La situación en Siria el “día después” Teniente Coronel (ret.) Jonathan D. Halevi 21 de diciembre de 2012 Archivado en: Siria Vol. 12, No. 30 18 de diciembre de 2012 La hora de la verdad se aproxima en Siria. El régimen de Bashar Assad está luchando una batalla de retaguardia y ya ha perdido el control sobre considerables partes del país. El vicepresidente de Siria, Farouq al-Shara, admitió en una entrevista en el periódico Libanés al-Akhbar, el 14 de diciembre, que él no creía que el ejército de Siria podría ganar el enfrentamiento actual. No es probable que el régimen de Assad crea que el uso de armas químicas puede restablecer la situación previa en Siria. Parecería más probable que el régimen intentará transferir a la mayoría de las fuerzas leales sobrevivientes y el armamento estratégico (que incluye el químico) al enclave alauita al oeste del país, como una fuerza disuasiva contra actos de venganza y una carta política para garantizar el estatus de la comunidad alauita en un futuro orden sirio. Mientras los Estados Unidos y otros países occidentales han reconocido la Coalición Nacional Siria como el único y exclusivo representante del pueblo sirio, las fuerzas rebeldes consideran que el nuevo liderazgo les ha sido impuesto y, a lo sumo, están dispuestas a aceptarlo como un actor provisional para movilizar el apoyo internacional necesario para completar el objetivo de derrocar el régimen. En realidad, las fuerzas dominantes en Siria son los marcos militares que han emprendido la campaña contra el régimen desde marzo de 2011. La gran mayoría, si no todos, apoyan una perspectiva islamista, yihadista y salafista. El pleno respaldo de las fuerzas combatientes de Jahbat al-Nusra, una rama de al-Qaeda, contra los EE. UU. y occidente probablemente indica la dirección futura de la revolución siria, que pareciera dispuesta a adoptar el islamismo como la base principal del gobierno que reemplazará al régimen de Assad. Después de derrocar al régimen de Assad, es probable que emerja una amenaza militar y terrorista contra Israel, durante el período de transición, que se caracterizará por la inestabilidad gubernamental y una falta de control sobre al menos algunas de las fuerzas de combate. El régimen de Assad está luchando una batalla de retaguardia La hora de la verdad se aproxima en Siria. En una entrevista con el diario libanés al-Akhbar, publicada el 17 de diciembre, el vicepresidente de Siria, Farouq al-Shara, admitió por primera vez que la guerra contra los rebeldes sirios no se podía ganar: “No creo que con lo que están haciendo las fuerzas de seguridad y las unidades del ejército se conseguirá una victoria decisiva”. Las fuerzas rebeldes, dirigidas por grupos yihadistas aliados, tienen el dominio en el campo de batalla y obtuvieron logros significativos cuando tomaron una gran base militar en Alepo, bien provista de armas y municiones1 y posteriormente en un combate violento en las comunidades que rodean la ciudad capital, Damasco, incluyendo el campo de refugiados palestinos Yarmouk. El Ejército Libre Sirio afirma ahora que ha hecho con el control de la mayor parte de las bases de defensa aérea en la Gobernación de Damasco. 2 El régimen de Bashar Assad está librando una batalla de retaguardia y ya ha perdido el control de grandes partes del país que están sujetas aún a ataques aéreos y de artillería por parte de las fuerzas armadas sirias todavía leales al régimen. Assad continúa extrayendo su fuerza de la comunidad alauita, que forma la columna vertebral del ejército, y de la asistencia económica, política y militar que recibe de Rusia, Siria, Irán y Hezbolá. Los dos últimos también han enviado fuerzas armadas para ayudar en la lucha, tanto en el asesoramiento como en las funciones operativas. La sensación de que se aproxima el final fue expresada por el viceministro de relaciones exteriores ruso Mikhail Bogdanov, quien reconoció que el régimen de Assad está perdiendo el control del país y que una toma de poder rebelde puede ser inminente. Aunque Rusia no ha cambiado su política en el