Manejo del Azufre y Fertilizantes Azufrados en Siembra

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Manejo del Azufre y Fertilizantes Azufrados en Siembra Directa
articulos
Ing. Agr. PhD. Ricardo Melgar, INTA Pergamino
Ing. Agr. Mercedes Gearhart Honeywell
La necesidad de reconstruir la M.O. con sistemas de S.D.
Durante el periodo de la conquista, cuando se poblaron las tierras de la región pampeana
por las colonias de inmigrantes y comenzó la agricultura, se dio inicio a un fenómeno de
consumo de materia orgánica y nutrientes, y finalmente de degradación de los suelos.
Este proceso - que duró un siglo - si bien fue corto considerando los períodos geológicos
de la formación de los suelos, permitió el descenso de la materia orgánica desde 4 a 6%
hasta 2 a 3% en promedio. Además de las extracciones por las cosechas - muy
significativas cuando se considera la producción acumulada durante ese periodo - las
pérdidas de nutrientes se dieron por varios mecanismos. Los cationes - calcio, magnesio,
potasio - se perdieron por la lixiviación propia de las zonas húmedas, y que la agricultura
acelera. Los nutrientes ligados a la materia orgánica - fósforo, azufre, nitrógeno – se
oxidaron, haciéndose disponibles para las plantas y también a pérdidas de distinto tipo.
Las pérdidas de fósforo ocurrieron principalmente debido a la erosión por partir del
impacto de las gotas de lluvia y del viento, mientras que las pérdidas de nitrógeno y
azufre incluyeron el pasaje a formas gaseosas y el lavado a través del perfil.
Por definición, los Molisoles, orden al que pertenecen la mayor parte de los suelos
pampeanos, son suelos de alta saturación de bases o cationes. Por esa razón, cien años
de agricultura son insuficientes para causar un empobrecimiento que pueda detectarse en
términos de mostrar respuestas a la fertilización con estos cationes, aun cuando las
evidencias son importantes para el potasio en varias series agrícolas (Conti, 2000). La
actividad agrícola mucho más antigua y extensa en los molisoles de las praderas de
Hungría, Ucrania y Norteamérica ha hecho que ese mecanismo de pérdida y extracción
actuara por más tiempo, por lo que hoy en día requieren de aplicaciones regulares de
potasio para producir económicamente.
También por definición de Orden, los Molisoles poseen un horizonte rico en materia
orgánica. Si bien mantienen todavía los valores de materia orgánica para entrar dentro de
ese orden, las pérdidas aludidas impactaron fuertemente la productividad, al punto que
hoy no puede concebirse producción económica de granos sin el agregado de nitrógeno,
fósforo y azufre. En particular, en el norte de la región pampeana, donde las mayores
temperaturas y la presencia del doble cultivo trigo-soja aceleraron el proceso destructivo
de la materia orgánica. La mayor disponibilidad de las formas inorgánicas de nitrógeno y
azufre durante las primeras ocho décadas del siglo, hizo posible una agricultura sin
fertilizantes, pero con rendimientos sucesivamente inferiores. La aparición de respuestas
económicas a los fertilizante nitrogenados primero, luego a los de fósforo y finalmente a
los azufrados, fue indicando que la provisión de cada uno de estos nutrientes por parte de
la materia orgánica se venía agotando.
En Europa y en EEUU hubieron otros factores históricos que hicieron que los
fertilizantes azufrados recuperaran valor. La temprana adopción de los
fertilizantes por los agricultores, y en especial aquellos que se produjeron
comercialmente gracias a los primeros procesos industriales, resultó en
aplicaciones con azufre en la mayoría de los cultivos. El superfosfato simple y el
sulfato de amonio fueron los primeros fertilizantes industriales y ambos poseen
azufre en su composición. Estos fertilizantes dieron paso a otros como la urea o
el superfosfato triple, mas concentrados y sin el nutriente acompañante. Por lo
tanto con el tiempo disminuyeron las cantidades de azufre aplicado en la
producción agrícola.
