recopilación de textos de amigos de Fayad Jamis

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06/02/13
La voz del escriba
Fayad Jamís: así lo recuerdan sus
amigos
CON FAYAD
Roberto Fernández Retamar
Parecía un príncipe árabe,y lo era.Tal fue la impresión que tuve de
él cuando hace seis décadas nos conocimos. Ambos íbamos a
cumplir veinte años, y habíamos ido al Ministerio de Educación
para entregar nuestros cuadernos adolescentes de versos a fin de
optar por el Premio Nacional de Poesía,que aquel 1950 se
otorgaría al libro de Carilda Al sur de mi garganta.Realizadas las
entregas,conversamos sobre surrealismo y pintura (además de
incipiente poeta,él aspiraba a ser pintor),pero ninguno de los dos
podía imaginar que estábamos comenzando una honda camaradería solo interrumpida por la muerte.
En 1951 Lezama hizo publicar algunos poemas míos en la revista Orígenes, y en el número siguiente
aparecieron poemas de Fayad. Su poesía había cambiado mucho: dejada atrás la influencia de Buesa patente en
su cuaderno inicial, Brújula,Fayad había asimilado lecciones de poetas modernos sobre todo franceses y
también de algunos miembros del grupo Orígenes. Cuando Cintio Vitier compiló en 1952 su memorable
antología Cincuenta años de poesía cubana, 1902-1952, Fayad y yo éramos los últimos poetas del
volumen.Ello contribuyó a que siguiéramos unidos.Fayad se desarrolló a la vez como poeta de voz propia y
como pintor abstracto.Publicó en 1954 su hermoso libro de poemas Los párpados y el polvo y,en calidad de
pintor,integró el grupo Los Once,a cuya primera exposición asistí.Poco después marchó a París.Lo visité
allí,donde vivía en un apartamento pobrísimo de la calle Daguerre.
Pero sería sobre todo a partir del intenso 1959 cuando se fortaleció nuestra amistad.Alejo Carpentier me invitó
ese año a realizar una selección de nuevos poetas cubanos,con vistas al Segundo Festival del Libro Cubano,y
pedí a Fayad que me acompañara en la aventura.Quisimos que dicha selección se llamara Nueva poesía
cubana,y que fuera seguida por otros tomos o al menos otro más. El dueño de los caballitos, Manuel Scorza, no
estuvo de acuerdo, y la llamó Poesía joven de Cuba. Con ese título sin duda más llamativo fue publicado el
libro en Lima,en 1960. Allí, por primera vez, poetas cubanos de nuestra generación, de Escardó a
Baragaño,aparecimos en conjunto,aunque no constituyéramos un grupo.Sin embargo,tanto la poesía de Fayad
como la mía iban a conocer cambios que,en cierta forma,las acercaron.Cuando a comienzos de 1962 formé
parte del jurado de poesía del que acabó llamándose Premio Literario Casa de las Américas,tuve la alegría de
que el libro de poesía premiado fuera Por esta libertad,de Fayad.Con ese motivo escribí el poema "Carta a
Fayad Jamís",que junto con otras dos "Cartas" (a Juan Gelman y Roque Dalton) aparecieron ese 1962 en la
revista Casa de las Américas,como una suerte de declaración de principios de la entonces nueva poesía
hispanoamericana. Y cuando Fayad decidió publicar en 1966 la antología de su labor poética que llamó
Cuerpos,me pidió que escribiera el prólogo,lo que hice con mucho gusto, llamándolo "Elogio natural del
Moro".Ya estaba convencido de que Fayad era uno de los más valiosos poetas nuevos de nuestra América.
Durante casi una década Fayad fue consejero cultural de Cuba en México,donde había nacido.Lo vi en varias
ocasiones en aquel país (en una de esas ocasiones él era encargado de negocios),pero,desde luego, no tuvimos
entonces mucho contacto. Tras regresar a Cuba, Fayad enfermó de gravedad.Actuando a semejanza del
admirable cuento de Onelio "Francisca y la muerte",invité a Fayad a hacerse cargo de las ediciones de la Casa
de las Américas.Él era un editor extraordinario (yo me había beneficiado más de una vez de su talento en esa
área),y hubiera desempeñado su labor con gran altura.Pero por desgracia,a diferencia del cuento,la enfermedad
pudo más,y murió poco después.Recuerdo haberle dicho que en 1990 cumpliríamos ambos sesenta años,y
debíamos celebrarlo publicando sendos libros,a lo que él me respondió que no llegaría vivo a la fecha,como en
efecto ocurrió.Ante su tumba recién cerrada,el 13 de noviembre de 1988,me correspondió el triste honor de
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efecto ocurrió.Ante su tumba recién cerrada,el 13 de noviembre de 1988,me correspondió el triste honor de
decir las palabras de despedida.Al final de ellas,leí su bello poema doloroso "Con tantos palos que te dio la vida".
Lo recuerdo como un ser íntegro, un hacedor incesante de belleza. Mientras hablaba, dibujaba en las cajitas de
fósforo hasta dejarlas hechas minúsculas obras de arte.Era parco en el hablar,pero rotundo. Lo seguiré echando
de menos cuanto me quede por vivir.
LA REBELDÍA DE UN POETA CUBANO
Luis Marré
Cuando conocí a Fayad Jamís,en la feria del libro de 1951,solo había leído algunos poemas suyos aparecidos en
el suplemento dominical del periódico El País;aquellos poemas estaban influenciados por la poesía
neorromántica de José Ángel Buesa,y fueron recogidos en un sobrio librito titulado Brújula, que adquirí aquella
misma noche de nuestro encuentro.
Aquella noche no solo conocí a Fayad sino también a otros tres poetas que en lo adelante serían mis amigos:
Rolando Escardó, Carlos Galindo y Pedro de Oraá.Por primera vez conocía a coetáneos míos que cultivaran la
poesía –sólo había tratado a improvisadores de puntos guajiros, amigos de mi abuelo y mis tíos. La amistad que
me unió a aquellos jóvenes poetas sólo ha sido interrumpida por la muerte de tres de ellos:Escardó,Fayad y
Galindo.
Unos meses después de la clausura de la feria, encontré a Fayad en Galiano y Reina;esperaba a su novia.Me
invitó a que lo visitara en su habitación que compartía con Escardó.Nos despedimos cuando llegó la novia, una
bella muchacha de ojos rasgados y piel tan blanca que me recordó la porcelana de las muñecas que entonces
vendían en el Barrio Chino.
Un sábado, después de recorrer varias librerías, busqué la dirección que Fayad me había dado.Era una casa de
huéspedes en los altos de una vieja vivienda de la calle Reina,casi frente al periódico El País.Fayad me mandó
a pasar.La habitación era un cuarto con dos camas personales y cajones de madera como asiento. La ropa
estaba colgada en la pared; los libros, pinceles, botes de pintura –Fayad estudiaba en San Alejandro– yacían
sobre un cajón; una cabeza de Dante, en yeso,me llamó la atención.
–Un trabajo de clase –me dijo mi amigo. Pronto comenzamos a hablar de nuestras obras.Fayad me entregó
varias hojas escritas con una hermosa caligrafía: se trataba de sus últimos poemas.Me sorprendieron, no
quedaba nada de romanticismo buesiano en lo que leía;comprendí que Fayad había logrado hallar su voz.Elogié
sinceramente aquellos poemas.Fayad me prometió dedicarme el titulado "La yagruma".Tres de aquellos poemas
que leí aquella tarde aparecieron en Orígenes poco después.
Fayad volvió a publicar en Orígenes varias veces,incluido su extenso y bello poema "Cuerpo del delfín".
Lezama le dedicó un libro con una hermosa frase que definía el trabajo del joven poeta:"A Fayad
Jamís,paradojalmente oyendo el rumor de aguas del fuego de su poesía".
