So similar, so different - FCEA - Facultad de Ciencias Económicas y

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Tan similares, tan diferentes:
Nueva Zelanda y Uruguay en la economía mundial 1
Jorge Álvarez y Luis Bértola
Universidad de la República, Uruguay
1. Introducción
Nuestro objetivo en este capítulo es esbozar una historia comparativa sobre el
desempeño económico de dos pequeñas economías de nuevo asentamiento europeo
como Nueva Zelanda y Uruguay, desde la primera globalización hasta la actualidad.
En particular, nos proponemos comprender dos hechos estilizados que
presentaremos en la Sección 1. En primero término, por qué ambas economías tuvieron
altos ingresos per cápita en las primeras décadas de nuestro período, comparado con la
mayoría de los países de la economía mundial, y por qué ambos países tendieron a
rezagarse de forma constante, a lo largo del siglo XX, a escala internacional. En
segundo lugar, por qué Nueva Zelanda siempre tuvo ingresos por habitante más altos
que Uruguay y por qué la brecha entre los dos países creció, en particular, entre 1930 y
1970.
Examinaremos las respuestas a estas preguntas en tres diferentes períodos: la
llamada primera globalización (1870 – 1913), el período 1913 – 1970, caracterizado por
la de-globalización (si la expresión vale) y por el crecimiento impulsado por el estado, y
las últimas décadas del siglo XX.
En este capítulo, brindamos una interpretación concisa sobre el desempeño relativo
de ambas economías que se apoya en un conjunto de trabajos realizados en los últimos
años por nuestro equipo de investigación en la Universidad de la República, Uruguay, y
por otros académicos alrededor del mundo.
Nuestro principal argumento es que ambos países compartieron algunas
características comunes asociadas a la denominada dotación de recursos: clima
templado, abundancia de tierra con relación a la población, y una alta tasa de
inmigración de origen europeo. Estos factores pueden ayudarnos a explicar la primera
característica común entre ambos países: los altos ingresos iniciales y la subsecuente
pérdida de posición relativa en la economía mundial. El problema central que nos
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Versión en español de: Álvarez, Jorge & Bértola, Luis (2010) “So similar, so different: New Zealand
and Uruguay in the world economy” In Settler Economies in World History. C. Lloyd, Jacob M. and R.
Sutch editors. Published by Brill Publishers, Leiden, in their series on Global Economic History,
Australia (forthcoming)
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interesa analizar es cómo la disponibilidad de recursos altamente demandado por el
mercado mundial, coincidentemente con la revolución de los transportes y la reducción
de los costos del comercio, permitió que estos países alcanzaran niveles de
exportaciones per cápita y niveles de ingresos muy altos, entre otro factores, por las
grandes ventajas comparativas para la producción de commodities con respecto a los
países productores europeos. Con el paso del tiempo, estas ventajas comparativas
basadas en los recursos naturales tendieron a perder su capacidad para transferir
dinamismo a la economía. A lo largo del siglo XX, la economía mundial fue
desarrollando nuevas ventajas competitivas, pero con condiciones menos favorables
vinculadas a la geografía, a las economías de escala y de aglomeración. Los sucesivos
intentos para cambiar el patrón de desarrollo tuvieron cierto éxito en contrarrestar, pero
no en revertir, la tendencia declinante de ambos países en el largo plazo.
Nuestro segundo principal argumentos es que las causas de los diferentes
desempeños exhibidos por ambos países responden a un complejo entramado de
factores de carácter económico, social y político, específicos de cada sociedad. En pocas
palabras, la dotación de recursos enmarcó el desarrollo institucional y determinó, en
gran parte, los niveles iniciales de PBI per cápita. Sin embargo, pensamos, que los
factores institucionales –aquellos que afectan la economía, la demografía, la sociedad y
la política- son la principal explicación de la forma en que los recursos disponibles
fueron utilizados, transformados e incrementados. En ambos países este conjunto de
factores delinearon los límites para la transformación estructural.
2. Dos hechos estilizados
2.1. Un alto punto de partida y un largo deterioro
Como puede verse en el Cuadro 1, en 1870 Nueva Zelanda y Uruguay se
encontraban entre las naciones más ricas del mundo, en términos de los niveles del PBI
per cápita alcanzados. Ambos países conservaron una posición relativamente alta en el
ranking mundial hasta la década de 1950, ingresando luego en una trayectoria
declinante. Sin embargo, la evolución del PBI per cápita de nuestras dos pequeñas
economías de nuevo asentamiento muestra un declive constante comparadas con la
media ponderada de las cuatro naciones líderes durante la mayor parte de nuestro
período (Alemania, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña). Más allá de algunas
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fluctuaciones y algunas diferencias en períodos de tiempo relativamente cortos, la
similitud entre los dos países es evidente como se puede ver en el Gráfico 1.
Nueva Zelanda y Uruguay no solo comparten estas tendencias, también comparten
otras características fundamentales. Ambos países tienen un clima templado, ambos
países tuvieron una población original escasa (con una alta relación tierra/población), y
ambos países tuvieron tierra disponible para producir commodities similares a las
producidas en Europa. Una diferencia fue que Nueva Zelanda tuvo considerables
reservas de minerales mientras Uruguay no.
2.2. Una permanente, si no creciente, ventaja de Nueva Zelanda sobre Uruguay
Uruguay siempre tuvo niveles de PBI per cápita menores que los de Nueva Zelanda.
Como muestra el Gráfico 2, hasta la década de 1930 el PBI per cápita de Uruguay
fluctuó alrededor del 62 % del PBI per cápita de Nueva Zelanda, y después el promedio
fue 48%. La transición hacia menores niveles relativos de PBI per cápita de Uruguay
comparados con Nueva Zelanda tuvo lugar en el contexto del largo estancamiento del
sector ganadero uruguayo que se inició en las primeras décadas del siglo XX y fue
seguido por el estancamiento del sector industrial que comenzó a mediados de la década
de 1950, proceso que se extendió hasta mediados de la década de 1970.
El desempeño relativo mostró un comportamiento cíclico claro, que refleja bien el
ciclo tipo Kuznets del crecimiento del PBI per cápita de Uruguay (Bértola & Lorenzo,
2003): cuando Uruguay atravesó fases de rápido crecimiento acortó la brecha de
ingresos con Nueva Zelanda hasta cierto nivel, es decir, hubo alguna clase de
convergencia condicional. Esto sucedió durante los ciclos de expansión de las décadas
de 1880 y 1900 hasta 1913, durante la década de 1920, en la década posterior a la
Segunda Guerra Mundial y en las décadas de 1970 y 1990. Por el otro lado, durante las
fases declinantes del ciclo de Kuznets, Uruguay empeoró claramente su desempeño con
relación a Nueva Zelanda, rezagándose aún más. En otras palabras, estas fluctuaciones
del PBI per cápita de Uruguay con relación al de Nueva Zelanda es otra forma de ver el
hecho que Uruguay ha mostrado una mayor volatilidad que Nueva Zelanda. Esto ha
sido estudiado por Carbajal y de Melo (2007) y por Oddone (2008).
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3. Explicando el alto punto de partida de los dos países y la tendencia de
rezago de largo plazo con relación a los líderes de la economía mundial
Ambos países están situados en el hemisferio sur, Nueva Zelanda entre los paralelos
34 y 47, y Uruguay entre los paralelos 30 y 35. Mientras la extensión territorial de
Nueva Zelanda es mayor (270 mil kilómetros cuadrados), que la de Uruguay (188 mil
kilómetros cuadrados) ambos países tienen alrededor de 16 millones de hectáreas
productivas. Nueva Zelanda está rodeada por el Océano Pacífico y el Mar de Tasmania,
y su topografía montañosa determina un régimen pluvial más regular que el de
Uruguay, aunque la cantidad de lluvia promedio en el año es similar en ambos países
(992 mm. en Nueva Zelanda, 1.005 mm. en Uruguay, ver Cuadro 2)
Ambos países tuvieron una pequeña población nativa. En 1828, la población nativa
de Uruguay, compuesta fundamentalmente por Charrúas y Guaraníes, no superaban los
30 mil. En 1800, la población Maorí en Nueva Zelanda se estima era de 100 mil o 150
mil, pero según el censo de población en 1858-57, esta población fue reducida a 57 mil
(Hawke, 1985). En ambos casos, la colonización tuvo un fuerte impacto negativo sobre
la población nativa.