Por otra parte, extensas áreas industriales y en particular la producción de acero
y de electricidad en el hemisferio norte usaban carbón, que liberaba a la
atmósfera ingentes cantidades de azufre que volvía al suelo convertido en ácido
arrastrado por las lluvias. El fenómeno se conoce como "lluvia ácida", con
conocidos efectos ambientales negativos en especial sobre esculturas y
mampostería de mármol. Con el avance del control de los procesos industriales
que agredían al ambiente, en particular de las emisiones fabriles de dióxido de
azufre a la atmósfera, disminuyeron los daños producidos por la "lluvia ácida" y
también decreció significativamente el aporte de azufre "gratuito" a los suelos
agrícolas. También se favoreció la aparición de deficiencias y respuestas al
agregado de fertilizantes con azufre. Estos dos procesos hacen que el azufre
como nutriente para los cultivos haya recuperado la atención en la comunidad
técnica y científica de todo el mundo.
Procesos de inmovilización – mineralización
Al comenzar a mediados de la década pasada la adopción de la siembra directa, en los
lotes donde se practicaba de modo permanente comenzó a verificarse el proceso inverso
- la acumulación de la materia orgánica - sobre todo en el estrato superficial del suelo.
Dicha acumulación implica invertir las velocidades de los procesos habituales del ciclo de
la materia orgánica, es decir el predominio de la inmovilización sobre la mineralización.
Por lo tanto, los nutrientes contenidos en los residuos de cultivo no se liberan al suelo y
en consecuencia bajan los niveles en el suelo de las formas oxidadas disponibles para las
plantas.
Las mineralización del S orgánico se da por la utilización microbiana del esqueleto de
carbono de la MO. Se ha estimado que el S mineralizado representa solo un 1 a 3 % del
S total. Usando S35 marcado y lisímetros Sakavedan (1993) cuantificó como
mineralización neta entre 30 y 60 kg de S/ ha/año en sitios bajo praderas de baja y alta
fertilidad respectivamente. En suelos arables en cambio, en un experimento con
agricultura continua de 35 años de duración, se encontró que el S total disminuyó a razón
de 2 a 6 kg/ha/año como resultado de la mineralización neta cuando no se aplicaron
fertilizantes (Kirchman, 1996). Esto indicaría que la inmovilización y subsecuente
mineralización son muy activas.
La inmovilización de sulfato a formas orgánicas es fuertemente influida por la
disponibilidad de sustrato. Con el agregado de residuos carbonatados la incorporación de
sulfato a formas orgánicas aumenta rápidamente. Dicha inmovilización se correlaciona
positivamente con las relación C:S. As así que la incorporación de paja de cereales - de
amplia relación C:S - aumenta la inmovilización del azufre, disminuyendo su
disponibilidad a los cultivos en el corto plazo (Wu,… ) así como el potencial de pérdidas
por lixiviación.
Un buen ejemplo de este proceso son mediciones realizadas por el Ing. Gudelj y su
equipo (2000) en la zona de Marcos Juárez (SE Córdoba). Se comparó el efecto de varios
niveles de azufre aplicados al cultivo de trigo previo sobre los niveles de sulfato en el
suelo bajo sistemas de siembra directa y convencional con remoción. Como muestra la
figura Nº1, los niveles de sulfato bajo siembra directa resultaron inferiores, en promedio, a
los obtenidos bajo labranza convencional con remoción.
Figura Nº1. Niveles de sulfato en el suelo bajo el cultivo de soja, en varios tratamientos
que recibieron azufre aplicado al trigo previo. Gudelj et al (2000)
Con la disminución del laboreo y de la remoción del suelo, la cantidad de residuos
acumulados en superficie aumenta, sin que exista mayor alteración del mismo hasta el
momento de la siembra. Así disminuye la velocidad de mineralización de la materia
orgánica del suelo. Debido a que ésta constituye la reserva más importante de azufre en
el suelo, no es de extrañar que ante la ausencia de labranzas, o reducción del número de
las mismas, se limite la cantidad de azufre disponible para las plantas en las etapas
iniciales de crecimiento. Una disminución en la tasa de suministro de azufre por parte del
suelo se traduce en una mayor respuesta a la adición de dicho nutriente en los programas
de fertilización.
