ATENCIÓN FLOTANTE

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ATENCIÓN FLOTANTE
Autor: Cristina Liendo Lugilde
Prof. Del Departamento de Psicoanálisis
Maestranda en Psicoanálisis
En el “Proyecto...”, Freud (1950a [1895)) introduce el concepto de “barreras
de contacto”, dos años antes de que Sherrington formulara el de “sinapsis”. La
hipótesis de las barreras de contacto, según escribe Freud (ibídem) supone dos
clases de neuronas: las permeables que no oponen resistencia al pasaje de una
cantidad (Q); y las impermeables, que modulan el pasaje de dicha cantidad,
éstas son resistentes, quedan marcadas, ligadas después del pasaje de Q,
constituyendo así una memoria. El sistema “Psy”, está formado por neuronas
signadas, capaces de almacenar informaciones, es la huella del pasaje de Q.
A esta huella, Freud la denominó bahnung, que puede traducirse como “abrir
el camino”. La “facilitación”, concepto tomado de Exner, así como el de
“suma de excitaciones” (bahnung) es el camino que se impone al siguiente
pasaje de Q. Esta facilitación se caracteriza por ser una cadena en la que las
huellas están diferenciadas, de modo que la memoria está constituida por las
diferencias de facilitación entre las neuronas.
Exner había sido profesor de Freud en el Instituto de Fisiología de Brücke, del
que luego será Profesor Ordinario y Director.
El Entwurf zu Einer Phisiologischen der Phisischen Erscheinungen de Exner,
se publicó un año antes del Proyecto escrito por Freud. Jones refiere que, tanto
Exner como Freud, cubren un basto campo tomando temas como la
percepción, el juicio, la ideación, el reconocimiento, la memoria, los procesos
de pensamiento y la atención, y que ambos postularon la primacía del
principio del placer (Rodrigué, pág. 163).
El profesor Exner observa la manera en que la atención debe ser preparada
para captar el intervalo y el orden correcto entre dos sensaciones cuando las
separa un tiempo muy corto, se trataba de decir si dos señales eran simultáneas
o sucesivas, y si eran sucesivas, cuál venía antes.
El primer tipo de atención para el cual él mismo se encontró predispuesto, se
daba cuando las señales no diferían mucho, por ejemplo sonidos similares
escuchados por un oído distinto, Exner esperaba la primera señal, y la
identificaba en la memoria en el momento siguiente. La segunda señal, que
siempre podía ser reconocida por omisión, a menudo no era claramente
distinguible por sí misma. El segundo tipo de atención consistía en la
posibilidad de acceder a la conciencia del registro secuencial almacenado en la
mmemoria.
Para Titchner (citado por Norman, 1969), Wund en 1860 fue el primero en
haber formulado una doctrina sobre la atención. Según James (Ibídem), Exner
estudió la atención teniendo en cuenta las diferencias que mediaban entre dos
sensaciones, simultáneas o sucesivas, y su relación con la memoria que de
ellas se tenía.
De todos ellos, William James (1890) fue el primero que se dedicó al estudio
experimental de la atención, teniendo en cuenta las investigaciones realizadas
por Exner. Escribe que “Todos sabemos qué es la atención. Es la toma de
posesión por la mente, en forma clara y vívida, de un solo objeto de los en
apariencia numerosos objetos o cursos de pensamiento simultáneamente
posibles. A su esencia pertenecen la localización y la concentración de la
conciencia. Implica retirarse respecto de algunas cosas para manejar
eficientemente otras” (citado por Norman, 1969; pág. 20). Dicho en otras
palabras, cuando nos concentramos en algo el mundo circundante (ruidos,
conversaciones, pensamientos, imágenes, etc.) “desaparece” para nuestra
conciencia. Describe James dos tipos de limitaciones en la capacidad de
atender: una, denominada “serial” donde sólo puede hacerse una cosa por vez,
y otra, “paralela”, que permite un cierto número de actividades simultáneas,
cuyo análisis debe poseer un cierto grado de redundancia. Aclara que si el
proceso es habitual puede atenderse a hasta tres cosas a la vez (por ejemplo:
ideas); en caso contrario, sólo es posible prestarle atención a una de ellas. En
cambio, cuando lo que debe ser atendido es más de una sensación, por leve
que estas sean, la atención de una enturbia la otra.
