TEORÍA GRAMATICAL I UNIDAD 2 LECTURA Nº 3 IV. LA ENTONACIÓN Curva melódica y modalidad del enunciado 51. Así como en la palabra se superpone a los fonemas constituyentes un esquema acentual que es independiente de aquellos, también en el enunciado (o manifestación de habla entre pausas) la secuencia de fonemas y sílabas va acompañada de una especie de melodía ejecutada por las variaciones de la voz, las cuales dependen de la tensión de las cuerdas vocales. Esta melodía con que «cantamos» o «entonamos» lo que decimos se llama entonación y sirve para unificar como un todo cada enunciado, independientemente de su estructura interna en sílabas, fonemas y signos. Un mismo esquema de entonación puede aplicarse a enunciados tan diversos como No he venido, No puede afirmarlo con seguridad, Hoy es demasiado pronto para tomar decisiones. 52. Los rasgos físicos manifestados en la entonación son comunes con los del acento. En ambos interviene el tono, la intensidad y la cantidad de los sonidos, pero difieren en cuanto a su papel funcional. Según se ha visto (§ 43), el acento solo alcanza a ser distintivo a través de los esquemas acentuales silábicos aplicados a la secuencia de fonemas (por ejemplo, en hábito / habito / habitó.). En cambio, la entonación, aunque simultánea con los signos sucesivos del enunciado, incorpora en este un nuevo significado independiente de la secuencia de fonemas. Si se cotejan estas dos expresiones: 1. Todavía no ha llegado el tren. 2. ¿Todavía no ha llegado el tren? se observa que ambas están configuradas por una misma secuencia de fonemas, de sílabas y de palabras, y, sin embargo, todo hablante reconoce que no significan lo mismo. Esta diferencia de significado se aprecia porque algo las distingue fonéticamente; lo cual señala la ortografía con los puntos de interrogación y nuestro oído percibe como divergencia de las melodías con que se «cantan» ambos enunciados. Esta diferencia de significado se aprecia porque algo las distingue fonéticamente; lo cual señala la ortografía con los puntos de interrogación y nuestro oído percibe como divergencia de las melodías con que se «cantan» ambos enunciados. La entonación, pues, es también un signo, que se expresa mediante la curva melódica (o secuencia de tonos) y cuyo significado consiste en la modalidad asignada al enunciado: en el ejemplo 1 hacemos una aserción y en el 2 una pregunta. El signo de enunciado es la asociación de un contorno o curva melódica con un significado que llamamos modalidad. A diferencia de los signos sucesivos que se combinan en el enunciado, el signo de entonación queda como superpuesto a ella. Descripción del contorno de entonación 53. La realización del contorno melódico se basa (según § 50) en las variaciones de tono descritas por la voz; pero estas se acompañan de modificaciones de la intensidad y de la duración de los fonemas sucesivos. Como esas mismas propiedades caracterizan también a los esquemas acentuales de las palabras insertas en el enunciado, pueden producirse interferencias entre acento y curva melódica. Del mismo modo que en la producción de los esquemas acentuales pueden primar los rasgos de tono sobre la intensidad, ocurre también que sea esta (y aun la duración y la cantidad) lo que, en lugar del tono, pueda caracterizar a los segmentos realzados del contorno de entonación. Ejemplo extremo de esta posibilidad es la situación en que nos expresamos cuchicheando, puesto que la ausencia de vibraciones glotales impide que el tono se manifieste; pues bien, a pesar de ello, siguen siendo reconocibles los rasgos diferenciales de cada contorno, gracias a que el hablante compensa la carencia de tonos con el refuerzo de los rasgos de intensidad y duración. En los ejemplos de arriba, si se profieren cuchicheados, se observará que la intensidad va decreciendo desde la primera sílaba tónica de todavía para aumentar claramente en la última sílaba tónica (la de tren), en el caso de la modalidad interrogativa (¿Todavía no ha llegado el tren?); mientras que en la modalidad asertiva (Todavía no ha llegado el tren) la intensidad se mantiene uniforme hasta disminuir ostensiblemente en la sílaba final. En la elocución normal, por el contrario, las cimas de intensidad son casi constantes en toda la secuencia interrogativa, mientras que en la asertiva la última sílaba presenta la disminución clara de la intensidad. 