En los comienzos del siglo XIX ambos países estuvieron al margen de los
principales mercados del mundo. Integraban regiones claramente marginales que, en
términos económicos, estuvieron fuera del alcance de los países europeos. Los costos de
transporte fueron tan altos que, con excepción de algunos productos muy valiosos con
relación a su peso y extraídos o producidos con muy bajos costos, la producción no fue
competitiva en los mercados dinámicos europeos.
Dos diferentes procesos tuvieron lugar durante el siglo XIX. 1) La revolución de los
transportes produjo una caída constante en los costos de los fletes, lo que impactó más
fuertemente en el comercio de bienes con una alta relación peso – valor. De este modo,
el mundo se convirtió en un espacio económico más pequeños al reducirse
considerablemente las distancias. 2) En Europa, la industrialización y la urbanización
causaron una creciente demanda de alimentos y materias primas que la oferta doméstica
no podía satisfacer. La expansión de la “frontera” europea fue estimulada por esta
demanda creciente y por el desarrollo de las nuevas tecnologías del transporte que hizo
cada vez más fácil el acceso a los distintos rincones del mundo.
Estas dos tendencias pusieron de manifiesto la brecha entre los costos de producción
de las commodities entre Europa y las regiones del ultramar, dando a los países
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periféricos la oportunidad de recibir importantes rentas por la producción de sus tierras.
No obstante, esta renta diferencial fue capturada, en parte, por los países europeos a
través de las diferentes redes de comercio y distribución tanto internacional como
doméstica, controladas predominantemente por los propios países europeos. Al mismo
tiempo, la productividad en las regiones periféricas aumentó como efecto de una serie
de factores como el desarrollo de la infraestructura (puertos, ferrocarriles, canales, etc.),
la concreción de diversas transformaciones políticas e institucionales, y las mejoras de
las técnicas agrarias. Estos cambios ampliaron la brecha de los costos de producción
entre la periferia y Europa. Como resultado, la posición de la tierra de acuerdo a su
productividad marginal en las diferentes regiones del mundo cambio drásticamente: las
tierras que habían sido periféricas se transformaron en centrales (desde el punto de vista
de su productividad marginal) y viceversa.
Gracias a la reducción en los costos de transporte y al gran crecimiento de la
productividad
de
las
manufacturas,
Nueva
Zelanda
y
Uruguay
mejoraron
significativamente sus términos de intercambio hasta la Primera Guerra Mundial. Esta
tendencia comenzó a cambiar alrededor de la primera década del siglo XX, conservando
un nivel estable, aunque altamente fluctuante, hasta la segunda post guerra cuando esta
tendencia se revirtió claramente. El deterioro de los términos de intercambio a partir de
1950 fue más pronunciado en Uruguay que en Nueva Zelanda (Gráfico 3)
El impacto de la primera globalización sobre el precio de la tierra y sobre la relación
renta / salario describe muy bien lo que sucedió (Gráfico 4). En ambos países este ratio
se incrementó fuertemente hasta alrededor de la Primera Guerra Mundial, y luego la
tendencia fue declinante en ambos países hasta la década de 1950.
Hasta la década de 1870, la economía neozelandesa estuvo basada en la explotación
extractiva de recursos naturales como madera y minerales. Estas actividades se agotaron
en el corto plazo y no lograron sostener el crecimiento del país. Su declive (las
exportaciones de oro representaron el 50 % de las exportaciones en 1870) explican por
qué la posición relativa de Nueva Zelanda se deterioró rápidamente en la década de
1870 (Cuadro 3). La ganadería se transformó en la principal y más dinámica actividad
económica tanto para el mercado interno como para la exportación. Durante la década
de 1870, el gobierno neozelandés desarrolló un intenso programa de obras públicas, con
la construcción de carreteras y vías férreas, que permitieron conectar las diversas
regiones del país, y, de este modo, estimular el crecimiento de la producción agraria
(Briggs, 2003; Prichard, 1970).
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Durante el siglo XIX, la economía uruguaya se basó en el sector agrario. Hasta la
década de 1860 el ganado vacuno fue la actividad más importante y sus productos, el
cuero y el tasajo, los principales bienes de exportación. El comercio también jugó un
papel importante, el puerto de Montevideo fue durante mucho tiempo el principal
vínculo entre Europa y el Río de la Plata. Un paso importante hacia la diversificación de
la producción agraria fue la introducción de la producción de ganado ovino,
principalmente orientado a la exportación de lana. Adicionalmente, el consumo de
corderos se convirtió en un componente importante de la dieta de la población rural. En
la década de 1870 se concretaron cambios institucionales que fortalecieron el poder del
Estado y consolidaron los derechos de propiedad de las elites terratenientes. Las
inversiones británicas fueron muy importantes para el desarrollo de infraestructura, de
los transportes y de los servicios, también para colocar deuda pública y para la industria
frigorífica, de carnes congeladas y enfriadas (Finch, 1981). El Estado uruguayo pudo
expandir sus actividades gracias a la interacción positiva de diversos factores: el
aumento de la demanda internacional, los precios de las exportaciones, el saldo positivo
de su balanza comercial, y el aumento de los ingresos fiscales gracias a los impuestos a
las importaciones y al acceso relativamente fácil al mercado mundial de capitales. Un
movimiento reformista tuvo lugar en la primera década del siglo XX, que condujo a la
diversificación de las funciones del Estado y al desarrollo de una legislación social y
laboral que fue avanzada en su tiempo (entre la que se destaca la jornada laboral de 8
horas introducida en 1915).
Ambos países experimentaron altas tasas de crecimiento y altos niveles de PBI per
cápita entre 1870 y 1912, como muestra el Cuadro 4. Este buen desempeño contó con el
impulso del acelerado aumento de la población que tuvo lugar en este período. Ambos
países atrajeron importantes contingentes de inmigrantes a fines del siglo XIX y
comienzos del siglo XX y duplicaron sus poblaciones entre 1870 y 1910 (Gráfico 5).
Sin embargo, lo que puede ser considerado un buen desempeño queda opacado ante el
hecho que ambos países perdieron terreno, en el período, con relación a los países
industrializados. Hubo una tendencia de marcado rezago de Nueva Zelanda en la década
de 1870 y una tendencia similar de Uruguay en la década de 1890, pero la situación de
ambos países parece estabilizarse en los años previos a la Primera Guerra Mundial.
El año 1913 parece haber sido un importante punto de quiebre para ambos países.
Como muestra el Cuadro 4, entre 1913 y 1929 la tasa de crecimiento decreció
significativamente en ambos países y aún fue negativa en el caso de Nueva Zelanda. El
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período 1913 - 1950 fue de pronunciadas fluctuaciones. Los países líderes crecieron a
un ritmo menor que en el período anterior y posterior. En Nueva Zelanda y Uruguay
estas tendencias fueron similares, aunque con diferencias temporales. Nueva Zelanda
experimentó una larga crisis en la década de 1920, debido a las rigideces impuestas por
el patrón oro y al pobre desempeño de la economía británica. El desempeño de Nueva
Zelanda mejoró durante la década de 1930 por efecto, en parte, de la recuperación
británica y de los acuerdos comerciales que aseguraron el mercado británico para los
productos de la Commonwealth. El desempeño de Uruguay en la década de 1920 fue
mejor que en los años 30. En ambos países, hacia 1950, y a pesar del fuerte aumento de
los precios de las materias primas luego de la Segunda Guerra Mundial, hubo un
descenso del nivel previo a la Primera Guerra Mundial con relación a las cuatro
economías desarrolladas.
Enfrentados a los desafíos que impuso la Gran Depresión del mercado internacional
en los años 30, ambos países tuvieron algún tipo de crecimiento conducido por el
Estado que apuntó a diversificar la estructura productiva y reducir la dependencia
doméstica de bienes del mercado internacional. En ambos casos, la diversificación
productiva vino acompañada de importantes mejoras en servicios básicos como la
educación, la salud y la legislación social.