El azufre mineralizado puede ser estimado a partir del conocimiento de la mineralización
del nitógeno. La ventaja de este procedimiento radica en que el conocimiento científico
local generado sobre la dinámica del nitórgeno es bastante más abundante y, además,
las técnicas analíticas de su determinación en laboratorio son más simples, rápidas y más
baratas que para el azufre. Para efectuar esta estimación es fundamental conocer la
relación N/S. Echeverría et. al. (1996), utilizando técnicas de incubación de muestras de
suelo en laboratorio, encontraron que si bien en los primeros momentos de incubación la
relación N/S se reduce, posteriormente se mantiene estabilizada en valores cercanos a
12. Esta constancia en la relación N/S es la que permite estimar el azufre mineralizado
conociendo el nitrógeno mineralizado. Ventimiglia et al. (1999), en un ensayo realizado en
el cultivo de maíz y en suelos Hapludoles Thapto Argicos de la provincia de Buenos Aires,
mencionan valores de azufre mineralizados de 9 kg/ha, en el estrato de 0-20 cm. La
estimación efectuada consistó en un cálculo indirecto, infiriendo el azufre mineralizado a
partir de la diferencia entre la cantidad consumida y la cantidad presente en el suelo al
comienzo de la experiencia en el tratamiento testigo. Esta metodología, si bien es
práctica, asume que todo el azufre presente en el suelo es absorbido por el cultivo, es
decir no considera pérdidas del nutriente fuera del sistema suelo-planta.
Un excelente y minucioso trabajo que corrobora la mayor respuesta al azufre en sistemas
de siembra directa en relación a cultivos con labranzas fue realizado por el Dr. González
Montaner en cultivos de maíz del área del Sur y Centro de Santa Fe. El material bajo
estudio, 27 ensayos conducidos en campos de productores, se dividió en 10 bajo siembra
directa y otros17 realizados con laboreo de suelo. Todos tenían dosis de azufre aplicadas
como sulfato o sulfonitrato de amonio, además de cantidades adecuadas de nitrógeno y
fósforo como fertilizantes.
Los resultados de la tabla Nº1 muestran como los lotes bajo SD presentaron una
respuesta promedio 10% mayor a la respuesta promedio obtenida en los sitios con
labranzas. El laboreo del suelo alteró la respuesta a la fertilización. En los sitios con poca
remoción fueron mayores tanto la magnitud como la frecuencia de respuesta a nitrógeno
y azufre. La respuesta a nitrógeno ocurrió en el 33% de los ensayos, promediando 1408
kg/ha. El incremento de rendimiento en el grupo de respuesta conjunta a nitrógeno y al
azufre ocurrió en el 60% de los sitios y fue de 2155 kg/ha, contra 1,945 kg/ha en los sitios
con labranza. La restricción en la oferta de nutrientes causada por el menor laboreo
también es evidente a partir de falta de ensayos sin respuesta, a diferencia del grupo con
labranza, donde la mitad de los sitios no acusaron respuesta al agregado de nitrógeno o
azufre.
Tabla Nº1. Rendimiento del maíz en tratamientos testigo, y respuestas a N, S, N+S y
frecuencia de respuestas (n) para los distintos grupos de respuesta en los sistemas con
labranza o con remoción (CR) y sin remoción o siembra directa (SD).
Procesos de Lixiviación ó lavado
Se reconoce al proceso de lavado como el principal mecanismo de perdida de S de los
sistemas agrícolas (McGrath et al, 1996) además de la extracción por las cosechas. Por
esa razón, todas las características de los suelos que afectan el transporte de agua en el
suelo, tales como textura, capacidad de retención de agua, macroporosidad y presencia
de B textural, afectan las pérdidas de azufre como sulfato. También el volumen de agua
que pasa por el suelo y no es absorbido, como el balance precipitación evapotranspiración, el tipo y estadio del cultivo, y su tasa de extracción de nutrientes,
influyen significativamente en la magnitud de la pérdida de sulfatos por lixiviación.