plano oficial, sí parece estar dispuesta a proteger sus intereses en el caso de que el régimen se desplome. El punto de inflexión política tuvo lugar cuando los Estados Unidos reconocieron a la Coalición Nacional Siria como la única y exclusiva representante del pueblo sirio. Los EE. UU. y otros países occidentales, así como el bloque de los estados árabes y musulmanes que apoyan a los rebeldes, están interesados en la creación de un liderazgo nacional que pueda unir a las fuerzas rebeldes bajo su mando y que sirva como un gobierno provisional legítimo, garantizando así un período de transición estable y la cohesión geográfica y gubernamental ininterrumpida de Siria. Las implicaciones de la fase final Con la crisis Siria entrando en su fase final, lo que sigue son las principales implicaciones. Para empezar, el régimen de Assad ha perdido su legitimidad para gobernar hace mucho tiempo, y a lo sumo puede sobrevivir por un período adicional a través de un creciente uso de las armas con la intención de infligir grandes bajas entre los rebeldes y la población civil que los apoya. La toma de grandes zonas de Alepo por parte de los rebeldes, podría precipitar un desplome final del control del ejército en el área. Esto impulsaría procesos similares en el norte de Siria, lo que permitiría la movilización y organización adicional de las fuerzas para la batalla decisiva en Damasco, si el operativo que se emprende actualmente no logra un cambio radical. Al atacar a las fuerzas rebeldes y a la población siria, el ejército sirio ha encontrado conveniente utilizar todas las armas en su arsenal con excepción de las armas químicas. Los fuertes mensajes al respecto de este tema provenientes de los Estados Unidos y otros países occidentales, en los que indicaban que el uso de tales armas provocaría la intervención militar occidental dirigida expresamente a derrocar el régimen, han actuado como un disuasivo. Bajo las circunstancias imperantes, no es probable que el régimen de Assad crea que el uso de armas químicas pueda restablecer la situación previa en Siria, incluso si las pérdidas infligidas a la población civil fueran muy serias. Parece probable que si Damasco cayera pronto en las manos de los rebeldes, el régimen intentaría, más bien, transferir la mayor parte de las fuerzas leales sobreviviente y los armamentos estratégicos (incluyendo los químicos) al área del enclave alauita en el oeste del país. Este armamento, entonces, serviría como un disuasivo frente a los actos de venganza y como una carta política para asegurarle a la comunidad alauita su estatus en un futuro orden sirio. De hecho, la Coalición Nacional Siria ha conseguido el reconocimiento internacional y proyecta una imagen moderada de la oposición siria. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Las fuerzas rebeldes consideran que el nuevo liderazgo les fue impuesto y están dispuestas, a lo sumo, a aceptarlo como un actor provisional que puede movilizar el apoyo internacional necesario para completar el cometido de derrocar el régimen. Las fuerzas dominantes en Siria En realidad, las fuerzas dominantes en Siria son los marcos militares que han emprendido la campaña contra el régimen desde que brotó la revolución en marzo de 2011. Estos sistemas militares, que cuentan con gran apoyo popular, probablemente exigirán su porción en el nuevo gobierno y dejarán su huella en la configuración de la nueva Siria. Un análisis de los fundamentos ideológicos de las fuerzas combatientes devela que una gran mayoría, si no todos, apoya una perspectiva islamista, yihadista y salafista con diferentes grados de fervor. Su denominador común es un deseo de establecer una nueva Siria, que se rija por la mayoría musulmana sunita y que se defina ante todo como un estado islámico. La organización Jahbat al-Nusra, que se identifica con la rama Iraquí de al-Qaeda, se considera una de las fuerzas más poderosas entre los rebeldes y goza de amplio apoyo popular, tanto por sus logros en el campo de batalla como por la ayuda que proporciona a la población. Pocos