La edad dorada del capitalismo (1950 – 1973) tuvo consecuencias adversas para los
dos países, en términos relativos, y el declive continuó también durante la llamada
segunda globalización. El deterioro de los términos de intercambio afectó
particularmente a los productos provenientes de regiones de clima templado como
Nueva Zelanda y Uruguay, en particular, la caída significativa de los precios de la lana
en el mercado mundial, debido específicamente a la competencia de las fibras sintéticas
(Gráfico 3). Ambos países se vieron también afectados por el ingreso del Reino Unido a
la Comunidad Económica Europea en 1973 y por la introducción de cuotas de
importación para las carnes y los productos lácteos, lo que golpeó fuertemente a Nueva
Zelanda. La crisis energética de la década de 1970 también tuvo un impacto negativo
profundo sobre las balanzas comerciales de ambos países.
Nueva Zelanda procuró diversificar los mercados de sus exportaciones por medio de
diversos acuerdos comerciales, por ejemplo, New Zealand – Australia Free Trade
Agreement, y también sus productos de exportación orientándose hacia la producción y
exportación de bienes más intensivos en capital. La segunda mitad de la década de 1970
y primera de 1980 fue un período de estancamiento. A fines de la década de 1980
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Nueva Zelanda se enfrentó a un déficit fiscal de 9,5 % del PBI, a altas tasas de
desempleo y a una deuda externa equivalente al 80 % de su PBI.
En Uruguay el estancamiento comenzó a mediados de la década de 1950, cuando
empeoraron los términos de intercambio, la sustitución de importaciones se agotó y la
estrechez del mercado interno limitó la expansión de la producción doméstica. Un
intento para liberalizar la economía y una apuesta al sector tradicional ganadero fueron
interrumpidas por la crisis del petróleo y por la nueva ola de proteccionismo en los
mercados de carnes europeos. La dictadura militar redujo significativamente los costos
laborales en la década de 1970, promovió las exportaciones, hacia nuevos mercados, de
la producción industrial basada en los recursos naturales y, como en el caso de Nueva
Zelanda, firmó acuerdos comerciales con sus países vecinos, Argentina y Brasil. La
balanza comercial de Uruguay continuó siendo deficitaria y la inflación se disparó. En
la segunda mitad de la década de 1970 se implementó el anuncio anticipado del tipo de
cambio (la “tablita) para estabilizar los precios; política que pudo mantenerse por
algunos años gracias al influjo del capital externo. Este experimentó terminó con la bien
conocida crisis de la deuda y la década “perdida” de 1980. En la década de 1990 fue
creado el MERCOSUR en un contexto de apertura e integración y de privatización de
empresas públicas como intento para atraer capitales externos. Uruguay se enfrentó a
grandes déficits de la balanza comercial como todos los países del MERCOSUR, lo que
aumentó la dependencia del ingreso de capitales extranjeros para equilibrar la balanza
de pagos. En 2002 hubo otra crisis severa, lo que confirma la presencia de un patrón de
crecimiento de largo plazo caracterizado por alguna clase de ciclo tipo Kuznets.
En ambos países las reformas liberales estrecharon los lazos con la economía
mundial, el papel del Estado se redujo al tiempo que experimentaron importantes
cambios. En ambos casos se obtuvieron similares resultados: el estado de bienestar fue
debilitado y la desigualdad de los ingresos aumentó considerablemente como muestra el
Gráfico 7.
En 1990 el PBI per cápita de Nueva Zelanda representó el 67 % del promedio de los
cuatro países líderes, (mientras en 1976 era el 84 % y en 1950 el 116 %), cayendo detrás
de Australia en términos de PBI per cápita y de productividad. El ingreso per cápita de
Uruguay en 2002, fue el 27 % del promedio de los líderes cuando en 1970 era de 40 %
y en 1950 de 64 %. En comparación con otros países, que experimentaron un rápido
crecimiento en la segunda mitad del siglo XX, Nueva Zelanda y Uruguay
experimentaron un pronunciado declive como se puede observar en el Gráfico 6.
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En este contexto de fuerte expansión y de retroceso relativo, los dos países también
tuvieron una similar evolución de sus poblaciones en el largo plazo. La tasa de
crecimiento de la población tendió a disminuir debido a la transición demográfica y al
flujo decreciente de inmigración después de la primera globalización (Gráfico 5 y
Cuadro 5). Los factores que atrajeron a los inmigrantes en una primera etapa, tendieron
a diluirse, en particular, la disponibilidad de recursos naturales no utilizados. Mientras
Uruguay se convirtió en un país de emigración, en la segunda mitad del siglo XX,
Nueva Zelanda encontró cierto equilibrio entre la emigración de personas con relativa
alta calificación y la inmigración de personas relativamente poco calificadas (Cuadro 6)
En suma, nuestra idea básica es que Nueva Zelanda y Uruguay se beneficiaron de
una particular dotación de recursos naturales a partir de la cual ambas países se
integraron en la economía mundial. Las altas rentas apropiadas del mercado
internacional por ambos países, gracias a la explotación intensiva de sus recursos
naturales, en particular, de la tierra, les permitieron alcanzar altos niveles de ingresos
per cápita. Cuando cambió la tendencia de la demanda y de los precios, luego de la
Primera Guerra Mundial, ambos países movilizaron sus mercados internos,
experimentaron importantes transformaciones estructurales, y le asignaron al Estado un
papel de liderazgo en los procesos de cambio estructural y de desarrollo, conformando
en cada caso el estado de Bienestar. No obstante, el impacto negativo de la reversión de
los términos de intercambio, luego de la década de 1950, y de la crisis del petróleo
hicieron muy difícil mantener y profundizar este proceso de cambio estructural. En
ningún caso las transformaciones estructurales posibilitaron un cambio radical de la
estructura de las exportaciones que les permitiera a ambos países trascender el límite
impuesto por la dotación original de recursos naturales. Inclusive, si el desempeño de
los dos países fue diferente, y explotaron sus recursos naturales de diferente manera lo
que redundó en distintas sendas de desarrollo como veremos más adelante, sus
tendencias de largo plazo han sido de un pronunciado rezago con relación a los líderes
de la economía mundial y, más recientemente, con relación a otros países.
La gran pregunta es si este proceso de rezago relativo fue inevitable, esto es, si se
trató de un proceso de ajuste luego de una situación internacional extraordinaria que se
combinó con una amplia disponibilidad de recursos, o si fue posible haber hecho algo
para cambiar este patrón de pérdida progresiva de posiciones en el ranking mundial.
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4. Explicando las diferencias entre Nueva Zelanda y Uruguay
Después de leer la sección anterior puede ser difícil creer que Nueva Zelanda es hoy
un paradigma o una fuente de inspiración para cualquier otro país. Lo cierto es que
desde la década de 1950 el sistema agrario de Nueva Zelanda ha sido un modelo para
Uruguay, y muchos otros aspectos de la sociedad de Nueva Zelanda, tales como la
reforma del estado, están de moda y llaman la atención de los miembros del gobierno de
izquierda de Uruguay.
Las razones para esto pueden encontrarse en una interpretación superficial de las
tendencias de largo plazo de la economía neozelandesa, o en la creencia que esta clase
de perdida de posiciones en el ranking internacional es un destino inevitable. Sin
embargo, más allá de cuánto han sido condicionados estos países por el tamaño de sus
poblaciones y de sus mercados domésticos, por las distancias con los mercados
externos, o por la disponibilidad de recursos, lo cierto es que Nueva Zelanda ha hecho
siempre mejor las cosas, alcanzando mejores estándares de vida que Uruguay. Entones,
aceptando nuestras restricciones naturales, intentemos aprender de Nueva Zelanda para
aproximarnos a nuestro propio potencial. Esto parece haber sido el enfoque dominante
en la actualidad (y en el pasado), y explica por qué los uruguayos han estado y están
muy interesados en compararse a sí mismos con Nueva Zelanda, aunque esto no se dé a
la inversa.