El conocimiento local acerca de la lixiviación de sulfatos es escasa en la Argentina. Los
ensayos de lixiviación son escasos, aún para el caso del N. Por lo tanto y hasta que se
desarrollen es nuestro país este tipo de ensayos, muchas veces complejos y costosos,
debemos de considerar la información existente en la literatura internacional.
En experimentos conducidos en lisímetros sin cultivo cuando se aplicaron cantidades
iguales de S y de Cl como sales de potasio, los resultados mostraron que el lixiviado de
los dos aniones ocurre rápidamente y casi simultáneamente en los primeros meses,
(otoño e invierno). Luego en el verano el cloruro se perdió a mayor velocidad que el
sulfato. Un año después 53 y 65 % del S y Cl aplicado respectivamente se perdieron del
perfil del suelo. (McGrath et al, 1996). Estos resultados muestran que los fertilizantes
azufrados no usados por el cultivo son altamente susceptible de perderse; debiendo
evitarse por lo tanto, aplicaciones en períodos lluviosos y sin cultivo.
La llamada pampa arenosa, que comprende un gran triángulo como se muestra en el
mapa, se caracteriza por texturas más arenosas en los horizontes superficiales y sobre
todo por la ausencia de un horizonte arcilloso textural es decir, Hapludoles. Estas
condiciones facilitan la penetración radicular profunda pero a la vez, la lixiviación.
Por otra parte, bajo siembra directa hay un mejor movimiento del agua que da como
resultado una mejor infiltración y aprovechamiento del agua de lluvia. Esto se debe a que
la ausencia de remoción permite la reconstitución por acción microbiana y radicular de la
macroestructura del suelo, dando lugar a una mayor abundancia relativa de macroporos.
Al ser los poros mayores el canal preferencial de movimiento del agua gravitacional, es en
condiciones de barbecho, sin raíces activas, que se dan las mayores pérdidas de azufre.
Aparentemente, el azufre como sulfato proveniente de fertilizaciones recientes, es el
menos propenso a perderse por lixiviación (Sakavedan, 1993?). Además del sulfato, una
cantidad considerable de azufre orgánico es también soluble en agua y posible de
perderse por lixiviación. Informes recientes de pasturas de Nueva Zelandia indican
pérdidas anuales entre 5 a 40 kg de azufre por año. Más del 65 % del azufre aplicado
anualmente como superfosfato simple no fue retenido en el sistema suelo-planta-animal
sobre un periodo de 35 años, pérdida que fue atribuida al lixiviado, escorrentía y
transferencia de excretas animales al corral (Nguyen y Goh, 1992). Sin embargo hay
algunas informes contradictorios. En el experimento citado de Sakavedan la mayoría del
azufre perdido por lixiviación provenía del azufre mineralizado y no del azufre aplicado
recientemente como fertilizante; por el contrario, en el trabajo de Kirchman (1996), la
mayor parte del sulfato aplicado durante el ciclo agrícola fue lixiviado del horizonte arable
sin pasar por el proceso de inmovilización - mineralización.
Figura Nº2. Ciclo del Azufre. Más del 90% de las reservas de azufre en el suelo se
encuentran asociadas a la materia orgánica.
Un factor de suelo que afecta la velocidad de lixiviado de los sulfatos, además de las
características hídricas del perfil, es la competencia con el fósforo (Eugene Kamprath,
Com. Personal). El fósforo mineral en el suelo se encuentra como aniones (H 2 PO 4 - y
HPO 4 =) adsorbidos a los sitios reactivos de los coloides del suelo, dependiendo la
presencia relativa de cada especie del pH del suelo. El ion sulfato (SO 4 =) compite con los
iones fosfato por los sitios reactivos, que son limitados a un pH determinado. Estos sitios
son mas específicos para los iones fosfato que para el ion sulfato. Otros aniones, como el
nitrato o el cloruro, se mueven libremente sin ser adsorbidos. Por lo tanto, el agregado de
fósforo como fertilizante acentúa la competencia aniónica, desplazando el ion sulfato
desde los sitios de adsorción hacia la solución de suelo, donde queda predispuesto a
moverse con el agua gravitacional, ante un evento de lluvia o riego.