Los domingos,después de su boda con Nivaria Tejera,Pedro de Oraá y yo nos aparecíamos en su pequeño
apartamento frente al parque Coyula en Almendares.¡Cuántos proyectos quedaron inconclusos! Nos leíamos lo
que habíamos escrito en la semana,intercambiábamos libros y revistas… Nivaria fue nombrada para un cargo
de secretaria en el consulado de Cuba en París.Después de su partida,nos encontrábamos en el estudio de
Casagrán,en la calle Cuba,donde nuestro amigo,el escultor Agustín Cárdenas,tenía permiso para trabajar en su
obra.Una tarde Fayad llegó con un cuaderno mecanografiado.
–Mira esta prosita.Dime lo que te parece –me dijo,poniendo en mis manos el cuaderno.
Lo leí de un tirón.Según avanzaba en la lectura me crecía la admiración por aquellos poemas en prosa.No tenían
nada de su poesía anterior. Ninguno de nosotros había escrito poemas tan rebeldes, tan cubanos… tan
revolucionarios.Ese cuaderno apareció bajo el título de La pedrada.Fayad partió a París donde ya se había
instalado su esposa. Vivieron varios años de penurias sin cuento.Regresó a Cuba al triunfo de la
Revolución.Entre sus coetáneos,nadie como el autor de La pedrada materializó la rebeldía de un joven poeta
cubano ante la época.Por eso no me extrañó que los poemas del libro que recibió el premio Casa –Por esta
libertad–, al cabo de tantos años hayan tenido una nueva resonancia en la izquierda latinoamericana actual.
VUELVE FAYAD JAMÍS
Pedro de Oraá
Hay que decir la verdad aun cuando en la noche terrible / no sabemos si el amor el olvido o la muerte
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Hay que decir la verdad aun cuando en la noche terrible / no sabemos si el amor el olvido o la muerte
nos esperan… No es la noche subterránea de la muerte, no es el oscuro cautiverio del olvido, cuando el poeta
ha dicho su verdad, esa que para manifestarse, requiere de las mismas palabras cotidianas, las usuales en la
ficción y aun en la mentira, sólo que abortadas abruptamente por el reverso incontestable de su desnuda
enunciación. Bien sabía Fayad que la verdad no se la puede mencionar de otro modo, y la poesía la dice como
suele nombrar las cosas en su apariencia desconocida,sino como se nombran tales cosas en su desconocida
desnudez. Neruda exclama alguna vez: "Dios me libre de mentir cuando estoy cantando".Y Roger Munier, con
su perturbadora lucidez, subraya: "Lo que admiramos en la verdad, no es la verdad, es que ella sea la
verdad".Así pues, la percibimos con la idéntica calidad de una epifanía. Si se atreve a buscarla, el poeta intuye
que ha de encontrarla -siempre y cuando se dé ella misma-, incluso en esa constante conjetura que es la poesía.
Y también invención de realidad -Lautréamont, Rimbaud, Kafka, esos alucinados-: se tiene conciencia de que
bajo sus escarceos la mentira guarda,para poder ser aunque tan a punto de resquebrajarse, una verdad intacta.
¿Por qué entonces no aceptar en el poeta sus recursos de mimesis, sinestesias,metagoges o metáforas y
cuantas formas ficticias le permitan concluir en una verdad? En Los puentes –principal poemario de Fayad
Jamís y una de las obras emblemáticas de la Generación del 50–, la palabra se desborda y alcanza un estado de
embriaguez que sobrepasa –y por ello cristaliza–,el asunto que la mueve.La extrañeza del ser –y del estar–, en
un escenario enemistado, la precariedad de la existencia a la cual se le niega los frutos terrenales, el vacío del
transcurso de días y noches repetidos interminablemente… todo esto se ve arrasado por el asombro ante la
belleza entrevista de las piedras, de la luz que cae desde el cielo plomizo y las baña de una plata antigua, de las
anónimas criaturas que las habitan o las transitan; de jardines cuya arborescencia se puebla de cánticos
migratorios, y del río fluyente bajo impasibles puentes que refleja la vida latente de la ciudad,colmada de voces y
sucesos sin término, como un gran lienzo pintado por el tiempo… El Testigo de tanto universo minucioso, que
viene de lejos y deambula sin alegría pero sin dolor por calles perdidas, retorna al fin a su suelo remoto y trae
bajo el brazo su libreta de apuntes, y en ellos el rumor de su verdad secreta…
ABRIMOS PUERTAS
Pablo Armando Fernández
Debo,como tantas otras aproximaciones al arte y las letras,a Harold Gramatges y Manila Hartman,mucho de
cuanto ha guiado mis pasos desde muy temprano,en plena adolescencia,hasta el presente.Mi primer encuentro
con Fayad Jamís se realiza con la incesante búsqueda de mi ser cubano en la antología Cincuenta años de
poesía cubana de Cintio Vitier, que Harold puso en mis manos para que conociera a quienes me precedieron
en la poesía.Poemas extraídos de un libro inédito Los párpados y el polvo,seleccionados por Cintio sitúan a
Fayad "decididamente en lo más valioso y penetrante de nuestra lírica". Aquel encuentro me condujo a
conocerle personalmente. Le comenté cuán cercano nos encontrábamos,tanto que me sorprendió:"Si abro esa
puerta nada se fugará",verso suyo abrazado a uno mío:"Si abrimos esa puerta / habremos penetrado otros
dominios".Esos reencuentros en La Habana reafirmaron nuestra humana, amistosa, fraternal relación, pese a
que él partía hacia París y yo regresaba a Nueva York,donde residía.
La Revolución triunfante nos devolvía a casa y la poesía estrechó aún más nuestros lazos familiares.En 1960
acompañados por un grupo de intelectuales y artistas visitamos China y la Unión Soviética.De los diez que
iniciamos ese fabuloso recorrido, sólo Fayad y yo permanecimos allá, decisión que nos permitió visitar Kiev en
Ucrania, Bakú en Azerbaidján y Leningrado en la URSS.Ya en Cuba compartíamos reuniones vinculadas a
nuestras labores intelectuales y artísticas, encuentros amistosos en los que compartíamos ideales y empeños por
fortalecer nuestros medios creadores,la UNEAC,la Casa de las Américas,relaciones con escritores y artistas
amigos,conocidos en países visitados y encuentros en provincias.
Fayad no ha dejado de acompañarme,un hermoso lienzo que fija zonas de la infinitud se mantiene en casa,todo
color,composición,textura que emana de la Luz. Su libro Los puentes,animó,fortaleciéndole,mi espíritu y me
entregué a seguir sus pasos,su mirada,su sentir y saber,permítaseme recurrir a mi texto sobre ese libro: "En
Fayad Jamís lo cubano está en las reminiscencias,suyas o ajenas,y la condición de la luz nuestra,de mostrarlo
todo,casi impúdicamente,sin reservas,sin contención… Libro de unidad temática,Los puentes maneja
discretamente los grandes temas de la poesía de todos los siglos:la libertad,el amor,la muerte en un verso
delicado y casi siempre hermoso,peligro al que el poeta arriesga muchos de sus logros más auténticos…
Poemas como ‘El ahorcado del café Bonaparte’ (que felizmente me fue dedicado) y ‘Por una bufanda perdida’
sitúan a este poeta entre los más serios y auténticos de nuestra poesía".
Celebramos festivamente con toda el alma el Premio Casa de las Américas,que obtuvo ese año espléndido para
su poesía con Por esta libertad,y en México,que en 1983 le proporcionara el regreso a ese añorado sueño,su
suelo natal.Acá,unos días antes de su despedida hablamos de cuánto y cómo hemos de conservar las puertas
abiertas. ¡Sí, hermano del alma,tu obra nos ayuda!
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CON FAYAD,PARÍS-LA HABANA
(Fragmento de un texto publicado enRevolución y Cultura,no.1, 1995.)
Jaime Sarusky
Me parece verlo todavía en el cafetín de la rue de l´Odéon,adonde íbamos algunos domingos por la noche a
comer perros calientes con papas fritas… Era el sitio más asequible a nuestros bolsillos en aquellos tiempos de
la década del cincuenta en París.
En el 80 aniversario de su nacimiento
[…] Sin embargo,si alguien en aquellos años 1957 y 1958 tenía sobradas razones para estar optimista y alentado
desde la perspectiva profesional, ése era Fayad Jamís.
[…] Las relaciones que estableció con algunos connotados surrealistas –Breton, Benjamín Péret y Tristán
Tzara, fundador del Dadaísmo, entre otros–,que reconocieron desde el primer momento los valores de su poesía,
le permitió publicar varios poemas en diferentes ocasiones en las revistas de aquel movimiento, aunque en ese
entonces sin los ímpetus y la extraordinaria influencia que ejerció en la década del veinte y hasta del
treinta.Poeta puro, pintor puro o casi puro,Fayad era en tiempos tales la estampa de la pureza que se desprende
del hambre. Por ello no es extraño que su poesía en aquellos tiempos nos resulte sumamente reveladora al
aproximarnos a la raíz de su existencia,de sus avatares.Se hace más explicable su actitud y su estado de ánimo
cuando a la sazón escribía, como náufrago a la deriva: "Yo no comprendo mucho / pero me siento un poco
Robinson Crusoe / Robinson de esta terrible hermosa grande ciudad que se llama París…"
Muchos de aquellos poemas también eran los de un francotirador rebelde, pero no un rebelde de una sola pieza,
sino donde se amalgamaban marcadas dosis de una sensibilidad individualista, romántica, existencial.Todavía
más: clarifica la carga de desencanto y frustración que dejaron huellas y cicatrices en su espíritu.Todo ello se
traslucía en algunos poemas de ese tiempo. Un día le confesé, entre bromas y risas,que el nombre de uno de los
personajes de La búsqueda, novela que a la sazón yo estaba escribiendo, era un homenaje a él.
UN AMIGO QUE SE AUSENTÓ ANTES DE TIEMPO
Margarita Ruiz
En 1959,al triunfo de la Revolución Cubana,fue nombrada directora de Cultura Vicentina Antuña,profesora de
Lengua y Literatura Latina de la Universidad de La Habana.La magistra llamó a trabajar con ella a los más
destacados intelectuales y artistas de la isla,así como a un grupo de sus alumnos,entre los cuales me encontraba
yo.
En el Museo Nacional de Bellas Artes, sometido a remodelación y nueva museología,conocí a Fayad Jamís.El
ya reconocido joven poeta y pintor,recién llegado de París,se dedicaba con esmero al montaje del valioso
Mosaico Romano de la colección del Conde de Lagunillas,cedida en comodato al Museo.Desde entonces surgió
la amistad que nos unió hasta su muerte.
Vuelven a mi memoria nuestras presurosas comidas en los cafés aledaños al Museo, donde Fayad citaba a José
A. Díaz Peláez, a Roberto Fernández Retamar y a Pedro de Oraá,para discutir de arte y leer poesía. Su
actividad en esa época fue febril exhibiendo sus maravillosos dibujos y escribiendo una nueva poesía que pronto
lo haría merecedor de premios y reconocimientos.
Comenzó entonces el período de madurez de su poesía y de su pintura. Se sucedieron los libros: Los puentes,
Por esta libertad, Cuerpos y Abrí la verja de hierro, mientras poblaba la plástica cubana de magníficos
retratos del Che –entre los mejores dedicados al héroe–, poemas ilustrados y colecciones de vasijas repletas de
flores, y aparecen entonces grandes paisajes abstractos surcados por misteriosas estrellas.
Al mismo tiempo colaboraba con la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, editando libros y ejerciendo el
periodismo. También la Universidad de La Habana sirvió de marco por su interés en el pequeño formato,lo cual
dio lugar a memorables exposiciones.Cuba y los artistas plásticos cubanos deben a Fayad la incorporación de
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dio lugar a memorables exposiciones.Cuba
y los artistas plásticos cubanos deben a Fayad la incorporación de
nuestro país a la Asociación Internacional de Artistas Plásticos (AIAP),a cuyos congresos asistió.
Vino después su brillante etapa de diplomático.Ahora,pasados casi treinta años, sus grandes amigos mexicanos
Elena Poniatowska, Juan Bañuelos,Mario Nájera y Jaime A. Shelley reviven su inmenso trabajo para estrechar
los lazos culturales entre los países.
Fayad regresó de México lleno de entusiasmo.Se vinculó a la Casa de las Américas y se rodeó de jóvenes
poetas y pintores.Buscaba una gran casa para montar sus talleres de grabado y vitrales.Amaury Pérez
musicalizaba algunos de sus poemas.Viajaba a Matanzas para conversar de poesía con Carilda Oliver Labra y
muchas tardes,en su casa del Vedado, tocaba guitarra y cantaba con Portillo de la Luz.
También ordenaba poemas no publicados, escribía otros y pintaba sus enigmáticos sobres de cartas que a veces
enviaba y otras conservaba. Tal vez su último proyecto cultural fue la creación de un museo de arte naif en
Guayos, el poblado donde creció. El arquitecto Fernando Salinas y yo colaboramos con él.Ese museo es una
deuda que debe saldarse alguna vez.
Hoy en día,cuando en medio de las conmemoraciones por su aniversario 80, oigo a los jóvenes diciendo de
memoria sus poemas y veo las imágenes de sus obras desplegadas por todo el país,pienso en el querido amigo
que se ausentó antes de tiempo.
SU RECUERDO Y SU POESÍA
Esbértido Rosendi
Año 1972. Premiación del Concurso 13 de Marzo.Conozco a Fayad Jamís y a Luis Marré,que eran jurados de
poesía en aquella ocasión en que obtuve el premio.Una amistad que perdura con los años. Fayad conversa,
habla de Guayos y de su familia ininterrumpidamente, del padre libanés y la madre mexicana,de sus hermanas
Rauda (compañera del preuniversitario) y Zaida,del rompimiento de su matrimonio,de la camita donde duerme
en el edificio de extensión universitaria,en su oficina. De Lautréamont, Attila Jozsef,Miklos Radnoti y muchos
otros que mencionaba casi sin darme cuenta (o para que yo me diera cuenta, pues era un joven veinteañero).De
los siete días para escribir el libro La pedrada,así como de su estancia en París y de las necesidades (hambre)
que casi siempre lo acompañaron.De su partida para México como funcionario del MINREX y sus esporádicas
visitas a Cuba y por supuesto a Sancti Spíritus,donde hablábamos de asuntos personales y de familia (la
suya).De una lectura amablemente compartida en una sala de teatro que aún me llena de orgullo.De sus
gestiones para devolverle a la canción Pensamiento –himno particular de los espirituanos– su verdadera autoría
en tierras mexicanas,pues allá no es reconocida como una composición de nuestro Rafael Gómez Mayea,
Teofilito.De la muerte inexplicable del padre,encontrado en el lecho del río Yayabo.De mis visitas a su
apartamento,donde hacíamos planes para un futuro homenaje en su patria chica,y para reunirse con un grupo de
muchachos,como él decía (en referencia a Hermes Entenza,Pedro Mendigutía,Reynaldo García Blanco y otros),
que en noches interminables recitábamos sus poemas en el parque más importante de la ciudad. En la última
visita a su casa,realizada poco antes de su muerte,tomamos tequila a la manera mexicana,con un poquito de sal
en la mano.De nuevo sus proyectos amados: Guayos, los poetas espirituanos, la agudeza de ver la poesía como
un hecho transcendente.Me dijo que quería tallerear.En un bultico amarrado con una cabuya,a la usanza de
nuestros guajiros,escoge cinco o seis poemas que lee impacientemente.¿Qué tú crees?, me dice, y yo que
cuándo los había terminado y él risueño que eran de la década del 50.Mi asombro, él para que veas que no todo
es como se dice. Después del final,su recuerdo y su poesía:"Los puentes","Los párpados y el polvo", mis
preferidos. Y el médico espirituano (vaya capricho del destino) que lo atiende en el hospital Hermanos
Ameijeiras.Año 2010. Un grupo de poetas espirituanos esperan en un viejo parque la llegada del amigo que de
seguro vendrá en cualquier momento.
UN AMIGO PARA TODA LA VIDA
Guillermo Rodríguez Rivera
Fayad Jamís es un recuerdo permanente en mi existencia. Le conocí en mis visitas a la Unión de Escritores y
Artistas de Cuba (UNEAC),cuando formaba parte de la Brigada Hermanos Saíz que,con los años devendría en
la actual Asociación Hermanos Saíz.