Por lo anterior, intentaremos explicar por qué Nueva Zelanda ha tenido siempre
niveles de PBI per cápita más altos y por qué la brecha relativa entre los dos países
aumentó en el período 1930 – 1970, como muestra el Gráfico 2
4.1. Recursos naturales, minería y expansión de la frontera
Más arriba mencionamos dos diferencias entre los dos países con respecto a la
dotación de recursos. Una es la existencia de un sector minero en Nueva Zelanda, lo que
explica el nivel de ingresos extraordinariamente alto hacia mediados del siglo XIX. Este
sector minero generó importantes externalidades, entre ellas, contribuyó a la creación de
un sector rico que más tarde invirtió en otras actividades productivas y comerciales, y
creó oportunidades para desarrollar encadenamientos productivos, hacia atrás y hacia
delante, que fortalecieron la red productiva del país. Como muestra el Gráfico 1, Nueva
Zelanda sufrió un severo choque cuando la economía minera colapsó en la década de
1870. Luego de esto el sector agrario adquirió un papel clave, convirtiéndose en la
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principal actividad económica. De este modo, el sector minero puede ser considerado un
factor fundamental que explica las diferencias originales entre Nueva Zelanda y
Uruguay, pero no explica enteramente las diferencias de ingresos que mantuvieron
ambos países y que, inclusive, se ampliaron aún más a partir de la década de 1930.
Uruguay no contó con estas ventajas. Pero, como mencionamos más arriba,
Uruguay tuvo su puerto, Montevideo, el mejor puerto natural de la región. Esto
contribuyó a la creación de una fuerte elite comercial que controló una parte importante
del comercio en la región de la cuenca Río de la Plata (el litoral de Argentina, el sur del
Brasil y Paraguay). Esta elite comercial se debilitó considerablemente luego que el
puerto de Buenos Aires adquirió una posición de liderazgo en los inicios del siglo XX,
gracias a las importantes inversiones realizadas para operar con grandes buques
transatlánticos. De este modo, Uruguay contó con ventajas comparativas basadas en las
condiciones naturales de su costa y de su principal puerto, que los cambios tecnológicos
y el tamaño del mercado de Buenos Aires fueron erosionando.
Uruguay y Nueva Zelanda tienen un área productiva similar (alrededor de 16
millones de hectáreas). Sin embargo, la historia de la expansión de la frontera territorial
es diferente. El 90% del territorio de Uruguay es apropiado para la producción agraria,
con buenas praderas para la producción ganaderas. El ganado fue introducido por los
europeos en el siglo XVII y se reprodujo en sus praderas naturales, comercializándose
exclusivamente el cuero en una primera etapa. Por 1870 todo el territorio estaba
ocupado, predominando la explotación ganadera de tipo extensiva. Por otro lado, en
Nueva Zelanda solo el 50 % de la tierra es apropiada para la producción agraria, y este
50 % no estuvo siempre disponible para la producción, sino que fue el resultado de un
proceso de intensas transformaciones del entorno natural como la deforestación, la
desecación de pantanos y la creación de praderas artificiales. Mil años atrás, antes de
que arribaran a sus islas los primeros colonizadores provenientes de la polinesia, los
arbustos naturales cubrían el 85 % del territorio. A mediados del siglo XIX, se
explotaban, aproximadamente, 8 millones de hectáreas, área que creció a 12 millones de
hectáreas en la década de 1890 alcanzando, en la primera década del siglo XX, su
potencial productivo de 16 millones de hectáreas (Taylor and Smith, 1997). Esto
permite afirmar que los recursos naturales de Nueva Zelanda son, en mayor proporción,
el resultado del ingenio humano y del valor agregado que en el caso de Uruguay, donde
la ganadería se expandió por la pradera natural sin mayores transformaciones, tan solo
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aquellas que resultan de la interacción entre el animal y el medio. Por todo esto, nos
concentraremos en los procesos de innovación asociados a la producción agraria.
4.2. Innovación agraria, valor agregado y diversificación
El sector agrario de Nueva Zelanda desarrolló lo que podemos denominar como un
temprano sistema de innovación antes que Uruguay realizara los primeros esfuerzos en
la materia. En 1893 fue creado el Departamento de Agricultura para promover el
desarrollo agropecuario, la investigación científica y la difusión de conocimiento y
tecnología agraria. En 1902 había nueve divisiones en el Departamento de Agricultura:
veterinaria, lechería, biología, horticultura, química, aves, estaciones experimentales,
inspección y estadística agrícola. La división de investigación animal se estableció en
1939. En la década de 1910 las principales investigaciones agrarias fueron dirigidas por
el Departamento de Agricultura en Palmerston North en cooperación con la Universidad
de Lincoln. Entre sus principales resultados se destaca la creación de nuevas variedades
de pasturas, capaces de sobrevivir las cuatro estaciones del año con buena capacidad
para elevar el contenido de nitrógeno de la tierra. Una vez seleccionadas las semillas de
las gramíneas que mostraron mejor rendimiento, fueron difundidas entre los productores
ganaderos a través de las distintas estaciones experimentales esparcidas en el país. En
1926 se estableció el Departamento de Investigación Científica e Industrial (DSIR, sigla
en inglés) para desarrollar actividades de investigación básica y coordinar las
actividades de los diferentes laboratorios y estaciones experimentales. En la década de
1930 este departamento se convirtió en el principal centro de investigación agraria y
recibió la mitad del presupuesto total asignado a las actividades de investigación y
difusión (Galbreath 1998).
Algo semejante puede decirse con respecto a la salud animal. El trabajo realizado
por DSIR para controlar el estado sanitario de los animales significó que Nueva Zelanda
no se viera amenazada por las enfermedades animales en igual proporción que Uruguay.
Otra ventaja natural de Nueva Zelanda, con relación a Uruguay, es su condición insular.
La geografía ha conectado más estrechamente a Uruguay con sus vecinos.
Desde los primeros tiempos, la producción ganadera en Nueva Zelanda estuvo
profundamente arraigada en una red social que contó con diversas organizaciones para
apoyar no solo a la producción, sino también el marketing y la comercialización. La
producción familiar ha dominado el tejido productivo neozelandés, también los agentes
de intermediación y asesores empresariales (en inglés stock and station agents) jugaron
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un importante papel como vínculo entre los productores y el mercado internacional, y
como proveedores de financiamiento, servicios técnicos y de marketing. Estos agentes
no solo contribuyeron a mejorar la competitividad, sino también fueron voceros de los
productores en la escena política. Luego de la Segunda Guerra Mundial, perdieron
importancia ante el cada vez más importante papel jugado por el Estado, por el
surgimiento de corporaciones agroindustriales y por la reducción del producto agrario
en los ingresos nacionales.
El sector agrario uruguayo no estuvo precisamente estancado durante la primera
globalización. Por el contrario, hubo muchas innovaciones. Una de ellas, fue la
consolidación de los derechos de propiedad en el medio rural y el fortalecimiento del
poder del Estado. Esto permitió a los propietarios de tierras realizar diversas inversiones
como el cercado de los campos y el cruzamiento (mestizaje) para obtener animales más
productivos. Junto a esto, la introducción de ganado ovino en la década de 1860 y el
pastoreo conjunto con el ganado vacuno, permitió un uso más eficiente e intensivo de la
pradera natural. Entre 1870 y 1913, el Estado uruguayo tomó solo unas pocas medidas
para apoyar a los productores ganaderos, entre las que se destacan la exoneración de
tarifas a la importación de alambre, la creación de la Dirección de Agronomía en 1876,
el Departamento de Ganadería y Agricultura en 1895, una escuela agraria en 1896 y la
creación de un registro genealógico para el ganado en 1902. Los procesos de innovación
como la cruza animal quedaron librados a la iniciativa de los productores y no contaron
con un plan sistemático. De este modo, el sector agrario uruguayo no realizó ningún
progreso significativo, hasta los últimos años del siglo XX, para mejorar las pasturas
naturales. A diferencia de Nueva Zelanda, las innovaciones que se realizaron no
consideraron que la tierra podía ser mejorada. Por lo tanto, el país dependió desde el
principio de la existencia de praderas naturales aptas para la producción de ganado. Las
diferencias con respecto a la distribución anual de las lluvias, que señalamos más arriba,
pueden explicar, en parte, las ventajas de Nueva Zelanda, pero de ningún modo son
suficientes para explicar estas trayectorias diferentes.
En las primeras décadas del siglo XX hubo en Uruguay importantes
transformaciones. Los gobiernos reformistas liderados por José Batlle y Ordóñez fueron
muy críticos de los intereses de los grandes ganaderos y, entre otras medidas,
impulsaron el desarrollo de actividades de investigación y difusión agraria. En 1903 se
estableció la Facultad de Veterinaria y en 1906 la Facultad de Agronomía. En 1911 tres
estaciones agronómicas se establecieron en el norte del país y en 1914 el Instituto
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Fitotécnico y Semillero Nacional. Entre 1906 y 1913, por lo menos 55 investigadores
extranjeros fueron contratados. Las investigaciones se dirigieron principalmente al
desarrollo de conocimiento agrícola y no ganadero. El principal objetivo del gobierno
fue diversificar la estructura productiva privilegiando a las actividades agrícolas más
intensivas en trabajo, a los productores medianos y pequeños, y castigar a los grandes
propietarios absentistas. Sin embargo, no estuvo en la agenda mejorar la capacidad
alimenticia de los predios ganaderos (Finch, 1992: 45). Este período de reformas fue
relativamente corto y en la década de 1920 las iniciativas del Estado fueron escasas. En
la década de 1930, se comenzó a adquirir conciencia de los límites estructurales de la
producción ganadera y se tomaron algunas medidas que no permitieron avances
significativos. Entre ellas se destaca la creación de la Comisión Nacional de Estudios
del Problema Forrajero, cuyo objetivo fue estudiar las posibilidades existentes para
mejorar la calidad de las pasturas y aumentar la productividad de las praderas. En la
década de 1950 la estrategia cambió, siguiendo las recomendaciones de la FAO y del
Banco Mundial, y se intentó un nuevo camino que implicó incorporar la tecnología
desarrollada en Nueva Zelanda para mejorar las pasturas y producir praderas artificiales.
Los resultados fueron pocos y malos, se trató de un transplante tecnológico que no fue
exitoso, al tiempo que su implementación resultó muy costosa para los productores
(Astori, 1979).
Sabemos que no se debe confundir eficiencia técnica con productividad económica,
pero considerando la falta de información, pensamos que algunas relaciones técnicas
son buenas aproximaciones para comprender cómo Nueva Zelanda logró mejorar la
capacidad de su tierra, para alimentar y reproducir ganado, de forma más exitosa que
Uruguay. El Gráfico 8 muestra que Uruguay tuvo una carga animal relativamente
constante, con pocas fluctuaciones por unidad de superficie a lo largo de todo el
período. En contraste, Nueva Zelanda experimentó un constante aumento de la carga
animal por hectárea hasta la década de 1980. Es posible argumentar que durante el siglo
XIX, Nueva Zelanda expandió su frontera de tal modo que este aumento respondió, en
parte, a la ocupación de nuevas tierras, pero una vez que alcanzó su frontera continuó
aumentando la productividad de la tierra hasta más que duplicar su carga de ganado por
hectárea en la década de 1980. Consideramos que esto es el resultado de una trayectoria
de largo plazo caracterizada por una estrecha relación entre el hombre, el ganado y la
tierra que hunde sus raíces en el patrón de colonización.
15
Estas trayectorias diferentes también fueron una expresión de las capacidades para
diversificar las exportaciones y desarrollar encadenamientos hacia atrás y hacia delante
de la cadena productiva. Mientras Nueva Zelanda ya exportaba carne congelada en
1892, el primer frigorífico en Uruguay se estableció recién en 1905. En esas dos
décadas Uruguay continuó exportando tasajo a la población de bajos ingresos de Brasil
y Cuba. Por otra parte, mientras Nueva Zelanda exportaba productos lácteos desde la
década de 1880, Uruguay tuvo que esperar hasta la década de 1930 para establecer su
industria láctea.
4.3. Estado, derechos de propiedad y distribución
Estas dos sociedades de nuevo asentamiento europeo tuvieron importantes
diferencias en los procesos de apropiación de la tierra y en el papel jugado por el
Estado.
En Nueva Zelanda los Maorí reconocieron los derechos exclusivos de la Corona
británica para adquirir sus tierras en el tratado de Waitangi de 1840 y, de este modo,
durante el siglo XIX, la Corona británica se convirtió en el principal propietario de la
tierra. La distribución de tierras siguió el criterio del derecho común británico y se
implementó a través de diversas leyes aprobadas por el parlamento neozelandés.
Durante el siglo XIX, los gobiernos coloniales garantizaron los derechos de propiedad
de forma segura y eficiente. El Estado transfirió tierras a los particulares a través de
compañías colonizadoras o mediante compras directas. No obstante, la Corona mantuvo
en su poder una gran parte de las tierras, cercanas al 40 % del área productiva. Las
tierras públicas fueron arrendadas en largos plazos a productores rurales que las
destinaron al pastoreo animal. El proceso de distribución de tierras estuvo vinculado al
arribo masivo de inmigrantes británicos. La Corona exigió como contrapartida que las
tierras no debían permanecer improductivas, que las tierras incultas fueran mejoradas y
que se preservaran los suelos del deterioro provocado por la erosión (Prichard, 1970;
Hawkes, 1985, 1999).
En la década de 1870, se estableció el sistema de Torrens para el registro de la
propiedad de la tierra. En la década de 1890, se desarrolló una legislación tendiente a
democratizar el acceso a la tierra. Entre 1890 y 1912, se amplió la frontera territorial de
12 a 16 millones de hectáreas y simultáneamente los gobiernos liberales estimularon la
división de las grandes propiedades rurales (The Land & Income Tax, 1891; The Lands
for Settlement Acts, 1892 y 1894). Estos procesos asociados a las transformaciones
16
tecnológicas experimentadas por el sector agrario neozelandés (introducción de la
refrigeración y mejoras en la productividad de la tierra), estimularon la división de las
grandes propiedades.
En el caso de Uruguay, la Corona española fue la principal propietaria de la tierra
por derecho de conquista. En la segunda mitad del siglo XVIII la Corona concedió
títulos de propiedad sobre grandes extensiones de tierra solo a unos pocos particulares.
Luego de la independencia en 1828, las tierras de la corona española pasaron al dominio
del estado uruguayo. Se estima que en 1830 el 80% de las tierras en Uruguay eran
propiedad pública y su distribución se realizó con base en las leyes aprobadas por la
nueva república. La tierra fue transferida a los particulares sin condiciones y a menudo
como donación o como recompensa política. El joven Estado uruguayo fue un Estado
débil desde el punto de vista político y financiero durante gran parte del siglo XIX, lo
que impidió que la distribución de tierras fuera un proceso ordenado y sistemático. Al
mismo tiempo, los derechos de propiedad fueron extremadamente débiles y los
propietarios de tierras se vieron amenazados por la inestabilidad política y las
expropiaciones. De cualquier modo, en 1840 el 60 % de la tierra estaba todavía en
manos del Estado y en 1870 casi toda la tierra era propiedad privada. El Estado
uruguayo implementó una modernización conservadora en la década de 1870 y
consolidó una estructura altamente concentrada de la tierra en manos de los grandes
ganaderos. Hubo intentos políticos para introducir reformas fiscales con el propósito de
subdividir las grandes propiedades rurales, pero como señalamos más arriba, estos
intentos se frustraron, lo que contrasta con la experiencia de Nueva Zelanda.
Desde mediados del siglo XIX, Nueva Zelanda consolidó un sistema político estable
y amplió progresivamente los derechos políticos de la población. El sufragio universal
masculino fue introducido en 1891 y el femenino en 1893, configurándose un sistema
político moderno.
La creación del joven Estado uruguayo, en contraste, fue altamente conflictivo. El
país estuvo amenazado constantemente por rebeliones políticas en las que estuvieron
implicados países extranjeros como en la Guerra Grande (1839 – 1951). Los partidos
estaban escasamente institucionalizados y siguieron el liderazgo de caudillos militares
que, a menudo, controlaban regiones enteras del país. El poder político fue ejercido por
una elite y se vio reforzado luego de la dictadura militar de la década de 1870. El
sufragio universal masculino fue introducido en 1916 y el femenino en 1938.
17
Las diferencias que hemos destacado han llevado a Donald Denoon a ser irónico con
alguno de los postulaos de la escuela de la dependencia, al afirmar que la dependencia
político ha sido buena para Nueva Zelanda (Denoon, 1983). En general, los procesos de
distribución de tierras en los dos países tuvieron lugar en contextos políticos muy
diferentes.
Estos dos diferentes patrones de colonización dejaron huellas en los procesos de
distribución territorial y en la evolución demográfica. A principios del siglo XX Nueva
Zelanda tuvo 73.876 predios rurales mientras Uruguay contó con 43.589 en un área
semejante. La población rural de Nueva Zelanda fue siempre más numerosa que en
Uruguay, que experimentó un proceso de urbanización y despoblación del campo
precoz. Como muestra el Gráfico 9, en las primeras décadas del siglo XX, Nueva
Zelanda pudo dar empleo a la mitad de su población en el medio rural, mientras
Uruguay solo retuvo un 20 % de su población total. Aún hoy Nueva Zelanda duplica a
Uruguay, en términos relativos, en el número de personas que viven en el medio rural.
Estas diferencias pueden ayudar a comprender por qué la distribución funcional del
ingreso en el sector agrario fue tan diferente entre los dos países. Como se puede ver en
el Cuadro 7, el trabajo y el capital apropiaron, en promedio, más de dos tercios del
producto agrario en Nueva Zelanda, mientras que en Uruguay no superaron juntos el 50
%. Sin embargo, en pleno boom de las exportaciones y antes del cambio de tendencia en
la segunda década del siglo XX, la renta concentró cerca del 70% del producto agrario
en Uruguay. Por otra parte, aún cuando durante la primera globalización la parte del
ingreso correspondiente a la renta aumentó en Nueva Zelanda, la estructura social y
productiva redujo la apropiación del ingreso en forma de renta de la tierra. Como era
razonable esperar, este patrón de distribución del ingreso reforzó la conducta rentística
de la clase terrateniente uruguaya y bloqueó los intentos de desarrollar otras formas de
competitividad internacional.
Como puede observarse en el Cuadro 5, otras diferencias son importantes y
probablemente se vinculen a los procesos analizados más arriba. Aunque Uruguay fue
un país avanzado en el contexto de América Latina y experimentó una temprana
transición demográfica, Nueva Zelanda inició antes este proceso. De igual modo, la
economía neozelandesa fue capaz de absorber un número mayor de inmigrantes que
Uruguay durante la primera globalización, al tiempo que el aporte de las corrientes
migratorias al crecimiento de la población total también fue mayor que en Uruguay. Las
políticas públicas hacia la inmigración jugaron un papel importante en Nueva Zelanda,
18
mientras que en Uruguay se trató de un proceso fundamentalmente espontáneo. Si
observamos todo el período 1870 – 2005, se aprecia que Uruguay pasó de ser un país de
inmigración en la primera mitad del período a ser un país de emigración en la segunda
mitad del siglo XX con un saldo migratorio neto en el largo plazo próximo a cero,
mientras Nueva Zelanda tuvo un saldo positivo de casi un millón de inmigrantes.
Como un resultado natural de este patrón de colonización y distribución del ingreso,
los niveles de educación de ambos poblaciones también difirieron de forma
significativa. Nuestro Índice de Cobertura Educativa Combinado (Cuadro 8) permite
observar la enorme brecha entre ambos países con relación a los resultados educativos.
Mientras Nueva Zelanda pareció ser más conciente de la importancia de las habilidades
y capacidades de su población para el desarrollo, Uruguay al parecer confió más en las
fuerzas de la naturaleza.
4.4. De-globalización y crecimiento impulsado por el Estado
Por falta de espacio no podemos cubrir el período posterior a 1930 en detalle.
Nuestra idea básica, como señalamos más arriba, es que ambos países hicieron frente a
los desafíos impuestos por la economía mundial, a partir de la gran depresión y a través
de la segunda mitad del siglo XX, a partir de sus similitudes. Sin embargo, las
características específicas que hemos enfatizado imprimieron a cada sociedad una
particular manera de reaccionar a estos desafíos, al tiempo que los resultados de esas
economías tendieron a reproducir tanto el patrón original como sus diferencias.
Puede observarse en el Gráfico 2 que Uruguay redujo la brecha de ingresos con
Nueva Zelanda en la década de 1920, después de una década de lento pero continuo
crecimiento, al tiempo que Nueva Zelanda experimentó un período de crisis y
estancamiento (Cuadro, 4). Desde los años treinta hasta comienzos de la década de
1970, Uruguay se rezagó con relación a Nueva Zelanda. Como destacamos al analizar el
primer hecho estilizado, los dos países enfrentaron la crisis mundial con similares
herramientas: control del tipo de cambio y del comercio exterior, incentivos a la
industria doméstica, expansión del mercado interno y del gasto del Estado, entre otros.
Sin embargo, los resultados fueron diferentes en consonancia con sus respectivas
trayectorias históricas.
Nueva Zelanda tuvo suerte. Fue un estado asociado del imperio británico y miembro
de la Commonwealth. Los Acuerdos de Ottawa le garantizaron el acceso al mercado
británico en términos más favorables que los obtenidos por Uruguay. Por otra parte,
19
mientras a partir de 1935 la política de Nueva Zelanda experimentó un fuerte cambio
con la llegada del Partido Laborista al gobierno, Uruguay tuvo un golpe de Estado que
inició un gobierno conservador con una creciente participación del Estado en la
economía.
Seguramente una de las principales diferencias en el período 1930 – 1970 es el
estancamiento de la producción ganadera uruguaya frente a la gran expansión del sector
agrario neozelandés como puede observarse en el Gráfico 8. Uruguay tuvo que enfrentar
una creciente demanda doméstica de materias primas para la industria manufacturera y
de alimento para una población urbana también en crecimiento. Al mismo tiempo, parte
del área productiva se destinó a cultivos industriales y al pastoreo de ganado lechero.
Incluso productos ganaderos tradicionales de exportación como la carne y la lana se
consumieron de forma creciente en el mercado doméstico. El crecimiento de la
productividad del sector fue muy lento, alrededor de 0,5 % anual, y los saldos
exportables se redujeron significativamente. El equilibrio de la balanza de pagos pudo
lograrse mientras Uruguay gozó de una tendencia favorable de los términos de
intercambio, pero cuando la tendencia cambió el sistema entero colapsó. El sistema de
subsidios, basado en la manipulación de los tipos de cambio, se hizo insostenible y la
tasa de crecimiento de la industria se redujo, confluyendo con la exhibida por el sector
agrario (Bértola, 1990): el resultado fue el estancamiento de la economía por más de
una década.
Ambos países fueron pequeños al igual que sus mercados internos. Sin embargo,
Nueva Zelanda tuvo éxito en desarrollar un sector industrial más diversificado que
Uruguay. Como puede observarse en el Cuadro 9, donde se compara la estructura del
valor agregado de la industria manufacturera en ambos países, en Nueva Zelanda los
sectores dinámicos tuvieron mayor peso en el valor agregado de la industria
manufacturera que las ramas más tradicionales, mientras que en Uruguay el sector
industrial estuvo completamente dominado por los sectores tradicionales, con la
excepción de las refinería de petróleo controlada por el Estado. Nueva Zelanda no solo
fue capaz de aumentar de forma sostenida los saldos exportables del sector agrario en el
período, como consecuencia del fuerte aumento de la productividad agraria, cercana al 2
% anual, sino que la industria continuó creciendo durante la década de 1960.
20
5. Conclusiones
En este artículo hemos identificado dos hechos estilizados y hemos intentado
esbozar algunas explicaciones. Nueva Zelanda ha tenido siempre un PBI per cápita más
alto que Uruguay y la brecha entre ellos, más allá de algunos episodios coyunturales, no
se ha reducido en el largo plazo, por el contrario, se ha ampliado especialmente entre
1930 y 1970. Esto fue el resultado de un conjunto complejo de procesos
interconectados, alguno de ellos originados en los patrones de colonización. Mientras
los dos países compartieron características comunes basadas en la dotación de los
recursos naturales, la forma en que Nueva Zelanda organizó su sociedad mostró ser más
eficiente que la lograda en Uruguay.
En Nueva Zelanda gran parte de su área productiva fue el resultado de la
transformación de su paisaje natural por el hombre, mientras que las praderas naturales
de Uruguay no exigieron ningún esfuerzo para su explotación productiva. El papel del
Estado fue crucial en los procesos de distribución de tierras entre la población. En un
contexto de estabilidad política, Nueva Zelanda desarrolló una política de tierras
coherente con base en un estricto control y regulación del uso de este recurso, mientras
la inestabilidad política de Uruguay y la debilidad que mostró el Estado en gran parte
del siglo XIX, generó que el proceso de distribución de tierras fuera errático y
espontáneo, y dominado por intereses privados y políticos.
En Nueva Zelanda mientras el Estado fue un actor importante en el mercado de
tierras, en Uruguay casi toda la tierra fue privada hacia fines del siglo XIX.
Un sistema de innovación agraria surgió tempranamente en Nueva Zelanda y el país
invirtió mucho para mejorar la capacidad de la tierra y alimentar a un número creciente
de animales. Por el contrario, en Uruguay la investigación y las innovaciones no se
orientaron de forma sistemática a mejorar la productividad de la tierra.
Nueva Zelanda pudo diversificar y mejorar el contenido tecnológico de sus
exportaciones tempranamente, mientras Uruguay se rezagó claramente en este proceso.
La distribución funcional del ingreso en el sector agrario se distribuyó de forma más
equitativa entre salarios, beneficios y renta en Nueva Zelanda que en Uruguay, donde la
renta concentró más del 50 % e inclusive el 70 % en la primera globalización. Esto se
vio reflejado en la capacidad que mostró Nueva Zelanda para atraer inmigrantes y para
establecer a la población en el medio rural, en tanto Uruguay se urbanizó
tempranamente, se especializó en la producción ganadera extensiva y fue vaciando de
21
población el medio rural. Un resultado claro de estas tendencias es que la cobertura
educativa en Nueva Zelanda duplicó la exhibida por Uruguay hasta la década de 1920, y
esta brecha se mantuvo a lo largo de tiempo.
La brecha del PBI per cápita de ambos países se amplió entre 1930 y 1970. Nueva
Zelanda fue más afortunada que Uruguay con respecto a los estrechos lazos políticos
que la vincularon al mercado británico, lo que le permitió gozar de un contexto
internacional más favorable que el de Uruguay. Además de este problema, y del
impacto del proteccionismo agrario de Europa y Estados Unidos durante el período
posterior a la Segunda Guerra Mundial, Uruguay exhibió importantes problemas
domésticos que contribuyeron al estancamiento del sector ganadero. El país no fue
capaz de aumentar la capacidad alimenticia de la pradera y cuando necesitó hacerlo para
diversificar la producción y satisfacer la demanda interna de materias primas y
alimentos, el crecimiento de la economía solo pudo mantenerse mientras duró la
tendencia favorable de los términos de intercambio. Una vez que la tendencia de los
términos de intercambio cambió, se produjo el estancamiento de la industrial. En tanto
Nueva Zelanda incrementó de manera significativa su productividad agraria y el sector
industrial creció y se diversificó hasta la década de 1960.
Hay buenas razones para que los uruguayos miren a Nueva Zelanda e intenten
aprender cómo utilizar mejor sus recursos. Sin embargo, en este artículo hemos
advertido un segundo hecho estilizado que puede sintetizarse en el hecho de que los
uruguayos han observado solo una parte del problema y han omitido otro: las
diferencias de ambas economías con relación a los países líderes de la economía
mundial se han ampliado por igual en el largo plazo e, inclusive, el desempeño relativo
de nuestros países también empeoró con relación a las nuevas economías exitosas del
último tramo del siglo XX. El extraordinario punto de partida de ambas economías,
basado en sus grandes recursos naturales productivos, las ubicó en una posición
privilegiada en el ranking mundial. Sin embargo, esta posición de privilegio, basada en
los recursos naturales, fue incapaz con el paso del tiempo de garantizar una alta tasa de
crecimiento del PBI per cápita. Cada vez más, a lo largo del siglo XX, el crecimiento ha
dependido del ingenio, de la innovación y de la capacidad para explotar las economías
de escala y las economías de aglomeración. Si bien la competitividad internacional no
es fácil de alcanzar y existen muchas restricciones, sobre todo para las pequeñas
economías situadas a grandes distancias de los principales mercados mundiales, la
22
tecnología moderna permite encontrar nuevos nichos y nuevas maneras de competir en
el mercado mundial con mayor facilidad que en el pasado.
Desde este punto de vista, Nueva Zelanda tiene un mejor punto de partida que
Uruguay. Sin embargo, todavía hay muchos indicadores que señalan que Nueva Zelanda
continuará rezagándose. Si la competitividad en el futuro solo puede alcanzarse
invirtiendo hoy en investigación y desarrollo (I&D), vemos que mientras países exitosos
como Finlandia invierten en I&D más del 3 % del PBI, y que las economías líderes
como Estados Unidos inviertes por encima del 2 %, Nueva Zelanda solo invierte un
modesto 1 % y Uruguay apenas un famélico 0,3 % de PBI.
Una cantidad enorme de talento, ingenio y esfuerzo son necesarios para revertir esta
tendencia. La pregunta es si estos requerimientos son suficientes, o si estas regiones han
sido condenadas a revertir su suerte original una vez que dejaron de ser economías de
nuevo asentamiento europeo.
6.
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25
7.
Gráficos y Cuadros
Gráfico 1. PBI per cápita de Nueva Zelanda y Uruguay (promedio ponderado de
Alemania, Francia, Estados Unidos y Reino Unido = 100)
180
NZ/ 4
160
UY/ 4
Fr-Al em-GB-EE.UU
140
120
100
80
60
40
20
1870
1876
1882
1888
1894
1900
1906
1912
1918
1924
1930
1936
1942
1948
1954
1960
1966
1972
1978
1984
1990
1996
2002
0
Fuente: Basado en Maddison (2009)
Gráfico 2. PBI per cápita de Uruguay con relación a Nueva Zelanda (UY/NZ)
1,00
0,90
0,80
0,70
0,60
0,50
0,40
0,30
2002
1996
1990
1984
1978
1972
1966
1960
1954
1948
1942
1936
1930
1924
1918
1912
1906
1900
1894
1888
1882
1876
1870
0,20
Fuente: Basado en Maddison (2009)
Gráfico 3: Términos de intercambio de Nueva Zelanda y Uruguay, 1870-1989 (1913=100).
140
120
100
80
60
40
20
NZ
UY
1870
1875
1880
1885
1890
1895
1900
1905
1910
1915
1920
1925
1930
1935
1940
1945
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
0
Fuente: Basado en Briggs (2003) y Bértola (2005)
26
Gráfico 4. Relación renta/salario, 1870 - 1989
140
Uruguay
120
New
100
80
60
40
20
1870
1875
1880
1885
1890
1895
1900
1905
1910
1915
1920
1925
1930
1935
1940
1945
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
0
Fuente: Basado en Bértola (2005)
Gráfico 5. Población en Nueva Zelanda y Uruguay, 1870 – 2005 (log)
15,50
UY
15,00
NZ
14,50
14,00
13,50
13,00
12,50
2000
1990
1980
1970
1960
1950
1940
1930
1920
1910
1900
1890
1880
1870
12,00
Fuentes: Nueva Zelanda: Briggs (2003); Uruguay 1855 – 1955 Programa de Población, Unidad
Multidisciplinaria FCS, 1955 –2001, CELADE.
Gráfico 6. PBI per cápita de Nueva Zelanda y Uruguay con relación al promedio
ponderado del de Finlandia, Irlanda y Corea del Sur, (PP (FI-IR-CS) = 100)
600
NZ/ 3
500
UY/ 3
PP(FI-IR-
400
300
200
100
Fuente: basado en Maddison (2009)
2005
2001
1997
1993
1989
1985
1977
1981
1973
1969
1965
1961
1957
1949
1953
1945
1941
1937
1933
1929
1925
1921
0
27
Gráfico 7. Coeficiente de Gini, Nueva Zelanda y Uruguay, 1973-2000
46
44
42
40
38
36
34
NZ
32
UY
1999
1997
1995
1993
1991
1989
1987
1985
1983
1981
1979
1977
1975
1973
30
Fuente: Bértola (2005), Gráfico 4.