Balance C:S
Al igual que con otros sistemas, bajo siembra directa se pretende maximizar la
productividad de los suelos, y en particular, suelos con una mayor acumulación de
residuos de cultivo sobre la superficie. En este sentido, es importante tener en cuenta la
rapidez con que se convierten estos residuos a formas de materia orgánica más estables.
Cuando los valores relativos de carbono superan largamente a los de nitrógeno, la
inmovilización predomina y se retira nitrógeno inorgánico del sistema suelo. Con el azufre
el mecanismo es similar. Los valores de la tabla Nº2 son promedios obtenidos del análisis
de materia orgánica en el estado de Iowa, Estados Unidos. En el pasado, se enfatizaba
exclusivamente la importancia de la relación carbono:nitrógeno (C:N). Hoy en día se
reconoce además la importancia fundamental de las relaciones carbono:fósforo (C:P) y
carbono:azufre (C:S).
Al comparar las primeras dos columnas de la tabla, se ve que las cantidades relativas de
N, P, y S en los residuos de maíz son muy bajas para una conversión eficiente de los
residuos a materia orgánica. La tercera columna demuestra como la adición de N, P y S
al suelo ajusta las relaciones de carbono a valores más favorables.
Tabla Nº2. Relaciones del Carbono con Nitrógeno y Fósforo para la Conversión de
Residuos a M.O.
Fuentes de fertilizantes azufrados para siembra directa
Comparando una vez más con el nitrógeno, no hay un fertilizante de azufre especial para
siembra directa, sino un manejo especial de los fertilizantes en siembra directa. En
particular, el manejo del nitrógeno es mucho más sensible, como se relata en el capitulo
correspondiente, debido a posibilidad de perder eficiencia – kg de grano por kg de
nutriente aplicado – con la aplicación de fertilizantes a base de urea, suceptibles a
pérdidas por volatilización en forma de gas amoníaco. En este sentido el sulfato de
amonio es una fuente de nitrógeno menos suceptible a pérdidas que aporta además
azufre.
La figura a continuación ilustra resultados promedio de tres años de un ensayo conducido
en maíz bajo siembra directa, en un suelo franco arcilloso de un campo experimental de
la Universidad de Maryland (Mulford, Com. Personal inéditos). Se evaluaron durante tres
años (1996-98) distintos métodos de aplicación de nitrógeno. La dosis uniforme de
nitrógeno fue 134 kg/ha y la mitad de los tratamientos recibieron también azufre a una
dosis de 26 kg/ha. Los tratamientos consistieron en UAN (solución urea–nitrato de amonio
50:50) inyectado (UAN iny.) o chorreado sin incorporación. A su vez, el UAN chorreado se
aplicó solo (UAN ch.), junto con una solución de sulfato de amonio en agua (UAN + SA
ch.) o junto con tiosulfato de amonio (UAN + TSA ch).
La comparación entre las formas de aplicación del UAN solo permite calcular por
diferencia el efecto de las pérdidas de nitrógeno por volatilización. La aplicación inyectada
tuvo un rinde superior a la aplicación chorreada, expuesta a pérdida por volatilización. Por
otra parte la mezcla de UAN más sulfato de amonio tuvo un rinde aun mayor, ya que a
una mayor eficiencia del nitrógeno aplicado se sumó el efecto del azufre como sulfato,
inmediatamente disponible para la planta. En el caso del tiosulfato de amonio, una
reducción en el número de plantas en el primer año afectó negativamente el rendimiento.
Si se promediasen el segundo y tercer año únicamente, el rendimiento sería muy similar
que el del UAN chorreado solo, probablemente debido a que no se logró aportar
suficiente sulfato a tiempo, en este caso de alta respuesta al azufre.
Figura Nº4. Respuesta al azufre en maíz bajo siembra directa con distintos métodos de
aplicación de N y S (a 134 kg/ha y 26 kg /ha respectivamente).
Un aspecto particular de los manejos de los fertilizantes en siembra directa es su
ubicación con referencia a la semilla. Si bien es un capitulo de especial importancia para
el nitrógeno, ya que no todo puede aplicarse a la siembra, algunos tipos de fertilizantes a
base de sulfatos aplicados en la línea de siembra pueden producir daños en la
germinación principalmente por el efecto salino. No debe superarse una dosis prudente
(15 kg/ha de S-SO4) en caso de no disponerse de máquinas que ubiquen el fertilizante al
costado y debajo de la línea de siembra, y en especial en fertilizantes que además
contengan N, ya que se agrega el problema potencial de emisión de amoníaco. El azufre
de otras fuentes, de baja solubilidad, como el yeso o el azufre elemental no poseen ese
problema.
Los 15 kg/ha máximos del párrafo anterior se contradicen con la experiencia de Dr.
George Rehm, quien no ha observado efecto dañino del azufre como sulfato a las dosis
de azufre necesarias para crecimiento óptimo del cultivo (20 kg/ha de sulfato aplicado
junto a la semilla no han sido problema en su experiencia).
El Dr. George Rehm de la Universidad de Minnesota acaba de evaluar el segundo año de
un estudio sobre la aplicación de azufre en banda al maíz en sistemas de reducida
remoción de residuos año (Progress Reports, Rehm 1999 y Rehm 2000). Los dos años
de experiencia acumulados indican que el azufre en forma de sulfato puede aplicarse
junto a la semilla sin perjudicar la emergencia y crecimento, cuando se utilizan las dosis
necesarias para proveer rendimientos óptimos del cultivo. Si las dosis fuesen
extremadamente altas, la situación sería distinta. Cuando la fuente de azufre es tiosulfato
de amonio, sin embargo, su aplicación junto a la semilla no es recomendable, mismo a
dosis de azufre reducidas. La presencia de amoníaco libre en dicha fuente puede dañar
las semillas y plántulas, lo cual se manifestó en una disminución en la densidad de
plantas logradas y reducción consecuente de los rendimientos. Debido a la gran influencia
que ejerció la humedad del suelo en el efecto del tiosulfato de amonio sobre las semillas,
los resultados se ilustran por separado para cada año. Las figuras N°5 y 6 corresponden
a resultados en sitios franco arenosos y son un promedio de tres dosis de azufre (7, 13 y
19 kg/ha).
Figura Nº5. Rendimientos de maíz en respuesta a la aplicación de dos fuentes de
fertilizante azufrado aplicado junto a la semilla en un año húmedo
Figura Nº6. Rendimientos de maíz en respuesta a la aplicación de dos fuentes de
fertilizante azufrado aplicado junto a la semilla en un año seco
En la tabla Nº3 se muestra un resumen de los resultados de una serie de muchos
ensayos en distintas localidades y años, donde se compararon diferentes fuentes de
azufre: en forma de sulfatos y en forma elemental micronizado y granulado (SF95)
(Melgar et al, 2000). Las respuestas observadas promedio de todos los sitios, medida
según la diferencia entre el testigo y una dosis de 20 kg de S/ha, indican que hubo
diferencias a favor de las fuentes de sulfato para las respuestas directas, pero no para los
efectos residuales según se observa en la tabla. En los efectos directos, tanto los cultivos
de trigo como de soja fueron con labranza convencional, mientras que para evaluar los
efectos residuales, los cultivos de soja tanto de primera como de segunda fueron en
siembra directa.
Es posible que la mayor predominancia de procesos de inmovilización en sistemas de
SD, resulte en una menor eficiencia de las fuentes de azufre elemental relativa a las de
sulfatos ya que la velocidad de mineralización es mucho más lenta en SD (Grant Thomas,
Com. Personal). En tal caso si los cultivos de trigo y de soja hubieran estado bajo SD, las
diferencias hubieran sido mayores a favor de las fuentes de sulfato; y para lograr el
mismo efecto directo hubieran sido necesarias cantidades mucho mayores de S
elemental. En cambio, el tipo de fuente es indistinto bajo SD cuando se trata de
aprovechar el efecto residual de fertilizantes azufrados.
