ver testimonios

Anuncio
LOS TRES TESTIMONIOS QUE CONOCERÁ LA JUEZA
Jose Sagarna Uriarte, fusilado
Yo, Vicenta Sagarna, hermana de José y la sobrina Izaskun Sagarna comparecemos ante Ud.
Jueza María Servini de Cubría para testimoniar dentro de la Querella 4591/110 a favor de
nuestro familiar sacerdote José Sagarna asesinado por las fuerzas sublevadas.
Con él, fueron 16 los sacerdotes vascos asesinados por los franquistas: 14 de Gipuzkoa y
Bizkaia, 2 de Nafarroa, y un franciscano natural de Palencia, asesinado en Araba. Si todos los
fusilamientos son espeluznantes, el caso de nuestro familiar José es especialmente injusto y
conmovedor debido a su corta edad, 24 años y escasos 16 meses de ejercicio del ministerio
sacerdotal. Cuando otros optaron por exilarse en vista del peligro, él llevado por su inocencia y
generosidad volvió a su antigua feligresía, en plena línea de fuego.
José Sagarna nació en Zeanuri, pueblo rural de Bizkaia, en las faldas del monte Gorbea. Se
ordenó sacerdote en junio de 1935 y le nombraron el mismo día coadjutor de la Iglesia S.
Ignacio de Amalloa, de 249 habitantes. Siguiendo el consejo de su predecesor optó por
hospedarse en otro caserío distinto al habitual, por no considerarlo el más adecuado, puesto
que el dueño, un jauntxo (cacique) del pueblo, había mantenido relaciones extramaritales con
la maestra, hasta hacerle un hijo, de modo que fue despedida. Se le quitó también el cuidado
de la sacristía, pasándolo a la otra familia. Los desencuentros eran, pues, anteriores a la
llegada de José. Este por su parte desoyendo los requerimientos del jauntxo, se hospedó con la
familia del caserío Errota, lo que acabó de encender el su rencor hacia el joven coadjutor.
Debido, sin duda, al conflicto, el obispado trasladó a José a otra parroquia (Berriatua), cuando
apenas llevaba un año en Amalloa.
Al poco de estallar la guerra, José pensó en exilarse, como lo hizo el cura que le sustituyó en
Amalloa. Por lo que fuera, no consiguió embarcarse para el exilio. Otro sacerdote del lugar le
aconsejó volver a Amalloa, diciéndole que “no tenía nada que temer, pues no había hecho
nada y que le necesitaban”. Inocentemente, o si se prefiere, ingenuamente, en octubre volvió
a su primera parroquia de Amalloa-Larruskain, sin percatarse que se metía en la boca del lobo,
por dos razones, la presencia del frente de combate en plena parroquia y la enemistad del
jauntxo. Los sublevados tras unas batallas muy sangrientas, se habían adueñado de la cima de
Amalloa. Logró un salvoconducto para moverse por la parroquia. Preguntó incluso si debería
presentarse a las autoridades del mando nacional. Volvió a hospedarse en el caserío Errota,
que encontró lleno de gente desplazada de la cima. Esos mismos días, el jauntxo culminó su
venganza, delatándole ante el mando como “furibundo nacionalista”.
El domingo día 18 celebró la misa de costumbre y el lunes le vinieron a buscar una tropa de 16
hombres al frente del comandante Molina. Le prendieron y le llevaron con los ojos cerrados y
las manos atadas al caserío Amulategi en la cima, donde estaba el mando del frente. Aquí, sin
juicio y ante las protestas del propio capellán del frente nacional, le fusilaron y remataron el 20
de octubre de 1936 en un altozano, desde donde podía ver la iglesia de Larruskain cumpliendo
su última voluntad.