54. No obstante, lo esencial en los contornos de entonación son las variaciones tonales. Todo enunciado se «canta» con una determinada melodía, que en parte está motivada por factores fisiológicos y psíquicos. Articulatoriamente, se comprende que, al comenzar a hablar, la puesta en tensión de las cuerdas vocales produzca una elevación más o menos rápida del tono, y que al concluir la emisión, el relajamiento de las cuerdas vocales origine el descenso tonal. Por otro lado, los tonos agudos suelen asociarse con estados anímicos de mayor carga emocional, y los graves concuerdan con situaciones desapasionadas o bien depresivas. Esta relación natural entre el tono y las emociones, se aprovecha en la práctica de la lengua utilizando el ascenso del tono para despertar el interés del interlocutor. De ahí proviene que el ascenso tonal caracterice a los enunciados no conclusos, a las preguntas y a las manifestaciones afectivas de exaltación. En cambio, el descenso del tono acompaña al final del enunciado asertivo, ya que, cuando se ha dicho todo, se relaja el interés y es innecesaria la atención del oyente. 55. Para describir los contornos de entonación, como la puntuación ortográfica no es suficiente, hay que adoptar un procedimiento que refleje todos los rasgos pertinentes a su función. No interesa la altura absoluta de los tonos que alcanza la voz, puesto que un mismo enunciado proferido por una soprano resultará más agudo que si lo expresa un barítono. En la lengua solo importa la relación entre los tonos sucesivos. Toda curva melódica, desde el silencio previo a la emisión de habla hasta la pausa final, se mueve entre tres niveles, discernibles por su mutuo contraste: el grave, el medio y el agudo, entendidos relativamente. Al comienzo, las cuerdas vocales se ponen en tensión: el tono asciende y, con ciertas oscilaciones, se mantiene en una línea media bastante uniforme. Al final, en torno a la última sílaba acentuada, el tono presenta un cambio de dirección: hacia los graves (si las cuerdas vocales se distienden) o hacia los agudos (cuando las cuerdas se ponen más tensas). Lo verdaderamente pertinente en la entonación es esa inflexión final; mientras que los tonos anteriores pueden fluctuar sin sujeción a un esquema rígido. Así quedan libres para sugerir los estados de ánimo o las intenciones del hablante, como recurso expresivo de la comunicación o como señal de su pertenencia a un grupo social o regional determinado. Tonemas y pausas 56. La inflexión final de la curva melódica puede ser, atendiendo a su dirección y a su amplitud, ascendente o descendente y más o menos amplia. La amplitud del contraste en el nivel de los tonos sucesivos depende de la importancia de la pausa siguiente. Estas inflexiones se suelen llamar tonemas. En español, se distinguen cinco tipos: cadencia y semicadencia (que son inflexiones descendentes e indican, por lo común, una, la aserción y la conclusión de la secuencia; la otra, el final de un segmento unitario dentro de ella); anticadencia y semianticadencia (que son inflexiones ascendentes y señalan, una, la no conclusión de la secuencia y la interrogación; la otra, el final de un segmento unitario en la secuencia que ha de proseguirse), y suspensión (que es la simple interrupción del tono, hacia la línea media, cuando se inserta un inciso o un segmento accesorio dentro de la secuencia). 57. Es cierto que la suspensión puede alternar indiferentemente con la semicadencia o la semianticadencia, y que, por tanto, nunca es distintiva. Asimismo, estos dos últimos tonemas son más bien variantes de la cadencia y la anticadencia, respectivamente, condicionadas por el contraste alter nativo de los tonos dentro de la secuencia. En efecto, semicadencia y semianticadencia solo aparecen en interior de enunciados, pues ante pausa terminal se identifican con cada uno de los otros dos tonemas de cadencia y anticadencia. Lo verdaderamente distintivo es, pues, la oposición entre descenso y ascenso del tono al final del contorno de entonación. La pertinencia de la suspensión se combina con la existencia de pausa. Esquemas de entonación 58. Para representar las curvas melódicas se utilizará, como procedimiento más simple, un gráfico en que cada uno de los tres niveles tonales aparece como línea de puntos, y sobre el cual se consignan en línea de trazo continuo las variaciones del contorno. En el ejemplo 1 del § 52, tendríamos: Todavía no ha llegado el tren El tono se eleva desde el grave inicial hasta la primera sílaba acentuada ví; que se mantiene hacia el nivel medio hasta el último acento, y a partir de este, tren, aparece la inflexión descendente o cadencia. 