46 LATERCERA Sábado 3 de octubre de 2015 Mundo COLUMNA Otra vez los talibanes RR Miembros de la seguridad afgana se movilizan el jueves hacia Kunduz, en Afganistán. FOTO: AP [ AFGANISTAN ] Los talibanes están de vuelta. Tras haber sido derrocados en 2001 tras una invasión liderada por EE.UU, el grupo extremista lidera una nueva arremetida en el norte del país. Esta semana han intentado conquistar una importante ciudad, poniendo en aprietos a Washington. Por María Paz Salas La batalla de Kunduz L uego que los talibanes iniciaran a comienzos de semana la conquista de Kunduz, una importante ciudad en el norte de Afganistán, la guerra en ese país volvió a los titulares, en un revés tanto para Washington como para el gobierno afgano. Desde el lunes, los talibanes se han atribuido sendas victorias militares en Kunduz, mientras las fuerzas afganas apoyadas por Occidente intentan de manera desesperada recuperar el control de la ciudad. Por primera vez desde que fueron derrocados en 2001, los talibanes han logrado una arremetida de tal nivel en una gran ciudad del país. La conquista se produjo, además, un día antes de que el gobierno del Presidente Ashraf Ghani cumpliera un año en el poder, por lo que el golpe ha puesto en duda la credibilidad del gobierno afgano, según distintos analistas. Recién ayer las fuerzas de seguridad afganas comenzaban a recuperar el control de Kunduz, luego de una semana de intensas batallas y bombardeos. El portavoz de la policía de esa ciudad, Sayed Sarwar Hussaini, afirmó que toda la localidad estaba bajo control gubernamental y que los insurgentes talibanes habían sido expulsados. “Desde el comienzo de la operación, unos 300 talibanes han muerto”, dijo Hussaini. Según el ministerio de Salud, hasta ahora hay más de 60 muertos y 466 heridos, y el centro de atención de Médicos Sin Fronteras trató a 345 heridos, entre ellos 59 niños. La contraofensiva del gobierno afgano ya se había anunciado el jueves, cuando aseguraron haber tomado el control de la ciudad, información que los talibanes negaron de inmediato. Y a pesar de haber sido expulsados de la ciudad, los talibanes se anotaron otra victoria al conquis- COMBATES EN AFGANISTAN El gobierno afgano habría retomado el control de la ciudad de Kunduz, que el lunes había sido controlada por los talibanes, pero ayer otras provincias sufrieron ataques. Turkmenistán Uzbekistán Aeropuerto Tajikistán Khawaja Ghar 8 N Qala Zal Warduj Kunduz Baghlan Tala Wa Barfak Kabul AFGANISTAN Pakistán Provincia de Kunduz Irán Zonas de anteriores enfrentamientos km 0 200 FUENTE: Agencias tar el distrito de Warduj, en la provincia de Badakhshan, al noreste de Afganistán. También conquistaron otros tres distritos en el norte del país, Khawaja Ghar en Takhar, Tala Wa Barfak en Baghlan y Qala Zal en Kunduz. Estados Unidos también sufrió un importante revés. Alrededor de la medianoche del jueves, un avión militar estadounidense C-130 se estrelló dejando 11 muertos en el aeropuerto de Jalalabad, en el este del país. Los talibanes, era que no, se atribuyeron, la acción. El Ejército de Afganistán ya no cuenta con el apoyo terrestre de la OTAN, ya que los soldados desplegados en el país están dedicados principalmente a las tareas de entrenamiento y formación de las nuevas fuerzas afganas. En total hay 4 mil militares de la coalición occidental, más 10.000 Zonas conquistadas por los talibanes Hilda Oliva • LA TERCERA efectivos estadounidenses. El martes, el jefe de gobierno del país, Abdula Abdulá, advirtió en la ONU que es necesario el mantenimiento de las tropas extranjeras en su país “más allá de 2016”. La ofensiva de los talibanes en Kunduz es el tercer intento del grupo radical sobre esa ciudad, ya que se encuentra ubicada en una posición privilegiada entre la capital, Kabul y el norte del país. La ciudad de 300.000 habitantes es por lo mismo, un eje comercial clave. Según el diario español El País, los talibanes siempre