Por otra parte, si bien las diferencias no son significativas, en algunos sitios se observó
una tendencia a una mejor respuesta residual del azufre elemental cuando se comparaba
con la de una fuente como el sulfato de amonio. Se cree que esto sería el resultado de
menores pérdidas por lixiviación que afectarían una alta cantidad de azufre soluble en
ausencia de un sistema radicular que lo utilice, mientras que un fertilizante a base de
azufre elemental mineraliza sulfatos a medida que se dan las mismas condiciones de
humedad y temperatura que afectan el crecimiento de las plantas, sincronizando su
disponibilidad con las mayores necesidades del cultivo, y disminuyendo así las pérdidas
por lixiviación.
Tabla Nº 4. Promedio de diferencias de rendimiento de trigo y de soja como resultado del
efecto directo y residual de 20 kg de S /ha aplicados como fuentes de S-SO 4 y de S
elemental micronizado y granulado (SF95).
¿Qué Fertilizantes Azufrados podemos Utilizar?
Producto
N-P-K-S+Ca+ Mg
Ventajas y desventajas
Azufre elemental
0- 0-0-80/98
S no disponible inmediatamente.
Mayor residualidad. Alta concentración
Sulfato de amonio
21-0-0-24
Alta solubilidad. Aporta N. Granular apto
p/mezclas físicas
Tiosulfato de amonio
12 0-0-26
Aporta N. Líquido apto para uso directo en
Mezclas con UAN-
Sulfonitrato de amonio
26-0-0-12
Alta solubilidad- Aporta N parte de inmediata
Disponibilidad – Granular apto p/mezclas físicas
Sulfato de potasio y magnesio
(Sulpomag)
0-0-22-22 +11Mg
Aporta Potasio y Magnesio. No incluye N no
Necesario para leguminosas. S de alta
Disponibilidad.
Sulfato de potasio
0-0-50-18
Aporta Potasio sin Cl. S de alta disponibilidad
Sulfato de calcio (Yeso)
0-0-0-13+ 22Ca
Baja solubilidad – Baja concentración.
Granular apto p/mezclas físicas
Sulfato de magnesio (Kieserita)
0-0-0-13+16Mg
Aporta Magnesio. S de alta disponibilidad
No incluye N innecesario para leguminosas
Superfosfato simple
0-20-0-12
Aporta fósforo. No incluye N innecesario
Para leguminosas. S de alta disponibilidad
Urea-Azufre
40-0-0-5
Alta concentración de N.
S no disponible inmediatamente.
Diagnóstico de la fertilidad azufrada
El diagnóstico de la fertilidad azufrada en la Argentina está en proceso continuo de
optimización debido al reducido tiempo que lleva el estudio de la dinámica de este
nutriente en el sistema suelo-planta. A pesar de que el análisis de sulfatos en el suelo no
es tan confiable como los análisis de fósforo o potasio en al predicción de respuesta de
los cultivos, su utilización como herramienta de diagnóstico suele ser de utilidad. Si bien
el tema excede los propósitos de esta revisión, en la tabla siguiente se presentan
recomendaciones de fertilización, según niveles de azufre como sulfatos, M.O en el suelo
y rendimientos esperados, elementos que contribuyen a una mejor interpretación de los
niveles de azufre disponible en el suelo:
Hay cultivos muy sensibles como la colza o las crucíferas en general que admiten un 20
% de S/ha
Fuente: Proyecto Fertilizar, 2001 Trifolios de divulgación técnica.
Referencias y lectura recomendada
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INTA.. Centro Regional Buenos Aires Norte. Estación Experimental Agropecuaria
Pergamino.
Agradecimientos:
Los autores queremos agradecer muy especialmente a las siguientes personas por sus
sugerencias y revisiones del manuscrito. Donald Messick, Granth Thomas, Martín Díaz
Zorita y Martín Torres Duggan
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