Agosto

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Centro Teológico Manuel Larraín
Grupo Experiencia de Dios
Acta sesión 12 de agosto de 2010
Asisten: Roberto Aguilera, Luis Hernán Errázuriz, Maureen Boys, Silvia Vega, Jorge Costadoat,
Román Guridi, Cristián Johansson, Isabel Donoso, Diego Irarrázabal, Luis Oro, Cristina
Bustamante. Se excusa Ana María Vicuña, Rodrigo Polanco y Samuel Yáñez.
1) Se resume sesión anterior y se plantean las preguntas que quedaron abiertas. Se aborda
el tema de la validez universal de las religiones y desde allí surge la necesidad de trabajar en el
texto de Jacques Dupuis sobre el diálogo interreligioso.
2) Se lee el último punto del acta sobre la universalidad de los valores: hay un
redescubrimiento del polo subjetivo, pero el sentido no es puro subjetivismo.
3) Se abre el debate en torno al texto propuesto para hoy “El diálogo interreligioso,
desafío y oportunidad” de Jacques Dupuis. Nos preguntamos si ¿el cristianismo universalmente
válido?
Se valora el esfuerzo de autor para hacer factible el diálogo interreligioso. Al mismo
tiempo hay resistencias frente al texto:
- Diálogo y salvación: ¿persuasión encubierta? Necesidad de convencer al otro. ¿Por
qué no celebrar la diferencia?
- Diálogo: ¿entre cristianos? ¿Qué interés se esconde debajo de esta insistencia?
- Parece más seductor dialogar con agnósticos y aquellos que rechazan abiertamente lo
religioso. En ese sentido el texto es como un poco anticuado.
- Además el diálogo tiene un límite, ej. talibanes.
Dupuis hace un esfuerzo de recoger la enseñanza oficial y la perspectiva trinitaria. Más
interesante es la última parte, en la que se explica él. Interesante el tema del absoluto como
apertura que no exige absolutizar lo no absoluto. En cambio Dominus Iesus quiso impedir este
debate (sin lograrlo). Algo parecido sucede en el magisterio papal actual. Volviendo al autor, se
valora el esfuerzo por entrar en el mundo del otro, captar su sensibilidad y su experiencia
espiritual. También se aborda la doble pertenencia, o al menos transitar en dos mundos
simbólicos. Muchos cristianos están en otro universo de creencias.
A veces hay demasiado intento de persuadir al otro y buscar elementos que validen lo
mío, anular el intento de diálogo. Así no se respeta algo que es básico, que es la vivencia personal
que cada sujeto tenga. Hay que validar tanto mi experiencia como la del otro, están a igual nivel
fenomenológico. Lo vivencial alude a una experiencia interna y desde ese punto de vista habría
que buscar maravillarse de la experiencia del otro y no persuadirlo.
La experiencia de Cristo está llena de cuestiones históricas que varían y en el núcleo se
ubica la encarnación, la divinidad se encarna y desde este punto de vista, la experiencia de Cristo
tiene que ver con la experiencia de lo divino en el hombre y lo distinto es lo propio de cada
época, lo cultural.
Frente a la pregunta si, por ejemplo, con los neocatecúmenos es posible instaurar el
diálogo, pareciera que allí el problema no es la vivencia genuina sino que en estos grupos hay
elementos que se replican, no estoy dialogando con un hombre, sino con sistema de ideas que se
copian.
Por otra parte se constata que el ecumenismo trata de saldar la guerras de comunión de
Europa. Pero hoy este tema es clave por el peligro de absolutizar lo relativo, esto es lo mínimo, lo
máximo sería encontrarnos.
Por otro lado, se valora tomar el misterio de la creación como clave importante para el
tema que abordamos. Aquí se juega una igualdad de ser persona, mujer, hombre y que debe estar
presente en este diálogo. Además, se alude a de la universalidad del Reino de Dios (p. 127) se usa
la palabra obediencia, lo que implica insertar una ambigüedad, ya que esta palabra puede
provocar problemas. Por otro lado, está la dimensión de la gratuidad del Reino de Dios, más allá
de los límites de la Iglesia Católica o las Iglesias Cristianas.
El diálogo interreligioso sigue siendo un problema abstracto, no compartimos a diario con
musulmanes o gente de diversas religiones y no así en otros contextos. La necesidad del diálogo
en sí ya puede ser una imposición al otro. Proyectamos nuestra propia estructura y en esto hay
algo de violencia no querida. Por ejemplo, al hablar del valor universal de Jesús ¿cómo se opera
eso? El diálogo supone entrar en una cierta aventura que incluso me va a cambiar a mí mismo.
Hay que asumir la no posesión de la verdad aquí y ahora. La verdad total es escatológica, puede
ser modificada y esto no implica relativismo total. La identidad personal se construye de
relaciones.