han mantenido su presencia en el norte del país. Además, un 30% de la población de esa ciudad es de la etnia pashtun. Pero históricamente el grupo rebelde ha concentrado sus acciones en el sur, de mayoría pashtun, y donde está su principal reducto, Kandahar.b L Por Alvaro Vargas Llosa a toma, quizá temporal, de Kunduz, quinta ciudad de Afganistán, por parte de los talibanes ha puesto de cabeza todos los planes de Estados Unidos y la OTAN, que habían cedido el protagonismo de la seguridad al Ejército y la policía afganas, y anunciado un calendario para la retirada de las tropas extranjeras. Catorce años después de la invasión en represalia por los atentados contra las Torres Gemelas organizado por Osama Bin Laden, a quien el régimen talibán protegía, las huestes fundamentalistas siguen siendo una potente amenaza. Hay aún unas 4 mil tropas de la OTAN más unas 10 mil estadounidenses, pero la misión de la organización atlántica ya ha finalizado y los norteamericanos deben, en principio, quedar reducidos a una embajada hacia finales de 2016. Esto, claro, mientras el gobierno afgano, presidido por Ashraf Ghani, se pueda sostener, algo que la presencia del talibán en muchas provincias y la captura de Kunduz prueban que es de incierto pronóstico. A lo cual se suma el hecho de que el Estado Islámico ha logrado establecer ya una presencia en Afganistán, donde está en frontal competencia con los talibanes para reclutar milicianos. Hasta hace pocos días, los funcionarios del Pentágono que examinaban los documentos enviados por el jefe de las tropas estadounidenses allí, John Campbell, se inclinaban por la más despreocupada de las cinco opciones que este general les presentaba y que van desde mantener los 10 mil hombres indefinidamente después de 2016 hasta quedar reducidos a una embajada, como se pretendía cuando se anunció la retirada de los soldados. Ahora, bajo la presión de los halcones republicanos, que exigen aumentar la presencia militar más allá de los 10 mil, Obama y el Pentágono se preguntan qué hacer. Los talibanes han demostrado una capacidad de supervivencia espeluznante. Cuando la coalición liderada por Estados Unidos acabó con el gobierno que presidía el mulá Mohammad Omar, el talibán se dispersó y su líder pasó a la clandestinidad. Nunca fue posible acabar con ellos ni atrapar a Omar, de cuya muerte por enfermedad hace dos años sólo tuvimos todos noticia a inicios de este 2015. Tan no fue posible acabar con ellos, que se volvió política oficial del Estado afgano y de las democracias occidentales promover una negociación con los talibanes, en vista de que una facción parecía interesada en un acuerdo político. Todo ello borra de un plumazo lo que se había avanzado, desde las negociaciones con el enemigo hasta los planes de Estados Unidos y la OTAN. Nadie sabe ahora qué hacer. Mantener el calendario puede implicar la caída de Ghani y un vacío que, como el que se produjo tras el fin del comunismo en 1992, aprovechen los fanáticos (el talibán ganó en 1996 la guerra civil después de cuatro años). Pero dar marcha atrás implicaría un costo que no está nada claro que la sociedad estadounidense, harta de enredos externos, esté dispuesta a pagar. Porque ya se sabe: estas cosas empiezan un día pero no acaban nunca. Por ahora, los estadounidenses tratarán de debilitar al talibán con bombardeos y obligarlo a volver a la mesa negociadora, a ver si es posible forzar un escenario que permita sostener lo anunciado. Todo indica que es una posibilidad remota. Esa vía quedó interrumpida al saberse la noticia de la muerte de Omar y desatarse una pugna sucesoria. La facción beligerante adquirió preeminencia y el talibán, ahora liderado por el mulá Akhtar Mansur, relanzó la ofensiva contra el gobierno. Probablemente el temor al crecimiento del Estado Islámico, su rival en el campo de los fanatismos religiosos y designios teocráticos, jugó un papel. Escritor y periodista peruano.