Fayad era un muy notable integrante de la dirección de la UNEAC,pero yo,que empezaba a escribir poesía,le
conocía por sus excelentes poemas.
Roberto Fernández Retamar editó, en un número de la revista Unión, obras de jóvenes escritores. Allí había –
era el año 1963– un par de textos míos que fueron como mi carta de presentación en la literatura cubana.
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Yo conocía a Fayad desde las viejas páginas de Cincuenta años de poesía cubana, donde Cintio Vitier lo
había incluido, junto al propio Fernández Retamar –ambos tenían entonces veintidós años– como voces de la
más joven poesía que presentaba la antología.
Ya por entonces eran casi legendarias las disputas que había creado la inclusión de esa única pareja de poetas
jóvenes entre otros tantos que aspiraron a figurar allí,sin conseguirlo.
Aquellos poemas entregaban una voz desgarrada,pero el conocer a Fayad y empezar a meterme en su historia y
en la de otras figuras de su generación me hizo advertir que la angustia que irradiaban muchos de aquellos
textos no tenía una raíz metafísica,sino poderosamente arraigada en la realidad misma.
Hay cuatro o cinco poemas de Fayad que rondan permanentemente mi memoria y que muchas veces cito sin
proponérmelo.Cuando estuve en París, uno de mis motivos de peregrinación fue hacer la ruta de "Vagabundo
del alba",bajando desde la plaza Saint Michel hasta el boulevar Saint-Germain.Fayad fue,es y será un amigo
para toda mi vida.
A ESTE FABRICADOR DE SUEÑOS
Víctor Casaus
Víctor Casaus quiso homenajear a Fayad con el poema que le dedicara el 17 de julio de 1973, mientras
volaba sobre Oriente. Pero nosotros quisimos agregar también algunas de las bellas palabras que dijo
al inaugurar en 1998 la exposición Mirar al Moro: "A ese artesano enamorado de la belleza,fabricador
de sueños… en el arco (iris) de esa vida que se anuncia en el tránsito de un poema a otro, de un trazo
al siguiente, entre otras patrañas que se lleva el viento.A ese arco,en el que cupieron (caben) la
tristeza,la pobreza económica,la desesperanza,las miserias y los fulgores de Europa, el reencuentro con
la isla, los combates y las angustias por esta libertad; a ese recorrido de un simple hombre alucinado
que iluminó con sus letras,con sus imágenes,con su laboriosa sensibilidad nuestra cultura –nuestras
vidas–".
ESTAS PALABRAS A ESTAS ALTURAS
Sobre la niebla poderosa de mi país te escribo
a 20 mil pies sobre el nivel de tus pies
suspendido como un loco entre el cielo y la tierra
ahora atravesando una tormenta tropical
una bruma que envuelve por minutos al Iliushin
pero dejemos eso mejor para decirte
estas palabras a estas alturas Fayad
aquí al reverso de tus letras en el fondo
de tu libro
donde relinchan y cruzan las yeguas de tu infancia
las miserias y las lágrimas de entonces
y desde donde ves los soles violentos
de la Revolución que compartimos y nos reparte
por esa superficie azulosa que se extiende
allá abajo
por esos rectángulos que resultan ser granjas
por esas líneas amarillas que vienen a ser
las carreteras del país
y por esas sombras que no dudo sean las guásimas
que he visto en tus poemas
Por sobre soles marchitos y sobre todo
sobre lágrimas angustias ruinas
de nuestro pasado peor
sobre mentiras y despojos
y sobre aquel tiempo del que no quiero
ni acordarme Fayad
yo quería quiero querré siempre
levantar esta mano de hermano mayor
para saludar mientras pasan a tus sueños
más viejos
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más viejos
y a tus nuevas visiones
Yeguas guásimas candiles güijes calles
verjas infancias tierras lámparas
canten y relinchen y alumbren
esta soledad de los 20 mil pies de altura
sobre la tierra azulosa que nos hizo crecer
y sobre la que fundamos un tiempo abierto y claro
como ese que se acerca aquí y ahora iluminando
el avión y las nubes
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