días después de que los Estados Unidos decidieron agregarla a la lista de las organizaciones terroristas, hubo manifestaciones masivas en Siria de apoyo a la organización en nombre de todas las fuerzas combatientes, con el emblema: “No hay más terror en Siria que el terror de Assad”. A pesar de sus conexiones internacionales, incluso la Coalición Nacional Siria rechazó la decisión de los EE. UU. de calificar a Jabhat al-Nusra como una organización terrorista. Este pleno respaldo a una rama de al-Qaeda contra los EE. UU. y occidente, probablemente indica la dirección futura de la revolución siria, que pareciera estar dispuesta a adoptar el islamismo como la base principal del gobierno que sustituirá al régimen de Assad. Bajo la superficie, en Siria hay dos importantes fuerzas islámicas activas: la Hermandad Musulmana, a través de Turquía; e Hizb ut-Tahrir, que habla de la creación inmediata de una califato islámico. Oficialmente, la Hermandad Musulmana no tiene fuerzas combatientes que actúen en su nombre. Sin embargo, de acuerdo con testimonios, algunos de los marcos semi militares establecidos a lo largo de los dos últimos años se identifican con el movimiento, que controla numerosas fuentes de ayuda financiera provenientes de los estados del Golfo, y por lo tanto ejerce influencia sobre las fuerzas rebeldes. La Hermandad probablemente tendrá un perfil más alto después de que la revolución logre sus fines, y se esmere, con la ayuda de Turquía y Egipto, en unir a todas las facciones islamistas bajo su liderazgo. La meta prioritaria del nuevo régimen, con el apoyo de Turquía, será mantener la cohesión geográfica de Siria y evitar su división en base en consideraciones étnicas o raciales (sunitas, alauitas, kurdos y drusos). Hasta ahora, las fuerzas rebeldes, con excepción de actos de venganza específicos, han evitado las masacres de la población alauita. Quieren dejarles una salida de escape a los funcionarios y los soldados alauitas para que animen a los demás a desertar, apresurando así la caída del ejército. Estas restricciones no necesariamente se mantendrán después de la caída del régimen; algunas voces entre los rebeldes ya están pidiendo represalias. Una posible solución para la nueva situación es una eventual federación siria que otorgue derechos autónomos limitados a los grupos minoritarios. La revolución en Siria ha reducido drásticamente el ejército Sirio. Por su parte, las fuerzas rebeldes son hostiles a Israel y reiteran los llamados para extender la yihad desde Damasco hacia la liberación de Jerusalén. Actualmente todos sus recursos están orientados al derrocamiento del régimen de Assad. Una vez logren su objetivo, es probable que surja una amenaza militar y terrorista contra Israel durante el período de transición, que se caracterizará por la inestabilidad gubernamental y una falta de control, al menos sobre algunas de las fuerzas de combate. Las fuerzas yihadistas en Siria han tomado el control de los arsenales del ejército sirio, tal como sucedió en Libia después de la caída de Gadafi. Esto podría representar una seria amenaza para la seguridad de los intereses occidentales en el futuro. Un golpe a Irán La caída de Assad, el aliado cercano de Teherán, será un duro golpe para los intereses de Irán en el Oriente Medio y podría causar ondas de choque adicionales que debiliten aún más la influencia de Irán. Esto incumbe particularmente al entorno libanés, donde las fuerzas islamistas sunitas ya se están organizando para el día después de la caída de Assad en un movimiento para trastornar el balance del poder político y militar de Líbano, donde Hezbolá ahora es dominante. La caída de la zona interior de Siria probablemente encienda enfrentamientos violentos que podrían escalar hasta una guerra civil en Líbano entre las fuerzas sunitas radicales y Hezbolá. En Irak, que se ha encontrado bajo una creciente dominación iraní luego de la retirada de EE. UU., los sunitas iraquíes probablemente se volverán hacia sus aliados sunitas en una Siria post-Assad, con el fin de renovar la campaña