héroes del pasado - Reales y militares Órdenes

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REAL Y MILITAR ORDEN DE SAN FERNANDO 200
AÑOS
HÉROES DEL PASADO
S
i bien desde el siglo XX únicamente tres militares
han sido recompensados con dos Cruces Laureadas, hubo otros dos que recibieron sendas Cruces de San Fernando, a los que no se puede llamar
«bilaureados». Uno de ellos fue el general don Miguel
Primo de Rivera, que ganó una Cruz de 1ª clase en
1893 en Marruecos, siendo teniente, y una Gran Cruz
en 1925, ya con el empleo de teniente general, por
haber puesto fin a la guerra que se libraba en aquellas
tierras. El otro, el capitán don Pablo Arredondo Acuña
que recibió dos Cruces de San Fernando en las Campañas de Marruecos, de las que la primera en conseguir,
al igual que la de Primo de Rivera, era de 1ª clase, es
decir, la que se otorgaba en premio a hechos distinguidos, no heroicos, mientras la segunda sí fue Laureada
y se le concedió después de muerto (Fig. 1 y 2).
En tiempos anteriores hubo una mayor permisividad en la concesión de Cruces o bien se presentó
a los valientes un mayor número de ocasiones para
ganarlas. De ello dan prueba las nueve Cruces de
San Fernando ganadas por los hermanos Gutiérrez
de la Concha e Irigoyen, nacidos en la actual Argentina. El mayor de ellos, Manuel (1808-1874), marqués
del Duero y procedente del Arma de Infantería, ganó
todas sus Cruces menos una en la primera guerra
civil -una Gran Cruz, una Cruz Laureada y seis Cruces
Sencillas-, siendo la última que consiguió otra Gran
Cruz por su intervención en la tercera de las guerras contra los carlistas, en la que perdió la vida. El
pequeño, José (1809-1895), marqués de La Habana y procedente del Arma de Caballería obtuvo en
la primera guerra civil una Cruz Laureada y cuatro
Cruces Sencillas –que le serían canjeadas por otra
Laureada-, a las que unió otra Laureada y dos Sencillas concedidas por su participación en sucesos
de carácter político, y, por último una Gran Cruz en
Cuba. La carrera militar de ambos fue pareja con las
Fig. 1.- El general don Miguel Primo de Rivera (Museo del Ejército)
Fig. 2.- El capitán Arredondo
citadas recompensas. Manuel era teniente al iniciarse
en 1833 la primera guerra civil y la vio terminar con
el empleo de mariscal de campo, obtenido en 1840,
alcanzando el de teniente general en 1843 y culminando su carrera militar con el de capitán general, en
1849. Su hermano José le fue a la zaga, alférez en
1833, llegó a coronel en 1840, a brigadier y mariscal
de campo en 1843, a teniente general en 1846 y a
capitán general en 1868 (Fig. 3 y 4).
Les siguen en número de Cruces los generales
don Francisco Lersundi Ormaechea (Inf.) con ocho,
de las cuales seis fueron Sencillas -cuatro de ellas
permutadas por una Laureada-, una Laureada y una
Gran Cruz, y don Domingo Dulce Garay (Cab.), tam-
Fig. 3.- El general don Manuel Gutiérrez de la Concha, marqués
del Duero (Museo del Ejército)
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Fig. 6.- El general Dulce Garay (Chamorro)
Fig. 4.- El general don José Gutiérrez de la Concha, marqúes de
La Habana (Chamorro)
bién con ocho Cruces, cinco de ellas Sencillas (cuatro
permutadas por una Laureada), dos Laureadas y una
Gran Cruz (Fig. 5 y 6).
Fig. 5.- El general Lersundi (Museo del Ejército)
Ahora bien, si en lugar de atender al número de
Cruces lo hacemos al de Laureadas, los campeones
indiscutibles serían los generales don Domingo Dulce
Garay, los ya mencionados don Manuel y don José
Gutiérrez de la Concha, don Joaquín Baldomero Fernández Espartero, don Felipe Rivero Lemoine y don
Federico Roncali Ceruti, recompensados todos ellos
con cuatro Cruces Laureadas.
Dulce, nacido en un pequeño pueblo de Logroño,
Sotés, en 1808, obtuvo en 1823 la gracia de cadete de Caballería. Al iniciarse en 1833 la primera
guerra contra los carlistas era alférez, consiguiendo los años siguientes los empleos superiores hasta llegar en 1840 al de teniente coronel, así como
cuatro Cruces de San Fernando de 1ª clase, que
permutaría por una de 2ª clase Laureada. Su gran
valor en combate queda atestiguado por las heridas que recibió durante dicha guerra: fue contuso
de un balazo en el pecho en 1834, recibió un bayonetazo y sufrió la fractura de un brazo en 1836, fue
alanceado en 1838 y resultó herido de gravedad en
1839. Destinado en 1841 al Real Cuerpo de Guardias Alabarderos, en el mes de octubre defendió el
Palacio Real con ocasión del levantamiento contra
Espartero de un grupo de generales, entre ellos
don Diego de León, lo que le valió la concesión de
una nueva Cruz Laureada de 2ª clase y el ascenso a
coronel. Con el empleo de brigadier, alcanzado en
1847, se volvió a enfrentar a los carlistas durante
el segundo conflicto armado, siendo premiado al
año siguiente con una Cruz de San Fernando de
3ª clase, Sencilla y en 1849 con una tercera Cruz
Laureada de San Fernando, esta vez de 4ª clase, y
con el empleo de mariscal de campo. Ascendido a
teniente general en 1854, fue capitán general de
Cataluña, Aragón y Cuba, hasta su fallecimiento en
1869 (Fig. 7).
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Fig. 7.- Otra imagen del general Dulce
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Fig. 8.- El general Espartero (Museo del Ejército)
Espartero, nacido en Granátula (Ciudad Real) en
1793, participó en la Guerra de la Independencia y
en 1815 marchó a Hispanoamérica, donde iniciaría
su brillante carrera militar, ya que allí recibió una Cruz
Laureada de San Fernando de 2ª clase y otra Sencilla
y los empleos hasta brigadier inclusive. Regresó a España en 1825 con el empleo de brigadier y tras unos
años de existencia tranquila, durante los que mandó
el Regimiento de Soria, reanudó su actividad militar
en 1833 al ser nombrado comandante general de la
provincia de Vizcaya. Como comandante general de
las Provincias Vascongadas y desde 1836 general en
jefe del Ejército del Norte, combatió sin descanso a
los carlistas hasta poner fin a la primera guerra civil, recibiendo en recompensa una Gran Cruz de San
Fernando en 1835 y dos Cruces Laureadas, una en
1835 y otra en 1836, ambas de 4ª clase, así como
los empleos de mariscal de campo en 1834, teniente
general en 1836 y capitán general en 1838. Isabel II
le colmó de honores, concediéndolo el título nobiliario
de conde de Luchana por el levantamiento del sitio de
Bilbao, el de duque de la Victoria por la firma del Convenio de Vergara, el de duque de Morella por la toma
de esta Plaza, en unió del Toisón de Oro. Al término
de la guerra fue presidente del Consejo de Ministros
y Regente del Reino, cargos de los que fue despojado
en el levantamiento de 1843, teniendo que exiliarse
a Inglaterra y retirarse a partir de 1848 a Logroño.
Volvió a ser presidente del Gobierno en 1854, pero
dos años después abandonó este cargo y la política
activa y regresó a Logroño. Pudo convertirse en rey
al ser derrocada Isabel II y al sucederla Amadeo I le
concedió el título de príncipe de Vergara. Falleció en
Logroño en 1879 (Fig. 8).
Rivero y Roncali obtuvieron los mismos tipos de
Cruces Laureadas, una de 2ª clase, dos de 4ª y una
Gran Cruz. El primero ganó las Cruces Laureadas en
la primera guerra civil y la Gran Cruz en 1854, a las
que hay que unir una Cruz Sencilla concedida en His-
panoamérica y otra en la primera guerra civil. Roncali
fue premiado con una Cruz Laureada en la primera
guerra civil y con las otras dos por reprimir la sublevación de las plazas de Alicante y Cartagena en 1844,
al igual que la Gran Cruz (Fig. 9 y 10).
Teniendo en cuenta que las Cruces de 2ª y 4ª clase se concedían, de acuerdo con el reglamento de julio de 1815, para recompensar los servicios militares
en grado heroico, las de 1ª y 3ª los servicios militares
Fig. 9.- El general Rivero Lemoine (Museo del Ejército)
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mera guerra contra los carlistas y llegó a mandar la
División Auxiliar Inglesa, alcanzando durante el conflicto los empleos de primer comandante a coronel, ambos inclusive, y ganando entre 1836 y 1839 seis Cruces de San Fernando, dos de ellas Laureadas, cuando
servía en el Regimiento de Zaragoza con el empleo de
teniente coronel, a las que hay que unir una tercera
concedida en 1841 por permuta de las mencionadas
cuatro de 1ª. Promovido a brigadier en 1841, fue comandante general de la provincia de Segovia, y gobernador militar de Huesca y Toledo, luchando en 1859 y
1860 en la Guerra de África y siendo recompensado
su destacado comportamiento con el empleo de mariscal de campo y con una Cruz de San Fernando de
3ª clase, que totaliza las siete que obtuvo.
Para terminar, recordemos a aquellos militares
que a lo largo del siglo XIX recibieron dos Cruces Laureadas por hechos heroicos:
Fig. 10.- El general Roncali (Chamorro)
distinguidos y de riesgo, y la Gran Cruz los de los
generales en jefe que hubiesen llenado sus deberes
de un modo eminentemente distinguido, con gloria y
ventaja de las armas reales, no cabe duda de que las
de 2ª y 4ª clase son las que mejor pueden medir el
valor de aquellos a los que se le concedieron.
De aquí que, si hubiese que elegir el nombre de
aquel militar de los Ejércitos españoles considerado
como más valiente durante el siglo XIX, habría que decidirse por el de don Ricardo Federico de la Saussaye y Duffey, el único recompensado con tres Cruces
Laureadas, todas ellas de 2ª clase y con ocasión de
hechos cometidos durante la primera guerra civil.
De la Saussaye (1806-1872) era originario de Irlanda. En España se le concedió en 1827 el ingreso
en la Guardia Real de Infantería. Tomó parte en la pri-
– Dos Cruces de 2ª clase: don José María de
Arróspide y Charcot (Caballería), don José Auguet (Infantería), don Santiago Barrientos Álvarez ( Infantería), don Gregorio del Conde y Ortiz
de Taranco (Infantería), don Juan de Lara e Irigoyen (Infantería), don Manuel López de Tejada (Caballería), don Manuel Lucús Iturralde (Caballería),
don Lorenzo Miláns del Bosch y Mauri (Caballería), don José Ramón Ozores Romero (Infantería)
y don Juan José del Villar y Flórez (Ingenieros).
– Una Cruz de 2ª y otra de 4ª clase: don Isidro
Alaix Fábregues (Caballería), don Jacobo María
Espinosa de los Monteros y Quintana (Infantería), don Manuel Bretón del Río (Caballería), don
Manuel Lorenzo Oterino (Infantería), don Anselmo Blaser San Martín (Infantería), don Ramón
Castañeda y Fernández Palazuelos (Infantería),
don Vicente de Castro y Fernández (Infantería),
don Rafael de Ceballos Escalera y Ocón (Infantería), don Simón de la Torre y Ormaza (Infantería)
y don Francisco Valdés Arriola (Infantería).
– Dos de 4ª clase: don Francisco Lersundi Ormaechea, don Cristóbal Linares de Butrón (Infantería) y don Marcelino Oráa Lecumberri (Infantería).
JLIS
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