59. Frente al contorno propio de la modalidad asertiva, el de la interrogativa presenta un paulatino descenso del tono medio desde el primer acento, para producirse la inflexión ascendente o anticadencia a partir del acento final: ¿Todavía no ha llegado el tren? Sin embargo, cuando la secuencia de signos incluye alguno de significado interrogativo (como quién, qué, cómo, cuándo, cuánto, dónde), no es necesario utilizar el contorno ascendente de la anticadencia, aunque el descenso paulatino del tono comienza desde la primera sílaba tónica. Por ejemplo, en estos casos: 60. Cuando el enunciado se compone de un mayor número de palabras, las necesidades respiratorias del hablante le obligan a dividir el contorno melódico con alguna pausa. En estos casos, los dos segmentos de secuencia separados por la pausa se llaman, respectivamente, rama tensiva y rama distensiva de la curva. Su contraste tonal se establece con el uso de anticadencia delante de la pausa intermedia y de cadencia al final del enunciado: La elevación del tono en nieve, ante la pausa, señala que el enunciado prosigue; la cadencia que afecta a retraso muestra la conclusión del mensaje comunicativo. 61. El mismo principio de segmentación del contorno melódico se reitera dentro de cada una de las ramas cuando el enunciado es más extenso. En estas ocasiones se recurre a los otros tonemas mencionados, procurándose, en general, el contraste tonal entre ascensos y descensos de los segmentos sucesivos. En la pausa interior de la rama que concluye con anticadencia, es frecuente, como más diferenciada, la semicadencia; en la rama distensiva, que acaba con cadencia, la pausa interior irá precedida de semianticadencia: En estos ejemplos, la modalidad del enunciado es asertiva, y por tanto su inflexión terminal es la cadencia. Ante la pausa intermedia (después de nieve en ambos ejemplos) aparece la anticadencia como contraste obligado con la cadencia final. La pausa interna de cada rama se hace preceder en el primer caso por semicadencia (pues la rama tensiva se cierra con elevación del tono), y en el segundo por semianticadencia (ya que la rama distensiva concluye en tono grave). Los segmentos que anteceden a las pausas internas podrían también terminar en suspensión y hasta en cualquiera de los tonemas menores, sin que el significado global del enunciado se alterase. 62. Con modalidad interrogativa, la presencia de pausa intermedia no modifica el curso general descendente-ascendente de la rama tensiva; pero acabando en anticadencia la rama final, la inflexión que precede a la pausa intermedia ofrece, por contraste, una semicadencia de tono más elevado: Otras veces, en enunciados disyuntivos, la anticadencia propia de la modalidad interrogativa se sitúa al final de la rama tensiva, y la curva de la rama distensiva adopta el trazado asertivo con cadencia: 63. Dentro del enunciado, los contrastes de las inflexiones tonales pueden estar condicionados por la estructura sintáctica. Un caso típico es el de las enumeraciones. Cada segmento de la serie enumerativa termina con descenso del tono (más grave, claro es, en el segmento que concluye); pero si este se introduce con la copulativa y, el segmento anterior acaba con elevación tonal. Compárense los dos enunciados siguientes: 64. Cuando en lo que comunica el hablante predomina la intención de manifestar sus emociones o sus deseos, o bien de apelar al interlocutor o suscitar su interés, la modalidad del enunciado se señala mediante ciertas alteraciones del contorno melódico. En esencia, manteniéndose el descenso del tono en las inflexiones finales, aparece una mayor elevación tonal en la primera sílaba tónica del enunciado, y desde ella desciende paulatina o abruptamente hasta la cadencia: 65. Concluyendo: en el contorno melódico son distintivos exclusiva mente los tonemas de cadencia y de anticadencia. Los otros tonemas reseñados solo cumplen una función delimitativa y de contraste interno de los componentes del enunciado. Las modificaciones tonales (de intensidad o de cantidad) que se producen en el tramo comprendido desde el primer acento hasta la inflexión final, quedan condicionadas, casi naturalmente, por las necesidades o propósitos expresivos del hablante, el cual las convierte en señales de sus estados de ánimo o de sus intenciones. Son rasgos comunicativos espontáneos, ajenos a la arbitrariedad característica de los signos lingüísticos. Los esquemas ofrecidos se basan en la entonación más general en la Península, pero la norma es muy variada en todo el extenso dominio de la lengua española, aunque se mantengan siempre los rasgos distintivos que oponen la aserción, la interrogación, la exclamación y la apelación. ###