de insurgencia contra el gobierno liderado por los chiíes en Bagdad. Actualmente, las fuerzas rebeldes ven a Irán, Rusia y China como cómplices debido al apoyo total al régimen de Assad. Sin embargo, no cabe duda de que es posible que los vínculos con estos países se reanuden a largo plazo. Rusia tiene un gran interés en mantener su influencia en Siria y posiblemente jugará la carta de la expulsión de Assad y sus camaradas para intentar allanar el camino hacia los corazones de los rebeldes. Aunque la animosidad hacia Irán tiene una base ideológica, la Hermandad Musulmana ha demostrado que atribuye suma importancia estratégica a las relaciones con Irán, incluso cuando se perpetraban masacres en Siria; el interés común es contrarrestar la influencia occidental en el Medio Oriente y construir un frente contra Israel. Es probable que estas consideraciones orienten al nuevo régimen de Damasco. Los centros de poder en el bando de los rebeldes Jahbat al-Nusra La’al al-Sham (el Frente de Ayuda a los Residentes de la Gran Siria) es una organización islámica identificada con al-Qaeda y está bajo el liderezgo de Muhammad al-Julani. Durante el año pasado ha ampliado tanto el número de sus miembros como en el alcance de su actividad, que incluye atentados suicidas. Los Estados unidos aspiran a incluirla en la lista de las organizaciones terroristas. La Brigada de Sukur al-Sham (Halcones de la Gran Siria) es una organización islámica bajo el mando de Ahmed Issa al-Sheikh, principalmente activa al norte de Siria. Funciona como una estructura militar unificada y jerárquica, con nueve batallones activos en diferentes áreas. Los Batallones de Ahrar al-Sham (Hombres Libres de la Gran Siria) es una organización islámica salafista que opera en el norte de Siria, en la región de Damasco y sus poblados circundantes, y también en el sur. Su meta declarada es implementar la sharía (ley islámica) en Siria. La Brigada Al-Tawhid (la Singularidad de Alá) es una organización islámica bajo el liderazgo de Abd al-Kadr al-Salah. Opera principalmente en Alepo y se identifica con la Hermandad Musulmana. Tamoah Ansar al-Islam (Unión de Partidarios del Islam) es una organización islámica salafista que llama al establecimiento de un califato. Formada en agosto de 2012, une bajo su égida a grupos armados que están activos principalmente en el área de Damasco. Las Brigadas de Al-Farouk es una organización islámica salafista actúa en el norte y el centro de Siria. En el último año se establecieron en Siria dos organizaciones rectoras para coordinar a las fuerzas combatientes: el Frente Rebelde en Siria y el Frente para la Liberación de Siria. Estas son predominantes entre las organizaciones islámicas. A principios de diciembre de 2012, se estableció un liderazgo conjunto para las fuerzas rebeldes bajo el mando del brigadier general Salim Idris. Se crearon cinco áreas de mando bajo el control del nuevo liderazgo militar. Su línea ideológica declarada incluye una identidad siria islámica y el mantenimiento de los derechos humanos y de las minorías. Sin embargo, no todas las fuerzas rebeldes aceptan la autoridad del nuevo liderazgo militar. *** Notas 1. “La rivalidad de los yihadistas con los rebeldes de la corriente dominante de Siria se intensifica", AFP, 16 de dic. de 2012. 2. Nazeer Rida, “El FSA se centra en las bases aéreas del régimen de al-Assad-Fuentes”, Asharq Al-Awsat, 7 de dic. de 2012.3. Rima Marrouch, “Los rebeldes sirios ganan terreno contra la fuerza aérea de Assad”, Los Angeles Times, 11 de dic. de 2012. Publicación: La situación en Siria el “día después" Archivado en: Siria Etiquetas: Assad, armas químicas, Islam, Israel, SiriaAcerca del teniente coronel (ret.) Jonathan D. Halevi El teniente coronel (ret.) Jonathan D. Halevi es un prestigioso investigador del Medio Oriente y del Islam radical en el Centro para Asuntos Públicos de Jerusalén. Es el cofundador del Grupo de Investigación del Oriente Ltd. y el ex asesor de la División de Planificación de Políticas del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel.