal
transmisión. Esta noche vamos a penetrar, por decirlo así, de vivo en el tema: ¿y qué es el aspecto vivo del
asunto, sino la experiencia? Al examinar la pintura del monasterio de Namgyal, que representa la deidad de
Kalachakra, deseo que, valiéndonos de las informaciones que voy a presentar, el cuerpo de Kalachakra, es
decir, el dharmakaya del Buda, no sea solamente objeto de conversación y curiosidad, sino que se convierta,
para cada uno de nosotros, en el comienzo de una experiencia o su continuación. Esta experiencia no es algo
ordinario, porque el Kalachakra representa una forma particularmente poderosa de la energía del Despertar.
Con frecuencia, los textos aluden al sabor y al gusto de las deidades. En las oraciones expresamos el deseo
de fundirnos en el sabor de la deidad para convertirnos en un único sabor. Es la manera muy concreta y
sensible para exteriorizar el proceso de identificación entre el meditador y la deidad. Samarasa o ekarasa son
los términos sánscritos que designan este sabor particular de la unión con la deidad. Sama, en samarasa,
significa “lo mismo” y eka, en ekarasa, “el uno, el único.” Rasa, hallándose en ambos términos,
corresponde, rigurosamente hablando, a la facultad gustativa, siendo un vocablo que designa la lengua,
refiriéndose al jugo de un fruto o a la savia de una planta, y, en sentido figurado, a la esencia, a la sustancia
profunda de una cosa y al goce, la dicha. Es cierto que el sabor de la deidad se prueba en una sensación de
profunda alegría y goce.
Se nota que en los idiomas romance, la raíz etimológica del vocablo sabor se relaciona con saber, de manera
que encontramos en nuestro idioma esta idea según la cual el conocimiento profundo se degusta, la verdad
esencial se saborea. Esta noche vamos a intentar gustar, juntos, el sabor no ordinario de Kalachakra.
La Rueda del Tiempo
Kalachakra abrazado a Vishvamata
Lo primero que se nota al mirar la deidad de Kalachakra, es que su cuerpo se parece a una rueda, teniendo
una estructura corporal dotada de numerosos brazos, cuyo arreglo circular evoca, en verdad, la forma de una
rueda: chakra en sánscrito. Una rueda, sí, pero ¿en qué sentido es una rueda del tiempo, kalachakra? La
respuesta a esta pregunta se halla en la decodificación simbólica de los elementos del cuerpo de la deidad.
Vamos a ver como la deidad de Kalachakra es la síntesis de los microciclos del tiempo encarnado en
nosotros y de los macrociclos del tiempo cósmico. En este contexto ustedes comprenderán por qué, cada
miembro del cuerpo, hasta la falange, tiene una relación detallada con la totalidad del espacio y del tiempo.
Las dos piernas de Kalachakra, roja a la derecha y blanca a la izquierda, simbolizan la división del año en
dos periodos iguales de seis meses, que llamamos ayana en sánscrito, correspondiendo, por un lado, a la
declinación septentrional del sol, desde el 21 de diciembre al 21 de junio: la pierna derecha; y por otra parte,
a la declinación meridional del sol, desde el 21 de junio al 21 de diciembre: la pierna izquierda.
Las cuatro caras de Kalachakra se dirigen a las cuatro direcciones cardinales y tienen los colores de estas
direcciones asociadas a los Tathagatas del mándala: el azul oscuro corresponde al este y tiene una
correlación con Amoghasiddhi; el rojo corresponde al sur y tiene una relación con Ratnasambhava; el
amarillo corresponde al oeste y está relacionado con Vairocana; el blanco corresponde al norte y tiene un
nexo con Amitabha. Las cuatro caras corresponden a la división del año en cuatro semestres separados por
estos eventos geofísicos significativos: los dos equinoccios y los dos solsticios.
