Siglo XVIII La Renovación Cultural y Literaria: el siglo XVIII es la época de la controversia intelectual sobre la cultura europea que presenta una renovación en todos sus aspectos (ciencias, política, literatura, arte). Es importante la participación de los otros países como influjos en España (contactos directos y acceso directo a obras extranjeras). La producción literaria española fue realizada por una minoría ilustrada que tuvo que buscar el apoyo estatal (de los Borbones y el despotismo ilustrado), y luchó contra una tradición nacionalista (sospechosa de forasteros) y contra ortodoxos (que combatían a los racionalistas). Su fin era una cultura internacional. Existían luchas contra la censura (de la corona y de la Inquisición). Formaron instituciones (academias) los Borbones y los ilustrados, que apoyó directamente al neoclasicismo. Fundaron en 1714 la Real Academia Española, que publicó el primer diccionario y formó una gramática y una ortografía. Nacieron también academias privadas o no oficiales (discusiones literarias, tertulias, etc.). La prensa apareció en dos formas: diarios (periódicos) y mercurios (literarios), e influyó en dos puntos: facilitó al público obras literarias (por ejemplo, la crítica), e influyó en el auge del ensayo (informativo o satírico) y de la carta (la epístola). La prensa fue empleada como arma polémica y crítico-literaria. Los dos autores característicos de la Renovación: Benito Jerónimo Feijoó: profesor en la Universidad de Oviedo, mejor representa el espíritu renovacentista en todas sus fases, empleando un método inductivo (racionalismo por crítica mediante la experiencia) para combatir la superstición y la ignorancia. Sus obras son: Teatro Crítico Universal (1726): 118 discursos y ensayos. La palabra “teatro” quiere decir “escenario” (para criticarlo todo con intención correctiva). Cartas Eruditas consta de cinco tomos de 133 cartas con temática variada: religión, filosofía, filología, literatura, política, y ciencia. El tipo de escritura es denominado “discursos,” que hoy en día se llama “el ensayo”: la voluntad crítica, finalidad didáctica, deseo de proyección social, actitud experimental, síntesis de actualidad, brevedad, y planteamiento de problemas verosímiles escritos, sin elaboración barroca. El resultado es una renovación cultural que afecta a la literatura mediante una crítica literaria de lo anterior, pero se convierte en un conocimiento profundo de sus propias teorías y de la literatura extranjera. Emplea estilo sencillo (en contraste con el barroquismo español), que da a una literatura neoclásica latina. Así hay poca importancia en la creación (dado a la imitación). Ignacio de Luzán (1702-1754) es autor de una poética de cuatro libros que decide y resume los nuevos conceptos literarios sobre las tendencias neoclásicas que aparecerán posteriormente en España pero que ya existen en Europa. Tendencias Poéticas del Siglo XVIII Poesía ilustrada. Lo más destacado de la poesía es que la producción poética corresponde a la segunda mitad del siglo y que rebosa al próximo siglo. No rompe totalmente con la poesía anterior, sino que recoge unos elementos tradicionales. Tiene una gran variedad y se desarrolla durante los principios del romanticismo, lo que aparece como rasgos influyentes en la poesía hispánica. Durante la primera mitad del siglo XVIII, la poesía española gira a Góngora (pero de escritores de poca importancia porque toman lo negativo del modelo gongorino, o sea, la pobreza de invención), escrita para círculos selectos. Hay dos grandes escuelas: Salmantina: formada a partir de 1773 cuando José Cadalso llega a Salamanca y forma una tertulia, lo que resulta destacar unas características similares entre los participantes. Estudian idiomas y sus poesías. En 1774 sale Cadalso pero deja la tertulia poética bien establecida. Se caracteriza por escribir poesía amorosa y bucólica. Sufre este grupo en 1776 la influencia de Jovellanos, que le manda una epístola poética. El grupo se nombra Epístola Didáctica, dado a esta influencia. Jovellanos le incita a abandonar la poesía bucólica y amorosa por otra filosófica y moral: la exaltación de la patria, héroes nacionales, etc. Sin embargo, muere pronto el grupo como tal: todos se van menos Meléndez Valdés, que reúne a otro grupo de jóvenes poetas, que formará el segundo grupo salmantino que duraría hasta 1820. Los poetas tienen formación universitaria. Conocen las literaturas griega, latina, y española (hasta el barroco, que sirve como base del sentimiento neoclásico). Sevillana: formada más tarde que la otra (en 1793) cuando José Reinoso establece la Academia de Leyes Humanas de Sevilla, en la cual se interesa sobre todo por la poesía. Nace de estímulo del otro grupo, modelado sobre Meléndez Valdés e influido por Jovellanos. Intentaron conjuntar las ideas renacentistas con otras neoclásicas. Crea una poesía ecléctica dada a la formación universitaria. Este grupo da menos importancia a temas ideológicos y políticos que a temas religiosos (porque son clérigos). Después de 1801 se ponen a escribir poesía archipolítica e ideológica de todo el siglo. Renueva la lírica pero la producción es escasa. Siglo XIX Comienza más tarde que la fecha indica porque rebosa la literatura del siglo anterior, o sea, no hasta 1830 (con el surgimiento del Romanticismo). En 1833, se muere Fernando VII y regresan los intelectuales desterrados a Francia, trayendo consigo rasgos románticos. La escritura facilita la supresión definitiva de la Inquisición. Una excepción al neoclasicismo fue Mariano José de Larra (18091837), vanguardia del movimiento literario romántico. Vive durante la revolución burguesa; escribe sobre el ocaso moral mediante un patriotismo intransigente. Su padre era afrancesado. La