¿No podríamos hablar de verdad absoluta entonces? ¿Se supone una construcción de esa
verdad? No poseo a Jesucristo y, si existe la verdad universal, eso no coincide con mi modo de
aprehender esa verdad, ya que la verdad es histórica. Lo absoluto es entender que la tarea de
entendernos no se puede transar. La verdad es una cuestión para encontrar en común, el
imperativo de llegar a una comunión, compartir lo trascendente en la historia. El amor es lo real.
Pero este tipo de pensamiento puede implicar una pérdida de sentido de misión y se
introduce una crisis. ¿Cuál es el motivo para difundir el Evangelio? ¿Para qué bautizo a mis
hijos? Hay pérdida de vitalidad comunicativa.
Pero, por otro lado, el diálogo implica dejarse cuestionar, no se trata de dejar todo a la
pura libertad de cada uno. Se trata de una sana aventura de la fe que persuade porque, sin duda, el
proselitismo no conduce a nada.
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Además, no hay que olvidar la acción del Espíritu Santo, ya que de otro modo se puede
plantear una práctica misionera mal entendida. El problema es que hoy no se piensa, sólo se
actúa. Y obviamente se plantea una cuestión de contextos, puesto que en algunos no hay ninguna
posibilidad misionera.
Llevando el tema a lo concreto nos preguntamos ¿qué pasa con el sacerdote hoy, en medio
de una crisis de la magnitud actual? ¿no habría algo que decir? El Concilio habla de una vocación
universal de la salvación, eso tiene contrapartida con la misión. Hay que replantear este tema,
redescubrir la necesidad de la Iglesia. Pareciera que Aparecida no da muchas luces al respecto.
Si el tema es el entusiasmo por transmitir la propia vivencia ¿cómo se hace compatible un
diálogo de dos entusiasmos desde distintas religiones? Una experiencia profunda es siempre
difusiva. Si son vivencias profundas, entonces ambas son válidas y no podría prevalecer ninguna
sobre la otra. No hay que entrar en cuestiones confesionales sino en el testimonio de encarnar
esos valores. Tiene que ver con que somos humanos y tenemos que convivir. El problema es la
validez de la vivencia en medio de un contexto histórico.
Por otro lado, se aborda la polémica frente al tema de la pedofilia. Se constata que en este
tema se produce una llamada al orden dentro de la misma Iglesia.
Se alude a Aloysius Pieris y su planteamiento teológico. En el mundo hay dos grandes
corrientes: ágape e historia frente a la perspectiva más cósmica. Nos enfrentamos a cosas difíciles
de conciliar en torno a los modos de acercarse a Dios. Pero se está abriendo terreno en Asia y
otros lugares, no tanto en América Latina. En Oceanía hay aportes muy valiosos en torno a
ciertos imaginarios, hay una riqueza de expresiones y búsquedas muy diferentes a lo que a uno le
ha tocado conocer. En el mundo Aymara hay experiencia de Cristo sufriente, pero no es Dios
quien salva, Cristo es parte de la humanidad sufriente y la muerte es encontrarse con los seres
queridos.
Amar a Dios es amar lo que Dios ama, amar la creación. En ese sentido se empalma más
con las religiones cósmicas. Hay cuestiones culturales, ej poligamia. El sexo está pensado de esa
manera. Se juega el tema de la integración de lo otro ej el canibalismo que hay en uno.
¿Cómo lograr el diálogo en medio de la Iglesia Católica?
Cuando se habla de canibalismo se habla de sistema de pensamiento. Buscar el caníbal
dentro de uno es descubrir esos aspectos y lo interesante sería buscar la solidaridad con otra
persona, se niega la fraternidad en este sistema, tal vez por aquí podría ir el encuentro.
Además, se supone una tensión entre el diálogo y el anuncio. La universalidad debería
entenderse en cuanto susceptible de volverse universal, es decir, aquello que me plenifica puede
plenificar a otro. Ese es el modo de Jesús, propositivo, sugiere. Por otro lado hay dificultad para
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captar al otro, el diálogo supone tiempo. Hay que dejar que el otro se diga en los modos que
quiere decirse, en su identidad.
Se menciona el texto de Michel de Certau que se llama “El desierto del apóstol” donde
describe la experiencia interior del misionero. El otro debe entrar en uno generando una crisis.
Finalmente, se opina que el modelo eclesial actual puede ofrecer resistencias a la
evangelización, por lo tanto habría que sacudir este esquema y buscar estrategias diversas. A
veces es necesario el silencio, al igual que Cristo, él en muchas oportunidades se repliega.
4) Ideas para continuar el trabajo de este año. Se propone:
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Artículo de Michel de Certau.
El tema de la verdad. Abordar un texto en esta línea desde el Cristianismo y
Catolicismo. Verdad vs. Relativismo. La verdad ¿es contingente o ha estado desde
siempre?
Experiencia de Dios en medio del descalabro actual del poder eclesiástico que está
desmoronándose. Experiencia de Dios en medio de la crisis. Desde aquí debe aparecer
una Iglesia nueva, nos afecta la crisis. Sobre esto último está circulando el texto de
Hans Küng.
Cristina Bustamante E.
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