Aprendiendo vivir sin rencor

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Aprendiendo a vivir sin rencor.
Las emociones son emociones y no se les puede clasificar en buenas
o malas; lo que si pudiera ser clasificado de esta forma es el manejo que a
éstas les damos. Una de las emociones con las que más contacto solemos
tener como seres humanos es la ira, y cuando ésta se vuelve una
constante, se convierte en rencor.
Pongámonos cómodas/os para que disfrutando, poco a poco,
relajadamente y saludablemente descubramos este aprendizaje que nos
puede ir llevando a vivir sin rencor.
La palabra “perdón” ha sido ya mencionada en múltiples ocasiones en
talleres, conferencias, cursos, artículos, etc. como un elemento
importante en la vida del ser humano, a pesar de ello, pareciera que aún
queda poco claro que es, que no es, y como podemos llevar a cabo este
proceso del perdón (porque a diferencia de lo que muchos piensan , el
perdón es un proceso que requiere de tiempo, pero sobre todo, de una
gran consciencia humana), luego entonces, me gustaría ir clarificando
algunos hábitos del pensamiento que limitan nuestra capacidad de
perdonar, ya que esta capacidad es la que nos irá librando de rencores.
Has escuchado frases
como:
“Me la deben”.
“Me controlan mis
emociones” o “la
emoción es más
fuerte que yo”.
"Yo no merezco ser
feliz”.
Justo estas son algunas de
las ideas que van provo-
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cando que nos estanquemos en la
ira/rencor y con ello otorguemos el
poder a las otras personas dejando que
las actividades y/o los actos que
realizan cuarten nuestra libertad, dicho de
otra manera, el perdón nos da la libertad para que las actividades y los
actos de otras personas dejen de tener poder sobre nosotros. Por
ejemplo, a veces escucho a personas decir: “Siempre me hace enojar….” y
es cuando me pregunto, ¿en verdad el otro tiene tanto poder sobre ti
como para hacerte enojar siempre que quiere o eres tú quien se enoja por
X o Y razón?; porque si el/la que se enoja eres tu, así también puedes
decidir no enojarte buscando una forma diferente de reaccionar o de
poner un límite, sin dejar que estos enojos se hagan crónicos y/o
permanentes.
Así entonces,
perdonar significa
recobrar la paz
interior y volver a
ser libres para
amar. Ya que
como diría uno de
estos
anónimos
que dejan alguna
frase
escrita
“perdonar
nos
evita
las
consecuencias de
la ira, el alto costo
del odio y el desperdicio de nuestra propia fuerza”.
Cuando vivimos momentos de adversidad, nos gusta apartar de
nuestra realidad lo que estamos viviendo, sin darnos cuenta de que es
una parte necesaria y, que gracias a lo que nos sucede podemos crecer y
llegar a ser mejores, ya que si nos quedamos atrapados en el dolor para
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demostrar al mundo que hemos sido
heridos, estaremos malgastando la
vida.
Perdonar significa que ya no
permitiremos que esa vieja herida nos siga
causando sufrimiento, pues nos ayuda a aceptar nuestros errores y los de
los demás, mientras nos hace conscientes de que ninguna equivocación
puede definir la totalidad de una persona.
Un elemento toral
para el mejor manejo de
la ira y que ésta no se
convierta en rencor, son
nuestras creencias al
respecto de lo que
significa el perdón, ya
que ello facilita o
dificulta el camino.
Así pues:
Perdonar no es olvidar,
ya que solo sabemos que
hemos perdonado cuando, al recordar una experiencia que fue dolorosa
la podemos exponer con serenidad y sin sentir malos deseos para la otra
persona o incluso que la queremos matar.
El perdonar no quiere decir justificar, sino más bien poder aceptar la
realidad de aquellos comportamientos destructivos o inadecuados,
propios o ajenos y a partir de ellos poder poner un límite sano.
Pretender que todo está bien no sirve de mucho, ayuda más, el aprender
a expresar nuestros sentimientos.
Por otro lado, perdonar no debe ser confundido con sentirse superiores,
es una virtud que se debe cuidar para no caer en la soberbia,
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pensando cosas como: “quien soy yo
para perdonar, que lo perdone Dios”
o el extremo opuesto de sentir
lástima o considerar a otra persona
estúpida.
Ahora bien, el perdón no implica cambiar nuestras decisiones sino
renovar la relación, esto es: así como es válido continuar en los mismos
términos, también es posible modificar acuerdos e incluso decidir que no
debe continuar esa interacción.
Por supuesto perdonar no exige tener que hablar directamente con la
otra persona, aunque puede ser en ocasiones importante, no es
indispensable. Es un proceso “personal” a partir de nuestras emociones
y el cambio de nuestra percepción del evento o él/la otro(a).
Pensar que perdonar es ser ingenuo es un error, ya que resulta al
contrario, ayuda a aprender de la experiencia para no caer en el mismo
error de nuevo.
Al final, así como debemos perdonar a otros para sanar el pasado, es
necesario hacerlo igualmente con nosotros mismos por los errores que
hayamos cometido. Pongámoslos en perspectiva y aprendamos de ellos.
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Teniendo claras las diferencias ente
lo que es y no es perdonar
seguramente podremos concluir que
si nos sentamos a esperar a que nos
pidan
perdón
por
habernos
lastimado, sufriremos por mucho tiempo; no debemos
posponer nuestra felicidad a la espera de que alguien más tome
consciencia.
La responsabilidad de ser felices es propia, la clave para no guardar
rencor es el perdón y este no es un conjunto de comportamientos, sino
una actitud en la que solo se requiere de un cambio de percepción, es
decir, de una nueva forma de considerar a las personas y/o situaciones.
Psicólogo Miguel
Espinosa
Miguel ha tenido
que pasar por muchos
procesos de perdón, a
veces más fáciles, a veces
menos, y sabe que seguirá
pasando por más, pero
está seguro que de cada
proceso siempre y sin
lugar a dudas ha salido
con grandes ganancias y como un mejor ser humano. Para él, vale la pena
perdonar y perdonarse.
PROXIMO BOLETIN:
“ENCONTRANDO SENTIDO A LA ENFERMEDAD TERMINAL”
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