estandarte ok

Anuncio
Dirección de Medios de Comunicación
INFORMA
No.231
Fecha: 7 de julio de 2010.
Reedición del INAH
PUBLICAN VICISITUDES DEL ESTANDARTE DE HIDALGO
*** El historiador Jacinto Barrera Bassols narra cómo un óleo de la Virgen de
Guadalupe devino en distintivo de la insurrección
*** El libro Pesquisa sobre un estandarte. Historia de una pieza de museo reúne
la información obtenida de fuentes históricas y que hablan de la autenticidad de
la pieza
La leyenda refiere que la madrugada del 16 de septiembre de 1810, el cura
Miguel Hidalgo y Costilla tuvo la ocurrencia de tomar un cuadro de caballete con
la imagen de la Virgen de Guadalupe para convocar al pueblo a la insurrección,
¿cómo y cuándo esta pintura —en el sentido estricto de la palabra— devino en
estandarte, convirtiéndose además en trofeo de guerra?
El investigador Jacinto Barrera Bassols, del Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH-Conaculta), recopiló y analizó documentación histórica que arroja
luces sobre la autenticidad de la citada imagen, y cuyas vicisitudes son narradas
—entre la historia del arte y la novela negra— en el libro Pesquisa sobre un
estandarte. Historia de una pieza de museo (1995), reeditado recientemente por
el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta).
En poco más de 90 páginas, “el lector va descubriendo quién realizó la pintura
original y a que propósitos ‘divinos’ se debió su manufactura; así como la
transformación iconográfica de esta imagen mariana, la cual se dio a lo largo del
siglo XIX”, explica el investigador de la Dirección de Estudios Históricos del INAH.
Pese a los “dimes y diretes” protagonizados por fuentes documentales directas —
relatos de los propios insurgentes y del capellán del santuario de Atotonilco,
Guanajuato, pintores, eclesiásticos y liberales, en el siglo XIX —, el historiador
del INAH decidió escribir los sucesos del emblemático lienzo.
Dirección de Medios de Comunicación
Insurgentes Sur 421, Piso 8. Col. Hipódromo
Del. Cuauhtémoc. C.P. 06100, México, D.F.
Tels. (55)4040-4300 y 4040-4900
Ext.417 502 y 417 523
En el Museo Nacional de Historia “Castillo de Chapultepec”, se encuentran dos
importantes piezas sobre los albores de la Independencia, la primera de ellas es
una pintura al óleo con la imagen de la Guadalupana, cuya cédula anota fue El
estandarte de la Virgen de Guadalupe. Enarbolado por Miguel Hidalgo y Costilla
el 16 de septiembre de 1810 en la iglesia de Atotonilco, actual Estado de
Guanajuato.
La otra pieza, llamada Estandarte utilizado por las fuerzas insurgentes entre
1810 y 1813, por sus características, refiere Barrera Bassols, sí es un blasón.
Diversas circunstancias, señaló el historiador, han provocado que el óleo y el
blasón, se confundan en el imaginario colectivo.
Una imagen “tocada”
El óleo de la Virgen de Guadalupe considerado la imagen enarbolada por Miguel
Hidalgo en su arenga “contra el mal gobierno”, corresponde a una pintura hecha
por el pintor facultativo de la Academia de San Carlos, Andrés López, en 1805,
relata Jacinto Barrera Bassols.
“Éste y otros cuadros al óleo que de la Guadalupana efectuó Andrés López, se
consideraban ‘tocados’, en virtud de que dicho artista tuvo entre sus manos el
famoso ayate de la Virgen del Tepeyac. Esto se debió a un experimento
promovido por el bachiller Bartolache en el siglo XVIII, a fin de constatar si mano
humana habría pintado tal ayate. Obviamente, el fallo fue en contra”.