Gráfico 8. Carga animal por hectárea, Nueva Zelana y Uruguay, 1870-2000
1,60
1,40
1,20
UY
NZ
1,00
0,80
0,60
2000
1980
1966
1956
1946
1941
1936
1930
1921
1911
1901
1891
1871
0,40
Fuente: Álvarez y Bortagaray (2007)
Gráfico 9. Población rural con relación a la población total, Nueva Zelanda y Uruguay,
1911-2005 (%)
50
45
UY
40
NZ
35
30
25
20
15
10
5
2001
1996
1991
1986
1981
1971
1966
1961
1956
1951
1945
1936
1931
1926
1921
1916
1911
-
Fuente: Uruguay: Estudio económico y social de la agricultura en el Uruguay. Plan Nacional de
Desarrollo Económico y Social. Oficina de Programaciòn y Polìtica Agropecuaria del MGA.
CIDE, Sector Agropecuario. 1967. Nueva Zelanda: Prichard (1970) – Hawkes (1985) - Phil
Briggs NZLIER (2003)
28
Cuadro 1. Nueva Zelanda y Uruguay en el Ranking mundial de acuerdo al nivel del PBI
per cápita, 1870, 1913, 1950, 2000
1870
3
7
Nueva Zelanda
Uruguay
1913
3
14
1850
6
18
2000
23
43
Fuente: Basado en Maddison (2009)
Cuadro 2.
Una comparación de indicadores de clima en regiones de actividad pastoral intensiva: San
José de Mayo (Uruguay) y Palmerston North (Nueva Zelanda)
Nueva Zelanda
35 - 47 º
12,8
18
8
15
992
61 (marzo)
Latitud (extremos sur y norte)
Temperatura promedio anual (Celsius)
Temperatura media en enero(Celsius)
Temperatura media en Julio (Celsius)
Días de helada por año
Lluvias promedio en el año (mm)
Mes con menos lluvias (mm)
Uruguay
30 - 35 º
17
24,5
10,9
21
1005
65,6 (Julio)
Fuente: Kirby (1975)
Cuadro 3. Estructura de las exportaciones, Nueva Zelanda y Uruguay 1870 - 2000
Carne
1870-1890
1891-1910
1911-1930
1931-1950
1951-1970
1971-2000
Lana
49
38
29
23
32
11
3
16
20
23
25
21
Lácteos
1
8
28
36
26
15
1870-1890
1891-1910
1911-1930
1931-1950
1951-1970
1971-2000
Lana
24
32
35
42
53
13
Carne
19
19
32
27
22
15
Cuero
34
29
17
13
9
7
Nueva Zelanda
Oro
Pesca
22
12
3
2
0
0
Uruguay
Cultivos
5
5
11
13
9
0
0
0
0
1
3
Forestación
5
6
2
0
2
8
Otros
19
15
11
9
3
56
Otros
21
20
17
16
15
41
Total
100
100
100
100
100
100
Total
96
100
100
100
100
100
Fuente: Basado en 'Briggs (2003), Finch (2005) y Base de Datos PHES - FSC - UdelaR,
Uruguay
Cuadro 4. Tasas de crecimiento del PBI per cápita de
Nueva Zelanda y Uruguay(1870 – 1929)
Nueva Zelanda
1870-1911
1,4
1870-1912
1911-1929
-0,2
1912-1929
Fuente: Basado en Bértola, 1998; Briggs, 2003.
Uruguay
1,1
0,6
29
Cuadro 5. Población en Nueva Zelanda y Uruguay, 1870-2005
Nueva Zelanda
291.000
1.050.410
1.633.645
3.143.700
4.071.000
1870
1910
1940
1975
2005
Uruguay
420.000
1.169.000
1.988.000
2.829.000
3.418.639
Fuente: con base en Nueva Zelanda: Briggs (2003); Uruguay 1855 – 1955 Programa de
Población, Unidad Multidisciplinaria FCS, 1955 –2001, CELADE.
Cuadro 6. Población y migración en Nueva Zelanda y Uruguay, 1870-2005
(A) Miles
URUGUAY
Crecimiento
natural
1870 - 1910
1911 - 1940
1940 - 1975
1975 –
2005*
NUEVA ZELANDA
Saldo
migratorio
Total
Crecimiento
natural
Saldo
migratorio
Total
605
688
809
133
131
2
738
819
811
503
483
1.219
269
124
335
772
608
1.555
740
-250
489
929
101
1.031
Total
16
829
(B) %
URUGUAY
Crecimiento
natural
1870 – 1910
1911 – 1940
1941 – 1975
1975 –
2005*
NUEVA ZELANDA
Saldo
migratorio
Total
Crecimiento
natural
Saldo
migratorio
Total
81,9
84,1
99,8
18,1
15,9
0,2
100
100
100
65,1
79,6
78,5
34,9
20,4
21,5
100
100
100
151
-51
100
90,2
9,8
100
(C) Miles
Migración neta (miles)
URUGUAY
NUEVA ZELANDA
1870 – 1940
264.013
393.311
1941 – 2005
-248.007
435.567
1870 – 2005
16.006
828.878
* Nota, Uruguay: 1975 – 2004; Nueva Zelanda 1975 – 2005.
Fuentes: Uruguay: Banco de Datos del Programa de Población – UM – FCS – Udelar –
Dirección General de Estadística y Censos; Cabella y Pellegrino (2005) Cuadro 1 y 2. New
Zealand: Prichard (1970) – Hawkes (1985) - Phil Briggs NZIER (2007)
30
Cuadro 7. Distribución funcional del ingreso en el sector agrario de
Nueva Zelanda y Uruguay, ca 1890-1940 (%)
1891
1911
1921
1936
Promedio
Nueva Zelanda
Salario
Renta
Beneficio
28%
34%
37%
29%
44%
28%
28%
35%
37%
34%
26%
40%
30%
35%
35%
1891
1911
1921
1936
Promedio
Uruguay
Salario
Renta Beneficio
24%
56%
21%
22%
70%
8%
25%
41%
33%
28%
42%
30%
25%
52%
23%
Fuente: Álvarez, 2008, Álvarez and Willebald, 2009
Cuadro 8. Índice de cobertura educativa combinada de Nueva Zelanda, Uruguay y 4
países líderes de la economía mundial (Alemania, Estados Unidos, Francia y Gran
Bretaña), 1901-1980
NZ
1901
1911
1921
1936
1945
1950
1960
1970
1980
UY
45
53
58
57
63
65
73
86
84
4PL
20
20
20
30
36
43
52
62
68
40
50
50
50
65
73
85
92
Tasa bruta combinada de cobertura en primaria, secundaria y educación terciaria
Fuente: Bértola & Bertoni 1998, Álvarez 2008, Bértola, Camou, Melgar, Maubrigades 2009, y
estimaciones propias
31
Cuadro 9: Estructura de la industria manufacturera, valor agregado:
Nueva Zelanda y Uruguay, ca 1936-1961 (%)
1938
New Zealand
1936
Uruguay
1961
New Zealand
1955
Uruguay
Food, drink, tobacco
Textiles
Clothing, footwear, and made-up
textiles
Wood, fornitures
Paper
Printing and publishing
Leather, rubber
Chemicals, petroleum, coal
Non-metalic minerals
Basic metals
Metal products, engineering and
transport equipment
Other
23,6
13,4
46,1
7,9
23,6
5,2
39,6
13,5
7,8
4,7
1,8
3,2
2,7
11,8
4,6
3,6
7,1
3,8
1,4
4,1
5,4
5,5
4,9
6,6
7,6
9,6
6
6,5
3,1
4,9
5,5
0,6
4,5
3,4
1,6
2,9
1,1
15,2
3,8
8,9
20,7
2,1
4,9
2,3
25,2
2,2
3,8
1,7
Total
100
100
100
100
Fuentes: New Zealand: Ranking, 1992 Table 1 to 10 and Hawke 1985, Table 13.1 (A) and Table
13.1 (B). Uruguay: Bértola, 1991, Table VI.4 (181) and Table A.1 (287)
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