James dice que la atención permite percibir, concebir, distinguir, recordar
y acortar el tiempo de reacción (Norman, 1969; pág. 24). También,
siguiendo ideas de Stump, aclara que “las intensidades débiles (...) se tornan
más fuertes por el simple hecho de que se las observara” (Ibídem, pág. 25).
Por su parte, Titchner en 1908 trató de establecer “leyes” sobre los atributos
de la atención. Escribió que “el estímulo para el que estamos predispuestos
necesita menos tiempo para producir todo su efecto conciente, que un estímulo
para el cual no estamos preparados. Dicho en términos más simples, el objeto
de la atención llega a la conciencia más rápidamente que los objetos a los
que no atendemos” (Norman, 1969; pág. 26-27).
Es interesante que estos autores, aunque no lo mencionan explícitamente, dan
cuenta de las “diferencias” que median entre las recepciones o intensidades
de los estímulos; así como también de las “diferencias” establecidas entre las
cosas, como el “dato” que le importa a la atención. De modo que en tanto
función, la atención se “dirige” hacia la diferencia que en ese momento
importa y, una vez que se agrega facilita el acceso a la conciencia.
Cherry en 1953 (citado por Norman, 1969) describe que cuando se trata de
distinguir entre dos comunicaciones verbales, la atención primero tiene en
cuenta las diferencias entre las características físicas (timbre, modulación,
etc.) y luego a las psicológicas, como la estructura gramatical o el
significado, tema que luego retomaremos.
De la obra de Broadbent (1958, citado por Norman, 1969), otro investigador
que se dedicó al estudio de la atención, nos interesa destacar dos
descripciones. Escribe que en la entrada al sistema nervioso la información
de los hechos sensoriales es seleccionada mediante una operación que
tiene en cuenta la intensidad, la altura y la localización espacial. Esta
selección, que no es azarosa y es limitada a un canal de información por vez,
se ve incrementada por ciertas propiedades de los hechos y por los estados del
organismo, luego de lo cual permite el ingreso al sistema nervioso. Esta idea,
de la selección fundada en características físicas, fue rechazada por Gray y
Wedderburn en 1960, quienes sostuvieron que el papel más importante lo
desempeñaban los atributos psicológicos. Vale decir, que para ellos, la
atención debe extraer el significado de la información. Finalmente Treisman
(en 1965) agregó que esta selección que tiene en cuenta el significado, debe
utilizar para su análisis de representaciones almacenadas en la memoria.
De estas investigaciones debemos destacar la importancia paulatina que fue
adquiriendo el significado, es decir lo psíquico y la contrastación con las
representaciones que porta la memoria. Más allá de los estudios posteriores
que la psicología experimental aportó al conocimiento y caracterización de la
atención, nos detendremos en los autores antes mencionados que nos
permitirán ingresar al estudio de esta función en la obra de Freud. Aunque
debemos destacar el “divorcio” que se estableció entre la Psicología y el
Psicoanálisis.
Según Gómez de Silva (1985) el vocablo "atención" quiere decir "observación
cuidadosa, concentración; demostración de cortesía, de consideración".
Proviene del latín attentionem, acusativo de attentio: "'acción de atender', de
attentus, participio pasivo de attendere: 'dirigir la atención hacia, mirar o
escuchar con cuidado'". Para el Diccionario de Psicología (1934) el
significado de "atención" es: "1.- (existencial) estado de conciencia
caracterizado por la existencia de dos o más niveles de claridad sensible o
imaginativa. 2.- (funcional) proceso que consiste en enfocar ciertas porciones
de una experiencia de modo que se hagan relativamente más vivas; o conato,
en la medida de que requiere para su satisfacción un conocimiento mayor del
objeto; o la aplicación de la energía intelectual. 3.- (de conducta) acomodación
del aparato sensorial que facilita la excitación óptima por medio de un
estímulo o complejo de estímulos específicos, y que inhibe la acción de los
demás. 4.- (pop.) concentración de la mente. [En general se distinguen dos
clases de atención: a) primaria: pasiva, involuntaria, espontánea, automática,
instintiva o reflexiva, y b) secundaria: activa o voluntaria.".
Valls, José Luis (1995) Diccionario Freudiano. Julián Yébenes S.A. Editores.
Madrid, 1995, define la atención como la energía libidinal (en un sentido
amplio, que incluye el interés de la autoconservación) del yo (en realidad
proveniente del ello, pero ligada y almacenada por el yo) que inviste el sistema
de percepción-conciencia (PCc); es imprescindible para que algo sea registrado
por la conciencia.
