Nota N° 16 El Gaucho a través de los años. Los Boleadores (1840)

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El Gaucho a través de los años.
El gaucho nunca llevaba
las bolas1 en el recado,
cosa de verse apurado
de un tirón las desataba.
Es así que se colgaba
alguna que otra potrera2
a más de las ñanduceras3,
para tenerlas seguras,
una o dos en la cintura
y otras más en bandolera.
Un buen boleador, primero,
elegía en el corral,
de seguro un animal
blando de boca4 y ligero.
Desechaba del apero
las prendas que no iba a usar
y ahí nomás iba acortar,
para afirmarse en el tiro,
media cuarta del estribo
que está del la’o de enlazar.
Ya con todo preparado,
encaraba el pastizal,
media rienda5 al animal
para no llegar cansado.
En el sitio señalado,
entre risas y aguardiente,
estaba toda la gente
esperando que un puntero6
revoleara su sombrero
para partir de repente.
Convocados pa´ bolear,
y sin mediar seña alguna
1
Boleadoras.
Boleadoras más grandes para potros.
3
Boleadoras para ñandúes.
4
Que obedece a las riendas.
5
Despacio, sin apurar al animal.
6
Los que partían adelante y al medio.
2
Los Boleadores (1840)
armaban la media luna7
y echaban a galopear.
Solo era cosa de arrear
gamas, ñanduces, venados,
que al sentirse atropellados
de semejante manera,
partían a la carrera
muy nerviosos y asustados
Gritos, espuma, sudor.
La pampa que se estremece...
Y entre la paja aparece,
el suri8 gambeteador,
detrás se escucha un fragor
y envueltos en polvadera
bestias y hombres en carrera
y en sus derechas, silbando,
el aire que iba cortando
las temidas ñanduceras.
esos gauchos corajudos,
acaban medios desnudos,
cansados pero contentos.
Es al llegar la oración,
la señal para volver,
y de paso recoger,
lo que voleó en la ocasión.
Una picana9, un alón10,
todo vale, pesa o suma,
a más de un montón de pluma,
que con placer y alegría
cambiará en la pulpería
por todo lo que consuma
Con tan solo una mirada,
el gaucho elige su presa,
y con notable destreza
las bolas son arrojadas.
Surcan el aire guiadas
por la experiencia que encierra
años de práctica y guerra
y dan contra el avestruz,
que con sus alas en cruz,
boleado, cae en la tierra.
Se detiene con presteza,
tira una pilcha a su lado,
de esta manera ha marcado
la propiedad de la pieza.
A pura espuela regresa,
para algún último intento
y sudorosos, sedientos,
9
7
Semicírculo que hacían los jinetes para
encerrar los animales a bolear.
8
Ñandú
Anca del ñandú, plato preferido por el
gaucho para comer.
10
Ala. Otra parte del ñandú que el gaucho
consumía con placer.
Nota N° 16
Por
Carlos Ernesto Pieske
Estas décimas de mi autoría sintetizan de
alguna manera lo que era una boleada de
avestruces en esta época.
El gaucho se adueñó de las boleadoras del
indio y les agregó un ramal más, por lo
general con una bola más pequeña, que le
llamó manija.
Al principio estas boleadas se realizaban
como diversión o como demostración de
su destreza pero con el tiempo las plumas
del ñandú comenzaron a ser muy
requeridas para la ornamentación de
sombreros, tanto de señoras como de
militares, pues aceptan muy bien las
tinturas,
también se las usaba en
aplicaciones de labor y trenzado, con
las más largas de las alas se fabricaban
“parasoles” y plumeros.
El gaucho, ante este requerimiento,
boleaba para comprar en las pulperías sus
vicios y mantenerse entre changa y changa.
Este boleador ha eliminado de su
apero muchas prendas haciéndolo más
liviano.
Monta un criollo con fiador y bocado.
Estriba con botón pampa entre los
dedos.
Lleva vincha, pañuelo al cuello,
camisa, chaleco, chiripá, calzoncillo
cribado y botas de potro con espuelas.
Las boleadoras a punto de ser
revoleadas. Corriendo a su lado un
perro compañero.
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