El crimen lo perpetran los militares, requetés o falangistas, al mando del comandante Molina,
sin mediar ningún juicio. Bastó la acusación del cacique que por desavenencias con el párroco
anterior y con los vecinos, cambió de chaqueta política pasando al bando contrario,
poniéndose por entero a su servicio.
Los compañeros y su Obispo así se manifestaron por José:”Joven y angelical sacerdote que
llevaba solamente unos meses de coadjutor”. Cumplía sólo 24 años. En Zeanuri en la familia
conservamos como reliquia las cuerdas con las que le ataron al apresarle hasta su muerte y no
se ha dejado de hablar ni un sólo día de la muerte de José.
La parroquia de Amalloa estuvo vacante durante un año y el nuevo cura en funciones recordó
a los feligreses que hacía un año que había sido fusilado y que no se había hecho nada en
público por su alma, animándoles a la celebración del aniversario de D. José, el 23 de octubre
de 1937.
“...era conveniente rezaran en el acto un responso, los fieles comenzaron a llorar en aquel
momento. Después de misa se dirigieron hacia su sepultura, donde le habían enterrado sin
ataúd... Al día siguiente se dirigió el padre carmelita con asistencia de feligreses y se celebró
una misa en su sufragio. Dos días más tarde, el administrador apostólico (Mons. Lauzirica)
nombraba por telégrafo un sustituto del padre Gabriel, y preguntaba si la misa celebrada en
sufragio del finado Sr. Sagarna había sido cantada o rezada”. ¡Vaya sensibilidad cristiana que
demuestra el prelado! Por segunda vez, la autoridad eclesiástica juega con los nombramientos
para castigar al mensajero.
En 2007, en la Plaza de San Pedro en Roma se celebró la beatificación de las víctimas de la
guerra civil, de sólo un bando. Se silencian las víctimas del otro bando. La beatificación
manipuladora y partidista nos ofendió enormemente. Como recogió la prensa, yo como
hermana exclamé: “Nosotros no somos nadie o ¿qué? La sangre no es agua, por eso sentimos
mucha impotencia ante la ceremonia del Vaticano. ¿Y los nuestros, qué? No estoy en contra de
nadie, pero aún nadie nos ha pedido perdón”.
El 13 de octubre de 2013 el Vaticano y la Iglesia española del Sr. Rouco ha vuelto a canonizar
en Tarragona otros 522 sacerdotes o religiosos fusilados, con honores de “mártires de la fe”.
Tras 76 años de silencio, otro trago más de inmensa amargura para la familia Sagarna,
agravado por la intervención del propio Papa Francisco que silenció las otras víctimas del
franquismo, olvidando la causa incoada a favor de ellos y en contra del franquismo por las
instituciones de su patria Argentina.
El que fue su monaguillo, Juan Zabala, confiesa que “vió cómo traían el cuerpo desangrado en
una camioneta, y cómo le enterraban vestido con los borcegúies puestos, en la tierra del
cementerio de Larruskain, sin caja, como un perro”. Juan se encargó de indicar con una estaca
el lugar donde fué asesinado. Cuando se caía o pudría, ponía otra, hasta que en 1988 el
Ayuntamiento de Markina-Xemein edificó una cruz de cemento.
A los veinte años de los hechos, su otro hermano cura acudió a Larruskain con la idea de llevar
el cuerpo de José a su pueblo natal, Zeanuri. En vista de lo que le estimaban y querían los
parroquianos, decidió dejar el cuerpo de su hermano en el cementerio de Larruskain, donde
descansa.
Documentos:

Historia General de la Guerra Civil en Euskadi, Tomo V. Editado por Euzko
Apaiz Taldea.

Consejos de Guerra contra el Clero Vasco. Autor, Anxo Ferreiros Currás.
Editado por Intxorta Kultur Taldea.
Responsable Militar de la ejecución:
Comandante Molina
José Ariztimuño Olaso, “Aitzol”, fusilado
Su hermano Nemesio, exilado
Como familiar de José y Nemesio, deseo elevarle a Ud. Jueza María Servini de Cubría mi
testimonio en defensa, sobre todo, de José Ariztimuño, vilmente asesinado y de su hermano
Nemesio, exilado. Eran naturales de Tolosa.
José se libró de ser asesinado en Amara (Donostia) logrando exilarse a Francia el 18 de julio
1936. De regreso por mar en el buque Galerna en viaje a Bilbo, fué capturado el 15 de octubre
de 1936, ingresó en la prisión de Ondarreta (Donostia) y fué fusilado el 17 de octubre. Su
hermano Nemesio, adscrito en Donostia, se exilió a Francia el 10 de julio de 1937.
Promueve en el movimiento obrero la solidaridad entre los trabajadores vascos y anula
prejuicios entre socialistas y comunistas, y fue compañero de fatigas de Alberto Onaindía,
quien le dedica un capítulo de su libro “Hombre de Paz en la Guerra”. Pero sobresale por su
especialidad en historia, teatro, economía social, folklore, lengua vasca, que tenía su reflejo en
la prensa popular con un reconocido prestigio. A pesar de limitarle en ocasiones en su
actividad de comunicador, el obispo declara su valía con estas palabras:
“Y con respecto a la guerra, yo sé positivamente que sus idas y venidas obedecían justamente a
su criterio y empreño de que los nacionalistas vascos no actuaran en ella. Con todo, se dio
muerte a Sr Ariztimuño, siendo éste antes de su muerte, bárbara y cruelmente martirizado”.
Efectivamente, previendo la victoria de los nacionales, en julio se exilió a Baiona donde hizo
una labor de auxilio a la juventud vasca también exiliada. Pero, como escribió en su última
carta de su vida, entre la disyuntiva de ir a Bilbo o quedarse y trabajar de periodista
internacional, se decide por lo primero y el 15 de octubre embarca en Baiona para Bilbo en el
buque Galerna, un bacaladero de la Pysbe que hacía servicio regular. Germán Gómez, capitán
del Galerna vendió el barco y todos sus pasajeros a los fascistas por 200.000 pesetas.
Cuatro bous armados le esperaron a la altura de Pasajes. Los alzados, al saber la noticia, la
celebraron, “Aitzol estaba en sus manos”. Alberto Onaindía que le había desaconsejado ese
medio de transporte, le dio el último abrazo al compañero del alma, y dice:”cae prisionero de
los franquistas. Está escrita la negra historia de lo que sucedió al gran Aitzol. Fusilado contra el
muro del cementerio de Hernani, su cadáver fue arrojado en el hoyo entre zarzas, en tierra no
sagrada. A dos metros de su tumba reposa mi hermano Celestino, sacerdote, condiscípulo y
gran amigo de Don José Ariztimuño”.
Todos los presos capturados en el Galerna fueron torturados y pasados por las armas, menos
el francés Jean Pelletier, que quedó para contarlo, seis meses después, en el diario Ce Soir y
reproducido en Euzko Deia los día 4 y 11 de julio:
“En el primer piso el guardián me lleva a una antecámara, pieza grande y desnuda. Oigo
gemidos, ruido mate de vergajos sobre un cuerpo. En la pieza próxima golpean, torturan a un
hombre. Oir dar palos a un animal es ya lastimero, ¡cuánto más maltratar a un hombre! Los
golpes suenan a intervalos regulares. Los gemidos son ahora gritos agudos, luego lastimeros y
finalmente se ve que falta el aliento... Estoy helado de espanto, de horror. Abrese una puerta y
aparece el hombre torturado. Es el inteligente sacerdote Ariztimuño, mi amigo de Galerna y no
puede verme. Gime débilmente y anda a duras penas...”
El 17 de octubre Aitzol es puesto en libertad con otros por orden del juez, lo que debe
entenderse que se les deja “libres” para ser fusilados.
Documentos:

Consejos de Guerra contra el Clero Vasco, de Anxo Ferreiros Currás. Editado
por Intxorta Kultur Taldea.

Historia General de la Guerra Civil en Euskadi, Tomo V. Editado por Euzko
Apaiz Taldea.

Libro del testigo Jean Peletier

Noticias del Diario Vasco de la época

“En Libertad”

Solicitud para exhumar los cuerpos

Reconocimiento de la Guardia Civil del lugar del enterramiento.
Francisco Errazti Albizu, pena de muerte
Yo como sobrina de Francisco quiero comparecer ante la Jueza María Servini de Cubría para
testimoniar dentro de la Querella 4591/110 a favor de mi tío sacerdote Francisco Errazti
Albizu. Francisco no fue fusilado como tantos compañeros en Gipuzkoa el año anterior, pero
tuvo que convivir dos penosos largos años de prisión con la sentencia de pena de muerte,
corroborada por el propio Generalísimo Franco, clavada en su corazón.
Era natural de Sestao con domicilio en la casa cural de Burceña, donde ejercía de coadjutor de
la parroquia de Baracaldo y encargado de Burceña. El 1 de julio de 1937, el jefe de Inspección,
de Investigación y Vigilancia de Barakaldo redactó el siguiente informe de acusación: “Que por
noticias recogidas por diversos conductos, Don Francisco Errazti Albizu es un significado
nacionalista que continuamente ha hecho protestas contra el Ejército Nacional e incluso
estando las tropas nacionales en Bilbo, decía públicamente “no había que tener cuidado
alguno, pues nuestros muchachos los harán retroceder”, habiendo hecho siempre
manifestaciones a favor de la independencia de Euzkadi y de su “liberación”, así como también
demostraciones de hostilidad contra la gloriosa invasión española. Dicho sacerdote tiene
voluntario a un hermano capitán en un batallón nacionalista y otro en servicios auxiliares en el
mismo”
Ante tales acusaciones en esa misma fecha se ordena su detención y es interrogado sobre los
extremos de que se le acusa ante esta Inspección a las 18:30. Hace la declaración más atrevida
y valiente que leemos de todos estos procesos, como con el pecho abierto, convencido de su
País Vasco, de su lengua…y así escribe el secretario: “…que si es cierto que es nacionalista de
ideas desde su infancia…, sí ha manifestado su ideario siempre a conocidos y amistades, que
sus convicciones nacionalistas tienen su base en la firme creencia de que el País Vasco por sus
costumbres, estudios de lengua y literatura vascas…tiene su fisonomía autóctona de
personalidad propia y distinto al resto de los pueblos que le rodean…”A cuantas preguntas se le
hizo, respondió a todas con aseveraciones de ese tenor.
En un oficio del Juzgado Militar Permanente de 3 de julio de 1937 consta su ingreso en la
prisión-convento del Carmelo, a disposición del Juez Instructor, Sr. Junco, ante quien el
sacerdote va a ratificar y todavía va a ampliar su declaración: “…que desea su triunfo sobre el
ejército nacional. Sin embargo que siempre ha tenido presente lo dispuesto en el canon 148 del
Derecho Canónico en cuanto determina que los sacerdotes no fomentarán las luchas intestinas
que puedan existir dentro del país”
El 14 de agosto de 1937 el Juez da por concluida la instrucción y ratifica el procesamiento de
Francisco Errazti junto a otros cuatro sacerdotes, Vicente Sainz Rodríguez, Nazario Sarasola
Acarregui, Román Jauregui Urizar, Enrique Arriaga Aguera. Enviado por Pío X les visitó
Monseñor Antoniutti quien no demostró mayor interés por ayudarles de verdad en el trance
tan crítico que vivían. Únicamente hizo de correo de una carta un tanto sospechosa en que
Errazti y otro sacerdote simulaban enmendar su discurso. Digo sospechosa, por cuanto que
ambos tomarían una actitud distinta a la humillante reflejada en la carta, una vez que
estuvieron todos juntos en la cárcel de San Isidro de Dueñas en Palencia. La carta extraída de
los archivos franquistas puede verse como un reflejo de la Iglesia vencida que buscaban los
sublevados vencedores.
Es una de las sentencias más duras de todas las analizadas, con una pena de muerte a
Francisco Errazti, cuya preparación intelectual es un agravante, dos penas de prisión perpetua
y dos de prisión mayor de 16 y 12 años. He aquí los considerandos fundamentales comunes a
todas ellas:
“1) que los principales propagandistas de la rebelión vizcaitarra y mantenedores eficaces de
ella han sido, en muchos casos, los sacerdotes, en quienes al prender la idea separatista fueron
a su vez acérrimos propagandistas de la misma. 2) aún sabiendo que el Ejército Nacional lucha
con un sentido plenamente católico por la catolicidad de la España entera, lo que refleja no
sólo su adhesión espiritual al Movimiento rojo-separatista, antes de convertirse en guerra, sino
durante ésta. 3) como circunstancias agravantes de su responsabilidad criminal concurre la
gran transcendencia de los hechos realizados por el mismo, por su continuidad, preparación
intelectual que en él se advierte y ejemplo dado a sus feligreses (lo subrayado es nuestro)”
En esto se basó la campaña por toda España, sobre todo, en el ambiente curial, que los califica
de miserables, en algunos casos, suspensos a divinis, indignos sacerdotes, metidos en política
del lado de los rojo-separatistas contra los salvadores de la España Católica. Es la doctrina del
Nacional-Catolicismo, de la denominada Cruzada.
“FALLAMOS que debemos condenar y condenamos al procesado FRANCISCO ERRAZTI ALBIZU,
como autor de un delito de adhesión a la rebelión militar, con las circunstancias agravantes de
su transcendencia, a la pena de muerte. Alos procesados….” Prosigue la sentencia con los otros
cuatro condenados acusados del mismo delito en distinto grado. El 1 de agosto de 1937 la
sentencia “fue declarada firme y ejecutoria tan pronto como se reciba el enterado del Cuartel
de S.E., quedando entre tanto en suspenso la pena capital impuesta”
A mi tío Francisco Errazti le notifican la pena de condenado a muerte en el oficio que llega de
la Secretaría del Jefe de Estado con el ENTERADO de Franco, firmado el 27 de agosto de 1937.
Con este “enterado” clavado en el corazón, le trasladaron a Nanclares de la Oca y luego a la
cárcel de Ondarreta de tan triste recuerdo, pues de allí han salido la mayor parte de los
sacerdotes fusilados sin proceso alguno. Aquí su condena de muerte cobraba visos de realidad,
aunque también pensaría que era un afortunado frente a los que fueron fusilados sin juicio. Y
allí, separado de sus amigos, con esa espada de Damocles encima va a vivir durante más de
dos años, hasta que el 17 de diciembre de 1939 le notifican la conmutación de la pena de
muerte por la inferior en grado, o sea, cadena perpetua, que más adelante rectificarían a 30
años. A continuación inicia un viaje a Carmona (Sevilla), pasando por las cárceles de Yeserías,
Alcázar de San Juan, Linares y al fin se encuentra en Carmona con los compañeros de Carmelo
de 1937, donde con otro compañero trabajó en la traducción del inglés del libro Facetas
Democráticas.
El 23 de enero de 1943 se le concede prisión atenuada en su domicilio de Bilbo. A finales de
1944 queda libre y se le destierra a Logroño. En 1946 regresa, por fin, a su patria chica,
Barakaldo. Falleció a la edad de 82 años en 1976.
Documentos:

Consejos de Guerra contra el Clero Vasco, de Anxo Ferreiros Currás. Editado
por Intxorta Kultur Taldea.
Historia General de la Guerra Civil en Euskadi, Tomo V. Editado por
Descargar