“Lo cierto es que con el paso del tiempo, esta pintura de Andrés López se
convirtió en una pieza trashumante y en motivo de análisis por parte de
historiadores y pintores, entre ellos Lucas Alamán y José María Velasco. Además
de tener un interés político para los gobernantes; Agustín de Iturbide fue el
primero en intentar entregarla directamente a la Villa de Guadalupe, no obstante,
fue Antonio López de Santa Anna quien cumplió ese cometido de darla a la
Colegiata”.
Un cuadro se convirtió en estandarte
Categórico, el investigador del INAH, Jacinto Barrera, afirma que el estandarte
de Hidalgo “no existió, fue un inventó de Manuel Abad y Queipo, arzobispo de
Michoacán, con el fin de acusar al cura de Dolores de fautoría (utilizar los
símbolos religiosos con objetivos deleznables), que era uno de los delitos
eclesiásticos más castigados.
En el edicto de excomunión contra Miguel Hidalgo, Abad y Quiepo asentó que:
Insultando a nuestra religión y a nuestro soberano D. Fernando VII, (Hidalgo)
pintó en un estandarte la imagen de nuestra augusta patrona Nuestra Señora de
Dirección de Medios de Comunicación
Insurgentes Sur 421, Piso 8. Col. Hipódromo
Del. Cuauhtémoc. C.P. 06100, México, D.F.
Tels. (55)4040-4300 y 4040-4900
Ext.417 502 y 417 523
Guadalupe, y le puso la inscripción siguiente: Viva la Religión, viva Nuestra
Madre Santísima de Guadalupe, Viva Fernando VII, Viva La América y muera el
mal gobierno.
Sin embargo, en boca de los propios insurgentes y de gente que estuvo en la
hora y sitio exactos aquel 16 de septiembre de 1810, el hecho de tomar una
imagen de la Guadalupana en Atotonilco (Guanajuato) fue demasiado fortuito,
sin premeditación, alevosía y ventaja.
De hecho, se sabe que fue un “ranchero” de la multitud quien pidió una estampa
de la Virgen y enseguida la puso en un asta de un tendedero de ropa, y que
incluso Allende e Hidalgo intentaron recoger la imagen, pero ante el clamor de la
gente decidieron regresar a la casa del santuario de Atotonilco, donde poco antes
habían estado tomando chocolate junto con Aldama, Abasolo y otros insurgentes.
Un trofeo de guerra
Barrera Bassols abre un capítulo a manera de género policiaco en Pesquisa sobre
un estandarte, pues en el Porfiriato (1895-1896) y con el pretexto de exhibir el
“Estandarte de Hidalgo” en lo que sería el nuevo Museo de Artillería, una vez
más se dio una pesquisa sobre dicha imagen.
Felipe Berriozábal, presidente de la Comisión de Trofeos y Auténticas del museo
en formación, instruyó a Eduardo Velázquez, jefe político de la Villa de
Guadalupe-Hidalgo, investigar la autenticidad del óleo que desde 1853, tenía la
Colegiata, y que en caso de ser el original, debía recuperarlo.
“Se suponía que la Colegiata de la Villa de Guadalupe tenía una serie de piezas
relacionadas con la historia nacional, el estandarte de Hidalgo, algunas piezas de
Allende, de Santa Anna… Sin embargo, hubo resistencia por parte de las
autoridades eclesiásticas para entregar estos objetos, en un momento en el que
se suponía estaban cumpliéndose con rigidez las Leyes de Reforma
“De esa manera, se va a dar todo un juego político. La Iglesia quería entregar
estos ‘trofeos de guerra’ directamente a Porfirio Díaz, sin pasar por Velázquez
(quien era un jacobino radical, partidario de medidas revolucionarias), pero éste
se anticipó y fue el encargado de darlos al presidente”, concluyó Jacinto Barrera
Bassols
Dirección de Medios de Comunicación
Insurgentes Sur 421, Piso 8. Col. Hipódromo
Del. Cuauhtémoc. C.P. 06100, México, D.F.
Tels. (55)4040-4300 y 4040-4900
Ext.417 502 y 417 523
Descargar