Control difuso de constitucionalidad y convencionalidad en el procedimiento ejecutivo penal. Inaplicación del artículo 150, párrafo segundo, de la Ley de Ejecución de Sanciones Penales del Estado de Michoacán. Félix Francisco Cortés Sánchez [La reforma constitucional en materia de seguridad pública y justicia]. Mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 18 de junio de 2008, fue promulgada la reforma constitucional en materia de seguridad pública y justicia, que implicó una profunda transformación al sistema jurídico-penal, al introducir el proceso acusatorio y oral. En el artículo segundo transitorio del mencionado decreto, el Poder Reformador de la Constitución fijó un plazo máximo de 8 ocho años contado a partir de su publicitación, para que el nuevo sistema de justicia penal quedara implementado en todo el territorio nacional. Puede convenirse que la incorporación del sistema procesal penal acusatorio y oral constituye una de las expresiones más fieles del fortalecimiento de un Estado Democrático de Derecho –entendiéndose por tal, aquella organización estatal que se caracteriza por garantizar la seguridad de los ciudadanos, mediante una vinculación de la actuación del Estado a normas y principios jurídicos de justicia conocidos de tal manera que la misma resulte en todo caso comprensible1–, pues a través del mismo, la justicia penal asume un rostro más cercano, público y transparente frente a los gobernados. Considero que esta reflexión inicial puede finalizarse señalando que el éxito de la reforma depende en un alto grado, de que su correcta implementación abarque todas las etapas del proceso penal. Bajo esta premisa, para que la introducción del sistema acusatorio y oral cumpla con la finalidad a que se encuentra destinada, es indispensable no sólo colocar el acento en la etapa de investigación, en la preparatoria del juicio, en los medios alternativos de solución de conflictos o en el juicio oral propiamente dicho, sino que también debe ponerse especial atención a lo concerniente a la ejecución de las penas y al papel que vienen jugando los jueces encargados de los procedimientos vinculados con ella, ya que sólo a partir de una visión integral del proceso, hasta el momento en que el sentenciado se considera en aptitud de reinsertarse en el núcleo social, la implementación de la reforma cumplirá con el objetivo deseado. Félix Francisco Cortés Sánchez, juez de ejecución de sanciones penales de la región Morelia. Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Michoacán. 1 BACIGALUPO, Enrique, Derecho penal y el Estado de derecho, 1ª ed., Jurídica de las Américas, México, 2009, p. 103. [El sistema penitenciario y la ejecución de las sanciones, en el nuevo sistema de justicia penal]. No obstante que uno de los aspectos sustanciales de la reforma es la implementación del proceso penal acusatorio y oral, su alcance no se limitó a ello, sino que se extendió a un replanteamiento del sistema penitenciario en nuestro país, introduciendo la judicialización de la ejecución de las sanciones penales; a través de la modificación de los artículos 18 y 21 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, cuya redacción se transcribe enseguida –en lo que resulta atinente a este trabajo–: “Artículo 18. […] El sistema penitenciario se organizará sobre la base del respeto a los derechos humanos, del trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte como medios para lograr la reinserción de la persona sentenciada en la sociedad y procurar que no vuelva a delinquir, observando los beneficios que para él prevé la ley. Las mujeres compurgarán sus penas en lugares separados de los destinados a los hombres para tal efecto. […]”. “Artículo 21. […] La imposición de las penas, su modificación y duración son propias y exclusivas de la autoridad judicial.” La reforma de los enunciados normativos antes transcritos significó una transformación sustancial a la visión que venía sosteniéndose en torno al carácter de la pena y a la finalidad última del sistema penitenciario, al abandonarse el concepto de “readaptación social” y adoptarse el de “reinserción social”. Sobre el particular, conviene recordar que el sistema penitenciario, por disposición constitucional, tiene como propósito –por una parte– la prevención del delito2 y –por la otra– la reinserción social. En opinión de David Ordaz Hernández y Emilio Cunjama López3, la sustitución del concepto de “readaptación social” por el de “reinserción social” no responde a un mero cambio semántico, sino a una evolución del sistema estatal diseñado para ejecutar las sanciones privativas de la libertad, pues no obstante que ambos tienen como punto en común la normalización social de la persona sentenciada, la reinserción social privilegia los contenidos sociológicos de la pena y su ejecución, procurando el fortalecimiento de los vínculos sociales la persona (enfocándose a su entorno familiar, comunitario, 2 Tanto desde una óptica general –ya que la imposición de una sanción y su ejecución procura incidir en el entorno social, para que quienes lo integran se abstengan de efectuar conductas antijurídicas–; como específica –ya que tiende a evitar que la propia persona sentenciada reincida–. 3 Ordaz Hernández, David y Cunjama López, Emilio, La figura del juez de ejecución de sanciones penales, Iter criminis. Revista de ciencias penales. México, núm. 6, cuarta época, INACIPE, noviembre-diciembre 2008, http://www.reformapenal.inacipe.gob.mx/pdf/05OrdazHernandezSP.pdf. social e institucional), mientras que la readaptación social atiende esencialmente a factores de carácter biológico y mental, con un componente social que no resulta fundamental. Dicha modificación resulta relevante en la medida que el aspecto en el que los órganos jurisdiccionales especializados en ejecución de sanciones penales deben centrar su atención al momento de emitir una decisión que implique la modificación de la pena es precisamente el de la reinserción social; más aún cuando –en el caso del Estado de Michoacán– dichos tribunales se constituyen también como órganos encargados de la vigilancia penitenciaria, lo que significa verificar que el sistema penitenciario reúna las condiciones que posibiliten alcanzar dicha finalidad. Así, a partir de la introducción de esta nueva figura jurisdiccional, los jueces se constituyen como parte integrante de la política penitenciaria, que tiene como propósito fijar las bases y los principios fundamentales de la ejecución de las penas privativas y restrictivas de libertad, en el armónico funcionamiento de leyes, instituciones y mecanismos que posibiliten la adecuada ejecución de dichas penas; procurando la legalidad de la ejecución y el equilibrio adecuado entre el derecho a la seguridad del ciudadano y a la de los reclusos, atendiendo a las variaciones y cambios que se operan en la sociedad; conforme a los avances y las experiencias en materia de tratamiento del delincuente, métodos y técnicas de readaptación y de prevención social4. Por otra parte, no debe perderse de vista que, por una parte, el referido sistema se sustenta en el respeto a los derechos humanos de las personas que tienen la calidad de reclusos; y que para lograr el propósito de la reinserción social, se vale de medios específicos: el trabajo y la capacitación para el mismo; la salud; la educación; el deporte; e incluso, la vinculación con exterior5. Por cuanto se refiere al artículo 21 constitucional –a partir de un ejercicio comparativo entre la anterior redacción de tal enunciado y el que derivó de la reforma– puede deducirse que antes de su modificación correspondía al poder judicial ejercer la función de imponer las penas, exclusivamente; ahora, el Constituyente Permanente determinó que a la judicatura no solamente le compete dicha actividad, sino también el pronunciarse sobre su modificación y duración. En concepto de Sergio García Ramírez6, en dicho artículo se estableció en forma implícita la ejecución de las penas en sede jurisdiccional, al encomendar a la autoridad judicial no sólo la imposición de las sanciones sino también su modificación y duración; y da lugar a la introducción de la figura “juez de ejecución de penas” en el sistema penal mexicano. 4 VILLANUEVA Castilleja, Ruth, LÓPEZ Martínez, Alfredo y PÉREZ Medina, Ma. de Lourdes, México y su sistema penitenciario, 1ª ed., INACIPE, México, 2006, pp. 34-35 5 Entendiéndose por tal, la relación con su núcleo familiar y comunitario; este componente del sistema penitenciario puede deducirse del contenido del penúltimo párrafo del propio artículo 18 constitucional. 6 García Ramírez, Sergio, La Reforma Penal Constitucional (2007-2008), 1a. ed., México, Porrúa, 2008, p. 191. El artículo quinto transitorio del decreto de reforma constitucional alude al momento en el que el sistema de reinserción social y el régimen de modificación y duración de sanciones –es decir, su judicialización– debía cobrar vigencia, señalando como plazo máximo el de 3 años contado a partir del día siguiente al de la publicación del decreto, es decir, al 19 de junio de 2011. Ello dio lugar a que en los ámbitos federal y local fuese necesaria la entrada en vigor de legislación especializada que modificara el sistema penitenciario y definiera las facultades de jueces y juezas de ejecución, en cuanto figuras especializadas encargadas de ejercer las facultades constitucionales antes mencionadas y las legales que les delegaron las leyes secundarias. El panorama antes descrito hace patente que la reforma constitucional en materia penal de 2008 introdujo la judicialización de la ejecución de las sanciones, a través de una figura: el juez de ejecución, cuya creación responde al interés de transparentar la función ejecutiva penal, y en específico, evitar el ejercicio discrecional de la misma, a través de la observancia de distintos principios. De una recta interpretación del artículo 21 constitucional se colige que corresponde a dicho órgano jurisdiccional la función de vigilar y ejecutar el cumplimiento de las penas; incluso tendrá la facultad de modificarlas con base al principio de efectividad, además de que deberá resolver todo lo concerniente a la ejecución, por lo que la autoridad administrativa deja de ser encargada de la ejecución…será el dirigente de esa ejecución y el único que podrá tomar decisiones relacionadas, todo en audiencia pública con asistencia de los sujetos procesales7; de hecho, puede convenirse que su instauración responde al propósito final de la reforma, ya que la reasignación de facultades de los intervinientes en el Sistema Penal Acusatorio nos evidencia que la esencia de la reforma es el control Judicial del procedimiento penal, la igualdad de los sujetos procesales, y sobre todo el control de las violaciones a los derechos fundamentales8. En suma, puede convenirse con José Luis Eloy Morales Brand, cuando señala que al judicializarse la ejecución penal, todas las decisiones en esta etapa que impliquen una alteración de las sanciones (adecuación, modificación, sustitución o remisión), declaración de cumplimiento de las sanciones, aquellas que versen sobre la persona del detenido en el centro de reclusión o en sus actividades de ejecución (disciplinarias o de beneficio), y todo lo que implique una afectación de los derechos fundamentales del condenado, la víctima u ofendidos o terceros involucrados en la ejecución (por ejemplo la restricción de acceso a los familiares, o la imposibilidad de convivencia o visita conyugal), serán dictadas o ejecutadas por el Juez de Ejecución, en audiencia pública, permitiendo la 7 MORALES Brand, José Luis Eloy, Sistema de derecho penal acusatorio adversarial en México, 1ª ed., Ángel Editor, México, 2011, p. 253. 8 Idem contradicción y la verificación, por lo que estarán presentes el Fiscal, el condenado, su defensor, y si es conveniente, la víctima y su coadyuvante9. [La reforma constitucional en materia de derechos humanos]. A través del diverso decreto publicado también en el Diario Oficial de la Federación del 10 de junio de 201110, se reformaron diversas disposiciones a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; proceso que significó también una profunda transformación en el sistema jurídico de nuestro país, ya que dio lugar a la constitucionalización de los derechos humanos como tales y el fortalecimiento del sistema de defensa de los mismos. Sin negar su importancia, no es propósito de este trabajo abundar más allá de lo estrictamente necesario respecto a la significación y alcance de esta reforma. Baste con poner el acento en la actual y vigente redacción de los párrafos primero, segundo y tercero del artículo 1º Constitucional, que son del siguiente tenor: “Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece. Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia. Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley. […]”. Los enunciados normativos transcritos hacen patente la introducción del concepto de derechos humanos en sede constitucional, reconociendo como tales a los que reconozca el propio texto constitucional y los tratados internacionales de los que nuestro país sea parte. Además, establece reglas y principios que deberán observarse en la interpretación y aplicación de las normas que los prevean, a saber: (a) el pro persona; (b) el de interpretación conforme; (c) el de universalidad; (d) el de interdependencia; (e) el de indivisibilidad; y, (f) el de progresividad. De igual modo, se imponen deberes puntuales a todas las autoridades en el ámbito de sus atribuciones, tendientes a promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos. 9 Ibidem, p. 338. En vigor a partir del día siguiente, en términos del artículo primero transitorio del referido decreto. 10 [El control difuso de la constitucionalidad y convencionalidad de normas, como facultad del juez de ejecución de sanciones penales]. Ha quedado establecido que conforme al artículo 1º, párrafo tercero, de la Constitución General de la República, todas las autoridades se encuentran obligadas a promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos, en el ámbito de sus competencias. De esta manera, los jueces especializados en la ejecución de sanciones penales se encuentran compelidos a efectuar dichos actos, como parte de los deberes que le derivan de dicha norma constitucional; cuya incorporación dio lugar a que el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación dejara sin efectos los criterios obligatorios que había sostenido con antelación y conforme a los cuáles: (i) el control de la constitucionalidad de normas correspondía al Poder Judicial de la Federación; y, (ii) el control difuso de la constitucionalidad de normas generales no se encontraba autorizado por el artículo 133 constitucional11. Así, a partir de la reforma al artículo 1º Constitucional, el control de la constitucionalidad y/o convencionalidad de normas generales, en su modalidad de difuso, se ejerce por todas las autoridades, tratándose de violación a los derechos humanos consagrados en la Constitución Federal y en los convenios internacionales suscritos por el Estado Mexicano, evidenciándose en el deber de analizar la compatibilidad entre las disposiciones jurídicas que deben aplicarse a un caso concreto y los derechos humanos que establece la Carta Magna y los tratados internacionales, lo cual genera la consecuencia de permitir o no la aplicabilidad de alguna disposición a un caso en concreto12. Conviene precisar cuál es el límite del ejercicio de esta atribución a favor de los jueces ordinarios, el que radica en la inaplicación de las normas que resulten contrarias a los derechos humanos que prevea la norma constitucional y los tratados internacionales de los que México sea parte13, sin que exista posibilidad de que se pronuncie sobre su inconstitucionalidad o inconvencionalidad. 11 Así se desprende la tesis aislada que se inserta enseguida: Época: Décima Época; Registro: 2000008; Instancia: Pleno; Tipo de Tesis: Aislada; Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta; Libro III, Diciembre de 2011, Tomo 1; Materia(s): Constitucional; Tesis: P. I/2011 (10a.); Página: 549. Rubro: “CONTROL DIFUSO.” 12 Así se colige del criterio aislado que se describe enseguida: Época: Décima Época; Registro: 2000071; Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito; Tipo de Tesis: Aislada; Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta; Libro IV, Enero de 2012, Tomo 5; Materia(s): Constitucional; Tesis: III.4o.(III Región) 2 K (10a.); Página: 4319; Rubro: “CONTROL CONSTITUCIONAL Y CONTROL DE CONVENCIONALIDAD DIFUSO. SUS CARACTERÍSTICAS Y DIFERENCIAS A PARTIR DE LA REFORMA AL ARTÍCULO 1o. DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL, PUBLICADA EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN EL 10 DE JUNIO DE 2011.” 13 Época: Décima Época; Registro: 2000748; Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito; Tipo de Tesis: Aislada; Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta; Libro VIII, Mayo de 2012, Tomo 2; Materia(s): Constitucional; Tesis: XXVI.5o.(V Región) 1 K (10a.); Página: 1825; Rubro: “CONTROL DIFUSO DE LA CONSTITUCIONALIDAD DE NORMAS. LOS JUECES DEL ESTADO MEXICANO, COMO ÓRGANOS AUTORIZADOS PARA EFECTUARLO, Finalmente, resulta pertinente indicar que el control difuso de constitucionalidad –connotación que también incluye el control de convencionalidad o convencionalidad– debe ser ejercido ex officio a partir de presupuestos formales y materiales de admisibilidad y procedencia, que han sido definidos ya a nivel jurisprudencial, a saber: (a) que el juzgador tenga competencia legal para resolver el procedimiento en el que vaya a contrastar una norma; (b) debe existir aplicación expresa o implícita de la norma, aunque en ciertos casos también puede ejercitarse respecto de normas que, bien sea expresa o implícitamente, deban emplearse para resolver alguna cuestión del procedimiento en el que se actúa; (c) la existencia de un perjuicio en quien solicita el control difuso, o bien irrogarlo a cualquiera de las partes cuando se realiza oficiosamente; (d) inexistencia de cosa juzgada respecto del tema en el juicio, pues si el órgano jurisdiccional ya realizó el control difuso, estimando que la norma es constitucional, no puede realizarlo nuevamente, máxime si un juzgador superior ya se pronunció sobre el tema; (e) inexistencia de jurisprudencia obligatoria sobre la constitucionalidad de la norma que emiten los órganos colegiados del Poder Judicial de la Federación, porque de existir, tal criterio debe respetarse, pues el control concentrado rige al control difuso y, (f) inexistencia de criterios vinculantes respecto de la convencionalidad de la norma general, ya que conforme a las tesis de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los emitidos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos son vinculantes para los tribunales del Estado Mexicano14. [El artículo 150 de la Ley de Ejecución de Sanciones Penales del Estado de Michoacán]. La Ley de Ejecución de Sanciones Penales del Estado de Michoacán15 es el compendio normativo que, a nivel local, regula –entre otras cosas– las facultades que corresponden a los jueces especializados en la materia, así como las condiciones sustantivas y procesales en que deben tramitarse las peticiones de acceso a sustitutivos penales y beneficios de libertad anticipada. Conforme los artículos 149 y 163 de dicho ordenamiento, son sustitutivos penales: (I) la ejecución de la sanción en externación; (II) la preliberación; (III) la libertad condicional; (IV) la remisión parcial de la pena; (V) la modificación de la pena de prisión; (VI) la conmutación de la pena; AL INAPLICAR LAS NORMAS CONTRARIAS A LOS DERECHOS HUMANOS NO PUEDEN HACER UNA DECLARACIÓN DE INVALIDEZ DE DICHAS DISPOSICIONES.” 14 Época: Décima Época; Registro: 2005057; Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito; Tipo de Tesis: Jurisprudencia; Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación; Libro 1, Diciembre de 2013, Tomo II; Materia(s): Común; Tesis: XXVII.1o.(VIII Región) J/8 (10a.); Página: 953. Rubro: “CONTROL DIFUSO DE CONSTITUCIONALIDAD EX OFFICIO. SUS PRESUPUESTOS FORMALES Y MATERIALES DE ADMISIBILIDAD Y PROCEDENCIA.” 15 Promulgada mediante decreto 341, publicada en el Periódico Oficial del Estado, el 14 de junio de 2011 y en vigor a partir del día siguiente. (VII) la suspensión condicional de la ejecución de la sanción; y, (VIII) la reducción de la pena por reparación del daño. Para la concesión de cada uno de ellos, la legislación prevé requisitos y condiciones específicos, cuya materialización debe ser analizada por el juzgador, en audiencia oral en la que se observen los principios del proceso acusatorio16. Además de esos requisitos, el legislador michoacano previó uno de carácter genérico, aplicable a todo el régimen de sustitutivos, contemplado en el artículo 150, párrafo segundo, de la mencionada ley, cuyo texto es del tenor siguiente: “Artículo 150. […] No procederá ningún sustitutivo cuando a juicio del Juez y con elementos objetivos suficientes, no se garanticen los principios de reinserción social, o bien, cuando por las características bajo las cuales se cometió el delito y que con la libertad del sentenciado se ponga en riesgo la paz y la tranquilidad social”. Como puede advertirse, de dicho dispositivo se desprende que para atender a una petición que tenga como propósito el acceso a un sustitutivo penal por parte de un sentenciado –además de los requisitos particulares que sean atinentes a cada caso– debe acreditarse objetivamente que se encuentran garantizados los principios de reinserción social. Adicionalmente, las partes pueden alegar e incluso demostrar, que con la libertad del sentenciado se ponga en riesgo la paz y la tranquilidad social, lo que constituirá un impedimento para el otorgamiento de la pretensión. De manera particular, el enunciado jurídico ya referido contempla que el juez de ejecución de sanciones penales no concederá ningún sustitutivo cuando, a partir de elementos objetivos, las características bajo las cuáles se cometió el delito sean de impacto o relevancia. Este supuesto es el que constituye el objeto y motivo de análisis de este trabajo. [Problemática]. El 7 de noviembre de 2013, en audiencia oral celebrada con relación a la carpeta de ejecución I-479/2013 del índice del juzgado de ejecución de sanciones penales de la región Morelia, Michoacán, este juzgador tuvo ocasión de ejercer el control difuso de la constitucionalidad y convencionalidad del precepto legal antes referido. Dicho procedimiento versó sobre la solicitud para acceder al sustitutivo penal de la remisión parcial de la pena, planteada por persona privada de la libertad con motivo de la pena de prisión impuesta mediante sentencia ejecutoria dictada en la causa penal 146/2008-I del índice del juzgado 16 En términos del artículo 15, fracción IV, de la Ley de Ejecución de Sanciones Penales del Estado. segundo de primera instancia en materia penal del distrito judicial de Morelia, Michoacán, que se le instruyó por la comisión del delito de violación en detrimento de una menor de edad. Durante la referida audiencia, la fiscalía hizo patente su oposición a la concesión del sustitutivo, haciendo alusión puntual a las circunstancias de comisión del delito y a la calidad de la víctima, sosteniendo que aquellas ameritaban que se aplicara el numeral 150, párrafo segundo, de la Ley de Ejecución de Sanciones Penales. Contra tal oposición, la defensa señaló que la aplicación de dicho precepto vulneraba el derecho a la reinserción social de su patrocinado, refiriendo además que las circunstancias de comisión del delito solo podrían ser relevantes para la determinación de la pena y no debía trascender a la solicitud planteada. [Conclusión. El ejercicio del control difuso de constitucionalidad y convencionalidad del párrafo segundo del artículo 150 de la Ley de Ejecución de Sanciones Penales]. Al analizar ambos argumentos, este juzgador determinó que debía ejercer la facultad de control difuso de la constitucionalidad y convencionalidad del precepto legal invocado por la fiscalía, ex officio, observando los parámetros establecidos en la jurisprudencia XXVII.1o.(VIII Región) J/8 (10a.)17. Para ello, se sostuvo que el principio non bis in ídem constituía un derecho humano reconocido tanto por el artículo 23 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; como por el numeral 8.4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José), conforme al cual, existe prohibición de doble punición. A este respecto, se consideró que si bien, el delito por el que fue sentenciado el promovente debía ser estimado como de impacto social, las circunstancias en que se cometió no podían constituir un impedimento por sí mismas para que se otorgara el sustitutivo penal, no obstante encontrarse prevista esa circunstancia por el dispositivo en mención. Y es que, conforme al artículo 54 del Código Penal, dichas circunstancias constituyeron uno de los parámetros que el juez de la causa tomó en consideración para la graduación de la pena. En esa virtud, de tenerlas en cuenta ahora para denegar el acceso al sustitutivo de mérito, se estaría reviviendo la materia del proceso por el que ya se emitió un fallo ejecutoriado y se propiciaría la recriminalización de la persona privada de la libertad, atentándose así contra el derecho humano a la reinserción social que se contempla en el artículo 18 Constitucional. 17 Vid. Nota al pie 15. Ante la contradicción entre dicha previsión normativa y los derechos humanos antes mencionados, este juzgador se pronunció sobre la inaplicación del precepto 150, párrafo segundo, únicamente por cuanto se refiere a que el juzgador puede denegar el sustitutivo al que pretenda accederse, atendiendo a las características bajo las que se haya cometido el delito. [Resumen]. Con motivo del debate suscitado en un procedimiento ejecutivo penal, en el que se invocó la aplicación del artículo 150, segundo párrafo, de la Ley de Ejecución de Sanciones Penales, reclamándose la negación del acceso al sustitutivo penal de la pena, atendiendo a las circunstancias o características de comisión del delito, este juzgador determinó inaplicar dicho precepto, ejerciendo el control difuso de la constitucionalidad y convencionalidad de tal enunciado jurídico. Se estimó así, por considerar que el mismo contradecía el principio non bis in ídem que constituye un derecho humano a favor de las personas, conforme a los artículos 23 Constitucional y 8.4 de la Convención Americana sobre sobre Derechos Humanos, que prevén la prohibición de la doble punición. Para ello se definió que: (A) Si bien, el delito por el que fue sentenciado el promovente debía ser considerado como de impacto social, las circunstancias en que se cometió no podían constituir un impedimento por sí mismas para que se otorgara el sustitutivo que aquél solicitó, no obstante encontrarse prevista circunstancia por el numeral en mención. (B) Conforme al artículo 54 del Código Penal, dichas circunstancias constituyeron uno de los parámetros que el juez de la causa tomó en consideración para la graduación de la pena. (C) Por tanto de tenerlas en cuenta para denegar el acceso al sustitutivo de mérito, se estaría reviviendo la materia del proceso por el que ya se emitió un fallo ejecutoriado y se propiciaría la recriminalización de la persona privada de la libertad, atentándose así contra el derecho humano a la reinserción social que se contempla en el artículo 18 Constitucional.