Cada uno de estos cuatro periodos equivale a tres meses que representan los tres cuellos invisibles de
Kalachakra que sostienen las cuatro cabezas de la deidad. El cuello central es azul oscuro, el color de la vena
sutil media: Avadhuti, “el Ardiente”, Uma en tibetano. El cuello derecho es rojo, el color de la vena sutil
derecha, Rasana, “la Deliciosa”; Roma en tibetano y el de la izquierda es blanco, el color de la vena sutil
izquierda, Lalana, “la Láctea”, Kyangma, en tibetano.
Las seis clavículas de Kalachakra se describen en los tratados iconográficos, aun cuando no se vean en la
imagen de la deidad misma, porque los brazos las ocultan, como sucede, también, con los cuellos. Estas seis
clavículas representan las seis estaciones indias, cada una de dos meses: primavera, la estación cálida, la
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estación lluviosa, el otoño, el invierno y la estación fría. Cada cambio de estación representa para el cuerpo
una báscula energética que afecta el equilibrio de los humores, lo cual puede provocar una irregularidad en la
repartición del aliento, con predominancia lunar o solar en la respiración.
Además, las seis clavículas son los seis momentos del día propicios a la meditación. La medianoche, cuatro
horas, ocho horas, mediodía, 16 horas y 24 horas se corresponden, en verdad, al ritmo de la alternancia
regular de las polaridades del aliento, que facilitan la práctica de ciertas técnicas respiratorias.
Los doce hombros son los doce meses del año, determinando el tránsito del sol por las doce constelaciones
del círculo de la elíptica.
Los 24 brazos de Kalachakra corresponden a las 24 quincenas lunares, claras y oscuras del año. Las 24
manos de la deidad totalizan los 360 días del año. Las manos pueden representar 360 días, pues, cada dedo se
divide en 3 falanges. Para el pulgar se cuenta el primer metacarpo a partir del puño para una falange.
Entonces, una mano consta de cinco dedos y 15 falanges que, multiplicadas por 24 manos de las deidades,
totalizan 360.
En síntesis: se puede decir que el cuerpo de Kalachakra contiene periodicidades geofísicas, ligadas a los
ciclos de la luna y del sol. Las dos piernas representan la división del año en dos periodos de seis meses,
determinados por los dos solsticios. Las cuatro caras corresponden a 4 periodos de tres meses, representados
por los tres cuellos y separados por los dos solsticios y los dos equinoccios. Las seis clavículas son las seis
estaciones de dos meses cada una y los doce hombros son los doce meses. Finalmente, los 24 brazos son las
24 quincenas lunares y los 120 dedos de las 24 manos son los 360 días del año.
Por lo tanto, meditar en el Kalachakra implica incorporarse a estas periodicidades. Al describir las partes del
cuerpo de Kalachakra no pude evitar mostrarles mi cara, mis brazos, mis manos, y, seguramente, cada uno de
nosotros habrá sentido ciertas correspondencias con su propia imagen corporal. Pues, en tal sistema de
meditación, la imagen corporal no puede no transformarse en una experiencia subjetiva en la que vivimos la
vacuidad de modo muy físico, sintiendo la sincronía entre nuestro cuerpo y el universo, conectándonos a
nuestro cosmos interno: el espejo del cosmos externo. Entonces entendemos, del interior, la expresión
abstracta y un poco seca: “ausencia de existencia inherente”, que se revela de manera sensible en las cuatro
caras, las 24 manos o las 360 falanges de Kalachakra.
Estos detalles iconográficos vuelven muy concreta la denominación de la deidad como Kalachakra o “Rueda
del tiempo”. Sin embargo, hasta ahora, sólo hemos considerado el aspecto externo de los ciclos del tiempo
que corresponden a la sucesión de los días terrestres en el sistema solar-lunar. El Tantra de Kalachakra
contiene una dimensión esencial: la del tiempo interno, la cual es sustancial por determinar la senda de la
transformación con la que este sistema de meditación nos compromete.
El Tiempo Interno de los Alientos Sutiles, Relacionado con el Tiempo Externo del Mundo
Esta interpretación cronológica es específica del sistema de Kalachakra y por ende no se halla en los otros
grandes sistemas meditativos de los Tantra de la unión suprema, los cuales no incluyen el factor tiempo. En
el Tantra de Kalachakra, la deidad es una proyección simbólica que integra las configuraciones energéticas
relacionadas del microcosmos: el cuerpo humano; y del macrocosmos: el universo, en función de
periodicidades precisas a un cuarto de aliento (que equivale a un segundo).
Hemos visto que las dos piernas de la deidad representan la división anual en dos semestres: ayana; sin
embargo figuran, también, en el plano interno como la respiración alternada y las venas sutiles solares y
lunares. En verdad, en el Kalachakra se considera que la respiración es polarizada. Durante un día, un cierto
número de alientos ocurre, primariamente, por medio de la fosa nasal izquierda, activando la energía en la
vena izquierda, blanca, de naturaleza lunar. La fosa nasal derecha lleva a cabo un número igual de alientos,
activando la circulación de la energía en la vena derecha, roja y de naturaleza solar. Pues, nuestra fisiología
reproduce el alternarse de las energías del mundo.
Se considera que la división del año, según la declinación del sol en el norte y en el sur, incide en la
fisiología humana. El ayana solar activa, en realidad, la energía correspondiente a la esencia madre roja;
mientras el ayana lunar estimulará la esencia padre, blanca. A través de las venas sutiles (nadi) y los chakras,
el yogi de Kalachakra hace circular las energías sutiles que sostienen la conciencia, pudiendo, así, realizar
estados de absorción meditativa unidos con los ciclos temporales.
Las cuatro caras de Kalachakra, multiplicadas por sus tres cuellos, corresponden a doce, que son los doce
pétalos centrales del loto del ombligo, donde ocurren las transferencias de los alientos sutiles. O en el
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sistema de Kalachakra, el chakra del ombligo es la rueda de los días zodiacales, en cuyo centro está la
vacuidad.
El Zodiaco Solar en el Loto del Ombligo
El chakra del ombligo refleja, en el plano interno, el chakra zodiacal con las doce constelaciones a lo largo
de las cuales transita el sol durante un año, en el plano externo del mundo. El conjunto de constelaciones
representa las doce transferencias de la energía solar en el plano del mundo; o de la fuerza vital en el plano
interno del ser humano. En sánscrito, la fuerza vital es pranashakti, procede de prana: “soplo vital” y
“shakti”: “fuerza, poder”. Los tibetanos han traducido este término por srog-Lung y nosotros, siguiendo su
ejemplo, lo tradujimos literalmente como “fuerza vital.” Esta fuerza de vida es una energía cósmica que
atraviesa el organismo de todos los seres sintientes y de los cuerpos celestes. Se manifiesta en nosotros muy
claramente bajo la forma “interna”, en la respiración que liga pranashakti con el conjunto de nuestras
funciones vitales, físicas y psíquicas. Las revoluciones de los planetas y de las estrellas, según los ciclos
regulares, son la expresión observable de la fuerza vital en el plano macrocósmico, que la Rueda del Tiempo
define “externo.”
El Tantra de la Rueda del Tiempo define la base teórica de la progresión de pranashakti en los zodiacos
internos del cuerpo, estableciendo algunas correlaciones entre la fuerza vital que anima las ruedas del tiempo
interno de los seres encarnados y la fuerza de vida que anima las ruedas del tiempo externo, que son los
cuerpos celestes. La estabilización de esta sincronía entre macro y microcosmos es, en verdad, un factor de
existencia determinante, involucrando, particularmente, el chakra del ombligo.
En este chakra, correlacionado con el zodiaco, el Tantra de la Rueda del Tiempo introduce una polarización
de constelaciones, distinguiendo los signos zodiacales entre pares e impares. Estos últimos son: Aries, primer
signo; Géminis, el tercero; Leo, el quinto; Libra, el séptimo; Sagitario, el noveno y Acuario, el onceavo. Los
pares son: Tauro, segundo signo del zodiaco; Cáncer, el cuarto; Virgo, el sexto; Escorpión, el octavo;
Capricornio, el décimo y Piscis, el doceavo.
En esta polarización de las constelaciones encontramos la gran división dual de las energías simbolizadas por
las dos piernas roja y blanca de la deidad, correspondiendo a la división del año en dos semestres. La
analogía entre la polarización de los signos zodiacales pares o impares y la fisiología humana, se desarrolla
basándose en la respiración. Los signos impares se asocian a la respiración efectuada por la fosa nasal
izquierda, son lunares, masculinos; los signos pares son asociados a la respiración por medio de la fosa nasal
derecha, se caracterizan como solares y femeninos.
Cuando la respiración prevalece en la derecha, estimula la vena sutil derecha, de naturaleza solar. Esta se
desprende del orificio de la fosa nasal derecha, sube sobre las cejas y desciende hasta un punto situado doce
dedos por debajo del ombligo, cruzando la vena sutil izquierda en los diferentes nudos que constituyen los
chakras. Cuando la respiración prevalece a la izquierda, estimula la vena sutil izquierda de naturaleza lunar.
La vena izquierda, partiendo de la fosa nasal izquierda, sigue una trayectoria idéntica a la de la vena derecha.
El Tiempo Polarizado de los Alientos Kármicos
Este conjunto de parámetros, la división del año solar en dos ayana o caracterización par e impar de los
signos zodiacales, permite determinar la polarización de los alientos solares y lunares que están ligados a las
dos principales venas (nadi) laterales del cuerpo sutil. A estos alientos se les llama, también, “kármicos”, en
la medida que hacen circular la fuerza de las ofuscaciones mentales del deseo, asociado a Rasana, la vena
sutil derecha y las ofuscaciones del odio-aversión asociados a Lalana, la vena sutil izquierda. Es por eso que
el Tantra de la Rueda del Tiempo cuenta, como factores de la existencia, los alientos kármicos que hacen
circular la fuerza vital.
En el loto del ombligo, la fuerza vital pasa de un pétalo de loto a otro en un ciclo respiratorio igual a 360
alientos. Dado que la fuerza vital contiene los cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire y espacio, en forma
sutil, se considera que debe efectuar cinco ciclos, uno por elemento, a fin de que el tránsito por cada pétalo se
realice en su totalidad. Si contamos 360 alientos por ciclo, multiplicándolos por los cinco elementos,
obtendremos 1800 alientos que se consideran “binarios”: solares-lunares, divididos en 900 alientos solares y
900 lunares.
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En un día, la fuerza vital recorre doce pétalos. Por lo tanto hay doce veces 1800 alientos, cuyo total es 21600
alientos: 10800 en la vena lunar y 10800 en la vena solar.
El Tantra de Kalachakra calcula el movimiento del sol durante un año, basándose en los ciclos similares. Lo
único que difiere es el nivel de amplitud: un día del zodiaco interno corresponde a un año del zodiaco
externo. Como la fuerza vital necesita 1800 alientos para recorrer el pétalo de una constelación en dos horas,
así, al sol le hacen falta 1800 grados, llamados danda, para recorrer una constelación en un mes de 30 días.
Un grado solar o danda es una unidad de medida igual a 24 minutos. Si convertimos 1800 danda en minutos,
obtenemos, efectivamente, 30 días. Un año solar consta de 21600 danda y un ciclo de respiraciones de un día
es igual a 21600 alientos solares-lunares. La articulación del mundo y del cuerpo se realiza gracias a la
dinámica energética de los ritmos de la fuerza vital. Pranashakti, que conlleva la quintaesencia de los cinco
elementos, hace que el sol se desplace y nos hace respirar según periodicidades rigurosamente sincronizadas.
Me gustaría regresar a las manos del Kalachakra para mostrar que, si en el plano externo del mundo
representan los 360 días del año, en el plano interno, corresponden a nuestros 360 alientos internos. O, según
muestra la iconografía, cada dedo tiene un color que corresponde a un elemento y a un Tathagata que
representa la forma sublimada del mismo: el pulgar, de color amarillo, simboliza el elemento tierra y el Buda
Vairocana; el índice, de color blanco, el elemento agua y el Buda Amitabha; el dedo medio, de color rojo, es
el elemento fuego y el Buda Ratnasambhava; el anular, de color azul oscuro, es el elemento aire y el Buda
Amoghasiddhi y el meñique, de color verde, representa el elemento espacio y el Buda Akshobhya. Cada
mano de la deidad Kalachakra es una enseñanza integral que nos reconduce a nuestras raíces tanto cósmicas
como divinas. Recuerdo que Kirti Tsenshab Rinpoche me impartió todo esto mostrándome sus manos y
dicha enseñanza se ha grabado en mi memoria.
En las Manos de Kalachakra Están las Armas de Nuestra Transformación
Estas manos de la deidad, cuya iconografía es particularmente rica, no han emanado, todavía, toda la riqueza
de su significado. Pues, no hemos examinado los atributos de cada una de ellas.
Los Atributos de las 24 Manos de Kalachakra
Los colores de las manos izquierdas y derechas del método. (1) Campana, (1) vajra; (2) escudo, (2) espada;
(3) khatvanga, (3) tridente azul oscuro; (4) cráneo, (4) la cuchilla de carnicero. (1) Arco, (1) tres flechas; (2)
lazo, (2) vajra-gancho; (3) joya, (3) tambor damaru rojo; (4) loto blanco, (4) mazo. (1) Concha, (1) rueda; (2)
espejo, (2) lanza; (3) cadena vajra, (3) maza blanca; (4) bastón con 4 cabezas de Brahma, (4) hacha.
Los Atributos de las 8 Manos de Vishvamata
A mano izquierda la sabiduría y a mano derecha el método. (1) cráneo, (1) la cuchilla de carnicero; (2) lazo,
(2) gancho; (3) loto blanco-100 pétalos, (3) damaru; (4) joya, (4) mala.
Los diferentes atributos de Kalachakra y Vishvamata se subdividen en función de las manos derechas, que se
llaman “manos del método” y manos izquierdas o “manos de la sabiduría”. Si queremos entrar en los detalles
del simbolismo de los atributos, deberíamos dedicarle una sesión completa. Hoy me atendré a las
características generales.
Entre los 24 atributos de Kalachakra, 17 son armas. Su origen es védico, habiendo sido las armas de los
dioses del panteón hinduista antes de pasar a las manos de los dioses budistas. Durante la reunión anterior se
mencionó que las deidades budistas son guerreras, por librar una batalla contra los Mara y los Rudra que nos
ocultan nuestra real naturaleza de Buda. Esta guerra involucra nuestra transformación y dichas armas son las
que empleamos para ello.
Examinemos, por ejemplo, el kathvanga en la tercera mano izquierda azul de Kalachakra. Esta espada ha
penetrado tres cabezas: una, de color rojo, representa una cabeza recién cortada; la de color azul oscuro está
en descomposición y la tecera, de color blanco, es un cráneo. Los colores de las tres cabezas corresponden a
los de las tres venas principales y el hecho de que estén empaladas en un mismo bastón, simboliza su unión
en la vena central, siendo el objetivo final del yoga de Kalachakra hacer pasar la energía de las venas
laterales a la vena central. Entonces, el kathvanga es el arma que representa esta transformación.
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La espada flamígera que está en la segunda mano azul de Kalachakra es de color azul oscuro, simbolizando
la vena central. Las llamas que rodean la punta de la espada representan la unión de las venas laterales que se
funden en la incandescencia del calor psíquico o tumo, engendrada en la vena central.
Se puede dar una interpretación muy parecida al tridente en la tercera mano derecha de Kalachakra. Las tres
puntas del tridente simbolizan las tres venas principales. Las cintas blancas representan la vena lunar y la
bodhicitta blanca, la cola de yak, de color rojo, corresponde a la vena solar y a la bodhicitta roja. El cráneo
blanco, que está encima de ella, es la realización de la vacuidad fruto de la unión de las dos venas laterales.
Entre las armas de Kalachakra, 8 son espadas de múltiples formas, el kathvanga, el tridente, la jabalina, la
lanza, el bastón de las cuatro cabezas de Brahma, etc. Una de las palabras sánscritas que designa la lanza o la
espada es shakti. Conocemos este vocablo, más bien, en su acepción de poder o de fuerza creadora
fundamental, representada como energía sexual, la fuente de vida. Sin embargo, en las manos de las deidades
budistas, shakti corresponde a un poder, un poder de transformación.
A fin de entender la naturaleza de este poder transformativo, aludiré a las manos invisibles de Vishvamata,
descritas en los comentarios. Ellas, estando cruzadas tras de la faz blanca de Kalachakra en el norte, tienen, a
la derecha, en la mano del método, la cuchilla del carnicero y a la izquierda, en la mano de la sabiduría, un
cráneo rebosante de sangre fresca. Estos atributos son los mismos de las cuartas manos azul oscuro de
Kalachakra.
Estos atributos, funcionando en pares, deben interpretarse como símbolos de la polaridad. A la cuchilla del
carnicero, en la mano del método, se le llama, también, el cuchillo de las dakinis, concibiéndolo como el
cuchillo de un carnicero que sirve para despellejar los animales. Representa la sabiduría que separa las
apariencias y corta los conceptos. En la mano derecha está el cráneo blanco que simboliza la bodhicitta
blanca unida a la roja: la sangre fresca que contiene. En la descripción de la embriogénesis del Kalachakra
interno, se dice que la esencia lunar padre da los huesos y la esencia solar madre, la sangre. El cráneo, lleno
de sangre, simboliza, entonces, la reunión de estas dos esencias, que, unificadas, forman la gota
indestructible del corazón, correspondiente al estado de conciencia sutil del dharmakaya que está consciente
de la vacuidad, simbolizada por la cuchilla del carnicero.
Entonces, el conjunto de atributos en las manos de Kalachakra expresa el poder de la transformación de la
energía del Despertar. ¿Es posible definir la naturaleza de la transformación a la cual el Tantra de Kalachakra
invoca los seres ordinarios que nosotros somos? Cortar las pasiones, penetrar las ilusiones, erradicar el ego,
no son enseñanzas propias del Kalachakra. ¿Cuál es el aspecto específico de este Tantra y el trabajo de
transformación particular hacia el cual nos guía?
Los Alientos “Despolarizados” o los “Alientos de Sabiduría”
Además de la descripción de los alientos binarios, lunares y solares, representados por las dos piernas de
Kalachakra, el Tantra de la Rueda del Tiempo añade una tercera categoría de alientos, llamados
“equinocciales”, según una traducción literal. El equinoccio corresponde a dos momentos particulares del
año: el 21 de Marzo y el 21 de Septiembre, donde la duración de la noche iguala la del día. En aquel
entonces, el curso del sol sigue la trayectoria ecuatorial que divide en dos las tierras secas. Por lo tanto, los
equinoccios comparten las declinaciones norte y sur del sol en mitades iguales. En virtud de su simbolismo
“mediano”, los alientos “equinocciales” designan “los alientos del medio”, los que no recorren la vena lunar
izquierda ni la solar derecha. Estos alientos se realizan, de verdad, cuando la fuerza vital pasa en la vena sutil
del medio.
Los alientos “equinocciales”, que llamaremos “despolarizados”, por no ser lunares ni solares, se producen
cuando pranashakti abandona un pétalo o una constelación por otra. El momento de transferencia equivale a
una “despolarización” cuya duración se ha evaluado como 56 alientos y una cuarta parte (nosotros decimos
que en el Kalachakra los cálculos son precisos a un cuarto de aliento, o sea, un segundo.)
