El petróleo es de la nación, el monopolio petrolero es del Estado

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From the SelectedWorks of Jorge Adame Goddard
October 12, 2009
El petróleo es de la nación, el monopolio
petrolero es del Estado
Jorge Adame Goddard
Available at: http://works.bepress.com/jorge_adame_goddard/147/
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EL PETRÓLEO ES DE LA NACIÓN, EL MONOPOLIO
PETROLERO ES DEL ESTADO1
Por Jorge Adame Goddard
En México es una verdad común que el petróleo y todos los hidrocarburos son
propiedad de la nación. Es un principio constitucional expresado claramente
en el artículo 27 constitucional, párrafo cuarto, que nadie discute. Cuando se
realizó, en 1938, la expropiación de las industrias petroleras existentes, todas
extranjeras, que extraían petróleo en virtud de concesiones otorgadas por los
diferentes gobiernos y a cambio de ciertos pagos, se modificó el texto del
artículo 27 constitucional con el fin de señalar que en materia de
hidrocarburos “no habrá concesiones”. Tanto el régimen de concesiones,
como la prohibición de darlas son conformes con el principio de que el
petróleo es de la nación. Es evidente que el propietario de un bien puede
conceder que otros, a cambio de ciertas prestaciones, aprovechen un bien que
es suyo, o puede negarse a que otros lo aprovechen y prefiera él hacerlo por sí
mismo. Así la nación, puede dar concesiones para aprovechamiento del
petróleo o negarse a darlas y aprovecharlo por sí misma.
El presidente Lázaro Cárdenas expropió las compañías petroleras el año de
1938 y para consolidar su política anunció, en su informe presidencial de ese
año, que propondría al Congreso reformar la constitución con dos finalidades:
una, que ya no se den concesiones para la explotación del petróleo y la otra,
que “sea el Estado el que tenga el control absoluto de la explotación
petrolífera”. Quedaba así anunciado el monopolio del Estado, en un acto
político, que tendría que formalizarse en una reforma de la constitución. La
constitución se reforma el año de 1940 para establecer la prohibición de dar
concesiones, pero no se modificó el artículo 28 que prohibía, sin excepciones,
la existencia de monopolios en el país. La ley reglamentaria relativa al
petróleo, expedida en 1941 con ocasión de esa reforma constitucional,
tampoco afirmaba nada respecto del monopolio de la industria petrolera, antes
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bien señalaba que la explotación del petróleo podría hacerse mediante
“contratos con particulares o sociedades”, en los que éstos podrían recibir
como retribución por sus trabajos “compensaciones en efectivo” o “un
porcentaje de los productos que se obtengan”. Esto demuestra que Cárdenas,
no obstante su declaración política, no tuvo realmente la intención de
constituir un monopolio de la industria petrolera.
El monopolio aparece por vez primera en la Ley reglamentaria del artículo 27
constitucional en el ramo del petróleo, publicada el 29 de noviembre de 1958.
Ahí se dice que le corresponde al Estado exclusivamente la realización de una
serie de actividades que constituyen la “industria petrolera” (artículos 2 y 3),
entre las cuales se mencionan la exploración, la extracción, el transporte, el
almacenamiento, la distribución y la refinación de todo tipo de hidrocarburos,
así como la venta de los mismos o de los productos que resulten de la
refinación; añade que todas estas actividades el Estado las llevará a cabo por
medio de un organismos público denominado PEMEX y por sus organismos
subsidiarios. Sin decirlo expresamente, esta ley venía a establecer a favor del
Estado, y en concreto de PEMEX, el monopolio de la industria petrolera,
cuando la misma constitución prohibía en su artículo 28 toda clase de
monopolios. Era claramente un monopolio anticonstitucional.
Se reforma nuevamente el artículo 27 constitucional el año de 1960 para decir
que en materia de petróleo no habrá concesiones “ni contratos”, pero nada se
modificó para establecer o constitucionalizar el monopolio pretendido por la
ley. En 1983 hay finalmente una reforma del artículo 28 constitucional en la
que se dice que no son monopolio “las funciones que ejerza el Estado” en
“áreas estratégicas”, entre las que considera “el petróleo y los demás
hidrocarburos”, pero no se modificó en nada el artículo 27 que solo otorga a la
nación, no al Estado, la propiedad originaria, y el derecho a explotarlo de
conformidad con lo que señalen las leyes, lo cual no quiere decir que las leyes
le pueden dar al Estado la “función” de explotar monopólicamente la industria
petrolera.
Independientemente de la discusión sobre la constitucionalidad del monopolio
de la industria petrolera, en la práctica éste ha resultado contrario al principio
de que el petróleo es propiedad de la nación. La nación es el conjunto de
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comunidades y asociaciones (ciudades, pueblos, familias, empresas,
asociaciones benéficas, sindicatos, universidades, iglesias, etcétera) integradas
por los mexicanos. El monopolio estatal del petróleo y los hidrocarburos ha
impedido que empresas mexicanas puedan comprar petróleo a PEMEX
pagando el precio correspondiente –con lo cual se satisfaría el derecho de
propiedad originaria de la nación– para refinarlo y vender el producto en el
mercado nacional o extranjero o para elaborar petroquímicos que son tan
necesarios para la industria. En cambio, el monopolio estatal sí puede vender a
empresas extranjeras que procesan el petróleo mexicano, para luego vender
los derivados o petroquímicos a otros países o al propio México. El monopolio
ha impedido así el desarrollo de muchas empresas nacionales, y los
consiguientes puestos de trabajo, que participaran en la industria petrolera,
porque no ha podido, ni es razonable esperar que en el futuro pueda, atender
todas las necesidades del mercado nacional, y se ha tenido que importar
grandes cantidades de productos derivados del petróleo, desde gasolina hasta
petroquímicos. Ese dinero con que se pagaron las importaciones pudo haberse
quedado en México y significar más inversiones en la industria petrolera.
¿Acaso el monopolio no favorece los intereses de las empresas extranjeras en
detrimento de la industria nacional?
En estos meses en que se discute una reforma fiscal que permita que el Estado
obtenga mayores ingresos para subsanar el déficit actual y para atender las
urgentes necesidades de un amplio sector de la población que vive en niveles
de pobreza, conviene considerar la eliminación del monopolio de la industria
petrolera y permitir la inversión en esa industria por parte de personas y
empresas mexicanas, si se quiere con ciertos requisitos de desempeño
orientados a promover el desarrollo económico y social de la nación. Para eso
no hace falta reformar la constitución, pues ella no establece el monopolio
petrolero, ni se trata de quitar el principio de que el petróleo es propiedad de la
nación. Tampoco se trata de “privatizar” Pemex. Simplemente se trata de
reformar la Ley reglamentaria del artículo 27 constitucional en el ramo del
petróleo, para permitir que empresas nacionales (no necesariamente
paraestatales) participen en todas las actividades que constituyen la industria
petrolera en leal competencia con Pemex y sus organismos subsidiarios. Ello
fortalecería la nación, lo cual es la función propia del Estado.
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