Funciona en dos niveles; uno libremente flotante, con bajo nivel de investidura
y que registra todas las percepciones posibles por igual; y un segundo copioso,
con fuerte investidura; este último es el que otorga fuerte nitidez a la
percepción.
Cuando es descubierta una percepción que se puede vincular con algo deseado
o temido, entonces en este segundo paso el sistema PCc. Recibe una fuerte
investidura de atención, tomando nitidez de conciencia.
La atención sirve, ciertamente, para percibir el mundo exterior, pero también
registra, a través de las representaciones lingüísticas, la actividad del
pensamiento proveniente del mundo interior.
Para hacer conciente un pensamiento se necesita de la representación-palabra
preconciente (Prec.) investida por la atención que la hace conciente. Esta
investidura es manejada por el yo conciente principalmente desde la censura
conciente.
Cuando a un paciente le pedimos que "asocie libremente", en realidad le
estamos diciendo a su yo que inviste de atención a sus asociaciones de palabra,
que levante la censura crítica conciente que intenta desinvestirlas para evitar
conflictos que generen angustia. Le estamos pidiendo que no siga reforzando
desde la censura conciente, la represión inconciente, generadora de síntomas y
neurosis.
La percepción no es pasiva. La investidura de atención incluye investidura de
deseo inconcientes, mediada por el yo, que como antenas tentaleantes (Notas
sobre la "pizarra mágica" [1924-25] y La negación [1925]) registran todas las
percepciones posibles, pues lo deseado o lo temido pueden estar entre las
mismas.
Para este autor, la atención libremente flotante es la actitud que Freud
aconseja tener a los analistas durante la sesión psicoanalítica, por lo menos en
su iniciación. El analista tratará de inhibir sus representaciones meta y de estar
parejamente dispuesto a percibir todas las percepciones, sin buscar ninguna en
especial.
Es la aplicación en la técnica del primer nivel de atención con baja investidura
y libre desplazamiento, abierta tanto como se pueda a las percepciones, pues lo
deseado puede estar entre ellas.
Las situaciones deseadas por el analista son indicios de situaciones
significativas que trae el paciente: recuerdos, asociaciones, sueños, actos
fallidos, en fin, vías de entrada hacia en Inc. En este caso se pasa al segundo
nivel de atención, la cual, entonces, se hará más copiosa con mayor nivel de
ligadura, se podrá mayor grado de expectación.
Esta recomendación fue enunciada por Freud en 1912, en Consejos al médico
en el tratamiento psicoanalítico.
La suspensión de todo lo que habitualmente focaliza la atención, se refiere a
dejar de lado inclinaciones personales, prejuicios, supuestos teóricos, juicios,
es decir lo que equivaldría a una propia censura o selección del discurso del
paciente.
De acuerdo a esta regla, el analista, puede conservar en su memoria multitud
de elementos aparentemente insignificantes, que serán útiles para descubrir
conexiones inconcientes en el decir y que se pondrán luego de manifiesto.
La atención parejamente flotante plantea problemas teóricos y prácticos.
Su fundamento teórico, se basa en que las manifestaciones del inconciente,
salen a la luz, sufriendo deformaciones y que pueden ser halladas tras
elementos aparentemente insignificantes. La atención flotante surgiría como la
única objetiva, por cuanto se adapta al objeto esencialmente deformado.
En La Interpretación de los Sueños (1900), Freud ya había descrito esta
actitud sin denominarla “atención flotante” como una actitud mental
imprescindible para el autoanálisis de los sueños.
Por parte del analista, plantea difíciles problemas. El suprimir las influencias y
prejuicios concientes que podrían influir sobre la atención, requieren según los
consejos de Freud, el análisis personal, el análisis didáctico, los análisis de
supervisión, es decir se dirige a la formación del analista, teniendo en cuenta
que toda represión no liquidada constituye un punto ciego en las facultades de
percepción analítica.
Pero además propone que debería conseguirse una verdadera comunicación
de inconciente a inconciente con una metáfora sobre la adaptación del
auricular de un teléfono respecto al micrófono. T.Reik lo denominó “escuchar
con el tercer oido”.
