Mi maestra y la genial idea de Babbage José Acevedo Jiménez La prioridad de un buen maestro va mas allá de impartir clases, un maestro de verdad se preocupa por despertar el interés por la investigación entre sus alumnos. Muchos pueden poseer el conocimiento, mas no todos tienen la habilidad de transmitirlo. Aquella maestra de ojos vivarachos, mediana estatura, pelo negro y cuerpo delgado, había nacido para dedicarse a la enseñanza; quizás no era un genio, pero el amor por su trabajo y su manera de impartir “el pan de la enseñanza” hacían de Minerva Abreu, o como le decíamos cariñosamente Nina, la mejor de las maestras. Tan especiales eran las clases de la maestra Nina que, pese al pasar de los años, aun puedo recrear lo vivido en el salón; ese era el poder de Nina, enseñar para toda la vida. Entre tantas historias que puedo contar, siempre resalto la vez que Nina nos habló de Charles Babbage y su máquina analítica. Así es como la recuerdo: - ¡Jovencitos, jovencitos! me podrían decir: ¿por qué tanto alboroto? – expresó la maestra al entrar al salón. Juan José, Manuel, Andrés, Pedro, Ezequiel y yo, discutíamos sobre algo que comenté antes de iniciar la clase. - ¡Perdón maestra! – coreamos al mismo tiempo, a excepción de Ezequiel que no dijo nada. - Pido excusa por nuestro comportamiento maestra Nina, lo que sucede es que Alberto ha dicho algo muy tonto. – Se excusó Ezequiel y, por separado, refiriéndose a mí persona. - Y, ¿puedo saber eso muy tonto que dijo Alberto? – inquirió la maestra Nina. - ¡No! – exclamé, seguido de: - por supuesto que sí. – Gritado a coro por las partes involucradas. - Pues, Alberto – dijo Ezequiel tomando la palabra – cree que es posible desarrollar una computadora cuya memoria sea ilimitada, imposible de llenar. No hay dudas maestra, Alberto es un loco soñador. - Ezequiel, no está bien que llames loco a un compañero. Los sueños son el combustible que ponen en movimiento a las ideas y, me parece que su compañero ha tenido una genial y… - expresó la maestra -…hablando de ideas, eso me recuerda a Charles Babbage, su idea de desarrollar una máquina analítica, a principios del siglo XIX, fue vista como una verdadera locura. Estamos al día con el programa de clases, así que les voy hablar un poco sobre ese gran visionario que se adelantó a su tiempo. - ¡Una computadora en el siglo XIX, si que se adelantó a su época! – expresó Ezequiel asombrado. - Ya ves Ezequiel, no hay sueños de locos, sólo grandes ideas. – Enunció la maestra. – Se pueden imaginar el revuelo que causó la idea de Babbage, muchos dijeron que era una locura; pero Babbage siguió adelante e hizo los planos de su máquina. Charles Babbage nació en Teignmouth, Gran Bretaña, el 26 de diciembre de 1791. Fue un matemático e inventor que, concibió la factibilidad de construir máquinas, de cálculo, programables. El diseño de Babbage, entre engranes y mecanismos, requeriría miles de piezas que en total cubrirían el área de un campo de futbol, tal colosal proeza de la ingeniería, necesitaría la ayuda de una locomotora para poder ser accionada; por tal razón los recelosos de la época le llamaron “la locura de Babbage”. Babbage trabajó en su anhelado proyecto hasta el final de sus días. En el 1991, se construyó, basándose en los dibujos de Babbage, una máquina diferencial. La máquina funcionó a la perfección. - Supongo que le debo dar una excusa a Alberto. – Dijo Ezequiel parándose de su asiento y dirigiéndose hasta donde me encontraba. – Lo siento Alberto, espero que tu idea, como la de Babbage, algún día sea una realidad. – Expresó ante toda la clase. - No pasó nada, mi querido amigo. – Le dije, recibiendo de él un fuerte abrazo y los aplausos de todos los presentes.