familia fue obligada a salir en 1813 a Francia, donde recibió su educación e influencias francesas. Regresa a España en 1818. Más tarde (1832) empieza su vida literaria y conoce a Dolores Armijo, por la cual Larra se suicida en 1837 por pasión amarga. Durante su vida realiza una obra prolífica que abarca varios géneros (poesía, novela, historia, ensayos, y artículos), pero destaca en sus ensayos y artículos para sus propias revistas: El Duende Satírico del Día y El Pobrecito Hablador. Se dividen sus ensayos así: Crítica literaria: menos numerosos, interés escaso, pero muestra su variación literaria; Crítica teatral: más numerosos, interés escaso, desigual, comentarios y resúmenes; Crítica costumbrista: más importantes, se relacionan con una tendencia llamada costumbrismo (1820). Intenta reflejar tipos y ambientes tomados de la realidad, insistiendo en color, lugar, y tendencia. No son divertidos sus artículos, sino que sirven para corregir y censurar. Son sátira de costumbres pero no son agradables, sino acusaciones graves y ásperas dirigidas a la educación hacia modelos europeos de Francia e Inglaterra. Tratan aspectos concretos de la vida social con intento de demostrar la sociedad llena de corrupción y apatía. Comienzan con una generalización seguida por ejemplos concretos escritos en primera persona. Pinta individuos y no tipos, cuidando los detalles observados, irónicos, satíricos, con compromiso personal. Crítica política: difícil de analizar, dado a la contradicción de pensamiento: anarquismo, socialismo, aristócrata, etc. Se puede estudiarlos desde un punto de vista histórico (evolución ideológica: liberales a progresistas). Hay una preocupación social, con defensa de la idea democrática por toda su obra. Se divide en dos etapas: Primera etapa: fin del fernandismo (hasta 1832) en que se nota su rebeldía ante problemas sociales (su evolución reformista): ataques a las clases altas y a la burguesía, al favoritismo, etc., o sea, una esperanza reformista. Segunda etapa: (1833-1836) defiende el programa del partido progresista con temática de defensa de libertades (de prensa y de la vida civil) con ataque contra las instituciones, y sobre todo crítica de las actitudes flojas de políticos que han permitido la decadencia social, en vez de ataques a hechos concretos. Pesimismo profundo, temor al éxito de enemigos de la democracia. Todos sus artículos políticos comparten varias características: la utilización de la crítica, la sátira, y la burla con intención social; tendencia analítica con interés más por las ideas que por los hechos; patriotismo profundo (critica lo que ama); prosa sencilla y natural; carácter polémico; ideología aplaudida por los de la Generación de 1898: europeización y temas sociales. El Romanticismo En España el Romanticismo fue un fenómeno tardío (c. 1830). No surge de repente a pesar de tendencias prerrománticas, ni disfruta de una larga duración (sólo hasta 1850), acabado por el realismo. Juegan un importante papel los autores inmigrados (de Francia e Inglaterra) que vinieron después de la muerte de Fernando VII en 1833, lo cual corta la censura. El resultado del cambio literario fue dado sobre todo a un cambio de sensibilidad y una insatisfacción ante el neoclasicismo. El romanticismo es una ruptura del “yo” con el mundo. Poesía: Nace de tendencias prerrománticas en la segunda mitad del siglo XVIII: espontaneidad, subjetivismo, melancolía, sentimentalidad, inconformismo al neoclasicismo, importancia a la pasión individual, temas medievales, panteísmo egocéntrico (el “yo”) y preocupación técnica. Rompe con las formas poéticas anteriores (o metros no usados o metros nuevos como suyos). Se desarrolla con elementos neoclásicos en su formación. Características generales: Marco del espíritu: acentuada subjetividad, sobre todo en Espronceda (el “yo”); pesimismo y melancolía; escepticismo; predilección exagerada (tumbas, lo satánico); defensa de la supremacía del sentimiento, de la pasión, y de la fantasía del poeta, en comparación con el sentimiento de la razón. Elementos formales: rechazo de la formalidad neoclásica, búsqueda de la libertad de expresión (metros resucitados como en el romance o metros creados). Temática: temas legendarios, históricos, o caballerescos; tendencia de recrear ambientes medievales (castillos y claustros); exotismo oriental; tema de la muerte; pintoresquismo. Estilo: En comparación con la poesía europea, la española se caracteriza por su narración: la europea es estrictamente lírica, que aparece en España con Bécquer. José de Espronceda (1808-1842) tiene una actitud romántica ante la vida y ante la sociedad, pero es influido por los rasgos neoclásicos (hasta 1830). En sus primeras poesías (1827), es puramente neoclásico en expresión, estilo, y vocabulario. Su cambio al romanticismo es dado a su emigración (1827-1833) después de variar entre muchos estilos. Trata de poesía narrativa y temática romántica, pero se aleja de este exotismo histórico en 1833 cuando regresa a España. Escribe Canción del Pirata (1835), que muestra su idiosincrasia en la exaltación de lo rebelde ante una sociedad rígida: libre albedrío e individualidad ante el establecimiento frío y limitado. Es la afirmación de la independencia individual ante la sociedad (rebelión del “yo” contra preocupaciones éticas y morales absurdas). Tiene además unas innovaciones métricas que se rompen con las tendencias neoclásicas. Su poesía romántica expresa ideas de justicia y amor a la humanidad con fin de denunciar los vicios y defectos de la sociedad. Es poesía evolutiva desde el neoclasicismo hasta el romanticismo. Prevalece el contenido con la búsqueda de lenguaje sencillo sin adornos neoclásicos y de recursos métricos: la combinación de versos y estrofas.