La suspensión de las “representaciones meta” concientes, solo puede ser
sustituida por “representaciones meta inconcientes”, lo que plantea el
problema de cómo el analista se separa de sus propias representaciones
inconcientes, la respuesta estaría dada por la formación del analista y el
análisis de la contratransferencia.
Las orientaciones posteriores de este concepto serían referidas en algunos
casos a un trato empático, un diálogo analítico de “yo” a “yo”, en la opinión
de Lacan, basado en la analogía entre los mecanismos del inconciente y los del
lenguaje, se trataría de hacer funcionar lo más libremente posible ésta
similitud estructural entre todos los fenómenos inconcientes en la actitud de
escucha psicoanalítica.
El primer artículo de la serie de “Consejos al médico sobre el tratamiento
psicoanalítico” (Freud, 1912) habla de la “disposición” del analista, concebida
como una “atención uniforme y flotante”, opuesto radicalmente a la atención
deliberada, este tipo de “atención desatenta”, será luego elaborado por Bion al
hablar de “ Atención galáctica” y por Lacan con la noción de semblante. Esto
supone hacer tabla rasa con toda idea, sentimiento o pasión para convertirse en
una superficie virgen de inscripciones: el analista en su escucha, debe hacer
semblante de no oir.
Las metáforas son tres: la atención que flota, el espejo que refleja, y el pulso
del cirujano que no tiembla.
Correspondiente a esta regla técnica, se encuentra la regla fundamental,
normalmente nuestra palabra es selectiva, pero el coloquio analítico, debe ser
imprevisible; la comunicación se produce entre el inconciente del paciente y el
del analista. El paciente habla, el analista calla, a veces interpreta. La
interpretación como tipo de discurso, es lo opuesto a la asociación libre, ya
que está subordinada a la consideración del “momento oportuno”, y a su vez,
debe ser improvisada…( Freud, S. pag. 86, tomo 2).
El analista abstinente, está al servicio del proceso secundario, el paciente, al
seguir la regla fundamental, se somete al azar de su monólogo en el registro
del proceso primario.
La expresión de Freud: GLEICHSCHWEBENDE AUFMERKSAMKEIT,
indica que la atención no es libre, sino igualmente flotante o igualmente
suspendida. La atención igual, no es inatención o desinterés.
Respecto al término gleichschwebende (igualmente suspendida), hay una
referencia en los instrumentos musicales antiguos: ungleichschwebende que
indica que la escala natural, no reconoce entre dos notas, un semitono situado
exactamente a media distancia: el sostenido de la nota inferior, no es
exactamente superponible con el bemol de la nota superior (escala de los
instrumentos de cuerda). La escala “bien temperada”, posee un artificio: el do
sostenido y el re bemol, son levemente desnaturalizados para corresponder a
una misma tecla del clave o piano bien temperado. Así, la tonalidad natural de
la atención (no temperada), estaría “deigualmente suspendida”
(ungleichschwebende); mientras que la gama artificial, bien temperada, estaría
“igualmente suspendida” (gleichschwebende).
La igualdad de la escucha, lejos de ser una actitud natural, supondría la
aparición de un artificio, una desnaturalización respecto del discurso
espontáneo del paciente, Jean Laplanche denomina a esta situación “aspecto
económico” de la regla de escucha que desplaza los acentos por relación a los
acentos espontáneos del discurso del analizado.
El fundamento teórico de esta regla impuesta al analista está referido a “es
usted quien me lo dice”, significando con “dice” a la función del lenguaje en
la cura y a la situación del inconciente respecto a él; con “me”, nos remitimos
a la situación transferencial, y con usted, al sujeto.
Respecto a la relación del psicoanálisis y los procesos cognitivos, Laplanche
menciona que
“…Ni uno ni otro proceso por si solos pueden constituir el intelecto.
Metáfora, símbolo, pensamiento creativo nacen en la amalgama indisoluble de
uno y otro, amalgama que también constituye la fuente del lenguaje, el
escenario del teatro y del juego, o la atmósfera transferencial de la sesión
analítica como campo de ilusión. Ese acto de conciencia tan particular, la
interpretación, se ejerce precisamente cuando la atención flotante, huyendo de
la dirección habitual del juicio, recorre la senda caprichosa de la ocurrencia
absurda, para volver enriquecidos con un sentido nuevo y diferente que
adquiere la estructura del pensamiento racional….” (J. Laplanche, “La
cubeta”, Pag 162).
Cristina Liendo Lugilde
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