GT Nº 11: RELIGIÓN Y POLÍTICA LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS POR LA IGLESIA METODISTA DURANTE LA DICTADURA URUGUAYA: UNA MIRADA DESDE EL PUNTO DE VISTA DE QUIENES FUERON PROTEGIDOS POR ELLA DORA GONZÁLEZ [email protected] LILIÁN HERNÁNDEZ [email protected] FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS, UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL URUGUAY Palabras claves: Metodismo, Derechos Humanos, Dictadura cívico militar I.RESUMEN Desde que se instaló la Iglesia Metodista Uruguaya (IMU) ha intervenido en la formación y desarrollo de nuestro país, en áreas como: la educación, la salud y la ayuda a los más desprotegidos, etc. El Credo Metodista se fundamenta en “Crear” un sujeto que pueda valerse por sí mismo e individuos solidarios para una sociedad más justa. El Movimiento Metodista se oponía a que el Estado-Iglesia se mantuviera distante a los problemas sociales originados por la época de la Revolución Industrial de tener una sociedad injusta. La investigación que nos planteamos se centra en los hechos ocurridos durante las décadas del ´60 y ´70; período en el que los metodistas tuvieron un fuerte compromiso en la defensa del estado de derecho y de los Derechos Humanos. Este grupo de trabajo ha realizado en el año 2009 una primera aproximación al estudio del compromiso de los metodistas en la defensa de los Derechos Humanos civiles y políticos durante el gobierno de facto en Uruguay. La bibliografía existente hace poca referencia a la actuación de las iglesias durante dicho período; en ocasiones solo aparece mencionada la Iglesia Católica pero no la metodista. Uno de los principales hallazgos que resultó de los testimonios de los entrevistados fue el apoyo que la IMU les brindó a los presos políticos y a sus familiares, ofreciéndoles recursos materiales y la atención a casos particulares. A partir de esta información nos proponemos conocer la perspectiva de aquellas personas que según los metodistas fueron auxiliadas por ellos. 1. Introducción En el año 2009, este grupo de trabajo desarrolló una investigación fundamentada en el análisis de la colaboración de la Iglesia Metodista Uruguaya durante el gobierno de facto en nuestro país. Al indagar en esta temática observamos que la bibliografía existente hace escasa referencia a la actuación de las iglesias durante dicho período, y esta tendencia no es ajena al hablar de la IMU. Mediante la consulta a fuentes secundarias quedaron demostrados hechos que reafirman el accionar de la IMU durante la Dictadura en materia de Derechos Humanos. Por lo que la presente investigación pretende incorporar relatos y experiencias de vida por aquellos civiles que durante el período cívico militar fueron ayudados por la IMU. A continuación se detallará: la metodológica utilizada en la investigación (2); luego nos centraremos en una breve reseña histórica de los hechos ocurridos antes y después de la dictadura cívico militar Uruguaya (3); también se plantean aquellos obstáculos que la IMU debió afrontar durante la Dictadura cívico militar (4); por otro lado se destaca la actuación del la IMU en materia de defensa de los Derechos Humanos durante dicho período (5); se presentan las consecuencias personales a la que los entrevistados metodistas se enfrentaron por su cooperación durante el período dictatorial (6); y se relatan ejemplos brindados por informantes calificados sobre la colaboración que la IMU les brindó (7); y por último se establecen las conclusiones finales del trabajo (8). 2. Metodología El diseño de la estrategia metodológica fue considerado en base a los objetivos del estudio. De éste modo, se utilizó la entrevista en profundidad, entendida como “reiterados encuentros cara a cara entre el investigador y los informantes, encuentros dirigidos hacia la comprensión de las perspectivas que tienen los informantes respecto de sus vidas, experiencias o situaciones, tal como las expresan con sus propias palabras. Las entrevistas en profundidad siguen el modelo de una conversación entre iguales, y no de un intercambio formal de preguntas y respuestas. (…) el propio investigador es el instrumento de la investigación, y no lo es un protocolo o formulario de entrevista.”1. Dado que aun en la actualidad de nuestro país continúan heridas abiertas de aquel período dictatorial, los nombres de los 1 S.J. Taylor & Bogdan. entrevistados quedarán en el anonimato de esta investigación, pero no serán anónimos para la reconstrucción de la historia. Se entrevistaron a cinco personas (tres mujeres y dos hombres) mayores de 55 años, que actualmente residen en Montevideo, y que de una manera u otra han sido ayudados por la IMU durante el período de facto. Durante la investigación surgieron conflictos metodológicos que limitaron en cierta medida el progreso de este trabajo. Algunos de ellos, fueron: la avanzada edad de los entrevistados, y el fallecimiento de personas cuyos relatos son claves para comprender la tarea de la IMU; el presente temor de los entrevistados a hablar de su pasado y ser censurados, así como también tormentosos recuerdos que aun hoy invaden la cotidianeidad de aquellas personas que fueron perseguidas políticamente, y como consecuencia debieron ser exiliadas. 3. El decaimiento de la democracia y la actuación metodista En esta breve reseña histórica pretendemos señalar el contexto en el que se encontraba nuestro país a partir de mediados de los ´50 y algunos hechos que fueron importantes y que lo condujeron a un camino de violencia y destrucción de la institución democrática, así como también referirnos a episodios puntuales que estaban afectando a Latinoamérica y al mundo. Consideramos oportuna tener una noción de este contexto histórico para poder luego comprender más claramente los hechos relatados por nuestros entrevistados, como asimismo aquellos encontrados en documentos como el Archivo Histórico de la Iglesia Metodista uruguaya. Veamos que sucedía en nuestro país… Uruguay en la primera mitad del siglo XX se había caracterizado por una vida democrática, pluralista, asentada en un persistente bipartidismo, una extendida clase media, un buen sistema de seguridad social y una economía basada en las exportaciones agropecuarias y la industrialización de esas materias primas2. Nuestro país era “La Suiza de América”, una singular realidad social y política dentro de América Latina. Pero estos rasgos de nuestro país van a cambiar creando un ambiente en el cual va a irrumpir la violencia. Distingamos algunas características de la situación de Uruguay previa a la Dictadura: 2 Julio María Sanguinetti, “Capítulo I: 1963, nace una historia”, La Agonía de una