Cuando los alientos se despolarizan, hacen circular la energía en la vena sutil mediana: Avadhuti, “la
Ardiente”. Esta vena desciende de la coronilla, la “puerta de Brahma”, hasta doce pulgadas por debajo del
ombligo. Representa la transformación de la ofuscación fundamental de la ignorancia, cuyo revés es el
aspecto absoluto de la sabiduría no dual. Los alientos despolarizados hacen posible la operación de
conversión inversa para el yogi que domina y controla la fuerza vital. Si él sabe mantener pranashakti en
Avadhuti, la fuerza vital, mientras sube en la vena sutil mediana, abre los nudos de los chakras, purificando
los alientos kármicos polarizados.
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Según la enseñanza de los lamas tibetanos, la fuerza vital, así llevada por los alientos despolarizados, se
convierte en “el aire de sabiduría inherente” y el “espíritu del Despertar inherente.” En su estado realizado,
Avadhuti, la vena central, es la vena de “la sabiduría inherente”, que hace posible la meditación del
dharmakaya, el cuerpo del Dharma, en el loto sutil del corazón.
Mientras que la respiración nos atrapa en los ciclos solares-lunares del tiempo samsáricos, la despolarización
de los alientos introduce el tiempo despolarizado de la vacuidad, que es el momento de la liberación. Tal es
el simbolismo último de la Rueda del Tiempo: las manos de Kalachakra representan los días del mundo, pero
tienen armas que, animadas por la energía del Despertar, pueden cortar la raíz de los días. Ya lo dijimos y la
iconografía lo confirma, el Tantra de la Rueda del Tiempo es, en última instancia, el Tantra de la vacuidad de
los fenómenos.
Al observar el Kalachakra, vemos, en imágenes y en colores, que el Despertar está al alcance de nuestros
alientos. No nos resta que estar consciente de ello, vivirlo y experimentarlo. Les propongo mirar a
Kalachakra, por algunos instantes en silencio, sabiendo que ya es una inmensa bendición, en esta vida,
simplemente ver su imagen. Después de haber examinado, detalladamente, el simbolismo de la deidad,
dejemos que su shakti nos empape: la energía del Despertar, el poder de transformación que irradia en ella,
sin querer comprender a la fuerza, sin esfuerzo particular, en un estado receptivo y de dejar fluir.
Para concluir: a propósito de esta imagen que nos llega del templo de Kalachakra en el monasterio de
Namgyal, quiero expresar, en pocas palabras, lo que representa en cuanto a fe, valentía y determinación.
Después del destierro del Dalai Lama en 1959, los monjes de Namgyal han ido reagrupándose,
paulatinamente, alrededor de su Santidad en Dharamsala. A fin de garantizar su sustento, durante el día
construían calles para el gobierno indio que les pagaba dos rupias diarias. De noche, los más ancianos,
transmitían a los más jóvenes los textos fundamentales y los ritos. Así se ha preservado la herencia de
Kalachakra, y, a partir de 1989, treinta años después del destierro, los monjes han emprendido la
construcción del templo de Kalachakra en Dharamsala.
Recientemente, la vida me ha brindado un encuentro maravilloso e inesperado, él de Tendhar, el artista al
cual se ha encargado, particularmente, pintar el Kalachakra y Vishvamata. Hemos colocado en internet y
también hemos editado una breve versión de la historia de su vida, titulándola: “Tendhar, el pintor de
Kalachakra”, en el espacio Kalachakra.
Les propongo dedicar los méritos de esta reunión a la valentía y a la fe de los tibetanos, tanto religiosos como
laicos, quienes continúan atravesando los Himalayas poniendo a riesgo su vida para que las enseñanzas del
vajrayana no mueran.
Traducido por un grupo de estudiantes de la Logia Unida de Teósofos en Los Angeles, 2011.
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