Democracia, Ed. Taurus, Montevideo, 2008, pág. 17. Crisis económica La Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea (1950-1953) generaron ingresos por exportaciones. El crecimiento industrial había dinamizado a la agricultura (al necesitar mayores cantidades de maní, girasol, trigo, etc.) pero no sucedió lo mismo con la producción ganadera (para la cual el país es más apto). La crisis ganadera repercutió en las compras de la industria manufacturera y al disminuir el empleo y salarios, bajó el consumo de la población3. Pero alrededor de 1955 (cuando Uruguay tenía el mejor ingreso per cápita de América Latina) ni la industria ni las exportaciones de carne y lana, devaluadas en sus precios (aproximadamente en un 40%), brindan un sustento suficiente para un Estado que ha crecido4. Esto imposibilita el hecho de ganar mercados exteriores, importantes para la economía uruguaya al tener un mercado interno reducido. La economía perdió su ritmo de crecimiento y aparece el fenómeno de la inflación: en 1956 es de un 6%, en 1958 casi un 20%, en 1963 es un 44% y en 1967 se llega a un 136%. Como consecuencia el sindicalismo realiza reclamos salariales y los empresarios ajustan precios, había incertidumbre5. Tanto el sector público como el privado disminuyeron su nivel de inversiones de capital. La crisis hasta empieza a socavar la condición de asalariados de excepción que tenían los bancarios. Crisis demográfica La sociedad se estancó en su evolución poblacional. Se reduce la natalidad y emigra mayoritariamente la población con edades medias y nivel educativo medio a superior. Esto trajo como consecuencia por ejemplo, la disminución de calificación de la oferta de mano de obra. La extensión de los beneficios del sistema de seguridad social a una mayor proporción de la población agravó su crisis. El estancamiento e inflación provocó que disminuyera la capacidad financiera del gobierno para aumentar tanto la demanda de jubilaciones como la de empleo. Crisis del sistema político La fragmentación bipartidista en la medida en que se incrementaba la competencia electoral es mayor pero esto traía como consecuencia una creciente dificultad para obtener mayoría parlamentarias, de tener un programa sólido y aún teniéndolo, costaba implementarlo. Otros aspecto fue el “clientelismo” (conseguir “favores” como jubilaciones, trabajo, teléfonos, etc. para conseguir votantes) otorgados por clubes y dirigentes políticos, lo que llevó a 3 Gerardo Caetano y Milita Alfaro, “Capítulo V”, Historia del Uruguay Contemporáneo, Facultad de Ciencias Sociales, Dpto. de Ciencias Políticas, Montevideo, 1995, págs. 225 y 226. 4 Julio María Sanguinetti, o. cit. Pág. 19. 5 Julio María Sanguinetti, o. cit. Págs. 20 y 21. una “privatización de la política”6. En 1959 y 1960 el nuevo gobierno blanco tiene una política pro rural y anti industrial lo que era la antítesis del neobatllismo, el Estado uruguayo no estaba en condiciones de representar con eficacia los intereses agrarios. Desde 1958 a 1971 el Estado no puede mantener políticas estables y a largo plazo. Los partidos tradicionales se vieron sin sus figuras más importantes: en 1959 falleció Luis Alberto de Herrera y en 1964 Luis Batlle Berres. El sistema político estaba en una etapa de compromisos con fracciones, partidos, sectores de actividad económica y grupos sociales. Ningún partido pudo cumplir su rol de ser un intermediario entre el Estado y la sociedad y esto los fue desprestigiando7. Contexto internacional En Cuba la guerrilla de Fidel Castro y Che Guevara convocaba la idea de que nuestra América Latina, pobre y desigual, solo podía desarrollarse por la vía de la Revolución. El movimiento tuvo su auge en los años 60 y 70 cuando se extendió a Brasil, Chile, Argentina, Perú, Nicaragua y en Uruguay. En Brasil de dio el Golpe de Estado en 1964, en Chile en setiembre de 1973 y en Argentina en 1976. En el panorama internacional comienza un nuevo conflicto y distinto: la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética que disputaron la hegemonía mundial (casi durante 40 años) sin llegar a enfrentarse militarmente de forma directa. La Guerra de Vietnam va a ser controvertida para Estados Unidos, dejándolo en una posición hostil a los procesos de transformación del mundo subdesarrollado. En 1968 se da el Mayo Francés, que se inició cuando se produjeron una serie de huelgas estudiantiles en muchas universidades e institutos de París, seguidas de confrontaciones con la universidad y la policía. Ante esta situación que se vivía en el país desde mediados de los ´50 y durante la década de los ´60, aparecen nuevos actores que querían emprender “acciones directas”. Surgieron tanto grupos de ultraderecha como de ultraizquierda, dentro de los primeros encontramos a la “Juventud Uruguaya de Pie”, JUP y el “Comando Caza Tupamaros”, pero el grupo armado más importante fue el “Movimiento de Liberación Nacional” (Tupamaros) de izquierda. El MLN surgió hacia 1965 como la confluencia de varios grupos vinculados a algunos partidos de izquierda y de la organización de los cañeros de Bella Unión liderados por Raúl Sendic (un joven dirigente socialista). Oscar Bolioli nos manifestó que la época de violencia se dio antes con Pacheco y los 6 Gerardo Caetano y Milita Alfaro, “Capítulo V”, Historia del Uruguay Contemporáneo, Facultad de Ciencias Sociales, Dpto. de Ciencias Políticas, Montevideo, 1995, pág. 232. 7 Gerardo Caetano y Milita Alfaro, o. cit. pág. 235. tupamaros habían sido reprimidos antes del Golpe de Estado. Según el entrevistado los militares tenían una sola visión de cómo se debía conducir el país por lo que destruían toda ideología contraria a ella. Por ese entonces, según Araceli Ezzati, en los años 60 los metodistas se involucraron en el movimiento intelectual de la Teología de la Liberación (y habíamos estado estudiando con Juan Luis Segundo y otra figuras católicas), se trataban temas que tenían que ver con la fe y la justicia. Hubo un acercamiento muy importante de la Iglesia Metodista uruguaya y las de América Latina porque se estaba comenzando a dar toda esa situación de la lucha por la justicia social. Debemos tener presente que Juan Luis Segundo quien fue un filósofo y teólogo jesuita uruguayo, conocido por ser una de las figuras del movimiento Teología de la liberación que intent responder a la que los cristianos de América Latina se plantean de cómo ser cristiano en un continente oprimido. En este período del país la Iglesia Metodista del Uruguay empezó a documentar su vida y misión formándose su Archivo Histórico, fue la impulsora de la construcción del Hospital Evangélico así como también alentaron la creación de la Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay constituida en 1955. A su vez, en el inicio de la década de los ´60 mientras se presenta esa situación en Uruguay la Iglesia crea el Consejo Metodista de Educación Cristiana con el fin de lograr un crecimiento espiritual y moral tanto en niños, jóvenes como adultos así como también formar “mesas redondas” para tratar temas propios de pareja, familia y del hogar. Además inaugura la “Sala de Lectura Evangélica” para personas religiosas o no que desearan leer en un ambiente agradable en donde se podía encontrar revistas y libros sobre diversos temas y no sólo de carácter religioso. En setiembre de 1960 la Iglesia Metodista uruguaya fue invitada a la II Conferencia Evangélica Latinoamericana (en Lima, Perú) para que pensara, junto con otras iglesias, la naturaleza de su mensaje en medio de la situación cambiante de nuestro continente y de nuestro país, (consideraron específicamente su responsabilidad social frente al vertiginoso cambio social y la forma en que este influyó sobre la propia vida, el mensaje, testimonio y estructura de las Iglesias). A partir de esta reflexión se crea (en 1961) ISAL (movimiento de Iglesia y Sociedad en América Latina”) debido al impulso de líderes metodistas uruguayos. Va a ser fuerte su presencia en la intelectualidad montevideana y latinoamericana debido a que publicó y distribuyó la revista “Cristianismo y Sociedad” cuyo contenido intelectual cruzaba la Teología con la Filosofía y con otros pensares humanísticos. En el documento “Iglesia, Cultura y Sociedad” del archivo histórico de la Iglesia Metodista se dice que: “Si alguien dijera desde una perspectiva contemporánea a la nuestra que “Cristianismo y Sociedad” fue el fermento inteligente de una actitud religiosamente revolucionaria y militante en el seno del cristianismo en general y el metodismo uruguayo en particular, no se equivocaría”8. Entre los ideólogos ISAL y su revista se encontraba Julio Barreiro quien había sido un distinguido militante de Izquierda destacado por su profesión como abogado, docente, a nivel político, literario, editor, (incluso del Consejo Mundial de Iglesias) y a nivel religioso (fue predicador laico de la Iglesia Metodista uruguaya). En 1964 viajó a Paris donde estudió el Marxismo en la Universidad de Sorbona, conocimiento que luego lo volcaría en la lucha transformadora del Uruguay de los ’70 lo que lo provocó que fuera preso. Por este motivo y como algunas acciones humanitarias de la Iglesia Metodista en Uruguay tuvieron apoyatura en la relación internacional de ISAL (como veremos más adelante a partir de los relatos de los entrevistados) creemos que su creación es un hecho relevante a señalar. En 1964 el Pastor Emilio Castro cerró una charla de Iglesias Protestantes (donde los cristianos daban testimonio de su fe) en la explanada de la Universidad mientras que frente y detrás de él había un largo cartel por la lucha de la defensa del presupuesto universitario. Un año más tarde, en el programa de televisión “Conozca su Derecho” (en donde se buscaba la representación de diferentes personalidades del país del pensamiento y cultura aparecen algunos pastores metodistas: Emilio Castro), Néstor Castro, Oscar Bolioli y otros. A Castro se lo vinculaba con la izquierda, él quería intervenir en una negociación entre los tupamaros y militares por lo que había dejado mensajes en varios baños públicos diciendo que estaba dispuesto a mediar. Poco después, la policía encuentra a Castro en la calle con esos mensajes cayendo del bolsillo por lo que fue preso durante diez días preso. Durante 1966 la Iglesia Metodista uruguaya a través de su contacto local, el Pastor Earl Smith, fue el puente para lograr que se concretara la “Conferencia sobre No Violencia” en la que en lugar de venir el Pastor Martin Luther King (como se dijo en un principio pero que no se pudo dar) asistió el Pastor Metodista de Tennessee, James Lawson. Esto fue muy importante porque participaron delegados procedentes de diferentes países latinoamericanos en medio de la situación por la que estaba pasando nuestro continente. 8 Rodolfo Míguez, Iglesia, Cultura y Sociedad, Iglesia Metodista del Uruguay, Comisión de Historia y Archivo Histórico: “Dr. José Alberto Piquinela”, pág. 9. En cuanto a obras sociales podemos destacar que en el año 60 la Iglesia Metodista en Sarandí Grande cumplía 30 años y tenía como “pastor residente” a Oscar Bolioli. Esta Iglesia era destacada en la época por sus aportes a la comunidad local en cuanto a la realización de actividades deportivas, conferencias, teatro, capacitación laboral, etc. como además lo fue la obra de Malvín en donde se atiende a preescolares y hasta se promueve el juego de las bochas entre los jubilados o la “venta económica de ropa” organizada por la Iglesia Metodista de Paso de los Toros para ayudar a los más carenciados. A principios de los ´60 eran pocas las personas que conocían las duras condiciones en las que tenían que trabajar los cañeros de Artigas: salarios bajos, las leyes sociales no se aplicaban, los salarios eran cobrados con vales que podían ser canjeados por alimentos, vestimenta, alcohol o yerba a precios en cantinas regenteadas por la misma empresa más altos que los normales9. En 1968 los cañeros de UTAA (Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas) llegan nuevamente a Montevideo en una marcha “Por la tierra y con Sendic”, su arribo fue precedido por numerosos incidentes policiales. En una página web del Frente Amplio “Partido por la Victoria del Pueblo” se hace referencia a que la caravana había recorrido todo el país con el apoyo (de distinta intensidad) de diversas fuerzas sociales, políticas y de la Iglesia10. Cuando nos referimos al episodio de “La Iglesia y los Cañeros” hacemos referencia a cuando los metodistas del Cerro habían formado parte del comité de ese barrio a los cañeros en su larga marcha y que se alojaron en el primer día de su llegada (el 26/04/1968) en esa Iglesia Metodista. En el segundo día fueron a poblar un campo cercano a esta Iglesia pero mantuvieron en depósitos sus ropas y otras pertenencias en “La Casa de la Amistad” (como se le llamaba a esa Iglesia Metodista) e iban a bañarse. Además, en el documento del archivo histórico de la IMU se indica que Lourdes Pintos (una mártir de esta marcha) dejó a un hijo suyo en manos de una familia de la Iglesia Metodista del Cerro que luego lo adoptaron11. El 6 de mayo de 1968 (luego de la represión policial del Día de los Trabajadores) se llevó a cabo un acto en el que participaron 5.000 personas católicas y protestantes, unidas, homenajeando al pastor de los Derechos Humanos Martin Luther King que había sido asesinado un mes atrás. 9 César di Candia, “La acción directa sale a escena por primera vez”, Memoria: el camino de la violencia uruguaya, Volumen 3, El País, 2006, pág. 9. 10 Partido por la Victoria del Pueblo- 567- Frente Amplio, El 68 uruguayo: Se intensifican las movilizaciones populares, <http://www.pvp.org.uy/?p=328> 11 Rodolfo Míguez, Iglesia, Cultura y Sociedad, Iglesia Metodista del Uruguay, Comisión de Historia y Archivo Histórico: “Dr. José Alberto Piquinela”, pág. 16. Mientras que el 9 de agosto había un grupo de jóvenes manifestando que buscó refugio en la Iglesia Metodista Central, esta recibió un impacto de bomba de gas lacrimógeno lanzada por un piquete policial desde la vereda de enfrente que cayó afuera (pero la intención era que estallara adentro) mientras que en el templo había mucha gente que estaba participando de un concierto de música sacra. Tiempo después se tira otra bomba que destruyó la puerta de la Iglesia y esto afectó su orden interno porque fue una situación que causó miedo. En este año también se recurre al régimen de Medidas Prontas de Seguridad con la finalidad de que el Poder Ejecutivo gobernara por decreto evitando que el Parlamento y otros organismos del Estado participen. El Poder Ejecutivo mediante estas medidas abarcó todas las actividades gubernamentales violando lo establecido en la Constitución de la República12. A partir de 1968 las acciones de los tupamaros fueron cada vez más violentas. Aquellos que para cierta parte de la población fueron inicialmente vistos como una especie de “Robin Hood” (por ejemplo por el episodio en el que toman un camión de Manzanares y reparten los víveres que tenía a los miembros del los asentamientos de Timbués y Aparicio Saravia) endurecieron su accionar con una sucesión de asaltos (Casino Carrasco y Casino San Rafael); de bombas destructivas (Sudamtex, el Bowling de Carrasco y el Club de Golf); secuestros a funcionarios públicos (Pereira Reverbell y Frick Davie), a diplomáticos (Jackson y Díaz Gomide), a empresarios (Molaguero y Pellegrini Giampietro); copamientos (Pando en 1969 y Soca) y asesinatos (Mitrione, el peón Baéz, Morán Charquero y varios policias), etc. Frente a esta convulsión socio politica, en 1970, quien había sido elegido como el primer Presidente de la Iglesia Metodista (autónoma) en el Uruguay (el Pastor Emilio Castro) en diciembre del año anterior define el lugar de la Iglesia en la Sociedad: “Yo no creo que haya muchos hermanos que sostengan que la Iglesia no debe hablar, ni estudiar, ni considerar temas políticos, porque la Iglesia, de una u otra manera, siempre lo ha hecho”13. Por ello, en 1970 la Iglesia Metodista mantiene un diálogo interior a la comunidad cristiana que le permitiera (desde la fe y no desde ideologías) proclamar el Evangelio en los aspectos socio-político-económico y culturales del Uruguay de aquel momento. Como veremos al hablar con los entrevistados, este factor va a ser muy importante y va a tener consecuencias en las acciones de la 12 Benjamín Nahum, “Guerrilla y autoristarismo”, Manual de Historia del Uruguay, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 2005, págs. 268 y 270. 13 Rodolfo Míguez, Iglesia, Cultura y Sociedad, Iglesia Metodista del Uruguay, Comisión de Historia y Archivo Histórico: “Dr. José Alberto Piquinela”, pág. 18. Iglesia Metodista. Un ejemplo de este accionar (entre otros que veremos más adelante) fue en Santa Lucía que ante un severo conflicto de carácter gremial en la fábrica de calzados SERAL (empresa que empleaba a 400 obreros) dejó “a la intemperie” a la asamblea de trabajadores a la que la Iglesia Metodista les abrió su templo siendo como “casa del pueblo”. Un año más tarde, en 1971, se produce la fuga de tupamaros del Penal de Punta Carretas y el Poder Ejecutivo encomendó a las Fuerzas Armadas la lucha antisubversiva. También se producen las elecciones nacionales que resultaron en la victoria del Partido Colorado; como consecuencia en 1972 Juan María Bordaberry asumió la Presidencia de la República. El 16 de abril de ese mismo año se suprimieron las garantías individuales y se declaró el “Estado de Guerra interno”. Ante esta coyuntura interna, el pastor Brun fue “el clérigo” de varios comandos tupamaros con el fin de eludir los efectos de una alteración psíquica a la que estaban expuestos por la clandestinidad. Pero en mayo de ese año son detenidos por las Fuerzas Conjuntas este pastor y su esposa Angélica De Vita por pertenecer al movimiento MLN-Tupamaros. También fueron detenidos los Pastores Ademar Olivera (como nos dirá en su relato), Heber Cardozo entre otros. Emilio Castro expresaba: “En estos dramáticos momentos, a todos nos toca una cuota parte del sufrimiento. Más que nunca necesitamos orar por los unos y por los otros e interceder delante de Dios por nuestro país. Nuestra pequeña comunidad metodista se ve alcanzada por la detención de varios hermanos y de algunos pastores. Esperamos que cuando se vuelva a la normalidad institucional podamos conocer de sus propios labios los motivos de su detención, las condiciones de la misma y las acciones realizadas que pudieran explicar arrestos tan prolongados. [...] No aceptemos explicaciones fáciles, que pretenden justificar cualquier tipo de tortura moral o física en nombre de una posición ideológica o de una supuesta o real eficacia”14. Esta Iglesia además de comprometerse con la situación política de Uruguay continúa haciendo obras sociales, un caso fue en Santa Lucía en donde gracias a el diálogo de esta institución con el Club de Leones y la Inspección Departamental de Primaria se pudo contar con el local del Centro Cristiano para abrir las puertas del primer Jardín de Infantes. 14 Rodolfo Míguez, Iglesia, Cultura y Sociedad, Iglesia Metodista del Uruguay, Comisión de Historia y Archivo Histórico: “Dr. José Alberto Piquinela”, pág. 19. Finalmente en 1973 se efectúa el Golpe de Estado, donde se disuelven las Cámaras Legislativas y de las Juntas Departamentales, la CNT (Convención Nacional de Trabajadores) declaró la huelga general. Como consecuencia se generan manifestaciones populares que son reprimidas con violencia. Ocurre la prisión de Líber Seregni y el exilio de Wilson Ferreira Aldunate. En noviembre se decreta la disolución de los partidos políticos (Comunista, Socialista y otros) y organizaciones gremiales (Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay –FEUU-). El tema de los Derechos Humanos está presente en la Iglesia Metodista: sermones, libros, artículos, programas radiales, presentaciones televisivas, folletos y todo lo que la Iglesia dice apunta a ellos. Asimismo, se continúan diferentes obras sociales: “Club de Ancianos” (hogares diurnos para ancianos, como el de la Aguada), “Venta Económica de Ropa”, “Campamentos”, “Escuela de Vacaciones” y “Guarderías”, así como también el Centro de Capacitación Juvenil en el Cerro (puesto en marcha en 1975 para los jóvenes más carenciados y sin oportunidades por la situación que les rodea) . Y con el proyecto “Buscando una música propia” se procuró motivar, conservar, formar y animar a todos en la Iglesia a hacer a la música parte de su vida y su compromiso social porque se vinculaban la fe y los Derechos Humanos con la música. Margarita Merklen de la Iglesia Metodista en Durazno sería su encargada, pero el proyecto quedaría trunco por su exilio. Sin embargo, lo que sí se pudo realizar fue un campamento de música de dos semanas de duración (“Musicampo”) en Colonia Valdense. En el archivo histórico de la Iglesia Metodista uruguaya se expresa que: “sin el paraguas institucional de la Iglesia Metodista, eventos de este tipo, no hubieran tenido lugar por entonces”15. Un año más tarde, en 1976 es Asesinato de Zelmar Michelini, Héctor Gutierrez Ruiz y otros exiliados en Buenos Aires. Se produce la destitución de Bordaberry de la Presidencia de la República y asume Alberto Demicheli. Por otro lado, se genera la detención y posterior desaparición de Elena Quinteros en la Embajada de Venezuela y como consecuencia, ruptura de relaciones diplomáticas. En ese contexto, la actuación de la Iglesia Metodista se hace cada vez más firme y en Montevideo se crea una oficina atendida por una asistente social para asistir a las personas (en trámites de documentación, hospitalización, hospedaje, trabajo, etc.) del Interior del país que se radican en la capital. 15 Rodolfo Míguez, Iglesia, Cultura y Sociedad, Iglesia Metodista del Uruguay, Comisión de Historia y Archivo Histórico: “Dr. José Alberto Piquinela”, pág. 21. Durante 1977 la Iglesia Metodista, por decisión de Asamblea, hizo que los Derechos Humanos fueran prioritarios en su tarea, y más específicamente, el apoyo a los familiares y a los presos políticos. Aunque si bien esa decisión la tomó la Asamblea, las autoridades de la Iglesia Metodista uruguaya tuvieron que negociar con los militares, pero no en relación a la supervivencia de la Iglesia. Lo que se negociaban eran las visitas a las cárceles, el derecho de los familiares a la contribución y en algunos casos el cambio de la situación de la vida de muchos en su lugar de detención. En 1980 frente a los abusos y desapariciones cometidas durante la dictadura cívico militar, ACNUR (Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Refugiados) desde las instalaciones de la Iglesia Metodista realizó una labor meritoria en la persona de María Teresa Aiscar que ayudó a mucha gente que salía de la cárcel a encontrar tranquilidad y dar seguridad en otros países. Todos esos años caracterizados por la convulsión social concluyen en un diálogo entre políticos y militares llamado pacto del Club Naval. En el año 1985 renuncia Gregorio Álvarez, se instalan las Cámaras Legislativas y los Gobiernos Departamentales; Julio María Sanguinetti asume la Presidencia de la República; y se origina la Ley de amnistía para presos políticos, restablecimiento pleno del Poder Judicial. 4. Como el clima vivido durante la Dictadura afectó a la Iglesia Metodista Uruguay en la primera mitad del siglo XX contaba con una vida democrática, pluralista, asentada en un persistente bipartidismo, una extendida clase media, un buen sistema de seguridad social y una economía basada en las exportaciones agropecuarias y la industrialización de esas materias primas (Sanguinetti, 2008, p. 17). Pero estos rasgos característicos del Uruguay van a verse modificados por un ambiente en el cual va a irrumpir la violencia y el abuso del poder. Este contexto derivó en que muchas instituciones extranjeras y también uruguayas tomaran ciertas medidas buscando una solución para una mejora de la situación, una de ellas fue la Iglesia Metodista y es a su intervención durante este período a lo cual este trabajo se va a referir. En setiembre de 1960 la IMU fue invitada a la II Conferencia Evangélica Latinoamericana (en Lima, Perú) para reflexionar, junto con otras iglesias, la naturaleza de su mensaje en medio de la situación cambiante de América Latina y de Uruguay (consideraron específicamente su responsabilidad social frente al vertiginoso cambio que se estaba dando y la forma en que este influyó sobre la propia vida, el mensaje, testimonio y estructura de las Iglesias). La IMU decidió tomar una posición clara respecto a la defensa de los Derechos Humanos, poniendo énfasis en la atención a las víctimas (que podrían estar o no detenidas) y a sus familiares. Por esta razón la Iglesia fue acusada de estar motivada con ideologías opuestas al régimen del gobierno de ese momento. Una vez instaurada la Dictadura uruguaya, los metodistas emprenden diferentes posturas. Se da un enfrentamiento entre los mismos miembros, donde estaban quienes se oponían a la postura que había tomado la Iglesia en defensa de los Derechos Humanos manifestando que esta no debía meterse en temas políticos o que estaban destruyendo a la Iglesia por apoyar causas que eran contradictorias a la Teología Cristiana. Y otros que con su silencio acompañaban a la Dictadura, y muchos que por miedo a que se los tratara de comunistas, tupamaros o subversivos no se involucraron con la causa. Esta situación trajo consigo una disminución de la membrecía (aunque su mayoría permaneció fiel) y separación en otras congregaciones autónomas de la Iglesia Metodista. A pesar de ello, esta decisión tomada por la Iglesia Metodista produjo satisfacciones. Por ejemplo en 1985 Oscar Bolioli (Co-Secretario General de ISAL Iglesia y Sociedad en América Latina- y presidente de la IMU desde 1975) comentaba que al estar en Nueva York recibió una carta firmada por Raul Sendic, Jorge Manera Lluveras, Eleuterio Fernández y Julio Marenales (quienes eran miembros del MLN: Movimiento de Liberación Nacional, un movimiento político de Uruguay que tuvo una etapa de actuación como guerrilla urbana de izquierda radical durante los años 1960 y principios de los 70) en la que se estaba escrito: La invalorable ayuda que ustedes prestaron a nuestro pueblo y en particular a los familiares de los presos políticos durante estos oscuros doce años, entre otros tantos hechos, nos hizo comprender que no estábamos solos y que la solidariedad es una palabra plena de contenido. Queremos por todo esto hacerle llegar nuestro más sincero agradecimiento en nombre de todos nuestros compañeros tupamaros […] Para hacerle frente a la terrible situación que vivía nuestro país durante esos años, los metodistas organizaron encuentros literarios ocultos y siempre con el temor de ser encontrados. Bolioli relataba que al asumir la secretaría general del movimiento “Iglesia y Sociedad” pasó por una situación desagradable al tener que desmantelar (regalar y vender) toda una biblioteca calificada como la mejor del pensamiento religioso y político. Lo más difícil para él fue entregar la colección completa de Marx y Engels que finalmente el Partido Socialista se hizo cargo. El entrevistado afirmó que en una ocasión cuando estaba a punto de volver a nuestro país (estaba en ese momento en Estados Unidos) su hermano militar le avisó que lo estaban buscando por lo que no era conveniente su arribo, se lo estaba vinculando con el Partido Socialista. Según el relato de este pastor más allá de la difícil situación que atravesaba el país, estas personas se atrevieron a pelear por los Derechos Humanos al punto de arriesgar sus propias vidas. De esta forma se fueron consiguiendo “pequeños logros”. 5. La situación interna de la Iglesia Metodista y la defensa de los Derechos Humanos durante la Dictadura Es relevante destacar que la mayoría de los colegas y miembros de la Iglesia que participaron no lo hacían en nombre de ella, sino como metodistas, lo que es una cosa diferente, según el relato de la pastora Araceli Ezzati. Por ejemplo, había ocasiones en las cuales la Iglesia Metodista producía, durante la Dictadura, documentos bastante importantes que no contaban con la aprobación de todos, pero había gente que se sentía “forzada” a hacerlo. La Iglesia Metodista recibe a personas de todas las ideologías si bien tiene una teología muy clara en su historia. Dentro de la Iglesia había gente perteneciente a grupos muy conservadores (tanto ideológicamente como económicamente) y cuando el enfrentamiento se hace más grave ocurren casos donde metodistas se van de la Iglesia y forman otra organización porque ya no pueden encontrarse en un mismo templo al estar en posiciones tan diferentes. Sin embargo, durante la Dictadura ocurrió algo muy interesante porque personas que estaban en desacuerdo con la acción de los tupamaros y con el movimiento armado fueron capaces de colaborar con la entrega de paquetes para las familias de los detenidos (porque lo hacían desde su fe). Según palabras de Bolioli la Iglesia Metodista había enviado al Parlamento una carta en la que se denunciaba las torturas a los presos. Hubo una preocupación por sus condiciones y se realizaron gestiones para tratar de acompañar y aliviar el dolor de muchas familias y para tratar que el gobierno autorizara a la Iglesia a visitar a determinadas personas que estaban detenidas o también a ayudar a la familia de los presos que estaban en condiciones precarias. En aquel momento esto último estaba estipulado dentro de los criterios jurídicos militares como “asistencia al que delinque” lo que se correspondía con tres años de penitenciaría. Sin embargo, algunos miembros de la IMU como Ilda Vence (primera pastora en ser presidenta de la IMU) realizaron visitas al Penal de Libertad para atender las necesidades de los presos y de sus familiares. En lo relativo a la ayuda hacia los familiares de presos políticos, podemos destacar el dinero que se les daba para el pasaje para visitar a sus familiares que estaban presos porque muchos de ellos venían de otros departamentos (como Artigas) hacia el Penal de Libertad (por ejemplo) y no contaban con el suficiente ingreso para poder viajar. Además, se les daba un surtido mensual de alimentos o medicamentos para las familias necesitadas. Este apoyo a los familiares se realizaba bajo el rubro de “Promoción Humana”. Ademar Olivera, pastor que fue entrevistado, comentaba que cayó preso en 1972 en Durazno por vínculos con el MLN. Él ayudó a gente que estaba sufriendo o que estaba incomunicada y con muchas limitaciones. Desde ese lugar realizó un trabajo pastoral (con limitaciones por lo que suponía estar preso) y trasmitió consuelo y esperanza a los otros que se encontraban en su misma situación. Cuando lo trasladaron al Penal de Libertad se logró la autorización para realizar estudios bíblicos entre sacerdotes y pastores que estaban presos hasta que se consiguió tener una misa para todos que iba alternándose entre los pisos de la cárcel. En aquella época y en el contexto en el que se vivían esto fue importante porque pudo haber ayudado a muchas personas. Oscar Bolioli comentaba que uno de los objetivos fue la atención de casos porque la gente no sabía con quien hablar o en quien confiar. Pero sí había personas que conocían que la Iglesia Metodista tenía una posición no conforme con la Dictadura y por lo tanto venían a hablar y descargar la angustia interna que sentían. Esta Iglesia se comenzaba a conocer como una “iglesia solidaria” en el medio de la situación social que se estaba viviendo. 6. Consecuencias personales a la que los entrevistados metodistas se enfrentaron por su cooperación durante el período dictatorial A continuación detallaremos las consecuencias personales a las que los entrevistados se enfrentaron por su cooperación en la defensa de los Derechos Humanos durante el período dictatorial. Para el Pastor Oscar Bolioli, en 1976, con el golpe de estado en Argentina, las cosas comenzaron a ponerse más difíciles y un episodio que él mismo vivió en carne propia así lo demuestra. Un domingo, a la salida del culto central, la organista le comenta que su tío es fiscal militar y que tiene una orden de arresto contra él; esa misma tarde regresó a Buenos Aires y aprovechó un viaje a Ginebra para salir a Europa, la recomendación era no volver. Sin embargo luego de su viaje a Buenos Aires y de pedir opiniones para tomar la decisión de volver al país, regresó a Montevideo y se enteró de que la orden había sido retirada. Asimismo, Olvera nos expresó que dentro de la Iglesia hubo personas pertenecientes a diferentes partidos y concepciones políticas. Para Ademar Olivera la dictadura fue un período muy oscuro de su vida, ya que estuvo detenido en Durazno, después en el Penal de Libertad en donde habían tres pastores evangélicos y siete sacerdotes también, entre todos hacían una tarea pastoral. En otros departamentos hubo otros pastores detenidos por distintos motivos durante semanas o meses. Olivera estuvo 14 meses detenido, después 10 años, (casi 11) con libertad vigilada, o sea que no podía salir del departamento de Montevideo, y si cambiaba de domicilio tenía que informarlo, de lo contrario sería sancionado. Habiendo vivido estas represiones, Olivera considera que el periodo de facto fue un clima de miedo y de temor que se respiraba en el ambiente e incluso se veía en los ojos de las personas. Por ejemplo, al ser liberado Ademar Olivera le puso la condición a la Iglesia de ejercer la tarea pastoral solo en Montevideo (estuvo en La Aguada, Buceo, Malvín, Cerro y Belvedere) porque en el interior iba a ser difícil el relacionamiento con la gente sabiendo lo que había sucedido. Fue un periodo de silenciamiento que de alguna manera se reflejaba en la actitud de la gente y en los miembros de la Iglesia eso también afectaba el trabajo pastoral. Por ejemplo, cuando Ademar realizaba las predicas, muchas veces se percataba de que entraban personas a la institución que estaban grabando; por lo tanto, debían ser sumamente minuciosos en la realización de la prédica, y tomar el recaudo de averiguar cuando venía alguien y decía que estaba siendo perseguido. Siempre había que estar alerta… los teléfonos estaban intervenidos… Más allá de esto, una vez finalizada la Dictadura, Ademar Olivera ha recibido muchos reconocimientos por su participación ante la resistencia contra la Dictadura y búsqueda por modificar la situación, lograr la libertad y la democracia. Sin embargo, Olivera ve estos reconocimientos como una satisfacción y alegría pero con ese sentimiento de que no era un héroe ni nada por el estilo sino simplemente alguien que contribuyó a poner un granito de arena para salir de la Dictadura y volver a la democracia. Aunque, hoy por hoy siguen existiendo repercusiones de su actuación en la Dictadura, y Olivera sostiene que más allá de su elección política, no se tiene porque involucrar a toda la Iglesia. 7. Testimonios de personas que fueron ayudadas durante la dictadura militar por la Iglesia Metodista Uruguaya Una pareja de unos 70 años aproximadamente son privados de libertad y denunciados por su propio hijo que había estado en Cuba. Al padre lo llevan preso a la Base Naval de Laguna del Sauce (departamento de Maldonado, Uruguay) y lo torturaron. Eran personas que solo sentían alguna simpatía por la Izquierda. Tres años más tarde deciden liberarlos pero las Fuerzas Armadas exigen que para que suceda esto se tenía que pagar cama y comida de cuando habían estado presos. Lo único que tenía la pareja era una pequeña propiedad pero que para venderla tenían que estar libres y para esto había que pagar, entonces lo que se discutía era si la Iglesia podía hacerlo. En la Iglesia Metodista la resistencia a dar dinero a los militares era muy fuerte pero al final se resolvió hacerlo para ayudarlos. Este fue un caso insólito porque no había otro con el cual comparar. En esta ocasión se decide ayudar económicamente a estas personas con el fin de que pudieran ejercer su derecho a la libertad. • Uno de los entrevistados, que en el año 1975 trabajó en la marina acudió a la ayuda de la Iglesia Metodista porque se le hizo imposible tolerar las escenas de tortura que allí se daban. Mediante la actuación de Bolioli, quien se contactó con un amigo suyo que trabajaba en el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, el entrevistado pudo darle de baja a su trabajo y recibir protección de la ONU en Francia. Los entrevistados declararon que además fueron ayudados por la IMU a emigrar del Uruguay hacia el exterior. La función de los metodistas fue fundamental, ya que eran los encargados de legalizar la salida de los perseguidos políticos, y además colaboraban con la reinserción de la persona en el exterior. Dado que las personas que acudían al exilio eran quienes habían sido privadas de libertad por mucho tiempo, no poseían los contactos suficientes para emprender un viaje al exterior, en este sentido, la IMU se contactaba con simpatizantes del clero para que reciban a los perseguidos y les brindara un apoyo mínimo hasta que lograran establecerse. Gracias al rol que tenía Bolioli de estar encargado de los proyectos y finanzas de ISAL fue posible la relación con agencias cooperantes de Norteamérica, de Europa y con el Consejo Mundial de Iglesias. Estas acciones permitieron que muchas personas pudieran estudiar y capacitarse durante esta época. Bolioli remarcaba que lo más arriesgado fue el proveer recursos para esta gente que tenía que salir por razones de seguridad personal. Se habían conseguido fondos gracias a las iglesias de Estados Unidos y al Consejo Mundial de Iglesias, había confianza mutua de que los metodistas iban a administrar esos fondos para hacer pasar a la gente de Uruguay. Las salidas se realizaban a Brasil (algunos se iban de aquí a Europa) o Argentina (para ir a Canadá o Chile donde sin embargo meses después se dio el Golpe de Estado). Desde Buenos Aires había un vuelo directo a Toronto de la línea “Canadian Pacific” (por lo que no había que pasar ni por Estados Unidos, ni por Chile, etc.), por lo que se sacaba a la persona por el departamento de Colonia (Uruguay) para que llegara a la capital argentina. Posteriormente se le daba dinero para el pasaje, se hacia la reserva y los metodistas mandaban a Toronto (a las oficinas de este país) el nombre de la persona a llamar, el número de vuelo y día, mientras que la Iglesia de Canadá le daba habitación y le permitía entrar como refugiado. Los entrevistados vagamente recuerdan el detalle de que tenían un código secreto que los identificaba como enviados por la Iglesia Metodista. El mismo consistía en que debía poseer una tarjeta o una notita de la persona que lo mandaba y tener la esquina superior derecha doblada porque esto significaba que la persona era confiable. Pero como contaba Bolioli, también se quedaban con la duda cuando rechazaban a alguien por no tener este código porque podría ser que realmente necesitara ayuda para salir del país y alguien les había comentado que los metodistas podrían colaborar o que de lo contrario fuese un infiltrado y descubriera lo que se estaba haciendo. El testimonio de una ex maestra, y militante del MLN reafirma lo hecho por la IMU en materia de Derechos Humanos. Ella nos comentó que el primero de junio de 1972 (a los 21 años de edad) fue desaparecida e inicialmente “cayó” presa en el Cuartel de Caballería junto con su ex marido. Allí permaneció recluida durante menos de un año, donde fue torturada tanto física como psicológicamente. Tras varias torturas y demás crímenes de lesa humanidad fue trasladada al sexto piso de Jefatura, y juzgada por encubrimiento, atentado a la constitución, y demás delitos; finalmente, años más tarde, fue traspasada a la Cárcel de Mujeres (actualmente Cabildo). Luego de cuatro años de detención, fue liberada; sin embargo las persecuciones militares se hacían cada vez más intensas. En el año 1975, la entrevistada fue “liberada”, sin perjuicio de ello, continuaron las persecuciones hacia su persona y hacia su entrono familiar. En el año 1979 fue tal la situación que acudió a contactarse con la IMU y es allí donde conoce a María Teresa y Oscar Boioli. Ellos son los que se encargan de organizar el exilio de la entrevistada hacia Brasil; cuenta que el viaje lo emprendieron en ómnibus junto con una niña, su madre y otra persona, todos ellos eran perseguidos políticos por lo que no contaban con los documentos necesarios para emprender un viaje de similares características. Otro tipo de ayuda fue la repartición de una donación de la Embajada Sueca para los familiares de los presos políticos. En 1978 cuando Oscar Bolioli estaba viajando para Suecia lo llama su embajador (no sabía cómo se había enterado de ese viaje) y le informa que su gobierno tenía interés de hablar con él. Se le plantea que el Parlamento sueco, a solicitud de los uruguayos refugiados en Suecia había sacado una ley en la cual el gobierno sueco iba a mandar una ayuda de tres toneladas de ropa y víveres para los familiares de los presos. Se visualizaron diferentes alternativas para que esta donación llegara a su destino, una de ellas era mandarla al gobierno uruguaya para que este la repartiera, pero claro, se corría el riesgo de que no llegara a los beneficiarios. Otra opción consistía en que el gobierno sueco mandara a la Embajada uruguaya y se repartiera, pero este hecho podría ser visto como una intervención en los problemas políticos de Uruguay. La última alternativa era que alguna institución confiable se hiciera cargo de recibirla y distribuirla y así fue, según un reporte de la embajada sueca la Iglesia Metodista uruguaya era la adecuada para ello pero debía dar una respuesta antes de que Bolioli se fuera de Suecia. Esta situación era complicada porque al estar los teléfonos intervenidos no podría llamar a Montevideo para explicar lo que sucedía, por lo que el pastor pidió tiempo hasta la mañana siguiente para tomar la decisión. Durante la noche llamaron refugiados uruguayos que querían hablar con él pero se tuvo que negar a recibirlos porque no sabía si podían ser enviados. Al día siguiente le comunicó a la Iglesia Metodista en Uruguay que iba a apoyar el pedido pero que no sabía cómo, dos semanas más tarde al llegar a nuestro país explicó más detalladamente lo que deseaba hacer. Al preguntarle qué garantías tenían se le contestó que solamente se iba a escribir una corta, pero esto no era suficiente seguridad para actuar. Bolioli opinó que si hubiera ocurrido algún inconveniente la Embajada sueca habría respondido aunque todo se llevó a cabo normalmente. El Instituto Crandon (fundado por la maestra metodista Cecilia Güelfi) fue uno de los “refugios” para profesores y maestros destituidos por la Dictadura. Araceli Ezzati recordaba que día a día allí se recibían las listas de los profesores que tenían que ser borrados de la enseñanza porque formaban parte de partidos políticos o que cualquier persona que era sumariada en cualquier institución del Estado debía ser inmediatamente despedida de todos los ámbitos educativos. Pero que en Crandon “hubo maneras creativas de conservar personas en otras tareas (tareas en las cuales el sumario no les quedaba)”. Ella expresaba: “esto creo que fue relevante porque salvaguardó la dignidad más que la fuente laboral”. Como el movimiento tallerista que había surgido en esa época no entraba dentro de la educación formal, se podía ayudar a incorporar a personas que no hubiesen podido trabajar. Siempre se corría el riesgo de que la institución pudiera sufrir una sanción y en casos en los la situación personal era muy riesgosa, las personas decidían retirarse para no perjudicarla. 8. Conclusiones A partir del testimonio de los entrevistados y de las fuentes secundarias se desprendería que la misión de esta Iglesia no fue solamente la evangelización, sino también estar al servicio de las necesidades de las personas, comprometiéndose tanto con la realidad social y política de Uruguay pero además de América Latina. La defensa de la dignidad humana se ve en el espíritu de la Iglesia Metodista de ayuda al prójimo, de solidaridad y de justicia social. En medio de la violencia, represión, miedo, falta de confianza, pérdidas humanas e incertidumbre, algunos metodistas deciden tomar una posición de colaborar con los más perjudicados (aunque esto significara la pérdida y separación de algunos de los miembros de la Iglesia) e inclusive poner la fe por encima de sus propias ideologías para luchar por quien lo precise. La separación que se había dado en la década de los ´20 en Uruguay de las iglesias y los asuntos del ámbito público en los ´60 se comienza a disolver, se interviene en la vida social pero principalmente se denuncia la situación política (si bien dentro de la misma Iglesia Metodista había algunos miembros que decían que no correspondía tratar estos asuntos). Los metodistas entendieron que su tarea pastoral consistía en comprometerse con la situación social y que esta no les resultara ajena porque esto es el mensaje de Cristo. Este trabajo de recaba testimonios que son experiencias que formaron parte de la vida de estas personas y que por la temática en sí incluían situaciones no fáciles para recordar por el sufrimiento, pérdidas de conocidos, etc. Lo que se desprende a partir de la investigación es la importancia para los miembros de la Iglesia Metodista de no solo servir a Dios, sino también a la gente y sobre todo a los más desprotegidos. Más allá de las creencias personales que cada uno tenga, se debería tomar en cuenta los principios por los que estas personas se rigieron y comenzar por lo básico: el respeto, estar atento a las necesidades y sufrimientos de los otros, promover la paz, justicia y solidaridad. Bibliografía S.J. Taylor & Bogdan. Julio María Sanguinetti, “Capítulo I: 1963, nace una historia”, La Agonía de una Democracia, Ed. Taurus, Montevideo, 2008. Gerardo Caetano y Milita Alfaro, “Capítulo V”, Historia del Uruguay Contemporáneo, Facultad de Ciencias Sociales, Dpto. de Ciencias Políticas, Montevideo, 1995. Rodolfo Míguez, Iglesia, Cultura y Sociedad, Iglesia Metodista del Uruguay, Comisión de Historia y Archivo Histórico: “Dr. José Alberto Piquinela”. César di Candia, “La acción directa sale a escena por primera vez”, Memoria: el camino de la violencia uruguaya, Volumen 3, El País, 2006. Partido por la Victoria del Pueblo- 567- Frente Amplio, El 68 uruguayo: Se intensifican las movilizaciones populares, http://www.pvp.org.uy/?p=328 Benjamín Nahum, “Guerrilla y autoristarismo”, Manual de Historia del Uruguay, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 2005.